MONS. LUIS CIVARD1 MANUAL DE ACCION CATOLICA VOLUMEN I,- TEORIA * Versiôn de la VIII· ediciôn italiana por PABLO CERVANTES. PBRO. Tercera ediciôn mexicana aumentada con el capitulo “El Espiritu de la Acciôn Catôlica” Nihii obstat. F. Gômez, censor. Imprimatur. Ex urbe Monterrey, 2 novembris 1935. I. Guadalupe, Arch. Monterreien. INDICE I VOLUMEN Pag. Carta de la Secretaria de Estado ...................................... Prefacio del autor ................................................................ Advertencia del traductor a la primera edition .............. Advertentia del mismo a la segunda edition ................. Introduction.—Necesidad de conocer la A. C. — Que debemos saber ....................... *5 >6 19 21 23 I Parle. La A> C. en si misma. CAPITULO I. El concepto de A. C. I. II Signification del nombre . — Actividades e Institution. — Sentido lato y estricto. —Enseiianzas pontificias ................................................. 29 Elemento» esendales. — Clâsica definition de Pio XI. — Médula de la definition. — Otras for­ mulas ............................................. 33 CAPITULO IL Fines de la A. C. I. Varios fines — Fin interno y externo. — Grada­ tion de fines .................................................. 37 II. Fin ultimo y general. — El advenimiento del reino de Cristo. — Fin religioso. Fin soeial. ■— Fin total .......................................................... III. Fines particulares. — Fomentar la vida religiosa. 3 39 Pag- - - Difundir Ia cultura cristiana. — Crisrianizar la familia. — Defender los derechos y libertad de la Iglesia. — Cooperar a resolver la cuestion escolar. — La buena prensa. — La moralidad pùblica. — La solution cristiana de la cuestion social. — Conformât la vida social a los principles Cristianos ...................... ·................. IV. 45 Fin inmediato. — Formation religiosa. ·— For­ mation moral. — Formation social. -— Forma­ tion para el apostolado ............................... 61 CAP’TULO III. El apostolado. I. II. III. IV. Preliminares. — Dos etapas. — Nota esencial.— Concepto general. — Caractères del apostolado de la A. C........................................................ 71 Apostolado seglar.---- Los seglares en la Iglesia.— Militia segiar. — Mucbos son los Ilamados, pocos los escogidos .............................. . . ........................ 75 Apostolado auxiliar. — El apostolado jerârquico. — Dos clases de apostolado. — La A. C. “auxiliar” de la Jerarquia. — La A. C. “man­ dataria” de la Jerarquia. — Dignidad de la A. C............................................................................ 79 Apostolado obligatorio. — Precepto de la igle­ sia. — Obligation de caridad para con Dios.— Obligation de caridad para con el projimo.— La ensefianza del Pater noster. — Obligation impuesta por el bautismo. — Obligation impuesta por la confirtnacion. — La A. C. es obligato­ ria.— Escala de obligaciones ..................... 86 4 Pag. V. Apostolado universal. — Universalidad de objeto. — Universalidad de medios. — Universalidad de Ingar ................................................ 99 CAPITULO IV. Organization de la A . C . I. II. III. IV. Organization en general. — Concepto de orga­ nization. — Derecho natural. — Derecho civi­ co. — Derecho Cristiano. — Eficacia y utilidad ........................ 106 Rasgos generates de la organization. — Propiedad esencial. — Jerarquia de jurisdiction. — El centro, la diocesis, la parroquia — Forma unitaria y base national. ................................. ....................... 1 14 Unidad y variedad. La coordination. —Organos coordinadores. — Autonomia de las organizaciones. — Comparationes. — Lo sustancial y lo accidental .................................................................. 119 Utilidad de la organization. — Para la formation de los socios. — Propagar el. bien. — Evitar el mal ........... ................................................. 1 28 CAPITULO V. Necesidad de la A. C. I Π. Paganizaciôn de la sociedad. — Los frutos laicismo. — La A. C. salta a la palestra. Apariencias y realidades. — Armas contra armas. — Ensefianzas pontificias ................... del — — 1 îÎ El Clero no basta. — Escasez de clero. — Ha sido desacreditado. — Impotente para tamana empre- Pag. III. sa. — La A. C. no es una novedad. — Lo antiguo y lo nuevo. — Otra objeciôn ................. 143 La A. C. es insustituible. — Por otras asociaciones u ob'as catô'-cas. — Por el Estado. — Por las institutiones oficiales. — Legitim idad de la A. C.) ............................................................. >5· Il Parte. Las relaciones la A. C. CAPITULO VI. La A. C. y la Jerarquia. I. II. III. Dependenda de la Jerarquia. — Las dos Jerarquias. — El Papa, los Obispos. los Pârrocos. — Todo apostolado depende de la Jerarquia. — Dependencia especial de la A. C.. — Textos pontificios .......... 160 Dependenda directa e indirecta. — Dos misiones de la Iglesia. — Dependencia indirecta. — Naturaleza de ambas dependentias. — Los Papas defienden el poder indirecto. — Una objeciôn . . Direccion seglar. — Direction subordinada. — Poder ejecutivo practico. — Poder ejecutivo. — Porqué la direttion seglar. — Competentia de ambos poderes. — Desorden juridico imaginario. — Peligro fâcil de evitar. — Bencficios de la union ton la Jerarquia .............................. 177 CAPITULO VIL La A . C . y el Clero . I. Misiôn del Hero en la A. C. — Asistencia. — Retrato juridico del Asistente. — El plasmador.— 6 168 Pag· El educador. — El angel tutelar. -r- El alma de la asociacion................................................................ t 91 II. La A. C. es obligatoria para el clero. -— Naturaleza del sacerdocio. — Naturaleza de la A. C. —; Argumento de autoridad. — Parcialidad. — Peligro de disipacion ........................................... >99 CAPITULO VIII. La A. C. y la politica. I. II. III. Podei de la Iglesia en materia politica. — La La teoria liberal. — Una distincidn fundamental. — La intervention de la Iglesia es legitima. — La Iglesia y los partidos politicos........................ ait Posidon de la A. C. respecto a los partidos y la politica. — La A. C. no es un partido. — Prescripciones pontificias. — La A. C. es superior a los partidos. — Education politica. — Intervention directa. — Accion religiosa en el tërreno politica. aal Conducta de los catôlicos en el terreno politico. - Participation en la vida politica. — Inscription en los partidos. — Deber de caridad social. — Promover y defender los interests religiosos. — La union en el terreno moral y religiosô es deber . . a}t CAPITULO IX. La A. C. y las Obras auxiliares. I. Distinciôn entre la A. C. y las asociaciones religiosas. — Las asociaciones religiosas. — Diferencia de fin. — Diferencia de medios. — Diferencia de personas ....................................................................... 14° r 7 Pag. Il. III. Relaciones entre la A. C. y esas asotiationes. — Ni confusion ni oposiciôn. — Benevolentia mu­ tua. — Inteligencia cordial, colaboraciôn. — Manera concreta de colaborar. — Normas prâcticas. — Dos errores que evitar ..................... 247 Relaciones con otras bases de apostolado.-Diferencia. Auxiliares de la A.C.—Coordination.—Coordinar. no centralizar. — Obras fundadas directamente por la Iglesia ................................... 256 CAPITULO X. La A. C. y las Obras econômico-sociales. I. Il. Fundamentos. — La Iglesia y la cuestiôn social. — Fin de la action économico-social. — Invitation de los Papas ..................................................... 261 Relaciones en el orden pcactico. — Distinciôn. ■— Relaciones con la Jerarquia. — Relaciones con la A. C. — Auxilio mutuo. — Exhortation de Pio XI ................................................................................ 269 4 II. VOLUMEN. Introduction. — Objeto dei volumen. — Fuentes. — Plan ............................................................................... I. Parte. Datos Historicos. CAPITULO I. Antecedentes historicos. I. II. Edad antigua. — El apostolado seglar al comienzo de la Iglesia. — Epoca de las persecutiones. — Primeros brotes de actividad social ............... 286 Edad Media. — Los monjes. — Las Cruzadas y las Ordenes de Caballeria. — Las Universidades. 8 281 Pag· ■— Apostolado social de las ordenes religiosas. —? Los gremios de artes y oficios. — Los montes de piedad .................................................................. III. 291 Edad moderna. — Las cofradias. — Oratorios. — Institutiones de beneficencia. — Las Conferendas de S. Vicente. — Las Amistades Catolicas '. Î05 CAPITULO II. Epoca de la obra de los Congresos. I. Albores de la A. C. I. — Primeros pasos y dificultades. — Sociedad de la Juventud Catôlica. — El primer congreso national catolico. — Fonda­ tion de la Obra de los Congresos......................... » >11 II. La O. de los Congresos y la Democtacia Cristiana. — Actividades de la Obra de los Congresos. — La Return Novarum. — Estudios y actividades sociales. —■ Federation universitaria. — La per­ secution de 1898. — La democracia cristiana. — Divisiones intestinas. — Intentos de pacification. — Supresiôn de la Obra de los Congresos.......... 316 CAPITULO III. Epoca de la Union Popular. I. Antes de la guerra. — Reformas de Pio X. — La Union Popular. — La Union économico-social. — La Union electoral. — La primera organization femenina. — Coordination del movimiento cato­ lico. — Juntas diocesanas y grupos parroquiales. II. Después de la guerra. — Las instituciones econômicas. — Acabamiento de la union electoral. — La Juventud Femenina. — La Union Femenina. — Ultimos anos de Ia Union Popular. — Actividad en pro de la Escuela y la Cultura .".............. 338 9 330 Pag. CAPITULO IV Epoca Actual I. IL Reformas de 1922 y 1923. — El Papa de la Ac­ tion Catolica. — La Junta Central. — La Enciclica Ubi Arcano. — Los nuevos Estatutos. — Organos Coordinadores. — Organizaciones Naclonales. — Federation de Hombres Catôlicos. —Secretariado de la Junta Central. — El Insti­ tuto de Actividades Sociales. — Sectiones Profesionales. — Reconocimiento del Concordato. — Las Semanas Sociales. — La Asamblea General de Action Catolica ................................................ 348 Las Reformas de 1931. — El convenio de 3 de septiembre. — Modification de los Estatutos. . . 305 S E G U N D A PARTE Las Organizaciones Nacionales ........................................... 369 CAPITULO V Importanda I. La Union de Senoras. 1 . . . ......................................................... Formacion. — Perfecçionamiento Religioso mo­ ral. — Formacion Familiar. — Formacion Social y civica. — Medios de Educaciôn Social ............ II. Accion. — Fin principal del apostolado. — Apostolado de la familia. — Apostolado en la parroquia. — Defensa. — Difusiôn....................... 378 III. Objeciones. — Dificultades especiales. — Es imposible ... Es estéril ... es superflua....... 385 io 370 372 Pag. CAPITULO VI La Juventud Masculina. I. Pçeliminares. — Importanda. — EI aspirantazgo. — Grupos especiales. — Atenciôn a los estudian'tes de Secundaria. — Fines particulares................. 391 II. Formacion. — Fin principia!. — La Formacion ha de ser completa. — Formacion .Cultural. —Medios de formacion religiosa. — Formacion mo­ ral. — Correction. — Education de la Pureza. — Modo de darla. — Formation Sotial. — For­ mation para el apostolado. — Formation cultural. — Educaciôn fisica. — Utilidad. — Modo y li­ mites ............................................................................ 307 III. Protéger la concienda. — Necesidad. — Medios de preservation. — Las diversiones. — Medios de preservation y atrattiôn. — Calidad de las diver­ siones. -— Limites de la diversion.......................... 420 El Apostolado. — Motivos y tarâcter. — Puesto de tentinela. — Apostolado indirecto por el ejemplo. — Apostolado directo. — Algunas clases de apostolado directo ................................................ 426 IV. CAPITULO VII Los Universitarios. I. II. Importantia. — Fines espetiales ............................. 433 Formacion. — Formar y prolongar la toncientia de los sotios. — Formation cristiana adecuada a su cultura. — Preparaciôn de futuros dirigentes. ... 435 Apostolado. — Apostolado tutelar. — Apostola­ do del ejemplo. — Apostolado en pro de la verdad. — Apostolado de caridad ..................... 439 Pig. CAPITULO VIII La Union de Seüoras. I. Π. III. IV. Fundamentos. — Una objetion. — Influenda so­ cial de la mujer. — La mujer salvadora de la mujer. — Organization contra organization. — La mujer esta obligada a ser apostol. — La tra­ dition cristiana. — La Voiuntad de los Papas. Fines particulares ............................................. 444 Formacton. — Perfeccionar la concienda religio­ sa y moral. — Formation Familiar. — Forma­ tion social .......................................................... 45z Apostolado. — Caractères. — Apostolado de la familia. — Apostolado Parroquial. — Apostolado en pro de la moralidad. — Apostolado de caridad y de beneficiencia ...................................................... La Asociacion de Ninos Catôlicos. — Forma y Gobierno. — Fines particulares. — Razon de ser y ventaja. - Programas ........................................ 456 464 CAPITULO IX La Juventud Femenina. Programa especial . . . Importanda. — Forma. I. II. III. Formacion. — Formation religiosa. — Forma­ tion intelettual. — Formation moral. — Diversiones. — Formation social y profesional. — Preparation para elegir estado. Preparation para fundar una familia ......................................... 470 El Apostolado. — Caratteres. Apostolado de ejemplo de modestia. Otras formas de aposto­ lado ................................................................... 480 Colahoraciôn de las religiosas. Que se las pide. Varias maneras de colaborar. Colabora- 12 468 Pag. cion indirecta. —Colaboraciôn directa; Asociaciones interiores ................................................................ 4^3 . CAPITULO X Las Universitarias. La position en la A. C. — Relaciones con los Universitarios. — Fines especiales. — Medios. . . . TERCERA 488 PARTE Réglas prâcticas generales para las Asociaciones de la Acciôn Catôlica............................ .................. 492 CAPITULO XI Fundaciôn. I. II. El Comien-o. — Preparation remota. - Prepara­ tion prôxima. — Prueba y agrégation. Réglas para el retlutamiento. — Calidad y tantidad. . . . Los primeras escollos.— Optimismo. — Rigo­ risme. — Desaliento. — El ejemplo de Cristo. 493 499 CAPITULO XII Funcionamiento. I. II. Los Dirigentes. — Eleetiones. — Los cargos. — Cualidades de los dirigentes. — Espiritu sobrenatural. — Formacion ....................................... 504 Las Juntas. — Ventajas. — Clases. — Celebraciôn. — La Conferencia .............................. 51 1 CAPITULO XIII Insignias. I. II. La Lésera. - - Que es. — La Cuota anual. — Va-' lor éducative. — Aprecio en que debe tenerse. 519 El Distintivo. ,— Razôn y utilidad. — Obliga­ tion de llevarlo ................................................. 524 Pag. III. La Bandera. — Su significado. — Su Bendiciôn. 525 APENDICE I El Espiritu de la Action Catôlica. I. Espiritu sobrenatural. — El naturalismo. — Ora et labora. — Eucaristia y Acciôn Catôlica. — Rectitud de intenciôn. — Condiciôn de éxito. — Condiciôn de perseverancia ............................. 527 II. Espiritu de Sacrificio. — Apostolado y Sacrifi­ cio. — Fecundidad del Apostolado. — Seguro de disciplina. — Nutre la concordia ................ 536 BIBLIOGRAFIA APENDICE II .................................................................. 543 APENDICE III Proyecto de reglamento interior para un grupo de A. C. CAPITULO I Trimestre de preparation ...................................................... CAPITULO II Las Sesiones ...................................................................... '. . . .CAPITULO III Distribution de trabajo............................................. I........... CAPITULO IV Las Discusiones ....................................................................... 54g CAPITULO V Las Votaciones ............................... 54g CAPITULO VI El Local .................................................................................. 550 CAPITULO VII Dispositiones complementatias ............................................. 550 APENDICE IV Indulgencias concedidas a la Action Catôlica Mexicana. 551 '4 547 547 548 (■■■■■■■■■■■■■■■■■■■■■nsaα·····« SECRETARIA DE ESTÆDO Del Vaticano, a 23 de Septembre de 1933. Jllmo. y Revmo. Serior'. Con suma complacenda me di prisa a poner en las augustas manos del S. Padre los dos volûmenes de su “Manual de Acciôn Catôlica’’, que ha llegado ya a la séptima ediciôn; y tengo el gusto de comuntcarle que agradeciô su filial obsequio. Por el orden con que su obra expone los princi­ ples en que se apoya la Acciôh Catôlica, por la oportunidad de las normas que da para la fundaciôn y funcionamiento de las organtzaciones que la componen, sera en lo futuro guia ilustrada y sincera de quienes se dedican a tan provechosas actividades, como ya en lo pasado ha servido para el conocimiento y desarrollo de tan fecundo género de apostolado. Por eso el S. Padre, juntamente con sus votos por una amplia difusiôn de tan apreciable trabajo que. a no dudarlo. contributed a nuevo y eficaz acrecenlamiento de la Acciôn Catôlica que le es tan querida, le envia de todo corazôn su bendiciôn apostôlica. De V. S. Illma. y Revma. José Pizzardo. Arzobispo tit. de Nicea. . Ulmo, y Revmo. Mons. Luis Civardi. 15 Roma. PREFAC1O Fallan en esta octava ediciôn dos capitulas de la anterior, los que tratan de las relaciones de la Action Catôlica con la politica y las obras econômico-sociales, pero en todo lo demâs es igual a la precedente. (1). Cuando pusimos al dia la ediciôn séptima fue tal la re­ forma que résulté rehecha por entero. En el prefacio de la ediciôn anterior pusimos las palabras que camos a repetir. parque indican el plan que seguimos en la présente. “La présente ediciôn ha sido construida sobra la granitica base de la definition de Pio iXI, definiciôn que ya puede llamarse canonica, pues ha llegado a imponerse universalmente. Ella ha fijado los rasgos esenciales de la Acciôn Catôlica, y ya no permitted que se le confunda. Tomdndola por base de este traiado, hemos procurado seguir los puros principias de la Action Catôlica; principles que vienen a ser verdaderos corolarios de la definition, y que no mudan con los tiempos y lugares, aun cuando varien indefinidamente sus aplicaciones. 'Hemos procurado apoyar los principales asertos en las ensenanzas de los Sumos Pontifices, unicos verdaderos legisladores de la Action Catôlica ( 2). “En las cuestiônes mas importantes creimos con­ veniente aducir textos de varios Papas, para que se vea la uniformidad y constancta de las normas de la Ig lesta". (1) . Vease la ségunda advertenda del traductor sobre la conservacion de estos capitulos. (2) . Las citai: en la mayor parte de los documentôs ponti­ li·, ios en 1.· v.’ràiôu castellana se toman de la 3ra. ediciôn de Direirioiiefi Pontificias de Azpiazu.—Editorial “Razôn y Fe”.—Madrid. 1933. Las citas de la Rerum novarum de la 2a. ediciôn de la A.C.J.M.—Tlâlpan, D. F.—1924. 16 PREFACED Faltan en esta octava ediciôn dos capitulas de la anterior, los que tratan de las relaciones de la Acciôn Catôlica con la politica y las obras econômico-soctales, pero en todo lo demâs es igual a la precedente. (1). Cuando pusimos al dia la ediciôn séptima fue tal la re­ forma que résulta rehecha par entero. En el prefacio de la ediciôn anterior pusimos las palabras que vamos a repetir, parque indican el plan que. seguimos en la présente. “La présente ediciôn ha sido construida sobra la granitica base de la definiciôn de Pio XI. definiaôn que ya puede llamarse canônica, pues ha llegado a imponerse umversalmente. Ella ha fijado los rasgos esenciales de la Acciôn Catôlica, y ya no permitird que se le confunda. Tomândola por base de este tratado, hemos procurado seguir los puros principias de la Acciôn Catôlica; principios que vienen a ser verdaderos corolarios de la definiciôn, y que no mudan con los tiempos y lugares, aun cuando varien indefinidamente sus aplicactones. ‘Hemos procurado apoyar los principales asertos en las ensenanzas de los Sumos Pontifices, unicos verdaderos legisladores de la Acciôn Catôlica (2). “En las cuestiones mas importantes creimos con­ veniente aducir textos de varios Papas, para que se vea la uniformidad y constancta de las normas de la Iglesia”. (1) . Véase la segunda advertenda del traductor sobre la conservaciôn de estos capitulos. (2) . Las citai', en la mayor parte de los documentes'ponti­ ficios en la version castellana se toman de la 3ra. ediciôn de Direccione.'· Pontificias de Azpiazu.—Editorial “Razôn y Fe”.—Madrid. 1933. Las citas de la Rerum novarum de la 2a. ediciôn de la A.C.J.M.—Tlâlpan, D. F.—1924. 16 Segunda, LA ACCION CATOLICA EN SUS RELACIONES. 3.—En capitules separados veremos en la primera parte el concepto, fines, apbstolado, organizaciôn, necesidad de la Action Catôlica: en sendos capitulos de la' segunda estudiaremos las relaciones que tiene con la Jerarquia, con el clero, con la politica, con las obras auxiliares y las econômico-sociales. Tendremos pues los siguientesl capitulos: Primera parte.—La Action Catôlica en si misma. 1. —Concepto; 2. —Fines ; 3. —-Apostolado : 4. — Organizaciôn; 5. —Necesidad. Segunda parte.—Relaciones de la Acciôn Catôl'ica con: 6. —la Jerarquia eclesiâstica ; 7. —el clero; 8. —la politica: 9. —las obras auxiliares; 10.—las obras econômico-sociales. i>7 PRIMERA PARTE LA ACCION CATOLICA EN SI MISMA CAPITULO I. El Concepto de Acciôn Catôlica. I. Significaciôn del nombre. El término ‘'Acciôn Catôlica” puede tener muchos significados: por consiguiente, segùn las réglas de la Dlaiéctica, hemos de comenzar por déterminât la signi­ fication del nombre, antes de examinar la cosa misma. Asi evitaremos errores y malas inteligencias. Actividades e instituciôn. 1.—En su significado obvio el término "Acciôn Catôlica” se aplica a cualquier acto puesto conforme a los principias de la religion catôlica; en esta aeepciôn, al menos explicitamente, no entra la idea de apostolado. En otro sentido mâs complejo significa el acto no solo conforme sino en faoor de-la religion catôlica. Ya aqui aparece explicitamente el concepto de apostolado. Asi lo entendemos aqui. 2.—Mas con esta significaciôn lo mismo se usa para designar las actiuidades del apostolado que para nombrar la’ institution a organization en que aquellas se ejercen. Ya veremos que dentro de la Acciôn Catôlica el apostolado se ejerce colectiva u organizadamente, y que se concreta en ciertas instituciones. (1). Algunos ejemplos para aclarar esta idea. Si digo “La Action Catôlica es deber de sacerdotes y seglares”, tomo la palabra en la significaciôn de acti­ uidades; y cuando digo “La Action Catôlica Italiana fue reformada pot Pio XI en 1923”, la tomo en el sen­ tido de institution u organismo. A, veces significa am­ bas cosas, como en esta frase “La Action Catôlica es necesaria en nuestro tiempo”. Sentido lato y estricto I.—Para evitar equivocaciones, bay que tener en cuenta otra distinciôn muy importante. El término puede tomarse en sentido lato o en sen­ tido estricto. . (1) En la carta Quae Nobis al card. Bertram, dice Pio XI: “La Acciôn Catôlica es un verdadero apostolado en que tienen participaciôn los catôlicos de todas las clases socia­ les, unidos con el pensamiento y con la acciôn en torno de los centros de sana doctrina y mûltiple actividad, legîtimamente constituidos, ayudados y sostenidos por la autoridad del Obispo”---- Azpiazu, pâg. 342. Donde, como se ve, apostolado équivale a actividades de muchos, pero que no proceden como quiera, gino unidos en centros, o sea en instituciones. 30 En sentido lato, ejerce Acciôn Catôlica, cualquier asociaciôn que de algctn modo se dedica al apostolado, con tal que esté aprobada por la Autoridad eclesiâstica; como las que fomentan el teatro, el cinematôgrafo mo­ rales. las sociedades de buena prensa, las ligas antiblasfemas, en pro de la moralidad pùblica, etc. 2.—En sentido estricto o propiamnte, la Acciôn Catôlica consta del conjunto de asociaciones en que los seglares ejercen el apostolado, en cualquier forma que sea, mas en auxilio de la Jerarquia; y no solo con su aprobaciôn, sino bajo su directa dependenda, segùn sus instrucciones. Cuando tiene todos estos caractères puede llamarse of'îcial, en el sentido de que la Iglesia l'a quiere y re­ conoce oficialmente como cosa que le pertenece. Siempre que usemos el término sin restricciôn alguna, se entiende que hablamos en sentido estricto. Y en tal caso esta formada por las organizaciones de seriores y senoras, de jôvenes de uno y otro sexo, conjunto que se denomina precisamente Acciôn Catôlica. Ensenanzas pontificias. I.—Esta distinciôn, fundada en la naturaleza de las cosas, se encuentra también en algunos documentes pontificios recientes. En la carta dei Secretario de Estado al Présidente general de la A.C.I. (marzo 30 de 1930) leemos: “Aparté de la Acciôn Catôlica propiamente dicha, bay otras instituciones y asociaciones e iniciativas, que con admirable variedad de organismos tienden, ya a una mâs intensa cultura ascética, ya a las prâcticas de piedad y de religion, y particularmente al apostolado de la oraciôn, ya al ejercicio de la caridad cristiana en todas sus difusiones y aplicaciones, ejercitando de hecho un amplio y eficacisimo apostolado individual y social con formas (de organizaciôn apropiadas a su fin, y por lo mismo distintas de la que es propia de la Acciôn Ca­ tôlica; por lo que no pueden llamarse de Acciôn Catô31 lira sin restriction) si bien se pueden y deben decir verdaderas y providentielles auxiliares de la misma” ( 1 ). Y aludiendo Pio XI a esta carta en el discurso dirigido a las Congregaciones Marianas (uno y otra son de la misma fecha), dijo: “No quiere decir esto que todas estas maneras de obrar el bien (las obras auxiliares) sean literal, formal, y por decirlo asi, oficialmente Ac­ tion Catôlica; sino solamente que pueden y deben ayudar a la iniciativa central de la Acciôn Catôlica”. 2.—En la carta al Episcopado Argcntino (febrero 4 de 1931) insiste en esta distinciôn: “A mâs de esta gran instituciôn, que puede llamarse la Acciôn Ca­ tôlica oficial, hay en vuestras diôcesis otras asocjaciones, cuyo fin es promover la piedad, la formation re­ ligiosa, la caridad o la beneficencia; asociaciones que en otra ocasiôn hemos llamado poderosas auxiliares de la Acciôn Catôlica, porque proponiéndose algunos de los fines que ella tiene, pueden y deben suministrarle elementos bien preparados y activos”. (2). En este Manual estudiamos la Acciôn Catôlica propiamente dicha; mas ya comprende el lector que mucho de lo que vamos a decir, principalmente en esta primera parte, puede aplicarse a la Acciôn Catôlica en general. (3). Hi. Azpiazu, pâg. 414. N. del T.--Quien compare el pasaje de esta carta tal (•ual va en el texto eon la traducciôn nue trae Azpiazu, verà que faltan algunas palabras, las que encerramos entre paréntesis. La adiciôn dada en esta version (que no es nuestra sino del original) se funda en la transcripciôn de Civardi quien ciertamente tuvo a la vista el texto del Osservatore Romano, donde apareciô. Ademâs, sin las palabras t!ncerradas en el paréntesis resultan incomprensibles los otros dos textos citados por el autor: el discurso a las Con­ gregaciones Marianas y la carta al Episcopado Argentine. Quizà la omisiôn se debe a una distracciôn. Esa omisiôn no aparece corregida. en la 3a. ed. (2 1. Azpiazu, pâg. 3 5 6. En el capitulo IX, al estudiar las relaciones de la Acciôn Catôlica con las Obras auxiliares, explicaremos ampliamente esta distinciôn. 32 i II Elementos esenciales. Clâsica definition de Pio XI1. —La Action Catôlica ha sido definida por Pio XI: "la particiapdôn de los seglares en el apostolado de la Jerarquia eclesidstica”. El mismo dijo que habia dado esta definition "ref lexica, deliheradamente y no stn cierta inspiration” (D- , Contiene todas las notas esenciales; y segùn las réglas de la Dialectica, es una buena definition (2) 2. —Actualmente la usan todos los que quieren expresar ton exactitud el eoneepto integro de Attiôn Catôlica. Implicitamente ya estaba en la primera enciclica del mismo Pio XI, la Ubi arcano (diciembre 23 de 1922) : "Recordad a vuestros fieles que tuando to mando por guias a vosotros y a vuestro tlero, trabajan en pùblico y en privado por que se tonozca y ame a Jesucristo, entonees es tuando sobre todo mereten que se les liante "linaje estogido, una clase-.de saterdotes reyes. gente santa, pueblo de tonquista”, de que hablaba S. Pedro (I. Petr. II. 9). (3). En estas palabras estân todos los elementos de la definition clâsica, eitada arriba; posteriormente se re­ pite integra en otros muchos documentos que no es del taso enumerar. En algunos, la palabra participation ha sido sus( 1 ). Discurso a las obreras pertenecientes a la J. F. de la A. C. I. (marzo 19 de 1927). Reeientemente hablando a los Universitarios Catôlicos de la América Latina, dijo: “En verdad, el espiritu de Dios nos ha sugertdo esta de­ finition”.—Diciembre 28 de 1933. (2) . El mismo Papa, hablando a los dirigentes de Acciôn Catôlica en Borna (abril 19 de 1931), después de repetiv la definiciôn, agrégé: “Son unas cuantas palabras, pero ricas en signiifcado; contienen todo lo que se requiere pa­ ra una buena definiciôn, que, segiin es sabido, para ser tal, debé contener, en lo posible, todos los caractères esenciales de la cosa que se trata de définir”. (3) . Azpiazu, pâg. 313, (27). 