MONS. LUIS CIVARD1 MANUAL DE ACCION CATOLICA VOLUMEN I.- TEORIA Versiôn de Ia VIII· ediciôn italiana por PABLO CERVANTES, PBRO. Tercera ediciôn mexicana aumentada con el capitulo "El Espiritu de la Acciôn Catôlica” Nihil obstat. F. Gômez, censor. Imprimatur. Ex urbe Monterrey, 2 novembris 1935. I. Guadalupe, Arch. Monterreien. INDICE I VOLUMEN Pag. Carta de la Secretaria de Estado ...................................... Prefacio del autor ................................................................ Advertenda del traductor a la primera edicion .............. Advertenda del mismo a la segunda edicion ................. Introduction.—Necesidad de conocer la A. C — Que debemos saber ................................................... *5 »6 '9 21 23 I Parte. La A. C. en si misma. CAPITULO I. El concepto de A. C. I. II. Significaciôn del nombre . — Actividades e Institution. — Sentido lato y estricto. —Ensenanzas pontificias ................................................. 29 Elementos esenciales. — Clâsica definition de Pio XI. — Médula de la definition. — Otras for­ mulas ........................................................ 33 CAPITULO IL Fines de la A. C. I. Varios fines — Fin interno y externo. Grada­ tion de fines ................................................. 37 II. Fin ûltirno y general. — El advenimiento del reino de Cristo. — Fin religioso. -r- Fin social. — Fin total ........................................................... III. Fines particulares. — Fomentar la vida religiosa. 3 39 Pag· — Difundir la cultura cristiana. — Cristianizar la familia. — Defender los derechos y libertad de la Iglesia. — Cooperar a resolver la cuestiôn escolar. — La buena prensa. — La moralidad publies. —■ La solution crisriana de la cuestiôn social. — Conformai la vida social a los principles Cristianos ....................... IV. 45 Fin inmediato. — Formaciôn religiosa. — For­ mation moral. — Formaciôn social. -— Forma­ tion para el apostoiado ............................... 61 CAPTTULO ΠΙ. El apostoiado. I. II. Preliminares. — Dos etapas. — Nota esencial.— Concepto general. — Caractères del apostoiado de la A. C........................................................ 71 Apostoiado seglar.--- Los seglares en la Iglesia.— Milicia seglar. — Muchos son los llamados, pocos los escogidos ............................................................. ΠΙ. Apostoiado auxiliar. — El apostoiado jerârquico. — Dos clases de apostoiado. — La A. C. “auxiliar” de la Jerarquia. — La A. C. “mandataria” de la Jerarquia. — Dignidad de la A. C.................................................................. 79 IV. Apostoiado obligatorio. — Precepto de la igle­ sia. — Obligation de caridad para con Dios.— Obligation de taridad para ton el prôjimo.— La enseüanza del Pater noster. — Obligation impuesta por el bautismo. — Obligation impuèsta por la confirmation. — La A. C. es obligato­ ria.— Escala de obligationes ..................... 36 4 75 Pag. V. Apostoiado universal. — Universalidad de objeto. — Universalidad de medios. — Universalidad de Itngar ......................................................... . 99 CAPITULO IV. Organization de la A . C . I. Organization en general. — Concepto de orga­ nization . — Derecho natural. — Derecho civi­ co. — Derecho Cristiano. — Eficacia y utilidad ...... 106 II. III. IV. Rasgos generates de la organization. — Propiedad esencial. — Jerarquia de jurisdiction. — Ei centro, la diocesis, la parroquia — Forma unitaria y base national. ................................. ....................... 1 14 Unidad y variedad. La coordination. —Organos coordinadores. — Autonomia de las organizaciones. — Comparationes. — Lo sustancial y lo accidental .................................................................. 1 19 Utilidad de la organization. — Para la formaciôn de los socios. — Propagar el. bien. — Evitar el mal ........... ................................................. 128 CAPITULO V. Necesidad de la A. C. I. Paganizacion de la sotiedad. — Los frutos laicismo. — La A. C. salta a la palestra. Apariencias y realidades. — Armas contra armas. — Ensefianzas pontificias ................... del — — 1 33 II. El Clero no basta. — Escasez de clero. — Ha sido desacreditado. — Impotente para tamana empre- Pag · sa. -— La A. C. no es una novedad, — Lo antiguo y lo nuevo. — Otra objeciôn ................. III. 143 La A. C. es insustituible. — Por otras asociaciones n ob'as catôl:cas. — Por el Estado. — Por las institutiones oficiales. — Legitimidad de la A. C.) ................................................. · · · ■ '51 II Parte. Las relaciones la A. C. CAPITULO VI. La A. C. y la Jerarquia. I. II. III. Dependenda de la Jerarquia. — Las dos Jerarquias. — El Papa, los Obispos, los Pârrocos. — Todo apostolado depende de Ja Jerarquia. — Dependentia espetial de la A. C.. — Textos pontificios .......... 160 Dependenda directa e indirecta. — Dos misionee de la Iglesia. — Dependentia indiretta. — Naturaleza de ambas dependentias. — Los Papas defienden el poder indirecto. — Una objetiôn . . 168 Dtrecciôn seglar. — Direction subordinada. — Poder ejetutivo prâctito. — Poder ejecutivo. — Porqué la direetiôn seglar. — Competentia de ambos poderes. — Desorden juridico imaginario. — Peligro fâcil de evitar. — Bénéficies de la union ton la Jerarquia ........................................ 177 CAPITULO VII. La A. C. y el Clero. I. Misiôn del Îlero en la A. C. — Asistencia. — Retrato juridico del Asistente. — El plasmador.— 6 Pag. EI educador. — El angel tutelar. — EI alma de Ia asociacion................................................................ t9r II. La A. C. es obligatoria para el clero. — Naturaleza dei sacerdotio. — Naturaleza de la A. C. — Argumento de autoridad. — Parcialidad. — Peligro de disipacion ........................................... 199 CAPITULO VIII. La A. C. y la politica. I. Il. III. Podet de la Iglesia en materia politica: — La La teoria liberal. — Una distinciôn fundamenta!. — La intervention de la Igiesia es legitima. -— La Iglesia y los partidos politicos........................ 21 1 Posidon de la A. C. respecto a los partidos y la politica. — La A. C. no es un partido. — Prescripciones pontificias. — La A. C. es superior a los partidos. — Education politica. — Intervention directa. — Acciôn religiosa en el tCrreno politico. 221 Conducta de los catôlicos en el terreno politico. — Participation en la vida politica. — Inscription en los partidos. — Deber de taridad social. — Promover y defender los interests religiosos. — La union en el terreno moral y religioso es deber . . 231 CAPITULO IX. La A. C. y las Obras auxiliares. I. Distinciôn entre la A. C. y las asociaciones religiosas. — Las asociaciones religiosas. — Diferencia de fin. — Diferencia de medios. — Diferencia de personas ....................................................................... 240 7 Pag. Π. III. Relaciones entre la A. C. y esas asociaciones. — Ni confusion ni oposiciôn. — Benevolencia mu­ tua. — Inteligencia cordial, colaboraciôn. — Ma­ ntra concreta de colaborar. — Normas prâcticas. —· Dos errores que evitar ............................ 247 Relaciones con otras bases de apostolado.-Oiferen■ cia. Auxiliares de la A.C.—Coordinaciôn.—Coordinar. no centralizar. —— Obras fundadas direc256 tamente por la Iglesia ............................................. CAPITULO X. La A. C. y las Obras econômico-sociales. I. Il. Fundamentos. — La Iglesia y la cuestiôn social. — Fin de la acciôn econômico-social. — Invitaciôn de los Papas ..................................................... Relaciones en el orden prâctico. — Distinciôn. ■— Relaciones con la Jerarquîa. — Relaciones con la A. C· — Auxilio mutuo. — Exbortaciôn de Pio XI ...................................................................... 261 269 II. VOLUMEN. Introducciôn. — Objeto dei volumen. — Fuentes. — Plan ........................................................................... 28 i I. Parte. Datos Historicos. CAPITULO I. Antecedentes historicos. I. Edad antigua. — El apostolado seglar al comienzo de la Iglesia. — Epoca de las persecuciones. — Primeros brotes de actividad social ............... II. Edad Media. — Los monjes. — Las Cruzadas y las Ordenes de Caballeria. —· Las Universidades. 8 286 Pag— Apostolado social de las ôrdenes religiosas. —r Los gremios de artes y oficios. — Los montes de piedad ........... HI. apt Edad moderna. — Las cofradias. — Oratorios. — Institutiones de beneficencia. — Las Conferencias de S. Vicente. — Las Amistades Catolicas '. 305 CAPITULO II. Epoca de la obra de los Congresos. I. Albores de la A. C. I. — Primeros pasos y dificultades. — Sociedad de la Juventud Catolica. — El primer congreso national catolico. — Fonda­ tion de la Obra de los Congresos......................... 311 II. La O. de los Congresos y la Democtacia Cristiana. — Actividades de la Obra de los Congresos. — La Rerum Novarum. — Estudios y actividades sociales. — Federation universitana. — La per­ secution de 1898. — La democracia cristiana. —· Divisiones intestinas. — Intentos de pacification. — Supresiôn de la Obra de los Congresos.......... 316 CAPITULO III. Epoca de la Union Popular. I. Antes de la guetta. — Reformas de Pio X. — La Union Popular. — La Union econômico-social. -— La Union electoral. — La primera organization femenina. — Coordination del movimiento cato­ lico. — Juntas diocesanas y grupos parroquiales. II. Después de la guetta. — Las institutiones econo­ micas. — Acabamiento de la union electoral. — La Juventud Femenina. — La Union Femenina. — Ultimos anos de la Union Popular. — Actividad en pro de la Escuela y la Cultura .'.............. 3 3^ 9 330 Pag. CAPITULO IV Epoca Actual I. II. Reformas de 1922 y 1923. — El Papa de la Ac­ tion Catôlica. — La Junta Central. — La Enciclica Ubi Arcano. — Los nuevos Estatutos. — Organos Coordinadores. — Organizaciones Na­ tionales. — Federation de Hombres Catôlicos. —Secretariado de la Junta Central. — El Insti­ tuto de Actividades Sociales. — Sectiones Profesionales. —- Reconocimiento dei Concordato. — Las Semanas Sociales. — La Asamblea General de Action Catôlica ......................................................... 3-' " Las Reformas de 1931. — El convenio de 3 de septiembre. — Modification de los Estatutos... 3<>5 SEGUNDA PARTE Las Organizaciones Nationales .......................................... 369 CAPITULO V Importanda La Union de Seôoras. 1 ............................................. I. Formaciôn. ■— Perfeccionamiento Religioso mo­ ral. — Formation Familiar. ■— Formation Social y civica. — Medios de Education Social ... 372 II. Acciôn. — Fin principal del apostolado. — Apostolado de la familia. — Apostolado en la parroquia. — Defensa. — Difusiôn....................... 378 III. Objedones. — Dificultades espcciales. — Es im­ posable ... Es estéril ... es superflua....... 385 IO 37° Pag. CAPITULO VI La Juventud Masculina, I. Pçeliminares. — Importanda. — EI aspirantazgo. — Grupos especiales. — Atenciôn a los estudian'tes de Secundaria. — Fines particulares................. 391 II. Formaciôn. — Fin principial. — La Formaciôn ha de ser completa. — Formaciôn .Cultural. —Medios de formaciôn religiosa. — Formaciôn mo­ ral. — Correcciôn. — Educaciôn de la Pureza. — Modo de darla. — Formaciôn Social. — For­ maciôn para el apostolado. — Formaciôn cultural. — Educaciôn fisica. — Utilidad. — Modo y li­ mites ............................................................................ 397 III. Protéger la concienda. — Necesidad. — Medios de preservation. — Las diversiones. — Medios de preservation y atracciôn. — Calidad de las diver­ siones. — Limites de la diversion.......................... 420 El Apostolado. — Motivos y tarâcter. — Puesto de tentinela. — Apostolado indirecto por el ejemplo. — Apostolado directo. — Algunas clases de apostolado directo ................................................ 426 IV. CAPITULO VII Los Universitarios. I. II. Importantia. — Fines especiales ............................. 433 Formaciôn. — Formar y prolongar la concientia de los socios. — Formaciôn cristiana adecuada a su cultura. — Preparaciôn de futuros dirigentes. ... 435 Apostolado. — Apostolado tutelar. — Apostola­ do del ejemplo. — Apostolado en pro de la verdad. — Apostolado de caridad ..................... 439 i i pig. CAPITULO VIII La Union de Sérieras. I. IL III. IV. Fundamentos. ■— Una objeciôn. — Influentia so­ cial de la mujer. — La mujer salvadora de la mujer. — Organization contra organizaciôn. — La mujer esta obligada a ser apôstol. — La tra­ dition cristiana. — La Voiuntad de los Papas. Fines particulares ...................................................... 444 Formaciôn. — Perfeccionar la conciencia religio­ sa y moral. — Formation Familiar. — Forma­ tion sotial .......................................................... 452 Apostolado. Caratteres. — Apostolado de la familia. — Apostolado Parroquial. — Apostolado en pro de la moralidad. —- Apostolado de taridad y de benefieientia ...................................................... La Asociaciôn de Ninos Catôlicos. — Forma y Gobierno. — Fines partitulares. — Razôn de ser y ventaja. - Programas ........................................ 45b 464 CAPITULO IX La Juventud Femenina. Importanda. I. II. III. Programa especial ... - Forma. 468 Formaciôn. Formation religiosa. — Forma­ tion intelettual. — Formation moral. — Diversiones. — Formation sotial y ’ profesional. Preparation para elegir estado. — Preparation para fundar una familia ................................................. 470 El Apostolado. — Caratteres. Apostolado de ejemplo de modestia. Otras formas de aposto­ lado ............................................................ 480 Colaboraciôn de las religiosas. Que se las pide. Varias maneras de colaborar. Colabora1 2 Pag. cion indirecta. —Colaboraciôn directa; Asociaciones interiores ................................................................ 483 . CAPITULO X Las Universitarias. La position en la A. C. — Relationes con los Universitarios. — Fines especiales — Medios. . . . TERCERA 488 PARTE Réglas prâcticas generales para las \sociaciones de la Acciôn Catôlica............................ ................... 492 CAPITULO XI Fundaciôn. I. II. El Comien·, o. — Preparaciôn remota. - Prepara­ tion proxima. — Prueba y agrégation. Réglas para el reclutamiento. — Calidad y cantidad.... Los primeras escollos. — Optimisme. — Rigo­ risme. — Desaliento. — El ejemplo de Cristo. 493 499 CAPITULO XII Funcionamiento. I. IL Los Dirigentes. — Electiones. — Los cargos. — Cuaiidades de los dirigentes. — Espiritu sobrenatural. — Formaciôn ....................................... Las Juntas. — Ventajas. — Clases. — Celebra­ tion. — La Conferentia .............................. 504 5>i CAPITULO XIII Insignias. I. II. La Têsera. — Que es. — La Cuota anual. — Va-' lor educative. — Aprecio en que debe tenerse. El Distintivo. .— Razôn y utilidad. — Obliga­ tion de llevarlo ................................................. 13 5«9 524 Pig. ΠΙ. La Bandera. — Su significado. — Su Bendiciôn. 525 APENDICE I El Espiritu de la Acciôn Catôlica. I. Espiritu sobrenatural. — El naturalisme. — Ora et labora. — Eucaristia y Acciôn Catôlica. — Rectitud de intenciôn. — Condiciôn de éxito. — Condiciôn de perseveranda ............................. 527 II. Espiritu de Sacrificio. — Apostolado y Sacrifi­ cio. — Fecundidad del Apostolado. — Seguro de disciplina. — Nutre la concordia ................ 536 APENDICE II .................................................................. 543 APENDICE III Proyecto de reglamento interior para un grupo de A. C. CAPITULO I Trimestre de preparaciôn ...................................................... 547 CAPITULO II Las Sesiones ...................................................................... '. . . 547 .CAPITULO III Distribuciôn de trabajo...................1.......... 548 CAPITULO IV Las Discusiones ............................... 54g CAPITULO V Las Votaciones .................. ............. 54 g CAPITULO VI El Local .................................................................................. 550 CAPITULO VII Disposiciones complementarias ............................................. 550 APENDICE IV Indulgencias concedidas a la Acciôn Catôlica Mexicana. 551 BIBLIOGRAFIA '4 I··········■■■■■■■■■■■■!■■■■■■■■ SECRETARIA DE ESTADO Del Vaticano, a 23 de Septembre de 1933. Illmo. y Revmo. Se flot'. Con sama complacencia me di prisa a ponet en las augustas manos del S. Padre los dos volûmenes de su "Manual de Acciôn Catôlica", que ha llegado ya a la séptima edictôn; y tengo el gusto de comunicarle que agradeciô su filial obsequio. Por el orden con que su obra expone los princi­ pes en que se apoya la Acciôh Catôlica, por la oportunidad de las normas que da para la fundaciôn y funcionamiento de las organizaciones que la componen, sera en lo futuro gula ilustrada y sincera de quienes se dedican a tan provechosas actividades, como ya en lo pasado ha servido para el conocimiento y desartollo de tan fecundo généra de apostolado. Por eso el S. Padre, juntamente con sus votos por una amplia difusiôn de tan apreciable trabajo que. a no dudarlo. contributed a nuevo y eficaz acrecentamiento de la Acciôn Catôlica que le es tan querida, le envia de todo corazôn su bendiciôn apostôlica. De V. S. Illma. y Revma. José Pizzardo. Arzobispo tit. de Nicea. . Ulmo, y Revmo. Mons. Luis Civardi. 15 Roma. PREPAC1O Fallun en esta octava edition dos capitulas de la anterior, las que tratan de las relaciones de la Action Catôlica can la politica y las obras econômico-sociales, pero en todo lo demds es igual a la precedente. (1). Cuando pusnnos al dia la ediciôn séptima fue tal la re­ forma que résulta rehecha par entero. En el prefacio de la ediciôn anterior pusimos las palabras que vamos a repetir. porque indican el plan que seguimos en la présente. "La présente ediciôn ha sido construida sobra la granitica base de la definition de Pio iXI, defintciôn que ya puede llamarse canônica, pues ha llegado a imponerse universalmente. Ella ha fijado los rasgos esenciales de la Action Catôlica, y ya no permittrâ que se le confunda. Tomdndola por base de este tratado, hemos procurado seguir los puros principias de la Action Catôlica; prmcipios que vienen a ser verdaderos corolarios de la definition, y que no mudan con los tiempos y lugares, aun cuando varien indefinidamente sus aplicaciones. 'Hemos procurado apoyar los principales asertos en las ensehanzas de los Sumas Pontifices, iinicos verdaderos legisladores de la Acciôn Catôlica (2). "En las cuestiones mas importantes creimos con­ veniente aducir textos de varios Papas, para que se vea la uniformidad y constancta de las normas de la Iglesia". (1) . Véase la segunda advertencia dei traductor sobre la coiiservaciôn de estos capitules. (2) . Las citat; en la mayor parte de los documentes ponti­ ficios en 1.’ v-'râiôu castellana se toman de la 3ra. ediciôn de liireccioiiet'; Pontificias de Azpiazu.—Editorial “Razôn y Fe”.—Madrid. 1933. Las citas de la Rerum novarum de la 2a. ediciôn de la A.C.J.M.—Tlâlpan, D. F.—1924. 16 PREFACED Fallan en esta octava edition dos capitulas de la anterior, los que tratan de las relaciones de la Action Catôlicd con la politica y las obras econômtco-sociales, pero en todo lo demas es igual a la precedente. (1). Cuando pusimos al dia la edictôn sépttma fue tal la re­ forma que resulto rehecha par entero. En el prefacio de la edition anterior pusimos las palabras que ramos a repetir, parque inditan el plan que seguimos en la présente. “La presente edition ha sido tonstruida sobra la granitica base de la definition de Pio XI, definition que ya puede llamarse canônica, pues ha llegado a imponerse universalmente. Ella ha fijado los rasgos esenciales de la Acciôn Catôhta, y ya no permitirà que se le confunda. Tomdndola por base de este tratado, hemos procurado seguir los puros principias de la Action Catôlica; principios que vienen a ser verdaderos corolarios de la definition, y que no mudan con los tiempos y lugares, aun cuando varien indçftnidamente sus aplicaciones. 'Hemos procurado apoyar los principales asertos en las ensenanzas de los Sumos Pontifices, unicos verdaderos legisladores de la Acciôn Catôhta (2). “En las cuestiones mas importantes creimos con­ veniente adutir textos de varios Papas, para que se vea la uniformidad y constancia de las normas de la Iglesta”. (1) . Véase la segunda advertencia dei traductor sobre la conservaciôn de estos capitules. (2) . Las citas en la mayor parte de los documentes"pontiliiios en la version castellana se toman de la 3ra. ediciôn de Oireccionei· Pontificias de Azpiazu.—Editorial ‘’Razon y Fe”.—Madrid. 1933. Las citas de la Rerum novarum de la 2a. ediciôn de la A.C.J.M.—Tlâlpan, D. F.—1924. 16 Segunda, LA ACCION CATOLICA EN SUS RELACIONES. 3.—En capitulos separados veremos en la primera parte el concepto, fines, apbstolado, organizacion, necesidad de la Action Catôlica; en sendos capitulos de la' segunda estudiaremos las relaciones que tiene con la Jerarquia, con e! clero, con la politica, con las obras auxiliares γ las econômico-sociales. Tendremos pues los siguientesi capitulos: Primera parte.—La Action Catôlica en si misma. 1. —Concepto; 2. —Fines; 3. —Apostolado: 4 — Organizacion; 5. —Necesidad. Segunda parte.—Relaciones de la Accion Catol'ica con: 6. —la Jerarquia eclesiâstica; 7. —el clero; 8. —la politica: 9. —las obras auxiliares; 10.—las obras econômico-sociales. 27 PRIMERA PARTE LA ACCION CATOLICA EN SI MISMA CAPITULO I. El Concepto de Acciôn Catôlica. I. Significaciôn del nombre. El término ‘'Acciôn Catôlica” puede tener muchos significados: por consiguiente, segùn las réglas de la Dialectica, hemos de comenzar por determinar la signi­ ficaciôn del nombre, antes de examinât la cosa misma. Asi evitaremos errores y malas inteligencias. Actividades e instituciôn. 1.—En su significado obvio el término ‘ Acciôn Catôlica” se aplica a cualquier acto puesto conforme a 29 <9 los principios de la religion catôlica; en esta aeepciôn, al menos explicitamente, no entra la idea de apostolado. En otro sentido mâs complejo significa el acto no solo conforme sino en favor de-la religion catôlica. Ya aqui aparece explicitamente el concepto de apostolado. Asi lo entendemos aqui. 2.—Mas con esta significaciôn lo mismo se usa para designar las actividades del apostolado que para nombrar la' institution u organization en que aquellas se ejercen. Ya veremos que dentro de la Acciôn Catôlica el apostolado se ejerce colectiva u organizadamente, y que se concreta en ciertas instituciones. ( 1 ). Algunos ejemplos para aclarar esta idea. Si digo “La Action Catôlica es deber de sacerdotes y seglares”, tomo la palabra en la significaciôn de acti­ vidades.; y cuando digo “La Action Catôlica Italiana fue reformada por Pio XI en 1923”, la tomo en el sen­ tido de institution u organismo. A veces significa am­ bas cosas, como en esta frase “La Action Catôlica es necesaria en nuestro tiempo’’. Sentido lato y estricto I.—Para evitar equivocaciones, bay que tener en cuenta otra distinciôn muy importante. El término puede tomarse en sentido lato o en sen­ tido estricto. . (1) En la carta Quae Nobis al card. Bertram, dice Pio XI: “La Acciôn Catôlica es un verdadero apostolado en que tienen participaciôn los catôlicos de todas las clases socia­ les, unidos con el pensamiento y con la acciôn en torno de los centros de sana doctrina y multiple actividad, legitimamente constituidos, ayudados y sostenidos por la autoridad del Obispo”---- Azpiazu, pâg. 342. Donde, como se ve, apostolado équivale a actividades de muchos, pero que no proceden como quiera, sino unidos en centros, o sea en institucionee. 30 En sentido lato, ejerce Acciôn Catôlica, cualquier asociaciôn que de algàn modo se dedica al apostolado, con tal que esté aprobada por la Autoridad eclesiâstica; como las que fomentan el teatro, el cinematôgrafo mo­ rales, las sociedades de buena prensa, las ligas antiblasfemas, en pro de la moralidad publica, etc. 2.—En sentido estricto o propiamnte, la Acciôn Catôlica consta del conjunto de asociaciones en que los seglarcs ejercen el apostolado, en cualquier forma que sea, mas en auxilio de la Jerarquia; y no solo con su aprobaciôn, sino bajo su directa dependenda, segun sus instrucciones. Cuando tiene todos estos caractères puede llamarse oficial, en el sentido de que la Iglesia l'a quiere y re­ conoce oficialmente como cosa que le pertenece. Siempre que usemos el término sin restricciôn alguna, se entiende que hablamos en sentido estricto. Y en tal caso esta formada por las organizaciones de seriores y seüoras, de jôvenes de uno y otro sexo, conjunto que se denomina precisamente Acciôn Catôlica. Ensenanzas pontificias. I.—Esta distinciôn, fundada en la naturaleza de las cosas, se encuentra también en algunos documentes pontificios recientes. En la carta del Secretario de Estado al Présidente general de la A.C.ï. (marzo 30 de 1930) leemos: “Aparté de la Acciôn Catôlica propiamente dicha, hay otras instituciones y asociaciones e iniciativas, que con admirable variedad de organismos tienden, ya a una mâs intensa cultura ascética, ya a las prâcticas de piedad y de religion, y particularmente al apostolado de la oraciôn, ya al ejercicio de la caridad cristiana en todas sus difusiones y aplicaciones, ejercitando de hecho un amplio y eficacisimo apostolado individual y social con formas (de organizaciôn apropiadas a su fin, y por lo mismo distintas de la que es propia de la Acciôn Ca­ tôlica; por lo que no pueden llqmarse de Acciôn Catô31 liai sin restriction) si bien se pueden y deben decir verdaderas y prouidenciales auxiliares de la misma” ( 1 ). Y aludiendo Pio XI a esta carta en el discurso dirigido a las Congregaciones Marianas (uno y otra son de la misma fecha), dijo: "No quiere decir esto que todas estas maneras de obrar el bien (las obras auxiliares) sean literal, formal, y por decirlo asi, oficialmente Ac­ cion Catôlica; sino solamente que pueden y deben ayudar a la iniciativa central de la Acciôn Catôlica”. 2.—En la carta al Episcopado Argentino (febrero 4 de 1931) insiste en esta dïstinciôn: "A mâs de esta gran instituciôn, que puede llamarse la Acciôn Ca­ tôlica oficial, hay en vuestras diôcesis otras asocjaciones, cuyo fin es promover la piedad, la formation re­ ligiosa, la caridad o la beneficencia; asociaciones que en otra ocasiôn hemos llamado poderosas auxiliares de la Acciôn Catôlica, porque proponiéndose algunos de los fines que ella tiene, pueden y deben suministrarle elementos bien preparados y activos”. (2). En este Manual estudiamos la Acciôn Catôlica propiamente dicha; mas ya comprende el lector que mucho de lo que vamos a decir, principalmente en esta primera parte, puede aplicarse a la Acciôn Catôlica en general. (3). ill. Azpiazu, pâg. 414. N. del T.----Quien compare el pasaje de esta carta tal dial va en el texto con la traducciôn que trae Azpiazu, verà que l'altan algunas palabras, las que encerramos entre paréntesis. La adiciôn dada en esta versiôn (que no es nnestrn sino del original) se funda on la transcripciôn de Civardi quien ciertamente tuvo a la vista el texto del Osservatore Romano, donde aparecio. Ademâs, sin las palabras encerradas en el paréntesis resultan incomprensibles los oiros dos textos citados por el autor: el discurso a las Con­ gregaciones Marianas y la carta al Episcopado Argentino. Quizà la omisién se debe a una distraccidn. Esa omisiôn no aparece corregida en la 3a. ed. . (2) Azpiazu, pâg. 356. i:;). En el capitulo IX, al estudiar las relaciones de la Acciôn Catôlica con las Obras auxiliares, explicaremos ampliamente esta distinciôn. 32 ! II Elementos esenciales. Clâsica definition de Pio XI. 1. —La Acciôn Catôlica ha sido definida por Pio XI: “la particiaptiôn de los seglares en el apostolado de la Jerarquia eclesidstica”. El mismo dijo que habia dado esta definiciôn “reflexica, deliheradamente y no sin cierta inspiration” (1). Co.ntiene todas las notas esenciales; y segùn las réglas de la Dialectica, es una buena definiciôn (2) 2. —Actualmente la usan todos los que quieren expresar con exactitud el concepto integro de Acciôn Catôlica. Impli.citamente ya estaba en la primera enciclica del mismo Pio XI, la Ubi arcano (diciembre 23 de 1922): “Recordad a vuestros fieles que cuando to­ rnando por guias a vosotros y a vuestro clero, trabajan en pùblico y en privado por que se conozca y ame a Jesucristo, entonces es cuando sobre todo merecen que se les llame "linaje escogido, una clase-.de sacerdotes reyes. gente santa, pueblo de conquista”, de que hablaba S. Pedro (I. Petr. II. 9). (3). En estas palabras estân todos los elementos de la definiciôn clâsica, citada arriba; posteriormente se re­ pite integra en otros muchos documentos que no es del caso enumerat. En algunos, la palabra participation ha sido sus(1). Discurso a las obreras pertenecientes a la J. F. de la A. C. I. (marzo 19 de 1927). Reeientemente hablando a los Universitarios Catôlicos de la América Latina, dijo: “En verdad, el espiritu de Dios nos ha sugerido esta de­ finiciôn”.—Diciembre 28 de 1933. (2) . El mismo Papa, hablando a los dirigentes de Acciôn Catôlica en Roma (abril 19 de 1931), después de repetir la definiciôn, agrégé: “Son unas cuantas palabras, pero ricas en signiifcado; contienen todo lo que se requiere pa­ ra una buena definiciôn, que, seglin es sabido, para ser tal, debe contener, en lo posible, todos los caractères esenciales de la cosa que se trata de définir”. (3) . Azpiazu, pâg. 313, (27). 33 Tal es el fin supremo; tai dice'la definition del Papa. Y en efecto, si la Action Catôlica participa en el apostolado jerârquico, es para cooperar al fin que ella busca, al que ella aspira; la Action Catôlita quiere lo que quiere la Iglesia. Y jqué quiere esta sino que Cris­ to reine en el individuo, en la familia y es la sotiedad? El fin imito de la Attiôn Catôlita, es por tanto, cl triunfo del reino de Cristo. Otras formulae, Hemos examinado brevemente los elementos tonstitutivos de la Action Catôlita, admirablemente sintetizados- en la sutinta, pero tompleta definition de Pio XI. Si quisiéramos enterrarlos en una formula mâs am­ plia y expresa, podriamos detir que la Action Catôiita es; el apostolado ejeteido por los seglares para ayudar a la Jerarquia, y bajo sa directa dependenda, para conseguir que triunfe el reino de Cristo en el individuo, la familia y la sodedad. Como se ve, esta destriptiôn présenta a la Action Catôlita tomo actividad; si queremos tonsiderarla como institution, diremos que es: la organization de los se­ glares catôlicos que coopéra al apostolado de la Jerar­ quia, y bajo su directa dependentia, para altanzar que triunfe el reino de Cristo en el individuo, la familia y la sotiedad (i). Nos parafe oportuna la siguiente advertencia. En este capitulo preliminar nos hemos propuesto dar con la mayor precision posible el concepto de Àcciôn Ca­ tôlica, pero no profundizarlo. Es indispensable para comprender cuanto se va a decir después. Para profundizarlo no bastaria un capitulo; ademas nos expondriamos a repeticiones inutiles. Hemos apuntado solamente algunos ; conceptos que se expondrân con amplitud en otros capitu­ les. Asi en el III desarrollaremos el de apostolado; en el VI explicaremos la subordinaciôn a la Jerarquia: la idea de organizaciôn sera asunlo del IV, y del II. el fin, el advenimiento del reino de Cristo. . (1) :?6 CAPITULO II Fines de la Acciôn Catôlica I. Varios fines. Fin es aquello por lo cual se hace algo. También se llama causa final, porque influye realmente en la producciôn del efecto, moviendo al agente a obrar. Tedo agente obra por un fin. Toda institution tiene ui lin especial. El tin determina la naturaleza, propiedades, objeto y medios de cualquiera institution, segùn la célébré sentencia de Aristoteles: “Finis est ratio et mensura omnium quae sunt ad finem, el fin es razôn y medida de todo lo que se refiere a él”. Por consiguiente debemos empezar nuestro tratado de Acciôn Catôlica, hablando del fin que tiene: ya después expondremos otros elementos esenciales que de él dependen. 37 Fin interno y externo. Ya veremos que la Acciôn Catôlica tiene fines de distinta especie, aunque todos concurren al fin supremo y general. 1. —Si los considérâmes con relaciôn a la organizaciôn. pueden ser internos o externos. Internos, los que se cumplen dentro de la organizaciôn misma, para favorecer su vida, para el bien de los socios. Tales son la formaciôn espiritual de éstos, la actividad y disciplina de las distintas asociaciones, la coordinaciôn de las fuerzas organizadas. Toda iniciativa dirigida a esta clase de fines constituye la actividad interna. 'Externos, los que se realizan fuera de la organizaciôn, en el vasto campo social. Coinciden. con las dis­ tintas maneras de ejercer el apostolado, y forman la actividad externa. 2. —Los fines internos se ordenan a los externos; que, como ya veremos, la esencia de la Acciôn Catôlica esta en el apostolado. Asi, por ejemplo, procura la instrucciôn religiosa de los socios (actividad cultural interna), mas para que una vez instruidos, instruyan a los que no militan en sus filas (actividad cultural externa). Los socios deben instruirse para instrulr. Como la lâmpara que cebada por mano dei ama, quema el aceite y lo convierte en luz, para “iluminar a todos los que estân en la casa” (Mat. V. 15); asi el socio de Acciôn Catôlica, una vez que ha recibido el ôleo de la doctrina, debe transformarlo en calor vital, en luz que ilumine a todos los espiritus. A semejânza del Bautista debe ser “lucerna ardens et lucens, antorcha que arde y brilla (Iohan. v, 35, para anunciar a Cristo en el mundo. Gradation de fines. 1.—En la Acciôn Catôlica, como en cualquiéra 38 instituciôn, hay gradation o jerarquia de fines. En la cima esta el supremo y general; iras él vienen los subordinados y particulares, que son medios respecto del primero; y se llaman particulares, porque realizan solo una parte det amplio y complejo programa de la Acciôn. Como base de todos esta el que podemos llamar inmediato, y consiste en formar la cqnciencia. 2.—Es principio filosôfico: “el fin es lo primero en la intenciôn y lo ultimo en la ejecuciôn; principio que también se aplica a la Acciôn Catôlica. Como vamos a ver, se propone cristianizar la sociedad toda en­ tera; en ello esta su programa mâximo, su fin supremo: es el primero en la intenciôn. Mas para llegar a,esa me­ ta necesita andar muchas jornadas; debe realizar uno tras otro los fines proximos, comenzando por el in­ mediato que es formar la conciencia cristianamente: es el primero en la ejecuciôn. El fin ùltimo de un ejército en campana es la vic­ toria; mas para conseguirla debe comenzar por adiestrar sus tropas, por proveerlas de armas. Por tanto trataremos en este capitulo: 1’ del fin ultimo y general; 2’ de los fines particulares; 3’ del fin inmediato. Fin ùltimo y general. El advenimiento del reino de Cristo. 1.—La Acciôn Catôlica es participation en el apostolado-jerdrquico; luego su fin no puede ser otro que el de la Jerarquia. ^Qué fin es ese? Busquemos la respuesta en los documentes pontificios. Pio X en su primera enciclica E supremi apostolatus -.athedra (octubre 4 de 1903) decia: “El fin supremo hacia el cual deben tender todos nuestrbs esfuerzos es 39 porter a toda la humanidad bajo el imperto de nuestro Seûor Jesucristo". Posteriormente, en la II ferma proposito, cuyo asunto es precisamcnte la Acciôn Catôli­ ca, escribia estas claras palabras: “La Iglesta se arroja a propagar el retno de Dios donde antes no se predicô, estudiando diligentemente cômo reparat las quiebras del reino ya conquisîado. segun el lema: “Instaurare omnia in Christo·'. que tue siempre el suyo, y principalmente el nuestro, en los aCtagos tiempos que corten” (1). Luego el fin ùltimo de la Iglesia es que triunfe el reino de Cristo. 2.—Pues ese es también el de la Acciôn Catôlica. Muy claro lo dicen los sûmes Pontifices: la documentaciôn sobre este punto es copiosisima; nos limitaremos a algunos textos. Pio X en la enciclica ya citada, después de decir que las palabras de S. Pablo: instaurare omnia in Christo son el programa y lema de la Acciôn Catôlica, continûa: puesto que se propone restaurat todo en Cristo, es un verdadero apostolado para honor y gloria del mismo” (2). El Papa actual en la Ubi arcano sintetiza su pro­ grama en el conocido lema: Pax Christi in regno Christi; y luego dice que la Acciôn Catôlica “esta estrechamente unida con la deseada restauration del reino de Cristo y con la pacification cristiana. propia tan solo de este reino·. pax Christi in regno Christi” (3). Y en la car­ ta al Episocpado Argentine escribe : “el fin de la Action Catôlica es nobilisimo, pues coincide con el de la Iglesia: la paz de Cristo en el reino dé Cristo”. Mas explicitamente lo dice en la carta al Card. Segura, primado de Espana (noviembre 6 de 1929) : la Acciôn Catô- (1) . Azpiazu. pâg. 281. <5i.—Para “propagar el reino de Christo donde antes no se predict»" sirveu las misiones; para “réparai· las quiebras. del reino ya conquistado", sirve especialniente la Acciôn Catôlica. que segun el mismo Pio XI es una nueva evangelizaciôii. Discurso a los periodistas catdlicos, junto 26 de 1929. (2) . Azpiazu, pâg. 282, (8). (3) . Ibidem, pâg. 312, (25). 40 I ’ , lica se propone “propagar pûblica y privadamente fl reino de Cristo’’ ( 1 ). Luego el advenimiento del reino de Cristo es el ideal supremo de la Acciôn Catôlica; es ella el ejército de Cristo Rey que ha escrito en su bandera: Adveniat reg­ num tuum. (2). Fin religioso. 1.—-“Mi reino no es de este mundo (Ioh. XVIII, 36), dijo Jesucristo; es decir, su reino no es material sino espiritual, no civil sino religioso, no natural sino sobrenatural. Luego la Acciôn Catôlica que trabaja por el ad­ venimiento de ese reino, se propone un fin religioso; y como el fin especifica el acto, la Acciôn Catôlica es ac­ ciôn. religiosa. Este concepto, fundado en la naturaleza de las co­ sas, esta expresamente contenido en varios documentes pontificios. Bastarâ citar este pasaje: “La Acciôn Ca­ tôlica no ha de llamarse puramente material sino espi­ ritual: no terrena sino celestial: no politica sino reli­ giosa” (3). 2,.—Alguno podria conclüir de aqui que la Acciôn Catôlica solo debe dedicarse a actividades religiosas, co­ mo lo hacen las asociaciones que precisamente asi se Haman, como las pias uniones, las' cofradias, etc. Hay yn equivoco: se confunde la naturaleza del . (1) Azpiazu, pâg. 346.—En otros documentes se dice que el fin es hi gloria de Dios y la salvation de las almas; pero no hay diferencia, pues eso es precisamente lo que busca el. reino de Cristo. (2·). Por esto la fiesta de Cristo Rey (ùltimo domingo de octubre) establecida por Pio XI con la encfclica Quas pri­ mas, es la fiesta propia de la Acciôn Catôlica. (3). Carta Quae nobis al Card. Bertram.—Azpiazu. p;ig. 34 2. 41 fin con la de los medios. Es verdad que éstos deben set proporcionados a aquél; pero no que todos ban de ser de la misma naturaleza que el fin. A veces un- medio material, aunque remotamente, puede servir para un fin espiritual. Y es lo que justamente acontece en nuestro caso. El fin ùltimo de la Acciôn Catôlica es afianzar el reino de CriSto, y por consiguiente llevar las almas a Dios. Pero as! como Dios tiene muchas vias para llegar a las aimas, asi son muchas las que las aimas siguen para llegar a Dios. Y la Acciôn Catôlica debe aprovechar todos los caminos que la Providencia le abra. A veces despliega actividades que en si mismas no son religio­ sas, pero que rematan en un fin religioso: divierte para preservar: cura el cuerpo para sanar el aima; favorece los intereses materiales para fomentar los espirituales. En resumen: el fin ùltimo de la Acciôn es religio­ so; a'igunos medios lo son también (y por cierto los mâs eficaces, y por ende preferibles) ; otros son de orden distinto, pero como en si mismos son buenos, aplicados al fin sobrenatural, en cierto modo se sobrenatutalizan. ( 1 ). Fin social. 1.—De lo dicho se sigue que el fin de la Acciôn Catôlica es también social. En efecto, trabaja por el advenimiento del reino de Cristo. Y ^en dônde ha de reinar? jUnicamente en la conciencia de cada hombre? iSôlo en la familia? No; también en la sociedad; porque, como escribe Pio XI, "no hay diferencia entre los individuos y el consorcio civil, porque los individuos, unidos en sociedad, (1). En documento oficial de la A. C. Italiana leemos: “lag organizaciones fundamentales de Acciôn Catôlica son de naturaleza esencialmente religiosa, aunque como medios echen mano a obras culturales, de educaciôn o propa­ ganda”. Carta del présidente de la Junta Central de la A. C. I. al Jefe del Gobierno, noviembre 13· de 1928. 42 no por eso estân menos bajo la potestad de Cristo que lo esta cada uno de ellos separadamente. El es la fuente de la salud privada y pùblica. Et non est in alto aliquo salus, no hay salvaciôn en ningùn otro. . (1). Luego la Acciôn Catôlica, del mismo modo que la Iglesia a cuyo servicio se ha puesto, ha de trabajar para que Cristo reine no solo en el santuario de la conciencia o dentro del recinto del hogar doméstico, sino también en los vastos y soleados campos de la vida so­ cial. Sus trabajos deben enderezarse a que triunfe el reino social de Cristo. 2. —Si, la Acciôn Catôlica es acciôn social; se ejerce en la sociedad y para la sociedad, para conducirla de nuevo a Cristo. Asi lo afirma Pio XI: “con razôn puede llamarse social, pues intenta dilatar el reino de Cris­ to, y de este modo, al paso que se consigue para la so­ ciedad el mayor de los bienes, se procuran los demâs que de él proceden, cuales son los que pertenecen al Estado y se llaman politicos” (2). 3. —No hay que temer que el reino de Cristo ponga en peligro o cuando menos empequenezca al Estado; por lo contrario lo defiende y ennoblece. Non eripit mortalia qui regna dat caelestia, no trastorna los reinos terrenales quien otorga los celestiales (3). Jesucristo no arrebata los cetros; su autoridad divina los tiempla y eleva a fines sublimes. Su reino es igualmente benéfico para gobernantes y sùbditos. Por eso la Acciôn Catôlica es beneficiosa para la sociedad; y no sôlo ha de ser tolerada sino aun favorecida por el poder pùblico. Lo dice expresamente el Papa: “es digna de ser fauorecida no solo por los Obispos y sacerdotes, quienes saben perfectamente que la es­ timâmes como las ninas de los ojos, sino también por los gobernantes y magistrados de todos los Estados (1) . Encfclica Quas primas.—Azpiazu, pâg. 329, (12). (2). Carta Quae nobis al Card. Bertram. — Azpiazu, pâR. ■342. (3) . Breviario Romano. Himno de la fiesta de Epifania. 43 Si por este patrocinio comûn es sostenida, producird maraotllosa abundancia de frutos para los pueblos catôlicos. y en todas parles, auiuando en los dntmos el sentimiento religioso, contributed no poco a la pros­ per idad civil'' (1) Fin total. 1. —Como ya lo hemos dicho, la Acciôn Catôlica se propone la restauration cristiana: "intenta reparar las quiebras del reino de Dios ya conquistado” (2). Como es bien sabido, esas pérdidas han sido causadas por el laicismo, autor de la apostasia social. La Acciôn Catôlica es dique trente a la ola devastadora del laicismo, “peste de nuestra edad”, segùn fra­ se de Ρίο XI. (3). Si el laicismo se ha apropiado el grito de los judios: "No queremos a ese por rey’’ (Luc. XIX, 14) ; la Ac­ ciôn Catôlica responde: “El debe reinat’’ (I. Cor. XV. 25). . 2. —No debe juzgarse que la Acciôn es ùnicamente para remediar males, y que por lo mismo resulta su­ perflua donde el laicismo no ha. sembrado ruinas aùn, o donde, si el reino de Dios ha sufrido dolorosas pér­ didas, ya han quedado reparadas. No; cierto, su tarea principal y mâs urgente sera la restauraciôn, mientras baya ruinas que levantar. lagunas que llenar: pero no es la ùnica. Como cooperadora de la Iglesia'debe extenderse a todas las labores del apostolado: a recobrar el territorio perdido, a mantener el conquistado, a ensanchar sus linderos, afianzar posiciones, aumentar el nûmero de sùbditos, enriquecer su patrimonio espiri-' tuai: y todo esto sin retroceder nunca. 3. —Todo esto esta confirmado por los documen­ ti). Carta citada al Card. Bertram.—Azpiazu, pâg. 345. (2). Encieliea II ferino proposito.— Azpiazu, pâg. 281, (5). Hablaremos del laicismo y del origen historico de la Acciôn Catôlica en el cap. IV. Xecesidad de la A. <'. 44 tos pontificios, pues si le atribuyen el cooperar a la restauraciôn cristiana, como se infiere de los textos citados arriba, reconocen que tiene otras funciones igualmente esenciales. Veamos algunos pasajes. "Fin principal de la Acciôn Catôlica es la mayor difusiôn de los principios de la fe y doctrina cristiana. . . y sa cretiente prdctica en la vida privada y pùblica (1). La Jerarquia, eierciendo su apostolado y la Ac­ ciôn Catôlica cooperando a él, tienden a la realization completa del programa del corazôn de Dios: fundar, dilatar. afianzar el reino de Cristo en las aimas, en la familia, en la sociedad, en todos sus alcances, en todas sus manifestationes, hasta donde pueda llegar la actividad humana, ayudada de la gracia divina'' (2). Luego el fin ùltimo, y por lo mismo, total de la Acciôn Catôlica es restaura/·, defender, dilatar y afian­ zar el reino de Cristo. Ill Fines particulares. Son muchos, y de diverso grado. Puesto que el presente tratado no debe salir de ciertos limites discretos, apuntaremos solamente los principales que estân expresamente indicados en los documentos pontificios que oportunamente Alaternos. Son los siguientes: Fomentar la vida religiosa, Difundir la cultura cristiana. Cr/stianizar la familia, Defender los derechos y libertad de la Iglesia. Cooperar a resolver la cuestiôn escolar. La buena prensa, La moralidad publica, La solution cristiana de la cuestiôn social. Conformât la vida social a los principios cristtanos. (1) . Carta al Card. Bertram.—Azpiazu. pùp. 343. (2) . Discurso a los dirigentes de Acciôn Ciitôllca en Ro­ ma, abri] 19 de 1931. r pone esparcir entre el pueblo, fuera de las mismas organizaciones, la cultura cristiana. Ahora nos referimos a esta, y por brevedad la llamamos apostolado cul­ tural o intelectual. . 2.—Este apostolado es no solo esencial, sino prelimtnar, porque debe preceder a cualquier actividad. Si la Acciôn Catôlica se propone restaurar todos los elementos de la civitas cristiana, aplicando los prin­ ciples catôlicos en todos los sectores sociales; es évi­ dente que antes de realizarlos deben ser conocidos, propagados. Sembrar ideas es tarea que ha de ir por delante de cualquiera actividad. Lo exige la naturaleza de las cosas; lo exige la ley psicolôgica, formulada asi por los filôsofos: “la voluntad sigue al entendimiento”. El hombre obra como piensa; la acciôn es hija de la idea. Y si a veces —con frecuencia, por desgracia— sucede lo contrario, es por­ que la voluntad arrastrada por la pasiôn, viola y de­ forma la» naturaleza, quebrantando una de sus leyes fundamentales; quebrantamiento que se llama incoherentia, mentira, y es afrenta para qu'tïn lo comete. -La historia dice que el apostolado cristiano ha sido ante todo apostolado cultural, difusiôn de ideas. Los Apôstoles oyeron esta acusaciôn ante el Sapedrin de Jerusalén: “Replestis Jerusalem doctrina vestra; habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina” (Hechos, V. 28). También dice la historia que las épocas de herejias y decadencia espiritual fueron épocas de extensa y profunda ignoranda religiosa. 2.—Consta en muchos documentes pontificios que la Acciôn Catôlica tiene fin cultural. En la II fermo proposito tantas veces citada, dice Pio X que la Acciôn Catôlica ha sido fundada “no so­ lo en orden a la santificaciôn. de las aimas, sino tam­ bién respecto a extender y dilatar mâs y mas cada dia el reino de, Dios en las individuos, en las familias y en la sociedad, procurando cada cual, en la medida de sir posible, el bien del prôjimo con la divulgation de la verdad revelada" (1). Y Pio XI, dirigiéndose a los estu. (1) Azpiazu, pâg. 279, (3). 48 diantes universitarios que pertenecen a la Acciôn Ca­ tôlica, los exhortaba a “ser portadores de tan rico pa­ trimonio colectivo de ideas. . . sembfadores de fe” ; concluyendo con este profundo pensamiento: “iQué hermoso es entrar en emulaciôn con Dios; y a cambio de la fe recibida, llevar a otros ese mismo don!” Cristianizar la familia. 1.—Se ha dicho que la familia es la célala de la sociedad; asi que no sera posible que la sociedad sea cris­ tiana sin que antes lo sea la familia. Y ahora es particularmente necesario atender a ello, porque de tiempo atrâs vienen prevaleciendo cier- > tas doctrinas epicûreo-materialistas que van disgregando la trabazôn de la familia y profanando el santuarie domestico. Y aun cuando esa profanacion no haya llegado al gràdo, ni haya producido las terribles consecuencias que en otras partes, nuestro pais no se ha librado de ella. “También en Italia —leemos en un documento pontificio—, particularmente en nuestros dias, hay que lamentar la relajaciôn de los vinculos domésticos, la lenta pero progresiva decadencia de la familia, porque se han olvidado las leyes morales sancionadas por la Iglesia solamente y reforzadas por los auxilios sobrenaturales” (1). Luego es preciso que Cristo vuelva a ocupar su trono en la familia. Y segùn Pio XI, "Jesucristo reina en la sociedad domestica cuando, constituida por el sa­ cramento dei matrimonio cristiano, se conserva inviolada como una cosa sagrada, en la que el poder de los padres es un reflejo de la paternidad divina, de donde nace y torna el nombre (Ef. III, 15) ; donde los hijos emulan la obediencia dei Nino Jesûs, y el modo todo de (1). Carta del Secretario de Estado al présidente de la Junta Central de la A. C. I., en septiembre de 1926, con ocasiôn de Ia ΧΙΠ Semana Social de Génova, cuyo tema era “La familia cristiana”. jS9 procedet recuerda la santidad de la Familia de Nazaret” (1). 2.—Los documentes pontificios hablan también del cuidado especial que la Acciôn Catôlica ha de poner a la çristianizaciôn de la familia. En la carta del Se­ cretario de Estado ya citada leemos: “Si convieneque la Acciôn Catôlica, cuyo fin es la restauraciôn cristiana de la. sociedad, se ocupe de cuestiones econômicas y po­ liticas, porque en ellas van envueltos los intereses mora­ les y religiosos, Con mucha mayor razôn debe llamar la atenciôn de los catôlicos sobre la familia, de cuyo funcionamiento depende el 'bienestar social”. Y si en general es labor propia de la Acciôn Ca­ tôlica, lo es mucho mis de las prganizaciones de adul­ tos que miran a formar al padre de familia. (2). Defender los derechos y libertad de la ïglesia. 1.—La Acciôn Catôlica —-lo hemos dicho varias veces— quiere que Cristo vuelva a ocupar su trono en la sociedad. Segûn el Papa reinante, Cristo reina en ella “cuando es reconocido a la Iglesia el alto grado de dignidad en que fue colocada por su autôr, a saber, de sociedad perfecta, maestra y guia de las demâs sociedades” (3). Dos cosas necesita la Iglesia: ocupar en la socie­ dad “el grado que le diô su autor ’, y “ser maestra y guia de las demâs sociedades". Pues cuando estos sacrosantos derechos se ven amenazados, cundo son conculcados, es deber de todo hijo de la Iglesia, y mucho mas de quienes se han entregado a su servicio, aCudir a defenderlos. Los derechos de la Iglesia son los derechos de Cristo, los de la con­ ii). Enciclica T’bi arcano.—Azpiazu, pâg. 3 09, (22). En la enciclica Casti connubii, diciembre 31 de 19 30, traza el Papa el retrato de la familia cristiana. (2) . En el volumen H hablaremos de estas organizacioues y de sus deberes especiales. (3) . Azpiazu, pâg. 309, (22). 50 « çiencia. Si Jesucristo los delegô en ella, es para el bien de todos los hombres. 2. —Es superfluo decir que la defensa debe quedar siempre dentro de los limites legales, porque el Evan­ gelic no permite que se viole, el derecho de tercero para defender el propio, ni que se haga el mal para que re­ suite el bien. Por eso el Estado no debe temer ni a la Iglesia ni -a la Acciôn Catôlica, defensora de aquella. Defender esos derechos es beneficio para la sociedad, es un servicio a la civilizaciôn; porque comb dijo Pio X, “la ci­ vilizaciôn dei mundo es civilizaciôn cristiana. . . y la fuerza intrinseca de las cosas constituye, aun de hecho, a la Iglesia en guardiana y protectriz de la cristiana civilizaciôn'’ (1). 3. —Corno hemos visto atrâs, la Acciôn Catôlica es reacciôn contra el laicismo dominante; de ahi que sobre todo al principio, haya estado a la defensiva; sus miras estuvieron puestas entonces en los derechos de la Iglesia y de la Santa Sede. (2). jCesarâ algun dia esta necesïdad? El Evangelio no nos autoriza a creerlo; nos pre- (1) . Azpiazu, pâg. 280, (4). (2) . La primera asociaciôn nacional que surgiô en Italia se llamaba Asociaciôn Catôlica en pro de la libertad de la Iglesia en Italia. Durô poco. La Obra de los ■ Congresos que viviô desde 18 7.6 hasta 190 4 decia en el primer articulo de sus estatutos. “La Obra de los Congresos tiende a juhtar a todos los catôlicos y asociaciones catôlicas para desplegar un a acciôn comûn y concorde con el fin de defender los derechos de la Santa Sede, los intereses religiosos y sociales de los catôlicos italianos”. Defender la libertad de la Iglesia, tantas veces violada por los gobiernos y sectas de entonces, fue el tema principal de los Congresos de esos dfas. En las actas del primero, celebrado en Venecia en 1874, leemos: “el Con­ gres© .juzga que los catôlicos, para cumplir con fidelidad el deber de defender la Iglesia y su libertad, sus proPios intereses religiosos, neces itan obrar de maner a que su ac­ ciôn tenga la mayor fuerza y eficacia; lo que no sera posible si no traba.jan unidos todos en una asociaciôn”. 51 dice lo contrario. Jesucristo prometiô a la Iglesia la indeefctibilidad, pero no la paz. “Sabe la Iglesia —escribiô Pio X-— que contra ella no prevaleceràn las puertas del infierno; mas tampoco ignora que habrâ en el mundo apreturas, que sus Apôstoles andan cual corderos entre lobos, que sus seguidores serân siempre el blanco de los odios y escarnios, como lo fue su divino Fundador” (1). Y en efecto, Jesucristo dijo a los Apôstoles: “No es el sieruo mayor que su amo; si me han perseguido a mi, también os han de perseguir a uosotros” (Ioh XV, 20). “En el mundo tendreis grandes tribulaciones; pe­ ro tened confianza·. yo he üencido al mundo” (Ioh. XVI, 33) Veinte siglos de historia confirman tal profecia. La Iglesia que vive en la tierra siempre sera militante; es la ciudad de Dios frente a la ciudad de Satands. Es cierto que la lucha no es siempre igual ; que muchas veces los enemigos ban cambiado de posiciones, armas y tâctica; pero la guerra con sus estragos y ruinas persiste siempre: la defensa sera siempre necesaria. 4,—También esta labor de la Acciôn Catôlica ha sido sefialada por los Papas. Pio X en II ferma proposito recuerda que entre otros deberes tiene el “defender, mantener, con animo sinceramente catôlico los fueros de Dios y los no mè­ nes sacrosantos derechos de la Iglesia" (2). Pio XI llama a las organizaciones catôlicas “la reserva de la Iglesia’’ (3). Por medio dei Secretario de Estado ha escrito: “Aun cuando la Acciôn Catôlica por su propia naturaleza debe mantenerse por encima de toda lucha de partido. no puede renunciar a su derecho y obliggciôn (es esencial a su fin) de uelar y trabajar, /. ' (1) . Enciclica II fermo proposito.—Azpiazu, pâg. 280, (5). (2) . Ibidem, pâg. 281, (6). (3). Enciclica Iniquis afflictisquc, sobi’e el estado de la Iglesia en Mexico, noviembre 18 de 18 26. 52 en cuanto le sea posible y siguiendo las normas de la 5 Sede, por el bien cotnùn, particularmente en pro de los intereses morales y religiosos, base y remate de aqueV’ (1). Cooperar a resolver la cuestiôn escolar. * 1. —y-La escuela.es uno de los medios mâs eficaces para propagar ideas y divulgar la éducation. Muy bien lo comprenden los enemigos de Cristo que en todo tiempo y lugar han procurado monopolizarla. Por eso figura entre los puntos principales del programa de la Acciôn Catôlica, cooperar en el terreno escolar con la Iglesia, cuyos derechos son indiscutibles Si, la Iglesia tiene derecho a fundar escuelas e ins­ titutos de educaciôn de cualquier grado, porque es sociedad perfecta, porque fue fundada por Cristo para disponer y conducir a las aimas a su fin sobrenatural. (2). La Iglesia siempre ha ejercido este derecho ampliamente, convirtiéndose en faro de luz intelectual para el mundo todo. Pero ademâs tiene derecho sobre todas las escue­ las frecuentadas por ninos catôlicos. (3). Desea que sean completamente catôlicas y en todo estén de acuerdo con sus derechos y los de la familia cristiana. 2. —Y icuândo puede tenerse por verdaderamente cristiana una escuela? Responde Pio XI en la enciclica sobre la educa­ ciôn: “No basta el solo hecho de que en ella se dé instrqcciôn religiosa (frecuentemente con excesiva parsi­ monia) para que resuite conforme a los derechos de la Iglesia y de la familia cristiana, y digna de ser frecuen( 1 ). Carta dei Secretario de Estado al Arzobispo de Nâpoles, septiembre 18 de 1925. (2) . “La Iglesia tiene derecho de fundar escuelas de cual­ quier grado, elementales, medias y superiores’’.—Côdigo de Derecho canonico, can. 1375. (3) . Véase en el Côdigo los cânones 1373, 1374 13S1, 1382. 53 tada por alumnos catôlicos. Para ello es necesario que toda la ensenanza y toda la organization de la misma: maestros, programa, libros, en cada disciplina, estén imbuidos de espiritu cristiano bajo la direcciôn y vigi­ lantia materna de la Iglesia, de suerte que la religion sea verdaderamente fundamento y corona de toda la instruction, en todos los grados, no solo en el elemen­ tal, sino también en el medio y superior, (1). Pues la Acciôn Catôlica se pope al lado de la Iglesia en esta cuestiôn, ayudândola a “fundar y sostener escuelas propias, a cristianizar las demâs. (2). 3.—También contamos con el testimonio de los Papas sobre este punto. Pio X entre otros fines de la Acciôn Catôlica, po­ ne el introducir a Jesucristo en la escuela” (3). Pio XI ha dicho que la escuela es de los campos mâs devastados por la legislaciôn laica, que a él debe bajar la Acciôn Catôlica provista de miembros nume­ rosos y de jefes debidamente instruidos para defender tenazmente con todas sus fuerzas los derechos supre­ mos de la religion, la familia y la patria” (4). Mâs claramente se expresa en la enciclica sobre la education: “todo cuanto hacen los fieles promoviendo y defendiendo la escuela catôlica para sus hijos es obra genuinamente religiosa, y por lo mismo tarea princtpdlisima de la Acciôn Catôlica; por lo cual son particularmente amadas de nuestro corazôn paterno y dignas (1) , Azpiazu, pàg. 403, (38).—El concordato entre la S. Sede e Italia dice: “Italia considera como fundamento y corona de la instrucciôn pùblica la ensenanza de la doctri­ na cristiana, en la forma recibida por la tradiciôn catôli­ ca”. Art. 36. (2) . Esta ayuda es un deber para los catôlicos, como lo prueba el canon 1379 del Côdigo de Detecho canônico: “los fieles no omitan prestar toda su ayuda para fundar y sostener las escuelas catôlicas”. . (3) Azpiazu, pâg. 281, (6). .(4) Alocuciôn' en el Consistorio del 14 de diciembre de 1925. 54 de gran alâbanza todas las asociaciones especiales que trabajan con tanto celo en obra tan necesaria. Y un poco adelante declara que “al procurât la escuela catôlica para sus hijos, —sea proclamado bien alto y de todos sea entendido y reonocido— los ca­ tôlicos de culaquier naciôn dei mundo no hacen obra politica de partido, sino obra religiosa indispensable a su concientia; y no pretepden separar a sus hijos del cuerpo ni del espiritu nacional, sino antes bien educarlos en él del modo mâs perfecto y conducente a la prosperidad de la naciôn, puesto que el buen catôlica, precisamente en virtud de la doctrina, es por lo nusmo el mejor, ciudadano, amante de su patria y lealmente so~ metido a la autoridad civil constituida, en cualquier forma légitima de Gobierno” (1). La buena prensa. 1. —He aqui otro poderoso instrumento para propagar ideas, para cristianizar; y por lo mismo figura en el programa de la Acciôn Catôlica. Pero 2 que se entiende por buena prensa? Toda publicaciôn —libro, periodico, diario— que no solo no ataque el dogma y la moral {parte negativa}, sino que ademâs los divulgue y defienda {parte positiva}. Es medio de preservation, porque impide los darios de la mala prensa, y también medio de education, por­ que lleva a las aimas las auras vivificantes del espiritu cristiano. Tales son, los caractères y funciones de la buena prensa; ûnicamente cuando los posee tiene derecho a llamarse prensa catôlica. 2. —En este punto la Acciôn Catôlica tiene dos labores distintas que desempeftar : preparar y propagar; . (1) Azpiazu, pâg. 404, (39). Sobre el concepto de escuela catôlica, sobre la actividad desplegada por los catôlicos de todos los paises para cristianizarla, véase la obra del Dr. José Monti, Da Liberta della scnola.-*—(Vita e Pensiero, Milân). ambas deben caminar armônicamente, porque no es posible propagar sin preparar, y ésto no es posible comûnmente sin aquello. Una y otra cosa supone que los catôlicos estân ya convencidos de la necesidad y eficacia de la buena pren­ sa; cbnvicciôn que por desgracia es rara e imperfecta. Asi que ante todo la Acciôn Catôlica debe dedicarse a format la convicciôn sobre la importancia fundamental de la prensa, y particularmente de la prensa diaria. Pero ademâs necesita .su propia prénsa, que no solo sea catôlica sino de Acciôn Catôlica. la cual interprete fielmente el pensamiento y normas de la Jerarquia, comunique las ôrdenes de los dirigentes y fomente las virtudes de los socios. 3.—Los Papas siempre han recomendado la buena prensa como medio eficaz de apostolado y como funciôn propia de la Acciôn Catôlica. Ya Leon XIII en la enciclica Etsi Nos dirigida al Episcopado îtaliano el 15 de febrero de 1882, escribia:· “es necesario combatir la prensa con la prensa; que la causa de tantas ruinas se convierta en medicina y beneficio de los hombres, y se ponga la triaca donde mana el veneno. Es de desear que en cada region haya un periodico y, si es posible, que sea diario”. El Papa reinante en muchas ocasiones ha senalado esta actividad. Bastarâ un texto bien claro: “Actiuitividad a que la Acciôn Catôlica debe dedicarse es la difusiôn de la buena prensa, y en particular la diaria, que por Ία amplitud que alcanza es de especial eficacia. Entendemos por buena prensa no tanto la que no se opone a los principios de la fe y a las réglas de la mo­ ral, cuanto la que propaga esos principios y réglas. . Es superfluo probar la eficacia educadora de tal clase de prensa, pues consta por la experienda de todos los dtas; y lo demuestra por otra parte la impla que tanto mal siembra. osbre todo en los jôuenes y el que muchas veces alcanza mayor difusiôn que la buena, pues tam­ bién aqui se cumplen las palabras de Cristo: “Filii 56 huius saeculi prudentiores filiis lucis in generatione sua sunt, los hijos de este siglo son -en sus négocias mds sagaces que los hijos de la luz” (Luc. XVI, 8). Y por lo mismo, es absolutamente necesario oponer la buena a la mala, segun el antiguo adagio: contraria contrariis curantur. “Por esto exponemos el deseo de que la Acciôn Catôlica consiga que la buena prensa se robustezca y multiplique, como lo imponen las necesidades; que el periodico fiel a las ensenanzas de la Iglesia entre en casa de Çodas las familias cristianas, para auxiliar a la Iglesia" (IL La moraiidad publica. 1. —-Es muy claro que si la Acciôn Catôlica estâ llamada a trabajar con la Iglesia por la salvaciôn de las aimas, ha de vigilar atentamente por la moraiidad pùblica y privada. Las palabras de Cristo no admiten duda: “si quieres entrar a la vida eterna, guarda los mandamientos” (Mat. XIX, 17). En este terreno la Acciôn Catôlica tiene dos oljligaciones: una positiva, educar la concienda; y otra ne­ gativa, defender la moraiidad publica. El agricultor que quiere cosechar en otoüo no se limita a arar y a sembrar, en primavera; cerca su campo, lo préserva de epidemias y lo .defiende de incursiones nocivas. 2. —Educar la concienda, (obligation positiva) debe ocupar el primer lugar; porque los medios defensivos no son sino débil pantalla, cuando el sentido mo­ ral se ha apagado o cuando menos oscurecido. Lo que ahora lamentamos —el pecado de nuestros dias— no es tanto la inmoralidad creciente, que en todo tiempo ha sido verdadero azote, cuanto la falta de formation, o mejor, la deformation del sentido moral. A causa del laicismo, los principios fundamentales de . (1) Carta al Patriarca de Lisboa, nov. 10 de 1933. 57 la moral cristiana, y aun de la natural, se han oscurecido y aun borrado en muchas conciendas. Se ha perdido hasta la nociôn del mal, y por eso muchôs son sordos a cualquiera amonestaciôn. Pues la Acciôn Catôlica debe multipiicar su pro­ paganda, robusteciéndola con los medios sobrenaturales que suministra la religion, debe sacarla de sus filas, para despertar y avivar entre las muchedumbres el sentimiento moral; de manera que todos lleven en si mismos las fuerzas necesarias para no caer o para levantarse de la caida. 3.—Pero tiene ademâs que atender a la defensa, que se ejecuta desterrando los escândalos, los abusos, los focos de infecciôn, como la pornografia, espectâculos inmorales, moda indecorosa, trata de blancas, pros­ titution, blasfemia, lenguaje obsceno, alcoholismo, juegos de azar, etc. En este campo la Acciôn Catôlica debe colaborar no solo con la Iglesia sino también con las autoridades e instituciones civiles, para que la legislaciôn en pro de la moralidad liene mejor su fin, para que sea aplicada en’ todo y por todos exactamente; porque muchas cau­ sas conjuran contra ella, cumpliéndose las palabras de Dante: “hay leyes, jpero quién pone en ellas las ma­ nos? (Purg. 16,97). .Mas para esta defensa no bastan las trincheras y redes de la legislaciôn y de las instituciones oficiales; se necesitan ademâs las obras de preservaciôn y benefi-. cencia privada, como los patronatos para jôvenes, las bibliôtecas circulantes, los espectâculos y diversiohes sa­ nas; obras diseminadas por todas las regiones del pais, gracias al celo dei clero y de los catôlicos militantes. 4.—Los Papas han seûalado este deber como in­ dispensable a la Acciôn Catôlica. Pio XI le reconoce el mérito social de "conservât y defender los fundamentos en que estriba la salud y feltcidad de los pueblos; la integridad de las costumbres, la 58 incolumnidad de la vida domestica” ( 1 ). El mismo Papa dice que “el apostolado de la Igle­ sia, y por lo mismo, la colaboraciôn de la Acciôn Ca­ tôlica, no puede desentenderse de velar por la moralidad individual y doméstica y de la social que es de mayor alcance” (2). La soluciôn cristiana de la question social. 1. —Es otra de las obligaciones especiales que los Papas han seüalado a la Acciôn Catôlica, y que se sigue de su misma naturaleza; pues to que no podrà conseguirse la restauration cristiana de la sociedad, si las relaciones sociales no estân reguladas por los principios del Evangelio. La Acciôn Catôlica puede contribuir de dos maneras a resolver los problemas que se denominan cuestiôn social: indtrectamente, educando la conciencia con­ forme a los principios cristianos, creando con ello el medio favorable para la realization de esos principios, medio sin el cual, aun las leyes e instituciones subsis­ tentes, serân simple aparato, vana decoraciôn; directamente, promoviendo y ayudando a las obras cuyo fin es precisamente aplicar los principios cristianos a la vida économico-social. 2. —Cuando estudiemos las relaciones entre la Ac­ tion Catôlica y las obras econômico-sociales, citaremos los documentes pontificios correspondientes. Aqui nos bastarâ uno. Refiriéndose, en el disurso ya citado a los dirigentes de la Acciôn Catôlica en Roma, al programa de la misma, decia Pio XI: “mientras la cuestiôn social y, ante todo, el problema del trabajo, no sean asuntos puramente materiales y econômicos, o, como suele decirse, de estômago y digestion; mientras sean cuestiones que afectan a la conciencia y a la dignidad humanas, y por lo mismo, y en primer término, mora- (1) . Carta al Card. Bertram.—Azpiazu, pâg. 344. (2) . Discurso a los dirigentes de Acciôn Catôlica en Ro­ ma, abril 19 de 1931. 59 les. la Iglesia. la Santa Sede. la Jerarquia y el Aposto­ lado. en virtud dei mandato divino que han rectbido, no solo no pueden desentenderse, pero ni aun siquiera dispensarse de acudir en auxilio de todos, porque se trata de un deber impresandible y primordial”........... Conformai· la vida social a los principios cristianos. 1. —Segùn ya hemos dicho, en el programs de la Acciôn Catôlica entran “la divulgaciôn, defensa y aplicaciôn de la doctrina èristiana a la vida individual, doméstica y social” ( 1 ). Luego ha de cooperar a que la vida social toda entera se imbuya en los principios del Evangelic: leyes, instituciones, disposiciones. (2). También en este aspecto la Acciôn Catôlica tiene dos funciones: a) Indirecta, la educaciôn de la concienda, el estudio y divulgaciôn de los principios catôlicos desde el punto de vista de la vida pùblica; » b) directa, acudiendo a l.as autoridades pùblicas para defender los derechos de la concienda, la aplicaciôn de los principios cristianos en las leyes e institucio­ nes pùblicas. 