33 Tal es el fin supremo; tai dice'la definition, del Papa. Y en efecto, si la Action Catôlica participa en el apostolado jerârquico, es para cooperar al fin que ella busca, al que ella aspira; la Action Catôlica quiere Ιο que quiere la Iglesia. Y ique quiere esta sino que Cris­ to reine en ei individuo, en la familia y es la sociedad? El fin unico de la Action Catôlica, es por tanto, cl triunfo del reino de Cristo. Otras formulas. Hemos examinado brevemente los elementos cons­ titutivos de la Action Catôlica, admirablemente sintetizados en la sucinta, pero completa definition de Pio XL Si quisiéramos encerrarlos en una formula mas am­ plia y expresa, podriamos decir que la Action Catôiita es: el apostolado ejetcido por los seglares para ayudar a la Jerarquta, y bajo su directa dependenda, para conseguir que trtunfe el reino de Cnsto en el tndivtduo, la familia y la sociedad. Como se ve, esta description présenta a la Action Catôlica como actividad; si queremos considerarla como institua on, diremos que es: la organization de los se­ glares catôlicos que coopéra al apostolado de la Jerarquia, y bajo su directa dependentia, para alcanzar que triunfe cl reino de Cristo en el individuo, la familia y la sotiedad (i). Nos parafe oportuna la siguiente advertenda. En este capitulo preliminar nos hemos propuesto dar con la mayor precision posible el concepto de Acciôn Ca­ tôlica, pero no profundizarlo. Es indispensable para comprender cuanto se va a decir después. Para profundizarlo no bastaria un capitulo; ademâs nos expondriamos a repeticiones inutiles. Hemos apuntado solamente algunos ; conceptos que se expondrân con amplitud en otros capitu­ les. Asi en el III desarrollaremos el de apostolado; eu el VI explicarenios la subordinaciôn a la Jerarquia; la idea de organlzaciôn sera asunlo del IV, y del II. el fin, el advenimionto del reino de i’risto. . (1) :16 CAPITULO II Fines de la Acciôn Catôlica I. Varios fines. Fin es aquello por lo cual se hace algo. También se Hama causa final, porque influye realmente en la producciôn dei efecto, moviendo al agente a obrar. Tcdo agente obra por un fin. Toda institution tiene ui fin especial. El fin determina la naturaleza, propiedades, objeto y medios de cualquiera institution, segûn la célébré sententia de Aristoteles: “Finis est ratio et mensura omnium quae sunt ad finem, el fin es razôn y medida de todo lo que se refiere a él”. Por eonsiguiente debemos empezar nuestro tratado de Aetion Catôlita, hablando dei fin que tiene: ya después expondremos otros elementos eseneiales que de él dependen. 37 Fin interno y externo. Ya veremos que la Acciôn Catôlica tiene fines de distinta especie, aunque todos concurren al fin supremo y general. 1. —Si los considérâmes con relaciôn a la organizaciôn, pueden ser internos o externos. Internos, los que se cumplen dentro de la organizaciôn misma, para favorecer su vida, para el bien de los socios. Tales son la formaciôn espiritual de éstos, la actividad y disciplina de las distintas asociaciones, la coordinaciôn de las fuerzas organizadas. Toda iniciativa dirigida a esta clase de fines constituye la actividad interna. Externos, los que se realizan fuera de la organiza­ tion, en el vasto campo social. Coinciden, con las dis­ tintas maneras de ejercer el apostolado, y forman la actividad externa. 2. —Los fines internos se ordenan a los externos; que, como ya veremos, la esencia de la Acciôn Catôlica esta en el apostolado. Asi, por ejemplo, procura la instruction religiosa de los socios (actividad cultural interna), mas para que una vez instruidos, instruyan a los que no militan en sus filas (actividad cultural externa). Los socios deben ■ instruirse para instruit. Como la lâmpara que cebada por mano dei ama, quema el aceite y lo convierte en luz, para “iluminar a todos los que estân en la casa” (Mat. V. 15) ; asi el socio de Acciôn Catôlica, una vez que ha recibido el ôleo de la doctrina, debe transformarlo en calor vital, en luz que ilumine a todos los espiritus. A semejânza del Bautista debe ser “lucerna ardens et lucens, antorcha que arde y brilla (Iohan. v, 35, para anunciar a Cristo en el mundo. Gradaciôn de fines. 1.—En la Acciôn Catôlica, como en cualquiéra 38 institution, hay gradation o jerarquia de fines. En la cima esta el supremo y general; tras él vienen los subordinados y particulares, que son medios respeeto del primero; y se Haman particulates, porque realizan solo una parte del amplio y complejo progtama de la Acciôn. Como base de todos esta el que po­ demos llamar inmediato, y eonsiste en format la cqnciencia. 2.—Es printipio filosôfico: “el fin es lo primero en la intention y lo ultimo en la execution; principio que también se aplita a la Attiôn Catôlita. Como vamos a ver, se propone eristianizar la sociedad toda en­ tera; en ello esta su programa mâximo, su fin supremo: es el primero en la intention. Mas para llegar a,esa me­ ta neeesita andar muthas jornadas; debe realizar uno tras otro los fines prôximos, tomenzando por el in­ mediato que es formar la tontientia eristianamente: es el primero en la ejecuaôn. El fin ùltimo de un ejéreito en campaûa es la vic­ toria; mas para conseguirla debe comenzar por adiestrar sus tropas, por proveerlas de armas. Por tanto trataremos en este capitulo: 1’ del fin ùltimo y general; 2’ de los fines particulares; 3’ del fin inmediato. Fin ultimo y general. El advenimiento del reino de Cristo. 1.—La Acciôn Catôlica es participation en el apostolado'jerdrquico; luego su fin no puede ser otro que el de la Jerarquia. iQué fin es ese? Busquemos la respuesta en los documentes pontificios. Pio X en su primera enciclica E supremi apostolatus :athedra (octubre 4 de 1903) decia: “El fin supremo hacia el cual deben tender todos nuestrbs esfuerzos es 39 poner a toda la humanidad bajo el imperio de nuestro Senor Jesucristo”. Posteriormente, en la II fermo proposito, cuyo asunto es prccisamcnte la Acciôn Catoli­ ca, cscribia estas claras palabras: “La Iglesia se arroja a propagar el reino de Dios donde antes no se predico, estudiando diligentemente cômo reparar las quiebras del reino ya conquisiado. segân el lema: “Instaurare omnia in Christo”, que fue siempre el suyo, y principalmente el nuestro, en los aciagos ttempos que corren” ( 1 ). Lucgo cl fin ultimo de la Iglesia es que triunfe el reino de Cristo. 2.—Pues ese es también el de la Acciôn Catolica. Muy claro lo dicen los sumos Pontifices; la documentaciôn sobre este punto es copiosisima; nos limitare mos a algunos textos. Pio X en la enciclica ya citada, despues de decir que las palabras de S. Pablo: instaurare omnia in Christo son el programa y lema de la Acciôn Catolica, continûa: puesto que se propone restauror todo en Cristo, es un uerdadero apostolado para honor y gloria dei mismo” (2). El Papa actual en la Ubi arcano sintetiza su pro­ grama en el conocido lema: Pax Christi in regno Christi; y luego dice que la Acciôn Catolica “estd estrechamente unida con la deseada restauracion dei reino de Cristo y con la pactftcaciôn cristiana. propia tan solo de este reino: pax Christi in regno Christi” (3). Y en la car­ ta al Episocpado Argentino escribe: “el fin de la Acciôn Catolica es nobilisimo, pues coïncide con el de la Igle­ sia: la paz de Cristo en el reino dé Cristo”. Mas explicitamente lo dice en la carta al Card. Segura, primado de Espana fnoviembre 6 de 1929) : la Acciôn Catô- (1) . Azpiazu. pâg. 281. i5i.—Para “propagar el reiito de Cristo donde antes no se predicô" sirven las misiones; para "reparar las quiebras del reino ya conquisiado", sieve especialnjente la Arciôn Catolica. que segûn el mismo Pio XI es mia ntieva evangelizacién. Discurso a los periodistas catôlicos, junio 26 de 1929. (2) . Azpiazu, pâg. 282, (8). (3) . Ibidem, pâg. 312, (25). 40 j i ■ , lica se propone “propagar pûblica y priuadamente fl reino de Cristo’’ (1). Luego el advenimiento del reino de Cristo es el ideal supremo de la Acciôn Catolica; es ella el ejército de Cristo Rey que ha escrito en su bandera; Adueniat reg­ num tuum. (2). Fin religioso. 1.—“Mi reino no es de este mundo (Ioh. XVIII, 36), dijo Jesucristo; es decir, su reino no es material sino espiritual, no civil sino religioso, no natural sino sobrenatural. Luego la Acciôn Catolica que trabaja por el ad­ venimiento de ese reino, se propone un fin religioso; y como el fin especifica el acto, la Acciôn Catolica es ac­ ciôn. religiosa. Este concepto, fundado en la naturaleza de las co­ sas, esta expresamente contenido en varios documentos pontificios. Bastarâ citar este pasaje: “La Acciôn Ca­ tolica no ha de llamarse puramente material sino espi­ ritual; no terrena sino celestial: no politica sino reli­ giosa’ (3). ?.—Alguno podria conduit de aqui que la Acciôn Catolica solo debe dedicarse a actividades religiosas, co­ mo lo hacen las asociaciones que precisamente asi se Hainan, como las pias uniones, las' cofradias, etc. Hay un equivoco: se confunde la naturaleza dei ( 1 ). Azpiazu, pâg. 346.—En otros documentos se dice que el fin es ta gloria de Dios y ia salvacion de las almas; pero no hay diferencia, pues eso es precisamente lo que busca el reino de Cristo. (2-). Por esto la fiesta de Cristo Rey (ultimo domingo de octubre) establecida por Pio XI con la encfcliea Quas pri­ mas, es la fiesta propia de la Acciôn Catôlica. (3). Carta Quae nobis al Card. Bertram.—Azpiazu. png. 342. 41 fin con la de los medios. Es verdad que éstos deben ser proporcionados a aquél; pero no que todos han de ser de la misma naturaleza que el fin. A veces un medio material, aunque remotamente, puede servir para un fin espiritual. Y es lo que justamente acontece en nuestro caso. El fin ùltimo de la Acciôn Catôlica es afianzar el reino de CriSto, y por consiguiente llevar las almas a Dios. Pero asi como Dios tiene muchas vias para llegar a las aimas, asi son muchas las que las aimas siguen para llegar a Dios. Y la Acciôn Catôlica debe aprovechar todos los caminos que la Providencia le abra. A veces despliega actividades que en si mismas no son religio­ sas, pero que rematan en un fin religioso: divierte para preservar: cura el cuerpo para sanar el aima; favorece los intereses materiales para fomentar los espirituales. En resumen: el fin ùltimo de la Acciôn es religio­ so; aigu nos medios lo son también (y por cierto los mâs eficaces, y por ende preferibles) ; otros son de orden distinto, pero como en si mismos son buenos, aplicados al fin sobrenatural, en cierto modo se sobrenaturalizan. ( 1 ). Fin social. 1.—De lo dicho se sigue que el fin de la Acciôn Catôlica es también social. En efecto, trabaja por el advenimiento del reino de Cristo. Y ^en dônde ha de reinar? jUnicamente en la conciencia de cada hombre? iSôlo en la familia? No; también en la sociedad; porque, como escribe Pio XI, "no hay diferencia entre los individuos y el consorcio civil, porque los individuos, unidos en sociedad, (1). En documento oficial de la A. C. Italiana leemos: “las organizaciones fundamentales de Acciôn Catôlica son de naturaleza esencialmente religiosa, aunque como medios echen ma-no a obras culturales, de educaciôn o propa­ ganda”. Carta del présidente de la Junta Central de la A. C. I. al Jefe del Gobierno, noviembre 13· de 1928. 42 no por eso estan menos bajo Ia potestad de Cristo que lo esta cada uno de ellos separadamente. El es la fuente de la salud privada y pùblica. Et non est in alio aliquo salus, no hay salvaciôn en ningùn otro. . (1). Luego la Acciôn Catôlica, del mismo modo que la Iglesia a cuyo servicio se ha puesto, ha de trabajar para que Cristo reine no solo en el santuario de la conciencia o dentro del recinto del hogar doméstico, sino también en los vastos y soleados campos de la vida so­ cial. Sus trabajos deben enderezarse a que triunfe el reino social de Cristo. 2.—Si, la Acciôn Catôlica es acciôn social; se ejerce en la sociedad y para la sociedad, para conducirla de nuevo a Cristo. Asi lo afirma Pio XI: “con razôn puede llamarse social, pues intenta dilatar el reino de Cris­ to, y de este modo, al paso que se consigue para la so­ ciedad el mayor de los bienes, se procuran los demâs que de él proceden, cuales son los que pertenecen al Estado y se lîaman politicos” (2). - —No hay que tenter que el reino de Cristo pon3. ga en peligro o cuando menos empequefiezca al Estado; por lo contrario lo defiende y ennoblece. Non eripit mortalia qui regna dat caelestia, no trastorna los reinos terrenales quien otorga los celestiales (3). Jesucristo no arrebata los cetros: su autoridad divina los tiernpla y eleva a fines sublimes. Su reino es igualmente benéfico para gobernantes y sùbditos. Por eso la Acciôn Catôlica es beneficiosa para la sociedad: y no solo ha de ser tolerada sino aun favorecida por el poder pùblico. Lo dice expresamente el Papa: “es dtgna de set favorecida no solo por los Obispos y sacerdotes, quienes saben perfectamente que la estimamos como las niôas de los ojos, sino también por los gobernantes y magistrados de todos los Estados (1) . Enciclica Quas primas.—Azpiazu, pâg. 329, (12). (2) . Carta Qua? nobis al Card. Bertram. — Azpiazu, pâg. ■342. (3) . Breviario Romano. Himno de la fiesta de Epifania. 43 Si por este patrocinio comûn es sostenida, productrd maraoillosa abundancta de frutos para los pueblos catôlicos. y en todas partes, avivando en los dntmos el sentimiento religioso, contributed no poco a la pros­ per id ad civil" (1) Fin total. 1. —Como ya lo hemos dicho, la Acciôn Catôlica se propone la restauration cristiana: "intenta reparar las quiebras del teino de Dios ya conquistado” (2). Como es bien sabido, esas pérdidas ban sido causadas por el laicismo, autor de la apostasia social. La Acciôn Catôlica es dique trente a la ola devastadora del laicismo, ‘‘peste de nuestra edad”, segùn fra­ se de Pio XI. (3). Si el laicismo se ha apropiado el grito de los judios: "iVô queremos a ese por rey’’ (Luc. XIX, 14) ; la Ac­ tion Catôlica responde: "El debe reinar” (I. Cor. XV. 25). 2. —No debe juzgarse que la Acciôn es ùnicamente para remediar males, y que por lo mismo resulta su­ perflua donde el laicismo no ha. sembrado ruinas aùn, o donde, si el reino de Dios ha sufrido dolorosas pér­ didas, ya han quedado reparadas. No; cierto, su tarea principal y mâs urgente sera la restauration, mientras baya ruinas que levantae. lagunas que llenar: pero no es la tinica. Como cooperadora de la Iglesia'debe extenderse a todas las labores del apostolado: a recobrar el territorio perdido, a mantener el conquistado, a ensanchar sus linderos, afianzar posiciones, aumentar el nûmero de sùbditos, enriquecer su patrimonio espiri-' tuai: y todo esto sin retroceder nunca. 3. —Todo esto esta confirmado por los documen­ ti >. Carta citada al Card. Bertram.—Azpiazu, pâg. 345. . (2) Enciclica II ferino proposito.— Azpiazu, pâg. 281, (5). Hablaremos del laicismo y dei origen historico de la Acciôn Catôlica en el cap. IV. Necesidad de la A. C. 44 tos pontificios, pues si le atribuyen el cooperar a la restauraciôn cristiana, como se infiere de los textos citados arriba, reconocen que tiene otras funciones igualmente esenciales. Veamos algunos pasajes. "Fin principal de la Acciôn Catôlica es la mayor difusiân de los principios de la fe y doctrina cristiana. . . y sa creCiente prdctica en la vida privada y publica ( 1 ) . La Jerarquia, ejerciendo su apostolado y la Ac­ ciôn Catôlica cooperando a él, tienden a la realization completa del programa del corazôn de Dios', fundar, dilatar. afianzar el reino de Cristo en las aimas, en la familia, en la sociedad, en todos sus alcances, en todas sus manifestaciones, hasta donde pueda llegar la actividad humana, ayudada de la gracia divina" (2). Luego el fin ültimo, y por lo mismo, total de la Acciôn Catôlica es restaurai', defender, dilatar y afian­ zar el retno de Cristo. Ill Fines particulares. Son muchos, y de diverso grado. Puesto que el presente tratado no debe salir de ciertos limites discretos, apuntaremos solamente los principales que estân expresamente indicados en los do­ cuments pontificios que oportunamente citaremos. Son los siguientes: Fomentar la vida religiosa, Difundir la cultura cristiana. Cristianizar la familia, Defender los derechos y libertad de la Iglesia. Cooperar a resolver la cuesttôn escolat. La buena prensa, La moralidad publica, La solution cristiana de la cuesttôn social. Conformât la vida social a los principios crtsttanos. (1) . Carta al Card. Bertram.—Azpiazu. pàg. 343. (2) . Discurso a los dirigentes de Acciôn Cutôllea en Ro­ ma, abril 19 de 1931. 45 pone esparcir entre el pueblo, fuera de las mismas organizaciones, la cultura cristiana. Ahora nos referimos a ésta, y por brevedad la llamamos apostolado cul­ tural o intelectual. . 2.——Este apostolado es no solo esencial, sino prelimtnar, porque debe précéder a cualquier actividad. Si la Acciôn Catôlica se propone restaurar todos los elementos de la civitas cristiana, aplicando los prin­ ciples catôlicos en todos los sectores sociales; es évi­ dente que antes de realizarlos deben ser conocidos, propagados. Sembrar ideas es tarea que ha de ir por delante de cualquiera actividad. Lo exige la naturaleza de las cosas; ïo exige la ley psicolôgica, formulada asi por los filôsofos: “la voluntad sigue al entendimiento”. El hombre obra como piensa; la acciôn es hija de la idea. Y si a veces ■—con frecuencia, por desgracia— sucede lo contrario, es por­ que la voluntad arrastrada por la pasiôn, viola y de­ forma la» naturaleza, quebrantando una de sus leyes fundamentales; quebrantamiento que se llama incoherencîa, mentira, y es afrenta para qu’tôn lo comete. -La historia dice que el apostolado cristiano ha sido ante todo apostolado cultural, difusiôn de ideas. Los Apôstoles oyeron esta acusaciôn ante el Sapedrin de Jerusalén: “Replestis Jerusalem doctrina vestra; habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina” (Hechos, V. 28). También dice la historia que las épocas de herejias y decadencia espiritual fueron épocas de extensa y profunda ignoranda religiosa. 2.—Consta en muchos documentes pontificios que la Acciôn Catôlica tiene fin cultural. En la II ferma proposito tantas veces citada, dice Pio X que la Acciôn Catôlica ha sido fundada “no so­ lo en orden a la santificaciôn. de las aimas, sino tam­ bién respecto a extender y dilatar mâs y mas cada dia el reino de, Dios en las individuos, en las familias y en la sociedad, procurando cada cual, en la medida de sü posible, el bien de! prôjimo con la divulgaciân de la verdad revelada” (1). Y Pio XI, dirigiéndose a los estu. (1) Azpiazu, pâg. 279, (3). 48 diantes universitarios que pertenecen a la Acciôn Ca­ tôlica, los exhortaba a “ser portadores de tan rico pa­ trimonio colectivo de ideas. . . semt&adores de te” ; conduyendo con este profundo pensamiento: “jQué hermoso es entrar en emulaciôn con Dios; y a cambio de la fe recibida, llevar a otros ese mismo don!” Cristianizar la familia. 1.—Se ha dicho que la familia es la célala de la sociedad; asi que no sera posible que la sociedad sea cris­ tiana sin que antes lo sea la familia. Y ahora es particularmente necesario atender a ello, porque de tiempo atrâs vienen prevalêciendo cier- > tas doctrinas epicûreo-materialistas que van disgregando la trabazôn de la familia y profanando el santuaric doméstico. Y aun cuando esa profanation no haya llegado al gràdo, ni haya producido las terribles consecuencias que en otras partes, nuestro pais no se ha librado de ella. “También en Italia —leemos en un documento pontificio—, particularmente en nuestros dias, hay que lamentar la relajaciôn de los vinculos domesticos, la lenta pero progresiva decadencia de la familia, porque se han olvidado las leyes morales sancionadas por la Iglesia solamente y reforzadas por los auxilios sobrenaturales” (1). Luego es preciso que Cristo vuelva a ocupar su trono en la familia. Y segùn Pio XI, “Jesucristo reina en la sociedad doméstica cuando, constituida por el sa­ cramento del matrimonio cristiano, se conserva inviolada como una cosa sagrada, en la que el poder de los padres es un reflejo de la paternidad divina, de donde nace y toma el nombre (Ef. III, 15) ; donde los hijos emu'lan la obediencia del Nino Jesûs, y el modo todo de (1). Carta del Secretario de Estado al présidente de la Junta Central de la A. C. I., en septembre de 1926, con ocasiôn de la XIII Semana Social de Génova, cuyo tema era “La familia cristiana". A9 procéder recuerda la santidad de la Familia de Nazaret” (1). ’ 2.—Los documentos pontificios hablan también del cuidado especial que la Acciôn Catôlica ha de poner a la cristianizaciôn de la familia. En la carta del Se­ cretario de Estado ya citada leemos: “Si convieneque la Acciôn Catôlica, cuyo fin es la restauraciôn cristiana de la. sociedad, se ocupe de cuestiones econômicas y po­ liticas, porque en ellas van envueltos los intereses mora­ les y religiosos, con mucha mayor razôn debe llamar la atenciôn de los catôhcos sobre la familia, de cuyo funcionamiento depende el 'bienestar social”. Y si en general es labor propia de la Acciôn Gatôlica, lo es mucho mâs de las prganizaciones de adul­ tos que miran a formar al padre de familia. (2). Defender los derechos y libertad de la Iglesia. 1.—La Acciôn Catôlica —lo hemos dicho varias veces— quiere que Cristo vuelva a ocupar su trono en la sociedad. Segun el Papa reinante, Cristo reina en ella “cuando es reconocido a la Iglesia el alto grado de dignidad en que fue colocada por su autôr, a saber, de sociedad perfecta, maestra y guia de las demâs sociedades” (3). Dos cosas necesita la Iglesia: ocupar en la socie­ dad “el grado que le diô su autor ’, y “ser maestra y guia de las demâs sociedades”. Pues cuando estos sacrosantos derechos se ven amenazados, cundo son conculcados, es deber de todo hijo de la Iglesia, y mucho mâs de quienes se han entregado a su servicio, acudir a defenderlos. Los derechos de la Iglesia son los derechos de Cristo, los de la con- <1). Enciclica Ubi arcano.—Azpiazu, pâg. 309, (22). En la enciclica Casti connubii, diciembre 31 de 1930, traza el Papa el retrato de la familia cristiana. (2) . En el volumen II hablaremos de estas organizacioues y de sus deberes especial es. (3) . Azpiazu, pâg. 309, (22). 50 ciencia. Si Jesucristo los delegô en ella, es para el bien de todos los hombres. 2. —-Es superfluo decir que Ia defensa debe quedar siempre dentro de los limites legales, porque el Evan­ gelic no permite que se viole, el derecho de tercero para defender el propio, ni que se haga el mal para que ré­ sulté el bien. Por eso el Estado no debe temer ni a la Iglesia ni 'a la Acciôn Catôlica, defensora de aquella. Defender esos derechos es beneficio para la sociedad, es un servicio a la civilizaciôn: porque comb dijo Pio X, “la ci­ vilizaciôn dei mundo es civilizaciôn cristiana. . . y la fuerza intrinseca de las cosas constituye, aun de hecho, a la Iglesia en guardiana y protectriz de la cristiana civilizaciôn'’ (1). 3. —Como hemos visto atrâs, la Acciôn Catôlica es reacciôn contra el laicismo dominante; de ahî que sobre todo al principio, haya estado a la defensiva; sus miras estuvieron puestas entonces en los derechos de la Iglesia y de la Santa Sede. (2). jCesarâ algùn dia esta necesidad? El Evangeïio no nos autoriza a creerlo; nos pre- (1) . Azpiazu, pâg. 280, (4). (2) . La primera asociaciôn nacional que surgiô en Italia se llamaba Asociaciôn Catôlica en pro fie la libertad de la Iglesia en Italia. Duro poco. La Obra de los Congresos que viviô desde 18 7.6 hasta 1 904 decia en el primer articulo de sus estatutos. “La Obra de los Congresos tiende a jnhtar a todos los catôlicos y asociaciones catôlicas para desplegar una acciôn comûn y concorde con el fin de defender los derechos de la Santa Sede, los intereses religiosos y sociales de los catôlicos italianos”. Defender la libertad de la Iglesia, tantas veces violada por los gobiernos y sectas de entonces, fue el tema principal de los Congresos de esos dias. Bn las actas del primero, celebrado en Venecia en 1874, leemos: “el Congreso juzga qne los catôlicos, para cumplir con fidelidad el deber de defender la Iglesia y su libertad, sus proPios intereses religiosos, necesitan obrar de manera que su ac­ ciôn tenga la mayor fuerza y eficacia; lo que no sera posible si no trabajan unidos todos en una asociaciôn”. 51 dice lo contrario. Jesucristo prometiô a la Iglesia la indeefctibilidad, pero no la paz. ‘‘Sabe la Iglesia —escribiô Pio — que contra ella no prevaleceràn las puertas del infierno; mas tampoco ignora que habrâ en el mundo apreturas, que sus Apôstoles andan cual corderos entre lobos, que sus seguidores serin siempre el blanco de los odios y escarnios, como lo fue su divino Fundador” (1). Y en efecto, Jesucristo dijo a los Apôstoles: "No es el sieruo mayor que su amo; si me ban perseguido a mi, también os han de petseguir a uosotros” (Ioh XV, 20). “En el mundo tendreis grandes tribulaciones; pe­ ro tened confianza: yo he vencido al mundo” (Ioh. XVI, 33) Veinte siglos de historia confirman tal profecia. La Iglesia que vive en la tierra siempre sera militante; es la ciudad de Dios frente a la ciudad de Satanas. Es cierto que la lucha no es siempre igual; que muchas veces los enemigos ban cambiado de posiciones, armas y tâctica; pero la guerra con sus estragos y ruinas persiste siempre; la defensa sera siempre necesaria. 4.—También esta labor de la Acciôn Gatôlica ha sido sefialada por los Papas. Pio X en II fermo proposito recuerda que entre otros deberes tiene el “defender, mantener, con ânimo sinceramente catôlicô los fueros de Dios y los no me­ ntis sacrosantos derechos de la Iglesia" (2). Pio XI llama a las organizaciones catôlicas “la reserva de la Iglesia” (3). Por medio del Secretario de Estado ha escrito: “Aun cuando la Acciôn Catôlica por su propia naturaleza debe mantenerse por encima de toda lucha de partido.. no puede renunciar a su derecho y obligation ( es esencial a su fin) de velar y trabajar, f ' (1) . Enciclica II fermo proposito.—Azpiazu, pâg. 280, (5). (2) . Ibidem, pâg. 281, (6). (3) . Enciclica Iniquis afflictisque, sobre el estado de la Iglesia en Mexico, noviembre 18 de 1826. 52 en cuanto le sea posible y siguiendo las normas de la 5 Sede, por el bien comûn, particularmente en pro de los intereses morales y religiosos, base y remate de aquel” (1). Cooperar a resolver la Question escolar. 1, —y-La escuela es uno de los medios mas eficaces para propagar ideas y divulgar la education. Muy bien lo comprenden los enemigos de Cristo que en todo tiempo y lugar han procurado monopolizarla. Por eso figura entre los puntos principales del programa de la Acciôn Catôlica, cooperar en el terreno escolar con la Iglesia, cuyos derechos son indiscutibles Si, la Iglesia tiene derecho a fundar escuelas e ins- titutos de education de cualquier grado, porque es sociedad perfecta, porque fue fundada por Cristo para disponer y conducir a las aimas a su fin sobrenatural. (2). La Iglesia siempre ha ejercido este derecho ampliamente, convirtiéndose en faro de luz intelectual para el mundo todo. Pero ademâs tiene derecho sobre todas las escue­ las frecuentadas por nifios catôlicos. (3). Desea que sean completamente catôlicas y en todo estén de acuerdo con sus derechos y los de la familia cristiana. 2. —Y i cuando puede tenerse por verdaderamente cristiana una escuela? Responde Pio XI en la enciclica sobre la educa­ tion : “No basta el solo hecho de que en ella se dé instrqcciôn religiosa (frecuentemente con excesiva parsi­ monia) para que resuite conforme a los derechos de la Iglesia y de la familia cristiana, y digna de ser frecuen(1) . Carta del Secretario de Estado al Arzobispo de Ndpoles, septiembre 18 de 19 25. (2) . “La Iglesia tiene derecho de fundar escuelas de cual­ quier grado, elementales, medias y superiores”.—Cddigo de Derecho canonico, can. 1375. (3) . Véase en el Cddigo los canones 1373, 1374, 13S1, 1382. 53 tada por alumnos catôlicos. Para ello es necesario que toda la enseiïanza y toda la organizaciôn de la misma: maestros, programs, libros, en cada disciplina, estén imbuidos de espiritu cristiano bajo la direction y vigi­ landa materna de la Iglesia, de suerte que la religion sea verdaderamente fundamento y corona de toda la instruction, en todos los grados, no solo en el elemen­ tal, sino también en el medio y superior. (1). Pues la Acciôn Catôlica se pope al lado de la Iglesia en esta cuestiôn, ayudândola a “fundar y sostener escuelas propias, a cristianizar las demâs. (2). 3.—También con tamos con el testimonio de los Papas sobre este punto. Pio X entre otros fines de la Acciôn Catôlica, po­ ne el introducit a Jesucristo en la escuela” (3). Pio XI ha dicho que la escuela es de los campos mâs devastados por la législation laica, que a él debe bajar la Acciôn Catôlica provista de miembros nume­ rosos y de jefes debidamente instruidos para defender tenazmente con todas sus fuerzas los derechos supre­ mos de la religion, la familia y la patria” (4). Mâs claramente se expresa en la enciclica sobre la education : "todo cuanto hacen los fieles promoviendo y defendiendo la escuela catôlica para sus hijos es obra genuinamente religiosa, y por lo mismo tarea princtpdlisima de la Acciôn Catôlica; por lo cual son particularmente amadas de nuestro corazôn paterno y dignas (1). Azpiazu, pâg. 403, (38).—El concordato entre la S. Sede e Italia dice: “Italia considera como fundamento y corona de la instrucciôn piiblica la ensenanza de la doctri­ na cristiana, en la forma recibida por la tradiciôn catôli­ ca”. Art. 36. ( 2 ). Esta ayuda es un deber para los catôlicos, como lo prueba el canon 1379 del Côdigo de Detecho canônico: “los fieles no omitan prestar toda su ayuda para fundar y sostener las escuelas catôlicas”. . (3) Azpiazu, pâg. 281, (6). .(4) Alocuciôn' en el Consistorio del 14 de diciembre de 1925. 54 de gran alâbanza todas las asociaciones especiaîes que trabajan con tanto celo en obra tan necesaria. Y un poco adelante declara que “al procurât la escuela catôlica para sus hijos, —sea proclamado bien alto y de todos sea entendido y reonocido— los ca­ tôlicos de culaquier naciôn dei mundo no hacen obra politica de partido, sino obra religiosa indispensable a su concientia; y no pretepden separar a sus hijos del cuerpo ni del espiritu national, sino antes bien educarlos en él del modo mâs perfecto y conducente a la prosperidad de la naciôn, puesto que el buen catôlico, precisamente en virtud de la doctrina, es por lo ntismo el mejor, ciudadano, amante de su patria y lealmente sometido a la autoridad civil constituida, en cualquier forma legitima de Gobierno” (1). La buena prensa. 1. —He aqui otro poderoso instrumento para propagar ideas, para cristianizar; y por lo mismo figura en el programs de la Acciôn Catôlica. Pero 8 sus socios a la buena politica, a la que se inspira totalmente en los principias cristianos, unicos que pueden aportar la prosperidad y la paz a los pueblos; asi no se repetirà el hecho monstruoso, pero no raro de que quienes se profesan catôlicos. sigan una concienda en la vi­ da privada y otra en la publica”. (1) Formacion para el apostolado 1.—Consiste en preparar el aima para el ejercicio de las virtudes que exige el apostolado. Y puesto que. como demostraremos adelante, todo cristiano debe set apôstol. a todos debe darse. Hablando Pio XI a estudiantes de colegios catôli­ cos, dijo: los jôvenes deben ser educados "a lo cristiano y catôlico, pero no para su bien personal ünicamente, para que salven su alma, sino para que cumplan otro deber que tienen. el de ser apôstoles’ (2). La primera virtud que debe tener el apôstol es la generosidad. puesto que el apostolado es efusiôn de caridad espiritual. Signe la fortaleza, pero no separada. de la prudencia, a la cual toca regular toda virtud. La fortaleza cristiana engendra el valor apostôlico, que nada ticnc de comûn con la arrogancia y la violencia. A ser valientes de esta manera invitaba Pio XI a los socios de Acciôn Catolica, en dias de prueba: "Fuera. fitéra el miedo: solo un temor bay que tener, el temor de Dios. el de los hijos de Dios: Venite filii........timo­ rem Domini docebo vos”. “Este es el temor de ofender al Padre celestial, el de entristecerlo, el de no velar bastantemente por su honor; el temor que excluye cualquier otro. Cuando se terne a Dios no se terne a los (1) . Carta al Patriarca de Lisboa, noviembre 10 de 1933. (2) . Discurso a los estudiantes do los coleglos de Bar.na bitas, abril 14 de 1930. 