2. —No falta la ensefïanza expresa de los Papas. Entre los fines de la Acciôn Catôlica pone Pio X en II ferma proposito el de ‘‘ingeniarse en conseguir que' las leyes pùblicas se acomoden a la justicia y se corrijan o se 'deptierren las que le sean contrarias” (3). Pio XI escribe: "aimque la Acciôn Catôlica ha de abstenerse totalmente de los partidos politicos, sera con todo utilisima al bien comûn de la sociedad, apliçando cuan ampliamente pueda, los preceptos de la religion catôlica, que son columna y firmamento de la pûblica prosperidad, y estimulando vivamçnte el ânimo de los (1) . Carta al Card. Bertram.—Azpiazu, pâg. 343. (2) . Se dice también vida civil, de civitas, como vida polilica, de polis. En el mismo sentido que vida pûblica o social. (3) . Azpiazu, pâg. 281, (6). 60 ! comporteras a la perfecciôn de la Vida cristiana de tai modo que formando una sagrada falange, no solo favorezcan y defiendan animosamente las utilidades y conveniendas de la Iglesia, sino también las del Estado y de la sociedad doméstica. Que si, algunas veces, la agitaciôn politica toca también de cualquier modo a la religion y a las costumbres cristianas, propio es de la Acciôn Catôlica interponer de tal suerte su fuerza y autoridad, que todos los catôlicos con dnimo concorde, pospuestos los intereses y designios de los partidos, so­ lo tengan delante de los pios el provecho de la Iglesia y de las aimas y con sus obras lo favorezcan" (1). IV. Fin inmediato. 1.—Hemos ya indicado que el fin inmediato de la, Acciôn Catôlica es medto indispensable respecto de los demâs fines. Anuncian explicitamente esta verdad fundamen­ tal los documentes pontificios: “La formaciôn espiritual ha de ser el fin inmediato de cada una de las orgamzaciones, pero en particular de las juveniles" (2). Hablamos de la formaciôn de los socios; pero no bay que olvidar que esa formaciôn debe exteriderse a todo el pûeblo, mediante el apostolado cultural. 2j»—La primera labor de la Acciôn Catôlica es la formaciôn de los socios. Segùn nuestra costumbre, citemos unos cuantos documentes pontificios. Pio X dijo: “la Acciôn Catôlica constituye un verdadero apostolado a ‘bonra y gloria de Cristo. Para cumplir con él puntualmente, requiérese la gracia divi­ na, la cual no se otorga al apôstol que no vive unido con Cristo. Cuandp hayamos formado la imagen de Cristo en nosotros, entonces, y solo enfonces podremos (1) . Carta al Card. Segura.—Azpiazu, pag. 348.—Ya en el cap. VIII, al estudiar las relationes entre la Acciôn Catô­ lica y la politica, hablaremos extensamente de estas dos funeiones. (2) . Carta del Secretario de Estado al Primado de Polo­ nia, abril 10 de 1929. 61 con facilidad traspasarla a las familias o la sociedad” (1). No de otro modo se expresô Benedicto XV : “No basta que el clero y los amantes de la Acciôn Catôlica organicen el pueblo; ante todo es précisa que sea educado en la fe.' En pocas palabras: hay que formar a Cristo en la concienda de cada fiel para que sea apto para com'batir por Cristo’’ (2). Muchas veces ha ensenado lo mismo el Papa reinante. Citemos solo algunos testimonios. “La Acciôn Catôlica obtendra su fin procurando formar el dnimo de los asociados en el sentimiento u la prâctica de la vida cristiana” (3). ‘ “Puesto que la Acciôn Catôlica colabora en el apostoiado de la Jerarquia. exige ante todo que esos colabotadores sean buenos cristianos. El sacerdote mismo no puede trabajar en la santificaciôn de las almas sin santificarse antes, pues nadie da lo que tiene. (4). Luego la Acciôn Catôlica ante todo debe educar, formar. 3.—“A esta institution espiritual —son palabras también de Pio XL— han de àirigir principalmente su intento y fuerzas los que pertenecen a las asociaciones juveniles” (5). Lo cual es muy natural, pues taies or­ ganizaciones toman al individuo precisamente en la edad de la formaciôn. Educar, es para ellas oficio no exclusive, pero si principal. ( 6 ). · Pero tambié# las organizaciones de adultos deben trabajar en eso; la educaaôn is para el cristiano tarea (1) . Il fermo · proposito.—Azpiazu, pâg. 282, (8). (2) . Carta Accepimus, al Episcopado Colombiano, agosto 1 de 1916. (3) . Carta al Card. Segura.—Azpiazu, pâg. 349. (4) . Discurso a un grupo de sacerdotes argentines, marzo 6 de 1930. (5) . Cârta al Card. Segura.—Azpiazu, pâg. 349. (6) . Ya hablaremos en el segundo volumen de las obligaciones especiales de las organizaciones juveniles. 62 de toda la vida, pues tiene que reproducer en si a Cristo, modelo inagotafile: por eso es necesario perfeccionarse espiritualmente sin césar. ( 1 ). Adefnâs, la educaciôn de los adultos debe andar al dia, debe amoldarse a las nuevas condiciones de la Vi­ da y a las responsabilidades que de ellas' nacen. (2). 4.—La formaciôn que la Acciôn Catôlica debe a sus socios ha de ser completa: extensa y profunda, lo cual se conseguirâ cuando abarque todos los aspectos, el religioso, moral, social y apostôlico. Unas cuantas palabras sobre çada una de estas propiedades·. Formation religiosa. 1.—‘Por formaciôn religiosa entendemos la preparactôn para cumplir los deberes que êl hombre tiene para cu,j Dios. O en otras palabras: la formaciôn de la piedàd. (3). Es a formaciôn debe tender ante todo a prévenir los defctos de la piedad o a cprregirlôs si ya existen. Creemos que los principales son los siguientes: a) El sentimeritqjismo, vago, estéril, que a nada concluye y divorciado de los preceptps de la Iglesia : b) La extetioridad, que todo lo reduce a frias ce­ remonias. praeficas vanas qu? no brotan de la savia de la vida interior-. (1) . Era la solicifud de S. Pablo: formar a Jesucristo en las almas: por eso decia que las llevaoa, en si “hasta formai’ a Cristo en ellas” (Gâl. IV, 19). (2).. Ya .rataremos de esto ampliamente en el segundo vo­ lumen. al ocunarnos de. las organizaciones de sefiores y sefio-ras. Véase el articulo de Mons. Fernando Roveda en la revista· ‘VAssistentje ecclesiastico”, junto de 1931. (-3). Asi se dice comûnmente. Seria mejor decir formaciôn de'fa religlosîdad o de la virtud de la religiôn; pues en sentido subjetivo, religiôn équivale a religiosidad, es-4eeir, a la virtud que inclina la volnntad a tributar a Dios el culto que se lé dehe como Creijdoi· y Seâor universal. Véanse los distintos significados de la palabra religiôn en Cathrein, Filosofia moral, vol. 2.; lib. 1. 63 c) El egoismo, para el cual la religion se reduce, o al menos se tiene como parte principal, a pedir bienes temporales. ( 1 ). Al contrario, la verdadera y buena formaciôn religiqpa debe préparai para todos los actos que impone la religion, para los iriteriares primero y para los exte­ riores después; pues éstos no son sino irradiaciôn de aquellos. Por ello la religion debe convertirse en levadura que fermente y dé sabor a toda la vida, en fuèrza motriz que excite y dirija las acciones tanto privadas como pùblicas al fin sobrenatural. Por fin, debe encaminar al c.ristiaho hacia las cimas de la santidad y mostrarle a Jesucristo, njodelo que ha de ser copiado por todos (2). 2.—Porque si todos los cristianos. estân llamados a la santidad, J que decir de aquellos 'que por gracia especial de Dios son llamados a un ministerio que tanto se acerca çd dei sacerdote? ’ (3) . Clàro que para tal gériero de personas la santificaciôn debe ser mucho màs intensa. Asi lo ensena el mis­ mo Papa, cuando comparando el programs de las asociaciones juveniles de Acciôn Catôlica con él de otras que se prôponen también la education religiosa, dice que aquellas deben comuriicaf à la juventud "no solo (1) . Esa religiosidad éspuria es.muy frecuente entre los catôlicos de nuestros dias. Convierté la rçligiôn en ■ una compaiifa der seguros contra las desgracias dé la vida. Apenas si difiere de la religiôn pagaûà· Si los idolâtras oran ante sus dioses. es para liaçércelos propicios..-y para que alejen de elles las desgràcias, les concédai! fâvores. En vano se buscarâ en las religiones paganas en general la rélaciôn intima con la divinidad: càrecen de adoraciôn, de amor, del'abândono Itepo de confianza, de’ la entrega generosa. Es- religiôn egofsfa.ieligiôn-negocto, (2) . Pio XI, en la enciclica Reruin omniupi/sobre el cen­ tenario de S. Francisco de Sales (enero 26 de-192?), ex­ horta al clero a trabajar. “para que entiendân. los fieles < laramente que la santidad no es privilegio, de unos euan­ tes, del cual quedan exeluîdos otros, - sijio que todos. estân llamados a ella, que todos tienen la obiigaciôn de ser santos”. (3) . Carta al Arzobispo de'Malinas, agosto 1,5 de' 1928. 64 el minimum de vida cristiana γ sobrenatural que los li­ bre de la ola del neopaganismo, sino con abundancta tai, que se cumplan las palabras del divino Redentor: Ego veni ut vitam habeant, et abundantius habeant; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en màs abundanda” (1). Formaciôn moral. 1. —Consiste en dtsponer la voluntad para el ejercicio de las virtudes morales. Es bien sabido que las pri­ meras son las cuatro cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza, a las cuales se reducen todas las demâs, (2). El objeto de la religion esta en nuestros deberes pa­ ra con Dios; el de las demâs virtudes morales, en los deberes para con nosotros mismos o el prôjimo. 2. — -Supuesto todo esto, veamos algunas réglas para una buena education moral. La j/rimera es que' la voluntad debe formarse pa­ ra cumplir todos los deberes morales, los faciles y los dificiles, sin mutilar a capricho el decalogo, sin arran·car ninguna pagina del Evangelio o del côdigo de la Iglesia, (3). La segunda, aplicar las ensefianzas de la moral a las condiciones de vida y a las exigencias psicolôgicas (1) . Joh. X, 10—Carta al Card. Schuster, abril 26 de 19 31.—Véase la serie de articulos publicanos sobre este àsunto por los Asistentes generales Mons. Sargolini y Mons. Cavagna, en la revista “L’Assistente Ecclesiastico”, en dos anos 1931-32. (2) . También la religiôn, de la cual acabamos de hablar, es virtud moral; y la mâs excelente por razôn del objeto inmediato, ël culto divino. Por eso en este pârrafo nos referimos a las demâs virtudes morales. (3) . El mandato de Cristo a los Apôstoles, y por lo mismo a todo educador cristiano, es bien claro: “Id y ensenad a tpdas las naciônes. ensenândoles a guardar todo lo que yo os he mandado”. (Mat. XXVIII. 19-20). La ensefianza, pues, debe ser universal, por razôn de los sujetos que la reciben y por razôn de la doctrina que se les comunica. 65 de cada individuo; pues habiendo diversos estados y diversas vias de perfecciôn, los deberes también son dis­ tintos en su aplicaciôn. (1). La tercera, acosturnbrar a la vojuntad no solo a< la observanda de los preceptos, sino también a la de los cansejos, aunque en la medida que Ιό pefmitan los de­ beres de cada estado, y sin desviar la mira, segûn ya se dijo de la formaciôn religiosa, del altisimo ideal de perfecciôn cristiana., (2). Pues si cualquier cristiano debe aspiràr a tan levantada perfecciôn, mucho mas quiènes militan en la Acciôn Catôlica, que son participes de la misiôn y dignidad dei sacerdote. - —Pero conviëne que bagamos una distinciôn 3. necesaria para no caer en cierto error pedagôgico muy peligroso. Hay que poner la intenciôn en el grado maximo, pero eso no quita que se comience la ejecuciôn por et grado minimo. La perfecciôn no se consigue ordinariamente sino por grados, pues en el orden moral, como en el fisico, se aplica el principio: natura non facit sal­ tus, la naturaleza' no progresa a saltos. El educador debe ser discreto, para no imponet a cada alma sino el peso que pueda llevar, segun sus fuerzas, para aumentarlo a medida que van creciendo. Procéder de otro modo es introducir la desconfianza en (1). Asi por ejemplo, el déber de la castidad es distinto antes dei matrimonio y en él; luego el modo de educar pa­ ra ella es distinto, aunque en sustancia sea la misma virtud, (2) . Es error de pedagogia ascética creer que los consejos. solo soit para los religiosos. La difereneià entre éstos y los simples fieles esta en que aquellos prometen a Dios observarlos y ée ponën en tne.ior condiciôn para ello: pero debe sabersë que todos estân llamados a guaï’darlos, aunque en modo compatible con el, estado de* cada uno. Véase a Tanquerey, Comjnmdio de ieologîa ascética y niistica, ,cap. IV, art: lo. .c-yinuntoi wai p? owp atrrtioob el >>b nos-B't roq y itwroer 66 ! el educando, cortar desde el principio del camino los vuclos que podrian llevarlo hasta las alturas. (1). Formaciôn social. 1. —El hombre no vive aislado: es miembro de la sociedad. . Tiene también deberes sociales. La formaciôn social consiste en adiestrar la voluntad para que los cunrpla. La formation social es complem'ento de la forma­ ciôn moral. Porque la religion no es, como creen algunos, un conjunto de formulas dogmaticas o el brillan­ te cortejo de las funciones litûrgicas; el Evangelio es an­ te todo côdigo de sacrosantos e imprescriptibles debe­ res que se extienden a toda actividad humana, a la privada, doméstica y publica. La edjacaciôn social enserra la manera de practicar en medio de la sociedad los preceptos y consejos del Evangelio. Ènsefta la manera de aplicarlos al obrero y al profesionista, al industrial y al maestro, al ciudadano, al elector, al legislador: ensefia ,.cômo han de resolverse los problemas politicos y sociales a la luz de los principios cristianos, de las ehsenanzas de la Iglesia. 2, —Es ahora may necesaria. El régimen politico y econômico contemporaneos reconocen al ciudadano derechos que anteriormente se le negaban; el pueblo es hoy actor y espectador en el teatro de la vida pùblica. Pero como a todo derecho corresponde un deber, cuando menos el de ejercerlo conforme al fin a que esta ordenado y a las dispositiones de la ley divina; el ciu­ dadano catôlico debe ejercer sus derechos politicos y so­ ciales. ajustândose a los principios de la moral cristiana· Y en esto hay déplorables deficientias. jQué ha sutedido con la fe a partir de las transformationes poli­ ticas y sociales dei siglo pasado? Las teorias ateas y (1). Ya se entiende que esta regia padece excepciones, co­ nto en el caso de almas especialmente generosas o favoreeidas con gracias extraordinarias. 67 nialcrialistas nan debiiitado y aun oscurecido en.muchos la concienda de los deberes religiosos, si es que no la han apagado de! todo. La convicciôn de que los de­ beres politicos y sociales debén caminar de acuerdo con los religiosos no existe en la mayor parte, o si acaso, anda en embrion. Por eso es tan frecuente entre catôlicos el fenômeno de la duplication de la condentia: tienen una para la vida privada, y otra para la publica; son religiosos en familia, en la iglesia; arreligiosos feuando no im­ pios) en los puestos publicos, en la vida politica y social. ( 1 ). 3.—Y es necesario curar con solicitud esta enfermedad espiritual tan extendida hoy; no debe descuidarse ese fenômeno de inconsciencia e incoherencia ; a ello tiende precisamente la formation social que la Ac­ ciôn Catôlica debe impartir primero a sus socios y luego a todo el pueblo. Mas de una vez el Papa reinante ha invitado a la Acciôn Catôlica a dedicarse a esta tarea. Ya en la Ubi arcano decia que la Acciôn Catôlica ha de format "ai­ mas tan exquisitamente cristianas, que sepan en cualquier momento de la vida privada y pùblica encontrar o cuando menas, entender y aplicar la solution que da la doctrina catôlica a los variados problemas de los dis­ tintos ôrdenes de la vida" (23. Recientemente ha escrito estas claras palabras: "La Acciôn Catôlica, sin dedicarse por si misma a la politi­ ce en el sentido est ricto de la palabra, debe orepàrar a (1) . Caminando Dante por el quinto circulo del infierno en la “fiera compunia" de diez demonios, se excusa con un proverbio: “en la iglesia con los santos y en Ia taberna con los glotones”. jCuântos cristianos lo aplican! En la iglesia andan con los santos, pero fuera, devoràn sacerdotes y otros bocados setnejantes. La causa principal esta en el libéra­ lisme que al déclarai· la religiôn asnnto privado, duplicô la moral, creando el amoralismo politico y econômico. Ya hablaremos de esto en el cap. VIII. (2) . Cfr. Azpiazu, pâg. 314, (27). La cita no es literal sino ad sensunù 68 sus socios a la buena politica, a la que se inspira totalmente en los principios cristianos, unicos que pueden aportar la prosperidad y la paz a los pueblos; asi no se repetirà el hecho monstruoso, pero no raro de que quienes se profesan catôlicos. sigan una concienda en la vi­ da privada y otra en la publica”. (1) Formaciôn para el apostolado 1.—Consiste en preparar el aima para el ejercicio de las virtudes que exige el apostolado. Y puesto que. como demostraremos adelante, todo cristiano debe ser apôstol, a todos debe darse. Hablando Pio XI a estudiantes de colegios catôli­ cos, dijo: los jôvenes deben ser educados “a lo cristiano y catôlico, pero no para su bien personal ünicamente, para que salven su alma, sino para que cumplan otro deber que tienen. el de ser apôstoles’ (2). La primera virtud que debe tener el apôstol es la generosidad. puesto que el apostolado es efusiôn de caridad espiritual. Signe la fortaleza, pero no separada. de la prudencia, a la cual toca regular toda virtud. La fortaleza cristiana engendra el valor apostôlico, que nada ticnc de comûn con la arrogancia y la violencia. A ser valientes de esta manera invitaba Pio XI a los socios de Acciôn Catôlica, en dias de prueba: ‘‘Fuera. fuera el miedo: solo un temor hay que tener, el temor de Dios. el de los hijos de Dios: Venite filii....... timo­ rem Domini docebo vos”. “Este es el temor de ofender al Padre celestial, el de entristecerlo. el de no velar bastantemente por su honor: el temor que excluye cualquier otro. Cuando se terne a Dios no se terne a los (1) . Carta al Patriarca de Lisboa, noviembre 10 de 1933. (2) . Discurso a los estudiantes do los colegios de lîarna bitas, abril 14 de 1930. 69 hombres ni sus manejos” (1). .—En tales virtudes deben ser educados con esmero todos los socios de Acciôn Catôlica, pues son “cohorte de apôstoles que se esfuerzan valientemente por conquistar las aimas para Cristo y la Iglesia” (2). Y en otra ocasiôn decia: para que los seglares par­ ticiper) de un apostolado que, como el de la Jeratquta eclesidstica, es de institution diitina, que ha salido.de las manos y del Corazôn de Jesucristo, es précisa format antes apôstoles, coapôstoles, como El forma a los pri­ meras, para que participaran de su divina misiôn” (3). De aqui que todo grupo de Acciôn Catôlica, pero particularmente los de Juventud, debe ser escuela de apostolado. 3.—Los que participan en el apostolado jerârquico necesitan no solo formaciôn intensa, sino también espeàializada, es decir, apropiada a las necesidades y de­ beres del apostolado. Y para ello es indispensable que comprendan la naturaleza, fin, programa y organization de la Acciôn Catôlica.: ..gués, como ya hemos dicho, no se hace bien sincL.jo.'qué. ,se ama, y no se ama sino lo que se conoce. roïâEqaa on or . ■—i—eboj JV). 'i>jeçUBsbüæ abvil 19 djygïïlSSS itfefftWra’arse a los as­ pirantes los elementos de Acciôn Catôlica: posteriormente se ampliarân eon la edad y la cultura. Solo asi podrâ ser compléta la formaciôn. ... , En. elsegupdo. volumen se hablarâ.de Jos medtoe para ciembre 8 de 1882. 13). Enciclica II fermo proposito.-—Azpiazu, pâg. 281, (7). 82 son los brazos que Dios y la Iglesia dan a la mente y corazon del pârroco: ellas son los verdaderos opera­ rips del prbgreso exterior de la acciôn religiosa y social del pueblo catôlico’ CI). x Pio XI ha desarrollado este pensamiento de sus predecesores" en muchos escritos y discursos hasta consagrarlo, por décirlo asi, eh la ya clâsica definiciôn que es de todos conocida. Explicândola en cierta ocasiôn. decia. “Là Acciôn Catôlica. en iiltimo rérmino, no es mas que el apostolado de'los fieles, quienes bajo la autoridad de los Obispos se ponen al servicio de la Iglesia V le ayudan a cumplir enteramente su ministerio pasto­ ral” (2). Por tanto, la Acciôn Catôlica es un servicio. auxilio, complemento del apostolado de la Jerarquia. La Acciôn Catôlica “mandataria” de la Jerarquia 1.—Pero agreguemos algo rriâs: la Acciôn Catôl.ica no es simple apostolado auxiliar, sino apostolado oficial porqut se cumple. por mandato expreso de la Iglesia'. Nada impide que algunos buenos seglares se junten para ejercer algùn apostolado en la forma que les parezca mâs conveniente. Bastarâ que obtengan la aprobaciôn de la Jerarquia de la cual pende todo apostolado. Pero la Acciôn Catôlica no solo es aprobada por ella: de ella recibe la vocation, la misiôn. Ella es quien ha ordenado este reclutamiento de seglares para format un ejército escogido a su servicio. Bien claro lo ha drebo Pio XI: "el llamamiento a los seglares para que partici­ per) en el apostolado de la Jerarquia. es ttna verdadera y propia vocation Y en otra ocasiôn: “al certa­ ti). Carta del Secretario de Estado al présidente de la Uniôn Popular Italians, mayo 19 de 1921. (2) . Carta al Arzobispo primado de Bôlgica. agosto 15 de 1928. (3) . Discurso a los dirigentes de Aeeiôn Catôlica en Roma. abril 19 de 1931 83 do escuadrôn de catôlicos que acude al llamamiento de la Jerarquia, comunica ^stâ el mandato q también los alienta y espolea" .( 1 ). Jesucristo dijo a los Apôstoles: ‘Como mi Padre me enoiô, ast os enoto a oosotros”. Y también: Os he elegido y destinado para que voyais por todo el mundo y produzeais fruto, y ouestro fruto sea verdadero" (Juan, XX, 21: XV, 16). Y la Iglesia dice a los socios de Acciôn Catôlica: "como Cristo me enoiô a mi, yo os enoio a oosotros: os he escogido entre todos los catôlicos para que lleoeis en medio de la sociedad frutos de vida éspiritual”. 2.—Por este mandato especial la Acciôn Catôlica viene a quedar como injertada o incorporada a la Jerar­ quia; casi podria decirse que llegan a. unirse orgânicamente, como el brazo y el cuerpo, el tronco y las ramas del ârbol. Por esto suele decirse con metâfora muy apropiada que la Acciôn Catôlica es la longa manus de la Jerar­ quia. Los seglares que se dedican al apostolado estân al lado de la Jerarquia; pero los socios de Acciôn Catô­ lica estân 'uni dos a ella, forman don ella una sola cosa. (2). Dignidad de la Acciôn Catôlica. 1.—De todo esto vamos a sacar algunas consecuencias bien· claras. a) La Acciôn Catôlica es pertenencia de la Iglesia, es como cosa saqrada. ‘Por esto Ίο que se haga en favor (1). Carta Quae Nobis al Card. Bertram.—Azpiazu, pâg. 342. ( 2 ). Por esto· ereemos que es mas propia en la definiciôn la palabra participation que la de colaboraciôn. Todo catôlico que se dedica al apostolado colabora, aunque indirectamente, con la Jerarquia; pero sôlo los seglares que pertenecen a la Acciôn Catôlica colaboran directamente, porque han sido expresamente llamados. Llamados —nôtese lien—a tomar parte en el apostolado jerarquico. En el ca­ so de la colaboraciôn solo hay union moral (de intencioiies); en el de participaciôn, hay ,uniôn que podemos 11anar juridica.—Cfr. Dabin, L’Apostolat laïque, cap. IV. 84 o en contra de ella sera en favor o en contra de los in­ violables derechos de la concientia y de la Iglesia” (1). b) La Acciôn Catôlica es distinta y superior a cualquier otra forma de apostolado seglar. Pot estar incorporada a la Jerarquia alcanza valor y dignidad es­ pecial. (2). En efecto, toda actividad apostôlica brilla con luz divinâ. Con razôn se ha escrito: divinorum divinis­ simum est cooperari Deo in salutem animarum, lo mâs divino entre lo divino es cooperar con Dios a la salva­ tion de las almas. no fue esta la misiôn de Cristo? Pues si a cualquier apostolado se puede en cierta medida atribuir este gloriôso titulo, solo conviéne plenamente al que es propio de la Jerarquia; y como la Acciôn Catôlica participa de él, recibe por eso dignidad y gloria especiales. 2.—Asi lo ensena Pio XI: “Cuaritos procura» el incremento de la Acciôn Catôlica "'son llamados por una gracia enteramente singular de Dios, a un ministe­ rio que'no dista mucho del sücerdotdlya que la Acciôn Catôlica no es, àl çabo, otra cosa que el apostolado de los fièlés cristiafios, los cuales dirigidos por los Obispos, prestan su coopération a la Iglesia de Dios y com­ plétai! en cierto .modo su ministerio pastoral. Se ve por tanto, con toda evidentia cuàn grande es el valor y dig­ nidad de la Action Catôlica (3). Es por lo mismo una especie de sacerdotio. Por es(1). Alocuciôn consistorial, mayo 23 de 19 23. (2 ). .Aprobamos el pensainientô del P. Dabin: “entre la actividad desplegada por- los seglares como taies y la que ejèrcen unidos a la Jerarquia no solo bay diferencia de grado sino de especie. La Acciôn Catôlica no esta yuxtapuesta a la Jerarquia, sino injertada en ella”.,—-L’Action catholique, pâg. 37. (3). Carta âl Card. Segura.—Azpiazu, pâg. 346.—Todo el pasaje, si exceptuamos unas cuantas palabras dei princi­ pio, estâ tornado de la carta al Card. Van Roey, primado de Bélgica. La primera es de noviembre 6 de 1929 y la segunda de âgosto 15 de 19 28. 85 co cl mismo Pio XI en su primera enciclica le aplica las palabras de S. Pedro regale sacerdotium. ( 1 ). Por fin, en la uniôn con la Jerarquia posee la Ac­ ciôn Catôlica no solo el mas alto titulo de dignidad sino también el' secreto de su fuerza yla prenda de su d.uraciôn-, Pero ya hablaretnos de esto en otra parte. (2). IV Apostolado obligatorio. Hasta aqui hemos demostrado que los seglares pueden participât activamente en la vida de la Iglesia; agregamos ahora que deben ejecutarlo. En general, el apostolado es obligatorio, aunque de diverso modo, para sacerdotes y fieles; pero este que llamamos Acciôn Catôlica, lo es de modo particular. Ya en otro lugar hablaremos de la obligaciôn del clero; aqui tratamos de la que tienen los seglares. Trataremos primero de la obligation del aposto­ lado en general, después del que es propio de la Acciôn Catôlica. Y para probar nuestra tesis aduciremos argumen­ ti). El texto integro del pasaje es asi: “Recordad a los fieles que citando tornando por gulas a vosotros (los Obispos) y a vuestro clero, trabajan en pûblico y en privado por que se conozca y aine a Jesucristo·, merecen sobre todo que se les Hame linaje escogido, una clase de sacerdotes reyes, gente sauta, pueblo de conquista” U. Petr. '2, 9) Azpiazu, pâg. 313. (27). (2). Pio XI en un discurso a la Union, de Seûôras de la A. C. I. (octubre 24 de 1929), después de recordar las pa­ labras de S. Pablo: “Apostoli ecclesiarum, gloria Christi, proseguia: los socios de Acciôn Catôlica participan de esa gloria. Y en el discurso a las obreras de la J, Femeninà, tnarzo 19 de 1927. decia: “En cooperar al apostolado de los apéstoles verdadéros y propiamente dichos, los sacer­ dotes y Obispos, esta la sustancia, la divina graudeza de la Acciôn Catôlica, pues de esto procede.—Va hablaremos de esto en et cap. VI. Ss tos extririsecos o de autoridad. intrinsecos, sacados de la naturaleza del apostolado mismo. Precepto de la Iglesia. 1. —El apostolado seglar ha sido tan inculcado por los Padres y Doctores de la Iglesia, por los Sumos Pon­ tifices, que bien podemos llamarlo precepto de la Iglesia. Los Padres y Doctores estân, concordes en deck que los seglares estân obligados a trabajar por la salva­ tion de sus hermanos. Por brevedad solo aduciremos dos testimonies. S. Juan Crisostomo, sc ocupô varias veces y con energia de este asunto. En una de sus homilias habla asi a los seglares; "Ono de vuesttos deberes es procu­ rât la salvation de vuestros hermanos y traerlos a nosotros (los sacerdotes . venciendo su resistenda, sus gritos y lamentos Su oposiciôn y negligencia indican claramente que tendréis que tratarlos como ninos. A vosotros toca cambiar su alma imperfecta y miserable. Es vuestro deber persuadirios a que se porten como, hombres” (1). î S. Tomâs de Aquino escribe: Todos tienen el deber de propagar la fe sea instruyendo o confirmando a otros fieles. sea reprimiendo los ataques de los in­ ficies" (21. 2. —Los Papas han enseôado muchas veces esta misma verdad. Leôn XIII en ia enciclica Sapientiae Christianae trata muy extensamente del deber de los seglares para con el apostolado. v entre otras cosas dice: ‘‘Recorda­ ti j. Migne P. G. 1. 51. col. 116. Homilia Saulus adhuc spirane. (2>. Suma teolôglca. 2.2ae.q.3.a. 2.ad.2 . SI si mos que entre los, deberes que tenemos para con Dios y la Iglesia esta principalmente el que cada uno ha de procurât, segùn le sea posible. defender la verdad cris­ tiana y refutat los errores”. Pio X en la enciclica £ supremi apostolatus cathe­ dra escribia: “Sabemos que Dios encomendô a cada uno el amor a su prôjimo (Ecli. 17, 12); y por esto, no solo los sacerdotes, sitjo todos los fieles sin exception deben trabajar por los intereses de Dios y de las aimas”. Son de Pio XI estas palabras: "Todos estdn obligado a cooperar para que el reinô de Dios ctezca. pues que todos son felizmente sùbditos de este reino; y como miembros de una misma familia, deben hacer algo por ella. No hacer nada es pecado de omisiôh que podria ser gravisimo. Todos deben trabajar, que para todos hay puesto y manera” (1), Y el mismo: "El apostolado no es sino el ejercicio de la caridad cristiana que obliga a todos los hom­ bres” (2). En estas palabras se encuentra la razôn mâs fuette de las intrinsecas. Examinémoslas atentamente. Obligation de caridad para con Dios. El apostolado es ante todo un déber de caridad para con Dios. 1.—-En efecto, quien ama a Dios, no puede no querer su glorià. La gloria externa de Dios consiste en que las creaturas inteligentes lo conzcan, amen y siryan Quien ama a Dios quiere lo que El quiere. Tal es la ley de la amistad: idem velle, idem nolle, ea firma amicitia est; en querer y no querer lo mismo esta la verdadéra amistad. Y "Dios quiere que todos los hombres (1) . Discurso a los directores del Apostolado de la Oraciôn, septiembre 29 de 1929. (2) . Carta al Episeopado Argentine.—Azpiazu. pâg. 354. 8S se salven y lleguen al conocimientç de la üerdad" (Tim. II., 4), Luego quien ama verdaderamente a su Creador trabaja por su gloria, por la salvaciôn de las creaturas. Quien ama a Dios es apôstol. 2. —Nôtese que el cooperar con Dios a la salva­ ciôn de las aimas es necesario. Dios crea'las aimas con un acto de su voluntad. sin cooperaciôn de nadie; pero quiere que se salven con el concurso de otros hombres, asociando asi la pequefiez de las criaturas y la magnitud de la redenciôn. Bien sabemos que Cristo vino a la tierra para que en todos renazca la vida sobrenatural : veni ut uitam habeant. (Juan. X, 10). Pero quiere distribuirla, como la natural, no directamente, por si mismo, sino por me­ dio del hombre; él fue quien créé el apostolado. que no es sino la comunicaciôn de la vida sobrenatural, del don de la verdad y de la fe. (1). Por esto S. Pablo pudo escribir: estou completando en mi carne lo que resta que padecer a Cristo, en pro de su cuerpo que es la Iglesia”. (Col. I, 24). Si, en cierto modo, el apôstol compléta la pasiôn de Cristo, distribuyendo a los redimidos los tesoros de la redenciôn. 3. —Agreguemos que el apostolado es acto de gratitud para con Cristo. A este proposito decia Pio XI en la carta al Episcopado Argentino: “El apostolado es obligatorio por caridad, pero también como acciôn de gracias a Jesucristo Porque cuando llevamos a otros los dones espirituales que nos ha comunicado su divina largueza. satis facemos los deseos de su Corazôn dulcisimo, que no (1). Tal es, cuando menos, la via ordinaria de la Provi­ denda. En algunos casos interviene dh-ectamente, puesto que “non est abreviata manus Domini ut salvare nequeat, no se ha encogido la mano del Sefior para que no pueda salvar. (Isai. 59. 1). 89 quitte sino ser conocido y amado segùn dijo él mismo en el Evangelic: Ignem veni mittere in terram, et quid volo nisi ut accendatur:'” (1). El apôstol apaga la sed que Cristo tuyo en la cruz, que era también sed de aimas. iQué mejor manera de agradecer el beneficio de la redenciôn?/ Obliga cion de caridad para cou el prôjimo El apostoiado es ademâs deber de caridad para con el prôjimo. 1. —Esta obligaciôn esta implicitamente contenida en la de amarlo como a nosotros mismos. Y en efecto, quien se ama en verdad, procura salvar su aima. Por la misma razon, quien ama al prôji­ mo debe procurât su eterna salvaciôn. Por otra parte, como escribe Pio XI en la carta citada, "quien ama a Dios no puede menos que querer que todos lo amen; quien ama verdaderamente al prô­ jimo no puede menos que desear y trabajar por su eter­ na salvaciôn”. El amor verdadero no es solamente afectivo sino ademâs efectivo. Por eso nos exhorta S. Juan: "No amejnos solamente de palabra y con la lengua, sino con obtas y de veras' (I. Juan III, 18) Amar al prôjinïo quiere decir ayudurlo en. sus liecesidades espfyïturtles y corporales. Las primeras son rnâs urgen­ tes que las segundas: como que el espiritu es superior a la materia. Y iqué otra cosa es el apostoiado smo socorrer compasivamente la: necesidades espirituales del prôjimo? 2. —Mas Du ha tmpuesto expresamente este socorro espiritual. En efecto. la Escritura nos dice que Dios mandô a ca a ano el amoi de su prôjimo’ (2). N·,· hay duda qt> estas palabras se aplican principal mente al cuidado espiritual, También manifesto el Seûor esta voluntad por boca del Jefe de ios Apôstoles: 'Comunique aida cual (1) Azpiazu, pâtr. 354.—“lo he venido a poner fueg’o (de amoîe en la tierra, ;,y qué he de querer : no que arda’__ Lue. XII, 49. (2) . “Mandavit illis unicuique- de proximo su<>“ (Ecel XVII, 12). 90 al prôjimo la gracia segun que la recibiô. como buenos dispensadores de los dones de Dios. los cuales son de muchas maneras” (I. Petr. IV, 10). El don de la fe, principio de la vida sobrenatural. es como la lâmpara que "se enciende y no se pone bajo el celemin sino sobre el candelero para que ilumine a todos los que estdn en la casa” (Mat. V, 15). Es como el talento de que habla la parâbola, que no es licito en-, terrar sino que debe fructificar para quien lo posee y para los demâs: pues de otro modo el poseedor se convierte en sieruo malo y perezoso (Mat. XXV. 26). 3.—Y sin embargo, si algunos comprenden la obligaciôn de ejercer la caridad .material, son mucho menos los que entienden y practican el deber de la ca­ ridad espiritual. Los mâs creen que el cuidado espiritual del prôjimo es deber exclusivo de los sacerdotes: y cierto, para ellos, geheralmente es deber de justicia, mas para los fieles es verdadero deber de caridad. Muchos creen haberlo hecho todo. cuando procuran su propia salvaciôn. Y si Dios les dirigiera la pregunta que hizo a Cain, obtendria la misma respuesta: "jSoy acaso guardiân de mi hermano?” (Gen. IV, 9) . Este egoismo espiritual es enfermedad muy comûn y dafiosa, necesita remedies prontos y eficaces. Y el primero ha de ser inculcar la obligation del apostoiado que es santo altruisme, caridad espiritual. Contraria contrariis curantur. Lo que enseüa el Pater noster. El Senor nos ha impuesto la obligation del apos­ toiado en el Pater noster; por eso Pio XI lo ha llamado "formula sublime del apostoiado cristiano” ( 1 ). 1.—En la primera parte se nos impone el aposto­ iado por la gloria de Dios. Se nos manda orar asi: “Santificado sea el tu nombre.-—Venga a nos el tu reino.— Hàggse tu Ooluntad asi en la tierra como en el cielo’ . ^Y sera sincera esta petition si no va acompaüada del (1). Discurso a los directores del Apostoiado de la Oraciôn, septiembre 20 de 192-1. 91 proposito de trabajar por realizarla? En caso contrario. tno sera una indecorosa ironia? Qiaien aspira al trino de Dios se compromete por Io mismo a trabai' · ' ■ que triufife. 2.—La segunda parte inculca la obligation de procurai la salvation' del prôjimo. Pedimos a Dios el pan del cuerpo y del alma, el perdôn de nuestras cul­ pas, el vernos libres de la tentaciôn, de males fisicos y morales. . . Y ^para quién lo pedimos? Q Ίο para nosotros? No, para todos los hombres. Las peticiones estân en plural : nosotros, no go. Dios nos manda orar por todos, porque todos somos hermanos; ya en el exordio reconocemos esta verdad con la tan sencilla como comprensiva invocaciôn : Padre nuestro. Y entre hermanos ;no es cosa sagrada la ley de la solidaridad? El Pater noster es, por lo tanto, oraciôn catôlica y apostôlica: en ella esta .como consagrada divinamente la obligaciôn de ejercer el apostolado en pro de Dios y de nuestros hermanos. fl). Obligaciôn impuesta por el bautismo, Y aun cuando el apostolado no frtera obligaciôn impuesta por Dios, la tendriamos por haber recibido el bautismo. Muy fâcil es probarlo. 1.—Por el bautismo somos cristianos. por él adquirimos derecho de ciudadania en esta inmens'a sociedad religiosa que se llama Iglesia. Ahora, en cualquier sociedad os ciudadanos son actores., y aunque en diverso grado todos deben con­ tribute de algùn modo al bienestar colectivo. Quien procede de otro modo es un repugnante parasito. A veces esa contribution llega hasta el sacrificio de la vida. "Y si la ley natural -—escribe Leon XIII— nos manda amar y defender la sociedad en cuyo seno vimos la luz, y nos' impone amarla de tal modo que a veces tenemos que dar la sangre y la vida por la patria; mucho mayor tiene que ser el amor que el cristiano debe (1). Cfr.P. Rodolfo Plus S. 1. JesucHsto en nuestros her­ manos. Libro I Lt ley dri la nnidad. 92 a la Iglesia. Ella es la ciudad santa. ia ciudad de Dios, fundada por cl mismo; y aunque peregrina sobre la tierra. invita y guia a los cristianos a la felicidad eterna en el cielo". ( 1 ). 2.—La misma conclusion se tiene. si se considera la Iglesia como un organismo viuiente. Asi se'nos présenta en la Sagrada Escritura. Nues­ tro Senor Jesucristo se compara a si mismo con la cid y a los cirstianos con los sarmientos. (Juan, XV, 5). La vid y. los sarmientos forman un organismo. Segùn S. Pablo, la Iglesia es el cuerpo mislico de Cristo: “Asi co­ mo en un solo cuerpo tçnemos muchos miembros. .ivnque no todos los miembros tienen un mismo oficio; asi, aunque seamos muchos, formâmes en Cristo un so­ lo cuerpo" (Rom. XII. 4-5). Y en otra parte: "El (Cristo i es la cabeza del cuerpo de la Iglesia” (Col. I, 18). Esta incorporation a Cristo se realiza por medio del bautismo: "Todos somos bautizados en un mismo Espiritu para componer un solo cuerpo" (1. Cor. XII, B). Y como en el organismo hay unidad de vida, universalidad de acciôn, ningùn miembro es puramente pasivo o receptivo. Todos tiene actividad, aunque mi­ nima: que asi esta ordenado este admirable laboratorio del organismo viviente. Dar y recibir es la alternativa a que esta sujeto todo miembro. Ha ademâs solidaridad de interests. Si una parte esta sam (odo el cuerpo se aprovecha: si esta enferma, sufre también todo el cuerpo. Pues del mismo modo en la Igles a. todo cristiano debe ser miembro vivo y activo. Y asi como recibe del tesoro de ia- Iglesia. debe también darle su tributo. :No encontramos aqui el dogma consolador de la comuniôn de los santos? El cristiano puede decir como S. Pablo: VQuién enferma que no enferme yo con él? ■ quién es escandalîzado que vo no me requeme?" (II. Cor. XI, 29). (1). Enciclica Sapientiae Christianae. 9 En esta verdad dogmatica encuentra su condena- ciôn el individualisme religioso. ( 1 ). Obligaciôn impuesta por la Confirmaciôn 1. —Pero esta obligation del apostolado se infiere mas explicitamente aûn de la recepciôn de la Confir­ mation. El bautismo nos da el carâcter de cristianos, de ciudüdanos de la Iglesia; la Confirmaciôn el de eristics nos perfectos, dé soldados de Cristo. El aumento de gracia, sahtificante que confiere este sacramento nos 11eva a madurez espiritual. robustece nuestras fuerzas y nos pone en aptifud de empunar las armas, de soportar las'fatigas y peligros de la .milicia espiritual. Y iqué es la milicia sino altruismo. entrega abso­ luta eh pro del interés colectivo’ Soldado egoista es paradoja patente: seria tanto como decir sacerdote incré dulo, maestro ignorante.·magistrado injusto. 2. —Y la milicia cristiana no es sino el apostolado çonsid'erado en su aspecto épico de lucha y sacrificio. En los senderos del apostolado se tropieza con tantos peligros y obstâculos. que todo apôstol es por necesidad combatiente, .como todo combatiente es apôstol. En el lenguaje cristiano, milicia y apostolado son terminos équivalentes. Muchos Padres, Doctores y teologos cnsenan que la Confirmaciôn es la ordenaciôn del cristiano como apôstol·; es una especia de sacerdotio seglar. Citemos por todos a S. Tomâs: ‘La Confirmaciôn confiere la plenitud del Espiritu Santo para poseer el vigor espi­ ritual que conviene a la edad perfecta. Cuando el hom­ bre llega a esa edad, comienza a comunicar a otros sus acciones, antes vive ùnicamente para si mismo”. (2). <:Y que es esa comunicaciôn de las propias acciones sino el apostolado? il). Véase P. Plus, l.c·.; Dabin, L’apostolat laïque, eap. XI; Tanquerey. Los dogmas getieradôres de la piedad. parte I. . (2) Suma teolôgiea, IIÎ.q.72.a.2.c. 94 ■■MM· La Acciôn Catôlica es apostolado y milicia. Ρία XI ha dicho que es ‘‘una santa batalla que se traba en muchos frentes” (1); y como ya vimos es una mili­ cia escoqida. El seglar que se cobija bajo su bandera, esta en condiciôn de cumplir mejor las obligaciones que impone la Confirmaciôn; mâs o menos como el que profesa en religion esta en mejores condiciones para practicar los consejos evangélicos. Bien pcdemos decir que la Confirmaciôn es el sacramento de la Acciôn Ca­ tôlica. (2). Por desgracia las verdades dogmaticas de las cuales se infiere la obligaciôn del apostolado son poco conocidas, y menos todavia, meditadas por el comun de los cristianos; por eso falta el sentido catôlico, la noble aspiration al apostolado. Por ello precisamente la Ac­ ciôn Catôlica debe estudiarlas con particular cuidado y educar a sus socios en ellas. Para esto sirve mucho la piedad liturgica bien entendida. (3). (1) . L'bi arcano.—Azpiazu, pâg. 312, (25). (2) . Véanse sobre el asunto. Dabin, D’Action Catholique, cap. III; José Will S. I. L’Azione Cattolica, fundamentos biblicos y dogmaticos, cap. 3. ( 3 ). Estas verdades han sido confirmadas por un docu­ mento pontificio reciente, la carta al Patriarca de Lisboa: “Si se considera el asunto con atenciôn, se verâ que el bautismo y la confirmaciôn, a mâs de otras obligaciones, imponen la del apostolado, la de ayudar espiritualmente al prôjimo. Por la confirmaciôn nos convertîmes en soldados de Cristo. Y iquién no sabe que el soldado ha de trabajar y combatir no tanto por si cuanto por los demâs? La misma obligaciôn viene por el bautismo —aunque no aparezca tan claro al ojo de los profanos—: por él llegamos a ser miembros de la Iglesia, del cuerpo mistico de Cristo. Y entre los miembros de este · cuerpo, como en todo organismo, debe haber solidaridad de iiïtereses, comunicaciôn mutua de vida: “Multi unum corpus sumus in Christo, singuli autem alter alterius membra”. (Roma XII. E). Cada mienibro debe ayudar al otrc, ninguno puede quedar inactivo; recibe, también debe dar. “Pues si todo cristiano recibe la vida sobrenatural que 'circula por las venas de este cuerpo mistico d to —la vida abundante que él trajo a la tierra: veui ui vi­ tam habeant, et abundantius habeant” (Ioh. X, 10); debe comunicarla a quienes no la poseen o la poseen escasamente o solo en apariencia (noviembre 10 de 1933). 95 La Acciôn Catôlica es obligatoria 1. —Por lo tanto, el apostolado seglar es un deber dei cristiano. Pero como la Acciôn Catôlica no es sino una forma de esc apostolado. ;serâ verdaderamente obligatoria para todo catôlico? Busquemos la respuesta en los documentos eclesiàstjcos. Los Papas y los Obispos en general, en estos ùltimos tiempos invitan a todos los catôlicos a inscribirse en la Acciôn Catôlica, de la cual dicen no solo que es necesaria c insustituible, sino afirman expresamente que es obligatoria. Citemos algunos testimonios. Pio IX. el primer Papa que se ôcupô de la Acciôn Catôlica, acude "al celo de todos los catôlicos, para que tornando como propia la causa de la Iglesia y de la re­ ligion. se unan entre si a fin de ayudar concordemente” ('n. Y tomar como propia la causa de la Iglesia, jno es cl fundamento en que se apoya la obligaciôn de la Ac­ ciôn Catôlica:’ Leon XIII en la Graces de communi, recomendando la acciôn social a los catôlicos, dice: "se trata de los intereses supremos de la sociedad y de la religion: todos los buenos deben considérât como sagrado defen­ der el honor de una y otra" f2). 2, - -Pero indudablemente, el Papa que ha inculcado este deber con mayor claridad es Pio XI. Ya desde su primera enciclica declarô que la Acciôn Catôlica debe "contarse entre los principales deberes de la utda cristiana". de la vida que llevan todos los fieles. Y da la razôn prôxima, agregando que "esta estrechamente unida a la deseada restauration del retno de Cristo" ( 3 ). a la cual todo cristiano esta obligado a colaborar. En documentos posteriores ha repetido y desarrollado este mismo concepto. Veamos algunos textos; "Los pastores espirituales deben considérât la Ac­ ciôn Catôlica como algo que pertenece necesariamente >1). Breve al euarto Congreso Catôlico Italiano, septiembi’e 24 de 1877. (2). Azpiazu, pâg. 76, (17). Ci). Azpiazu, pâg. 312, (25). 96 a su ministerio, y ios fieles, como un deber de la vida cristiana” (1). El apostolado en la Acciôn Catôlica obliga a sa cerdotes y seglares, aunque en distinta forma” (2). "Actualmente la Acciôn Catôlica es casi tan in dispensable como el ministerio del sacerdote: todos de ben cooperar a ella. aunque sea en qrado minimo" (3 ). "Action Catôlica significa la acciôn plena y perfec­ ta del cristianismo, segun la voluntad de Jesucnsto, interpretada por la legislation de la Iglesia. Y a por esto comprendereis que ouestra misiôn es ejecutar los dewos y precept os de Jesucristo” ( 4). Escala de oblig-aciones 1.—Aunque la Acciôn Catôlica obligue a todos en general, supuesto que los documentos pontificios no senalan excepciones, no por esto puede decirse que obli­ gue a todos del mismo modo, en la misma medida: hay una escala de obligaciones. Expongamos este concepto con una analogia. Cuando en un pais el ejército sale a campana, no todos los ciudadanos pueden pelear en primera fila, ni todos pueden llevar el uniforme militar. Pero si todos estân obligados a cooperar a la victoria, ayudando a . quienes combaten por tan ardua empresa. Y para ella son tan necesarias las maniobras militares como las civiles. Todo ciudadano tiene en primer lugar el deber negativo de no estorbar la marcha del ejército; pero ademâs tiene deberes positivos: favorecer la resistencia fisica y moral de los combatientes, préparât viveres y municiones, contribuir a los gastos de la guerra, etc. Pues lo mismo. mâs o menos. ha de ser en la Ac­ tion Catôlica. que es "sicut castrorum acies ordinata. un ejército puesto en orden de batalla” (Cant. VI, 3). (1). Carta’al Cardi’S^cretario de Estado, enero 24 de 1927. < 2). Carta al Episcopado Argentino, febrero 4 de 1931. Azpiazu, pâg. 354. . (3) Discurso a los feligreses de S. Maria Traspontina en Roma. diciembre 4 de 1.924. ill. Discurso a la asamblen diocesan,': de A. C. en Roma, marzo 9 de 1924. 97 2.—Muy bien expuesta encontramos esta escala de obligationes en el siguiente pasaje pontificio: “Asi co­ mo todo catôltco debe sentir la necesidad y obligation de entregarse o cuando menas de cooperar a esta obra de apostolado (Ja Acciôn Catôlica), asi también debe sentir la necesidad y obligation de coordinarse. en cuanlo sea posible. a los ôrganos de acciôn reconocidos. st no quiere exponerse el peligro de trabajar sin fruto. y aun al de crear turbationes y danos” (1). Très clases de obligation se indican claramente' dedicarse. cooperar, coordinarse. El primer deber. dedicarse. se cumple militando en sus filas: es el mâs directo y eficaz. Pero no todos tienen la habilidad necesaria, no a todos es posible. Enfon­ ces estarân obligados a cooperar de otra manera: por ejemplo. con la oraciôn. la propaganda, ton cl apoyo moral o material (que también son necesarios los medio* econômicos). (2). En tercer lugar esta la obligation de coordinarse : lo cual toca a quienes ejercen el apostolado en asociaciones u obras afines, que Pio XI ha llamado auxi­ liares de la Acciôn Qatôlica. Ya hablaremos de ello y de la manera mâs eficaz de cooperar, cuando estudiemos ili. Carta del Secretario de Bstado al présidente general de la A. ('. Italiana, oetuber 2 de 1923. ‘21. Hablando Pio XI a los directores de! Apostolado de la Oraciôn, el 29 de septiembre de 1927, dijo: “Hay varias clases de apostolado: de oraciôn. de acciôn, el de la. pluma, de palabra y aun el de dinero: es decir, el apostolado econômico. porque aun las obras divinas e.iecutadas por hom­ bres requieren medios econômicos. No todas estas clases de apostolado son para todos, pues faltando la posibilidad. cesa el deber: pero todos pueden ejercér el de oraciôn, porque todos pueden orar”. El Card. Lepicier, Preïecto de la Congrégation de Re'igiosos. invitando a las religiosas a colaborar con la Acciôn Catôlica escribia: “No pedimos la colaboraeiôn solamente de las religiosas que se dedican a la ensenanza, sino de todas sin distinciôn, aunque seau de vida puramente con­ templativa, pues les pedimos el auxilio sobrenatural de la oraciôn". Carta al Asistente de la Uniôn Femenina Cafôliea italiana, maya 30 de 1930. 98 las relaciones entre la Acciôn Catôlica y las obras auxiliares. V. Apostolado universal. La Acciôn Catôlica es en verdad apostolado catôhco. es·decir, universal. Y lo es en varios aspectos: por el sujeto, objeto, medios y lugar. El sujeto, o quien la ejerce, es el conjunto de seglares, sin distinciôn alguna. Ya lo dijimos, y no insistiremos. Veamos pues, ahora la universalidad de objeto, medios y lugar. Universalidad de objeto. 1. —El fin supremo, ya lo sabemos, es el advenimiento del reino de Cristo: su unico intento es crtsttanizar. (5). ^Y que es lo que se quiere cristianizar!1 La respuesta que se dé a esta pregunta sera el objeto de la Acciôn Catôlica.- Pues respondemos que se quiere ciistianizârlo todo Ya lo hemos visto: la Acciôn Catôlica. como la Iglesia, quiere restaurer todo en Cristo. Omnia, todo, los individuos, la familia la sociedad entera. Muchas asociaciones religiosas se proponen for­ mat cristianamente la coaciencia de los individuos: la Acciôn Catôlica va mâs alla: mediante los socios quiere llegar a todo el cuerpo social. 2. —Claro que su obra cristianizadora ha de comenzar por la conciencia de los individuos: porque pa­ ra reformat el todo hay que comenzar por las partes, ni se puede levantar un edificio sôlido si no lo son las piedras que lo forman. (5). Véase el cap. II. 99 Pero es necesario cristianizar todo el indiuiduo Pio XI ha dicho: "La Acciôn Catôlica abraza todo ei hombre, procurando su metor formaciôn religiosa g civil'' (1). Se necesita cristianizar a todos los indioiduos sin exception, porque Dios quiere que todos se salven. La Acciôn Catôlica dice como S. Pablo: "me hago todo pa­ ra todos, por saluarlos a todos Iodo lo hago por amor del Epangelio" (I. Cor. IX, 22-23). 3. —T ras de los individuos, la familta. la socie­ dad. (.2). La Acciôn Catôlica quiere que toda la sociedad sea cristiana: que lo sea en todos los elementos de que consta, en todas sus actividàdes y manifestaciones: la escuela, prensa, literatura. arte, costumbres pùblicas. leyes, instituciones civiles y sociales, etc. Quiere que sean cristianos los hombres y las cosas ,:Y no es este el programa de la Iglesia? Pues si la Ac­ ciôn es coadjutora de esta, su apostolado debe llegar a donde llega el de la Iglesia. Una y otra se tnueven en e! mismo campo, porque se proponen el mismo fin, aunque no dispongan de los mismos instrumentos. (3). En esto se distingue la Acciôn de otras asociacio nés u obras que se proponen alguna clase particular de apostolado. pues lo restringen a determinadas cosas. como la cultura, la beneficencia, la buena prensa, el arte. el cinematôgrafo, y otras. Esas sociedades son au­ xiliares. como ya expondremos al tratar de sus rela ciones con la Acciôn Catôlica. < 4). 4. —En muchos documentos pontificios se habla de esta universalidad del apostolado Leemos en fl ferma . (1) Carta Quae Nobis.—Azpiazu, p&g. 343. i 2). Véase Io dicho en el cap. II sobre la cristianizaciôn de la familia. I 3). Es principio filosôfico: accessorium sequitur principaleSu sentido es tan transparente que hasta un principiante lo entiende. Explica la universalidad de objeto de la Ac­ ciôn Catôlica. i 4). Véase e] cap. IX. 1 oo proposito: ‘Anchisimo es el campo de la Acciôn Catô­ lica, pues de suyo no excluye cosa alguna de cuantas, en cualquier modo, directo o indirecto, pertenecen al divino misterio de la Iglesia" (1). El Card. Gasparri, siendo Secretario de Estado escribia en nombre de Benedicto XV : ‘‘La Acciôn Ca­ tôlica poniéndose por encima y mas allà de cualquier problema de orden puramente material y politico, abarca todas las manifesiaciones de la vida humana, a todas comunica un fecundo impulso, coordina sabiamente sus medios, mantiene inalterable la unidad de direcciôn, para mantener todo en los luminosos senderos del progreso social" (2). Son de Pio XI estas palabras prenadas de significaciôn: ‘‘La Acciôn Catôlica debe llegar a dondequiera que se présente la gloria de Dios, el bien de las aimas, la lucha entre el bien y el mal, la ley de Dios. . . A don­ de debe llegar el apostolado de la Jerarquia, alli debe llegar, llamado por ella, el apostolado de Acciôn Catolicit. . . Su mandato estd en un campo ilimitado, aunque tiene modo peculiar'de procéder. (3). Universalidad de medios. 1.—La Acciôn Catôlica se propone cristianizar todo y a todos, con todos los medios posibles y licitos, desplegando todas las actividades permitidas por las le­ ges divinas y humanas. Con toda clase de medios: in­ dividuates o colectivos, religiosos o sociales, materiales o espirituales. (1) . Azpiazu, pâg. 279, (3). Dice el Papa que de suyo uada excluye, porque ya veremos que accidental mente, por razôn de las circunstancias, internas o externas, su programa puede variar. En el cap. VI veremos qué es lo que pertenece a la misiôn directa o indirecta de la Iglesia, y por lo tanto a la de la Acciôn Catôlica. (2) . Carta al Présidente de la Uuiôn Popular Italians, enero 8 de 1919. (3) . Discurso a los dirigentes de Acciôn Catôlica en Roma, abril 19 de 1931. 101 Pio X escribia en II ferma proposito'. “Convtene que la acciôn Catôlica adquiera pujanza con los me­ dios prâcticos que le facilitan el progreso de los estudios sociales y econômicos, la experienda alcanzada en otras partes, las condiciones de la sociedad civil, la misma vida pûblica de los Estados” (1). Y Pio XI ha manifestado la voluntad de que “no excluya o descuide ninguna forma de actividad, en to­ do lo que de algûn modo pertenece a la Iglesia” (2). La historia dice que la Iglesia ha aprovechado siempre todos los ( medios, ha ejercitado todas las actividades ,aun materiales que de algùn modo pudieran servirle para su alto fin espiritual. Hoy, como S. Pablo a los primeros cristianos, dice a los que militan en la Acciôn Catôlica: “Sea vuestro estudio todo lo que es conforme a la verdad, todo lo que respira pureza, todo lo justo, todo lo santo. . . Practiced todo lo que habéis aprendido·., recibido y oîdo y visteis en mi” (Filip. IV, 8-9). (3). 2.—Contra esta universalidad de mediôs y actividades pueden ocurrir dos extremos igualmente erroneos. El primero es de aquellos que mutilando el pro­ grams de la Acciôn Catôlica, se ponen, por decirlo asï, en el extremo derecho, excluyendo la actividad religio­ sa, creyendo que es propia solamente de las cofradias o pias uniones. El segundo es de los que se van al extremo Izquier­ do, rechazando toda actividad social, que consideran como profana, y en oposiciôn con el fin religioso de la Acciôn Catôlica. En el fondo de este error hay una equivocaciôfl, (1) . Azpiazu, pâg. 285, (13). (2) . Carta Quae nobis al Card. Bertram.—Azpiazu, pâg. 343. < 3 ). Estas palabras fueron dirigldas en efecto a log socios de Acciôn Catôlica por Pio XI en el mensaje trasmitido por radio el 12 de febrero de 1931. 102 que, como ya advertimos, consiste en confundit los me­ dios con el fin. (1)_. 3.—Es cierto que pueden cambiat los medios de acciôn, puesto que deben adaptarse a las necesidades y posibilidades contingentes de tiempo y lugar; por eso en ciertas épocas sobresalen los medios religiosos y en otros los sociales. Pero el programa, las ideas en que se inspira, permanecen invariables; lo que puede cam­ bial y de hecho muda es el programa prâctico e inmediato. Por manera que si en determinado campo no pudiera la Acciôn Catôlica desplegar toda su actividad, no por esto podria decirse que habia cumplido con su fin: puesto que siempre le quedarân otras muchas formas de apostolado en las cuales trabajar al lado de la Jerarquia. La caridad es industriosa; si encuentra obstâculos en cierta direcciôn, sabe hallar otros caminos para llegar a la meta. El fuego que lleva dentro de si no se apaga con el viento o la lluvia: “aquae multae non potuerunt extinguere caritatem” (Cant. VIII, 7). Los apôstoles auténticos nunca estân desocupados; que siempre hallan algo en qué promover la gloria de Dios y el beneficio espiritual del prôjimo. (2). (1) . Vuélvase a leer el capitulo precedente, particularmente lo dicho sobre el fin religioso, pâg. 31. Anteriormente ese error estuvo· muy extendido entre los catôlicos debido al prejuicio liberal que tiene la religiôn como asunto privado y niega la funciôn social de la Iglesia. Ya veremos en el cap. VI. que si las actividades reli­ giosas entran en la misiôn directa de la Iglesia, las demis quedan comprendidas en su misiôn indirecta. (2) . Hablando sobre esto Mons. Pizzardo, Asistente eclesiistico general de la Acciôn Catôlica Italians, dijo: “La Acciôn Catôlica que es cplaboraciôa al apostolado de la Jerarquia,, debe extenders© a todo lo que es propio de tal colaboraciôn. La actividad de los seglares se amplia o se restringe, següii que el clero por las circunstancias neceslta mâs o menos de ese auxilio. Todo trabajo de Apostolado que el clero no pueda desempeflar en determinado momen­ to, y que puede ser ejecutado por seglares, pertenece a la Acciôn CatôHca. Asi que en un pais cualquièra, Italie. 108 4.—Otra observation. Pertenecen a la Acciôn Catôlica todas aquellas actividades de apostolado que pueden set desempenadas pot seglares. Todas y solas esas. Lo cual quiere decir que la universalidad de medios no es absoluta (como para la Jerarquia) sino relativa·, es proporeionada a los poderes que los seglares tienen en la Iglesia. Pues, como ya vimos, los plenos poderes del apos­ tolado fueron conferidos por Cristo a sus Apôstoles. Los medios ordinarios de santificaciôn solo estân en manos de los sacerdotes. EI seglar puede conducir al cristiano indigente hasta la puerta dei templo, y alii entregarlo al sacerdote, que es el unico que posee las Haves del tesoro celestial. Por esto a la pregunta ^cual es el ptograma prdctico de la Acciôn Catôlica? Podemos responder: el mismo de la Iglesia, en cuanto es asequible por los seglares. Universalidad de lugar. Pio XI ha dicho que ‘‘La Acciôn Catôlica no tie­ ne limites en el espacio ni en el tiempo, lo cual quiere decir que existe siempre y en dondequiera” ( 1 ). Asi que la Acciôn Catôlica también tiene por dere­ cho universalidad de lugar. Dondequiera que la Jerar­ quia necesita de los seglares, alli puede surgir la Acciôn Catôlica. Podemos decir que esta universalidad de dere­ cho lo es ya de hecho, porque actaulmente sus falanges, mâs o mènes perfectas, se han extendido por todo el mundo. Por esto dijo Pio XI en cierta ocasiôn: "En la época actual, dondequiera que la Iglesia le­ por ejemplo, puede tener actividadee que no tengaen o-tro, pougamos en Francia”. — Discurso en. la Asamblea de Asistentes eclesiâsticos de las diôcesis italianas. septiembre 16 de 1930. (1). Dicurso a los dirigentes de A. C. en Rom*, abril 19 de 1931. 104 υαηία sus nendas, la Acciôn Catôlica manifiesla cuàn nreciosd es para la Iglesia misma" (1). En realidad existen asociaciones de Acciôn Catô lica no solo en los paises catôlicos y civilizados, sino también en las tierras de misiôn, como en China, la India, el Japon, y aun en Africa, donde ayudan a los misioneros. Es hecho significativo y demuestra que la Acciôn Catôlica es verdaderamente obra de nues tros tiempos, y que ha salido del corazôn maternai de la Iglesia. (1). Discurso al publicai-se el decreto sobre las virtudea heroicas del V. Vicente Palloti, enero 24 de 1932. 105 CAPITULO IV. Organizaciôn de la Acciôn Catôlica. Ya lo hemos dicho: la Acciôn Catôlica es aposto­ lado organizado. Pio XI déclara que “as! como tiene naturaleza y fin propios, debe'tener también su propia organizaciôn, que ha de sobresalir por la unidad y con­ cordia en el gobierno, por la perfecta disciplina de to­ dos” ( 1 ) · La organizaciôn es para ella nota esencial, como vamos a ver: nota en la cual esta la verdadera novedad de la forma actual. Porque, si desde los tiempos de los Apôstoles ha habido apostolado seglar en la Iglesia, ahora se agrega a ese elemento genérico el de organizaciôn. Siguiendo las réglas del buen método, iremos de lo universal a lo particular, de lo abstracto a lo concre­ to; y por lo mismo expondremos primero la idea general de organizaciôn (su concepto, legitimidad, eficacia), (1). Carta al Card. Segura. Azpiazu, pâg. 349. 106 después, en particular, la organizaciôn que la Acciôn Catôlica ha adoptado, la uttlidad que en ella se encierra. I. La organization en general. Concepto de organizaciôn. 1. —Puede definirse: la union libre de muchos que tienden a conseguir un fin comûn. Por consiguiente se requiere; 1) Pluralidad de individuos que se unan; 2) Unidad de fin, al menos por lo que ve al sustancial; 3) Soltdaridad de medios, en e! sentido de que ca­ da socio debe cooperar en la proportion que le sea posible a la consecuciôn del fin comûn. Asi que una organizaciôn no es un montôn de clementos, cual una muchedumbre cualquiera. Carâcter distintivo suyc es el orden que supone unidad y variedad: multiplicidad de fuerzas. unidad de movimiento. La unidad procede de la identidad del fin; por ella todas las voluntades convergen a una misma direcciôn. hacia una sola meta. Tampoco constituyen organizaciôn muchos elementos ordenados, pero inactivas, cual las piedras de un edificio. Por eso otra de las notas distintivas es la actividad de los miembros para conseguir el fin comûn. Pero no una actividad mecdnica, extrinseca. que venga de fuera, sino vital, intrinseca que saiga del sujeto mis­ mo. El orden y actividad de una organizaciôn no son las que hay en una mâquina. sino las de un cuerpo. en el cual hay muchos elementos {los miembros) que obran armônicamente para conseguir el mismo fin (conservar la vida) bajo el impulso de un principio in­ terno (el alma). 2. —Segûn ya hemos indicado, el elemento que dis­ tingue a una organizaciôn como a cualquier otro sér. 107 es ci fin. el proposito que anima a todos los que pertenecen a la organization. l.as organizaciones se distinguen por el fin, al cual esràn subordinados los me­ dios; por lo tanto la organizaciôn sera religiosa, écono­ me a. politica, segùn el fin que se proponga. Y como el fin supremo de la Acciôn Catôlica es rehg’.oso y sobrenatural, hemos de colocarla entre las organi/.aciones religiosas, aunque. segùn ya se ha dicho, puede ecbar mano de medios de otro orden, con tal que sean aptos para su fin. Y pasemos luego a demostrar que la organizaciôn es légitima, porque es un derecho natural, cristiano, civico. Derecho natural. 1.—Por su limitaciôn natural el hombre no pue­ de proveer por si solo a todas sus necesidades materia­ les y espirituales ; necesita para ello juntarse con otros, sumar su actividad a la ajena. Por esto se dice que es naturalmente sociable. La sociedad humana es un hecho que no procede de la voluntad de los socios, como han soriado algunos filôsofos. sino de la naturaleza misma, porque solo en la sociedad encuentra el hombre los medios adecuados para satisfacer sus multiples necesidades. (1). Pero a mas de las necesidades comunes a todos por naturaleza. cada hombre tiene otras particulares que se dèrivan de su condition social personal, de sus legiti­ mas aspiraciones o de otras causas especiales. Es évi­ dente que unas son las necesidades sociales de un obrero y orras las de un empresario, unas las del artista y il). "El hombre esta naturalmente ordenado a la socie­ dad civil, porque no pudiendo adquirir en el aislamiento lo necesario para la vida y para su perfeccidu intelectual y moral, la Providenda ha dispuesto que nazea incünado a un li se eon los demâs en la sociedad doméstica o en la civil, pues que solo ella puede suministrarle lo que basta para la perte, don de la vida"—Ledit ΧΙΠ, enciclica Trnmorlale Dci. · Azpiazu, pâg. 208, (fi). i es otras las del comerciantc, las necesidades religiosas de un catôlico son muy diferentes de las de un budista. Por vasto que sea el seno de la sociedad civil no puedc ofrecer todos los recursos necesarios para satisfacer los deseos legitimos de todos sus miembros. para atender al perfeccionamiento de todos. Por otra parte, el individuo aislado carece de las energias indispensa­ bles para proveer siempre y suficientemente a sus nece­ sidades particulares. Por esto se siente inclinado y aun obligado a juntar sus fuerzas con las de otros que tienen las mismas necesidades accidentales, con las de otrew a quienes esta ligado por afinidad de intereses, de profesiôn o de ideas. De esta union de fuerzas individuals mana otra fuerza colectiva, la ùnica que puede veneer los obstâculos que se oponen a la consecuciôn del fin comûn. 2. —Por esto dondequiera surgen organizaciones y socicdades privadas que naturalmente se injertan en el tronco de la sociedad civil. Decimos naturalmente. porque aun cuando se constituyen por la libre voluntad de los socios, son de dere­ cho natural, pucsto que proceden de la insuficiencia in­ nata del hombre para procurarse, aun dentro de la so­ ciedad civil, los medios necesarios para progresar en per­ fection. Y como el aspirar a esta es necesidad natural, se sigue lôgicamente que la naturaleza misma debe suministrarle y permitirle los medios aptos para tai fin, uno de los cuales estâ precisamente en las socicdades pri­ vadas. Por lo mismo son de derecho natural, ya que son el complemento indispensable de la sociedad civil. ( 1 ). 3. —Con gusto citamos la autorizada ensenanza (1». Algunos eseritores dicen que el derecho de asociaciôir es natural, porque procédé a la formaciôn de la socie­ dad.; mas prescindiendo de ese hecho, preferimos llamarlo natural, porque dimana de la misma ley natural que es anterior y superior a toda ley positiva. Cfr. Le liberta civili Por su intima adhesion a la Jerarquia -escribe el condb de la Torre, director del Osservatorc Eïomaiic— la cciôn Catôlica participa del plan y movimiento concen­ tric.) que va de lu nias humilde parroquia a la mâs sobert>.x catedral, del pàrroco al Obispo, de la periforia al cenl· o en cuva c.ima brilla cual estrella fija, el primado del paya. ! caratterl fondamental! dell’Azionc Cattolica, cap. 56.-■-Vita e Pensiero, Milan. ■ la autorizada Civilitâ Cattolica decia sobre el mismo • to: "Lo que amedrenta a los politicos es la unidad de Jierno, impuesta por voluntad de Dios, y la corresponuiente obediencia de todos los catôlicos a la autoridad de la Iglesia. Miedo puéril: porque tan temida unidad no es sino actuaciôn de la naturaleza y constituciôn monârquiea de la Iglesia, de su organismo social, tal cual fue constituido para bien de la tnisma sociedad civil y religiosa, pa­ ra la salvaciôn de las aimas.—Numéro 1958, enero 16 de 1932. en el articulo titulado: “Intomo alla clefinizione dell’ \zionc Cattolica”. 118 al ambiente en que vive. il). Mas. aun prescindiendo de la Acciôn Catôlica, muy particulatmente donde ya esta organizada la Jerarquia, cl apostolado exterior de la Iglesia se organiza y des arrolla dentro dei territorio de cada neciôn: y aun cuando se proponga fines particulares, no olvida que debe obediencia al Jefe supremo de la Iglesia y que debe te­ ner en cuenta las nccesidades generales de ella. Pues si otras actividades de la Iglesia se ejercen a base nacional. con mucba mayor razôn la Acciôn Catôlica. apostolado de seglares, cuyo fin es religioso-social. (2 >. III. Unidad y variedad. Hasta ; jui hemos examinado la organizaciôn de la Acciôn Catôlica en relaciôn con la Jerarquia eclesiâstica: pasemos a estudiarla en sus relaciones internas, es decir. las que tiene con las fuerzas que la forman. Y nos encontramos desde luego con la cuestiôn de la coordination. La coordinaciôn. 1.—La Acciôn Catôlica es resultado de muchas (1) . Eso no quita que, dada la identidad del fin general y de la suprema autoridad religiosa, puedan establecerse relaciones entre la Acciôn Catôlica de distintos paises cuando no se opongan razones de carâcter externo. Juzgar competentemente de esta materia toea a la autoridad su­ prema de la Iglesia. (2) . Plàcenos referir lo dicho por Mous. Pizzardo, Asistente general de la A. I. en un discurso pronunciado el 8 de dieiembre de 1930 en'el Seminario Frances de Homa "Nota caracteristiea de la Acciôn Catôlica es su est vin t m a unitaria nacional, que déjà intacta la autonomie de las di­ versas partes en cada diôcesis, les da unidad y variedad. prerrogativa de todo organismo vital y que tue el princi­ pal fin que se buseô n el matrimo­ nio civil; en el ejército se suprim.teron * capellanes y los servicios religiosos; se introdujo er ^eneficencia, quitando a la Iglesia toda ingerenda en causas pias; y lo mismo sucediô con el côdiqo y c? -<"nâs ôrganos de la vida pùblica. La Iglesia quedô privada de .a fundôn social que habia desempenado por tantos siglos; se !a relegô a los templos. El primer grito del laicismo fue· tel sacerdote a la sacristta! Mas ni alli se le dejô tranquiïo. Lv ' arreligiotidad se pasô muy pronto a la irreligiosidad; separaciôn se convirtiô en persecution, y e laicismo °", enticleticalismo. Y no podia ser de otra manera; ya " icristo lo habia anunciado: “Quien no esta conmi^'' esta contra mi” (Luc. XI, 23). (1). La Acciôn Catôlica salta a la. palestra. 