69 hombres ni sus manejos” (1). .—En tales virtudes dében ser educados con esmero todos los socios de Acciôn Catôlica, pues son “cohorte de apôstoles que se esfuerzan valientemente por conquistar las aimas para Cristo y la Iglesia” (2). Y en otra ocasiôn decia: para que los seglares par­ ticiper! de un apostolado que, como el de la Jerarquta eclesidstica, es de institution divina. que ha sahdo.de las manos y del Corazon de Jesucristo, es précisa format antes apôstoles, coapôstoles, como El forma a los pri­ meras, para que participaran de su divina misiôn” (3). De aqui que todo grupo de Acciôn Catôlica, pero particularmente los de Juventud, debe ser escuela de apostolado. 3.—-Los que participan en el apostolado jerârquico necesitan no solo formaciôn intensa, sino también espetializada, es decir, apropiada a las necesidades y de­ beres del apostolado. Y para ello es indispensable que comprendan la naturaleza, fin, programa y organizaciôn de la Acciôn Catôlica.: gués, como ya hemos dicho, no se hace bien sino îô 'qàiè^se afna, y no se ama sino lo que se conoce. ftfLisqse on or fef-—ibiH-riv cboi . ..Xil·) .jirtecous&teOefOdetegados a la Asamblea general de la A. /|7d^i?X931. — En. el Antiguo Testamento hay ejemplos de este valor. Ahi estân los Macabeos que iYif9'tio-,ïirof>aft3ili>f5.-eJ;'iteinHlo y la ley, excitaron al pueblo an^fend.ea-^p;sJ:.l(.?iy^s,.i,ç!s . val;—decian-·- morir en cl com­ itate. que ver Λ exterminio rte nuestra naciôn y del SanæW5( I? ïΜ”? •O'.sEs el grîto SfesqbsrcaWiieb^leonscientes de sus deberes para:» crorolDiosinlA IglesialjêJsùs'hôrmanos. X&W ftïSUcfti Pâg- 349. lU&s»întSs:fef^ricu^n Roma’ abril 19 deSd^'-lïPnfiieVnfebéfi itfeffiffticarse a los as­ pirantes los elementos de Acciôn Catôlica: posteriormente se ampliarân con la edad y la cultura. Solo asi podrâ ser compléta la formaciôn. hr©: este .ρυρία ^Ιί^ρΑ dft .Mpnti, 1>, fQ^qazipne déi laici all’apostolato. (Largo Ca^ljçgg^ii. R?0 Dos etapas. 1—Formar la conciencia no es para la Acciôn Catôlica fin, sino medio, premtsa: forma para obrar. En su obra bay dos etapas: en la primera, que podemos llamar preparatoria, se dedica a formar sus so­ cios (actividad interior ) : en la segunda, a la que daremos la denominaciôn de ejecutiva, desarrolla el aposto­ lado en rodas sus formas (actividad exterior). Asi lo ensena Pio XI: "La Acciôn Catôlica con­ siste en dos cosas, tiene dos etapas que no son necesariamente sucesivas: dos tiempos idéales, morales. . . En primer lugar es obra de formaciôn. Debe précédée la santificactôn de cada socio, de manera que abunde y aun redunde en ellos la vida sobrenatural que el Reden71 lor trajo al mundo. Pero iras de esca form'acion que es el primer elemento, ha de venir la distribution de esa vida, la action del apostolado. practicar en todas dtrecdories y de todas las maneras posibles el primer apostolado. el que ejercieron los Doce" il). Del mismo son las palabras sigutentes: "La Ac­ tion Catôlica no consiste solamente en atender a la propia perfection, que es lo primera y principal, sino tam­ bién en un verdadero apostolado’’ (2). 2.—El mismo Santo Padre explico esta verdad mediante una comparaciôn bien clara en la audiencia que concediô al asistente de la Juventud Catôlica Belga. ‘‘Cuando se forma a un misionero. lo primero en que se piensa es su formaciôn interior; pero si el mi­ sionero la guardara para si. jamâs se convertiria el mun­ do. Tendra que predicar. que realizar obras, que trabajar exteriormente”. “Pues asi debe procéder la Acciôn Catôlica. Su primer cuidado sera format verdaderos cristianos; pero una vez formados, ban de comunicar al exterior la vida que ban recibido. Deben llevar a dondequiera el tesoro de la vida cristiana, hacer que valga en todos los campos, en la vida privada y publica, sin excluir ni la misma vida politica. Queremos que Cristo reine en la tierra como en el cielo. que su realeza sea efectiva en el mundo entero". La Acciôn Catôlica es esencialmente apostolado. 1.—Si la etapa preparatoria se ordena a la segunda, podemos decir que la eserfiia de la Acciôn Catôlica esta en el apostolado. Pio X escribiô en il fermo proposito : Puesto que la Acciôn Catôlica intenta restaurarlo todo en Cristo, (1) . Discurso a los diligentes de A. C. en Roma, abriî 19 de 1931. (2) . Carta ai Card. Bertram.-—Azpiazu. ?àg. 3 42. 72 constituye un verdadero apostolado a honra y gloria del mismo” ( 1 ). Y en la definiciôn dada por el Papa actual aparece no como preparation sino como partici­ pation al’apostolado de la Jerarquia. Luego en si misma es apostolado, supuesto que la parte es de la misma naturaleza que el todo. El nombre que lleva declara lo mismo: acciôn, no oraciôn ntiedttcaciôn: sino action catôlica, pues, co­ mo veremos, la idea de apostolado connota la de catôlico. 2.—Esto no significa que no haya en ella oraciôn o education, sino que su nota caracteristica, su diferencia espectfica. lo que la distingue de otras asociaciones u obras religiosas cuyo fin es la santificaciôn personal de los socios y el culto divino, es el apostolado. Si los Apôstoles después de Pentecostes se hubieran quedado en el Cfenâculo entregados a la oraciôn y contemplaciôn, el mundo no se hubiera convertido ni ellos hubieran merecido esc nombre. Pues del mismo modo, los socios de' Acciôn Catôlica han de santificarse, mas para santificar: han de ser aimas cristianas y cristianizadoras. Pio XI les ha dado el honroso titulo de coapôstoles, y los ha deserito con exactitud, diciendo que son “centros de irradiaciôn activa y benéfica; radioactivos de la màs hermosa y alta de las actividades” (2). Por eso los grupos de Acciôn Catôlica deben ser çenâculos, pero no cerrados, de oraciôn y formaciôn espiritual. A semejanza del de Jerusalén deben abrirse al mundo para esparcir la luz del evangelio y para distribuir a todos el tesoro celestial. (3). (1) . Azpiazu, pàg. 282, (8). y (2) . Discurso a los estudiantes universitarioe do la A.G.I. (3) . Ya veremos en el cap. IX que los socios de Acciôn. Catôlica deben llevar vida inixta, activa y contemplativa. Concepto general de apostolado. 1.—Conviene que ahondemos un poco este con­ cepto. Apostolado (del griego apostello, envio) , signifi­ ca mandamiento, misiôn, envio. Jesucristo dijo a sus discipulos: ’"Como mi Padre me envio, asi os envio a vosotros" (loh. XX, 21). Y: "os envio como Corde­ ros entre lobos" (Luc. X, 3)i Fueron, pues, verdaderos missi dominici, enviados del Senor. jY a que los envio.·’ La respuesta es del mismo Cristo: "Id por todo el mundo, predicando el evangelio a toda creatura. Quien creyere· y fuere bautizado. sera salvo; quien no creyere, serd condenado" (Marc. XVI, 15-16). Y mâs tarde convirtiendo a Saulo en Pablo, dice: "es un instrumento elegido por mi para llevar mi nombre delante de las naciones. los reyes, los hijos de Israel’’ (Hech. IX, 15). Por consiguiente la misiôn de los Apostoles con­ siste en anunciar el Evangelio, santificar y salvar las almas, conduciéndolas a su destino eterno. Y como todo apostolado dentro de la Iglesia debe modelarse por el de los Doce, podemos decir que el apostolado Cris­ tiano es la misiôn de salvar espiritualmente al projimo. Todo hombre esta obligado a salvar su propia al­ ma; el apostol tiende a salvar la suya y la ajena, o me­ jor: a salvar la suya, salvando la de otros. 2.—El concepto que el Evangelio nos da del apos­ tolado lleva implicitos los de moverse, buscar, fatigarse en la conquista. El apostol necesita moverse, viajar. fatigarse. Lo dice cxpresaménte Cristo: Id y ensenad a todas las gentes. .' (Mat. XVIII, 19) ; "id por todo el mundo, predicad. . . (Marc, XVI, 15). Primero van, después instruyen, predican. Y los Apôstoles a mâs de viajeros fueron Pesca­ dores. "Os haré Pescadores de hombres’’ (Mat. IV, 19), les dijo Jesûs al llamarlos. Y como los pescados no 74 van a buscar al pescador, la pesca exige movimiento, bùsqueda, fatiga. El apostolado cristiano es. por tanto, pesca espintual. -Cuantas ensenanzas, cuântas conclusiones prâcticas encierra este pensamiento! (1). Caractères del Apostolado de Acciôn Catôlica. 1. —Analizado ya brevemente el concepto de apos­ tolado, veamos los caractères que convienen al que es propio de la Acciôn Catôlica. Algunos le son comanes con toda clase de apostolado, y otros son exclusivamente say os; por ellos se distingue del apostolado de la Jerârquia y de cualquier otro apostolado seglar. Ateniéndonos a las enseilanzas pontificias, esos caractères son seglar, auxiliar' obligatorio, universal, organizado. necesario. legitimo, insustituible. 2. -—En este capitulo nos ocuparemos de los cuatro primeros, en otros capitules estudiaremos los demâs, porque algunos exigen considéraciones espéciales ÿ ser analizados con mayor detenciôn, (2). II. Apostolado Seglar. Es la nota fundamental y mâs visible de la Acciôn Catôlica que aun a primera vista se présenta como falange de seglares al servicio de la Iglesia. Pero antes de entrât de lleno en su naturaleza, conviene que conozcamos el sigmficado que tiene en ■ el lenguaje eclesiastico la palabra laico o seglar. (3.). ( 1 ). La historia de la Iglesia dice, que algulios apôstoles insignes llevarou el honroso titulo de veratores animarum, çazadores de almas. Titulo que supone movimiento, fatiga. < 2j. En el capitulo siguiente veremos que el apostolado debe ser organizado; en el V.. que es necesario, legitimo, insustituible. . (3) Laico viens del griego, lax>s, pueblo. 75 / Los seglares en la Iglesia. 1. —En el Côdigo de Dereutio Canônico encontramos claramente determinados el concepto, derechos, deberes de los seglares. Leemos en el canon 107: "Por instituciôn divina hay en la Iglesia clérigos y laicos, distintos éstos de aquellos: aun caando no todos los clérigos son de ins­ tituciôn divina Luego por voluntad de Cristo los clérigos se distinguen de los seglares. Pero iqu-’nes son los clérigos? El mismc Côdigo responde en el can. 108: "se llaman clérigo- quienes por la recepciôn de la primera tonsura, cuando menqs, se dedïcan al ministerio divi­ no" Todos lo; miembros restantes de la Iglesia.se lla­ man seglares o fieles. 2. —A màs de los clérigos y laicos, el Derecho ca­ nônico reconoce una tercera categoria de personas: los religiosos. Viven en comunidades reconocidas por la Iglesia, y se obligan por los votos de obediencia, castidad y pobreza, a observar los preceptos y consejos euangelicos. ( L) . Los religiosos puedeh ser clérigos o seglares. r;Estarân comprendidos éstos entre los que componen la Acciôn Catôlica. De suyo no. Cuando se habla de Acciôn Catôlica la palabra seglar o laico, debe entenderse en sentido estricto, y aplicarse a quiencs no son clérigos ni religiosos; pofque éstos sirven a la· Iglesia en su propia orden, segùn sus réglas y constituciones. Esta restriction esta autorizada por el mismo Cô­ digo. Y asi vemos que el segundo libro que trata de las personas, se divide en très partes, dedicadas a los clé­ rigos. religiosos, seglares. Y en ésta, hablando de las asociaciones de fieles, excluye positivamente las aso­ ciaciones de religiosos, sean clérigos o laicos. El canon 684 dice partiularmente: "Son .de alabarse los fieles (1). Canon 487. 7S que dan su nombre a las asociaciones establecidas por la Iglesia o que al menas son por. ella recomendadas”. La palabra fieles se toma en sentido estricto; y entre las asociaciones de que se habla. bay que poner evidentemente la Acciôn Catôlica. ( 1 !. » Milicia seglar. 1. —Pero a favor de nuestra interpretaciôn hay una razôn no juridica sino historica. La Iglesia siempre ha tenido a su servicio a clé­ rigos y religiosos: y al llegar a deterrninado momen­ to historico, después del asalto del laicismo, en el siglo pasado. viendo que no le bastaban para las nuevas necesidades esos dos ejércitos, pensô en mover los miembros restantes, que son los mâs numerosos, y asi resulto la Acciôn Catôlica. Cierto que. como veremosjlos seglares siempre ban aùxiliado al sacerdote, pero' ahora quiere ampliar y organizar de tal manera ese auxilio, que forme un verdadero ejército que apoye a los anteriores. 2. —Por tanto, la Acciôn Catôlica consta de se­ glares. Si se la considera como actividad, ellos son la causa eficiente; pero si queremos considerarla como instituciô.n. vienen a ser la causa material. (2). ( 1 ). Si no tiene puesto especial en el Côdigo, es—creemos— porque en la época en que éste fne compilado, la Acciôn Catôlica no tenia todavia vinculos tan apretados con la Jerarquia, como ahora. Pero de cualquier modo, actualmente aparece en muchos documentes pontificios con personali­ dad moral y aun juridica (al meûos en sentido lato). Ko es imposible que lleguen a codificarse algûn dia los princi­ ples y normas que la S. Sede ha dado acerca de ella. . (2) Véase la distinciôn entre instituciôn y actividad en el cap. I.—En el lenguaje filosôfieo causa eficiente es la que con su aceidti produce algo que se llama efecto, como el escultor una estatua. La causa material es la materia de donde sale el efecto; asi el mârmol, la madera lo son de la estatua. Por esta la Acciôn Catôlica, coino conjunto de actividades es puesta por los seglares (causa, eficiente), pero como instituciôn, resulta de ellos (causa material). 77 den Asi Ya util No obstante, el clero y los religiosos no solo puesino aun deben contribuit a la Acciôn Catôlica. lo quiere expresamente la Autoridad de la Iglesia. demostrarcmos que esa cooperaciôn no es solamente sino aun necesaria. (1) Muclios son los llamados y pocos los escogidos. 1. —Agreguemos ahora que toaos los seglares estân llamados a format parte de la. Acciôn Catôlica^ que es como jla υίήα del Euangelio, a la cual todos los obreros son invitados para trabaïar. (Mat. XX 1-16). 'Ningun catôlico puede excusarse con que "nemo nos conduxit, nadie nos ba contratado". É' padré de tamilra, Jesucristo por conducto d su Vicario invita a todos: ite et vos tn umeam meam id todos a mi vina’ - St alguno queda excluido ues ocupado, es por su culpa. 2. —Pio XI badicho acerca de este punto: "La Acciôn Catôlica es la acciôn universal y concorde de los catottcos, stn- excepctân alguna de edad, sexo, co'ndiciôn social o cuit ara. sin dîstinciôn de fendetteras sociales o politicas” (2). Y por. otra parie, ^catôlico no significa univer­ sa/? (3). Pues en eso se distingue la Acciôn Catôlica de otra; organizaciones, que solo admiten determinada clase de personas o se proponen fines particulares. 3. —Pero no todos los operarios de que habla la- ., parabola respondieron al llamamiènto; por eso se cærra con esta sentencia ; ‘machos son los llamados . Sanaa teolôgica. 2.2ae.q.3,a,2.aà.2. 87- mos que entre los. deberes que tenemos para con Dios y la Iglesia esta principalmente el que cada uno ha de procurât, segùn le sea posible. defender la verdad cristiana y refutar los errores”. Pio X en la enciclica E supremi apostolatus cathe­ dra escribia: “Sabemos que Dios encomendô a cada uno el amor a su prôjimo (Ecli. 17, 12) ; y por esto, no solo los sacerdotes, sino todos los fieles sin exception deben trabajar por los intereses de Dios y de las aimas”: Son de Pio XI estas palabras: ‘‘Todos estdn obligado a cooperar para que el reino de Dios crezca, pues que todos son felizmente sùbditos de este reino; y como miembros de una misma familia, deben hacer algo por ella. No hacer nada es pecado de omisiôn que podria ser gravisimo. Todos deben trabajar, que para todos hay puesto y manera” (1). Y el mismo: ‘‘El apostolado no es sino el ejercicio de la caridad cristiana que obliga a todos los hom­ bres” (2). En estas palabras se encuentra la razôn mâs fuette de las intrinsecas. Examinémoslas atentamenté. Obligaciôn de caridad para con Dios. El apostolado es ante todo un déber de caridad para con Dios. 1.—En efecto, quien ama a Dios, no puede no querer su glorià. La gloria externa de Dios consiste en que las creaturas inteligentes lo conzcan,. amen y siryan. Quien ama a Dios quiere lo que El quiere. Tal es la ley de la amistad: idem oelle, idem nolle, ea firma amicitia est; en querer y no querer lo mismo esta la verdadëra amistad. Y ‘‘Dios quiere que todos los hombres (1) . Discurso a los directores del Apostoladô de la Oraciôn, septiembre 29 de 1929. (2) . Carta al Episcopado Argentine.—Aspiasu. Pàg. 3 54. 8S se salven y lleguen al conocimientp de la uerdad" (Tim. II., 4). Luego quien ama verdaderamente a su Creador trabaja por su gloria, por la salvaciôn de las creaturas. Quien ama a Dios es apôstol. 2. —Nôtese que el cooperar con Dios a la salva­ ciôn de las aimas es necesario. Dios crea'las aimas con un acto de su voluntad. sin cooperaciôn de nadie; pero quiere que se salven con el concurso de otros hombres, asociando asi la pequefiez de las criaturas y la magnitud de la redenciôn. Bien sabemos que Cristo vino a la tierra para que en todos renazca la vida sobrenatural : veni ut vitam habeant. (Juan, X, 10). Pero quiere distribuirla, como la natural, no directamente, por si mismo, sino por me­ dio del hombre; él fue quien creô el apostolado. que no es sino la comunicaciôn de la vida sobrenatural, del don de la verdad y de la fe. (1). Por esto S. Pablo pudo escribir: est ou completando en mi carne lo que resta que padecer a Cristo, en pro de su cuerpo que es la Iglesia’’. (Col. I, 24). Si, en cierto modo, el apôstol completa la pasiôn de Cristo, distribuyendo a los redimidos los tesoros de la redenciôn. 3. —Agreguemos que el apostolado es acto de gratitud para con Cristo. A este proposito decia Pio XI en la carta al Epis­ copado Argentine: “El apostolado es obligatorio por caridad, pero también como acciôn de gracias a Jesucristo Porque cuando llevamos a otros los dones espirituales que nos ha comunicado su divina largueza, satisfacemos los deseos de su Corazôn dulcisimo, que no (1). Tal es, cuando menos, la via ordinaria de la Provi­ denda. En algunos casos interviene (liveetainente, puesto que “non est abreviata manus Domini ut salvare nequeat: no se ha encogido la mano del Sefior para que uo pueda salvar. (Isai. 59. 1). 89 quitte sino ser conocido y amado. segûn dijo él mismo en el Evangelio: Ignem veni mittere in terram, et quid volo nisi ut accendatur?” (I). El apôstol apaga ia sed que Cristo tuvo en la cruz, que era también sed de almas. d'Qué mejor manera de agradecer el beneficio de la redenciôn? Obligaciôn de caridad para con el prôjimo El apostolado es ademâs deber de caridad para con el prôjimo. 1. —Esta obligation esta implicitamente contenida en la de amarlo como a nosotros mismos. Y en efecto, quien se ama en verdad, procura salvar su aima. Por la misma razôn. quien ama al prôji­ mo debe procurar su eterna salvation. Por otra parte, como escribe Pio XI en la carta citada, "quien ama a Dios no puede menos que querer que todos lo amer!: quien ama verdaderamente al prô­ jimo no puede menos que desear y trabajar por su eter­ na salvaciôn”. El amor verdadero no es solamente afectivo sino ademâs efectivo. Por eso nos exhorta S. Juan: ‘‘No amemos solamente de palabra y con la lengua, sino con obras y de veras' (I. Juan III, 18) Amar al prôjirrfo quiere decir ayudurlo en sus necesidades espfrïtuales y corporates. Las primeras son mâs urgen­ tes que las seguttdas; como que el espiritu es superior a la materia. Y iqué otra cosa es el apostolado sino socorrer compasivamente la; necesidades espirituales del prôjimo? 2. —Mas Dios ha impuesto expresamente este so corro espiritual. En efecto. la Ëscritura nos dice que Dios manda a ce; a a no el amor de su prôjimo’ (2) b. ■ bay duda qu estas palabras se aplican principal’.nente al cuidado espiritual, También manifesto el Senoi esta voluntad por boca del Jefe de los Apôstoles: 'Comunique aida cual (1) . Azpiazu, pâg. 354.—“Yo he venido a poser fnego (de amoi»! en la tierra, ;„v qui he de querer si no que arda?— Lue. XII, 49. (2) "Mandavit XVII, 12). illis unicuique de proxime suo" 90 (Ecel al prôjimo la gracia segûn que la recibiô. como buenos dispensadores de los dones de Dios. los cuales son de muchas trianeras" (I. Petr. IV, 10). El don de la fe, principio de la vida sobrenatural. es como la lâmpara que "se enciende y no se pone bajo el celemin sino sobre el candelero para que ilumine a todos los que estdn'en la casa’ (Mat. V, 15). Es como el talento de que habla la parâbola, que no es licito en-, terrar sino que debe fructificar para quien lo posee y para los demâs: pues de otro modo el poseedor se convierte en siervo malo y perezoso (Mat. XXV. 26). 3.—Y sin embargo, si algunos comprenden la obligation de ejercer la caridad .material, son mucho menos los que entienden y practican el deber de la ca­ ridad espiritual. Los mâs creen que el cuidado espiritual del prô­ jimo es deber exclusivo de los sacerdotes: y cierto, para ellos, geheralmente es deber de justicia, mas para los fioles es verdadero deber de caridad. Muchos creen haberlo hecbo todo, cuando procuran su propia salvaciôn. Y si Dios les dirigiera la pregunta que hizo a Cain, obtendria la misma respuesta: ‘ô'Soy acaso guardiân de mi hermano?” (Gen. IV, 9) . Este egoismo espiritual es enfermedad muy comûn y danosa, necesita remedios prontos ÿ eficaces. Y el primero ha de ser inculcar la obligation del apostolado que es santo altruismo. caridad espiritual. Contraria contrariis curantur. Lo que ensefia el Pater noster. El Senor nos ha impuesto la obligation del apos­ tolado en el Pater noster; por eso Pio XI lo ha llamado “formula sublime del apostolado cristiana” ( 1 ). 1.—En la primera parte se nos impone el aposto­ lado por la gloria de Dios. Se nos manda orar asi: “Santificado sea el tu nombre-—Venga a nos el tu reino.—Hdgase tu Ooluntad asi en la tierra como en el cielo’ . ;Y sera sincera esta peticiôn si no va acompaüada del (1). "Discurso a los directores del Apostolado de la Oraciôn, septiembre 20 de 19 21. 91 proposito de trabajar por realizarla? En caso contrario. tno sera una indecorosa ironia? Quien aspira al r'ino de Dios se compromete por lo mismo a traba i' · ' r que triufife. 2.—La segunda parte inculca la obligation de procurât la salvaciôn' del prôjimo. Pedimos a Dios el pan del cuerpo y del alma, el perdôn de nuestras culpas, el vernos libres de la tentaciôn, de males fisicos y morales. . . Y ipara quién lo pedimos? ^Sôlo para nosotros? No, para todos los hombres. Las petitiones estân en plural : nosotros, no go. Dios nos manda orar por todos, porque todos somos hermanos; ya en el exordio reconocemos esta verdad con la tan sencilla como comprensiva invocation: Padre nuestro. Y entre hermanos ;no es cosa sagrada la ley de la solidaridad? El Pater noster es, por lo tanto, oraciôn catôlica y apostôlica'. en ella esta .como consagrada divinamente la obligation de ejercer el apostolado en pro de Dios y de nuestros hermanos. ( 1 ). Obligation impuesta por el bautismo, Y aun cuando el apostolado no ftrera obligation impuesta por Dios, la tendriamos por haber recibido el bautismo. Muy fâcil es probarlo. 1.—Por el bautismo somos cristianos, por él adquirimos derecho de ciudadahia en esta inmensà sociedad religiosa que se llama Iglesia. Ahora, en cualquier sociedad os ciudadanos son actores., y aunque en diverso grade· todos deben con­ tribute de algûn modo al bienestar colectivo. Quien procede de otro modo es un repugnante parasito. A veces esa contribution Ilega hasta el sacrificio de la vida. ‘Ύ si la ley natural -—escribe Leon XIII— nos manda amar y defender la sociedad en cuyo seno vimos la luz, y nos' impone amarla de tal modo que a veces tenemos que dar la sangre y la vida por la patria; mucho mayor tiene que sér el amor que el cristiano debe (1). Cfr. P. Rodolfo Plus S. I. JesueHsto en nuestros hermanos. Libro I Lt ley dë la nuidad. 92 I a la Iglesia. Ella es la ciudad santa. la ciudad de Dios, fundada por cl mismo: y aunque peregrina sobre la tierra. invita y gui?, a los cristianos a la felicidad eterna en el cielo". ( 1 ) ■ 2.—La misma conclusion se tiene. si se considera la Iglesia como un organismo ouatent e. Asi se'nos présenta en la Sagrada Escritura. Nues­ tro Senor Jesucristo se compara a si mismo con la vid y a los cirstianos con los sarmientos. (Juan, XV, 5). La vid y. los sarmientos forman un organismo. Segùn S. Pablo, la Iglesia es el cuerpo mistico de Cristo: “Asi co­ mo en un solo cuerpo tçnemos muchos miembros. ,··.·ηque no todos los miembros tienen un mismo oficio; asi, aunque seamos muchos, formamos en Cristo un so­ lo cuerpo" (Rom. XII, 4-5). Y en otra parte; “El (Cristo t es la cabeza del cuerpo de la Iglesia” (Col. I, ■ 18.). Esta incorporation a Cristo se realiza por medio del bautismo: "Todos somps bautizados en un mismo Espiritu para componer un solo cuerpo" (1. Cor. XII, 13). Y como en el organismo hay unidad de vida, universalidad de acciôn, ningùn miembro es puramente pasivo o receptivo. Todos tiene actividad, aunque mi­ nima; que asi esta ordenado este admirable laboratorio del organismo viviente. Dar y recibir es la alternativa a que esté sujeto todo miembro. Ha’ ademâs solidaridad de intereses. Si una parte esta sana iodo el cuerpo se aprovecha: si esta enferma, sufre también todo el . cuerpo. Pues del mismo modo en la Igles a. todo cristiano debe ser miembro vivo y activo. Y asi como recibe del tesoro de la- Iglesia. debe también darle su tributo. :No encontramos aqui el dogma consolador de la comuniôn de los santos? El cristiano puede decir como S. Pablo : “j'Quién enferma que no enferme yo con él? jquién es escandalizado que vo no me requeme?” (IL Cor. XL 29). (1). Enciclica Sapientiae Christianae. 9 En esta verdad dogmatica encuentra su condena- ciôn el individualisrrio religioso. (1). Obligaciôn impuesta por la Confirmaciôn. 1. —Pero esta obligacién del apostolado se infiere mas explicitamente aùn de la reception de la Confir­ maciôn. El bautismo nos da el carâcter de cristianos, de cittdadanos de la Jgtesid; la Confirmaciôn el de cristia) nos perfectos, dé soldados de Cristo. El aumento de gracia, safttificante que confrere este sacramento nos 11eva a madurez espiritual. robustece nuestras fuerzas y nos pone en aptitud de empunar las armas, de soportar las 'fatigas y peligros de la ,milicia espiritual. Y iqué es la milicia sino altruismo. entrega abso­ luta eh pro del interés colectivo’ Soldado egoista es paradoja patente: serta tanto como decir sacerdote incré dulo, maestro ignorante.*magistrado injusto. 2. —Y la milicia cristiana no es sino el apostolado çônsiderado en su aspecto épico de lucha y Stcrificio. En los senderos del apostolado se tropieza con tantos peligros y obstâculos. que’todo apôstol es por necesidad combatiente, .como todo combatiente es apôstol. En el lenguaje cristiano, milicia y apostolado son términos équivalentes. Muchos Padres. Doctores y teologos ensenan que la Confirmaciôn es la ordenaciôn del cristiano como apôstol; es una especia de sacerdocio seglar. Citemos por todos a S. Tomâs: ‘La Confirmaciôn confrere la plenitud del .Espiritu Santo para poseer el vigor espi­ ritual que conviene a la edad perfecta. Cuando el hom­ bre llega a esa edad, comienza a comunicar a otros sus acetones, antes vive ùnicamente para si misrno". (2). )Y qué es esa comunicaciôn de las propias acetones sino el apostolado? il). Véase P. XI; Tanquerey. Plus, l.c·.; Dabiu, L'apostolat laïque, cap. Los dogmas getieradôres de la piedad. parte I. . (2) Surira teolôgica, III.q.72.a.2.c. 94 La Acciôn Catôlica es apostolado y milicia. Pio XI ha dicho que es “una sania batalla que se traba en muchos frentes’ (1); y como ya vimos es una mili­ cia escoqida. El seglar que se cobija bajo su bandera, esta en condiciôn de cumplir mejor las obligaciones que impone la Confirmaciôn; mâs o menos como el que profesa en religion esta en mejores condiciones para practicar los consejos evangélicos. Bien pcdemos decir que la Confirmaciôn es el sacramento de la Acciôn Ca­ tôlica. (2). Por desgracia las verdades dogmaticas de las cuales se infiere la obligaciôn del apostolado son poco conocidas, y menos todavia, meditadas por el comûn de los cristianos; por eso falta el sentido catôlfio, la noble aspiraciôn al apostolado. Por ello precisamente la Ac­ ciôn Catôlica debe estudiarlas con particular cuidado y educar a sus socios en ellas. Para esto sirve mucho la piedad litûrgica bien entendida. (3). (1) . L'bi arcano.—Azpiazu, pâg. 312, (25). (2) . Véanse sobre el asunto. Dabin, L’Action Catholique, cap. III; José Will S. I. L’Azione Cattolica, fundamentos biblicos y dogmaticos, cap. 3. (3) . Estas verdades ban sido confirmadas por un docu­ mento pontificio reciente, la carta al Patriarca de Lisboa: “Si se considera el asunto con atenciôn, se verâ que el bautismo y la confirmaciôn, a mâs de otras obligaciones, imponen la del apostolado, la de ayndar espiritualmente al prôjimo. Por la confirmaciôn nos convertimos en soldados de Cristo. Y iquién no sabe que el soldado ha de trabajar y combatir no tanto por si cuanto por los demâs? La misma obligaciôn viene por el bautismo —aunque no aparezca tan claro al ojo de los profanos—; por él Ilegamos a ser miembros de la Iglesia, del cuerpo mistico de Cristo. Y entre los miembros de este ■ cuerpo, como en todo organismo, debe haber solidaridad de intereses, comunicaciôn mutua de vida: “Multi unum corpus sumus in Christo, singuli autem alter alterius membra”. (Roma XII, Γ.). Cada mienibro debe ayudar al otrc, ninguno puede quedar inactivo; recibe, también debe dar. “Pues si todo cristiano recibe la vida sobrenatural que circula por las venas de este cuerpo mistico d to —la vida abundante que él trajo a la tierra: veni ui vi­ tam habeant, et abundantius habeant” (Ioh. X, 10); debe comunicarla a quienes no la poseen o la poseen escasamente o solo en apariencia (noviembre 10 de 1933). 95 La Acciôn Catôlica es obligatoria 1. —Por lo tanto, el apostolado seglar es un deber dei cristiano. Pero como la Acciôn Catôlica no es sino una forma de esc apostolado. <:serâ verdaderamente obligatoria para todo catôlïco? Busquemos la respuesta en los documentos eclesiâsticos. I.os Papas y los Obispos en general, en estos ùltimos tiempos invitan a todos los catôlicos a inscribirse en la Acciôn Catôlica. de la cual dicen no solo que es necesaria e insustituible, sino afirman expresamente que es obligatoria. Citemos algunos testimonies. Pio IX. el primer Papa que se ôcupô de la Acciôn Catôlica. acude "al celo de todos los catôlicos, para que tornando como propia la causa de la Iglesia y de la re­ ligion. se unan entre si a fin de ayudar concordemente” (1) . Y tomar como propia la causa de la Iglesia, ;no es el fundamento en que se apoya la obligation de la Ac­ tion Catôlica l Leon XIII en la Graves de communi, recomendando la acciôn social a los catôlicos, dice: “se trata de los interests supremos de la sociedad y de la religion: todos los buenos deben considerar como sagrado defen­ der el honor de una y otra’’ (2). 