1.- Lo dicho nos parece suficiente para comprender que los seglares catôlicos sintieron, ante ;ai estado de cosas, la necesidad de no quedar ociosos, y comenzaron a organizarse en el terreno de la libertad comûn, agrupândose en torno de la Jerarquia para emprender (1). Consûltese sobre el laicismo el estudio P. Agustin Garagnani S t eu la coleccion de documentes del primer Congreso Nacional Italiano sobre la Aealeza de Cristo.— Mildn, Vita e Pensiero. 136 Ia defensa y restauraciôn cristiana. Asi sucediô, y tal fue el origen de la Acciôn Catôlica en su actual tendencia. Es, pues, en su origen la reacciôn de los catôlicos contra la actividad descristianizadora de la Revolution que se desatô en Francia en 1789 y que después se pro­ pago por toda Europa. ( 1 ), Asi que la Acciôn Catôlica naciô para una defensa legitima y necesaria. Es como el antemural de la Igle­ sia; y la fuerza necesaria para su fin no puede sacarla sino de una vasta y sôlida organizaciôn. Es una cruzada moderna, destinada, no ya a librar el sepulcro de Cristo, sino a Cristo mismo, prisionero en las aimas que red τιίό. Es el brazo secular de otros siglos en que el poder pùblico protegia a la Iglesia. (2). Mas, como ya dijimos en otra parte, la Acciôn Catôlica no esta destinada solo a la defensa, sino principalmente a la restauraciôn cristiana, y por lo mismo debe ayudar a la Iglesia a reedificar lo que el laicismo ha destruido. Se apropia la exclamaciôn de David: “tempus faciendi, Domine; dissipaverunt legem tuam; es tiempo de obrar, Sefior, porque han echado por el suelo tu ley” (Salm. 118, 126). (3). 2.—La misma acciôn économico-social de los ca­ tôlicos es consecuencia de la Revolution liberal. Pues, en efecto, esa acciôn esta ordenada a resolver la tristisima cuestiôn social que fue puesta sobre el ta­ pete el dia que los sanguinarios actores del drama revo­ it). La Acciôn Catôlica naciô en casi todos los paises mâs adelantados hacia la mitad dei siglo pasado. Ya hablaremos de su origen historico en el segnndo volumen de este manual. 2). El P. Liberatore en su elâsico tratado II diritto pubblico ecclesiastico” escribe: “El estado moderno ha sustituido la soberania de Cristo por la soberania del hombre. Se ha separado de la Iglesia, a la cual no auxilia ni defiende. En tal situaciôn no queda a la Iglesia otro apoyo en el orden social que el auxilio de los seglarès”.—Cfr. ademâs, Dabin, L’apostolato laïque, cap. 9. . (3) Véase lo dicho sobre el programa de la Acciôn Catô­ lica en el cap. II. 137 lucionario proclamaron el principio de la libre concu­ rrenda. sacrificando a él la libertad de asociaciôn. Desenfrenada con eso la especulaciôn industrial, dejado el obrero en el aislamiento, fue ya posible la explotaciôn del trabajo, y con ella naciô el espurio fenômeno que se llama capitalismo, bajo el cual la libertad de tra­ bajo ( el unico recurso del pobre ) es la libertad de morirse de hambre. ( 1 ). Y Como el hambre es mala consejera: y como, por otra parte, el obrero tiene derecho a satisfacer sus necesidades, los catôlicos guiados y estimulados por las ensenanzas pontificias, ban sentido el deber de fundar inslituciones y obras que ayuden al obrero en sus mecesidades materiales y espirituales. Apariencias y reaJidades. 1.—^Pero sera cierto que el laicismo ha amontonado ta-ntas ruinas? ^Serâ verdaderamente necesario recristianizar la sociedad contemporanea? Un hombre superficial que no descienda hasta las entranas de la sociedad y se contente con ver el barniz exterior, puede dudarlo. Como la cruz sigue siendo el remate de las torres, las campanas repicando, humeando. los incensarios y los sepulcros cobijândose con el signo de la redenciôn, créé ingenuamente que la sociedad continûa siendo cristiana. Le parecerâ preocupaciôn excesiva que la Acciôn Catôlica quiera realizar las palabras de S. Pablo restaurar todo en Cristo. Palabras que estaban muy bien en boca del Apôstol. cuando ténia que plasmar, cual masa de barro, a los pueblos gentiles: pero que hoy no <1). Senalando Leon XIII en Ia Rerum novarum las cau­ sas de la cuestiôn social, dice: “Destruidos en el pasado siglo los antiguos gremios de obreros, y no habiéndoseles dado en su lugar defensa alguna, por haberse apartado las instituciones y las leyes pùblicas de la religiôn de nuestros padres, poco a poco ha sucedido hallarse Ips obreros entregados solos e indefensos a la humanidad de sus amos y a la desenfrenada codicia de sus competidores”.·—Pâg. 23, n. 7. 13 S pueden tener otro valor que el de una frase altisonante, muy apropiada para espolear a los tibios, pero inepta para condensar un programa de acciôn. ^Pues que? J la sociedad actual no se llama precisamente cristiana en oposiciôn a la antigua que era pagana:1 La Acciôn Catôlica sale sobrando. 2. —Pero entendâmonos. Reconocemos con orgullo que las luminosas hucllas de Cristo han quedado indeleblemente grabadas en la sociedad moderna. Y en Italia mâs que en ninguna otra parte: las ciencias. las artes, la literatura, los monumentos mâs notables, las instituciones mâs hermosas. las fiestas, el calendario, toda la historia de la nation habia de Cristo. ( 1 ) . También es cierto que cuanto hay de hermoso e idealmente puro en 1? civilization moderna esta iluminado por los resplandores que brotan de las pâginas del Evangelio. Hasta el manoseado trimonio de la Rcvo luciôn fràncesa —igualdad. fraternidad. libertad— iqué es en su.genuino significado sino irradiation de la doc­ trina crts-iana: 3. —Pero —y aqui esta el punto a discusiôn— jes aàn cristiano el espirttu que anima a la sociedad mo dema? iSe respeta todavia a Cristo como Maestro ^Su evangelio es el côdigo supremo que regula las acciones asi privadas como pùblicas? <:se aprecia, reconoce y uti liza todo el valor social de tan luminosa doctrina? ,1). Con razôn escribe l’apini en su Historia de Cristo: “A pesar de que se ha derrochado tanto tiempo y talento. Cristo no ha podido aûn ser expulsado de la tierra. Su recuerdo vive dondequiera. Millones de cruces recuerdan al Crucificado en las paredes de las iglesias, dé las escuelas, en las cimas de montes y campanarios, en los nichos de •as encrucijadas, a la cabecera de los lechos y de los sepulcros. Bôrrense los frescos de las iglesias, quitense los cuadros de altares y casas, y la vida de Cristo ira a llehar museos y galerias. Arrôjense al fuego misâtes, breviarios y eucologios, y se encontrarâ el nombre de Cristo en toda» ias literaturas. Hasta la blasfemia es v.n involuntario recuerdo de su presencia”. • . 139 Por desgracia tcnemos que. responder negativamente a todas estas preguntas: pues, aun cuando las apariencias digan lo contrario, la sociedad actual "no nene ya parte con Cristo" (Gâl. V’, 4). Aun en los paises donde la actividad demoledora del laicismo ha cesado o disminuido, se ven los campos sembrados de tristes ruinas. Pasarâ todavia mucho tiempo para que acabe la reparaciôn. Por consiguiente, la funciôn restauradora de la Ac­ tion Catôlica es actualmente necesaria. Armas contra armas. I.—Pero veamos que la Acciôn Catôlica es nece­ saria como organizaciôn. Los enemigos de Cristo, aunque discordes sobre muchos puntos, caminan de-acuerdo cuando se trata de ccmbatir a la Iglesia y -descristianizar las almas, repitiéndose la historia de la amistad de Herodes y Pilatos. ( b. · · Forman apretadas falanges. Se cumple la prôfecia de David: "Convenerunt in unum adversus Dominum et adversus Christum eius: se han confederado contra el Sefior y su Cristo’’ (Salm. II, 2). Ahora. es claro que la organization del mal no puede ser vencida sino por la organizaciôn del bien; y por lo mismo es necesaria la Acciôn Catôlica, amplio y cerrado escuadrôn, que a unas armas oponga otras, que sea baluarte contra los furiosos ataques de los enemigos de Cristo. ( 2). Que los buenos se unan para rechazar esos ataques sacrilegos es necesario. y por lo tanto obligatorio. (1) . “Sc liicieron amigos Herodes y Pilatos aquel mismo dia (el de la condenaciôn de Cristo), pues antes estaban enemistados” (Luc. XXÎII, 12). (2) . Los hijos de este siglo —dice Pio XI— siempre que tratan de atacar con mâs vehemencia a la Iglesia de Cristo, los vemos acallar sus internas diferencias, formar t-n la mayor concordia un solo trente de batalla, y traba140 Cuando los enemigos de Cristo se unen para repetir el tolle, tolle que aullô la turba ante el pretorio de Pilatos, es un crimen, no digamos ya, renovar la traimôn de Judas, pero aun la fuga de los Apôstoles. Y no carecerâ de culpa quien a la hora de la defensa se aisla, pues el aislamiento convierte en imposible la victoria. (1). Ni se diga que los tiempos han cambiado, porque como ya observamos, Cristo y su Iglesia siempre tendrân enemigos sobre la tierra, los cuales estarân mâs o me· nos unidos, porque Satanas conoce muy bien el poder de la union y del nûmero; y por lo tanto el ejército de los hijos de la luz debe estar siempre acampado fiente al ejército del principe de las tinieblas. (2). Ensenanzas pontificias. Los Papas de estos ûltimos tiempos afirman unânimemente que actualmente es necesaria la Acciôn Ca­ tôlica como obra defensiva y restauradora. - Y como su­ premos gobernantes estân en condiciôn de saber y de jar con t -das sis fuerzas unidas por alcanzar el fin eomun. . . I.taiise, pues, todos los hombres de buena voluntad, citantes quieten combatif bajo la dirccciôn de los Pastores de la Iglesia la batalla del bien y de la paz de Cris­ to”. Enciclica Quadragesimo anno, mayo 15 de. 1931.Azpiazu, pâg. 183, 4145-146). il). Hablando boon XII en la Hnmannin genus, tabril 20 de 1S84) de los danos de la Masoneria, escribe: "Sus seeuaces por una ocult” e inicua U ’idad de propositos, estân unidos en todas partes, se dan mutuamente la mano y eada uno azuza al otro para ser mâs osados en el mal. Ataque fan decidido exige defensa no mènes deeidido: por esto todos los buenos deben juntarse en una amplîsimsi sociedad de acciôn y oraciôn”. Y el llorado cardenal Maffi escribia: "Contra enemi­ gos que atac.an en eseuadrôn cerrado y con tâctiea bien medi'.ada. noeesitamos combatir η·> 4»isladamente, pues setiamos presa îïicil. >■ iriamos a un i derrela r.?gura : mientras que apretar.do nuestras lilas y perseverando firmes en la disciplina, nos sourrirâ la χί··ι<η a”. Pastoral sobre la Acciôn Catôlica. Pisa, bibreria octet iâstica. t'2). Véase sobre ,·Μ·> puulo ci cap il., Pines particulares. i 4 I penetrando en la familia y va borrando a los ojos de padres e hijos la gloria del sacerdocio? Por esto es necesario que vengan los seglares a multiplicar los brazos de los pocos sacerdotes que bay. La Jerarquia —dice Pio XI— “se ve en la inevitable necesidad de multiplicar su acciôn, multiplicando los brazos, manos, labios y voluntades, a ejemplo de Cristo nuestro Senor que mandaba por delante a los discipulos, para que prepararan los caminos a su predicaciôn” ( 1 ). El clero ha sido desacreditado, 1. —Pero no solo bay que lamentar la escasez de clero, sino ademâs que se le ha ido arrebatando su autoridad moral. Ya al principio de este capitulo citamos estas palabras de Pio XI: “el sacerdote no puede hacer llegar algunas clases de ciudadanos, cuya aproximaciôn se le prohibe, ni sus amonestaciones, ni los preceptos de la doctrina evangélica” (2). El laicismo ha arrancado de la cabeza dei sacerdote la aureola de su dignidad sobrenatural, presentândolo a los ojos dei mundo como un profesionista interesado; lo expone al desprecio de las masas, motejândolo de pa­ rasito social. De aqui que muchas veces no puede llevar sus beneficios a quienes de ellos tienen mayor necesidad. 2. —Pues precisamente por esto aparece como obra providencial el apostolado seglar, que no esta rodeado de la red de prejuicios y desconfianzas que el anticlericalismo ha tejido en torno del sacerdote; no es sospechoso de perorar su propia causa, de ejercer una profesiôn; y por lo mismo puede entrar donde el sacerdote no puede poner el pie, puede recoger copiosos frutos donde aquél no encontraria sino granzas âridas y punzantes. Los catôlicos militantes son propiamente la van-' guardia de la Iglesia; asaltan las trincheras que los enemigos de Cristo han levantado contra sus ministros, y (1) . Discurso a los dirigentes de Acciôn Catôlica en Roma, abril 19 de 1931. (2) . Carta al Card. Segura.—Azpiazu, pâg. 350. 144 les abren el camino para que lleven los socorros de la religion a quienes de ellos andan necesitados, sin exduir a los mismos enemigos. Asi lo afirma Pio XI, cuando dice que la Acciôn Catôlica es “medio deparado por là providenda de Dios para atraer dulcemente a la ley y doctrina a aquellos que por no estar en contacto con los- sacerdotes, se irian fâcilmente tras los embelecos y perversos àrdides de hom­ bres sediciosos” ( 1 ). El clero es impotente para tamana empress. 1 .—Pero aun cuando él ejército sacerdotal fuera numeroso, aun cuando su autoridad moral sè conservara intégra, aun cuando gozara de libertad, por si solo es impotente para llevar a cabo tamafia emprésa. Ya sabemos en qué consiste : en repàrar las quiebras del reino- de Cristo, causadas por el laicismo; tiende a restaurar todo en Cristo. Todo: no solo en la concien­ cia de cada individuo,'sino también en la familia y, en la sociedad; en-todos sus elementos y.manifestaciones: en las ciencias,.artes, literatura, escuela, prensa, costumbres, diversiones, economia... Basta ponerse frente a este (1). Carta Quae nobis al Gard. Bertram.—Azpiazu, pàg. 344. El P. Agustin Garagnani S. I. escribia en Stella Matu­ tina (ôfgano de’las Congregaciones Marianas en Itaîia), en el numero de abril de 1929. “Los largos anos de funesta separaciôn entre la Iglesia y el Estado', de laicismo oficial, particularmente en la éscuêla pero que en los ûltimos anos ha, invadido todas las instituciones pùblicas, han acabado por endurecërlas, comunicândoles un aire hostil a la religiôn; por manera que _muchos.se han alejado del influjo del sacerdote y de l’a Iglesia; se han roto muchos puentes: se han levantado muchas barreras; en los campos y en las ciudades se han .formado algunas zonas que son casi pa­ ganas, eh que el sacerdote es desconocido. Dé aqui la necesidad del apostolado seglar que. como el Bautista, pre­ pare los caminos del Sefior, que sea el eslabôn que una la Iglesia con la sociedad moderna, que, recibiendo de manos de la Iglesia la antoréha de la luz y de la vida cristiana, la lleve a donde no llega el ministro de la Iglesia, que cual nuevo Tarcisio reciba a Jesucristo de manos del sacerdote para llevarlo a quienes lo necesitan urgentemente". 145 anchisimo campo de actividades para comprender que ei clero, por intenso que se suponga, su celo, es absoluta nente desproporcionado al fin; y que por consiguiente es necesariâ la colaboraciôn de los seglares. 2. —Ademâs, el sacerdote, por necesidad natural, por la misma reserva que le impone su propia condiciôn no puede presentarse en todos los puntos estratégicos osupados y aun deu.astados por los enemigos de Cristo. Necesita por la tanto, una longa inanus que llegue a donde él no puede llegar, y dende es mâs necesario su •bienhechor influjo. Y eso es precisamente la Acciôn Catôlica. A este proposito decia Pio XI estas claras palabras: “il celo de los pàrrocos y sacerdotes, por feroorosd y diligente que sea, no basta para llenar las ingentes neces:dades que el apostolado tiene que remediar en nuestros liempos. Conoiene, por ende. que busquen personas escogidas que yendo a su lado en tas tareas apostôlicas. esparzan pôr dondequiera la fecunda semilla' de la reli gicn. Y los seglares podrân prestar ese auxilio mediante las asociaciones. de Action Catôlica”. (;2). j Y en efecto, ella llega a todos los sectores del vasto campo social; sus socios estân en todas partes; en la familia, escuela, oficina; campos, tiendas, talleres, cuarteles y en las mismas câmaras legisladoras... ; pueden dejar caer en todos los rincones la semilla del Evangelio y de­ cir al oido de cualquiera. las saludables ensenanzas de la Iglesia. ~ ' 3. —Y como'estâ compuesta de seglares de toda edad, sexo, condiciôn y clase, con gran facilidad puede contribuir a la- recristianizaciôn, ejercitando en amplia escala el apostolado mâs eficaz, el' que Leon Hârmel 11amaba el apostolado de los semejantes: el obrero sobre el obrero, el estudiante sobre su companero, el profesionista sobre su colega... . (2) Carta al Episcopado Argentino.—Azpiazu, pâg. 355. La version de este pasaje difiere de la que pone Azpiazu, por parecernos que no da el verdadero o exacto pens'amiento del original.—N, del t. 1-46 Apostolado que se ejerce dondequiera y a cualquier bora, que conoce de cerca las nècesidades del corazôn' y el camino mâs expedito para Hegar ’? él y conquistarlo para Cristo es tal, que solo los seglares pueden desempenarlo. Pio XI pondera en la Q'uadragesimo anno esta ventaja de la Acciôn Catôlica: ‘‘Para que uueluan a Cristo los hombres que lo han negado, es necesario escoger de entre ellos mismos y formar soldadôs auxilia­ res de- la Iglesia que los conozcan bien y entiendan sus pensamientos y deseos. y puedan penetrar en sus corazones suauemente, con caridad fraternal. Los primeras e inmediatos apôstoles de los obreros han de ser obreros; los apôstoles dei mundo industrial y comerctal. in­ dustriales y comerciantes” ( 1 ). 4.—Por todas estas razones el apostolado seglat ha existido siempre en la Iglesia;-siempre ha sido no solo bueno sino necesario; y, aunque âcomodândose a las circunstancias de lugar y tiempo, siempre ha completado el de la Jerarquîa. A este proposito dijo Pio XI; “Cierto que al sacerdoté toca trabajjr por la gloria de Dios y por la sal­ vation de las aimas... ^Pero qué podria hacer sin quien le ayudara a cumplir este su principal, su mâs sagrado deber? Los mismos Apôstoles cuya misiôn era congre­ gat el mundo todo en torno de la cruz, iqué hubieran conseguido si hubieran estado solos en el trabajo? Para que desempenaran su mandato hubiera sido necesario un milagro de'la divina Providentia, milagro que no quiso obrar” ( 1) . Tal milagro hubiera sido mâs o menos necesario en todas las épocas de la historia, y mucho mâs en nues­ tros dias. La Acciôn Catôlica no es una novedad. 1.—Con lo dicho, ya puede apreciarse lo que vale esta objeciôn: “La Acciôn Catôlica es naeva. No la (1). Azpiazu, pâg. 181, (140). 42). Discurso a los feligreses de S. Camilo en Roma, abril ' 12 de 1926. 147 ■ sena—escribiô saladamente el Card. Maffi—que cuando todos se alumbran con luz eléctrica, alguien quisiera obstinarse en usar lamparitas de aceite o de sebo. ^Quién puede forjarse la ilusiôn de combatir con esperanzas de éxito los diarios impios con que inundan el mundo las modernas rotativas, usando la antiquisima cuanto ve­ nerable prensa a tornillos de Guttemberg?... Examinad las necesidades creadas por la vida moderna, y veréis que hay que darse prisa a cambiar las palabras, y decir que la Acciôn Catôlica con su reglamentaciôn y disciplina actuales, no es una novedad sino una urgentisima y gravisima necesidad” ( 1 ) . Otra objecién. 1. —Oigamos otra objeciôn. Algunos van por ahi diciendo que la Acciôn Ca­ tôlica es una superestructura inûtil y estorbosa, y por lo mismo, perjudicial; que con su actividad exterior disipa el ânimo. Lo que importa —agregan— es que Cristo nazca en todos los corazones; con esto todo se cristianizarâ. Y para esto bastan las iglesias, las asociaciones religiosas, la pura predicaciôn del Evangelio, sin adulteraçiones ni apéndices arbitrarios. El Evangelio es el ùnico remedio para todos los males modernos; él solo basta para recristianizar la sociedad. 2. —Mas lo ùnico que hace esta dificultad, que a primera vista puede causar alguna impresiôn, es sacar la cùestiôn de su lugar. Porque ^quién duda que el Evangelio, que la reli­ gion cristiana baste para curar todos los males y para recristianizar la sociedad? Christus solutio ominum dif­ ficultatum. Cristo desata todas las dificultades. . Pero no es esa la cùestiôn, sino como lograr que la religion renazca en todos los corazones; como conseguir que el Evangelio vuelva al honroso lugar que se le debe, de manera que sea otra vez el côdigo que regule las acciones privadas y publicas. Bastan para ello los actos (1). Pastoral sobre "La Acciôn Catôlica”.—Pisa, Libreria Eclesiâstica. 150 de culto? iBastà la predicaciôn en las Iglesias? ; Bastan las asociaciones religiosas? Y colocândonos en el âspero terreno de las reali­ dades, hemos de reconocer que a mas de todo eso que se ha dicho y que es muy bueno, se requière la Acciôn Catôlica. 2.—Es indudable que la genuina predicaciôn del Evangelio —y asi debe ser— es y sera siempre el me­ dio supreme de redenciôn cristiana. Fides ex auditu, la fe nace de la predicaciôn de la palabra de Dios (Rom. X.17). Pero si no se anuncia fuera de la iglesia, si no se publica en diversas formas, nunca ganaremos para la religion a los que —y son muchos— jamâs rodean el pulpito. Es verdad que los actos de c-ulto serân siempre uno de los primeros deberes del cristiano, y que son el pasto indispensable del apostolado; pero ellos solos jam,âs 11egarân a neutralizar los efectos, digamos, del cinematôgrafo, no llegarân a cristianizar la escuela, las instituçiones pùblicas, a defender los derechos de la Iglesia, de la conciencia cristiana. Y todo esto es indispensable para la restauraciôn cristiana de la sociedad, que es, como ya sabemos,. el fin propio de la Acciôn Catôlica. III. La Acciôn Catôlica es insustituible. Aunque algunos reconocen los danos causados por el laicismo y admiten que el celo dei clero no basta para la restauraciôn cristiàna, piensaji que la Acciôn Catôlica no es necesaria, porque creen que puede ser sustituida por otras asociaciones u obras catôlicas, que puede ser suplida por la acciôn del Estadb y de sus instituciones, siempre que se inspiren en los principios cristianos. 151 Vamos a demostrar que este modo de pensar es errôneo. No puede ser sustituida por otras asociaciones u obras catolicas. 1, —Hay muchas asociaciones y obras fundadas y dirigidas-por sacerdotes o por seglares, aprobadas y bendccidas por la Iglesia, que directa o indirectamente se proponen ejercer el apostolado, pero que no entran en el-marco de la Acciôn Catôlica. i'Qué? ^no podrân sustituirla? 2. —Respondents desde luego que no, aunque. la pueden- y deben coadyuvar en el cumplimiento de su mandato. La razôn' esta en la diferencia de fin y de forma. ( 1 ). Su or.ganizaciôn unitaria, su perfecta adhesion a la Jerarquia, su amplisimo programa la constituyen ins­ trumento singularmente apto para el apostolado, perfectamente acomodado a las necesidades de nuestros dias, y por lo mismo, insustituible. Asi lo ha dicho expresamente el Santo Padre. "La Acciôn Catôlica es la forma de apostolado que mejor corresponde a las necesidades de nuestro tiempo; lo he­ mos aprendido por experienda y por la prâctica diaria del amplisimo ministerio que ha tiempo venimos ejerciendo” (2). "La Acciôn Catôlica no solo es légitima y necesaria, sino insustituible” (3). il). Al liablar de las relaciones de la Acciôn Catôlica con las obras auxiliares, hablaremos de esta distinciôn; aqui sôlo apuntamos. Alli veremos poi· qué no puede la Ac­ ciôn Catôlica ser sustituida. poi- ellas. (2) . Carta al Episcopado Argentine.—Azpiazu, pâg. 355. (3) . Discurso a los dirigentes de A. C. en Roma. marzo 19 de 1931. 152 No podriamos esperar testimonio mâs ejcplicito y autorizado. Ni por el Estado. 1. —Algunos se explican la necesidad de la Acciôn Catôlica en un estado irreligioso, o cuando menos, arreligioso, agnôstico; pero no en el que reconoce.y favorece la religion, cuyas instituciones se informan en los principios religiosos, en uno que mediante esas institu­ ciones cuida de la instrucciôn y educaciôn religiosa de los ciudadanos, y en particular de la juventud. Pues ni aun en este tan raro cuan hermoso caso, ni aun cuando se tratara de un Estado perfectaments catôlico', dejaria de ser necesaria la Acciôn Catôlica, aun cuando cesaron algunos de los motives de su existencia. Algunos, no todos; algunos, y no por cierto los sustanciales; porque el. Estado y sus instituciones nunca podrân sustituir la Acciôn Catôlica. 2. -—La razôn es clarisima; la Iglesia y el Estado (y por lo mismo, el Estado y la Acciôn Catôlica) tienen fines distintos, distintos campos de actividad. Hablando Leon XIII en la Inmortale Dei de la autoridad eclesiâstica y civil, escribe: “Ambas a dos son supremas, cada una en su género; contiénense distintamente dentro de términos definidos, conforme a la naturaleza de cada cual y a su causa prôxima; de lo que resulta una como doble esfera de acciôn, donde se circunscriben sus peculiares derechos y sendas atribuciones”. Y un poco adelante explica cual es esa distinta esfera de acciôn: “Todo cuanto de cualquier modo tenga razôn de sagrado, todo lo que pertenece a la salvaciôn de las aimas y al culto de Dios, bien sea tal por su propia naturaleza, o bien s.e entienda sea asi en virtud de la causa a que se refiere, todo ello cae bajo el'dominio y arbitrio de la Iglesia; pero las demâs cosas que el régimen civil y politico, como tal, abraza y comprende, justo es que le estén sujetaS, puesto que Jesucristo man­ do expresamente que se dé al César lo que es del César 153 y a Dios lo que es de Dios’’ (. 1 ) . De donde se infiere que el Estado no es ni puede ser sustituto de la Iglesia o viceversa. Y como la Acciôn Catôlica. por ser participaciôn del apostolado de la Jerarquia, se mueve en la misma esfera que la Iglesia, con la cual le es comûn el fin, se sigue evidentemente que el Estado no es ni puede ser sustituto de la Acciôn Ca­ tôlica. Pero hay ademâs un hecho historico que demuestra palpablementc que aun cuando el Estado sèa catôlico, no puede sustituir y convertir en superflua la Ac­ ciôn Catôlica: y es que en Italia 12 manifesto por pri­ mera vez y err forma concreta justamente en los Estàdos Pontificios. (2). (1) . Azpiazu, pàgs. 213 y 214, (19) y (20). (2) . El Osservatoie Romano publicô el 4 de diciembre de 1926 un articulo titulado "“El porqué de la vida de la Ac­ ciôn Catôlica”, en el cual encontramos estas palabras bien claras: “Aunque la misiôn de la Iglesia y el Estado se ejercen acerca de los mismos sujetos —los hombres y la sociedad— se distinguer! y diferencian, porque el objeto esencial de la primera son los intereses espirituales de in­ dividuos y pueblos, el del segundo, los intereses mate­ riales. Por mariera que, aun cuando el Estado se adhiera de la mariera màs perfecta e intima a los principles catô­ licos. la misiôn de la Iglesia, tal cual le fue senalada por su divino Fundador, subsistera siempre integra.' siempre sera legitima y neCesaria, nunca podrâ ser sustituida por la actividad propia del poder civil. Suponiendo que voi­ lier»: el estado Carolingio, tal cual existiô en otro tiempo, tal citai aparece en el horizonte de la historia, tal cual lo evoca Dante, los derechos, deberes, responsabilidades y cargos de la sociedad religiosa, de la sociedad civil contiuuarian sin que fuera posible confundirlos, como existieron en uno y otro campo por voluntad de la Providencia. para bien de los hombres en el tiempo. y en la vida ultraterrena. Es claro por tanto que la Acciôn Catôlica, el aposto­ lado cristiano ejercido por los seglares, en participaciôn con la Iglesia, se mueve dentro dei campo de los intereses espirituales que han sido confiados al poder religioso; es elaro también que no puede ser un “anacronismo”, ni arrogarse lo que por derecho pertenece al Estado, o introducir 'duplicados” superfluos ÿ nocivos a las légitimas iniciativas de la sociedad civil y politica”. 154 Tampoco puede ser sustituida por las institutiones oficiales. 1. —El Estado no puede sustituir a-la Acciôn Ca­ tôlica ni aun ■_reando o manteniendo instituciones u obras oficiales que se dediquen a la education o instrucciôn re­ ligiosa, como escuelas, organizations juveniles, sindicatos u otras obras oficiales o cuasi oficiales. La razôn ya qv.eda dicha; esas obras, ciertamente buenas, tienen otro fin que no es el de la Acciôn Catôlica, puesto que se mueven en la esfera del Estado, muy distinta de la pro· pia de la Iglesia. Y -en efecto, la instrucciôn y asistencia religiosa no son formation al apostolado, no son apostolado, y mu­ cho menos, apostolado auxiliar de la Jerarquia, aposto­ lado universal, en todo lo cual, segùn ya vimos, esta la sustancia de la Acciôn Catôlica. ( 1 ). Ademâs tenemos que en cuanto a instrucciôn y education, el Estado puede y debe ayudar y complétai la acciôn de la familia y de la Iglesia; pero no suprirnirlas, eliminando las instituciones que de ellas proceden.(2). 2, -—El mismo Papa asegura expresamente que la Acciôn Catôlica no puede ser sustituida por las instituciories oficiales, en el disçurso que pronunciô ante los dirigentes de la Acciôn Catôlica en Roma, el 19 de abril de 1931, del cual tomamos las siguientes palabras: “En (1) . Cuando la Junta Central de la A. C. I. célébré su sesiôn el 18 de enero de 1926, viendo que comenzaban a fundarse obras educativas oficiales “con satisfacciôn tomô nota de que el poder publico tuviera en cuenta la àdmirable fuerza educadora que posee la religion catôlica”; pero àl mismo tiempo reconociô que “persistia la necesidad de que continuara la Acciôn Catôlica en su forma concreta desarrollando integro su programa, que no puede ser suplido ni realizado por ninguna otra obra, ya que se propo­ ne formai· un grupo escogido, un ejército de catôlicos “mi­ litantes”, a qui'enes emplea y adiestra en el apostolado re­ ligioso y social, para servicio de la Iglesia y bajo la direc­ ta dependenda de ella”; — Véase Bolletino Officiale deli’ Azione Cattolica Italiana, enero 15 de 1926, pâg. 10. (2) . Tal es la doctrina de la Iglesia. En la enciclica Divini 155 cualquier naciôn p sociedad catôlica y que se manifiestan taies aun en la direccïôn que dan a las actividades técnicas, industriales, comerciales, militares y escolares, no" puede, no debe faltar el elemento religioso, la asistencia religiosa; porqùe sin ese elemento, sin esè ingrediente, aun en minima dosis, la actividad humana, precisamente porqùe procede del hombre, séria pagana. Asi lo enseha la experiencia, la historia de todo el mundo. Que provea a ello quien tiene la obligaciôn; que provea comptes su deber, al menos en cûanto sea posible. Pero la. actividad de la Iglesia y là coopération que a ella apott.a la Action Catôlica no pueden limitarse a eso; no pueden limitarse a poner el elemento religioso en la medida minima para que la sociedad y'sus actividades no se paganicen; la actividad del Apostolado, del aposto­ lado de la Jerarquia y la coopération que a él presta la Action Catôlica tienden a realizar el programa completo del Coràzôn de Dios, a fundar, extender y confirmat el reino de Cristo en las aimas, la familia, la sociedad, en todas las expansiones, en todas. sus manifestationes, hasta lo mas profundo a donde puede llegar la activi­ dad humana, auxiliada por la gracia de Dios." i Puede séf este el programa de las iristituciones oficiales? Légitimidad de la Acciôn Cathlioa. 1.—El Estado en vez de intentar ponerse en lugar de la Acciôn Catôlica, por deber e interés ha de reconoMagistri que trata de la educaclôn eristiaha-des la juventud, escribe Pio XI: “En orden a la educacion, es derecho, o, por mejor decir, deber del Estado protéger con sus leyes cl derecho anterior de la familia, eri la educaçiôn cristiana de la proie; y, por consiguiente, respptar el derecho sôbrenatural de la Iglesia sobre-la educaciôn cristiana. . . Pertenece al Estado. . . promover de mùchas maneras la educ'aciôn e instrùcciôn de la juventud. Ante todo y directamente, favoreciendo y ayudando ala iniciativa y acciôn dé la Iglesia y de las familias. . . Luego, complementando esta obra, donde ella no alcanza o no basta, anti por medio die escuelas e instituciones propias”.—Azpiazu, pâgs. 389 y 390, (22). 156 ceria y favorecerla, como tiene el deber de reconocer v favorecer la misiôn de la Iglesia, para la cual la Acciôn Catôlica es medio legitimo y necesario. ( 1 ). Hemos dicho medio legitimo, porqùe la Iglesia fundada por Cristo como sociedad perfecta, tiene el de­ recho incontestable de elegir los medios que juzgue necesarios o ùtiles a la consecuciôn de su fin. Y de esto solo ella es juez competente, porqùe solo ella lo es acerca del fin y de los medios. Todo esto es bien claro. (2). Por otra parte, los ciudadanos catôlicos tienen también el derecho de ayudar a la Iglesia en su misiôn apostôlica, en la forma que la misma Iglesia créa oportuna. Este derecho corresponde a la obligaciôn del apostolado, de que ya hablamos. (3). Ademâs, como dijo el Santo Padre, "las aimas de cualquier condiciôn que sean tienen no solo necesidad y derecho a la ayuda del apostolado jerârquico, sino también al auxilio y coopération que da a ese aposto­ lado la Acciôn Catôlica” (4) . 2.—La Acciôn Catôlica es légitima en cuanto al fin y también en cuanto a la forma', pues de aquel di<1). Leon XII dijo en la Inmortale Dei: “El Estado no puede mirar la religiôn con esquivez y desdén, como inûtil y embarazosa. . . Honren, pues, los gobernautes como sagrado el santo nombre de Dios, y entre sus prinieros y mâs gratos deberes cuenten el de favorecer con benevolencia y el de amparar con eficacia a la religion, poniéndola bajo el resguardo y vigilante autoridad de la ley; ni den paso ni abran la puerta a instituciôn ni a decreto alguno que céda en su detrimento”.—Azpiazu, pâg. 210, (12). (2) . "La Iglesia —dice también Leôn XIII en la misma enciclica— es sociedad completa en su género y perfecta juridicamente, como que posee en si misma y por si propia, merced a la voluntad y gracia de su Fundador, todos los elementos y facultades necesarias a su integridad y acciôn”.— Azpiazu, pâg. 212, (17). (3) . Véase el cap. III. Obligaciôn del apostolado. (4) . Discurso a los dirigentes de Acciôn catôlica en Roma, abril 19 de 1931. 