2, - -Pero indudablemente, el Papa que ha inculcado este deber con mayor claridad es Pio XI. Ya desde su primera enciclica declare que la Acciôn Catôlica debe "contarse entre los principales deberes de la vida cristiana". de la vida que llevan todos los fieles. Y da la razôn prôxima. agregando que "està estrechamente unida a la deseada restauraciôn del reino de Cristo" (3), a la cual todo cristiano esta obligado a colaborar. En documentos posteriores ha repetido y desarrollado este mismo concepto. Veamos algunos textos; “Los pastores espirituales deben considerar la Ac­ tion Catôlica como algo que pertenece necesariamente >li. Breve il eiiarlo (’ongreso Catôlïco Italiano, septiembre 24 de 1877. (2) . Azpiazu, pâg. 76, (17). i . Azpiazu, pâg. 312, (25). 96 a su ministerio, y los fieles, como un deber de la vida cristiana’’ (1). El apostolado en la Acciôn Catôlica obliga a sa cerdotes y seglares, aunque en distinta forma” (2). "Actualmente la Acciôn Catôlica es cast tan in dispensable como el ministerio del sacerdote: todos de ben cooperar a ella. aunque sea en qrado minimo” (3 ). "Action Catôlica significa la acciôn plena y perfec­ ta del cristianismo, segûn la voluntad de Jesucristo. interpretada por la législation de la Iglesia. Y a por esto comprendereis que ouestra misiôn es ejecutar los deseos y preceptos de Jesucristo’1 (4). Escala de oblig-aciones 1,—Aunque la Acciôn Catôlica obligue a todos en general, supuesto que los documentos pontificios no senalan excepciones, no por esto puede decirse que obli­ gue a todos del mismo modo, en la misma medida: bay una escala de obligaciones. Expongamos este concepto con una analogia. Cuando en un pais el ejército sale a campaûa, no todos los ciudadanos pueden pelear en primera fila, ni todos pueden llevar el uniforme militar. Pero si todos estân obligados a cooperar a la victoria, ayudando a. quienes combaten por tan ardua empresa. Y para ella son tan necesarias las maniobras militares como las civiles. Todo ciudadano tiene en primer lugar el deber negativo de no estorbar la marcha del ejército; pero ademâs tiene deberes positivos: favorecer la resistencia fisica y moral de los combatientes, preparar viveres y municiones, contribuir a los gastos de la guerra, etc. Pues lo mismo. mâs o menos. ha de ser en la Ac­ ciôn Catôlica. que es "sicut castrorum actes ordinata. un ejército puesto en orden de batalla” (Cant. VI, 3). <11. Carta al Card.’S&retario de Estado, enero 24 de 1927. i2). Carta al Episçopado Argentino. febrero 4 de 1931. Azpiazu, pâg. 3 54. <3). Discurso ·ι los feligreses de S. Maria Traspontina en Roma. dieiembre 4 ,1e 1924. i4l. Discurso a la asamblea dioeesana de A. C. en Roma, marzo 9 de 1924. 97 2.—Muy bien expuesta encontramos esta escala de obligaciones en el siguiente pasaje pontificio: “Asi co­ mo todo catôltco debe sentir la necesidad y obligation de entregarse o cuando menos de cooperar a esta obra de apostolado (la Acciôn Catôlica), asi también debe sentir la necesidad g obligaciôn de coordinarse. en cuanto sea posible. a los ôrganos de acciôn reconocidos. si no quiere exponerse el peligro de trabajar sin fruto, y aun al de crear turbaciones y danos’’ (I). Très clases de obligaciôn se indican claramente: dedicarse. cooperar, coordinarse. El primer deber. dedicarse. se cumple militando en sus filas: es el mas directo y eficaz. Pero no todos tienen la habihdad necesaria, no a todos es posible. Enfon­ ces estarân obligados a cooperar de otra manera: por ejemplo. con la oraciôn. la propaganda, con cl apoyo moral o material (que tambtcn son necesarios los medio* econômicos). (2). En tercer lugar esta la obligaciôn de coordinarse : lo citai toca a quienes ejercen el apostolado en asociaciones u obras afines, que Pio XI ha llamado auxi­ liares de la Acciôn Catôlica. Ya hablaremos de ello y de la manera mâs eficaz de cooperar, cuando estudiemos ili. Carla dei Secretario de Estado al présidente general de la A. C. Italiana, octuber 2 de 1923. ‘2). Hablando Pio XI a los directores del Apostolado de la Oraciôn, el 29 de septiembre de 1927. dijo: “Hay varias clases de apostolado: de oraciôn, de acciôn, el de la. pluma, de palabra y aun el de dinero: es decir, el apostolado eco­ nomic». portpic aun las obras divinas e.jecutadas por hom­ bres rcquiercn medios econômicos. No todas estas clases de apostolado son para todos, pues faltando la posibilidad. eesa el deber: pero todos pueden ejercër el de oraciôn, porque todos pueden orar". El Card. Lepicier. Prefecto de la Congregaciôn de Re'igiosos. invitando a las religiosas a colaborar con la Acciôn Catôlica escribfa: “No pedimos la colaboraciôn solamente de las religiosas que se dedican a la ensenanza, sino do ;odas sin distinciôn, aunque seau de vida puramente con­ templativa. pues les pedimos el auxilio sobrenatural de la oraciôn". Carta al Asistente de la Uniôn Pemenina Cat.ôlica Italiana, mayo 30 de 1030. 98 las rclaciones entre la Acciôn Catôlica y las obras auxiliares. V. Apostolado universal. La Acciôn Catôlica es en verdad apostolado catôlico. es-decir, universal. Y lo es en varios aspectos: por el sujeto, objeto, medios y lugar. El sujeto, o quien la ejerce, es el conjunto de se­ glares, sin distinciôn alguna. Ya lo dijimos, y no insistiremos. Veamos pues, ahora la universalidad de objeto, medios y lugar. Universalidad de objeto. 1. —El fin supremo, ya lo sabemos, es el advenimiento del reino de Cristo: su ùnico intento es cristianizar. (5). ^Y que es lo que se quiere cristianizari’ La res.puesta que se dé a esta pregunta sera el objeto de la Acciôn Catôlica.· Pues respondemos que se quiere ciistianizârlo todo. Ya lo hemos visto: la Acciôn Catôlica, como la Iglesia, quiere restaurar todo en Cristo. Omnia, todo, los individuos, la familia la sociedad entera. Muchas asociaciones religiosas se proponen for- mar cristianamente la coaciencia de los individuos: la Acciôn Catôlica va mâs alla: mediante los socios quiere Hegar a todo e! cuerpo social. 2. —Claro que su obra cristianizadora ha de comenzar por la conciencia de los individuos: porque pa­ ra reformar el todo hay que comenzar por las partes, n: se puede levantar un edificio sôlido si no lo son las piedras que lo forman. (5). Véase el cap. II. 99 Pero es necesario cristianizar todo el individuo Pio XI ha dicho: "La Acciôn Catôlica abraza todo ei hombre, procurando su mejor formaciôn religiosa y civil" (1). Se necesita cristianizar a todos los individuos sin exception. porque Dios quiere que todos se salven. La Action Catôlica dice como S. Pablo: "me Hugo todo pa­ ra todos. por salvarlos a todos f'odo lo hago por amor del Epangelio" (I. Cor. IX, 22-23). 3.—T ras de los individuos, la familia, la sociedad. (2). La Acciôn Catôlica quiere que toda la sociedad sea cristiana: que lo sea en todos los elementos de que consta, en rodas sus actividades y manifestaciones: la escuela. prensa, literatura. arte. costumbres pùblicas. leyes, instituciones civiles y sociales, etc. Quiere que sean Cristianos los hombres y las cosas. , Y no es este el programa de la Iglesias Pues si la Ac­ ciôn es coadjutora de esta, su apostolado debe llegar a dondc llega el de la Iglesia. Una y otra se mueven en el mismo campo, porque se proponen el mismo fin, aunque no dispongan de los mismos instrumentos. (3). En esto se distingue la Acciôn de otras asociaciones u obras que se proponen alguna clase particular de apostolado. pues lo restringen a determinadas cosas, como la cultura, la beneficencia, la buena prensa, el arte. el cinematôgrafo, y otras Esas sociedades son au xiliares. como ya expondremos al tratar de sus rela ciones con la Acciôn Catôlica. ( 4). 4.—En muchos documentes pontificios se habla de esta universalidad del apostolado Leemos en II fermo . (1) Carta Quae Nobis.—Azpiazu, pâg. 343. |2). Véase lo dicho en e! cap. II sobre la cristianizaciôn de la familia. | 3). Es principio tilosôrico: accessorium sequitur principaleSu seutido es tan transparente que hasta un principiante !o entiende. Explica la universalidad de objeto de la Ac­ ciôn Catôlica. i 4). Véase el cap. IX. 1 oo proposito: “ Anchisimo es el campo de la Acciôn Catô­ lica, pues de suyo no excluye cosa alguna de cuantas, en cualquier modo, directo o indirecto, pertenecen al divi­ no misterio de la Iglesia” (1). El Card. Gasparri, siendo Secretario de Estado escribia en nombre de Benedicto XV: “La Acciôn Ca­ tôlica poniéndose por encima y mâs allâ de cualquier problema de orden puramente material y politico, abarca todas las manifescaciones de la vida humana, a todas comunica un fecundo impulso, coordina sabiamente sus medios, mantiene inalterable la unidad de direction, para mantener todo en los luminosos senderos del progreso social’’ (2). Son de Pio XI estas palabras prenadas de significaciôn: “La Acciôn Catôlica debe llegar a dondequiera que se présente la gloria de Dios, el bien de las aimas, la lucha entre el bien y el mal, la ley de Dios. . . A donde debe llegar el apostolado de la Jerarquia, alli debe llegar, llamado por ella. el apostolado de Acciôn Catôlira. . . Su mandato estd en un campo ilimitado, aunque tiene modo peculiar de procéder. (3). Universalidad. de medios. 1.—La Acciôn Catôlica se propone cristianizar todo y a todos, con todos los medios posibles y licitos, desplegando todas las actividades permitidas por las leyes divinas y humanas. Con toda clase de medios: individuales o colectivos, religiosos o sociales, materiales o espirituales. (1) . Azpiazu, pâg. 279, (3). Dice el Papa que de suyo nada excluye, porque ya veremos que accidentalmente, poirazôn de las circunstancias, internas o externas, su programa puede variar. En el cap. VI veremoa qué es lo que pertenece a la misiôn directa o indirecta de la Iglesia, y por lo tanto a la de la Acciôn Catôlica. (2) . Carta al Présidente de la Uniôn Popular Italians, enero 8 de 1919. ( 3 ). Discurso a los dirigentes de Acciôm Catôlica en Roma, abril 19 de 1931. 101 Pio X escribia en II termo proposito: “Conviene que la acciôn Catôlica adquiera pujanza con los me­ dios practicos que le facilitan el progreso de los estudios sociales y econômicos, la experiencta alcanzada en otras partes, las condiciones de la sociedad civil, la misma vida publica de los Estados” (1). Y Pio XI ha manifestado la voluntad de que “no excluya o descuide ninguna forma de actividad, en to­ do lo que de algûn modo pertenece a l'a Iglesia” (2). La historia dice que la Iglesia ha aprovechado siempre todos los v medios, ha ejercitado todas las actividades ,aun materiales que de algûn modo pudieran service para su alto fin espiritual. Hoy, como S. Pablo a los primeros cristianos, dice a los que militan en la Acciôn Catôlica: “Sea vuestro estudio todo lo que es conforme a la verdad, todo lo que respira pureza, todo lo justo, todo lo santo. . . Practicad todo lo que habéis aprendida, recibido y oido y visteis en mt” (Filip. IV, 8-9). (3). 2.—Contra esta universalidad de mediôs y actividades pueden ocurrir dos extremos igualmente erroneos. El primero es de aquellos que mutilando el programa de la Acciôn Catôlica, se ponen, por decirlo asi, en el extremo derecho, excluyendo la actividad religio­ sa, creyendo que es propia solamente de las cofrâdias o pias uniones. El segundo es de los que se van al extremo izquierdo, rechazando toda actividad social, que consideran como profana, y en oposiciôn con el fin religioso de la Acciôn Catôlica. En el fondo de este error hay una equivocaciôn, (1) . Azpiazu, pâg. 285, (13). (2) . Carta Quae nobis al Card. Bertram.—Azpiazu, pâg. 343. (3) . Estas palabras fueron dirigidas en efecto a los socios de Acciôn Catôlica por Pio XI en el mensaje trasmitido por radio el 12 de febrero de 1931. 102 que, como ya advertimos, consiste en confondit los me­ dios con el fin. (1\. 3.—Es cierto que pueden cambiar los medios de acciôn, puesto que deben adaptarse a las necesidades y posibilidades contingentes de tiempo y lugar; por eso en ciertas épocas sobresalen los medios religiosos y en otros los sociales. Pero el programa, las ideas en que se inspira, permanecen invariables; lo que puede cam­ biar y de hecho muda es el programa prâctïco e inmediato. Por manera que si en determinado campo no pudiera la Acciôn Catôlica desplegar toda su actividad, no por esto podria decirse que habia cumplido con su fin: puesto que siempre le quedarân otras muchas formas de apostolado en las cuales trabajar al lado de la Jerarquia. La çaridad es industriosa: si encuentra obstâculos en cierta direcciôn, sabe hallar otros caminos para llegar a la meta. El fuego que ileva dentro de si no se apaga con el viento o la lluvia: “aquae multae non potuerunt extinguere caritatem” (Cant. VIII, 7). Los apôstoles auténticos nunca estân desocupados; que siempre hallan algo en que promover la gloria de Dios y el beneficio espiritual del prôjimo. (2). (1) . Vuélvase a leer el capitulo precedente, particularmente lo dicho sobre el fin religioso, pâg. 31. Anteriormente ese error estuvo muy extendido entre los catôlicos debido al prejuiclo liberal que tiene la religiôn como a s unto privado y niega la funciôn social de la Iglesia. Ya· veremos en el cap. VI. que si las actividades reli­ giosas entran en la misiôn directa de la Iglesia, las demâs quedan comprendidas en su misiôn indirecta.. (2). Hablando sobre esto Mons. Pizzardo, Asistente eclesiâstico general de la Acciôn Catôlica Italiana, dijo: “La Acciôn Catôlica que es cplaboraciôn al apostolado de la Jerarquia,, debe extendersè a todo lo que es propio de tal colaboraciôn. La actividad de los seglares se amplia o se restringe, segûn que el clero por las circunstancias necesita mâs o menos de ese auxilio. Todo trabajo de Apostolado que el clero no pueda deseinpenar en determinado momen­ to, y que puede ser ejecutado por seglares, pertenece a la Acciôn GatôHea. Asi que en un pais cualquiera, Italia. 108 4.—Otra observation. Pertenecen a la Acciôn Catolica todas aquellas actividades de apostolado que pueden ser desempenadas por seglares. Todas y solas esas. Lo cual quiere decir que la universalidad de medios no es absoluta (como para la Jerarquia) sino relation; es proporcionada a los poderes que los seglares tienen en la Iglesia. Pues, como ya vimos, los plenos poderes del apos­ tolado fueron conferidos por Cristo a sus Apostoles. Los medios ordinarios de santificaciôn solo estân en manos de los sacerdotes. El seglar puede conducir al cristiano indigente hasta la puerta dei templo, y alli entregarlo al sacerdote, que es el ùnico que posee las Haves del tesoro celestial. Por esto a la pregunta ^cuâl es el programa prdctico de la Acciôn Catolica? Podemos responder: el mismo de la Iglesia, en cuanto es asequible por los seglares. Universalidad de lugar. Pio XI ha dicho que “La Acciôn Catôlica no tie­ ns limites en el espacio ni en el tiempo, lo cual quiere decir que existe siempre y en dondequiera’’ ( 1 ). Asi que la Acciôn Catôlica también tiene por dere­ cho universalidad de lugar. Dondequiera que la Jerar­ quia necesita de los seglares, alli puede surgir la Acciôn Catôlica. Podemos decir que esta universalidad de dere­ cho lo es ya de hecho, porque actaulmente sus falanges, mâs o mènes perfectas, se han extendido por todo el mundo. Por esto dijo Pio XI en cierta ocasiôn: “En la época actual, dondequiera que la Iglesia te­ por ejemplo, puede tener actividades que no tengaen otro, pongamos en Francia”. — Discurso en la Asamblea de Asietentes eclesiâsticos de las diôcesis italianas. septiembre 16 de 1930. (1). Dicurso a los dirigentes de A. C. en Rom», abri! 19 de 1931. 104 υαηία sus tiendas. la Acciôn Catôlica maniftesta cuàn preciosd es para la Iglesia misma" (1). En realidad existen asociaciones de Acciôn Catô lica no solo en los paises catôlicos y civilizados, sino también en las tierras de misiôn, como en China, la India, el Japon, y aun en Africa, donde ayudan a los misioneros. Es hecho significativo y demuestra que la Acciôn Catôlica es verdaderamente obra de nuestros tiempos, y que ha salido del corazôn maternai de la Iglesia. (1). Discurso al publicarse el decreto sobre las virtudee heroicas del V. Vicente Palloti, enero 24 de 1932. 105 CAPITULO IV. Organizaciôn de la Acciôn Catôlica. Ya lo hemos dicho: la Acciôn Catôlica es aposto­ lado organizado. Pio XI declara que “asi como tiene naturaleza y fin propios, debe‘tener también su propta organizaciôn, que ha de sobresalir por la unidad y con­ cordia en el gobierno, por la perfecta disciplina de todos” (1)· La organizaciôn es para ella nota esencial, como vamos a ver: nota en la cual esta la verdadera novedad de la forma actual. Porque, si desde los tiempos de los Apôstoles ha habido apostolado seglar en la Iglesia, ahora se agrega a ese elemento genérico el de organizaciôn. Siguiendo las réglas del buen método, iremos de lo universal a lo particular, de lo abstracto a lo concre­ to ; y por lo mismo expondremos primero la idea general de organizaciôn (su concepto, legitimidad, eficacia), (1). Carta al Card. Segura. Azpiazu, pâg. 349. 106 después, en particular, la organizaciôn que la Acciôn Catôlica ha adoptado, la utilidad que en ella se encierra. I. La organizaciôn en general. Concepto de organizaciôn. 1, —Puede definirse: la union libre de muchos que tienden a conseguir un fin comûn. Por consiguiente se requiere; 1) Pluralidad de individuos que se unan; 2) Unidad de fin, al menos por lo que ve al sustancial ; 3) Solidaridad de medios, en el sentido de que cada socio debe cooperar en la proporciôn que le sea posible a la consecuciôn del fin comûn. Asi que una organizaciôn no es un montôn de elementos, cual una muchedumbre cualquiera. Carâcter distintivo suyo es el orden que supone unidad y variedad: multiplicidad de fuerzas. unidad de movimiento. La unidad procede de la identidad del fin; por ella todas las voluntades convergen a una misma direction, hacia una sola meta. Tampoco constituyen organization muchos ele­ mentos ordenados, pero inactivas. cual las piedras de un edificio. Por eso otra de las notas distintivas es la actividad de los miembros para conseguir el fin comûn. Pero no una actividad mçcànica. extrinseca. que venga de fuera, sino vital, intrinseca que saiga del sujeto mismo. El orden y actividad de una organization no son las que hay en una mâquina. sino las de un cuerpo, en el cual hay muchos elementos {los miembros') que obran armônicamente para conseguir el mismo fin (conserver la vida) bajo el impulso de un principio in­ terno (el aima). 2. —Segûn ya hemos indicado, el elemento que dis­ tingue a una organizaciôn como a cualquier otro sér. 107 es el fin. el proposito que anima a todos los que pertenecen a la organization, l.as organizaciones se distinguen por el fin, al cual estân subordinados los me dios, por lo tanto la organization sera religiosa, econâmtca. politica, segùn el fin que se proponga. Y como el fin supremo de la Action Catôlita es religioso y sobrenatural, hemos de colocarla entre las organi zaciones religiosas, aunque. segûn ya se ha dicho. puede echar mano de medios de otro orden. con tal que sean aptos para su fin Y pasemos luego a demostrar que la organization es légitima, porque es un derecho natural, cristiana, civico. Derecho natural. 1.—Por su limitation natural el hombre no puede proveer por si solo a todas sus necesidades materia­ les y espirituales; necesita para ello juntarse ton otros, sumar su attividad a la ajena. Por esto se dite que es naturalmente sociable. La sociedad humana es un hecho que no procede de la voluntad de los socios, como han sohado algunos filôsofos. sino de la naturaleza misma, porque solo en la sociedad encuentra el hombre los medios adecuados para satisfacer sus multiples necesidades. (1). Pero a mâs de las necesidades comunes a todos por naturaleza. cada hombre tient otras particulares que se dèrivan de su condition social personal, de sus legiti­ mas aspirationes o de otras causas especiales. Es évi­ dente que unas son las necesidades sociales de un obrero y otras las de un empresario, unas las del artista y il). "El hombre esta naturalmente ordenado a la socie­ dad civil, porque no pudiendo adquirir en el aislamiento lo neeesivio para la vida y para su perfection intelectual v moral, la Providentia ha dispuesto que nazea incünado a unirse eon los demâs en la sociedad doméstica o en la civil, pues que solo ella puede suministrarle lo que basta para la péi t<. citai de la vida”—Leôn XIII, enciclica Im­ mortale Pci.· Azpiazu, pâg. 208, (fi). 108 otras las del comerciante, las necesidades religiosas de un catôlico son muy diferentes de las de un budista. Por vasto que sea el seno de la sociedad civil no puede ofrecer todos los recursos necesarios para satisfacer los deseos legitimos de todos sus miembros, para atender al perfeccionamiento de todos. Por otra parte, el individuo aislado carece de las energias indispensa­ bles para proveer siempre y suficientemente a sus nece­ sidades particulares. Por esto se siente inclinado y aun obligado a juntar sus fuerzas con las de otros que tienen las mismas necesidades accidentales, con las de otro« a quienes esta ligado por afinidad de intereses, de profesion o de ideas. De esta union de iuerzas individuales mana otra fuerza colectiva, la ùnica que puede veneer los obstâculos que se oponen a la consecucion del fin comûn. 2. —Por esto dondequiera surgen organizaciones y sociedades privadas que naturalmente se injertan en el tronco de la sociedad civil. Decimos naturalmente. porque aun cuando se constituyen por la libre voluntad de los socios, son de dere­ cho natural, pucsto que proceden de la insuficiencia in­ nata del hombre para procurarse, aun dentro de la so­ ciedad civil, los medios necesarios para progresar en per.fecciôn. Y como el aspirar a esta es necesidad natural, se sigue lôgicamente que la naturaleza misma debe suministrarle y permitirle los medios aptos para tai fin, uno de los cuales esta precisamente en las sociedades pri­ vadas. Por lo mismo son de derecho natural, ya que son el complemento indispensable de la sociedad civil. ( 1 ). 3. —Con gusto citamos la autorizada ensenanza (1). Algunos esuritores dicen que el derecho de asocia­ ciôn· es natural, porque procede a la formacion de la socie­ dad; mas prescindiendo de ese hecho, preferimos llamarlo natural, porque dimana de la misma ley natural que es anterior y superior a toda ley positiva. Cfr. Le libertâ civili dei eattolici” (libertâ di associazione), opùsculo publicado por la Unidn Popular Italiana.—Padua, Tip. Pont. Anto­ niana» 109 de Leon XIII en confirniaciôn de nuestro parecer: "Là experienda de la poquedad de las propias fuerzas mueve e impele al hombre a juntar a las propias las ajenas. Esta propension natural es la que le mueve a juntarse con otros y format la sociedad civil, y la que del mis­ mo modo le hace desear formar con algunos de sus conciudadanos otras sociedades pequefias, es verdad, e im­ perfectas, pero verdaderas. Mucho difieren de la gran­ de (la civil), porque difieren sus fines prôximos. "El fin de la sociedad civil es universal, porque no es otro que el bien comûn de que todos y cada uno tiene derecho a participar proporcionadamente. Y por esto se Hama publica, porque en ella se juntan los hom­ bres entre si formando un Estado. Mas al contrario, las otras sociedades qre en el seno, por decirlo asi, dé la sociedad civil se adunan. llâmanse y en verdad son privadas. porque aquello a que proximamente» se enderezan, es el derecho o utilidad privada que solo a los asociados pertenece” ( 11. Derecho civico. 1.—Puesto que el derecho de asociaciôn es natu­ ral, el Estado no puede legitimamente suprimirlo; al contrario, debe reconocerlo y hacer que sea respetado. Lo cual sucede comunmente. Por esto es tajnbién un derecho civico. Y en efecto, el Estado no puede suprimir ningùn derecho natural, puesto que no lo crea smo que lo encuentra ya fundado por la ley eterna, universal, que es manifestation de la voluntad inviolable del Creadot. Al contrario, tiene la funciôn especial de defender todos los derechos naturales de los ciudadanos. Pero esto no quiere decir que el derecho de asocia­ ciôn sea ilimitado; por razones de orden superior el Estado puede reglaméntarlo, limitarlo y aun impedirlo. Lo cual sucede cuando: (1). Encicliea. Rerum Novarum, pâg. 138-142. 110 a) el fin es malo, porque ataca la motalidad ρύblica, la seguridad personal de los ciudadanos, los principios fundamentales de la sociedad, etc.; b) los medios son ilicitos, corno si se recurre a la fuerza armada, al terror; porque no es de admitirse el principio maquiavélico de que el fin justifica los medios; c) tropieza con otros derechos superiores, como el bien pùblico, la paz social, etc. 2.—También sobre este punto son claras las ensenanzas de Leon XIII, en la misma enciclica: “Aunque estas sociedades privadas existen dentro de la sociedad civil, y son de ella partes, si embargo, de suyo y en general no tiene el Estado o autoridad pùblica poder para prohibir que existan. Porque el derecho de formar taies sociedades privadas es derecho natural al hom­ bre, y la sociedad civil ha sido instituida para defender, no para aniquilar el derecho natural ; y si prohibiera a los ciudadanos hacer entre si estas asociaciones, se contradiria a si propia, porque lo mismo ella que las so­ ciedades privadas nacen de este ùnico principio, a saber: que son los hombres por naturaleza sociables. “Hay algunas circuntancias en que es justo que se opongan las leyes a esta clase de asociaciones, como es, por ejemplo, cuando de proposito pretenden algo que a la probidad, a la justicia o al bien del Estado claramente contradigan. Y en semejantes casos esta en su derecho la autoridad pùblica si impide que se formen; usa de su derecho si disuelve las ya formadas; pero de­ be tener sumo ciudado de no oiolar los derechos de los ciudadanos; ni so pretexto de publica utilidad estableojer dlgô que sea contra razon. Porque a las leyes, en tanto hay obligaciôn de obedecer, en cuanto convienen con la recta razôn, y consiguientemente con la ley sem­ piterna de Dios” (1). (1). Ibidem, page. 143-146. El Estado puede Intervenir de très maneras en la reglamentacion de este derecho: reprimiendo, previniendo y combinando una y otra cosa. El modo mejor serâ el que mâe convenga al medio social. Àctualmente, y en general, 111 Derecho cristiano. 1. —La Sagrada Escritura aprueba el derecho de asociarse para el bien. El Antiguo Testamento no solo legitima sino aun aconseja el unirse para auxiliarse y defenderse mutuamente. (1). Jesucristo hizo de la caridad fraterna su mandamiento; ensalzô y corroboro la idea de fraternidad que es el alma de cualquier asociaciôn. Ademâs, al fundar la Iglesia le did la forma de sociedad perfecta y confiô a hombres el ayudar a los hombres a salvarse. 2. —-La historia nos ensena que de hecho, el espiritu de fraternidad y asociaciôn ha existido siempre en la Iglesia. Sabemos que desde que estaba en la cuna “la r.iultitud de los fieles tenia un mismo corazôn y una misma aima; no habia quien considerase como suyo lo que poseia, sino que tenian todas las cosas en comun. . . Asi es que no habia entre ellos persona necesitada; pues todos los que tenian posesiones o casas, uendiéndolas traian el precio de ellas, y lo ponian a los pies de los apôstoles; el cual después se distribuia segùn la necesidad de cada uno” (Hechos, IV, 32-34). Segùn opinion muy probable, las comurtidades cristianas antes dei edicto de Constantino (313), por se usa el sistema represivo: interviene, euando .una asocia­ ciôn ya fundada sale de los limites de la ley. De hecho casi todos los estados modernos limitan este derecho mâs o menos. La historia ensefia que euando se desconoce, pululan las aociedades secretas que adoptan fi­ nes y medios peligrosos .para la vida publica. ( 1 ). “Es mejor vivir dos juntos que uno solo, porque es so estai· en compania. Si uno va a caer, el otro lo Pero ;a.v del hombre que esta solo! pues si cae, no tiene quien lo levante. Si alguien acometiere contra el uno de los dos, ambos le resisten. Una cuerda de très dobleces difïcilmente se rompe”. Eccl. IV, 9-12. “El hermano que es ayudado de su hermano es como plaza fiierte”.—Prov. XVIII, 19. vent sostiene. 112 el cual se concediô paz a la Iglesia, pudieron existir jun'dicamente y aun poseer, presentândose como asocia­ ciones funerarias que reconocidas por las leyes romanas, se proponian proveer a la sepultura comun de sus socios. (1). El monacato, las ôrdenes religiosas, las asociacio­ nes para la propagation de la fe, el incremento del culto, para libertar esclavos, las cruzadas: las innumeiables instituciones de caridad que han florecido en to­ dos los siglos en el tronco de la Iglesia prueban claramente que el espiritu de asociaciôn ha sido siempre bendecido y alentado por el cristianismo. Podemos, pues, concluir que el derecho de asocia­ ciôn es un derecho cristiano. Eficacia y utilidad. 1. —La eficacia de la organizaciôn es verdad intuitiva, confirmada por la experiencia. El proverbio vis unita fortior, la union constituye la fuerza, siempre ha sido comprobada por los hechos. La organizaciôn no suma, multiplica las fuerzas individuates; por lo cual el resultado es superior a las luerzas aisladas. (2). 2. —Y en esa eficacia esta su uttlidad. Es litil para la colectividad y para los particula­ res: realiza perfectamente la formula de la solidaridad: uno parc todos y todos para uno. Formula que se ex­ il). Tal es la opiniôn del célébré arqueôlogo, Juan B. de Rossi y de otros sabios autores. (2). Para explicar a las masas la eficacia de la organiza­ ciôn suele acudirse a comparaeiones y apologos. Es clâsiea. la comparaciôn de las fléchas que una por una se despedazan tacilmente, pero que en haz son irrompibles. Muy eficaz es la del riachuelo que al nacer es tan debil que lo detiena la mano de un nino; pero que serpenteando entre guijarros se une con otro, con· un tercero y un cuarto hasta que se convierte en torrente impetuoso e infranqueable que baja saltando por entre las penag, inunda los valles, donde convertido ya en majestuoso rfo, reparte la fecundidad y la vida. · 113 esta se adhiere a la Jerarquia, reproducirâ su forma con mayor o menor perfecciôn como el vestido la del cuerpo que cubre. La Jerarquia de que depende la Acciôn Catôlica es la que se llama de jurisdiction. Por instituciôn divina “consta del Pontificado supremo, al cual esta subordinado el Episcopado; por institution eclesiâstica tiene otros grados’’ (1). 2.—Como se ve, los Pârrocos no entran en la jerarquia de institution divina: y en realidad no tienen jurisdiction propiamente dicha en el foro externo. Pero la Iglesia les ha conferido alguna jurisdiction; y en la Action Catôlita, tomo ya veremos, ocupan un puesto muy importante. Por esto, para los fines de la Action Catôlica, podemos decir que la Jerarquia de jurisdic­ tion tonsta del Papa, de los Obispos, de los Pârrocos, considerando a éstos como legitimamente nombrâdos por los Obispos para régir una porciôn del pueblo cristiano. (2). El centro, la diôcesis, la parroquia. 1.—De aqui se siguen algunas conclusiones prâcticas y evidentes. Que la Acciôn Catôlica debe depender del Papa, de los Obispos, de los Pârrocos, segûn la jurisdiction de cada uno. Luego tendrâ que formarse y tener sus ôrganos directores en el centro de la naciôn, bajo la de­ pendenda del Papa o de quien lo représente, en la diô­ cesis bajo la autoridad del Obispo, y en la parroquia bajo el Pârroco, Por tanto, el estar vinculada al centro, a la diôce- (1). Ibidem, canon 108.—Hay también Jerarquia de orden, de instituciôn divina, compuesta de Obispos, sacerdotes y diâconos. — Ya hablaremos ampliamente de esto en el cap. VI. (2) . También en el cap. VI hablaremos del poder de los pârrocos; aqui basta indicarlo. ne sis, a la parroquia es carâcter esencial a la Acciôn Catôli­ ca, que se sigue naturalmente de su subordinaciôn y coordinaciôn a la Jerarquia. (1). 2.—En la parroquia, célula de la Iglesia, estân las unidades primitivas de la Acciôn Catôlica, las asociaciones parroquiales. Unidas entre si, se juman bajo los ôrganos directores diocesanos, que a su vez estân ligados con los ôrganos directores centrales. La Acciôn Catôlica es, pues, un hermoso edificio de très pisos que comunican entre si: su organization es por tanto, jerârquica, unitaria, concentrica. (2). Forma unitaria y base nacional. 1.—Para algunos la forma unitaria y concentrica no es iiota esencial de la Acciôn Catôlica; se olvidan de lo que ya hemos dicho. que la Jerarquia es un todo. quid unum, indivisible. Porque los Obispos, en tanto tienen jurisdicciôn en cuanto estân unidos y subordinados al Sumo Pontifice, en el cual se'concentra todo el poder. Las diôcesis no pueden considerarse como entidades aisladas, separadas unas de otras, sino como par­ tes de un todo que es la Iglesia. En la Iglesia fundada por Cristo hay unidad de fe, de medios santificadores y también de gobierno. (1) . Decimos que los ôrganos centrales dependen del Papa o de quien lo représenta; porque fliera de Italia, esta re- presentado de hecho por una persona, por' ejemplo, por el primado de la naciôn o por una corporaciôn (una comisiôn de Obispos). La unidad central exige un poder supe­ rior al de las diôcesis, cuya fuente es el Papa. El ôrgano de este poder puede ser muy distinto, segûn las circunstancias. (2) . El carâcter parroquia! de la Acciôn Catôlica, es de­ cir, de las asocfaciones que la componen, puede admitir excepciones. Asi puede haberlas interparroquiales; sobre la oportunidad de ellas juzgarâ la Autoridad eclesiâstica competente. Notemos de paso que es preferible llamar asociaciones a los grupos parroquiales y réservai· el nombre de or­ ganizaciones para las uniones diocesanas o nacionales que de aquellas resultan. 117 Por lo mismo no solo hay unidad moral, sino también juridica, jerarquica: de la cual parten todas las ener­ gias y actividades, y lo mismo debe ser en la Acciôn Catôlica que es pertenencia sagrada de la Iglesia. ( 1 ). Ya se entiende que, como en otras actividades eclesiâsticas, en la Acciôn Catôlica la unidad de gobierno no menoscaba la jurisdiction diocesana ni la iniciativa local: al conttario. como vamos a ver muy pronto, es para utilidad de todos y de cada uno. 2.—·Ε1 carâcter unitario de la Acciôn Catôlica se extiende al territorio de cada na-ciôn. lo que équivale a decir que posée forma unitaria y base nacional. La razôn de ello esta en que teniendo en todas partes el mismo blanco, sometiéndosc al mismo gobierno supremo, pero trabajando dentro del medio social, bajo las ley es c instituciones de cada pais, y por lo mis­ mo en climas morales y politicos muy diversos, que crean exigencias muy distintas para el apostolado: amolda su actividad, sus fines proximos y medios de acciôn ' I ) Por su intima adhesion a la Jerarquia -escribe el conde de la Torre, director del Osser va tore Noinaiic-— la .tccion Catôlica participa del plan y m.ovimiento eoneénV><. ' que va de la mâs humilde parroquia a la mâs sobert.x catedral. del pâiroco al Obispo, de la periforia al cenf. a en cuva cima brilla cual estrella fija, el primado del para. I caratteri fondamentali dell’Azionc Cattolica, cap. ■ àn.—Vita e Pensiero, Milan. . la autorizada Clvilitâ Cattolica decia sobre el mismo > to: "Lo que amedfenta a los politicos es la unidad de „ierno, impuesta por voluntad de Dios, y la corresponuiente obediencia de todos los catôlicos a la autoridad de la Iglesia. Miedo puéril: porque tan temida unidad no es sino actuaciôn de la naturaleza y constituciôn monârquica de la Iglesia, de su organismo social, tal cual fue constituido para bien de la inisma sociedad civil y religiosa, pa­ ra la salvaciôn de las aimas.—Numero 1958, enero 16 de 1 932. en el articulo titulado: “Intomo alla definizione dell’ tzione Cattolica". us al ambiente en que vive. il). Mas. aun preseindiendo de la Acciôn Catôlica. muy particularmente donde ya esta orgamzada la Jerarquia. cl apostolado exterior de la Iglesia se organiza y des arrolla dentro dei territorio de cada neciôn: y aun citan­ do se proponga fines particulares, no olvida que debe obediencia al Jefe supremo de la Iglesia y que debe te­ ner en cuenta las nccesidades generales de clla. Pues si otras actividades de la Iglesia se ejercen a base nacional. con mucha mayor razôn la Acciôn Catôlica. apostolado de seglares, cuyo fin es religioso-social. (2). III. Unidad y variedad. Hasta c qui hemos examinado la organizaciôn de la Acciôn Catôlica en relaciôn con la Jerarquia eclesiâstica: pasemos a estudiarla en sus relaciones internas, es decir. las que tiene con las fuerzas que la forman. Y nos encontramos desde luego con la cuestiôn de la coordinaciôn. La coordinaciôn. 1.—La Acciôn Catôlica es resultado de muchas il). Eso no quita que. dada la identidad del fin general y de la suprema autoridad religiosa, puedan establecerse relaciones entre la Acciôn Catôlica de distintos paises enando no se opongan razones de carâcter externo. Juzgar competentemente de esta materia toea a la autoridad su­ prema de la Iglesia. . (2) Plàcenos referir lo dicho por Mons. Pizzardo, Asistente general de la A. C. I. en un discurso pronunciado el S de dieiembre de 1930 en'el Seminario Frances de Roma: "Nota caracteristica de la Acciôn Catôlica es su estruclura unitaiïa nacional, que déjà intacta la autonomia de las di­ versas partes en cada diôcesis, les da unidad y variedad. prerrogativa de todo organismo vital y que tue el princi­ pal fin que se buscô cou la reorganizaeiôii de la A. C. I. eu los anos de 1922 y 1 923". 1 1 il fuerzas distintas. Dentro de ella caben grupos especializados segûn la edad. sexo. ocupacion social de los miembros. Sus organizaciones. digamos, tipicas. son cuatro: dos para adultos (hombres y mujeres). dos para la ju ventud (masculina y femeninal. A estas cuatro organi zaciones se refiere Pio XI cuando en la carta al Card. Segura escribe: “Es propio de ella [la A. C. ) formar una cohorte de ciudadanos probos, hombres y mujeres. mayormente jôuenes de uno y otro sexo. que nada estimen tanto, nada deseen tanto como participar a su mu­ nira del sagrado ministerio de la Iglesia, y con su direcciôn y magisterio esforzarse ualientemente en propagar privada y publicamente el reino de Jesucristo''. (1 ) 2. —Cada una de esas organizaciones tienen fines propios y especiales. pues evidentemente que son mu y distintas las exigencias de la education y las posibilidades de ejercer el apostolado, segûn la edad, el sexo y la condition social. Por consiguiente, cada una tiene su estructura organica, funciones propias; necesita estatutos· especiales, y ser dirigida por organos directores propios en el centro de la naciôn, de las diôcesis, de las parroquias. (2). 3. —Pero aunque el fin especial e inmediato de ca­ da organizaciôn sea distinto, el fin supremo de todas es uno solo. Aun cuando cada una camine por su sendero particular todas van a la misma meta, que, como ya sabemos, es el advenimiento del reino de Cristo en los individuos, la familia, la sociedad. Por esto es necesaria cierta cohesion, coordinacion. (1) . Azpiazu, pâg. 349. Por razones particulares en Italia los y las estudian tes de universidad tienen organizaciones especiales. Ya en el segundo volumen hablaremos de las seis organizaciones que ahora existen en Italia. (2) . Si dividimos la organizaciôn horizontalmente, resultan cuatro sectores, cada uno de los cuales contiene a los seSores, senoras, juventud riasculina y femenina; verticalmente, resultan los centros nacional. diocesano y parroquial. encaminada a realizar el principio que preside a la vida de todo organismo, fisico o moral, la untdad en la variedad. Ya lo hemos dicho: la identidad de fin es coeficiente de unidad; y puesto que la Acciôn Catôlica tiene un solo fin, debe formar. segûn frase de Pio XI. una. gran familia. Y en una familia bien ordenada ningun miembro desconoce a otro, todos se entienden y se ayudan mutuamente, cada uno conserva su puesto, segûn sus propias fuerzas. La coordinaciôn sirve no solo para evitar choques y encueritros de fuerza ( fin negativo), sino para multiplicar el trabajo y mejorar el resultado colectivo y fi­ nal {fin positivo). 4.—Siempre que los Papas recomiendan la Acciôn Catôlica recomiendan también la concordia y union de las fuerzas organizadas. Pio IX escribiô estas mémorables palabras al pri­ mer Congreso Italiano, que fue la primer tentativa de coordinaciôn: “Cuando nuestra religion es acometida, vejada de tantas maneras y con tanta astucia... conviene j'untar las fuerzas de los catôlicos de modo que aun cuando se propongan diversos intentos, la acciôn de to­ dos sea una sola.” (1). Y el Papa reinante: “La Acciôn Catôlica ha de sobresalir por la unidad y concordia del gobierno, por la perfecta disciplina de todos. Si hubiera muchas organi­ zaciones opuestas entre si. si hubiera direction diver­ gente, las fuerzas de este ejército quedarian dispersas, y habrta un estorbo para la concordia y feliz resultado: lo cual hay que impedir a toda costa”. (2). Organos coordinadores. 1.—La coordinaciôn exige ôrganos competentes. La experienda diaria nos dice que habiendo muchas fuerzas que tienden al mismo blanco, es necesario que (1) . Breve al primer Congreso eatôlieo celebardo en Vene­ cia, mayo 28 de 1874. (2) . Carta al Card. Segura.—Azpiazu, pâg 349. 121 sobre rodas y cada una baya una fuerza unica y centri peta. que las dirija y lleve a la misma meta. cCuâles son esos ôrgnos coordinadores? Oigamos una vez mâs la palabra de Pio XI: "’rie­ ne la Acciôn Catôlica su naturaleza y fin propios, aunque conste de varios géneros de bienes, y asi se ha de haber con todas las asociaciones, con la unidad de régimen y de ordenamiento, que cada una guarde religiosamente la indole de su obra e instituciôn, y todas Juntas tengan por coslumbre inviolable obedecer concordemente a los directores puestos por la Jerarquia eclesidstica. fl). Asi que las fuerzas de la Acciôn Catôlica tienen su centro director y coordinador, ante todo, en la Autoridad eclesiâstica: en el Papa, los Obispos, los pârrocos, pues de ellos dependen todas las organizaciones. 2. —Pero también es cierto que siendo la Acciôn Catôlica apostolado de seglares, esta dirigida por segla­ res. aunque bajo la aita direction de la Jerarquia. Y aun en estes ôrganos compuestos por seglares debe haber coordination. Por necesidad natural funcionarân en el centro de la naciôn, de la diôcesis, de la parroquia, dependiendo de la autoridad pontificia, del Obispo, del pârroco. Decimos que es conveniente y no necesario que es­ tes ôrge tos formen parte de la Acciôn Catôlica, porque no se podria demostrar que pertenecen a sü misma naturaleza: aun cuando una prolongada experiéneia ha prebado que son muy ùtiles para los fines que se pro­ pone. 3. —-De hecho la Suprema Autoridad eclesiâstica quiere que existan esos ôrganos. como lo prueban las muchas y expresas declarationes del Papa reinante. "La Acciôn Catôlica —son palabras suyas— debe estar en relation muy intima de subordination con la Jerarquia: subordination que debe matifestarse en el respeto y obe(1). Ibidem, pâg. 348. diencia filial al Papa y los Obispos. y mediante ellos. u Jesucristo. El Papa y los Obispos tienen naturalmenl·.' ôrganos especiales. calificados e inmediatos para cumplir en este panto su obhgaciôn. tai cual lo exige la natura leza de las cosas. y son la Junta Central, las Juntas diocesanas. " ( 1 ). Y en otra ocasiôn: "La Junta Central debe dtrigir toda la Acciôn Catôlica. ha de ser como la sang.c que υα de los centras propulsores a las extremidades. La Junta dirige y es dirigida: dirigida por la Jerarquia. potel Papa, y fuera de ese cuadro tan sencillo como claro, ni siquiera podria concebirse '. ( 2 ). Otro texto muy a proposito para el asunto es el siguiente: ‘‘Es necesarto que las uariadisimas formas de actividad de los catôlicos organizados tengan su centro de disciplina en la Jerarquia eclesiâstica. Por esto los Consejos parroquiales. las Juntas diocesanas. la Junta Central funcionan bajo la directa dependencta de la Au­ toridad eclesiâstica. Naturalmente que taies ôrganos solo tienen la alta direcci de las asoctaciones que les estdn subordtnadas; pues solo asi se conseguirà que todas las energias se orienten hacia un mismo punto y reciban vigoroso impulso”. (3). Autonomia de las organizaciones. 1.—Pero se nos présenta aqui una duda. <1). Discurso a los Asistentes eclesiâstieos de la Juventud masculina de la Â. C. I., septieinbre 14 de 1925. Da Junta Central y las diocesanas son ôrganos >oordinadores; segùn los estatutos aprobados en octubre de 1 923, hay que agregar el Consejo parroquial. En la re­ forma de 1931, la Junta Central fue sustituida por la Oficina Central. En realidad son consejos directives compuestos por los représentantes (présidentes) de las organizaciones coordinadas; ésto solo indica su eficacia y utilidad. (2) . Discurso a los dirigentes de las Juntas diocesanas de la A. C. I., mayo 16 de 1926. (3) . Carta dei Secretario de Estado al aprobar los estatu­ tos generales de la A. C. I., octubre 2 de 1923. Mons. Pizzardo, en el discurso ya citado, dijo: “La 123 Segun ya se ha dicho, las asociaciones de hombres, mujeres, etc., de cada parroquia tienen sus Consejos directores; las asociaciones parroquiales de cada rama forman la organizaciôn diocesana con su respectivo or­ gano director; y todas las organizaciones diocesanas de la misma rama forman la organizaciôn nacionl que tiene su organo superior. Todas las organizaciones poseen sus ôrganos di­ rectores especiales en la parroquia, en la diôcesis, en la naciôn. iQué vienen, pues, a hacer los ôrganos coordinadores? J no entorpecerân l’a actividad, sofocarân la iniciativa de las asociaciones, convirtiéndose en tropiezo en vez de ser causa de progreso? 2.—-El peligro no es hipotético. Mas para evitarlo, basta y sobra con que los ôrganos coordinadores nunca salgan de los limites de su competencia, que se extiende a coordinar la actividad de las organizaciones especiales para la consecuciôn de los fines generales de la Acciôn Catôlica. La actividad que a eso va dirigida, se llama general·, todas las demis son especiales, y en cuanto a ellas las organizaciones gozan de justa y necesaria auto­ nomia. ( 1 ). Esa autonomia comprende: a) las actividades para conseguir el fin especial; a) todo lo que se refiere al reclutamiento, formacion y dedicaciôn de los socios a los deberes de Acciôn Catôlica. En esto proceden bajo la responsabilidad y direciôn de sus propios ôrganos di­ rectores, independientemente de los ôrganos coordina­ dores. forma unitaria que respeta las distintas actividades ha sido recomendada frecuentemente por el Santo Padre. Desea que en cada pais se funde esta amplia organizaciôn de Ac­ ciôn Catôlica con carâcter unitario, pero de manera que dando a las actividades particulares un desarrollo sui ge­ neris, todas las fuerzas catôlicas se orienten al fin supre­ mo, contenido en el lema: “Pax Christi in regno Christi” ( 1 ). Comûnmente se entiende por autonomia una independencia relativa, que sôlo se extiende a determinadas acti­ vidades, y que por lo mismo no es absoluta, no se extiende a todo. Damos a la palabra el primer significado. 124 3. —Hay textos pontificios que hablan de la necesidad de la coordination y autonomia de las fuerzas. "Es necesario, dice Pio XI, acercar. coordinar las distintas actividades. No hemos dicho unificar, sino coordinar. es decir. crear una union moral cada vez mas intima y estrecha entre todas las ramas de Acciôn Ca­ tôlica.... verdadero cuerpo organico, compuesto por lo mtsmo de partes distintas, que no entran unas en otras, pero que concurren todas a la vida que es unica; cada una se dedica a sus propias funciones, aun cuando no han de perder de vista la union de fin. pensamiento y trabajo. sin la cual es imposible obtener éxitos consoladores'. (1). No se podia describir mejor esta nota de la Acciôn Catôlica, su estructura unitaria, aunada a la autonomia de las partes. ( 2) . 4. —En la Acciôn Catôlica. como en cualquier or­ ganizaciôn. bay que huir de dos extremos: el aislamiento de las partes que trae dispersion de las fuerzas y muchas veces choques que mortifican: y la absorciôn de las partes por el todo, porque sofoca la espontaneidad y eficacia de las fuerzas organizadas. Lo primero es un exceso de libertad que se llama particularismo; lo segundo. un exceso de autoridad que se llama centralismo. La perfecciôn esta en el medio, en la organizaciôn propiamente dicha, que sabe armonizar la libertad con la autoridad. que salva la unidad de direcciôn y la au­ tonomia de las partes. Comparaciones. 1,—Esta armonia resulta naturalmente en los or(li. Discurso a los Consejos Superiores de la A. C. I., junio 28 de 1930. (2). Este carâcter de la Acciôn Catôlica ha sido muy bien deserito por la carta'dei Secretario de-Estado, en la cual se aprueba la reforma de la Acciôn Catôlica Italiana, octubre 2 de 1923. Dice que los nuevos estatutos “tienden a imponer la disciplina a las grandes organizaciones catôli( as. dândoles unidad de direcciôn. . sin mermar la auto­ nomia de cada una” 125 ganismos fisicos; en la Acciôn Catôlica debe ser pro­ ducto de la voluntad. Podemos aplicarle las palabras de S. Pablo sobre la Iglesia: "un cuerpo con muchos miembros" I. Cor. XII, 12). Es un verdadero cuerpo, pero moral. Y en un cuerpo los miembros viven del mismo principio, bajo su direcciôn, para el mismo fin: la vida. No obstante eso, cada miembro conserva su autonomia. El brazo adherido al cuerpo no pierde su libertad, recibe de él fuerza y vida. Perderia una y otra si por amor a una libertad injusta e innecesaria, se separara del tronco. 2.—Esta estructura orgânica quizâ mâs que a la de un cuerpo puede compararse. a la de un ejército. El ejército en campaiia consta de cuerpos especiales: artilleria, infanteria, zapadores, etc.; cada uno de los cuales tiene su gobierno propio. Pero sobre todos se encuentra el Estado Mayor a quien incumbe estudiar, fijar el objeto comùn. dirigir hacia él la actividad de cada cuerpo. Todos ellos proceden armônicamente a la consecuciôn de ese objeto, desempeüando las funciones que les asigna el plan general. Esto no quita que cada estado mayor pueda trazar su propio plan para desempefiar mejor la comisiôn que le toca. Puede y aun debe hacerlo asi. Pero con anticipaciôn cada estado mayor debe atender a la instruction y adiestramiento de sus soldados, para que en viniendo la ocasiôn sean aptos para desempenar las funciones que se les cometan. Ese es su deber particular ; en ello esta el campo de actividad en el cual gozan de justa autonomia. Pues, mâs o menos, eso pasa en la Acciôn Catô­ lica, que es un ejército dispuesto al combate, sicut cas­ trorum acies ordinata. Tiene cuerpos especiales ton go­ bierno propio, las organizaciones; pero sobre todas se encuentra el gobierno general y supremo, con sus orga­ nes locales. 126 Lo sustancial y lo accidental. 1. —Quedan trazados los principales rasgos de la estructura de la Acciôn Catôlica, los que le dan fisonomia caracteristica e inmutable. Pero dentro de ellos jqué variedad de detalles' ;cuantos cambios caben'. Para que una casa pueda llamarse tai, basta que tenga cuatro paredes, techo, puerta y una ventana cuando menos. Pero el arquitecto puede presentar estos elementos esenciales en mil formas y desarrollos diferentes. segùn las necesidades del lugar, clima, gustos y posibi lidades de quien ha de habitaria. Pues asi sucede con la estructura de la Acciôn Ca­ tôlica; hay que distinguir lo sustancial de lo accidental. Lo accidental es de suyo mudable: y la historia nos dice que en realidad muda. segùn el tiempo, lugar y medio social. 2. —Y no hay por que admirarse. ;No muda ei aspecto exterior de la misma Iglesia? Ya Pio X al anun ciar las reformas introducidas en la Acciôn Catôlica Ita liana en 1905, escribia: “La Iglesia, en el largo curse de su historia, siempre demostrô con evidencia estar po seida de maravillosa virtud para acomodarse a las varias condiciones de la sociedad civil, de suerte que salva siempre la integridad e inmutabilidad de la fe y moral, salvos también sus sacratisimos derechos, fâcilmente se allana, en lo contingente y accidentai, a las vicisitudes de los tiempos y a las nuevas pretensiones de la socie­ dad’’. ( 1 ). Y el Papa actual decia en un discurso: “La Igle­ sia tiene dos admirables prerrogativas: firmeza e inmu­ tabilidad que han sido hasta ahora la desesperaciôn de sus adversarios. Y lo serân siempre; porque hay lineas trazadas por la mano de Dios, ante las cuales la Iglesia dice: “de aqui no se pasa’’. Juntamente con esa inmu­ tabilidad posee la cualidad de adaptarse a todas las cir- (1). Enciclica H fewno proposito.—Azpiazu, pâg. 282, (7). 127 cunstancias de las cuales pueda seguirse el bien de las almas, que es el fin supremo de la Iglesia . (1). IV. Utilidad de la organization. Las razones que hemos dado sobre la utilidad de la organization en general, claro que valen también para la Acciôn Catôlica. Pero la organization de esta, particularmente por su carâcter unitario y jerârquico, rinde utilidades espectales que vamos a notar. Es ütil para el fin interno y externo, para la for­ mation y asistencia espiritual de los sotios, y muy en especial para su education apostôlica: es ùtil para los fines del apostolado que pueden reducirse a propagar el bien (fin positivo i y evttctr el mal (fin negativo). Vamos a verlo. La formaciôii de los socios. i—Para esto sirve de mucho la experientia y viriud de los jefes: las instructiones, exhortationes y auxilios de los centros directores, que tuai sangre vivificadora van del corazôn. a través de las arterias y capilares. basta los tejidos y células todas dei organismo. Pcnsemos solamente en el beneficio de las publicationes ik'dicadas a la formation, como libros, revistas. opùscu · los. bojas de prooaganda. etc.: beneficio que no séria posible obtener si las fuerzas anduvieran dispersas. Para este fin aproyecha mucho el ejemplo y édifi­ cation mutua entre los miembros de esta vasta familia. 1:1 hermano aylida al hermano'' (Prov, XVIII. 19). Ademâs. hallândosc establecida la Acciôn Catô­ lica en todas las diôcesis \ parroquias, en el caso fre­ mente de cambio de residencia. los socios pueden seguir (1). Discurso a les représentantes has de t» A. !.. mayo 1 de 1 las .Juntas diôeesa- en ella a dondequiera que vayan. Y como hay secciones especiales para todas las edades, sexos y condiciones so­ ciales, la Acciôn Catôlica puede ayudar, a sus socios en las distintas fases de la vida y en las necesidades que tan frecuentemente cambian. (1). 2.—La estructura orgânica de la Acciôn Catôlica favorece en particular la formation apostôlica de los so­ cios, que, segùn vimos, es uno de los aspectos mâs im­ portantes de la formation espiritual. (2). El andar unidos muchos en pro de una causa comùn y bajo la dependencia de una misma Cabeza su­ prema que es el Papa, es hecho que por si solo enciende en el ânimo el sentido catôlico. es decir, la solidaridad universal, extingue el egoismo espiritual y el individualismo religioso que tanto lamentamos. La imponente muchedumbre de socios, su perfecta trabazôn acrecienta en el ânimo la confianza en la bon dad de la empresa, la seguridad de la victoria; enardece el ânimo para la lucha, es decir, alienta el espiritu apostôlico que impele a luchar y sufrir por Cristo y su Igle­ sia. 3.—Si hay actualmente algo de que lamentarse con razôn es la u nidez de los buenos que tantas veces cede el campo a la audacia de los malos. De ello se queja Pio XI en la enciclica Quas primas: “Acelerar y apresurar el retorno a Cristo con la acciôn y con las obras seria deber de los catôlicos, muchos de los cuales, no obstante, parece que no tiene en la convivenda civil aquel puesto y autoridad que convient a los que llevan delante de si la antorcha de la verdad. T al estado de co­ il). Un nino, por ejemplo, a los seis anos puede entrai· a la asociaciôn de “Ninos Catôlicos’', en donde signe hasta los doce anos. Pasa a la secciôn de aspirantes de un grupo de la Juventud; a los quince anos se inscribe entre los so­ cios efectivos; y al casarsé o llegar a la edad fijada por los estatutos, encontrerâ su lugar en la Union de Senores. Cambiando de puesto, sc-giin el ritmo de la vida, estarâ sienipre dentro de esta vasta familia. (2). Consultese el cap. Ill 129 sas se atnbuye tal uez a la apatia o timtdez de los buenos que se abstienen de la lucha o resisten flacamente ; de lo cual los enemigos de la Iglesia sacan mayor terne ridad y audacia. Pero cuando los fieles todos comprendan que deben militar con ualor y siempre bajo las in­ signias de Cristo Rey. se dedicarân con ardor apo tôlico a reconducir a Dios a los rebeldes e ignorantes y se esforzarân en mantener incolumes los derechos de Dios misrno". (1). Es évidente que la sola impresiôn del nûmero y le solidaridad contribuyen y con mucho a vencer esa timidez. a despertar el dnimo y ardor apostôlico de que ha bla el Papa Propagar el bien. 1. —Pues mucho mâs ütil aûn es la organizaciôn para realiazr su fin de apostolado exterior. El fin posi­ tivo, como ya sabemos, es esparcir el bien en todas direcciones. Con mucha frecuencia inculca esta verdad Pio XI hablando a las asociaciones: "organizar el bien es multiplicarlo." Ya dimos la razôn general; pero en nuestro caso hay una especial, y es que la propagation del bien, a diferencia de lo que sucede con otras empresas, tropieza con muchos obstâculos, creados ya por las pasiones humanas, ya por el odio de Satanâs. Pues pard vencerlos. se necesita que seamos muchos y andemos unidos. 2. —Primero. ser muchos. Es claro que si las asociaciones son muchas, mu­ chos serân también los socios. El ideal es que no haya parroquia stn asociaciones de Acciôn Catôlica. Pio XI ha dicho a este proposito: "Si para empezar una obra bastan “unos cuantos buenos ', llega el momento en que se necesita la multitud para realizarla. También importa la muchedumbre : y aunque siempre , (i) Azpiazu. pâg. 334, (19). 130 necesita quien le dirija y anime, por si sola y en defi­ nitiva, perde ganar amplias y firmes posiciones”. (1). Pero no basta la multitud, la masa; es necesario ademâs adelantar viribus unitis. Si en un ejército signi­ fica mucho el nûmero, importa mâs la preparaciôn y valor de los soldados; y tiene valor mucho mâs subido la disciplina y cerrazôn de las filas. El mismo Papa, recomendando “la unidad de dis­ ciplina y la cooperactôn orgdnica”, decia: “Sin union aun los esfuerzos mâs generosos se malogran y no rinden sino muy escasamente el fruto que podrtan producir abundantemente”. (2). Es évidente que para conseguir la union de fuerzas y la disciplina en filas, es de grandisimo provecho la uni­ dad de gobierno; que pasando, cual fuerza motriz, por todos los grados jerârquicos, llega hasta los ultimos pelotones, creando dondequiera movimientos y operaciones armônicos. Evitar el mal. 1. —Impedir el mal, defender el bien de las embestidas del mal, es el fin negativo del apostolado. Y también para esto es patente la utilidad de la muchedumbre unida. Los defensores del mal son mu­ chos y andan unidos: por eso hay que oponer armas a armas, organizaciôn a organizaciôn. Y en verdad, acerca de esto, mâs que hablar de uti­ lidad hay que senalar la necesidad. Dejaremos pues la amplificaciôn de los argumentes para el capitulo siguiente que tratarâ precisamente de la necesidad de la Acciôn Catôlica, considerada como organizaciôn. 2. —Mejor, a manera de conclusion prâctica. per mitasenos una observaciôn. Segùn acabamos de ver, la organizaciôn es ùtil pa­ ra los fines internes y externos: es utiï para los socios. (1 ). Discurso a los universitarios de la A. C. I., diciembre 22 de 1928. (2 i. Discurso a la Juventud Catôlica Belga, abril 8 de 1929. 131 para las asociaciones todas procéder bajo, un solo gobierno hacia la consecuciôn del fin comûn. Luego son muy reprobables los particularismos y localismos. que brotan de la tendencia a obrar solos y de un amor mal entendido a la libertad, amor que rechaza todo vinculo y carga, impuestos por la union. La ten­ dencia a no ver mâs alla del propio huerto es senal de mirada miope y estrecha: de aimas que no sienten el deber de la solidaridad cristiana, que ignoran pertenecer a una familia tan grande como el mundo. Es la nega­ tion pràctica del catolicismo, religion universal. 132 CAPITULO V. Necesidad de la Acciôn Catôlica. Examinemos ahora otra propiedad de la Acciôn Catôlica, su necesidad. Y en primer lugar, ide dônde procede? Encontramos la respuesta en estas claras palabras de Pio XI, dirigidas al Episcopado Espanol: “Ya ueis a qué tiempos hemos venido a parar y qué es lo que, como a voces, piden. Por una parte sentimos que la sociedad humana esté a menudo harto destituida de espiritu cristiano y ordinariamente se lieue una vida propia de paganos; que en muchos ànimos languidezca la luz de la fe catôlica, y por consiguiente. casi se extinga el sentimiento religioso y cada dia empeore misérn ■ mamente la integridad y santidad de las costumbres. Por otra parte no nos causa poca pena que en muchos lugares el clerc sea insufictente para las necesidades de nuestros tiempos, y a por la exigüidad excesiva de su numero en algunas partes, ya porque no puede hacer llegar a algunas closes de ciudadanos. cuya aproxima133 ciôn se le prohibe, ni sus amonestaciones, ni los preceptos de la doctrina evangélica. Es, por tanto, sumamente necesario que en nuestra edad sean todos apôsto ­ les; es sumamente necesario que los seglares no lleven una vida ociosa, sino que estén prontos a la voluntad de la Iglesia y de tal modo le ofrezcan sus servicios, que orando, sacrificândose. colaborando activamente contribuyan en gran manera al incremento de la fe catôlica y a la cristiana enmienda de las costumbres”. (1). De este pasaje resulta que la Acciôn Catôlica es necesaria, porque: 1. la sociedad va paganizândose, como deletérea consecuencia del laicismo; 2. el clero es insuficiente para las necesidades de la restauraciôn y por consiguiente necesita auxilio; 3. ese auxilio debe prestarse '“en union con la Jerarqula y a sus ôr denes”, como sucede precisamente en la Acciôn Catôlica, que por lo mismo es insustituible. Estudiemos separadamente cada una de estas très razones. I. Paganizaciôn de la sociedad. Los fratos del laicismo. 