157 mana la legitimidad de esta, segùn ya demostramos. (1 ). A este proposito escribiô el Santo Padre en la encicli.ca Non abbiamo bisogno (junio 29 de 1931) : “Quienes conocen la vida actual y estân en contacto con ella saben que no hay iniciativa o actividad, desde las mâs espirituales y cientificas hasta las mâs materia­ les y mecânicas, que no necesiten de organization y de procéder organizadamente; cierto que una y otra cosa no se identifican con el fin de las distintas iniciativas y actividades, sino que son solo medios para conseguir mejor lo que cada una se propone.” Y si cualquiera organization es licita cuando se propone un ideal puramente humano, con tal que sea bueno, icon cuânta mayor razôn lo sera cuando busca realizar el mâs elevado de los fines, la gloria de Dios y la salvation de las aimas?' 3.—Agréguese que la Acciôn Catôlica tiene otros fines nobilisimos, que son beneficos para la sociedad civil. Es évidente, leemos en un documento pontificio notable, que “el fin supremo de la Action Catôlica,. el bien de las almas, encierra todo ideal noble; puesto que la profesiôn de catôlico impone la obligation de respetar toda autoridad legitima,- y por lo mismo es elemen­ to eficaz de orden y tranquilidad, de education moral y progreso social; de donde procede la preciosa coopé­ ration que no puede no prestar a la consecuciôn y sostenimiento de la verdadera paz; de aqui procede también el derecho de que en interés de la misma sociedad civil, sea reconocida y sostenida para desarrollar libremente su programa ’ (2). Por tanto, su fin y su forma son legitimos. Y pa­ ra conduit repetiremos estas palabras del Santo Padre (1). Véase en el cap. IV. Utilidad de la organizaciôn. ( 2 1. Carta al Secretario de Estado al présidente de la A. C. !.. ictubre 2 de 1923. 158 que son de valor absoluto: “La Acciôn Catôlica no solo es légitima y necesaria, sino insustituible” (1) . . (1) Discurso a los dirigentes de A. C. en Romà, abril 19 de 1931. El Concordato celebrado entre la S. Sede y el Gobierno Ita­ liano, el 11 de febrero de 1929, dice en el art. 43: “El Es­ tado Italiano reconoce la existentecia de las orgânizaciones que .dependen de la Acciôn Catôlica Italiana, siempre que, como lo ha dispuesto la S. Sede, desarrollen su actividad fuera de cualquier partido politico, bajo la inmediata de­ pendenda -de la Jerarquia eclesiâstica, para propagar y realizar los principios catôlicos”. También ha sido reconocida la .Acciôn Catôlica en los concordatos celebrados con Letonia y Lituania, Alemania y Austria. 159 SEGUNDA PARTE RELACIONES DE LA ACCION CATOLICA CAPITULO VI. La Acciôn Catôlica y la Jerarquia. Después de baber considerado la Acciôn Catôlica en si misma. en su naturaleza, fines y propiedades esenciales, tôcanos, aunque sea brevemente. como lo exige la indole de nuestrq tratado, estudiar sus relationes con otras entidades o actividades. Y es lo que vamos a La­ cer en los capitules siguientes. Comenzaremos por las relaciones que tiene con la Jerarquia eclesiâstica, porque son las mâs intimas y necesarias, como que de ellas le viene su verdadera fisonomia. en ellas esta su diferencia especifica. Pueden condensarse en una sola'palabra: subordi­ nation. 160 Ya de paso hemos dicho que la Acciôn Catôlica es auxiliar de la Jerarquia, y que como ta! le debe estar subordinada; pero como se trata de un concepto funda­ mental, conviene volver sobre él para aclararlo y profundizarlo. Para esto vamos a completar el concepto de Jerar­ quia esbozado ya en otro lugar(lj; luego demostraremos que la Acciôn Catôlica depende directamente de la Jerarquia; y por ùltimo veremos cuâles son las relaciones que hay entre ésta y los dirigentes seglares. I La Acciôn Catôlica depende de la Jerarquia, Las dos Jerarquias. 1.—Ya hemos visto que en la Iglesia hay clérigos y seglares o laicos. Clérigos son todos los que estân dedicados al servicio divino; pero no todos lo estân en el mismo grado; hay entre ellos verdadera jerarquia, por lo que unos estân subordinados a otros. (2 ). Hay dos jerarquias: la de orden. que consta de Obispos, sacerdotes y ministros o diâconos; y la de jitrisdicciôn, compuesta del Papa y los Obispos. Los grados de ambas que acabamos de enumerar son de instituciôn divina; pero la Iglesia con la facul tad que recibiô de Cristo ha introducido otros inferio res que implicitamente estân contenidos en los prece dentes. Ningùn poder jerârquico es conferido por el pue blo o la autoridad civil. La potestad de orden se comunica .por la ordenacion ; la de jurisdicciôn por nombra(1) . Cfr. caps. III y IV. (2) . Jerarquia se deriva de dos palabras griegas: arclié, poder y hierâ, sagrado; significa, pues poder sagrado, y en ri gbr sôlo puede aplicarse a la potestad de la Iglesia. 161 miento cc lônico. exceptuando el Pontificado sumo que se confiere por derecho divino, una vez que la election es legitima y ha sido aceptada. (3) · 2.—iQué autoridad tienen estas .dos Jerarquias: Hay que buscar la respuesta en el Evangelio mâs bien que en el Côdigo; pues Jesucristo fue quien confi­ rm a los Apôstoles varios poderes. ■ En primer lugar les diô el de santificar las aimas, mediante la administraciôn de los sacramentos, la distribuciôn de los divinos carismas, la celebration de los divinos misterios: “bautizad .en el nombre del Padre, del Hijo y del Espiritu Santo" (Mat. XVIII, 19, 20) ; "quedardn perdonados los pecados a aquellos a quienes los perdonareis" (Juan, XX, 23) ; “Haced esto en me­ moria mia" (Luc. XXII, 19 ). Todo esto constituye el poder de orden, el poder sagrado. el poder sobre el cuerpo real de Cristo. Pero los Apôstoles recibieron ademâs otros podetes; el de ensenar a los pueblos, gobernar la Iglesia: "instruid a todas las gentes... ensendndoles a guardar todo lo que os he mandado" (Mat. XXVIII, 19-20) ; “el que os escucha a vôsotros a mi me escucha; el que a vosotros desprecia a mi me desprecia" (Luc. X. 16) ; “todo lo que desatareis en* la tierra, serd desatado en el cielo” (Mat. XVIII, 18). Estas facultades constituyen el poder de jurisdicciôn, el poder sobre el cuerpo mistico de Jesucristo, la Iglesia. Taies son los poderes que recibieron los Apôsto­ les, y que pasaron a la Jerarquia, y solo a ella. Por eso se llaman jerdrquicos, constituyen el apostolado jerdrquico. ( 1 ) . . (3) Estos conceptos estân tornados de los cânones 108 y 109 del Côdigo de Derecho Canônico. (1). Véase el cap. III. El apostolado auxiliar. Gonsûltese sobre la Jerarquia a Wernz-Vidal, Ius canoni­ cum, Tom. II. titulus praevius, cap. I.; A. Ottaviani, Insti­ tutiones iuris publici ecclesistici, vol. I. sect. 117“ 162 El Papa, los Obispos, los Pàrrocos. 1. —Ya se ve por 10 dicho que la Acciôn Catôlica depende de la Jerarquia de jurisdicciôn, pues en ella reside cl gobierno de la Iglesia. Ya indicamos en. otro lugar que esta çompuesta del Papa y los Obispos; y por ■lo mismo, de ellos y solo de ellos depende esencialmente la Acciôn Catôlica. Pero el Côdigo de Derecho Canonico nota que jpor institution de la Iglesia se han agregado otros grados (can. 108) ; y entre ellos estâp los pàrrocos. 2. —Cierto que los pàrrocos no tienen jurisdicciôn propiamente dicha en el fuero externo; pero también es verdad que la Iglesia les ha comunicado determinados poderes, y en virtud del oficio que les confiere el Obispo, tienen él derecho y el deber de ejercer el ministerio, el apostolado, en el cual entra la Acciôn Catôlica. También es cierto que los documentes pontificios atribuyen expresamente a los pàrrocos el tener la alta direcciôn de la Acciôn Catôlica en su propia parroquia. Vaya por todos el texto siguiente: "Las distintas organizaciones catôlicas deben tener en la Jerarquia eclésiâstica su centro de disciplina. Por eso los Consejos parroquiales, las Juntas diocesanas, ia Junta Central funcionan bajo la dependencia de la Autoridad eclesiâstica.” (1)'. Y los estatutos de la A. C. I. aprobados por la S. Sede dicen (art. 5.) que el Consejo parroquial, ôrgano promoter y coordinador de la Acciôn Catôlica general de la parroquia, funciona baio la alta direction del pàrroco” Ya hemos visto que los ôrganos directores de la Acciôn Catôlica residen en el centro de la naciôn, de la diôcesis, de la parroquia. y que dependen respectivamente del Papa, del Obispo, del pârroco. Por consiguiente, por lo que ve a la Acciôn Catôlica, la jerarquia (1). Carta dei Secretario de Estado al présidente de la A. C I., oetubre 2 de 192° tfi de jurisdiction se compone del Papa, los Obtspos. y en cierto sentido también, de los parrocos. ( 1 ). Todo apostolado depende de la Jerarquia. 1. —De que los poderes de los Apôstoles pasaron a la Jerarquia, se siguen estas dos consecuencias: a) Los seglares por alto que sea el puesto que ocupen en la sociedad civil, no tienen de suyo ninguna potestad en la Iglesia, sea de orden o de jurisdiccion. Pertenecen a la Iglesia discens et obediens a la iglesia dis­ cente. b) Los seglares que en cualquier forma o por cualquier titulo propagan la doctrina cristiana, y ejercen pùblicamente el apostolado, o combaten por la religion deben ser autorizados por la Jerarquia, y precisamente por la de jurisdiccion; en todo han de estar sometidos a ella. 2. —Hablando Leon XIII en la Sapientiae Chris­ tianae de los principales deberes del ciudadano catôlico, escribe a este proposito: “La Iglesia no solo es sociedad perfecta y superior con mucho a cualquiera otra, sino que su Fundador mismo la instituyô de tal manera, que para îuchar por la salvaciôn del género humano es “ut castrorum acies ordinata' (Cant. VI. 9), como ejército en orden de batalla. "Tal organizaciôn y forma no pueden cam.biarse; ni es licito a cualquiera procéder a su talante, y seguir en el combate la tdctica que le plazca, porque qtûen no recoge con Cristo y su Iglesia, desparrama; quien no combate con Cristo y la Iglesia. combate contra Dios’’ (2). (1) . Véase el cap. IV.—Organizaciôn de la A. O.—Acerca del poder de los pârrocos escribe Wernz: “Potestas paro­ chorum, licet vera perfectaque iurisdictio fori externi non sit, tamen est potestas quiedam oeconomica, vel domestica in parochiam ut societatem imperfectam, quoe praeter iurisdictiomen fori poenitentialis, adininistrationem quique vere externam habet adnexam”.— O. C. T. II., tit. VIII. c. IX. (2) . Son palabras de Cristo: “Quien no esta conmigo esta contra mi; quien no recoge conmigo desparrama” (Luc. XI, 23). Cristo. Luego quien no esta con la Iglesia esta contra 164 Y un poco celante, después de reprobar la prudencia de la carne de aquellqs.catôlicos que se niegan a luchàr por Cristo y la Iglesia, continua: “Por el con­ trario, ho pocos, llevados de falso celo, y lo que es peor, de malos intentos, se ârrogan poderes que no les com­ petes Pretenden que la Iglesia someta su conducta a sus ideas y voluntad. Esto es prévenir, no seguir la autoridad légitima; es ttasladar a los particulares el oficio de los Pastores, trastornando gravemente el ordén que Dios establetiô en la Iglesia g que nadie puede violar... Obran perfectamente bien quienes no esquivan la lucha en caso de que sea nècesaria...; pero que en el fragor de la pelea consëroan con èstudio y diligenda la debida sumisiôn” 3.—Tan amplias y expresas palabras confirman el orden lôgico establecido pqr el Redentor en la Igle­ sia: todo apostolado pùblico, de cualquiér forma que sea, depende de la Jerarquia de jurisdiccion. Tal depen­ dentia es condiciôn de validez. El apôstol que trabaja sepaftdo^e los legitimos représentantes de Cristo oirâ de là boca de éste aquellas terribles palabras: nescto-vos, no os cortozco. (Mat. XXV, 12). La Acciôn Catôlica depende de modo especial. 1.—Si todo apostolado depende; de la Jerarquia, con mucha mayor razôn el que ejerce la Acciôn Catô­ lica, puesto que por su naturaleza es aoostolado auxiliar, oficial Supuesto que la Acciôn Catôlica es participation, colaboraciôn en el apostolado de la Jerarquia; supuesto que quien participa debe estar unido y aun sometido al principio participante y el colaborador al agente princi­ pal, no puede no depender de la Jerarquia. Esto es évi­ dente·. Pio XI decia acerca de esto: "La Action Catôlica es participation, luego es union con el episcopado, con el sacerdotio; luego no es action desligada. arbitraria, 165 de jurisdiction se compone del Papa, los Obispos. y en cierto sentido también, de los parrocos. ( 1 ). Todo apostolado depende de la Jerarquia. 1. —De que los poderes de los Apôstoles pasaron a la Jerarquia, se siguen estas dos consecuencias : a) Los seglares por alto que sea el puesto que ocupen en la sociedad civil, no tienen de suyo ninguna potestad en la Iglesia, sea de orden o de jurisdicciôn. Pertenecen a la Iglesia discens et obediens a la iglesia dis­ cente. b) Los seglares que en cualquier forma o por cualquier titulo propagan la doctrina cristiana, y ejercen pùblicamente el apostolado, o combaten por la religion deben ser autorizados por la Jerarquia, y precisamente por la de jurisdicciôn; en todo ban de estar sometidos a ella. 2. —Hablando Leon XIII en la Sapientiae Chris tianae de los principales deberes del ciudadano catôlico, escribe a este proposito: “La Iglesia no solo es sociedad perfecta y superior con mucho a cualquiera otra, sino que su Fundador mismo la instituyô de tal manera, que para luchar por la salvaciôn dei género humano es “ut castrorum acies ordinata' (Cant. VI. 9j. como ejército en orden de batalla. “Tal organizaciôn y forma no pueden cambiarse; ni es licito a cualquiera procéder a su talante, y seguir en el combate la tâctica que le plazca, porque qtden no recoge con Cristo y su Iglesia, desparrama; quien no combate con Cristo y la Iglesia. combate contra Dios' (2). (1) . Vease el cap. IV.—Organizaciôn de la A. C.—Acerca del poder de los pârrocos escribe Wemz: “Potestas paro­ chorum, licet vera perfectaque iurisdictio fori externi non sit, tamen est potestas quiedam oeconomica, vel domestica in parochiam ut societatem imperfectam, quoe praeter iurisdictiomen fori poenitentialis, administrationem quique vere externam habet adnexam”.— O. C. T. II., tit. VIII. c. IX. (2) . Son palabras de Cristo: “Quien no esta conmigo esta contra mi; quien no recoge conmigo desparrama” (Luc. XI, 23). Cristo. Luego quien no estâ con la Iglesia esta contra 164 Y un poco celante, después de reprobar la pradencia de la carne de aquellos.catôlicos que se niegan a luchàr por Cristo y la Iglesia, continûa:. “Por el con­ trario, ho pocos, llevados de falso celo, y lo que es peor, de malos intentos, se arrogan poderes que no les competen. Pretenden que la Iglesia someta su conducta a sus ideas y voluntad. Esto es prévenir, no seguir la au­ toridad legitima; es trgsladar a los particulares el oficio de los Pastores, trastornando gravemente el ordén que Dios ëstabletiô en la Iglesia g que nadie puede violar... Obran perfectarfiente bien quienes no esqttivan la lucha en caso de que sea nècesaria... ; pero que en el fragor de la pelea consërvan con èstudio y diligentia la debida sumisiôn” 3.—Tan amplias y expresas palabras confirman el orden lôgico establecido ppr el Redentor en la Igle­ sia: todo apostolado pùblico, de cualquiêr forma que sea, depende de la Jerarquia de jurisdicciôn. Tai depen­ dentia es condiciôn de validez. El apôstol que trabaja sepaftdô^e los legitimos représentantes de Cristo oira de là boca de éste aquellas terribles palabras: nescto-vos, no os cortozco. (Mat. XXV, 12). La Acciôn Catôlica depende de modo especial. 1.—£i todo apostolado depende; de la Jerarquia, con mucha mayor razôn el que ejerce la Acciôn Catô­ lica, puesto que por su naturaleza es aoostolado auxiliar, oficial Supuesto que la Acciôn Catôlica es participation, colaboraciôn en el apostolado de la Jerarquia; supuesto que quien participa debe estar unido y aun sometido al principio participante y el colaborador al agente princi­ pal, no puede no depender de la Jerarquia. Esto es évi­ dente·. Pio XI decia acerca de esto: ‘‘La Action Catôlica es participation, luego es union con el episcopado, con el sacerdotio; luego no es action desligada. arbitraria, 166 sino que debe apoyarse, girar en torno, subordinate a la acciôn principal de los Obispos y sacerdotes” (1). 2.—Pero la Acciôn Catôlica a mâs de ser aposto­ lado auxiliar es apostolado oficial. Quienes en ella militan son colaboradores y aun mandatarios de la Jerar­ quia; çfuienes la dirigen son delegados de ella. Y de aqui una razôn especial de tal dependencia; puesto que no puede concebirse que el mandatario no esté a plena disposiciôn del mandante, como el instru­ mento en manos del artista. (2). Es, pues, évidente que la Acciôn Catôlica, mâs que cualquier otro apostolado ejercido por seglares, debe depender de la Jerarquia eclesiâstica, y que sin tal de­ pendencia, seria un contrasentido, un absurdo practico. Textos pontificios. 1.—Esta relaciôn de dependencia ha sido expuesta en muchos documentes pontificios. Desde Pio IX, el primero que se ocupô de Acciôn Catôlica, hasta Pio XI, todos los Papas que de algùn modo la promovieron o alentaron^ le dieron normas disciplinares y se reservaron la alta direcciôn. Pio IX en el memorable Breve del .2 de mayo de 1868 reconociô y bendijo la primera organizaciôn na­ tional, la Sociedad de la Juventud Catôlica Italiana; (1) . Discurso a las asociaciones de Acciôn Catôlica de la parroquia de S. Carlos ai Catinari en Roma, mayo 5 de 1932. (2). Alguien ha escrito que la Acciôn Catôlica es causa instrumental del apostolado de la Jerarquia. No hay inconveniente en admitirlo, siempre que se tenga présente que se trata de instrumento inteligente y libre, y que por lo mismo debe emplearsë conforme a su naturaleza. Ya lo veremos. aprobô los estatutos y declarô que estaba al servicio de la Iglesia, que dependia de ella. (1). Leon XIII en la Graves de communi, publicada en 1901, cuando cierta facciôn de la democracia cristiana amenazaba romper el vinculo de sujeciôn a la autoridad religiosa, copsignô estas expresivas palabras: “No se olviden los individuos y sociedades, al poner en practica cualquier proyecto, de la plena obediencia que deben a la autoridad de los Obispos” (2). Pio X en II ferma proposito que saliô a luz cuan­ do la intentona separatista de los jôvenes demôcratas se habia consumado, insiste en la obligaciôn de someterse a la autoridad de la Iglesia: “Las obras que se han instituido principalmente para restaurât y promover en Cristo la verdadera civilization cristiana, y que constituyen la Acciôn Catôlica, no pueden concebirse en ninguna manera independientes del consejo y la alta direc­ tion de la Autoridad eclesiâstica” (3). 3.—-El Papa reinante ha insistido frecuente y claramente sobre esto. Pongamos solo algunos textos. “De la naturaleza y fin de la Action Catôlica se sigue que ha de obedecer y adherirse perfectamente a la Jerarquia catôlica, que solo de ella puede recibir ôrdenes y normas directivas” (4) . (1) . Bajo el pontificado de Pio IX, eu 187 4, tuvieron los catôlicos italianos su primer congreso en Venecia. Antes de abrir los trabajos. hicieron una declaraciôn de prinbipios çue fue un acto de completa sumisiôn a la Sede Apostôlica. Comienza con estas vibrantes palabras: “El Catolicismo es la doctrina que ensena el Sumo Pontifice, sucesor de S. Pedro, Obispo de Roma, Vicario de Cristov doctor infalible de la fe y de la moral. . . El congreso somete sus deliberaciones a juicio dei Sumo Pontifice”. De aquf naciô y a partir de él comenzé a progresai’ la Obra Nacionaî de los Congresos y Comités Catôlicos, la primera que recogiô y eoordinô todas las fuerzas catôlicas. Se puso también bajo la dependencia dei Sumo Pontifice, quien aprobô los estatutos y nombrô el primer présidente. (2) . Azpiazu, pâg. 78, (22). (3) . Ibidem, pâg. 288, (16). (4) . Carta del Secretario de Estado al Primado de Polo­ nia, abril 10 de 1929. “Toda la Acciôn Catôlica debe estât en intima relaciôn de subordination a la Jerarquia; subordination que debe manifestarse .en el respeto y obediencia filial a los Obispos y al Papa y mediante ellos, a Jesucristo; porque en esos très elementos, Iqs Obispos, el Papa, Je­ sucristo estd la estructura jerârquica, la magnifica soliy dez de la Iglesia' ( 1 ). Y recomendando a las asociaciones de. Acciôn Ca­ tôlica la obediencia. a los Obispos, recuerda frecugnte mente la fàmosa frase de S. Ignacio Mârtir: “nil sine Episcopo, nada sin el Obispo”, agregando: ‘‘palabras notables que deben sér divisa de la Acciôn Catôlica. (2* II. Dependenda directa e indirecta Hasta aqui hemos demostrado que la Acciôn Ca tôlica depende de la autoridad jerârquica de la Iglesia, pero puede depender directa o indirectamente ; depende directamente, y en esto se distingue de otras organizaciones y obras catôlicas que solo dependen indirecta­ mente. Eso es lo que vamos a demostrar; péro antes re: cordaremos la doctrina acerca de la misiôn de la Iglesia y expondremos el concepto de dependencia directa e in­ directa. Dos misiones de la Iglesia. 1.—Ya hemos citado las palabras de Pio X en la Il fermo proposito sobre que la Acciôn Catôlica no excluye ninguna actividad que ‘‘de cualquier modo, directa il). Discurso a los asistentes eclesiàsticos de la Juventud Catôlica Italiana, septiembre 14 de 1925. < 2 ). Discurso a los delegados de Estudiantes y Aspirantes de la Juventud Catôlica, noviembre 3 de 1929. 166 e indirectamente pertenezca a la misiôn divina de la Iglesia” (V). Hay, pues, actividades que pertenecen directamente a la misiôn de la Iglesia, y otras que solo le pertenecen indirectamente. Lo cual es decir que la Iglesia tiene dos misiones, la directa y la indirecta. En la misma enciclica se determina el campo de una y otra. He aqui las palabras del Papa: “Demâs de estos bienes (los sobrenaturales), muchos hay que ataiien al orden natural, a que no va ordenada la Iglesia de suyo, pero que se derivan de su instituto como por natural consecuencia”. Y un poco adelante: ‘‘es necesario restaurât todo en Cristo no solo cuanto corresponde con propiedad al divino cargo de la Iglesia, que es guiar a las aimas a Dios, mas también cuanto dei divino cargo se deriva, que es la civilization cristiana en el agregado de todos los elementos y en cada uno de los que la constituyen” (2). 2.—Corresponden a la misiôn directa las activida­ des todas que son propiamente religiosas, aquellas cuyo fin inmediato es de orden sobrenatural, como el culto divino, la santificaciôn de las aimas, la propagation de la verdad revelada, el ejercicio de las virtudes cristianas, etc. Corresponden a la indirecta todas aquellas activi­ dades cuyo fin inmediato es de orden natural, pero que evidentemente estân relacionadas con la religion y la moral. Asi, la Iglesia tiene el derecho y el deber de ocuparse de las ciencias, literatura, arte, politica, economia y de todos los elementos de la vida social. Este derecho proviene del poder indirecto; poder no sobre las cosas temporales en cuanto tales, sino en (1) . Véase el cap. III. Apostolado universal. (2) . Azpiazu, pâgs. 279 y 280, (4-5). 16» cuanto estdn ligadas con el or den espiritual y sobrena­ tural. ( 1 ). 3,—La Acciôn Catôlica, por los mismos motivos y en la misma medida, participa de una y otra misiôn de la Iglesia. Ella, como la Iglesia. no toca en el objeto mate­ rial sino el aspecto espiritual; que puesto que el hom­ bre esta compuesto de materia y espiritu, en muchas co­ sas hay uno y otro elemento, y por eso se llaman rriixtas. La Acciôn Catôlica, como la Iglesia, no entra en el dominio de las cosas puramente temporales. Contamos en este punto con la expresa enseüanza de Pio XI: "‘La Acciôn Catôlica tiene un modo enteramente propio de procéder. No hay campo donde no pueda tener puesto. pero bajo la guia y ôrdenes inmediatas de la Jerarquia. Pero es claro que no puede pedirse a la Jerarquia la educaciôn técnica, la funciôn me­ conica y financiera de los diversos elementos de que se compone el conjunto de relaciones que hay en la socie­ dad” (2). Y en otra parte: "La Acciôn Catôlica no esta destinada a fines materiales y terrenos... Si por la indis­ pensable conexiôn que hay entre las cosas, a veces se ve obligada a descender al terreno econômico y social, bcupândose aun de asuntos politicos, no lo hace sino en vista de los intereses sobrenaturales, de la elevaciôn mo­ ral y religiosa de individuos y pueblos” (3) . (1). Eu'el lenguaje canônico se llaman cosas puramente temporales las que no tienen ninguna relaciôn con el fin espiritual y sobrenatural del hombre. Sobre ellas, la Igle­ sia no tiene jurisdicciôn directa ni indirecta, por ser su fin de orden sobrenatural.—Cfr. F. Capello, Summa luris pu­ blici ecclesiastici lib. II, cap. III. art. III. 12 ). Discurso a los dirigpntes de Acciôn Catôlica en Ro­ ma, abril 19 de 1931. . (3) Carta al Secretario de Estado a los Ordinarios de Italia, octubre 2 de 1922. Desarrollaremos ampliamente esta idea en los capitulos VIII y X, en los cuales trataremos de las relaciones de la Acciôn Catôlica con la politica y las actividades econômicosociales. 170 Dependenda indirecta, I.—Puede haber, y de hecbo hay asociaciones y obras cuyo fin inmediato es de orden temporal, pero que esta enlazado con el espiritual y subordinado a fines superiores: como, por ejemplo, las asociaciones de carâcter cientifico, literario, artistico. econômico, profesional y otras. Todas pueden guiarse por los principios cristianos y proponerse el cristianizar. ;Qué clase de relaciones tienen con la autoridad de la Iglesia? Encontramos la respuesta en los documentes pon­ tificios. Dice Pio X en II fermo proposito: “Todas las obras derechamente enderezadas al auxilio del ministerio espiritual y pastoral de la Iglesia, y encaminadas a un fin religioso en bien directo de las aimas, deben estar del todo subordinadas a la autoridad de la Iglesia, y por consiguiente, a la autoridad de los Obispos, puestos por el Espiritu Santo para régir la Iglesia de Dios, en las diôcesis que les estân deputadas. Pero aun las demâs obras... no pueden concebirse, en ninguna manera, independientes del consejo y alta direction de la Autori­ dad eclesiâstica, en especial por cuanto se han de confor­ mât con los principios de la doctrina y moral cristiana : menos posible es concebirlas opuestas mâs o menos claramente a la dicha autoridad. Ciertamente, semejantes obras, puesta su condiciôn. hart de procéder con la con­ veniente, razonable libertad. pues sobre ellas recae la responsabilidad de la acciôn. principalmente en mate­ rias temporales y econômic'as. administrativas o politi­ cas, extrarias al ministerio puramente espiritual. ' Mas como los catôlicos por levantar la bandera de la Iglesia. levantan la bandera de Cristo, es conveniente que de manos de la Iglesia la reciban. que la Iglesia vele mi­ rando por su intachable honor, y que a esta maternai vigilancia se sujeten los catôlicos. a par de hijos dociles y amorosos” (1 ). (1). Azpiazu, pâg. 288. (16). 171 2.—De estas palabras'se sigue: a) que las organi­ zaciones y obras que derechamente acuden a auxiliar el ministerio pastoral (puesto que su fin inmediato es de orden sobrenatural)·, dependen directamente de la Igle­ sia: b) que las organizaciones y obras que solo indirectamente auxilian el ministerio pastoral (porque su fin inmediato es de orden natural ), dependen indirectamente de la Iglesia. ( 1 '). Ahora ya podemos, tornando por guia los documentos pontificios, définir los caractères de ambos mo­ dos de pender de la Autoridad eclesiâstica. Naturaleza de ambas dependentias. 1. —Dependen las organizaciones directamente, cuando despliegan su acciôn bajo la responsabilidad de la Autoridad eclesiâstica; cuando ella indica los medios remotos y generales, los proximos y especiales (que son de orden espiritual '), révisa y aprueba sus dispositiones; vigila la actividad mediante sus représentantes (los'asistentes eclesiâsticos) : y directa o indirectamente nombra los directores supremos. En este caso la autoridad de la Iglesia abarca toda la actividad de la organizaciôn. 2. —Por el contrario, una organizaciôn depende in­ directamente. cuando despliega su actividad bajo la responsabtlidad de los propios directores. En este caso la Autoridad eclesiâstica no seriala el fin inmediato o especial (que es de orden material), no ratifica los estatutos y acuerdos, no interviene en el nombramiento de directores, no vigila la actividad por medio de représentantes especiales. La organizaciôn esta sujeta a la Iglesia solo en la parte moral de su programa, que como tal es de su competencia. Asi que la Autori­ dad religiosa no se extiende a todas las actïvidades de la organizaciôn. sino solo a aquellàs que se relacionan con (1). Ya hablaremos eu los capitulos VIII y X de las relaciones que tienen estas organizaciones y obras con la Ac­ ciôn Catôlica; ahora no consideramos sino las relaciones que tienen con la autoridad eclesiâstica. 172 su fin espiritual, es decir, en la parte religiosa y moral. 3.—Estân sujetas directamente a la Jerarquia ecle­ siâstica todas las organizaciones y obras que forman la Acciôn Catôlica oficial o en sentido estricto. ( 1 ). Las que solo estân sujetas indirectamente pueden considerarse como Acciôn Catôlica en sentido lato. (2). Toca a la Jerarquia decidir que organizaciones u obras dependen de ella directa o indirectamente; pues solo ella puede juzgar competentemente acerca del fin. (3) . Los Papas defienden el poder indirecto. 1. —Esa sujeciôn indirecta de las organizaciones, obras y aun de las actividades individuales, como hemos visto, se deriva del poder indirecto que tiene la Iglesia sobre las cosas temporales.. Los teôlogos demuestran que existe con argumentes irrécusables; pero lo niegan obstinadamente todos aquellos que ansian gozar de liber­ tad ilimitada de acciôn y de absoluta independencia res­ pecto de la Iglesia. Los Papas, particularmente los mâs cercanos a nuestros tiempos, que han tenido que luchar con los errores y ataques del liberalismo laico, han defendido unânimemente esa potestad indirecta, sobre todo en el orden econômico y politico, en los cuales la negaciôn ha sido mâs patente. 2. —Pio IX condenô en el Silabo la siguiente pro­ position (24 ) : “La Iglesia carece de poder coercitivo y l>re la ayuda que mutuamente deben prestàrse, véase el mreo librito del P. Chautard, El aima de todo apostolado. uya lectura nunca se recomendarâ suficientemente. ,21. S. Gregorio Magno, Regia pastoral, parte II. c. 7. 210 CAPITULO VIII. La Acciôn Catôlica y la politica. Veamos ahora cuâles son las relaciones que hay entre la Acciôn Catôlica y la politica, entendiendo esta palabra por todo lo que se refiere a la vida pùblica de cualquier naciôn. El asunto es interesante, por la im­ portanda que .tiene la politica en la vida individual y colectiva, aun en lo que ve a la religion. El procedimiento que vamos a seguir es muy sencillo. Supuesto que la Acciôn Catôlica es participaciôn en el apostolado jerarquico, estudiaremos primero las relaciones que bay entre la Jerarquia y la politica, es decir, cual es el poder e ingerenda que tiene la Iglesia en materias politicas. Con esto ya sera muy fâcil determi­ nat la posiciôn de la Acciôn Catôlica para con los partidos y la politica misma. La parte sigue al todo; por 211 consiguiente, la Acciôn Catôlica en politica llegarâ has­ ta donde llega la Iglesia; ni mâs alla·ni mâs acâ. Las relaciones de la religion con la politica nos indicarân cuâl debe ser la conducta de los catôlicos en el terreno politico. Tal es la estructura y partes del présente capitulo. I. Poder de la Iglesia en materia politica. Ya hemos hablado del poder indirecto que la Igle­ sia tiene en las cosas temporales, enlazadas con las espirituales. Entre ellas, la politica ocupa un puesto prin­ cipal. Y como muchos no quieren reconocer ese poder, conviene que nos detengamos a examinât y refutar sus argumentes; siendo reconocido, fâcil serâ entender las relaciones que la Iglesia tiene con los partidos politicos. La teoria liberal. El liberalismo niega la autoridad de la Iglesia en asuntos politicos, porque de un tajo separa a la politica de la moral y de la religion, profesando lo que se llama amoralisino politico. Segùn tal teoria, las actiyidades humanas en el te­ rreno politico no estân sujetas a ningùn principio ético. Las leyes politicas, dice, no son morales ni inmorales, sino amorales, porque se deducen lôgica e inflexiblemente de un principio superior a la voluntad del hom­ bre. la utilidad. Por tanto, la religion debe ser relegada a la misteriosa penumbra del templo, mientras que Ia politica, libre de los cepos de doctrinas metafisicas y religiosas, campea.en las soleadas llanuras de la vida pùblica. Ya puede la Iglesia legislar y sentenciar en asuntos religio212 sos y morales, pero no debe ingerirse en los manejos politicos. Si tai' hac?, sale de sus atribuciones. ( 1 ). · —En el fondo de la teoria liberal y de los auto2. nomistas hay un equivoco, que consiste en confundit los conceptos de separation y distinction. También nosotros admitimos que hay distinctôn (falta de identidad) entre la religion y la politica; puesto que cada una tiene naturaleza y fines propios. Por esto, la Iglesia y el Estado, dentro de sus propias atribuciones, son y deben ser soberanos e independientes. Pero no podemos admitir la separation, cosa muy diferente. Pues consiste, no en la falta de identidad sino en la carentia de unidad, fisica o moral, en la absoluta independencia reciproca, en la falta de todo contacto y relation.. (2). Puede haber, y de hecho hay cosas que se distinguen, y no por eso estân separadas. Ahi estân, por ejem(1) ’, “Dejamos .-—ha dicho un politico famoso— a los Pa­ pas la cijidad de Dios, pero no permitiremos que salgan de àlli. — (Raimundo Poincaré, présidente del gobierno francés, en el discurso pronunciado en la Câmara el 16 de julib de 19 23). La ciudad de Dios para todo liberal es el tem­ plo, las actividadeS puramente religiosas. Algunos catôlicos, denominados autonomes, capitaneados por D. Rômulo Murri a prlncipios de este siglo, pensaban casi del mismo modo. Pretendian que el Papa y la Je­ rarquia solo han de ocuparse de asuntos puramente reli­ giosos, y- no de cuestiones politicas o econômico-sociales. Cualquier grupo de ciudadanos —-escribia Murri en su Revista de ctilturà-— es libre de organizarse con fines econômicos, juridicos o politicos, sin que la Autoridad eclesiâs­ tica tenga que inmiscuirse para uada”. Es uno de los errores del modernisme social. Simultânéamente se iba formando en Francia otra corriente autonomista. Estaba representada por la amplia organizaciôn juvenil, llamada Le Sillon, fundada por Marcos Sangnier. Es sabido que fue condenada por Pio X. Su ardiente fundador, y defensor no siguiô los pasos de- Murri, quien se rebelô contra la Iglesia. (2) . He aqui lo que a este proposito escribiô Leôn XII en la Sapientiae Christianae: “Tanto la Iglesia como el Estado son soberanos; en lo que es propio ninguno obedece al otro. Pero de aqui no se signe que haii de andar separados, ni mucho menos que hayan de hostilizarse”. 