1.—Antes de la Revoluciôn francesa, salvo raras excepciones, la sociedad estaba asentada sobre bases cristianas. El orden politico y social, el derecho pùblico y privado, las instituciones todas estaban moldeadas en los principios cristianos. Los gobiernos tenian la obligaciôn de respetar y aun la de defender los deerchos de la Iglesia; los gobernantes debian profesar pùblicamente la religion cristiana. (2). (1) . Carta al Card. Segura.—Azpiazu, pâg. 350.. (2) . Es célébré en la historia la abjuraciôn de Enrique IV de Navarra, rey de Francia. Para ocupar el trono pasô del protestantisme al catolicismo, pronunciando a cuanto se dice, las famosas palabras: “el reino bien vale una misa”. 134 No queremos decir que tai estado de cosas haya sido idealmente perfecto, que no haya habido abusos e inconvenientes. ;Los bubo y muchos' Hubo politicastros que vieron la religion, no como norma de gobierno, sino como instrumentum regni (como arma po­ litica) ; la tuvieron, no como maestra sino como esclava al servicio de sus miras inicuas. Defendian la Igle­ sia, pero con camisa de fuerza. Mas por déplorables que fueran esos abusos, nunca impidieron que la idea religiosa formata la trama de! organismo social. El ateismo, el indiferentismo eran entonces fenémenos fugaces, enfermedades esporâdicas; la Acciôn Catôlica con su forma y programa actuales carecia de objeto. Pero el libéralisme, hijo de la sanguinaria Revo­ lution francesa, y nieto del protestantismo racionalista, despedazô la estructura de la civitas (sociedad) cristia­ na, declarando que la religion es asunto privado y desligô a los gobernantes de toda obligation para con ella. Asi naciô el laicismo que al principio solo significo ag­ nosticisme religioso, arreligiosidad, olvido de Dios. ( 1 ) . 2.—Consecuencia prâctica de ese principio fue que ( 1 ). De suyo laicismo, del griego laos, signlficaria supremacia del pueblo. Dedn XIII expone claramente en la Im­ mortale Dêi cômo se ha llegado a la significacidn actual. “Como se dice (por el libéralisme) que el pueblo contiene en si la fuente de todos los derechos y de toda autoridad, es consiguiente que el Estado no se creerâ obligado a Dios por ninguna clase de deber; que no profesarâ pûblicamente ninguna religion, no deberâ buscar cùal es, entre tantas, la ünica verdadera, ni favorecerâ a una principalmente; sino que concédera a todas ellas igualdad de de­ rechos, con tal que el régimen del Estado no reciba de ello ninguna clase de perjuicios, de lo cual se sigue también dejar al arbitrio de los particulares todo lo que se refiere a la religion, permittendo a? cada cual que siga la que pre- fiera, o ninguna, si no aprobase ninguna. De ahi la liber­ tad de conciencia, la libertad de culto, la libertad de pensar y la libertad de imprenta”.—Azpiazu. pâg. 219, (28). Esta teoria habia side ya condenada por Gregorio XVI en la enciclica Mirari vos. agosto 15 de 183 2 y por el Silabo de Pio IX en 1864. 135 la religion quedara alejada de todas las manifestationes de la vida colectiva. De aqui vino la separaciôn de la Iglesia y el Esta­ do. el divorcio entre la ciencia, la literatura, las artes y la religion, el distanciamiento entre el derecho y la mo­ ral cristiana. Y por consiguiente, el laicr Ό, la descristianizaciôn de todo en el orden politio 7 social, de las instituciones pùblicas, de los serviciot Estado. La escuela fue avocada al Estado, y con elle ._..-nzô a ser laica; el laicismo se introdujo en la farrÂ1’? -~n el matrimo­ nio civil; en el ejército se suprim.ieron capellanes y los servicios religiosos; se introdujo en Y heneficencia, quitando a la Iglesia toda ingerenda en ' ■ ? causas pias; y lo mismo sucediô con el côdreo ' tes ■"'mas ôrganos de la vida pùblica. La Iglesia quedô privada de la fun-ion social que habia desempenado por tantos siglos; se 1 relego a los templos. El primer grito del laicismo fue· tel sacerdote a la sacrist ία! Mas ni aili se le dejô tranquiïo. L-c - arreligiotidad se pasô muy pronto a la irreligiosidad ; separaciôn se convirtiô en persecution, y e laicismo °". cnticleticalismo. Y no podia ser de otra manera; ya c —ucristo lo habia anunciado: “Quien no esta conmic^ esta contra mi" (Luc. XI, 23). (1). La Acciôn Catôlica salta a la palestra. 1.—Lo dicho nos parece suficiente para comprender que los seglares catôlicos sintieron, ante Cat estado de cosas, la necesidad de no quedar ociosos, y comenzaron a organizarse en el terreno de la îibertad comiïn, agrupândose en torno de la Jerarquia para emprender (1). Consi'iltese sobre el laicismo el estuûio P. Agustin Garagnani S T. en la colecciôn da documentas del primer Congreso Naeional Italiano sobre la L-.ealeza de Cristo.— Milân, Vita e Pensiero. 136 Ia defensa y restauration cristiana. Asi sucediô, y tal fue el origen de la Acciôn Catôlica en su actual tendencia. Es, pues, en su origen la reacciôn de los catôlicos contra la actividad descristianizadora de la Revolution que se desatô en Francia en 1789 y que después se pro­ pago por toda Europa. ( 1 ) . Asi que ,1a Acciôn Catôlica naciô para una defensa legitima y necesaria. Es como el antemural de la Igle­ sia; y la fuerza necesaria para su fin no puede sacarla sino de una vasta y sôlida organization. Es una cruzada moderna, destinada, no ya a librar el sepulcro de Cristo, sino a Cristo mismo, prisionero en las aimas que red -niô. Es el brazo secular de otros siglos en que el po­ der publico protegia a la Iglesia. (2). Mas, como ya dijimos en otra parte, la Action Catôlica no esta destinada solo a la defensa, sino principalmente a la restauration cristiana, y por lo mismo debe ayudar a la Iglesia a reedificar lo que el laicismo ha destruido. Se apropia la exclamaciôn de David: “tempus faciendi, Domine; dissipaverunt legem tuam: es tiempo de obrar, Scfior. porque ban echado por el suelo tu ley” (Salm. 118, 126). (3). 2.—-La misma acciôn économico-social de los ca­ tôlicos es consecuencia de la Revoluciôn liberal. Pues, en efecto, esa acciôn esta ordenada a resolver la tristisima cuestiôn social que fue puesta sobre el ta­ pete el dia que los sanguinarios actores del drama revo- (1). La Acciôn Catôlica naciô en casi todos los paises mâs adelantados hacia la mitad dei siglo pasado. Ya hablareinos de su origen historico en el segundo volumen de este manual. ■, 2). El P. Liberatore en su clâsico tratado II diritto pubblico ecclesiastico” escribe: “El estado moderno ha sustiluido la soberania de Cristo por la soberania del hombre. Se ha separado de la Iglesia, a la cual no auxilia ni defiende. En tal situaciôn no queda a la Iglesia otro apoyo en el orden social que el auxilio de los seglarês”.—Cfr. ade­ mâs, Dabln, L’apostolato laïque, cap. 9. . (3) Véase lo dicho sobre el programa de la Acciôn Catô­ lica en el cap. II. 137 lucionario proclamaron el principio de la libre concu­ rrenda. sacrificando a él la libertad de asociaciôn. Dcsenfrenada con eso la especulaciôn industrial, dejado el obrero en el aislamiento, fue ya posible la explotaciôn del trabajo, y con ella naciô el espurio fenômeno que se llama capitalismo. bajo el cual la libertad de trabajo ( el ùnico recurso del pobre) es la libertad de tnorirse de hambre. ( 1 ). Y Como el hambre es mala consejera: y como, por otra parte, cl obrero tiene derecho a satisfacer sus necesidades, los catôlicos guiados y estimulados por las ensenanzas pontificias, han sentido el deber de fundar inslituciones y obras que ayuden al obrero en sus necesidades materiales y espirituales. Apariencias y realidades. 1.—<;Pero sera cierto que el laicismo ha amontonado ta-ntas ruinas? ; Sera verdaderamente necesario recristianizar la sociedad contemporanea? Un hombre superficial que no descienda hasta las entrafias de la sociedad y se contente con ver el barniz exterior, puede dudarlo. Como la cruz sigue siendo el remate de las torres, las campanas repicando, humeando. los incensarios y los sépulcres cobijândose con el signo de la redenciôn, créé ingenuamente que la sociedad continûa siendo cristiana. Le parecerâ preocupaciôn excesiva que la Acciôn Catôlica quiera realizar las palabras de S. Pablo res­ taurât todo en Cristo. Palabras que estaban muy bien en boca del Apôstol. euando ténia que plasmar, cual masa de barro, a los pueblos gentiles: pero que hoy no <1). Senalando Leon XIII en la Rerum novarum las cau­ sas de la cuestiôn social, dice: “Destruidos en el pasado siglo los antiguos grenrios de obreros, y no habiéndoseles dado en su lugar defensa alguna, por liaberse apartado las instituciones y las leyes publicas de la religiôn de nuestros padres, poco a poco ha sucedido hallarse los obreros entregados solos e indefensos a la humanidad de sus amos y a la desenfrenada eodicia de sus competidores”.—Pâg. 23, n. 7. 13.8 pueden tener otro valor que el de una frase altisonante, muy apropiada para espolear a los tibios, pero inepta para condensar un programa de acciôn. <:Pues que? ila sociedad actual no se llama precisamente cristiano. en oposiciôn a la antigua que era pagana' La Acciôn Catôlica sale sobrando. 2. —Pero entendâmonos. Reconocemos con orgullo que las luminosas huellas de Cristo ban quedado indeleblemente grabadas en la sociedad moderna. Y en Italia mâs que en ninguna otra parte: las ciencias. las artes, la literatura, los monumentos mâs notables, las instituciones mâs hermosas, las fiestas, el calendario, toda la historia de la naciôii habia de Cristo. ( 1 ). También es cierto que cuanto hay de hermoso e ideaimente puro en la civilization moderna esta iluminado por los resplandores que brotan de las pâginas de! Evangelio. Hasta el manoseado trimonio de la Revo­ lution frâncesa —tgualdad. fraternidad. libertad— iqué es en su ; genuino significado sino irradiation de la doc­ trina trisianai 3. —Pero —y aqui esta el punto a discusiôn— tes aùn cristiano el espiritu que anima a la sociedad ma derna? <:Se respeta todavia a Cristo como Maestro <;Su evangelio es el côdigo supremo que regula las actiones asi privadas como pùblicas? ;se aprecia, reconoce y uti liza todo el valor social de tan luminosa doctrina? . 1 ). Con razdn escribe l’apini en su Historia de Cristo : ‘ A. pesar de que se ha derrochado tanto tiempo y talento. Cristo no ha podido aùn ser expulsado de la tierra. Su recuerdo vive dondequiera. Millones de cruces recuerdan al Crucificado en las paredes de las iglesias, dé las escuelas, en las cimas de montes y campanarios, en los nichos de •as encrucijadas, a la cabecera de los lochos y de los sepulcros. Bôrrense los frescos de las iglesias, quitense los cuadros de altares y casas, y la vida de Cristo ira a llehar museos y galerias. Arrôjense al fuego misâtes, breviarios y eucologios, y se encontrarâ el nombre de Cristo en todas ias literaturas. Hasta la blasfemia es nn involuntario recuerdo de su presencia”. Ft-' 13S Por desgracia tenemos que. responder negativamente a todas estas preguntas: pues, aun cuando las apariencias digan lo contrario, la sociedad actual "no nene ya parte con Cristo" (Gâl. V, 4). Aun en los parses donde la actividad demoledora del laicismo ha cesado o disminuido, se ven los campos sembrados de tristes ruinas. Pasarâ todavia mucho tiempo para que acabe la reparaciôn. Por consiguiente, la funciôn restauradora de la Ac­ ciôn Catôlica es actualmente necesaria. Annas contra annas. 1.—Pero veamos que la Acciôn Catôlica es nece ■ saria como organizaciôn. Los enemigos de Cristo, aunque discordes sobre mucbos puntos, caminan de acuerdo cuando se trata de cembatir a la Iglesia y -descristianizar las almas, repitiéndose la historia de la amistad de Herodes y Pilatos. ( 1 ). · ' Forman apretadas falanges. Se cumple la prôfecia de David: "Convenerunt in unum adversus Dominum it adversus Christum eius: se han confederado contra ei Serior y su Cristo” (Salm. II, 2). Ahora. es claro que la organization del mal no puede ser vencida sino por la organizaciôn del bien: y por lo mismo es necesaria la Acciôn Catôlica, amplio y cerrado escuadrôn, que a unas armas oponga otras, que sea baluarte contra los furiosos ataques de los enemigos de Cristo. (2). Que los buenos se unan para rechazar esos ataques sacrilegos es necesario. y por lo tanto obligatorio. (1) . “Se hieieron amigos Herodes y Pilatos aquel mismo das sus fuerzas unidas por alcauzar el fin co­ mim. . . l.'nanse, pues, todos los hombres de buena voluntad, cuaiuos quieten combatif ba.jo la dirccciôn de los Pas­ tores de la Iglesia la batalla del bien y de la paz de Cris­ to”. En ctclica Quadragesimo anno, mayo 15 de. 1931.Azpiazu, pàg. 183, 4145-146). il). Hablando Leon XII en la Hntnannin genus, (abril 20 de 1S84) de los danos de la Masoneria, escribe: "Sus secuaces por una oculta e inicua traidad de propositos, estân unidos en todas partes, se dan mutuamente la mano y ca­ da uno azuza al otro para ser mâs osados en el mal. Ataque tan decidido exige detensa no mènes decidido: por este todos los buenos deben .juntarse en una amplisinia soeiedad de acciôn y oraciôn”. Y el llorado cardenal Maffi escribia: "Contra enemigos que ataean en esctladrôn cerrado y con tâctiea bien meditada. noeesitamos combatif m> dtishidaniente, pues set iantos presa fâcil. e iriamos a una derrota r-'gr.ra ; niienfras que apretar.do nuestras tilas y perseverando firmes en la disciplina, nos son cira la vi''torâi.”. Pastoral sobre la Acciôn Catôlica. Pisa. Libreria ecîaéia. tira. «2 1. Véase sobre est· punto ci <···>>. If.. Fines particulares. penetrando en la familia y va borrando a los ojos de padres e hijos la gloria del sacerdocio? Por esto es necesario que vengan los seglares a mul­ tiplicat los brazos de los pocos sacerdotes que hay. La Jerarquia —dice Pio XI— “se ve en la inevitable necesidad de multiplicar su acciôn, multiplicando los brazos, manos, labios y voluntades, a ejemplo de Cristo nuestro Senor que mandaba por delante a los discipulos, para que preparatan los caminos a su predicactôn” ( 1 ). El clero ha sido desacreditado. 1. —Pero no solo hay que lamentar la escasez de clero, sino ademâs que se le ha ido arrebatando su autoridad moral. Ya al principio de este capitulo citamos estas palabras de Pio XI: “el sacerdote no puede hacer llegar algunas clases de ciudadanos, cuya aproximaciôn se le prohibe, ni sus amonestaciones, ni los preceptos de la doctrina evangélica” (2). El laicismo ha arrancado de la cabeza dei sacerdote la aureola de su dignidad sobrenatural, presentândolo a los ojos dei mundo como un profesionista interesado: lo expone al desprecio de las masas, motejândolo de pa­ rasito social. De aqui que muchas veces no puede llevar sus béné­ ficies a quienes de ellos tienen mayor necesidad. 2. —Pues precisamente por esto aparece como obra providencial el apostolado seglar, que no esta rodeado de la red de prejuicios y desconfianzas que el anticléri­ calisme ha tejido en torno del sacerdote; no es sospechoso de perorar su propia causa, de ejercer una profesiôn; y por lo mismo puede entrar donde el sacerdote no puede poner el pie, puede recoger copiosos frutos donde aquél no encontraria sino granzas âridas y punzantes. Los catôlicos militantes son propiamente la vanguardia de la Iglesia; asaltan las trincheras que los enemigos de Cristo han levantado contra sus ministros, y (1) . Discurso a los dirigentes de Acciôn Catôlica en Roma, abril 19 de 1931. (2) . Carta al Car'd. Segura.—Azpiazu, pâg. 350. 144 les abren eî camino para que lleven los socorros de la religion a quienes de ellos andan necesitados, sin excluîr à los mismos enemigos. Asi lo afirma Pio XI, cuando dice que la Acciôn Catôlica es “medio deparado por Id providenda de Dios para atraer dulcemente a la ley y doctrina a aquellos que por no estar en contacto con los. sacerdotes, se irian fâcilmente iras los embelecos y perversos àrdides de hom­ bres sediciosos” ( 1 ). El clero es impotente para, tamana empresa. 1.—Pero aun cuando él ejército sacerdotal fuera numeroso, aun cuando su autoridad moral sè conserva­ ta jntegra, aun cuando gozara de libertad, por si solo es impotente para llevar a cabo tamana empresa. Ya sabemos en que consiste : en repàrar las quiebras del reino· de Cristo, causadas por el laicismp ;. tiende a restaurât todo en Cristo. Todo: no solo en la concien­ da de cada individuo, *sino también en la familia y, en la sociedad; em todos sus elementos y manifestaciones: en las ciencias,, artes, literatura' escuelâ, prensa, costumbres, diversiones, economia... Basta ponerse frente a este (1). Carta Quae nobis al Card. Bertram.—Azpiazu, pâg. 844. El P. Agustin Garagnani S. I. escribia en Stella Matu­ tina (organo de las Congregaeiones Marianas en Italia), en el nümero de abri! de 1929. “Lbs largos anos de funesta separaciôn entre la Iglesia y el Estado, de laicismo oficial, particularmente en la éscuéla, pero que en los ûltimos afios ha invadido todas las instituciones publicas, han. acabado por endurecèrlas, comlinlcandoles un aire hostil a la religiôn; por manerâ que muchos. se han alejado del influjo dei sacerdote y de là Iglesia; se han rotô muchos puentes; se han levantado muchas barreras; en los campos y en las ciudades se han-forinado algunas zonas que son casi pa­ ganas, eïi que el sacerdote es desconocido. Dé aqui la necesidad del apostolado seglar que, como el Bautista, pre­ pare los caminos del Senor, que sea el eslabôn que una la Iglesia con la soeiedad moderna, que, recibiendo de manos de la Iglesia la antorcha de la luz y de la vida cristiana, la ïleve a donde no llega el ministro de la Iglesia, que cual nuevo Tarcisio reciba a Jesucristo de manos del sacerdote para llevarlo a quienes lo necesitan urgentemente”. 145 anchisimo campo de actividades para comprender que ei clero, por intenso que se suponga, su celo, es absolutanente desproporcionado al fin; y que por consiguiente es necesaria la colaboracion de los seglares. 2. —Ademâs, el sacerdote, por necesidad natural, por la misma reserva que'le impone su propia condition no puede presentarse en todos los puntos estratégicos ocupados y aun deuastados por los enemigos de Cristo. Netesita por la tanto, una longa inanus que llegue a donde él no puede llegar, y donde es mâs necesario su ■bienhechor influjo. Y eso es precisamente la Action Catôlica. A este proposito decia Pio XI estas claras palabras: "‘el celo de los pàrrocos y sacerdotes, por feruoroso' y diligente que sea, no basta para llenar las ingentes n'eceq.dades que el apostolado tieue que remediar en nuest ros licmpos. Conviene, por ende. que busquen personas escogidas que yëndo a su lado en tas tareas apostôlicas. esparzan por dondequiera la fecunda semillg de la reli­ gion. Y jos seglares podrân.prestar ese auxilio mediante las asociaciones de Acciôn Catôlica” (;2). j Y en efecto, ella llega a todos los sectores del vasto campo social; sus socios estân. en todas partes; en la familia, escuela, oficina-, campos, tiendas, talleres, cuarteles y en las mismas câmaras legisladoras... ; pueden dejar caer en todos los rincones la semilla del Evangelio y de­ cir al oido de cualquiera. las saludables ensenanzas de la Iglesia. ~ ■ 3. —Y como esta compuesta dé seglares de toda edad, sexo, condition y tlase, ton gran fatilidad puede tontribuir a la- reeristianizaciôn, ejertitando en amplia estala el apostolado mâs efitaz, el que Leon Hârmel 11amaba el apostolado de los semejantes: el obrero sobre el obrero, el estudiante sobre su tompanero, el profesionista sobre su tolega... . (2) Carta al Episeopado Argentine.—Azpiazu, pâg. 355. La version de este pasaje difiere de la que pone Azpiazu, por pareccrnos que no da el verdadero o exaeto pens'amiento del original.—N, del fe146 Apostolado que se ejerce dondequiera y a cualquier bora, que conoce de cerca las hècesidades del corazôn' y el camino mâs expedito para llegar a él y conquistarlo para CrlstO es tal, que solo los seglares pueden desempenarlo. Pio XI pondera en la Qtiadragesimo anno esta ventaja de la Acciôn Catôlica: "Para que vueluan a Cristo los hombres que lo han negado, es necesario escoget de entre ellos mismos y formar soldadôs auxilia res de- la Iglesia que los conozcan bien y entiendan sus pensamientos y deseàs. y puedan penetrar en sus corazones suauemente, con caridad fraternal. Los primeras e inmediatos apôstoles de los obreros han de ser obreros; los apôstoles dei mundo industrial y conaercial. in­ dustriales y comerciantes” ( 1 ) . 4.—Por todas estas razones el apostolado seglar ha existido siempre en la Iglesia;-siempre ha sido no solo bueno sino necesario; y, aunque âcomodândose a las circunstancias de lugar y tiempo, siempre ha completado el de la Jerarquia. A este proposito dijo Pio XI; “Cierto que al sa­ cerdote toca trabajjr por la gloria de Dios y por la salvaciôn de las aimas... <:Pero qué podria hacer sin quien le ayudara a cumplir este su principal, su mâs sagrado deberl Los mismos Apôstoles cuya misiôn era congre· gar el mundo todo en torno de la cruz, jqué hubieran conseguido si hubieran estado solos en el trabajo? Para que desempeiiaran su mandato hubiera sido necesario un milagro de'la divina Providencia. milagro que no quiso obrar” (1). Tal milagro hubiera sido mâs o menos necesario en todas las épocas de la historia, y mucho mâs en nuestros dias. La Acciôn Catôlica no es una novedad. L—Con lo dicho, ya puede apreciarse lo que vale esta objeciôn: "La Acciôn Catôlica es nueva. No la (1). Azpiazu, pâg. 181, (140). J 2). Discurso a los feligreses de S. Camilo en Roma, abri! ' 12 de 1926. 147 · sei ia—escribiô saladamente el Card. Maffi—que cuando todos se alumbran con luz eléctrica, alguien quisiera obstinarse en usar lamparitas de aceite o de sebo. «iQuién puede forjarse la ilusiôn de combatir con esperanzas de éxito los diarios impios con que inundan el mundo las modernas rotativas, usando la antiquisima cuanto ve­ nerable prensa a tornillos de Guttemberg?... Examinad las necesidades creadas por la vida moderna, y veréis que hay que darse prisa a cambiar las palabras, y decir que la Acciôn Catôlica con su reglamentaciôn y disciplina actuales, no es una novedad sino una urgentisima y gravisima necesidad” ( 1 ) . Otra objeciôn. 1. —Oigamos otra objeciôn. Algunos van por ahi diciendo que la Acciôn Catôlica es una superestructura inûtil y estorbosa, y por lo mismo, pefjudicial; que con su actividad exterior disipa el ânimo. Lo que importa —agregan—■ es que Cristo nazca en todos los corazones; con esto todo se cristianizarâ. Y para esto bastan las iglesias, las asociaçiones religiosas, la pura predicaciôn del Evangelio, sin adulteraçiones ni apéndices arbitrarios. El Evangelio es el ùnico remedio para todos los males modernos; él solo basta para recristianizar la sociedad. 2. —Mas lo ùnico que hace esta dificultad, que a primera vista puede causar alguna impresiôn, es sacar la cùestiôn de su lugar. Porque <:quién duda que el Evangelio, que la reli­ gion cristiana baste para curar todos los males y para recristianizar la sociedad? Christus solutio ominum dif­ ficultatum. Cristo desata todas las dificultades. . Pero no es esa la cùestiôn, sino como lograr que la religion renazca en todos los corazones; como conseguir que el Evangelio vuelva al honroso lugar que se le debe, de manera que sea otra vez el côdigo que regule las acciones privadas y pùblicas. ^Bastan para ello los actos (1). Pastoral sobre "La Acciôn Catôlica”.—Pisa, Libreria Bclesiâstica. 150 de culto? <;Bastà la predicaciôn en las Iglesias? <:Bastan las asociaciones religiosas? Y colocândonos en el âspero terreno de las reali­ dades. hemos de reconocer que a mâs de todo eso que se ha dicho y que es muy bueno, se requière la Acciôn Catôlica. 2.—Es indudable que la genuina predicaciôn del Evangelio —y asi debe ser— es y sera siempre el me­ dio supreme de redenciôn cristiana. Fides ex auditu, la fe nace de la predicaciôn de la palabra de Dios (Rom. X. 17). Pero si no se anuncia fuera de la iglesia, si no se publica en diversas formas, nunca ganaremos para la religion a los que —y son muchos— jamâs rodean el pulpito. Es verdad que los actos de c-ulto serân siempre uno de los primeros deberes del cristiano, y que son el pasto indispensable del apostolado; pero ellos solos jarpâs 11egarân a neutralizar los efectos, digamos, del cinematôgrafo, no llegarân a cristianizar la escuela, las instituçiones pùblicas, a defender los derechos de la Iglesia, de la conciencia cristiana. Y todo esto es indispensable para la restauraciôn cristiana de la sociedad, que es, como ya sabemos, el fin propio de la Acciôn Catôlica. III. La Acciôn Catôlica es insustituible. Aunque algunos reconocen los dafios causados por el laicismo y admiten que el celo dei clero no basta para la restauraciôn cristiàna, piensan que la Acciôn Catôlica no es necesaria, porque creen que puede ser sustituida por otras asociaciones u obras catôlicas, que puede ser suplida por la acciôn del Estado y de sus instituciones, siempre que se inspiren en los principios cristianos. 151 Vamos a demostrar que este modo de pensât es errôneo. No puede ser sustituida por otras asociaciones u obras catôlicas. 1, —Hay muchas asociaciones y obras fundadas y dirigidas.-por sacerdotes o por seglares, aprobadas y bendecidas por la Iglesia, que directa o indirectamente se proponen ejercer el apostolado, pero que no entran en el-marco de la Acciôn Catôlica. jQué? ^no podrân sustituirla? 2. —Respondents desde luegp que .no, aunq.ue. ia pueden- y deben coadyuvar en el cumplimiento de su mandato. La razôn’ esta en la diferencia de fin y de forma. ( 1 ) . Su organizaciôn unitaria, su perfecta adhesion a la Jerarquia, su amplisimo programa la constituyen ins­ trumento singularmente apto para el apostolado, perfectamente acomodado a las necesidades de nuestros dias, y por lo mismo, ihsustituible. Asi lo ha dicho expresamente el Santo Padre. “La Acciôn Catôlica es la forma de apostolado que mejor corresponde a las necesidades de nuestro tiempo; lo he­ mos aprendido por experienda y por la practica diaria del amplisimo ministerio que ha tiempo venimos ejerciendo” (2). “La Acciôn Catôlica no sôlo es légitima y necesaria, sino insustituible” (3). Cl). Al hablar de las relaciones de la Acciôn Catôlica cou las obras auxiliares, hablaremos de esta distinciôn; aqui sôlo apuntamos. Allf veremos por qué no puede la Ac­ ciôn Catôlica ser sustituida. por ellas. (2) . Carta al Episcopado Argentine.—Azpiazu, pâg. 355. (3) . Discurso a los dirigentes de A. C. en Roma. marzo 19 de 1931. 152 No podriamos esperar testimonio mas ejcplicito y autorizado. Ni por el Estado. 1. —Algunos se explican la neçesidad de la Acciôn Catôlica en un estado irreligioso, o cuando menos, arreligioso, agnôstico; pero no en el que reconoce, y favorece la religion, cuyas instituciones se informan en los p’rincipios religiosos, en uno que mediante esas institu­ ciones cuida de la instrucciôn y educaciôn religiosa de los ciudadanos, y en particular de la juventud. Pues ni aun en este tan raro euan hermoso caso, ni aun cuando se tratara de un Estado perfectamente catôlico', dejaria de ser necesaria la Acciôn Catôlica, aun cuando cesaron algunos de los motives de su existencia. Algunos, no todos; algunos, y no por cierto los sustanciales; porque el. Estado y sus instituciones nunca podrân sustituir la Acciôn Catôlica. 2. -—La razôn es clarisima; la Iglesia y el Estado (y por lo mismo, el Estado y la Acciôn Catôlica) tienen fines distintos, distintos campos de actividad. Hablando Leon XIII en la Inmortale Dei de la autoridad eclesiâstica y civil, escribe: “Ambas a dos son supremas, cada una en su género; contiénense distintamente dentro de términos definidos, conforme a la naturaleza de cada cual y a su causa prôxima; de lo que resulta una como doble estera de acciôn, donde se circunscriben sus peculiares derechos y sendas atribuciones”. Y un poco adelante explica cual es esa distinta esfera de acciôn: “Todo cuanto de cualquier modo tenga razôn de sagrado, todo lo que pertenece a la salvaciôn de las aimas y al culto de Dios, bien sea tal por su propia naturaleza, o bien se entienda sea asi en virtud de la causa a que se refiere, todo ello cae bajo el'dominio y arbitrio de la Iglesia; pero las demâs cosas que el régimen civil y politico, como tal, abraza y comprende,. justo es que le estén sujetas, puesto que Jesucristo man­ dé expresamente que se dé al César lo que es del César 153 y a Dios lo que es de Dios"(1). De donde se infiere que el Estado no es ni puede ser sustituto de la Iglesia o v'ceversa. Y como la Acciôn Catôlica. por ser participaciôn del apostolado de la Je­ rarquia, se mueve en la misma estera que la Iglesia, con la cual le es comûn el fin, se sigue evidentemente que el Estado no es ni puede ser sustituto de la Acciôn Ca­ tôlica. Pero hay ademâs un hecho historico que demuestra palpablemente que aun cuando el Estado sèa catôlico, no puede sustituir y convertir en superflua la Ac­ ciôn Catôlica: y es que en Italia re manifesto por pri­ mera vez y err foima concreta justamente en los Estàdos Pontificios. (2). (1) . Azpiazu, pâgs. 213 y 214, (19) y (20). (2) . El Osservatoie Romano publicô el 4 de dieiembre de 192 6 un articulo titulado porqué de la vida de la Ac­ ciôn Catôlica”, en el cual encontramos estas palabras bien claras: “Aunque la misiôn de la Iglesia y el Estado se ejercen acerca de los mismos sujetos —los hombres y la soeiedad— se distingue!! y diferencian, porque el objeto esencial de la primera son los intereses espirituales de in­ dividuos y pueblos, el del segundo, los intereses mate­ riales. Por manera que, aun cuando el Estado se adhiera de la manera mâs perfecta e intima a los principios catôlicos, la misiôn de la Iglesia, tal cual le fue senalada por su divino Fundador, subsistirâ siempre integra,' siempre sera légitima y necesaria, nurica podrâ ser sustitujda por la actividad propia del poder civil. Suponiendo que vol­ tier».' el estado Carolingio, tal cual existiô en otro tiempo, tal cual aparece en el horizonte de la historia, tal cual lo evoca Dante, los derechos, deberes, responsabilidades y cargos de la soeiedad religiosa, de la soeiedad civil continuarian sin que tuera posible confundirlos, como existieron en uno y otro campo por volnntad de la Providencia. para bien de los hombres en el tiempo.y en la vida ultraterrena. Es claro por tanto que la Acciôn Catôlica, el apostolado cristiano ejercido por los seglares, en participaciôn con la Iglesia, se mueve dentro dei campo de los intereses espirituales que han sido confiados al poder religioso; es claro también que no puede ser un “anacronismo”, ni arrogarse lo que por derecho pertenece al Estado, o introducir ‘duplicados” superfluos y nocivos a las légitimas initiati­ ves de la soeiedad civil y politica’’. 154 Tampoco puede ser sustituida por las institutiones oficiales. 1. —El Estado no puede sustituir a-la Acciôn Ca­ tôlica ni aun creando o manteniendo instituciones u obras oficiales que se dediquen a la education o instruction re­ ligiosa, como escuelas, organizations juveniles, sindicatos u otras obras oficiales o cuasi oficiales. La razon ya queda dicha ; esas obras, ciertamente buenas, tienen otro fin que no es el de la Action Catôlica, puesto que se mueven en la esfera del Estado, muy distinta de la propia de la Iglesia. Y -en efecto, la instruction y asistencia religiosa no son formaciôn al apostolado, no son apostolado. y mucho menos, apostolado auxiliar de la Jerarquia, aposto­ lado universal, en todo lo cual, segun ya vimos, esta la sustancia de la Acciôn Catôlica. (1) . Ademâs tenemos que en cuanto a instruction y education, el Estado puede y debe ayudar y complétât la action de la familia y de la Iglesia; pero no supriinirlas, eliminando las instituciones que de ellas proceden.(2). 2, -—El mismo Papa asegura expresamente que la Acciôn Catôlica no puede ser sustituida por las institu­ ciones oficiales, en el disçurso que pronuntio ante los dirigentes de la Acciôn Catôlica en Roma, el 19 de abril de 1931, del cual tomamos las siguientes palabras: "En (1) . Cuando la Junta Central de la A. C. I. celebro su sesiôn el 18 de enero de 19 26, viendo que comenzaban a fundarse obras educativas oficiales “con satisfacciôn tomô nota de que el poder publico tuviera en cuenta la àdmirable fuerza educadora que posee la religion catôlica”; pero al mismo tiempo reconociô que “persjstia la necesidad de que continuara la Acciôn Catôlica en su forma concreta Jesarrollando integro su programa, que no puede ser suplido ni realizado por ninguna otra obra, ya que se propo­ ne formai· un grupo escogido, un ejército de catélicos “mi­ litantes”, a qui'enes emplea y adiestra en el apostolado re­ ligioso y social, para servicio de la Iglesia y bajo la direc­ ta dependencla de ella”. — Véase Bolletino Officiale dell’ Azione Cattolica Italiana, enero 15 de 1926, pâg. 10. (2) . Tal es la doctrina de-la Iglesia. En la enciclica Divini 155 cualquier naciôn o sociedad catôlica y que se manifiestan taies aun en la direcciôn que dan a las actividades técnicas, industriales, comerciales, militares y escolares, no* puede, no debe faltar el elemento religioso, la asistencia religiosa; porque sin ese elemento, sin esè ingrediente, aun en minima dosis, la actividad humana, precisamente porque procédé del hombre, seria pagana. Asi lo ensena la experienda, la historia de todo el mundo. Que provea a ello quien tiene la obligaciôn ; que provea comoessu débet, al menos en cûanto sea posible. Pero la actividad de la Iglesia y là coopération que a ettà aporia la Action Catôlica no pueden limitarse a eso; no pueden limitarse a poner el elemento religioso en la medida minima para que la sociedad y'sus actividades no se paganicen; la actividad del Apostolado, del aposto­ lado de la Jerarquia y la coopération que a él presta la Action Catôlica tienden a realizar el programa completo del Coràzôn de. Dios, a fundar, extender y confirmat el reino de Cristo en las aimas, la familia, la sociedad, en todas las expansiones, en todas Sus manifestationes, hasta lo mâs profundo a donde puede llegar la activi­ dad humana, auxiliada por la gracia de Dios.’’ i Puede sêr este el programa dé' las instituciones eficiales? Legitimidad de la Acciôn Oatôlina. 1.—El Estado en vez de intentar ponerse en lugar de la Acciôn Catôlica, por deber e interés ha de reconoMagistri que trata de la educacïôn cristiana de là juvëntud, escribe Pio XI: “En orden a la ëdtfcaciôn, es derecho, o, por mejor decir, deber del Estado protéger con sus leyes cl derecho anterior de la familia en la educaçiôn cristiana de la proie; y, por consiguiente, respptar el derecho sobrenatural de la Iglesia sobre-la educacïôn, cristiana. . . Pertenece al Estado... promover de muchas maneras la educàciôn e instrùcciôn de la juvëntud. Ante todo y directamente, favoreciendo y ayudando a'ia iniciativa y acciôn dé la Iglesia y de las familias. . . Luego, complementando esta obra, donde ella no alcanza o no basta, aun por medio de escuelas e instituciones propias”.—Azpiazu, pâgs. 389 y 390, (22). 156 ceria y favorecerla, como tiene el deber de reconocer y favorecer la mision de la Iglesia, para la cual la Acciôn Catôlica es medio legitimo y necesario. ( 1 ). Hemos dicho medio legitimo, porque la ïglesia fundada por Cristo como sociedad perfecta, tiene el de­ recho incontestable de elegir los medios que juzgue necesarios o ùtiles a la consecuciôn de su fin. Y de esto solo ella es juez competente, porque solo ella lo es acerca del fin y de los medios. Todo esto es bien claro. (2). Por otra parte, los ciudadanos catôlicos tienen tam­ bién el derecho de ayudar a la Iglesia en su misiôn apostôlica, en la forma que la misma Iglesia créa oportuna. Este derecho corresponde a la obligation del apostolado, de que ya hablamos. (3) . Ademâs, como dijo el Santo Padre, “las aimas de cualquier condition que sean tienen no solo necesidad y derecho a la ayuda del apostolado jerârquico, sino también al auxilio y coopération que da a ese aposto­ lado la Acciôn Catôlica” (4). 2.—La Acciôn Catôlica es légitima en cuanto al fin y también en cuanto a la forma; pues de aquel di(1) . Leon XII dijo en la Inmortale Dei: “El Estado no puede mirar la religion con esquivez y desdén, como inûtil y embarazosa. . . Honren, pues, los gobernautes como sagrado el santo nombre de Dios, y entre sus primeros y mâs gratos deberes cuenten el de favorecer con benevolencia y el de amparar con eficacia a la religion, poniéndola bajo el resguardo y vigilante autoridad de la ley; ni den paso ni abran la puerta a instituciôn ni a decreto alguno que céda en su detrimento”.—Azpiazu, pâg. 210, (12). (2) . “La Iglesia —dice también Leôn XIII en la misma encfclica— es sociedad completa en su género y perfecta juridicamente, como que posee en si misma y por si propia, merced a la voluntad y gracia de su Fundador, todos los elementos y facultades necesarias a su integridad y acciôn”.— Azpiazu, pâg. 212, (17). (3) . Véase el cap. III. Obligaciôn del apostolado. (4) . Discurso a los'dirigentes de Acciôn catôlica en Roma, abril 19 de 1931. 157 mana la legitimidad de esta, segùn ya demostramos. ( 1 ) . A este proposito escribiô el Santo Padre en la encicli.ca Non abbiamo bisogno (junio 29 de 1931): “Qüienes conocen la vida actual y estân en contacto con ella saben que no hay iniciativa o actividad, desde las mâs espirituales y cientificas hasta las mâs materia­ les y mecânicas, que no necesiten de organization y de procéder organizadamente; cierto que una y otra cosa no se identifican con el fin de las distintas iniciativas y actividades, sino que son solo medios para conseguir mejor lo que cada una se propone.” Y si cualquiera organization es licita cuando se propone un ideal puramente humano, con tal que sea bueno, ^con cuânta mayor razôn lo sera cuando busca realizar el mâs elevado de los fines, la gloria de Dios y la salvaciôn de las aimas? 3.—Agréguese que la Acciôn Catôlica tiene otros fines nobilisimos, que son benéficos para la sociedad civil. Ês évidente, leemos en un documento pontificio notable, que “el fin supremo de la Action Catôlica,. el bien de las almas, encierra todo ideal noble; puesto que la profesiôn de catôlico impone la obligaciôn de respetar toda autoridad légitima, y por lo mismo es elemen­ to eficaz de orden y tranquilidad, de education moral y progreso social; de donde procede la preciosa cooperaciôn que no puede no prestar a la consecuciôn y sostenimiento de la verdadera paz; de aqui procede también el derecho de que en interés de la misma sociedad civil, sea reconocida y sostenida para desarrollar libremente su programa” (2). Por tanto, su fin y su forma son legitimos. Y pa­ ra conduir repetiremos estas palabras del Santo Padre (1). Véase en el cap. IV. Utilidad de la organizaciôn. <21. Carta al Secretario de Estado al présidente de la A. C. I.. jetubre 2 de 1923. 15S que son de valor absoluto: “La Acciôn Catôlica no solo es légitima y necesaria, sino insustituible’’ (1) . (1). Discurso a los dirigentes de A. C. en Româ, abril 19 de 1931. El Concordato celebrado entre la S. Sede y el Gobierno Ita­ liano, el 11 de febrero de 1929, dice en el art. 43: “El Estado Italiano reconoce la existentecia de las organizaciones que .dependen de la Acciôn Catôlica Italiana, siempre que, como lo ha dispuesto la S. Sede, desarrollen su actividad fuera de cualquier partido politico, bajo la inmediata dependencia -de la Jerarquia eclesiâstica, para propagar y realizar los principios catôlicos”. También ha sido reconocida la .Acciôn Catôlica en los concordatos celebrados con Letonia y Lituania, Alemania y Austria. 159 SEGUNDA PARTE RELACIONES DE LA ACCION CATOLICA CAPITULO VI. La Acciôn Catôlica y la Jerarquia. Después de habcr considerado la Acciôn Catôlica en si misma, en su naturaleza, fines y propiedades esenciales. tôcanos, aunque sea brevemente. como lo exige la indole de nuestro tratado, estudiar sus relaciones con otras entidades o actividades. Y es lo que vamos a La­ cer en los capitules siguientes. Comenzaremos por las relaciones que tiene con la Jerarquia eclesiâstica, porque son las mâs intimas y necesarias, como que de ellas le viene su verdadera fisonomia. en ellas esta su diferencia especifica. Pueden condensarse en una sola'palabra : subordinaciôn. 160 Ya de paso hemos dicho que la Acciôn Catôlica es auxiliar de la Jerarquia, y que como tal le debe estar subordinada; pero como se trata de un concepto funda­ mental, conviene volver sobre él para aclararlo y profundizarlo. Para esto vamos a completar el concepto de Jerar­ quia esbozado ya en otro lugar ( 1 ; : luego demostraremos que la Acciôn Catôlica depende directamente de la Jerarquia: y por ùltimo veremos cuâles son las rela­ ciones que bay entre esta y los dirigentes seglares. I La Acciôn Catôlica depende de la Jerarquia. Las dos Jerarquias. 1.—Ya hemos visto que en la Iglesia bay clérigos y seglares o laicos. Clérigos son todos los que estân dedicados al servicio divino; pero no todos lo estân en el mismo grado; hay entre ellos' verdadera jerarquia, por lo que unos estân subordinados a otros. (2 ). Hay dos jerarquias: la de orden. que consta de Obispos, sacerdotes y ministros o diâconos; y la de μιrisdicciôn, compuesta del Papa y los Obispos. Los grados de ambas que acabamos de enumerar son de institution divina; pero la Iglesia con la facultad que recibiô de Cristo ha introducido otros inferio res que implicitamente estân contenidos en los prece dentes. Ningùn poder jerârquico es conferido por el pue blo o la autoridad civil. La potestad de orden se comunica .por la ordenaciôn; la de jurisdiction por nombra(1) . Cfr. caps. III y IV. (2) . Jerarquia se deriva de dos palabras griegas: arche, poder y hiera, sagrado; significa, pues poder sagrado, y en rigbr sôlo puede aplicarse a la potestad de la Iglesia. 161 miento a. lônico. exceptuando el Pontificado sumo que se confiere por derecho divino, una vez que la election es legitima y ha sido aceptada. (3). 2.—êQué autoridad tienen estas .dos Jerarquia» : Hay que buscar la respuesta en el Evangelio mas bien que en el Côdigo; pues Jesucristo fue quien confi­ rm a los Apôstoles varios poderes. ■ En primer lugar les diô el de santificar las aimas, mediante la administration de los sacramentos, la dis­ tribution de los divinos carismas, la celebraciôn de los divinos misterios: “bautizad .en el nombre del Padre, del Hijo y del Espiritu Santo" (Mat. XVIII, 19, 20) ; “quedardn perdonados los pecados a aquellos a quienes los perdonareis” (Juan, XX, 23) ; "Haced esto en me­ moria mia" (Luc. XXII, 19) . Todo esto constituye el poder de orden, el poder sagrado. el poder sobre el cuerpo real de Cristo. Pero los Apôstoles recibieron ademâs otros pode­ res; el de ensenar a los pueblos, gobernar la Iglesia: ”instruid a todas las gentes... ensendndoles a guardar todo lo que os he mandado" (Mat. XXVIII, 19-20) ; “el que os escucha a vôsotros a mi me escucha; el que a vosotros desprecia a mi me desprecia" (Luc. X. 16) ; “todo lo que desatareis en' la tierra, serd desatado en el cielo” (Mat. XVIII, 18). Estas facultades constituyen el poder de jurisdicciôn, el poder sobre el cuerpo mlstico de Jesucristo, la Iglesia. Taies son los poderes que recibieron los Apôsto­ les, y que pasaron a la Jerarquia, y solo a ella. Por eso se llaman jerdrquicos, constituyen el apostolado jerdrqutco. ( 1 ) . . (3) Estos conceptos estân tornados de los cânones 108 y 109 del Côdigo de Derecho Canônico. (1). Véase el cap. III. El apostolado auxiliar. Consùltese sobre la Jerarquia a Wemz-Vidal, Ius canoni­ cum, Tom. II. titulus praevius, cap. I.; A. Ottaviani, Insti­ tutiones juris publici ecclesistici. vol. I. sect. II. “ 162 El Papa, los Obispos, los Pârrocos. 1. —Ya se ve por lo dicho que la Acciôxi Catôlica depende de la Jerarquia de jurisdicciôn, pues en ella reside cl gobierno de la Iglesia. Ya indicamos en. otro lugar que esta çompuesta del Papa y los Obispos; y por ■lo mismo. de ellos y solo de ellos depende esencialmente la Acciôn Catôlica. Pero el Côdigo de Derecho Canonico nota que ,‘por instituciôn de la Iglesia se ban agregado otros grados (can. 108) ; y entre ellos estâp los pârrocos. 2. —Cierto que los pârrocos no tienen jurisdicciôn propiamente dicha en el fuero externo·, pero también es verdad que la Iglesia les ha comunicado determinados poderes, y en virtud del oficio que les confiere el Obispo, tienen él derecho y el deber de ejercer el ministerio, el apostolado, en el cual entra la Acciôn Catôlica. También es cierto que los documentes pontificios atribuyen expresamente a los pârrocos el tener la alta direcciôn de la Acciôn Catôlica en su propia parroquia. Vaya por todos el texto siguiente: “Las distintas or­ ganizaciones catôlicas deben tener en la Jerarquia eclésiâstica su centro de disciplina. Por eso los Consejos pa­ rroquiales, las Juntas diocesanas, la Junta Central funcionan bajo la dependencia de la Autoridad eclesiâstica.” (1)'. Y los estatutos de la A. C. I. aprobados por la S. Sede dicen (art. 5.) que el Consejo parroquial, ôrgano promoter y coordinator de la Acciôn Catôlica general de la parroquia, funciona baio la alta direcciôn del pâr roco” Ya hemos visto que los ôrganos directores de la Acciôn Catôlica residen en el centro de la naciôn, de la diôcesis, de la parroquia, y que dependen respectivamente del Papa, del Obispo, del pârroco. Por consiguiente, por lo que ve a la Acciôn Catôlica, la jerarquia ( 1 ). Carta dei Secretario de Estado al présidente de la A. C I., octobre 2 de 1922 le de jurisdiction se compone del Papa, los Obispos. y en cierto sentido también, de los pàrrocos. ( 1 ). Todo apostolado depende de la Jerarquia. 1. —De que los poderes de los Apostoles pasaron a la Jerarquia, se siguen estas dos consecuencias: a) Los seglares por alto que sea el puesto que ocupen en la sociedad civil, no tienen de suyo ninguna potestad en la Iglesia, sea de orden o de jurisdiccion. Pertenecen a la Iglesia discens et obediens a la iglesia dis­ cente. b) Los seglares que en cualquier forma o por cual­ quier titulo propagan la doctrina cristiana, y ejercen publicamente el apostolado, o combaten por la religion deben ser autorizados por la Jerarquia, y precisamente por la de jurisdiccion; en todo han de estar sometidos a ella. 2. —Hablando Leon XIII en la Sapientiae Chris tianae de los principales deberes del ciudadano catôlico, escribe a este proposito: “La Iglesia no solo es sociedad perfecta y superior con mucho a cualquiera otra, sino que su Fundador mismo la instituyô de tai manera, que para luchar por la salvacion del genero humano es “ut castrorum acies ordinata' (Cant. VI. 9). como ejército en orden de batalla. “Tai organizaciôn y forma no pueden cambiarse; ni es licito a cualquiera procéder a su talante, y seguir en el combate la tdctica que le plazca, porque quien no recoge con Cristo y su Iglesia, desparrama; quien no combate con Cristo y la Iglesia. combate contra Dios" (2). (1) . Véase el cap. IV.—Organizaciôn de la A. C.—Acerca del poder de los pàrrocos escribe Wernz: “Potestas paro­ chorum, licet vera perfectaque iurisdictio fori externi non sit, tamen est potestas quiedam oeconomica, vel domestica in parochiam ut societatem imperfectam, quoe praeter iurisdictiomen fori poenitentialis, adininistrationem quique vere externam habet adnexam’’.— O. C. T. II., tit. VIII. c. IX. (2) . Son palabras de Cristo: “Quien no esta conmigo esta contra mi; quien no recoge conmigo desparrama” (Luc. XI, 23). Cristo. Luego quien no esté con la Iglesia esta contra 164 Y un poco auelante, después de reprobar la prudencta de la carne de aquellos.catôlicos que se niegan a luchàr por Cristo y la Iglesia, continua:. “Por el con­ trario, ho pocos, llevados de falso celo, y lo que es peor, de malos intentos, se arrogan poderes que no les com­ petent Pretenden que la Iglesia someta su conducta a sus ideas y voluntad. Esto es prévenir, no seguir la au toridad légitima; es trasladar a los particulares el oficio de los Pastores, trastornando grauemente el orden que Dios èstableciô en la Iglesia g que nadie puede violar... Obran perfectamente bien quienes no esquivan la lucha en caso de que sea nècesaria...; pero que en el fragor de la pelea consèrvan con èstudio y diligenda la debida sumisiôn.” 3.—Tan amplias y expresas palabras confirman el orden lôgico establecido ppr el Redentor en la Igle­ sia: todo apostolado pùblico, de cualquier forma que sea, depende de la Jerarquia de jurisdiccion. Tai depen­ dentia es condiciôn de validez. El apôstol que trabaja sepaftdo^le los legitimos représentantes de Cristo oirâ de là boca de éste aquellas terribles palabras: nescto-vos, no os cortozco. (Mat. XXV, 12). La Acciôn Catôlica depende de modo especial. 1.—Si todo apostolado depende de la Jerarquia, con mucha mayor razôn el que ejerce la Acciôn Catô­ lica, puesto que por su naturaïeza es aoostolado auxiliar, oficial Supuesto que la Acciôn Catôlica es participaciôn, colaboraciôn en el apostolado de la'Jerarquia; supuesto que quien participa debe estar unido y aun sometido al principio participante y el colaborador al agente princi­ pal, no puede no depender de la Jerarquia. Esto es évi­ dente. Pio XI decia acerca de esto: “La Acciôn Catôlica es participaciôn, luego es union con el episcopado, con el sacerdocio; luego no es acciôn desligada. arbitraria, 166 de jurisdiction se compone del Papa, los Obispos. y en cierto sentido también, de los parrocos. ( 1 ). Todo apostolado depende de la Jerarquia. 1. —De que los poderes de los Apostoles pasaron a la Jerarquia, se siguen estas dos consecuencias : a) Los seglares por alto que sea el puesto que ocupen en la sociedad civil, no tienen de suyo ninguna potestad en la Iglesia, sea de orden o de jurisdiccion. Pertenecen a la Iglesia discens et obediens a la iglesia dis­ cente. b) Los seglares que en cualquier forma o por cualquier titulo propagan la doctrina cristiana, y ejercen pùblicamente el apostolado, o combaten por la religion deben ser autorizados por la Jerarquia, y precisamente por la de jurisdiccion; en todo han de estar sometidos a ella. 2. —Hablando Leon XIII en la Sapientiae Chris tianae de los principales deberes del ciudadano catolico, escribe a este proposito: “La Iglesia no solo es sociedad perfecta y superior con mucho a cualquiera otra, sino que su Fundador mismo la instituyô de tai manera, que para luchar por la salvacion del género humano es “ut castrorum acies ordinata' (Cant. VI. 9). como ejército en orden de batalla. “Tai organizaciôn y forma no pueden cambiarse; ni es licito a cualquiera procéder a su talante, y seguir en el combate la tâctica que le plazca, porque qttien no recoge con Cristo y su Iglesia, desparrama: quien no combate con Cristo y la Iglesia. combate contra Dios" (2). (1). Véase el cap. IV.—OrganizaciÔK de la A. C.—Acerca dei poder de los parrocos escribe Wernz: “Potestas paro­ chorum, licet vera perfectaque iurisdictio fori externi non sit, tamen est potestas quiedam oeconomica, vel domestica in parochiam ut societatem imperfectam, quoe praeter iurisdictiomen fori poenitentialis, adininistrationem quique vere externam habet adnexam”.— O. C. T. II., tit. VIII. c. IX. ( 2 ). Son palabras de Cristo : “Quien no esta conmigo esta contra mi; quien no recoge conmigo desparrama” (Luc. XI, 23). Cristo. Luego quien no esta con la Iglesia esta contra 164 Y un poco auelante, después de reprobar la pradencia de la carne de aquellos.catôlicos que se niegan a luchàr por Cristo y la Iglesia, continua:; “Por el con­ trario, ho pocos, llevados de falso celo, y lo que es peor, de malos intentos, se arrogan poderes que no les cornpeten. Pretenden que la Iglesia someta su conducta a sus ideas y voluntad. Esto es prévenir, no seguir la au­ toridad legitima; es trgsladar a los particulares el oficio de los Pastores, trastotnando gravemente el orden que Dios èslableciô en la Iglesia g que nadie puede violar... Obran perfectamente bien quienes no esquivan la lucha en caso de que sea nècesaria...; pero que en el fragor de la pelea consërvan con èstudio y diligenda la debida sumisiôn.” 3,—Tan, amplias y expresas palabras confirman el orden lôgico establecido por el Redentor en la Igle­ sia: todo apostolado pùblico, de cualquiër forma que sea, depende de la Jerarquia dé jurisdiccion. Tai depen­ dentia es condiciôn de validez. El apôstol que trabaja sepaftdô^e los legitimos représentantes de Cristo oirâ de là boca de éste aquellas terribles palabras: nescto -vos, no os cortozco. (Mat. XXV, 12). La Acciôn Catôlica depende de modo especial. 1.—Si todo apostolado depende-de la Jerarquia, con mucha mayor razôn el que ejerce la Acciôn Catô­ lica, puesto que por su naturaîeza es apostolado auxiliar, oficial. Supuesto que la Acciôn Catôlica es participaciôn, colaboraciôn en el apostolado de la Jerarquia; supuesto que quien participa debe estar unido y aun sometido al principio participante y el colaborador al agente princi­ pal, no puede no depender de la Jerarquia. Esto es évi­ dente. Pio XI decia acerca de esto; “La Acciôn Catôlica es participaciôn, luego es union con el episcopado, con el sacerdocio; luego no ës acciôn desligada, arbitraria, 165 sino que debe apoyarse. girar en torno, subordinate a la acciôn principal de los Obispos y sacerdotes" (1). 2.—Pero la Acciôn Catôlica a mas de ser aposto­ lado auxiliar es apostolado oficial. Quienes en ella militan son colaboradores y aun mandataries de la Jerar­ quia; qfuienes la dirigen son delegados de ella. Y de aqui una razôn especial de tal dependencia; puesto que no puede concebirse que el mandatario no esté a plena disposiciôn del mandante, como el instru­ mento en manos del artista. (2). Es, pues, évidente que la Acciôn Catôlica, mâs que cualquier otro apostolado ejercido por seglares, debe depender de la Jerarquia eclesiâstica, y que sin tal de­ pendencia, seria un contrasentido, un absurdo prdctico. Textos pontificios. 1.—Esta relaciôn de dependencia ha sido expuesta en muchos documentes pontificios. Desde Pio IX, el primero que se ocupô de Acciôn Catôlica, hasta Pio XI, todos los Papas que de algùn modo la promovieron o alentaron^ le dieron normas disciplinares y se reservaron la al ta direction. Pio IX en el memorable Breve del .2 de mayo de 1868 reconociô y bendijo la primera organization na­ tional, la Sociedad de la Juuentud Catôlica Italiana; (1) . Discurso a las asociaciones de Acciôn Catôlica de la parroquia de S. Carlos ai Catinari en Roma, mayo 5 de 1932. (2) . Alguien ha escrito que la Acciôn Catôlica es causa instrumental del apostolado de la Jerarquia. No hay inconveniente en admitirlo, siempre que se tenga présente que se trata de instrumento inteligente y libre, y que por lo mismo debe emplearsë conforme a su naturaleza. Ya lo veremos. aprobô los estatutos y declarô que estaba al servicio de la Iglesia, que dépendra de ella. (1). Leon XIII en la Graves de communi, publicada en 1901, cuando cierta facciôn de la democracia cristiana amenazaba romper el vinculo de sujeciôn a la autoridad religiosa, cojisignô estas expresivas palabras: "No se olviden los individuos y sociedades, al poner en practice, cualquier proyecto, de la plena obediencia que deben a la autoridad de los Obispos” (2). Pio X en II ferma proposito que saliô a luz cuan­ do la intentona separatista de los jôvenes demôcratas se habia consumado, insiste en la obligaciôn de someterse a la autoridad de la Iglesia: "Las obras que se han ins- . tituido principalmente para restaurar y promovet en Cristo la verdadera civilization cristiana, y que constituyen la Acciôn Catôlica, no pueden concebitse en ninguna manera independientes del consejo y la alta direc­ tion de la Autoridad eclesiâstica’’ (3). 3.—El Papa reinante ha insistido frecuente y claramente sobre esto. Pongamos solo algunos textos. "De la naturaleza y fin de la Acciôn Catôlica se sigue que ha de obedecer y adherirse perfectamente a la Jerarquia catôlica, que sôlo de ella puede recibir ôtdenes y normas directives" (4) . (1) . Bajo el pontilicado de Pio IX, en 1874, tuvieron los catôlicos italianos su primer congreso en Venecia. Antes de abrir los trabajos, hicieron una declaraciôn de prinhipios que fue un acto de completa sumisiôn a la Sede Apostôlica. Comienza con estas vibrantes palabras: “El Catolicismo es la doctrina que ensefia el Sumo Pontifice, sucesor de S. Pedro, Obispo de Roma, Vicario de Cristof doctor infalible de la fe y de la moral. . . El congreso somete sus deliberaciones a juicio ciel Sumo Pontifice”. De aqui naciô y a partir de él comenzô a progresar la Obra Nacional de los Congresos y Comités Catôlicos, la primera que reeogiô y coordinô todas las fuerzas catôlicas. Se puso también bajo la dependencia dei Sumo Pontifice, quien aprobô los estatutos y nombrô el primer présidente. (2) . Azpiazu, pâg. 78, (22). (3) . Ibidem, pâg. 288, (16). (4) . Carta del Secretario de Estado al Primado de Polo­ nia, abril 10 de 1929. “Toda la Acciôn Catôlica debe estar en intima cé­ ladon de subordination a la Jerarquia; subordination que debe manifestarse .en el respeto y obediencia filial a los Obispos y al Papa y mediante ellos, a Jesucristo; porque en esos très elementos, Iqs Obispos, el Papa, Jesucristo estd la esfructura jerârquica, la magnifica solidez de la Iglesia’’ ( 1 ). Y recomendando a las asociaciones de. Acciôn Ca­ tôlica la obediencia. a los Obispos, recuerda frecuinte. mente la fàmosa frase de S. Ignacio Mârtir: “nil sine Episcopo, hada sin el Obispo”, agregando: “palabras notables que deben sér divisa de la Acciôn Catôlica, (2' II. Dependenda directa e indirecta Hasta aqui hemos demostrado que la Acciôn . Ca­ tôlica depende de la autoridad jerârquica de la Iglesia, pero puede depender directa o indirectamente ; depende directamente, y en esto se distingue de otras organiza­ ciones y obras catôlicas que solo dependen indirecta­ mente. Eso es lo que vamos a demostrar; pero antes recordaremos la doctrina acerca de la misiôn de la Iglesia y expondremos el concepto de dependencia directa e in­ directa. Dos misiones de la Iglesia. 1.—Ya hemos citado las palabras de Pio X en la Il ferma proposito sobre que la Acciôn Catôlica no exduye ninguna actividad que “de cualquier modo, dtcecta . (1) Discurso a los asistentes eclesiàsticos de la Juventud Catôlica Italiana, septiembre 14 de 1925. ( 2 ). Discurso a los delegados de Estudiantes y Aspirantes de la Juventud Catôlica, novienibre 3 de 1929. 168 e indirectamente pertenezca a la misiôn divina de la Iglesia” (1). Hay, pues, actividades que pertenecen directamente a la misiôn de la Iglesia, y otras que solo le pertenecen indirectamente. Lo cual es decir que la Iglesia tiene dos misiones, la directa y la indirecta. En la misma enciclica se determina el campo de una y otra. He aqui las palabras del Papa: “Demâs de estos bienes (los sobrenaturales), muchos hay que ataüen al orden natural, a que no va ordenada la Iglesia de suyo, pero que se derivan de su instituto como por natural consecuencia”. Y un poco adelante: “es necesario restaurât todo en Cristo no solo cuanto corresponde con propiedad al divino cargo de la Iglesia, que es guiar a las almas a Dios, mas también cuanto dei divino cargo se deriva, que es la civilizaciôn cristiana en el agregado de todos los elementos y en cada uno de los que la constituyen” (2). 2.—Corresponden a la misiôn directa las activida­ des todas que son propiamente religiosas, aquellas cuyo fin inmediato es de orden sobrenatural, como el culto divino, la santificaciôn de las aimas, la propagation de la verdad revelada, el ejercicio de las virtudes cristianas, etc. Corresponden a la indirecta todas aquellas activi­ dades cuyo fin inmediato es de orden natural, pero que evidentemente estân relacionadas con la religion y la moral. Asi, la Iglesia tiene el derecho y el deber de ocuparse de las ciencias, literatura, arte, politica, écono­ mie y de todos los elementos de la vida social. Este derecho proviene dei poder indirecto; poder no sobre las cosas temporales en cuanto taies, sino en (1) . Véase el cap. III. Apostolado universal. (2) . Azpiazu, page. 279 y 280, (4-5). 169 cuanto est an ligadas con el orden espiritual y sobrena­ tural. ( 1 ) ·. 3,—-La Acciôn Catôlica, por los mismos motivos y en la misma medida, participa de una y otra misiôn de la Iglesia. Ella, como la Iglesia, no toca en el objeto mate­ rial sino el aspecto espiritual; que puesto que el hom­ bre esta compuesto de materia y espiritu, en muchas co­ sas hay uno y otro elemento, y por eso se llaman mixtas. La Acciôn Catôlica, como la Iglesia, no entra en cl dominio de las cosas puramente temporales. Contamos en este punto con la expresa ensenanza de Pio XI : '‘La Acciôn Catôlica tiene un modo enteramente propio de procéder. No hay campo donde no pueda tener puesto. pero bajo la guia y ôrdenes inmediatas de la Jerarquia. Pero es claro que no puede pedirse a la Jerarquia la education técnica, la funciôn me­ conica y financière de los diversos elementos de que se compone el conjunto de relaciones que hay en la sociedad”(2). Y en otra parte: "La Acciôn Catôlica no esta destinada a fines materiales y terrenos... Si por la indis­ pensable conexiôn que hay entre las cosas, a veces se ve obligada a descender al terreno econômico y social, ocupândose aun de asuntos politicos, no lo hace sino en vista de los intereses sobrenaturales, de la elevaciôn mo­ ral y religiosa de individuos y pueblos” (3) . ( 1 ). Eu 'el lenguaje canonico se llaman cosas puramente temporales las que no tienen ninguna relaciôn con el fin espiritual y sobrenatural del hombre. Sobre ellas, la Igle­ sia no tiene jurisdicciôn directa ni indirecta, por ser su fin de orden sobrenatural.