213 pio, el cuerpo y cl alma del hombre; son elementos dis­ tintos. de naturaleza diversa y aun contraria (uno ma­ terial y la otra espiritual) ; jpero por eso viven separados?. De ningùn modo; separarlos es causar la muerte. Y viniendo a nuestro caso, para afirmar que entre la religion y la politica hay separaciôn, es necesario demostrar antes que no hay entre ellas relaciôn alguna, ningùn contacto, ninguna interferencia. como ahora suele decirse. Y eso es precisamente lo que los liberales no han demostrado ni demostrarân nunca. La religion, particularmente en su parte moral, tiene con la politica relaciones que no pueden suprimirse ( 1 ) . Hablamos de la politica en sentido absoluto porque... hay politica y politica. Vamos a verlo. Una distinciôn fundamental. 1.—La palabra "politica" es equivoca, como pocas; tiene muchos significados. Antes de hablar y de senalar las relaciones que tiene con la religion, hay que déterminai· claramente su significaciôn. (2). Politica" (del griego, polis, ciudad, pueblo) sig nifica en abstracto el arte de gobernar un pueblo; en concreto, el acto mismo de gobierno. En sentido mâs amplio se puede llamar politica el conjunto de actos que se rtfieren a lu vida publica de una nation. En este senïido styun vçremos, es un derecho y un deber. <11. ba religion no es solamente un conjunto armonioso de dogmas, ni el ritual que regula los actos del culto; sino también côdigo de moral que ensefia los deberes para con Dios y para con nuestros semejantes. En este aspecto es doude particularmente entra en contacto con la politica. Cfr. V. Cathrein, Filosofïa moral, vol. II, cap. 4; so­ bre el libéralisme, A. Ottaviani, Institutiones iuris publici ecclesiastici, vol. II. tit. II. . (3) Antes de discutir hay que determinar bien el signiïicado de las palabras; por eso los antiguos filôsofos comienzan siempre por el status quaestionis. De otro modo la discusidn se convierte en batallas verbales, eu que se pierde el timno. Encierra una gran verdad el 'antiguo adagio: pro­ prietas verborum, veritas rerum; In propiedad en las pala­ bas lleva a la verdad de las cosas. 214 Mas como quiera que se tome la palabra, su obje­ to es muy extenso y complejo, es capaz de muchas y di­ versas divisiones segun el punto de vista que se adopte. Asi. hay politica interior y exterior, legislative y ejecutiva. politica eclesiâstica, escolar, agraria, tributaria, ett. Aqui consideramos la politica solamente en sus re­ laciones con la religion: y en este aspecto hay dos clases. Hay, en efecto. una clase de politica que nada tiene que ver con la religion y la moral: es la que puede 11amarse tecnica, politica en sentido estricto. Es évidente que la Iglesia no se ocupa para nada de esta; siempre esta fuera de ella y sobre ella. Pero hay otra. que envuelve principios éticos, que toca los intereses religiosos, que podriamos llamar un capitulo moral, que. segùn frase de Pio XI, 'toca el altar" (1). Esta claramente cae bajo la competencia de la Iglesia. Esta distinciôn es de importanda fundamental. No ha sido fabricada a capricho ni por comodidad dia­ lectica; se funda en la realidad. No se necesita ser muy agudo para verla. ■ Al alcance de cualquiera esta que en el vasto cam­ po politico hay sectores en que se despliegan actividades puramente técnicas. en que se tratan cuestiones que por si mismas no ataiien a los principios morales ni a los in­ tereses religiosos. En la câmara -—vaya un ejemplo— se puede discutir hasta el fastidio sobre proteccionismo o libre cambio, sobre el me.ioramiento de tierras. repoblaciôn forestal. sobre tratados de paz y amistad internacional, sobre sistemas electorates y formas de gobier. no, sin que la religion catôlica imponga a los legisladores en nombre de la fe y de la moral, actitud alguna determinada. Son cuestiones que no estân directa y necesariamentc relacionadas con las normas éticas, y que cada quien puede resolver del modo que crea mejor para el bien publico. (1). Discurso a la peregrinaciôn internacional de Juven­ tud Catôlica, septierchre 20 de 1925 215 Hcmos dicho que no se relacionan directa y necesariamente : porque aun en cuestiones puramente técnicas, per accidens, por razones contingentes, puede entrar la moral. Vaya también un ejemplo. Levantar un editicio es ciertamente obra técnica, que debe regirse por las leyes de la construction. Pero si ese edificio se dedica a un fin ilicito, a la prostituciôn, al juego de azar, a un culto herético, el moralista debe juzgar y emitir su fallo sobre la licitud de la empresa. Del mismo modo, cualquier forma de gobierno es de suyo licita; la moral no puede reprobarla. Mas si por razones accidentales impide el bien comûn, fin de todo gobierno, desde 'el punto de vista moral es completamente reprobable. Es buena en si, pero accidentalmente mala. ( 1 ). 3.—-A mâs de estas .cuestiones politico-técnicas hay otras que llamaremos politico-morales, porque estân di­ recta y necesariamente relacionadas con la .moral, estân de acuerdo o en oposiciôn con ella. Son todas aquellas en que no se puede prescirïdir de la naturaleza y fin del hombre como tal: las relativas al matrimonio, a la familia, la educaciôn, la escuela, la mo­ ral pùblica, el derecho de propiedad, de asociaciôn, etc. Eso no quita que en la soluciôn prâctica haya tam- . (1) Asi lo ensena claramente Leon XIII: “Cualquier for­ ma de gobierno es buena, con tal que consiga derechamente su fin, el bien comûn, razôn de ser de la autoridad so­ cial. .. Los catôlicos, como cualquier ciudadano, son enteramente libres de escoger cuàlquire forma, porque de suyo ninguna se opone a los principios de la razôn ni a las ma­ ximas de la doctrina cristiana’'. Enciclica Au milieu, a los catôlicos franceses, febrero'16 de 1892. Por eso la Iglesia ve con indiferencia la monarquia o la democracia; perd no puede guardar esa indiferencia cuando el absolutisme se convlerte en tirania o la demo­ cracia en demagogia. En ello va el fin mismo de la autolidad; y por esto cae bajo el dominio de la moral, y por ende de la Iglesia. 216 bién un campo reservado al aspecto técnico. A estas hay que agrégat las que podemos denomi­ nat politico-eclesiasticas, porque se refieren directamente a las relationes entre la Iglesia y el Estado, al ejercicio dei culto. La intervenciôn de la Iglesia es légitima. 1.—Ahora cualquiera verâ que la Iglesia tiene de­ recho a intervenir en todas esas cuestiones que tocan a la jnoral o a la~ religion; puesto que es maestra, guardiana y defensora no solo de la ley cristiana sino también del derecho natural, expresiôn de la voluntad del Creador, Por eso, cuando las circunstancias lo piden no solo puede intervenir para indicar el camino a seguir, sino aun para indicar el extravio y protestar cuando deliberadamente se abandona el camino recto. En taies ca&ps tiene derecho y deber estrictos, que desconocerâ ùnicamente quien niegue sus titulos divinos. Sin segunda intenciôn, nosotros también decimos que la Iglesia no debe dedicarse a la politica por la po­ litica, ya que es esenciàlmente extrada a su ifn. Pero puesto que aun en politica son ciertas las palabras d Horacio : ...................................... sunt certi denique fines quos ultra citraque nequit consistere rectum. hay ciertos limites que no pueden pasarse sin que perezca Ia rectitud; cuando se sale de ellos, la Iglesia debe alzar la voz para corregir o para protestar. Obrar de otro modo seria traicionar a Cristo. A este popôsito ha dicho Pio XI: ‘'Cuando la po­ litica toca al altar, la religion, la Iglesia y el Papa que la représenta tienen el derecho y aun el deber de dar indicaciones y normas, y los catôlicos tienen tanto el de­ recho de pedirlas como la obligation de seguirlas” (1), il). Discurso a los universitarios de la À. C. I., septembre 8 de 1924. 217 2.—Como conclusion de este raciocinio podemos sentar los principios siguientes: a) La politica y la religion son distintas, puesto que lo son su naturaleza y fines. b) La politica puede estar separada de la religion cuando resuelve cuestiones politico-técnicas ; pero cuando se ocupa de asuntos politico-mortales, deber suyo es guiarse por principios éticos superiores, y por consiguiente no puede ser independiente de la religion. c) Cuando la politica viene a estar en contacto con la religion y la moral, cae bajo la competencia de la Au­ toridad eclesiâstica que es guardiana y maestra de reli­ gion y de moral. d) En esos casos, la Autoridad eclesiâstica no es competente directamente, pues no se ocupa de esos asun­ tos en cuanto politicos; su poder es indirecto, por recaer en asuntos conexos con la moral y la religion. (1). La Iglesia y los partidos politicoe. De los principios que acabamoc de exponer ya podemos deducir con facilidad cuâles son las relaciones que existen entre la Iglesia y las organizaciones politicas que comûnmente se denominan partidos. il). Consùltese el cap. VI acerea del poder directo de la Iglesia. Lo que se dice de la politica, en proporciôn, debe aplicarse a la économie, ciencia, literatura, arte, etc. Un arquitecto puede preferir el ôrden dôrico, jônico o corintio, el pintor puede emplear o no la perspectiva; los literatos podrân discutir eternamente sobre el pétrarquis­ me o el antipetrarquismo, sobre el clacisismo o el romanticismo sin que la Iglesia diga una -palabra sobre estas cuestiones. Son técnicas, de puro arte; deben ser juzgadas con criterios técnicos, con las réglas del arte. La Iglesia se reconoce incompetente. Pero si el pintor, escultor o literato ataean con sus obras la moral, la fe, la Iglesia no puede callar; amonestarâ o condenarâ. Y nadie debe sentirse ofendido; nadie puede calificar ese procéder de arbitrario; porque se in­ vade el campo de la jurisdicciôn eclesiâstica. La Iglesia no mete ia hoz en campo ajeno. 218 1. —La Iglesia esta fuera y por encima de las aclividades y luchas de los partidos politicos. Las ensenanzas de los Papas son claras y cons­ tantes. Son de Leon XIII estas palabras inequivocas: “No hay duda que es licita la lucha politica, cuando. salvas la verdad y la justicia, se busca el triunfo real y prac­ tice de las ideas y sistemas que se creen mâs conducentes al bien comûn. Pero arrastrar a la Iglesia al campo po­ litico y utilizarla como arma en la lucha con los adver­ sarios. es abusar enormemente de la religion” ( 1 ). Pio X dirigiô al clero esta amonestaciôn ; “El sa cerdote, levantado sobre los demâs hombres para cumplir con el oficio que recibe de Dios, ha de conservarse igualmente por encima de los humanos intereses, de to­ dos los conflictos de todos los ôrdenes de la sociedad... Obrando asi, anda libre de oposiciôn, no se muestra hombre de partido. no se dice seguidor de estas ni ad­ versarios de aquéllos” (2). Benedicto XV escribiô estas expresivas palabras: "Es évidente que la Iglesia no puede mezclarse con las facciones ni servir a los partidos politicos: por esta, cual quiera que sea la forma de gobierno. exhorta a los fieles a que obedezean a la autoridad légitima. (3 ). Pio XI ha dado la siguiente instruction: “No se puede negar que el Obispo y el pârroco como ciudadanos particulares tienen derecho a tener opiniones y preferencias politicas, con tal que estén conformes con la recta razôn y con los intereses religiosos. Pero también es évidente que como Obispo y pârrocos deben alejarse de las luchas de partido y que han de estar sobre cualquier cuestiôn puramente politica' ' ( 4 ). 2. —No obstante lo dicho, la Iglesia puede "repro(1) . Encieliea Sapientiae christianae. (2) . Il fermo proposito.—Azpiazu, pàg. 289, (1S>. (3) . Carta Celeberrima al Episcopado Portugués. dicicinbre 18 de 1919. (4) . Carta del Card. Gasparri, Secretario de Estado a b>s Ordinarios de Italia, octobre 2 de 1922. 219 bar o condenar an parlido, citando se oponga a los prin­ cipias de la religion y de la moral cristiana" ( 1 ). Es claro que en estos casos la condenaciôn de la Iglesia no rccae sobre el programa puramente politico. sino sobre los puntos politico-morales, sobre los cuales, como ya vimos, tiene plena jurisdicciôn. (2). 3. —La Iglesia nunca condena un partido cuyo programa y actividades "no se oponen a los principios de la religion y de la moral cristiana" (3 ). Puede suceder que en un mismo pais baya varios partidos que estén en régla con la religion y la moral; como en el caso de que se distingan ùnicamente por cierlos puntos de programa que son de carde ter puramente politico. (4). 4. —La religion no puede servir de distintivo po­ litico: por consiguiente. mngùn partido puede llamarse propiamente "catôlico". aunque esté formado por catôhcos y acepte los principios catôlicos. En efecto, como y a dijimos, hay en politica mu chas cuestioncs que no estân enlazadas con la religion: y por lo mismo los catôlicos pueden tener sobre ellas 1'1 t. Idem, ibidem. . (2) Como es bien sabido, Leon XIII condenô de hecho el liberalismo y el socialisme varias veces. Lo mismo ha heelio Pio ΧΓ con L’Action Française, y no —asi lo ha declarado él mismo— “por prejuicios o preferencias politicas”... sino porqùe este partido o escuela “antepone la politica a la religion y quiere que esta sirva a aquélla”; porqùe ex­ pone, partieularmente a los jôvenes “a direcciôn e influen(ias peligrosas para la te y la moral, para la education y formaciôn catôlicas" — Alocuciôn Consistorial, diciembre 20 de 1926. 13). Carta citada en la nota n. 4, de la pâg. anterior. (4). De dos partidos que acepten los principios cristianos, lino puede pugnar por la monarquia y otro por la repübliea: uno por el sistema electoral proportional, por el sufragio femenino, y otro por el sistema de las mayorias sin voto para las mujeres: uno por el centralismo y otro por el regionalismo administrativo; éste por el .proteccionismo y aquél por el libre cambio, etc. Pero ambps deberân acepi: la doctrina cristiana aun en su aspecto social, en los P . Benedicto XV ordenô a la Acciôn Catôlica que se man.tuviera "fliera y por encima de toda cuestiôn puramente material y politica' G), Pio XI ha insistido del modo mâs expreso en esta misma prescription. Citamos solo algunos textos. "La politica por la politica, la lucha politica, la politica de partido no debe. no puede entrât a la Acciôn Catôlica. precisamente porcine is catôlica" (4). "La Acciôn Catôlica cive y se desarrolla por enci­ ma de todo partido politico. No quiere, no puede de- ( 1p fiÎpoftu. pàg. 70, (7). (2} Hplu proprio sobre la Acciôn popular cristiana, di(Htiibu IS de 1903. Azpiazu, pâg. 275, .XIII. (3) Cana dei Secretario de Estado al présidente de la Union popubir italiana, enero S de 1910. rccibida esta carta, la Junta directiva de la A. <’. I. declnrô en una reunion que "la misiôn de la Acciôn Catô­ lica est.-t r-seneiaIntente enderezada a format· la concienda, a la restaitradon social cristiana. cônservândose ruera y por encima de la acciôn puramente politica, la cual queda a la libre inieiativa de los ciudadanos' . Vqase isettimana Sociale inûmero de enero de 1919), ôrgano de la misma .1 nuta. Es necesario tener présente que pocos dias antes. 18 del mismo enero, habia naeido el Partido Popular Ita­ liano. {4) Discurso a los Γηiversitarios de la A.C.I., septiembre 8 de 192I dicam a la politica de partido, ni ser un partido poli tico" ( 1 ). "Es de mdxima importanda para el bien comûn de la Acciôn Catôlica que sea promoüida por todos los catôlicos, porque a todos es ùtil, porque no se encierra en los estrechos limites de un partido. mezcldndose en politica” (2). "Siendo la Acciôn Catôlica por su misma naturaIcza enteramente ajena de los partidos politicos, no se la puede encerrar en los angostos fines de las faccionés" ( 3 !. La Acciôn Catôlica es superior a los partidos. 1 .■—Como dicen los Sumos Pontifices, por su fin esta tuera y por encima de todos los partidos. Sabemos ya que su fin es el mismo de la Iglesia; luego es espiritual y sobrenatural ; por el contrario, ci de los partidos. cualesquiera que sean. es de orden natu~al. y por lo tanto debe subordinate y dirigirse a un fin superior. Pcro hay otra razôn mâs: el bénéfice influjo que en el orden moral puede ejercer sobre la vida publica y los partidos mismos. Conservândose distinta, no esta separada de ellos: y aunque indirectamente. puede influir formando la concientia y divulgando los principios cristianos. Y puesto que la formaciôn espiritual es base de cualquier (1). Discurso a la Union de Hombres Catôlicos de la A.C.I. octubre 30 de 1926. i2). Carta al Episcopado Lituano. junio 4 de 1928. (3). Carta al Card. Segura.—Azpiazu, pâg. 348. La voz de los Papas en materia tan discutida ha resonado siempre al unisono; siempre ha dicho lo mismo: ora se dirijan a los italianos o a los lituanos, ora a los espanoles o alemanes (Cfr. Carta al Card. Bertram), ora a los argentines (carta al Episcopado) o a los chinos (mensaje a China, agosto 1 de 1928). Y recientemente escribia al Patriarca de Lisboa, noviembre 10 de 1933: “La Acciôn Catôlica por su naturaleza misma debe mantenerse, como la Iglesia, por encima y tuera de todo partido politico”. Este heeho demuestra la trascendencia de la Iglesia sobre las viscisitudes meramente politicas de pueblos y naciones 225 actividad buena, la Acciôn Catôlica viene a ser el alma mater de toda actividad colectiva desarrollada por los catôlicos, sea en el terreno politico, sea en cualquier otra zona de la vida social. 2.—Benedicto XV senalô esta maternidad en un discurso de grande importanda para el programa de la Acciôn Catôlica: “Si recientemente han surgido otras actividades en distintos campos, no son sino riachuelos salidos del rio principal. Ya podrân secarse los afluen­ tes del Tiber o del Ρο: ellos seguirân su majestuoso curso por entre ciudades y aldeas” ( 1 ). Y mâs tarde, cuando la Acciôn Catôlica languidecia porque la mayor parte de los humores vitales iban a otras actividades. por boca dei Secretario de Estado dirigiô a los catôlicos italianos esta severa amonestaciôn: “Aunque la acciôn social y politica, por su misma naturaleza puedan producir frutos mâs visibles y que llamen mâs la atenciôn. sin embargo, si la Acciôn Catôlica. formadora de la concienda y creadora de los calores morales, lanyuidece. la acciôn politica y social de los catôlicos acabard tatalmente por desfallecer : y en dia no lejano habrâ que llorar no solo la ruina de la Acciôn Catôlica propiamente dicha, sino también el agotamiento y disoluciôn de las demâs organizaciones cuya fucnte de inspiraciôn es el Evangelio, en cuyo seno se iccogen las fucrzas politicas y sociales catolicas" (2). Pio XI pronunciô estas précisas palabras sobre el asunto: “Cuando la concienda de todos baya sido formada. orientada e instruida a lo cristiano. lo demâs vendrâ por si mismo: cualquier cùestiôn que se présente se tratarâ con espiritu cristiano. y serâ resuelta cristianamente" ( 3 ). Educaciôn poiitica. 1.—Séria error pensar que la Acciôn Catôlica por <1>. Discurso a los représentantes de las Juntas diocesatias de Italia, abri! 29 de 1920. <2). Carta del Card. Gasparri. Secretario de Estado al présidente de la Union Popular, marzo 19 de 1921. (3). Discurso al congreso de Juventud Masculina de la Λ C. !.. septe mbre-2 de 1922. ·? estar fuera y por encima de todo partido politico, no puede ni debe influir en la vida politica de ningùn modo. En realidad, segùn venimos diciendo desde el prin­ cipio. puede y debe influir en la vida politica del pais directa e indirectamente. Indirectamente, sembrando profusamente las ideas cristianas a que debe ajustarse la vida dei individuo y de la familia, la social y la politica en todas sus manifestaciones. En el fonde,, esto se reduce a cumplir ci programa de formaciôn social que atrâs hemos indi cado. ( 1 ) . 2. —Esta tarea. educadora esta rigurosamente den tro del programa de Acciôn Catôlica por dos razoncs principales: a) La moral cristiana es unica, y abarca al hom­ bre todo, su vida privada y pûblica. “Todos los actos humanos, privados y personales, publicos y colectivos deben conformarse a la ley etérna de Dios ', escribe Pio XI.(2). b) Partici par en la vida pûblica nactonal es para todo ciudadano no solo un derecho, sino ademds un deber de caridad social. Ya lo demostraremos. Es claro que esa educaciôn debe comenzar por los mismos socios de Acciôn Catôlica. y que después se ex­ tenders al pueblo por todos los medios de que dispone la propaganda cultural cristiana. 3. —Muy claro ha hablado Pio XI sobre este punto: Aunque la Acciôn Catôlica no se dedica a la po­ litica. enseôa a los catôlicos a usar de ella dei mejor mo­ do posible. pues ppr su rmsma profesiôn de catôlicos ban de ser los mejores ciudadanos. Toda profesiôn exi­ ge preparation: y quien quiera ejercer buena politica no (1) . A7êase el cap. II.: Fin inmediato. (2) . Enciclica I’M arcano. Azpiazu. pâg. 3'07, (20).—Recuérdese lo dicho en el cap. Π, al hablar de la formaciôn social. 227 puede presdndir de la obltgaciôn de prepararse conves'ientemente" (1 ). “No obstante que la Acciôn Catôlica no se dedica a la politica de partido. quiere preparar a la buena y alta politica, quiere préparât y formar la concienda de los ciudadanos aun en esto. pero a lo cristiano y catôlico" . (2) Intervenciôn directa. 1. —Mas la Acciôn Catôlica puede también inter­ venir directamente. para conseguir por los medios lega­ les que se apliquen los principios cristianos y que sean lespetados los derechos de la conciencia religiosa. <:No hemos dicho ya que la Iglesia tiene derecho y aun deber de bajar al terreno politico para conseguir su fin espiritual? Pues la Acciôn Catôlica, su sirviente y acompafiante, debe no abandonaria e ir hasta donde ella vaya, con la mira puesta en el fin supremo que es i a gloria de Dios y la salvaciôn de las aimas. 2. —Las instrucciones pontificias son muy claras. Segùn nuestra costumbre daremos una breve documentaciôn. “La Acciôn Catôlica no esta ordenada a fines ma­ teriales y terrenos, sino espirituales y celestiales; no es politica sino religiosa, y por lo mismo depende en todo de la Autoridad eclesiâstica. Y si por necesaria conexiôn de las cosas se ve obligada a descender al terreno econômico y social, ocupândose aun de cuestiones poli­ ticas. no lo hace sino en vista de los intereses sobrenatotales, de la educadôn moral y religiosa de pueblos e individuos” (3). “La Acciôn Catôlica no es actividad espiritual y il). Discurso a los Universitarios de la A. C. I., septiembre 8 de 1924. t2). Discurso a la Union de Hombres de la A. c. I., octo­ bre 30 de 1926. Véase sobre este mismo punto el texto de la carta al Patriarca de Lisboa en la pâg. 58. • 3). Carta del Secretario de Estado a los Ordinarios de Italia, octubre 2 de 1922. 228 religiosa solo en comparaciôn con ocras actividades ma teriales o humanas de los catôlicos, sino que es también social en la significaciôn mâs alta de la palabra, porque se propone promover los intereses superiores de la sociedad, aun los politicos cuando estân enlazados con la moral y la religion” ( 1 ). "Cuando la agitaclôn politica toca de cualquier modo a la religion y a las costumbres cristianas. propio es de la Acciôn Catôlica interponet de tal suerte su fuer za y autoridad, que todos los catôlicos, con dnimo con corde, pospuestos los intereses y designios de los partidos, solo tengan delante de los ojos. el prouecho de la Iglesia y de las aimas” (2). Asi pues, la politica de la Acciôn Catôlica es la misma de la Iglesia que "solo tiene delante de los ojos el prouecho de las aimas” ; es la politica del Pater nos­ ter que tiende a realizarJa aspiration dei adveniat reg­ num tuum; es la politica que no divide sino une "a to­ dos los catôlicos, pospuestos los intereses de los partidos" para la defensa y acciôn comûn. (3). Acciôn religiosa en el terreno politico. 1.—De todo lo dichô se sigue que la politica de la IgUsia y de la Acciôn Catôlica mâs bien debe 11amarse acciôn religiosa en el terreno politico; pues el fin .que buscan es religioso, y los actos se especifican no por el ambiente ni por los medios sino por el fin. ( 1 ). Carta al Secretario de Estado al présidente general de la A; C. I.., mayo 10 de 1925. (2) . Carta ai Card. Segura.—Azpiazu, pâg. 348. (3) . Ahora ya puede comprenderse que la formula tan frecuentemente usada. “La A. C. esta fuera y por encima de todo partido politico” y la otra: “La A. C. no se dedica a la politica”, sôlo son verdaderas cuando toman la pala­ bra politica en sentido estricto y ordinario. Pàra evitar equfvocos habrâ que usar las expresiones politica de par­ tido, partido politico, como se dice casi siempre en los do­ cumentos pontificios, El art. ' 43 dei concordato entre la S. Sede e Italia dice que la A- C. despliega sus actividades “fuera de todo partido politico”. 229 Hablando -Pio XI ante numerosa concurrenda de jôvenes pertenecientes a muchas naciones, pronunciô estas claras y- vigorosas palabras: ‘‘Es necesario no caer en cierta confusion; porque· cuando parece que Nos, el Episcopado, el clero y pueblo catôlico nos dedicamos a la politica, lo que en realidad buscamos es la religion. Si, no buscamos sino la religion, no deféndemos sino la religion, cuando luchamos por la libertad de la Iglesia, por la santidàd de la familia, de la escuela, por la santificaciôn de los dias consagrados al Sefior. En estos y parecidos casos no hay politica, sino que la politica ha tocado a la religion y al altar. Y entonces, deber nuestro es defender a Dios y la Religion que El nos ha confiado; es deber del Episcopado y dei clero; es deber vuestro, queridos jôvenes catôlicos, cualquierâ que sea vuestra nacionalidad ; es vuestro deber, por la estima en que teneis el glorioso titulo de colaboradores de los Apôstoles” ( 1 ). 2.—Ningùn gobierno bueno tiene nada que temer de esta politica que es parte de la vidà cristiana. No solo debè tolerarla sino aun favorecerla, porque es bene­ fica y obligatoria, _pues defendiendo y promoviendo los intereses de la Iglesia y de las aimas, defiende y promueve los de la sociedad. ‘’Aunque la Acciôn Catôlica —escribe Pio XI—ha de abstenerse totalmente de los partidos politicos, sera con todo utilisima al bien comûn de la sociedad, aplicando cuan ampliamente pueda, los preceptos de la religion catôlica, que son columa y firmamento de la pùblica prosperidad, estimulando vioamente el animo de los socios. . . de tal modo que formando una como sagrada falange, no solo favorezcan y defiendan las utili- . (1) Discurso a la peregrinaciôn internacional de Juventud Catôlica, septiembre 20 de 1925. — Véase también un pasaje de la Divina illius Magistri en Azpiazu, pâg. 404, (39) 230 dades y conveniencias de la Iglesia, sino también las del Estado y de la sociedad domestica” ( 1 ). III. Conducta de los catôlicos en el tereno politico. Hemos examinado la actitud que la Acciôn Ca­ tôlica debe guardar para con la politica, y particularmente para con los partidos: ahora nos importa saber cual debe ser la conducta de cada catôlico en esta mate­ ria, pertenezca a no a la Acciôn Catôlica. A la luz de los documentos pontificios vamos a ver que pueden y aun deben entrât en politica; con que requisitos pueden inscribirse en algùn partido; y por fin. que aun disintiendo en materias puramente politi­ cas, deben unirse en el terreno religioso y moral. Participaciôn en la vida politica. 1.—La Acciôn Catôlica, como tal, no puede en­ trât a la politica propiamente dicha, pero si pueden hacerlo los socios en particular Bajo su responsabilidad personal pueden bajar a la arena politica y tomar parte en la lucha, aunque guiândose siempre por los dictâmenes de la inoral y las normas de la Iglesia. Tal es la ensenanza express de los Papas. Hablando Pio X en II ferma proposito de los ca­ tôlicos militantes en particular, escribe: ‘‘Como la ac­ tual constitution de los Estados ofrece a todos sin distinciôn la facultad de influir en la cosa pùblica, los ca. (1) Carta al Card. Segura.—Azpiazu, pâg. 348.—Asi co­ mo hay quienes acusan a la Acciôn Catôlica de dedicarse a la politica y ser un partido disfrazado, hay otros que la acusan de lo contrario, de vivir en la penumbra del tem­ plo, eu el Olimpo, sin ejercer influjo ninguno en la socie­ dad. Con lo dicho ambas acusaciones quedan refutadas, aunque mutuamente se excluyen. — Véase I caratteri fon­ damental! dell’Azione Cattôlica, dei conde de la Torre, cap. VI.—Ed. Vita e Pensiero. 231 tôlicos, salva la obligacio i impuesta por la ley de Dios y por los mandatos de la Iglesia, pueden aprovecharse de ese influjo con seguridad de concienda, en prueba de que son tan idôneos o mâs que otros para cooperar a la felicidad material y civil del pueblo, y granjear asi aquella autoridad y respeto que les abra camino a la defensa y propagation de bienes mâs levantados cuales son los del aima’ (1). Pio XI ha dado normas mâs précisas y completas todavia: “La Acciôn Catôlica no cerrard a sus afiliados el paso a la vida pùblica en todas sus manifestactones. antes bien los hard mâs aptos para los oficios pùblicos con la severa formation para la santidad de la vida y para el cumplimiento de los deberes ctistianos; pues que parece nacida para deparar a la sociedad los mejores ciadadanos y al Estado los magistrados mâs escrupulosos y expertos” (2). “No se puede prohibtr a los socios de Acciôn Ca­ tôlica que como ciudadanos se sirvan de su derecho a votai; pero sin que interpongan la fuerza de la Action Catôlica como tal” (3 ). “La Acciôn Catôlica por su misma naturaleza es ajena a los partidos politicos. . . Mas no por eso se pro­ hibe a los catôlicos tratar de politica y desempeôar los oficios pùblicos, con tal que su actuation no disienta de los preceptos de la doctrina cristiana” (4). Inscripciôn en los partidos. 1,—-Hasta pueden pertenecer a los partidos politi­ cos que corresppndan à sus opiniones personales y a sus preferencias politicas, siempre empero que en todo éstén conformes con la ley de Dios y de la Iglesia. Lo (1). Azpiazu, pâg. 2815, (13). En la-misma enciclica con­ cede Que “en casos particulares” se dispense a los catôlicos italianos del“ήοη expedit”, de la prohibiciôn que les impedfa votar en las elecciones para legisladores. Se concede la dispénsa“por raaones de grave peso, tomadas del supre­ mo bien de la sociedad que a todo trance se ha de salvar” Ibidem, (14). i2). Carta al Card. Bertram.—Azpiazu, pâg. 344. (3) . Carta àï Episcopado Làtuano. (4) . Carta al Card. Segura.—Azpiazu, pâg. 348. 23 2 dice expresamente Pio XI: “Nada impide que los fiele< cristianos pertenezcan a los partidos politicos que les cuadren, a condiciôn que la acciôn de los taies en nada se opongan a las leges de Dios y de la Iglesia" (. 1 ). “La Acciôn Catôlica no se entromete en los parti­ dos. . . No hay inconveniente en que los catôlicos se inscriban en ellos, con tal que garanticen seguramente réspetar los deréchos de Dios y observât las leyes de la Iglesia” (2). He aqui los requisjtos que deben llenar los par­ tidos .para que sea licito a los catôlicos inscribirse en ellos: que en su programa y actividades nada sea con­ trario a las leyes de Dios y de la Iglesia; ademâs que ga­ ranticen con seguridad respetar esas leyes” (3). 2.—Y para favorecer y manifestât claramente la distinciôn entre la Acciôn Catôlica y los partidos poli­ ticos, por régla general conviene que los dirigentes de Acciôn Catôlica, que son los représentantes de los inte- reses religiosos, no ocupen puestos de responsabilidad en los partidos. Pero de cualquier modo que sea, las catôlicos seguirân siempre las normas dadas por la Jerarquia, ùnico juez competente para dar normas en casos concretos, que pueden variar segùn las circunstancias de lugar y tiempo. Deber de caridad social. Γ.—-Pero decimos mâs: los catôlicos, sean o no socios de Acciôn Catôlica, no solo pueden sino aun de( 1 ). Ibidem. (2) . Carta al Episcopado Argentino.—Azpiazu, pâg. 352. Otro tanto eiiseüa en la carta al Patriarca de Lisboa: "La Acciôn Catôlica no quita que los catôlicos en particular puedan pertenecer a organizaciones de carâcter politico, siem­ pre que su programa y actividades presten garanties suficientes de conserver integros los derechos de Dios y de la conciencia. Y aun hay que agregar que es deber de cari­ dad social participai· en la vida politica, porque todo eiudadano esta obligado, en cuanto le sea posible.· a eontribuir al bienestar de su naciôn”. (3) . Siempre toca a la Autoridad eclesiâstica fallar en ca­ sos particulares sobre los partidos, o mejor sobre los principios que adoptarn: 233 hen en ciertas circunstancias participar en la vida publi­ ca. segùn fuere posible. Ya lo ha dicho Pio XI: "La Acciôn Catôlica no prohibe a sus socios que indiuidualmente se dediquen a la politica de buena ley; hasta se les impone como un deber’ . Y luego sefiala las razones principales: “No es posible desentenderse de la po­ litica, cuando signiifca el bien comûn, en oposiciôn al bien particular e individual. . . jCômo desentenderse de ccsa tan importante, que obliga por razôn superior de caridad, y de la cual dependen los bienes mismos que Dios nos ha dado, el bien particular y doméstico, los mismos intereses religiosos?” (1). Dos son por tanto, las razones en que se funda la obligaciôn de los ciudadanos catôlicos para cooperar, en cuanto puedan, a la vida de la polis, de la naciôn : la caridad social, el promover y defender los intereses re­ ligiosos. 2.—En primer lugar, la caridad social. La caridad nos obliga tanto para con los indivi­ duos como para con la colectividad, especialmente pa­ ra con la coletividad en que vivimos. Ya lo hemos dicbo: si los miembros de la sociedad reciben de ella bé­ néficies que les son indispensables, también, en la medida de sus fuerzas y de su posiciôn, deben dçvolvérselos. En el organismo no debe haber miembros pura­ mente pasivos. (2). Luego el desentenderse por completo de la politi­ ca, de la alta politica, que constituye la vida de la na­ ciôn, es egoismo e ingratitud. Y mucho mâs, cuando en el terreno politico van de por niedio nuestros mâs caros intereses y los del prô­ jimo. En cierta ocasiôn dijo Pio XI: “puesto que la politica comprende los intereses de toda la sociedad, es el campo mâs amplio donde puede ejercerse la caridad; (1). Discurso a la Union de Hombres de la A. C. I., octubre 30 de 1926. (2) . Véase en el cap. III el pârrafo sobre la obligaciôn del apostoiado. 234 g may bien puede decirse, que fuera de la religion, no hay cosa que la supere” (1 ). Promover y defender los intereses religiosos. 1. —Participât en la vida pùblica es para los ca­ tôlicos en general un deber que les imponen la caridad y la religion; pues, como ha dicho Pio XI, de la poli­ tica “dependen a veces los mismos intereses religiosos”. y los catôlicos tienen la obligaciôn de promoverlos, y, en caso de necesidad, de defenderlos. Entre la religion y la politica no solo hay relaciones idéales, de las cuales ya hablamos, sino también prâcticas, de influjo mutuo. La religion acarrea inestimables beneficios a la po­ litica, sumi'mstrândolé los principios éticos que son ba­ se de la sociedad, dândoles valor real y fuerza prâctica. La politica, a su vez, influye en ia vida religiosa y moral del pais; que asi como llega a encadenar la li­ bertad de conciencia y de culto, asi también puede favorecer la misiôn de la Iglesia. 2. —La politica no puede sencillamente desconocer la religion. Por la misma fuerza de las cosas la po­ litica agnôstica acaba siempre por antirreligiosa. Ya sabemos porqué; la religion y la politica (que se concretan en la Iglesia y el Estado) se distinguen (1). Discurso a los Universitarios de la A.C.I., diciembre 18 de 1927. Leon XIII hâbla también de este deber de caridad social y politica, en la Inmortale Dei: "Hablando en ge­ neral, el no tomar parte ninguna en las cosas publicas es ta malo como no querer prestarse a nada que sea de utilidad comûn; tanto mâs cuanto que los catôlicos ensenados por la misma doctrina que profesan, estân obligados a ad­ ministrai· las cosas con entereza y ïidelidad.—Azpiazu. pâg. 2 2 7, (42). ciertamente, pero no pueden vivir separadas. (1). Los gobernantes tienen para con la religion dos deberes: negativo uno (no dafiarla ni crearle obstâculos) y positivo otro, favorecerla y defenderla. Tales deberes incumben no solamente a quienes dirigen la vida pùblica, sino también, en proporciôn, a los simples ciudadanos que pueden influir en ella; y dadas las modernas constituciones, quién mâs quién menos,. todos pueden influir 3.—Es tan cierto lo que vamos diciendo, que actualmente, en muchos parses, por haberse abstenido los catôlicos de la vida politica, la suerte de las nationes ha caido en manos de gente enemiga de la religion, con dano del bien comûn. Con su claridad acostumbrada escribe Leon XIII: “Si los catôlicos estân quietos y ociosos, fâcilmente se apoderan de los asuntos pûblicos personas cuya manera de pensât puede no ofrecer grandes esperanzas de saludable gobierno. Lo cual estaria unido con no pequeno dano de la Religion cristiana; porque precisamente podrian mucho los enemigos de la Iglesia y muy poco sus amigos. De aqui se sigue que los catôlicos tienen causas justas para intervenir en la gobernaciôn de los pueblos, pues no acuden ni deben acudir a esto, para aprobar lo que en el dia de hoy hay de malo en la constituciôn de los Estados, sino para convertir eso mis­ mo, en cuanto se pueda, en bien sincero y verdadero dél pùblico, estando determinados a infundir en todas las venas del Estado, a manera de jugo y sangre vigo- (1). La teorfa liberal acerca de la separaeiôn entre la Igle­ sia y el Estado tue. condenada por Pio XI en el Silabo (prop. 55a. Denzinger, er. 15, n. 1755). Es cierto que a veces, para evitar mayores males, puede ser tolerada; pero tolé­ rai- no es aprobar. No es este lugar para aducir los argumentas que prueban la falsedad de tal teoria; véanse en los textos de filosofia moral o de teologia dogmâtiça. Los expouen ampliamente: Liberatore, Iglesia y Estado; Catlirein, Filosofia moral, vol. .IL, parte 2a.; Gttaviaiii, en la ob.i'a que tantas veces hemos citado. 23« rosisima. la sabiduria y eficacia de la Religion ca­ tôlica'’ (1). Y el Papa reinante. recordando esta ensenanza de Leôn XIII en la carta al Episcopado Lituano ( junio 4 de 1928), agrega: “Los catôlicos faltan a un grave deber cuando en la medida de sus fuerzas no se interesan por los asuntos politicos de la ciudad, de la provin­ cia. de la naciôn. . . Quedando inactivas, la direcciôn de la vida publica cae en manos de quienes por sus opinio­ nes no dan grandes esperanzas de salvaciôn” (2). La union en el terreno moral y religioso es un deber. 1.—Ya hemos dicho que los catôlicos pueden disentir acerca de asuntos técnico-politicos, que por si mtsmos no estân enlazados con principios morales ni atanen a los intereseg religiosos. Asi que pueden andar divididos politicamente, sin que nadie tenga el derecho de apoyar sus opiniones y miras personales en la autoridad de la religion que a todas estas cosas es extrada. Acerca de ésto dice Pio XI: “Hay que huir del error de aquellos que mezclan fa religion con un partido, y llegan hasta el extremo de afirmar que sus ad­ versarios politicos no son catôlicos. Esto es introdu­ ite las pasiones politicas en el augusto campo de la reli­ gion. destruir la concordia que debe reinar entre hermanos y abrir las puertas a una funesta multitud de inconvenientes' (3). Quiere, pues, el Papa que la religion sea colocada (l). Encicliea Inmortale Dei.—Azpiazu. pâg. 227. (42—131. (2 t. Como ya se éntiende. esta obligacién puede césar en Ciertas cireunstancias. cuando tropieza cou otra obligaeiôu mayor o se puede perjudicar una causa superior. Tal ocurria eu Italia desde .1870. cuando la S. Sedc intimé a los catôlicos el non expedit, que, segûn la interpre­ tation auténtiea. contenta verdadera prohibiciôn de parti­ cipat en la vida politica. "Non expedire prohibitionem im­ portat”.- Acta APostolieay Sedis, vol. XII, pâg. 94. Por eso decia Leon Xtll en la Immortale Dei: “Puede iuceder que por causas gravisiinas y justisimas no conven­ ait intervenir en el gobierno del Estado ni ocupar en>êl cargos politicos '.—Azpiazu, pâg. 227, (42). . (3) Carta âl Episcopado Lituano. muy por encima de las disensiones politicas; y por con- siguiente, que entre catôlicos anden concordes los ani­ mos, aunque las opiniones discorden; concordia discors. Y eso sucederâ. cuado, como quiere el Apôstol, “todo se haga en caridad ’ ( 1 ). 2.—Pero hay un terreno en que los catôlicos de­ ben estar religiosamente unidos, el de las cuestiones po­ litico-morales y el de la defensa religiosa. En tratândose de eso, todos los hijos de la Iglesia deben sentir el deber de la solidaridad y format escuadrôn cerrado; cualquier discordia seria traiciôn. Cuando estân en peligro los supremos intereses de la religion y de la moral, deben acallarse los intereses de partido, las opiniones personales. Todo debe sacrificarse por la salvaciôn de las almas: Salus publica supre­ ma lex. Tal ha sido la consigna que han dado los Papas a los catôlicos de todos los paises, cuando se han visto en la necesidad de defender la religion de los asaltos de los enemigos de Cristo y de la Iglesia. Baste algùn ejemplo de los mâs recientes. Benedicto XV escribia al Episcopado Colombiano, el 1 de agosto de 1916: “Exhortad a los fteles, y al cle­ ro en particular, a que no permitan que las pasiones y discusiones mutiles dispersen sus fuerzas y dividan los (1). “Omnia vestra in charitate fiant”.—I. Cor. XVI, J 4 Creemos oportuno poner aqui esta amonestaeion pon­ tificia: “Dado que el lema de la Acciôn Catôlica es: Pax Christi in regno Christi, los catôlicos deben tener presente en todas -sus actividades que aunque hay que combatir los errores, las personas deben ser siempre objeto de caridad fraterna, para que cuando menos la caridad los atraiga a conocer las bellezas de nuestra fe”.— (Carta del Secretario de Estado al présidente general de la A. C. I., octubre 2 de 1923).—Esto vale para todos y en todo.'iGuâl debe ser entonces la caridad con que hemos de tratar a nuestros hermanos en la fe, y de los cuales disentimos en cuestio­ nes disputables? 238 animos, cuando la lucha actual o inminente exige que los catôlicos tengan un solo pensamiento, una. sola voluntad, una acciôn”. Y el Papa reinante, en la alocuciôn consistorial de diciembre 20 de 1926, dirigiô a los catôlicos Franceses las siguientes palabras: ";Vo conviene, queridos hijos, que os mantengàis . por mâs tiempo divididos y aun contrarios por razones meramente politicas; no convie­ ne ni al pais ni a la religion. Por el contrario es con­ veniente sobre toda ponderaciôn para todo y para todos que todos se unan en el terreno religioso, que es el te­ rreno de la Iglesia y de sus derechos, el terreno del ma­ trimonio cristiana, de'la familia, la escuela, la educa­ tion cristiana; en una palabra, el de las libertades mâs sacrosantas y fundamentales” ( 1 ). 3.—Es inûtil decir que las obligaciones que hemos examinado, tocan principalmente a quienes militan en las filas dé la Acciôn Catôlica, pues por parti­ cipât en el apostolado de la Jerarquia, en toda ocasiôn deben ser los mejores catôlicos y los mejores ciudadanos.. . (1) En la misma alocuciôn condena el Papa los programas y escuelas ^politicas que "anteponen la politica a la religiôn, y quieren que esta sirva de instrumento a aquella"· Nôtese bien: la pasiôn es lo que antepone la politica a la religiôn, es la causa fundamental, lo que créa, obstdculos a 'la uniôn de los catôlicos en el terreno religioso. 239 CAPITULO IX. La Acciôn Catôlica y las ooras Auxiliares. “Aparté de la Acciôn Catôltca propiamente dicha, bay otras instituciones y asociaciones, que son otras tantas iniaativas, que, con admirable variedad de orga­ nismos tienden, ya a una mâs intensa cultura ascética, ya a las prâcticas de piedad y religion, y particularmente al apostolado de la oraciôn, ya al ejercicio de la caridad cristiana en todas sus difusiones y aplicactones, ejercitando, asi de hecho, un amplio y eficacisimo apos­ tolado individual y social, con formas idôneas (de or­ ganizaciôn apropiadas a su fin, y por lo mismo distin­ tas de la que es propia de la Acciôn Catôlica; por lo que no pueden llamarse de Acciôn Ctnôlica sin restric­ tion) si bien se pueden y deben decir verdaderas y providenciales auxiliares de la misma” (1). Estas palabras, que' ya hemos citado en otro lugar, se leen en la carta que el Secretario de Estado dirigiô al il). Azpiazu. pàg. 414.—Véase la nota del t. en la pâg. <22> sobre la tradueeiôn que de este pasaje da Azpiazu. 240 Présidente General de la Acciôn Catôlica Italiana, el 30 de marzo de 1930: carta que. como dijo el mismo S. Padre, "se pensé macho y fue preparada con especiales oraciones” (1), sefiala clara y auténticamente las relacione.s. entre la Acciôn Catôlica propiamente dicha y las demâs obras o asociaciones que el Papa llama "verdaderas, preciosas y procindenciales auxiliares de la mis­ ma’’ (2). Eso es lo que vamos a estudiar en el présente ca­ pitulo, las relaciones entre la Acciôn Catôlica y las obras auxiliares, pero siguiendo siempre las ensenanzas pon­ tificias. Y para que el estudio sea lo menos defectuoso posible, comenzaremos por la diferencia que bay entre una y otras. Y como las asociaciones religiosas son de particular importancia, hablaremos de ellas especialmente. Al fin diremos algunas palabras sobre las relacio­ nes que la Acciôn Catôlica debe mantener con ciertas obras particulares de apostolado. I. Distinciôn entre la Acciôn Catôlica y las Asociaciones religiosas. Entre las obras auxiliares mencionadas en la carta pontificia, ocupan el primer lugar las que "tienden, ya a una mas intensa cultura ascética, ya a las prâcticas de piedad y religion, y particularmente al apostolado de la oraciôn, ya al ejerctcio de la caridad cristiana”. Estas palabras se refieren a la Hermosa corona de obras y sociedades que se denominan asociaciones reli­ giosus. que forman una especie —la mâs nümerosa y notable— de obras auxiliares. Mas como la Acciôn Catôlica por su fin es religiosa. alguno pudiera tenerla por inûtil; y no es asi,'como se il). Discurso a les Congii guciones Marianas proniDK :; il·; el mismo dia en las propiedades de la Ac­ ciôn Catôlica ya es fâcil notar la diferencia que hay en­ tre ella y otras obras de apostolado. (2). Basta recordar que el apostolado de la Acciôn Ca­ tôlica és universal; el de esas obras es particular, limitàdo a determinadas actividades: la cultura cristiana, la caridad, la buena pténsa, el arte cristiano, el teatro mo­ ral, el cinematôgrafo, la lucha contra la blasfemia, con­ tra las malas costumbres, la educaciôn moral y religiosa de la juventud, de los obreros, etc. 2. —Otra diferencia sustancial consiste en que la Acciôn Catôlica es apostolado oficial, subordinado y aun xoordinado al de la Jerarquia; propiedades que no se encuentran en esas obras. Es verdad que al ejercer el apostolado no pueden hacerlo sin la aprobaciôn de (1) . Reléase en el cap. I Significaciôu del nombre. (2) . Muy larga seria la lista de esas buenas obras fundadas por el celo de sacerdotes y seglares. Recordemos unas cuantas: las Conterendas de S. Vicente, las sociedades de la Buena Prensa, las biblioteeas circulantes, due formait grupos especiales;. Circulos, Escuelas de cultura, Universidades Populares, sociedades recreativas, cinematôgrafos morales, ligas antiblasfemas, en pro de la moralidad, ora­ torios y patronatos para ninos. para obreras, etc. 256 la Iglesia, y por eso, en cierto sentido dependen de ella. pero como no proceden por mandato suyo. su apostola­ do no es oficial. Aunque a veces se.extienden y estân confederadas en toda una diôcesis o naciôn, su organizaciôn no es comc la de la Acciôn Catôlica, unitaria y jerârquica. Auxiliares de la Acciôn CatôHca. 1.—Mas si por la diferencia no son Acciôn Catô­ lica en sentido estricto, por realizar parcialmente el mis­ mo programa, pueden contarse entre sus auxiliares. Y en efecto,- la catta del Papa habia de instituciones e iniciativas que se dedican "al ejerdcio de la candad en todas sus difusiones y aplicaciones, ejercitando, asi de hecho, un amplio y eficacisimo apostolado indi­ vidual y social" (1). 2\—-En Ja II fermo proposito habia Pio X éxpresamente de estas obras de apostolado; y después de tra­ tar de las asociaciones de Acciôn Catôlica, prosigue: "Esto no quita que se favorezcan y âdelanten otras empresas de diverso linaje, de diferente constituciôn, igualriietite encaminadas todas a este o esotro bien' particular de fo sociedad y del pueblo, para; auge y prez de la ci­ vilizaciôn cristiana en sus varias fases. Nacen comûnntente en cada diôcesis,'foméntadas por el'celo de per­ sonas particulares, y eh las diôçesis se acrecientan y tal Vez Se adhieren a mâs extensas confederaciones. Y; pues, como quiera que consten de laudable fin, que sigan con firmeza principias cristianos, que empleeh rftedios jus tos, dignas son de loa, conviene alentarlas de todas ma­ ntras, dejândolas empero cierta libertad de organiza­ tion, ya: que no es posîble que cuando muchas personas concurrent, se amolden a un design'ip y se ajusten a una direcciôh” (2) / Ci); Asrplazju, pâg. 414. ,f2). iuidem, pâg. i87, (15), 257 Coordinacion ί.—-Su caratver du auxiliares defertnina las rela* iiones q.ue tienun con la Acciôn Catôlica y se compen­ diant en la formula que yâ conocemos: benèoolencia itiutua, cordial inteltgencia, colab'oraciôn reciproca. También se les puëdèn aplicar aquellas palabras del Papa “pueden y deben ayudar a la iniciativa-central de la Acciôn Catôlica’. y puesto que se trata de una ipiciativa centrai, es lôgicô que orientyn hacia ella las âctividadys apostôlicas de los seglares. Tal es la yoluntad de la Santa Sede, como lo ma .nïfestô al aprobar los nuevos estattitos de la Action Ca­ rolina Italiana: “asi como todo catôlico,ha de sentir ta necesidad de entreggrse ocuando menas de contribuit a ista obra de apostolado !(la Acciôn CatôMça) asi tam­ bién ha de sentir la necesidad y el deber de coordinarse, en. cuanto sea posible,' a los ôtganos de acciôn ya recoriocidfis, si- no. quiere exponeese-al peligro de que su tràbajo resuite estéril y. aun quizd perturbador y danoso’ ' 2. -No' repetiremos ahora lo dicho acerca de la coordination de todas das.fuerzaâcatôlicas para procurât el âdyèüimiëhtb,âéPréind de Cristo Z) pero si indicamos que esa coordination. pûede-ser en forma de verdadeta adhesion, cuando- —y es. precisamente el caso que vamps estudiando— - se trata de obras 'que'se proponen algiin apostolado y que çuederi- contribuir realmehte a la Acciôri Catôlica. ;féciBiêndo' de' ella apoyo e 'incre­ mento En la carta al Episcopado Argentino se habla expresamente de esta adhesion. Después de hablar de las obras auxiliares, prosigue el Papa: "Nos congratulames vtvamente con_ vosotros. porque os servis de esaS benemêritas instituciories ipara ;ayudar a la Acciôn Ca­ tôlica. Lo cuak-sera müchô mâs fâcil, si, éoma lôJespeCl). <1). Carta' cM Seeretari» d,<‘ Estado al -présidente général·, de,la A. .C. I:, oetubr» 2 dé î!'2?>. (2). Véase el cap; IV. Ôrgiuiiztvciôn de la À. C.' ‘25S tamos, las enlazais a la misma Acciôn. determinando oportunamente la forma en que a ella deben adherirse, de manera que conservando su fin y organization pro pios, cooperen eficazmente a beneficio de la Acciôn Ca­ tôlica” (1). · —Otro modo, de estàblecer la coordination es 3. que los directores de estas obr»s formen parte de los ôrganos coordinadores de Acciôn Catôlica, o cuando mè­ nes que asistan a sus sesiones, siempre que havan de tratarse cuestiones que les son comunes. (2). Lo mâs frecuente es que esa coordinaciôn se establezca mediante los ôrganos coordinadores de Acciôn Catéliça. (3). La Autoridad èclesiâstica competente sera quièn décida sobre la mejor maner; de efectuarla. Coordinar, no centralisai. 1. ·—En la carta al Episcopado Argentino se dice que las obras auxiliares ban de enlazarse con la Acciôn Catôlica, pero conservando su fin y organizaciôn pro­ pres. Lo cual quiere decir que coordinar nô es conçentrar. Hây que aprovechar la actividad de esas obras pa­ ra los fines generales del apostolado, pero sin âbsorberlas: su autonomia debe ser respetada, procurando que se sostengan fieles a sus propositos cristianos y cristianizadpres. Esto, de régla general; pero, naturalmente, puede haber excepciones. / 2. —La ley de la division del trcibajo, aconseja que para ciertas clases de apostolado baya obras particulares, espedalizadas, si vale la expresiôn. En este mundo nadie es capaz de bacer todo y bien, porque las fuerzas (1) . Azpiazu, pàg. 356.. (2) . En la A. C. I. la coordinaciôn se consigne mediante el Cônsejo Parroquial, formado por los présidentes de las aso­ ciaciones de Acciôn Catôlica y “por los dirigentes de las obras e instituciones que ejercen algûn apostolado en la parfoquia”. Art. 5. de los estatutos generales. (3) . Véase el cap. IV. UnidarJ y variedad. 2 5.9 humanas son limitadas; principio que se aplica io mi$mo a los individuos que a las colectividades. La experienda demuestra que un sistema excesivamente centralizador es pernicioso para la vida y fecundidad de las instituciones ; extingue ,y amortigua ener­ gias, merma responsabilidades, créa el desierto donde esperaba poner orden. Es régla prudentisima de gobierno el,conciliar las necesidades del orden con las de la fecundidad, la unidad de propositos con la variedad de obras. 3.—Cuando la Acciôn Catôlica lo créa ûtil o ne­ cesario podrâ fundar directamente obras especiales, que, en tal caso, estarân bajo su dependencia, aunque dejândoles una justa y conveniente autonomia en el campo técnico. Y donde ya existen, sera ,mâs conveniente que las utilice con espiritu de solidaridad cristiana. (1). Obras fundadas directamente por la Iglesia. 1,—No debemos terminât este capitulo sin recor­ dar que hay algunas obras que la Iglesia misma ha fundado, que dependen directamente de ella en el desempeüo de las funciones particulares dei apostolado que les ha encomendado. Taies son las catequesis. las uniones il). La Junta Centrai de la A. C. I. decia a las Juntas diocesanas y Consejos parroquiales eu una circular: “Ya de tiempo atrâs existen en ’algunas diôcesis sociedades de Buena Prensa que han conquistado muy reales méritos. Procuren las Juntas diocesanas célébrai· con ellas alfanzâs oportunas, de manera que conservando fielmente el fin que les es propio, se establezca entre ambas partes una mutua colaboraciôn con ventajas reciprocas, y lo que im­ porta mâs, con beneficio de la causa comin. “Las Juntas diocesanas y los Consejos parroquiales incluirân en su programa fundar y protéger a las biblioteeas catôlicas. . . Y como uo se han de multiplicar los entes sin necesidad, donde ya hay bibliotecas, enirarân en rela­ ciones con ellas lo que sera muy ûtil, pues contribuirâ por una parte a su desarrollo y por otra los propios socios recibirân beneficios”. — Bollettino Ufficiale dell’A. C' !.. diciembre 1 de 1928. Creemos que esta, régla oficial puede aplicarse a todas las obras de apostolado de que nos venimos ocupando. 260 misionales, la obra de la preservation de la fe. las comisiones de Musica sagrada, etc. Ya se.entiende que la Acciôn Catôlica estarâ con ellas en relaciones especiales de inteligencia cordial y colaboraciôn mutua. Entra en su programa. Pues siendo colaboradora oficial.de la Iglesia, es natural que colabore y contribuya a las obras de la Iglesia misma. Esa colaboraciôn no debe carecer del respeto que hinc inde (de una y otra parte) se ha de tener a la misiôn que la Iglesia ha confiado a cada una de ellas. 2.—Plâcenos cerrar este capitulo sobre las rela­ ciones de la Acciôn Catôlica con las instituciones hermanas con una amonestaciôn del Apôstol que se aplica perfectamente a los catôlicos que militan en distintas porciones dei campo aposfôlico: "Os conjuro. . . que andéis solicitas en conservât la unidad del espîritu en el vinculo de ta paz, siendo un solo cuerpo y un solo espîritu. asi como fuisteis llamados a una misma esperanza de uuestra vocation. U no es el Serior, una la fe, uno el bautismo, uno el Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, gobierna todas las cosas y habita en to­ dos nosotros’ (Ef. IV, 3-6). CAPITULO X. La Acciôn Catôlica y las Obras econômico-sociales. Otras obras con las cuales la Acciôn Catôlica de­ be ma'ntener buenas relaciones son las econômico-socia­ les de tendencies cristianas. Llamamos asi a todas aquellas organizaciones, ins­ tituciones y obras que, promovidas o fundadas por ca­ tôlicos, se rigen por los principios cristianos, por las instrucciones pontificias, y cuyo fin es el bienestar tempo­ ral de los socios, aunque subordinado al espiritual. Se proponen, por tanto, ejercer también el apostolado. Algunas son de carâcter profesional, que defienden los intereses peculiares de determinada clase social, como los sindicatos, ligas de trabajadores, etc.; otras son de carâcter économisa principalmente, y por eso los 'medios de que echan mano son en gran parte pecunia261 / « rios, y de aqui su denomination; taies con las cooperati­ vas. mutualistas. cajas rurales,, etc. Aqui comprendemos a todas en el nombre de obras econômico-sociales. Ya se ve que por su misma naturaleza y fin se distinguen de la Acciôn Catôlica, tanto de la propiamente dicha, como de las obras auxiliares que hemos estudiado en el capitulo precedente; pero, como vamos a ver, puden y deben ser también auxiliares. Por eso la Acciôn Catôlica tiene con ellas relaciones especiales, que ban sido determinadas por la Autoridad eclesiâstica. Por estas razones y por la importancia especial de taies instituciones hemos cteido conveniente dedicarles este capitulo. Veremos en primer lugar los fundamentos que tie­ nen los catôlicos para ocuparse de la acciôn econômicosocial; luego los motivos por que los catôlicos en gene­ ral y la Acciôn Catôlica en particular han de .promo vèr y cuidar de esas obras; indicaremos el fin especial a que se ordenan. En otro pârrafo examinaremos las relaciones practicas entre ellas y la Acciôn Catôlica. (1) . 'I Fundamentos. La Iglesia y lacuestiôn social. 1.—Desde luego. una pregunta: ^por que. ha, de ocuparse la Acciôn Catôlica de estas obras? La respuesta es obvia: porque se ocupa la Iglesia de quien es colaboradora. conveniente razonable libertad, pues sobre ellas recae la responsabilidad de la acciôn. principalmente en materias temporales y econômicas....” (2). Benedicto XV escribia de las Uniones de Trabajo, organismos locales del movimiento économico-social catôlico—: “serân muy utiles, siempre que se inspiren en los principios catôlicos, y que respeten en lo que se ré­ itéré a religion, doctrina y costumbres, la autoridad de la Iglesia” (3). Pio XI ensena que ‘‘los Sagrados Pastores no nueden desentenderse de semejantes asociaciones (las econômico-sociales), antes bien conviene que con su hâbil intervenciôn e impulso eficaz, de tal modo las atiendan. que con la mayor diligenda posible las formen en las ensefianzas y preceptos de la religion catôlica”. Y un poco atrâs: ‘‘las empresas de suyo econômicas son de su propia Cuenta y exclusiva responsabilidad” (4). Ultimamente en la carta tantas veces citada al Patriarca de Lisboa ensena: “Entre las actividades particularmente urgentes a que debe dedicarse la Acciôn Ca­ tôlica esta la asistencia a los obreros. . . Sera cuidado de ella procurar que se funden taies asociaciones (de obre­ ros) donde no existen y atenderlas debidamente donde ya las hay, aunque dejândoles la responsabilidad y au­ tonom ia en los asuntos puramente técnicos y econômicos, Su tarea principal sera que se inspiren en los prin­ cipios sinceramente cristianos y en las ensefianzas de la S. Sede”. 2.—De estos textos y otros ya citados podemos sacar los siguientes principios: a) Las obras econômico-sociales catqlicas no dé­ fi). Azpiazu, pâg. 72, (9). (2) . Ibidem, pâg. 288, (16). (3) . Carta al Episcopado Veneciano, junio 14 de 1920 (4) . Carta ai Card. Segura.—-Azpiazu, pâg. 347. 271 penden directamente de la Iglesia; por consiguiente obran bajo su propia responsabitidad en materias puramente econômicas, técnicas y administrativas. b) Dependen indirectamente de la Iglesia en asuntos religiosos y morales o que con ellos tengan conexiôn amplia o estrecha. c) Por consiguiente, la Autoridad eclesiâstica pue­ de exigir responsabilidades a los directores cuando con sus ideas o actividades atâcan los principios religiosos o salen de las normas de la moral cristiana; en caso de desobediencia puede prohibir a los catôlicos que pertenezcan a ellas. ( 1 ). Relationes con la Acciôn Catôlica. 1.—Ahora ya podemos comprender fâcilmente cuâles son las relaciones, digamos, jerârquicas entre la Acciôn Catôlica y esas obras. También las encontramos perfectamçnte determinâdas por los documentes pontificios. Al concéder Benedicto XV la autonomia (en el sentido que ya explicamos) a las organizaciones econômicas y sindicales, fundadas por los catôlicos italianos des'pués de la guerra, declarô que “siempre tocaria a los dirigentes de Acciôn Catôlica la alta obligaciôn de seguir estudiândo y elaborando el programa a que taies organizaciones deben ajustât sus futuras actividades”. Disponia al mismo tiempo que dentro de la Ac­ ciôn Catôlica y como ôrgano especial Suyo se fundara el Secretariado econômieo-social, que asesorado pôr una comisiôn autorizada y competente, se dedicara con emperio al estudio y soluciôn de los problemas sociales”. Mandaba por fin que “todas las asociaciones-économi­ sas se adhirieran a él, aunque sin estar bajo su depen­ denda” (2). (1) . Pecuérdese el concepto de dependencia directa e indi­ recta, expuesto ya en el cap. VI. (2) . Carta del Secretario de Estado al Présidente de la Junta Directiva de la A. C. I., septiembre 25 de 191,9. Después de«la reforma de 1923 el Instituto Catélico de actividades sociales sucediô al Secretariado econôtnieo-social, quedando también Como ôrgano de la Junta Central y como centro al que se adhieren las obras econômico-sociales. 272 2, —El Papa reinante ha confirmado esta disposi­ tion de su antecesor, y no solamente para la Action Ca­ tôlita Italiana. Veamos algunos documentos. En la tantas vetes citada carta al Card. Segura, Primado de Espana, escribe: “Las asociaciones que, conformando sus propositos y empresas con los précep­ tes de la religion y los peculiares intentos de la Acciôn Catôlica tienen por blanco ayudar a los ciudadanos, ya en asuntos econômicos, ya en el ejercicio de su profe­ siôn, conviene de todo punto que en las materias concernientes a los fines de la Acciôn Catôlica se sujeten a ella y siroan a las obras de apostolado cristiano” Y un poco adelante: La Acciôn Catôlica —lo que signe esta tornado dè la carta al cardenal Bertram (1).— al par que se aprovécha de las veritajas inhéren­ tes ά las asociaciones puramente religiosas y éconômicas, las ayuda y favorece, procurando que medien entre ambas partes, no solo concordia y benevolentia, sino también mutua protection y auxilio coh aquel fruto para la Iglesia y la sotiedad humana que es fact! conjeturar” En la carta el Episcopado Argentine se expresa asi: "Es necesario que todas las asociaciones, que a mâs de conformer sus estatutos y finalidades à los préceptes de la religion y a las normas particulares de la Acciôn Catôlica tienden también a ayudar a sus socios en los distintos problemas econômicos y en la prâctica. de su profesiôn, en todo lo que se refiëre a la Action Catôli­ ca queden subordinadas a ella, colabordndo en las obrùs de apostolado. Y en lo que se refîere tinicamente a los problemas econômicos, seguirân sus propios métodos de action, siendo entëramente responsables de ella” (2). 3. —De todos estos documentos se deducen las si- guientes conclusiones : a) Las obras: ecpnômico-sociales cuyo fin p ôximo es de orden material no pertenëcen a la Action Ca­ tôlica oficïal. (i). Aapiazu, pâgs. γ347 y 348. pasaje en la pâg. 24â. . (3) Azpiazu, pâg. 3 52. 273 · También puede verse el b) En cuanto a los fines remotos de orden moral y de apostoiado, pueden tenerse como obras de Acciôn Catôlica en sentido lato. c) Se distinguen, pero no viven separadas de la Acciôn Catôlica oficial. Prdcticamente son medios -—a veces necesarios y eficacisimos— de que se vale esta para realizar su fin de recristianizaciôn social. d) Las obras econômico-sociales dependen de la Action Catôlica ûnicamente en puntos de moral o reli­ gion; en lo demds son autônomas. e) Entre una y otras debe haber inteligencia cor­ dial y coopération mutua, f) Esas relationes se facilitan con la adhesion de taies obras a la Acciôn Catôlica. · —La Autoridad eclesiâstica juzgarâ sobre la 4. conveniencia o utilidad dé esa adhesion. Ya se entiende que para ello tanto el programa co­ mo los métodos de acciôn deberân inspirarse e i los principios cristianos, y que por consiguiente serân aptos para conseguir los fines que acabamos de enumerar. Aun realizada la adhesion, conservan su autono­ mie en el campo técnico; por lo mismo no pueden considerarse como pertenecientes a la Acciôn Catôlica, ya que estân fuera de su organizaciôn. Auxilio mutuo. Unas cuantas palabras sobre esto que es de gran importancia prâctica. En primer lugar pongamos los beneficios que la Acciôn Catôlica puede y de hecho ha de prestar a las obras econômico-sociales. Los principales son los siguientes : a) Promover su fundaciôn donde aùn no existen -y son ùtiles para los fines de la misma Acciôn; y en to­ do caso, favorecer su constituciôn y crecimiento. Mas aun en estos casos conservarân ellas su autonomia. b) Cuidar de que al trazar su programa o en el fervor de la acciôn no se desvien de las ensenanzas de la fe ni de las normas de la moral. Para ello puede nombrar encargados especiales. 274 i c) Estudiar. formulât y divulgat los principios cristianos por los cuales debe regirse la actividad de los catôlicos en el terreno social, principios a que deben conformarse estas obras. d) Encargarse de la formaciôn religiosa, moral y cultural de dirigentes y organizadotes, de lo cual depen­ de generalmente el buen resultado de taies obras. e) Coopérât a la formaciôn religiosa y moral de los socios, para que vayan a la par el mejoramiento ma­ terial y moral. ( 1 ). 2.—Las obras econômico-sociales por su parte de­ ben colaborar con la Acciôn Catôlica; y para eso: a ) Aceptarân su auxilio y consejos en materia re­ ligiosa y moral, ya que représenta a la Autoridad ecle­ siâstica. b) Se ocuparàn de la formaciôn y elevaciôn mo­ ral y religiosa de sus socios, recordando las palabras de Leon XIII en la Rerum novarum; "no se hallarâ solu ciôn ninguna aceptable (de la cuestiôn social) si no se acude a la religion": que sin la prâctica de las virtudes cristianas “serân. vanos, cuantos esfuerzos hagan los hombres” (2). c) Contribuit al buen resultado de las iniciatiuas generales de la Acciôn Catôlica, de aquellas que emprende para el bien comûn de los catôlicos y en las cuales es necesaria la cooperaciôn de todos. Pero siempre coordinarân sus actividades con las de la Acciôn Catôlica, pues por encargo de la Santa Sede “encamina y dirige al apostoiado social las obras y asociaciones de todo gé­ néra” (3). d) Procurât que sus socios mejor formados entren a la Acciôn Catôlica, a la cual deben reconocer y (1) . En el segundo velumen veremos como trabaja y ha trabajado la Acciôn Catôlica en pro de osas obras. Véase el esutdio de Mons. Roveda "La A. C. y los obras econômi­ co-sociales” en Directive e' progranuni dell’Azione Cattoliea publicado por la Junta Diocesana de Milûn. (2) . 2a. Ed. A.C.J.M.,'pâgs. 43 y 44, n. 21. (?,). Carta al Card. Bertram.--Azpiazu, pâg. 343. 275 apreciar como el alma mater de todas las asociaciones y actividades sociales de los catôlicos. (1). Exhortaciôn de Pio XI. Para cerrar este capitulo y todo el volumen no encontramos cosa mâs oportuna y hermosa que trans­ cribe la cordial exhortaciôn dirigida por Pio XI àl cle­ ro y seglares al fin de la Quadragesimo anno, cuyô ar­ gumento, como se sabe, es la restauraciôn del orden so­ cial segun las ensenanzas del Evangelio. Congratulândose con el Episcopado todo por el· fervor con què trabaja en esta obra, escribe: “Mereceis toda alabanza asi como todos esos valiosos cooperadores, clérigos o segla­ res, que Nos alegran al verlos participât con vosotros en los afanes cotidianos-de esta gran obra. Son tiuestros amados hijos inscritos en la Acciôn Catôlica g comparten con Nos de manera especial el cuidado de la cuestiôn social, en cuanto compete y toca a la Iglesia por su mis­ ma institution divina. A todos ellos exhortamos una y otra vez en el Senor, a que no perdonen a trabajos, ni se dejen vencer por dificultades algunas, sino que cada dia se hagan mâs esforzados y robustos. Ciertamente, es muy arduo el trabajo que les proponemos; conocemos muy bien los muchos obstâculos e impedime'ntos que por ambas partes, en las clases superiores y en las infe­ riores de la sociedad, se oponen y hay que vencer. Pero no se desaliènten: de cristianos es afrontar âspéras bâtallas; de quienes como büenos soldados de Cristo le si- (lj. Cohviene recordar aqui cuanto se dijo en el cap. VIII sobre la superioridad de la Acciôn Catôlica respecto a los partidos politicos. Agregamos que las obras,econômico-sociaies deben eùcaminar a la Acciôn Catôlica sus socios mejor formation, porque como ellas no se proponen precisamente el aposlolado siguen en el reclûtamiento criterios mâs amplios. Pero tampoco deben llevar muy alla esa amplitud. pues aun estas obras tiene propositos cristianos y deben buscar el honor de la religiôn. 276 1 guen mâs de cerca es aguantar los mâs pesados èrabajos” (1). Esta exhortaciôn parace un eco de las resueltas pa­ labras de S. Pablo: "Labora sicut bonus, miles Christi lesu” (I. Tim., II, 3), trabaja como buen soldado de Cristo”. Tal es la consigna de la Acciôn Catôlica. ■ Pax Christi in regno Christi. J ι 1 ). "Azpiazu, pâg. 1 80, (137). 277