—Cfr. F. Capello, Summa luris pu­ blici ecclesiastici lib. Π, cap. III. art. III. ( 2 ). Discurso a los diriggntes de Acciôn Catôlica en Ro­ ma, abril 19 de 1931. . (3) Carta al Secretario de Estado a los Ordinarios de Italia, octubre 2 de 1922. Desarrollaremos ampliamente esta idea en los capitulos VIII y X, en los cuales trataremos de las relaciones de la Acciôn Catôlica con la politica y las actividades econômicosociales. 170 Dependencia indirecta, 1.—Puede haber. y de hecho hay asociaciones y obras cuyo fin inmediato es de orden temporal, pero que esta enlazado con el espiritual y subordinado a fines superiores: como, por ejemplo, las asociaciones de carâcter cientifico, literario, artistico. econômico, profesional y otras. Todas pueden guiarse por los principios cristianos y proponerse el cristianizar. . Es regia de lôgicà: ex vero son sequitur nisi verum. 176 razones poderosas, apoyadas en circunstancias concretas que mudan con los luga’res y los tiempos. Creemos oportuno recordar aqui lo que decia Pio XI en un discurso memorable, que. ya citamos en otro lugar, sobre dos admirables cualidades que junta la Igle­ sia; la firmeza e inmutabilidad en lo sustancial de los principios con el saber acomodarse a las circunstancias accidentales. ( 1 ). Por otra parte, es cierto que el subdito no queda ni quedarâ dispensado de obedecer por el cambio de ôr denes de parte del superior qué? ^podrâ faltar a la obediencia un. soldado porque el general cambia de tic tica ? III. Direction seglar. Hemos visto por una parte que la Acciôn Catôlica depende directamente de la Jerarquia, y por otra que quienes la dirigen son seglares. ^Hay acaso dos gobiernos distintos? .jLos ôrganos directores compuestos por seglares, son inûtiles y nocivas repeticiones de la autoridad de la Jerarquia? Mas como quiera que sea, ^cuâles son las relaciones que bay entre los poderes seglar y eclesiâstico dèntro de la Acciôn Catôlica? La cuestiôn es de capital importancia y de no fâcil soluciôn tanto en teoria como en.la prâctica, y mucho mâs en este que en aquel aspecto. Pero en los documen­ tes pontificios hallaremos bastante luz para resolverla. Direction subordinada. 1.—Refiriéndose Pio XI a la Junta Central, orga­ no supremo de la Acciôn Catôlica Italiana, se expresô asi; “La Junta Central es directora y dirigida. Esta dirigida, porque asi es toda Acciôn Catôlica, la cual debe trabajar bajo la Junta Central. Ella, como todas las . (1) Discurso a los représentantes de las Juntas diocesanas, mayo 16 de 1926. Véase el texto en la pâg. 128. 177 Juntas, es asistida y dirigida por. la Jerarquia. por el I'apa: fuera de este cuàdro tan sencillo como claro hi siquiera puede concebirsele” ( 1 ) . Y lo que dice el Papa de la Junta Central vale para rodos los ôrganos directores: dirigen y son dirigidos pot la Jerarquia: el Papa, los Obispos, los pârrocos. 2.—Por lo que, en la Acciôn Catôlica hay dos direcciones: la de la Jerarquia que podemos llamar supe­ rior : la de los seglares, que puede decirse subordinada, pero que no por eso déjà de ser verdadera direcciôn. Y que es verdadera direcciôn y no pura forma, lo vemos en otro documento pontificio, en el cual se afirma que los ôrganos coordinadores "tienen para con las demis asociaciones altas funciones· de autoridad;.' pues solo asi habrà unidad de direcciôn para todas las ener­ gias catôlicas. ( 2). Poder ejecutivo practice. 1.—Ya se ve que estas dos direcciones no pueden ser igualmente competentes, pues vendrian a ser repeticiôn inûtil. por no decir, danosa. J En que esta su competenda? Oigamos la respuesta de los documentos pontifi­ cios En la· carta dirigida por el Secretario de Estado ai Episcopado Italiano, pfoponiendo la reforma de los estatutos (octubre 2 de 1922) se dice: “La Acciôn Catôlica no es directora en el orden teôrico sino ejecutora en el prictico". Lo mismo afirman otros documentos im­ portantes. Por consiguiente, la direcciôn en el orden teôrico, en lo que ve a principios y normas, esta en manos de la Jerarquia: solo ella es maestra y guardiana de la doc­ trina de Cristo. La Acciôn Catôlica es ejecutora en el ili. Idem, ibidem. (2). Carta del Secretario de Estado al présidente general de Ia A. C. I., octubre 2 de 1923. 17S orden prdctico, puesto que su fin es "propagar y realizar los principios cristianos" (1 ). 2.—Este doble orden de cosas se deriva de la naturaleza misma de la Acciôn Catôlica. (.'Pues no es colaboradora de la Jerarquia? Y siendo asi. quien colabora en una empresa cualquiera debe estar a las ôrdenes del cmpresario, a quien toca senalar el fin y las normas generales de ejécuciôn. Es verdad de evidencia inmediata. Poder ejecutivo. 1. —Este poder ejecutivo confiado a la Acciôn Ca­ no. exige direcciôn y responsabilidad? Indudablemente que si; puesto que los ejecutores son seres dotados de inteligencia y libertad, que no se mueven mecâmcamente como automatas. Ademâs, la ejecuciôn requiere téçnica especial, es decir, un conjunto de principios y normas prâcticas. Asi que aun en el plano inferior en que se mueve la Acciôn Catôlica debe haber quien dirija, quien sea competente y lleve la responsabilidad: en otras palabras: debe ha­ ber verdaderç poder ejecutivo. 2. —Aclaremos lo dicho con algunos hechos de la vida social. Supongamos-que se trata de levantar un edificio 2Quien prépara el piano?—El arquitecto. Quien lo ejecuta?—Los albaniles. Pero éstos necesitan que los di­ rija el maestro de obras, el contratista. El dirige; pero a su vez es dirigido. Tiene que seguir puntualmente el piano del arquitecto, pero también que guiar y vigilar a quienes lo ejecutan. Tanto el director como el simple tôlica (1). Art. 10 de los estatutos de la A. C. I.' “La acciôn de los seglares, dice Mons. Pizzardo, es ejecutora en el orden prâctico, realizando bajo su propia responsabilidad los distintos puntos de su amplio programa”. Discurso pronunciado en el congreso de la Union Internacional de Ligas Femeninas, el 22 de mayo de 1930, o impreso por orden de la ïunta Central de la À. C. I. 179 obrero aportan a la ejecuciôn su habilidad técn.ica que es muy distinta de la propia del arquitecto. Pues del mismo modo en la Acciôn Catôlica que se propone reedificar la civitas christiana, destruida por ia furia iconoclasta del laicismo. La Jerarquia ha preparado un piano precioso: y los socios de Acciôn Catô­ lica' se dedican a ejecutarlo, bajo la guia y vigilantia de sus directores técnicos. 3.—Otro ejemplo. Un ejército en campana se pro­ pone conseguir el fin seüalado por Ia autoridad politi­ ca; y todos los cuerpos concurren a realizar el plan preparado por el Estado Mayor. Al ejecutarlo ^carecen d· direction, de responsabilidad, los jefes de los cuerpos es peciales? Son dirigidos y directores: directores de quie nés ejecutan. Lo mismo sucede en la Acciôn Catôlica, ejércitc que “batalla en favor de los derechos de la sociedad re­ ligiosa” (1), como ha dicho Pio XI; y los soldados de esta cruzada saben que obedeciendo las ôrdenes de los. oficiales inmediatos, van hacia la meta sefialada por la Autoridad edesiâstica. Estas comparaciones, como sucede con todas, no se ajustan perfectamente al intento; pero sirven para explicar como el dirigir y ser dirigido no es exclusive de la Action Catôlica. Competencia de ambos poderes. Queda delimitada en general la competencia de ambos poderes; descendamos ahora a detalles, determi­ nando, en cuanto es posible, las atribuciones de cada uno. 1.—Es évidente que toca a la Autoridad eclesiâstica seûalar los fines de la Acciôn Catôlica; y como la competencia aterca del fin envuelve la de seûalar los medios, pertenece a la misma autoridad indicat los me(1). Eneiclica Ubi arcano.—Azpiazu, pâg. 312, (25). 180 dios sustancialés y necesarios, juzgar de la oportunidad y utilida.d de los accidentales y transitorios. ( Γ). 2.—A los ôrganos directores toca: a) cuidar y dirigir la ejecuciôn de las iniciativas de la Autoridad eclesiâstica competente; b) prômover todo lo que tienda a la consecuciôn de los fines propios indicados' y aprobados por la Autoridad edesiâstica. Pueden los ôrganos directores tqmar acuerdos, pero al menos implicitamente deben ser aprobados por la au­ toridad. cofrespondiente, el Papa, el Obispo, el Pârroco. segûn que se trate de los ôrganos centrales, diocesanos o parroqüiales Por esta, los asistentes eclesiâsticos, como représen­ tantes de la Jerârquia “tienen la facultad de suspender las resoluciones que estén en oposiciôn con las normas de la Jerarquia eclesiàsticq’.fâ). ’ '2.—Pero é sera conveniente que el poder ejecutivo esté en manos de seglares? No seria mejor que se-con· fiara a sacerdotes, por ejemplo, a-los asistentes eclesiâs­ ticos? Son preguntas que fâcilmente ocurren. No faltarâ quien se sienta inclinado a sostener que la direcciôn se encomiende a sacerdotes. Pero la Auto­ ridad edesiâstica ha decidido lo contrario; y por razo- ( 1 ). “Es- cierto y aun évidente que si la Iglesia y la Jerarquia tienen el derecho y el deber de formai· y dirigir Ια Acciôn Catôlica, también tienen el derecho y el deber de organizarla de la manera mas adecuada a la consecuciôn de sus fines espirituales y sobrenaturales, segiiu las costumbres y necesidades de tiempo y lugar”.—Pio XI. carta al Card. Schuster, abril 26 de 193^. . (2) Asi el art. 15 de los estatutos de la A. C. I., aproba­ dos por la S. Sede.—Y en este sentido debe interpretarse la famosa frase de S. Ignacio Mârtir, que Pio XI ha recordado con frecuencia a los directores de Acciôn .Catôlica: “Nil sine Episcopo, nada sin el Obispo”. Es decir, las re­ soluciones de los directores han de contar siempre con la aprobaciôn del Obispo o su représentante; pero no quiere decir que los directores no puedan resolver, ni mucho me­ nos que el Prelado tenga que pensai· en todo. Ya hablaremos en el capitulo siguiente de las atribuciones dei asisterite eçlesiâstico. 181 nes muy buenas, que se fundan en la ftaituraleza y fin de la Acciôn Catôlica. Vamos solamente a exponerlas. Pôraué la direcciôn seglar. 1. —-Nd hay que olvidar que la Acciôn Càtôliça no es asociaçiôn puramente religiosa, què su fin no son precisamente los actos de culto o la simple formaciôn. En todo esto, claro, el sacerdote es absolutamente compe­ tente, y desempefia casi por compelto tal actividad: hasta puede ser director. Pero no esta en eso la esencta de la Acciôn Catôlica, sino en el apostolado seglar, auxiliar y universal. (1). Y siendo asi, hablando en general, no puede conseguir todos sus fines con entera eficacia, si la direcciôn no esta en manos de seglares, aunque subordinados a la Jerar­ quia, formando a su vez una como jerarquia seglar. 2. —Esta es la razon fundamental, pero de ella se siguen otras que vamos a examinât. Creemos que las principales son las siguientes:a ) - La Acciôn Catôlica es también actividad en el campo social: y como los seglares viven en todas las capas sociales, conocen bien las necesidades, peligros, ma­ les y remedies que muchas veces escapan a la mirada atenta del mâs experto sacerdote·. Esa experienda es provechosa para el apostolado: y sera mejor utilizada por los seglares, si tienen parte en la direction. b) Cuenta la Acciôn Catôlica entre sus fines, pro­ téger y defender los principios cristianos; por esto se le ba llamado el brazo secular de la Iglesia en nuestros tiempos(2). Mas para cumplir con eficacia tal propo­ sito, es necesario que los seglares estén a la cabeza de la il). Véase el cap. III. (2). Véase el cap. II. 182 organization, que puedan ser los représentantes y portavoces de la masa del pueblo cristiano. (Ί ). c) La Acciôn Catôlica es... acciôn; sus socios reciben y dan. Y darân con tanto mayor generoddad cuanto mayores sean los ejemplos y estdmulos que tengan. En lo cual hây una razôn mâs en pro de la utilidad de que la direcciôn sea compartida por çclesiâsticos y seglares; pues éstos precisamente por su 'condiciô'n ejercen mayor influenda sobre los socios. Es la ley psicolôgi'ca : cada u'no ama a su semejante, y por eso reçibe mayor influen­ da. (2). d) Y los directores seglares no. solo influyen eficazmente sobre los socios, sino que se sienten obhgados a trabajar con alegria y efectividad. Quien se siente res­ ponsable de una decision cualquiera, se créé mâs obligado a realizarla; pues en el fonde, hay una cuestiôn de dignidad propia y de çoherencia. Luego si el sacerdote tomara solo -todas las resoluciones dèntro de la asocia · ciôn. llevaria el solo la responsabilidad y se veria privado de cooperadores efectivos en la ejecuciôn. (3). e) Queda todavîa otra ràzôn que nos parece de peso. (1) .—Cuando probamos en el cap. V. la necesidad del apos­ tolado seglar, adujimos la razôn de que el sacerdote ha sido desacreditado. ;No valdrân también para que los se­ glares lo dirijan? (2) . Recuérdese lo dicho en el cap. V. sobre el valor de la cooperaciôn de los seglares en el apostolado. Por experienda consta que un buen présidente es au­ xiliar eficaz dei Asistente, tanto en lo que ve a la forma­ ciôn como en la disciplina. Ciertos actos enojosos no deben ser ejecutadcs por el asistente, pues su papel es prindpalmente paternal y educador. Ya hablaremos extensamente de esto en el segundo volumn, al tratar las obliga­ tiones de los dirigentes. (3) . Este hechp, cuyo fundamento es una ley psicolôgica, explica la utilidad de tomar decisiones en las juntas gene­ rales de socios. Al dar su voto, en cierto sentido, se comprometen a cooperar a la realizaciôn, con lo cual se convierten en colaboradores conscientes y activos. 183 Quien dirige una organizaciôn es también su re­ présentante. Y «jqué cosà mâs nàtural que Tina'organiza­ ciôn de seglares esté fépresentada por seglares? ( 1 ). Çpnviene recordàr también que en la Acciôn Ca­ tôlica bay.actividad exterior (es una de sus notas caracteristicas) ; luego es muy conveniente, que este moVimiento en sus relaçiones externds esté rpresentado pot seglares y por lo mismo que :én investidos de résponsabilidad. Y a medida que las actividades salen del J campo religioso, para entrar en el social y ciyico, là responsabilidad debe aumentar y aparecér mejor; pueç eni el te­ rreno religioso y eh materia de educaciôn los seglares tienen menores. titulos, a là direction. 3. - Por todas estas razones. los directores, y con mucho mayor ràzôn, los présidentes deben ser seglares. Ya se entiende que por cxcepciôn. y a juicio de la Autoridad eclesiâstica,.e.sos puestos pueden ser ôcupados por sacerdotes; pero siempre- deben darse de preferencia a seglajes. (2). Por tanto, bien podemos concluir que la tendencia a limitât y aun a suprimir (fuera dei caso de necesidad) los seglares en el gobierno de la Acciôn Catôlica révéla un defecto de comprensiôn, olvido. de la haturaleza y fines de la Acciôn Catôlica, puesyse intenta re.ducirla a la actividad interna, religiosa y educativa. (1) . El art. 2o. de los estatutos de la A. C. I., aprobados en 1923, dice “el présidente general -es el représentante de la A. C; I.”. (2). Transcribimos un pârrafo dei opusculo “La junta Diocesana”, publicado por la Junta Central de la A. C. I.: “Dada la naturaleza de la Acciôn Catôlica que es apostola­ do seglar, es conveniente que la Junta diocesana esté presidida por un seglar. Ya Se entiende que esta regia no es absoluta, pues, si no se encuentran seglares aptos para- oficio tan· delicado, o si por razones especiales, por exigirlo asi el bien de la Acciôn Catôlica en la diôcesis es necesario, bien puede nombrarse un sacerdote. El juez compe­ tente para decidir ès el Prelado. 184 Tai tendenda —deemos que se infiere dé lo dicho— resta eficatia a este providencial instrumento en manos de la Jerarquia. Desorden juridico imaginario. 1. —No obstante todaS las razones y ventajas que tiene en su favor la direction de los seglares, alguien puede ver en ella un desorden juridico,'una especie de laicisrrio de nuevo curio ; pues viniendo a mandar los seglares en terreno reservado a la Autoridad eclesiâstica, los sacerdotes quedan sometidos a los seglares, con lo cual se trastorna la Jerarquia. 2. —-Mas en esto no hay sino una ilusiôn optica, un escrupulo juridico. Vamos a demostrarlo, y con ra­ zones que son mucho nias claràs después de lo ya dicho. a) ,Ante.todo.no hay que ôlyidar que los seglares reciben su ihvéstidura- de la Autoridad eclesiâstica ; asi que son delegados, mündatarios de ella, y delegados en campo donde los seglares estân obligados a trabajar. (1). b) Y puesto que son delegados, aunque directores, son dirigidos. Segùn ya vimos, sus decisiones deben ser aprobadas por el asistente eclesiâstico, représentante di­ recto de la Jerarquia. (2) . (1) . Eu algunas partes, como sucede ahora en Italia, la Autoridad eclesiâstica nombra los dirigentes principales, los présidentes. Mas aunque no sea asi, euando menos aprueba implicitamente el nombramiento que hacen los socios, que por esto tiene el derecho de veto. Asi que los nombramientos son siempre ratificados por ella. (2) . “La Acciô Catôlica —escribe Mons. Pizzardo— es parte del apostolado de la Jerarquia; por eso ella reconoce o comunica el mandato, la mislôn de los seglares organizados; los conserva bajo su dependencia, aunque dejândoles una razonable libertad de acciôn, y poi’ lo mismo cierta responsabilidad propia”. O. c. 185 c) Tampoco es cierto que el sacerdote quede sometido a los seglares, pues los directores seglares —los organos centrales o diocesanos— no mandan ni orden.an nada a los Obispos o pârrocos, ni aun siquiera a los asistentes eclesiâsticos, sino a sus inferiores respectivos, quienes ejecutan lo mandado, pero dependiendo de la Auto­ ridad eclesiâstica correspondiente. ( 1 ) . Peligro que facilmente se evita. 1. —Queda todavia otra objecion. "Como en asuntos morales no es fâcil Seüalar li­ mites con exactitud, ambas jerarquias —la eclesiâstica y la seglar— acabarân por chocar: entre asistentes ecle­ siâsticos y directorçs seglares habrâ frecuentemente con­ flictos sobre competencia con el consàbido dafio de la disciplina y actividad exterior:” No negamos que pueda haber algùn inconveniente de esa naturaleza; pero ; lucidos andariamos si por eso hubiera de condenarse una institution ! No habria una sola que pudiera quedar a salvo. Pero segùn ensefia el buen sentido. los inconve­ nientes pueden procéder o de la naturaleza de la cosa o del mal usa que de ella se hace. En el segundo caso, que es el mâs frecuente, los inconvenientes son accidentales. y por lo mismo pueden evitarse. (2). 2. -—Y. es precisamente lo que aqui sucede. Nadie puede demostrar que los conflictos que se indican provengan de un defecto natural de la Acciôn Catôlica: pues, como ya hemos visto, ambas autoridades obran en (1) . Asi por ejemplo, la Junta Central envia sus circula­ res a las Juntas diocesanas, y estas a las parroquiales. Si la Junta diocesana se comuniea directamente con los pârrocos, es porque cuenta con la aprobaciôn expresa del Obis­ po; y enfonces no es sino porta voz. Si a veces se mandan las circulares a los Prelados y pârrocos, no es sino para que las conozcan y por deber de urbanidad. (2) . Por eso los filosofos ensenan esta regia: adducere inconveniens non est solvere difficultatem: una dificultad no se resuelve aduciendo inconvenientes. 186 planos distintos, el campo de su competentia es diverso, y- por lo mismo de suyo 'no debe haber choques y con­ flictos Y la experiencia enseria que realmente no los hay, cuando los dirigentes seglares estân bien formados. y tiene.n concienda del respeto y obediencia que deben a la Jerarquia y a sus représentantes: particularmente cuando dirigentes y asistentes trabajan tinicamente por el bien de las almas. Y esto debe ser lo normal. Por eso concluimos que ese peligro fâcilmente pue­ de evitarse, si existe; y ademâs se puede procéder de manera que no lo baya. Beneficius de la union con la Jerarquia. Consideremoç por fin, las ventajas que se siguen a la Acciôn Catôlica de estar unida a la Jerarquia; pues si bien se ponderan, sirven para alejar el peligro de que acabamos de hablar. Aunque son muchas, creemos qae las principales son las siguientes: 1.—La Acciôn Catôlica unida a la Jerarquia cuen­ ta indefectiblemente con el auxilio divino. Ya hemos dicho que esta union es condition indis­ pensable para la validez: y ahora agregamos que lo es también- para la fecundidad. Jesucristo dijo: "Yo soy la vrd. vosotros los sarmientos: quien està unido conmigo. y yo con él. da mucho fruto: sin mi nada podeis hacer" (Juan, XV, 5.) Pues si la union con el Redentor, es necesaria para cualquier obra sobrenatural, iqué diremos de la actividad del apôstol, que por cooperar a la redenciôn, exige sa­ crificio y fortaleza especiales? Jesucristo nos comtrnica su savia mediante la Je­ rarquia, a la cual constituyô guardiana y dispensadora de sus divinos tesoros. Unicamente los sacerdotes son "dispensatores mysteriorum Dei" (I Cor. Il, 1.), distribuidores de la.verdad evangélica y de la gracia divina: 1S7 dispensadores de la gracia., fuerza, viâtico espiritual del apôstol, sin la cual ne puede andar ni un paso en pos de las conquistas con que suena. Luego nn se puede ejercer' el aj^stolado sin estai unido a Cristo; y no estaremos unidos a Cristo, si estâ­ mes separados de la Jerarquia. 2, -—Esa Union asegura a la Acciôn Catôlica de la rectitud en sus procedimientos. La razôn es clara; quiere educar a las aimas en los principios cristianos, quiere que todas las manifestaciones de la vida individual y social se conformen a ellos; obligado a trabajar en la Ac­ razôn de su oficio sino tamla misma Acciôn. Ya sabemos que es apostolado seglar, que trabaja (1). ;E1. sacerdote a la sacristia! Tal es el grito del libé­ ralisme que niega la funcion social de la religiôn, que la quiere reducir a un conjunto de ceremonias y que consi­ dera al sacerdote como un oficial de la liturgia. Ya don Abundio era de la misma opiniôn. Ante la terrible amenaza de !os matones de D. Rodrigo, se excuso diciendo: “el pârroco nada tiene que ver; cometen sus errores........ y luego 'denen a nosotros, como quien se pré­ senta a un banco a cobrar. Y nosotros. . . sôlo somos servidores dei municipio” (Manzoni, Los novios, cap. 1.). Demasiado poco, por cierto. iNo debe el sacerdote ir a buscar a las aimas, cuando no vienen a él? 201 poi el advenimiento del reino de Cristo; y como ya demostramos, es necesario. (Ί ) · Dado esto, ^puede el sacerdote, embajador de Cris­ to, eximirse de la empresa que tiende a restaurar el po­ der de su Rey? Puede el ministro de Cristo faltar donde se trabaja por la causa de Cristo? Pero hay mâs. Si la intervenciôn del sacerdote no fuera necesaria en tal empresa, no seria tan grave la obligation de tomar parte en ella; pero asi como es necesaria la Acciôn Catôlica para la cristianizaciôn de la sociedad, asi tam­ bién es necesario el concurso del sacerdote para la vida y fecundidad de la misma Acciôn Catôlica. Vaya una breve demostraciôn. 2. —Y en primer lugar, el concurso del sacerdote es necesario para que viva, queremos decir. para que nazca la Acciôn Catôlica. El sacerdote es generalmente quien ihicia y alienta cualquier empresa apostôlica; sû inacciôn trae comûnmente la de los seglares. Y es muy natural; pues sa-' biendo los fieles que el sacerdote debe echar mano de cuantos recursos son posibles para el apostolado, y viendo que descuida este excelente medio que se le ofrece en la Acciôn Catôlica, llegarân a persuadirse de que es inûtil, o peor aùn, dafiosa. Por eso el sacerdote tiene que ser el oficial que va delante. Salvo muy honrosas excepciones, los soldados no se lanzan al ataque, si los oficiales se alejan tranquilos. Debe ser el padre de familia que a todas horas, desde que despunta el dia hasta el caer de la tarde, va a la plaza en busca de operarios para la vina dei Sefior; pues sin su llamamiento la mayor parte quedarân ociosos todo el dta. (Mat. XX, 6). 3. —El concurso del sacerdote es necesario para la fecundidad de la Acciôn Catôlica; fecundidad que de or­ dinario esta en proporciôn a la intensidad dei celo sa­ cerdotal. (lï. En el cap. V. 202 Segûn Jesucristo los sacerdotes son sal de la tierra. luz dei mundo’. (Mat. V, 13). Y cuanto llevamos dicho nos autoriza a decir que son también la sal y la luz de la Acciôn Catôlica. Sal. porque han de impedir que se corrompa, que se convierta en obra puramente hu­ mana, porque la deben sazonar sobrenaturalmente. Luz, porque deben iluminarla con la antorcha del evan­ gelic, con las ensenanzas pontificias. 4.—Asi lo ensena expresamente Pio XI: "Que el clero debe tomar parte en esta santlsima labor, (la Ac­ ciôn Catôlica), se deduce de que aunque por su naturaleza es apostolado seglar. con todo. sin el trabajo asiduo y diligente dei sacerdote, no'puede prosperor ni reportor frutos" ( 1 ). La conclusion de todo este raciocinio puede cornpendiarse en estas palabras: el clero esta estrictamente obligado a procurât' por todos los medios posibles la restauration del reino de Cristo. Si no se dedica a la Acciôn Catôlica. impide el ejercicio del apostolado "que esta estrechamente unido con la restauration del reino de Cristo" (2) : luêgo faltarâ a uno de sus deberes esenciales. Arg-umento de auteridad, 1—Expuestos los argumentes intrinsecos, toca su turno a los extrinsecos o de autoridad. El valor de los que vamos a aducir es sumo, pues se trata de la auto­ ridad de los Papas. Todos los Papas de estos ùltimos tiempos han promovido o recomendado la Acciôn Catôlica, han invitado al clero a que trabaje en ella. imponiéndolc una verdadera y propia obligation. Nos limitaremos a unos . (1) Carta al Episcopado Argentine.--Azpiazu, pâg. 353. El mismo Pio XI. el 30 de. enero de 1932. enviô a la revista “IZAsistente Ecclesiastico” el siguiente autôgrafo: “La Acciôn Catôlica dice a los asistentes eclesiâsticos, por la parte que les ha sido confiada: “In manibus tuis sortes meae” (Salm. 30. 16)—Lsta cita tan oportuna indica el fundamento, del debe.r que el clero tiene para cou la Ac­ ciôn Catôlica, como asimismo su grave responsabilidad. (2|. Eueielicâ l’bi arcano.--Azpiazu. pâg'. 312, (25). 203 cuantos testimonios. Leon XIII en la Graves de communi (enero 18 de 1901) escribia: “Claramente aparece cudnto deben trabajar los sagrados ministros para dicho fin (la Acciôn Catôlica). Mds de una vez Nos, hablandoa los eclesiâsticos, hemos creldo conveniente manifestarles que al ex­ tremo a que llegaron los tiempos es oportuno descender al pueblo y comunicarse saludablemente con él. (1). Pio X en II ferma proposito'· “Adiéstrese (el cle­ ro) al intento de mejorar, dentro de los terminos de la justicia y la caridad, la condition econémica del pue­ blo, ayudando y propagando las instituciones que a ese fin se encaminan... De este modo la cooperation del tlero a las empresas de la Action Catôlica, llevando, puesta la mira en un fin altamente religioso, no sera obstaculo, antes bien ayuda a su ministerio espiritual, cuyo campo de acciôn amplificarâ con multiplicac,iôn de fruto”(2). Son de Benedicto XV estas claras palabras: “Tengan.los sacerdotes como uno de sus deberes dedicarse cuanto puedan a la çiencia y acciôn social con el estudio y la actividad, ayudando por todos los medios a quienes trabajan dignamente en nue^tras organizaciones" (3). (1) . Azpiazu, pâg. 77, (20).—Ya desde 1878, pocos meses después de su elecciôn, en la enciclica Quod apostolici muneris después de condehar el socialismo, recomendaba al clero y a ïos catôlicos en general que fundaran “sociedades de obreros y artesanos”; recomendaciôn que repite en la Rerum novarum (1891), en la Longinqua Oceani, diri­ gida al Episcopado de los Estados Unidos (1895), en la Depuis le jour, al clero de Francia (189 9), en la Fin dal principio, al Episcopado Italiano (1902) y en otros docu­ men tos. (2) . Pio X. habla aqui de la ayuda a las asociaciones y obras de carâcter profesional y econômico-social. En el cap. X veremos qué relaciones tienen con la Acciôn Catô­ lica. Pero esa invitation vale a fortiori respecto a la Acciôn Catôlica.—Véase el texto en Azpiazu, pâg. 289, (18). (3). Carta al Obispo de Bérgamo, marzo 11 de 1920. El mismo concepto ocurre en la carta al Episcopado Veneviano, junio 14 de 1920. 204 Y en otra ocasiôn: “Los tiempos en que vivimos soi) taies, que, como veis, piden que el clero no se alejc del ejercicio dei sagrado ministerio, debe enseûar, curar, sanar, poner contrapeso a los medios de perversion que los enemigos del catolicismo inventan cada dia” ( 1 ). 2. —Mucho mâs expjicito ha sido el Papa reinante. Los textos abundan; citaremos unos cuantos. Ya en la Ubi arcano, después de encomiar y alentar a mayor progreso todas las organizaciones y obras que se comprenden bajo el nombre de Acciôn Catôlica, dijo: “(esas obras) se han de contât entre los principa­ les deberes del oficio pastoral y de la vida cristiana... pues estân estrechamente unidas con la deseada restaura­ ciôn del reino de Cristo y la pacification cristiana, propia tan solo de este reino.'. Decid a vuestro clero que testigo y participe dé los trabajos denodadamente torna­ dos por la grey de Cristo, siempre tuvimos y tenemos en grande estima su magnanimtdad en soportar esos trabajos..., que ellos estarân unidos a Nos con vinculo mâs estrecho de unidad y Nos a ellos con el de paternal benevolencia, cuando con adhesion mâs pronta y apretada se unan como al mismo Cristo a sus pastores, que son sus guias y maestros’’(3) . Y en otra ocasiôn declarô mucho mâs explicitamente que la Acciôn Catôlica "debe ser tenida por los pastores espiritucdes como algo que pertenece a su sagra­ do ministerio, y por losjielés como obligation de la vida cristiana" (4). 3. —Si los sacerdotes en general estân obligados a trabajar en la Acciôn Catôlica, lo estân pgrticularmente (1) . Carta ai Episcopado Colombiano, agosto 1 de 1916. (2) . Azpiazu, pâg. 312, (25).—El texto latino es mucho mâs expresivo: “Eadem procul dubio necessaria sunt, et in praecipuis sacri pastoris officiis ac vitae Christianae ratio­ nibus posita”. — Nôtese la palabra praecipuis que indica la importaucia de la obligaciôn. (3) . Carta'al Secretario de Eetado, febrero 24 de 1927. 205 los pdrrocos; y es natural, pues para ellos es deber no de caridad sino de justicia, por el oficio que les ha conferido el Obispo. Otro testimonio bien claro: "Todos ven cuanto aprovecha para los fines de la Acciôn Catôhça, cuân necesaria y obligatoria es la cooperacipn de los sacerdotes y particularmente de los pdrrocos. Ellos, como pastores de aimas, en su ardiente celo y laboriosa actividad comprueban a cada paso cuân importante parte de’ su mi­ nisterio es la asistencia y ayuda que prestan a la Acciôn Catôlica" ( 1 ). No podriamos encontrar testimonies mâs autorizados y expresivos. La Acciôn Catôlica forma parte del ministerio sacerdotal : es-officiüm pastoris, un deber pas­ toral, y por cierto. de los principales, (2). Parcialidad. 1.—-Algunos so capa de ardiente celo presentan esta objeciôn: “El sacerdote que se dedtca a la Acciôn Catôlica es reo de parcialidad. Como el Apôstôl debe(1). Carta al Secretar(io de Estado al Asistente general de Uniôn Femenina Catôlica Italiana, enero 19 de 1924. ( 2 ). De esta doctrina se deduce lôgicamente el corolario : el sacerdote debe estudiar la Acciôn Catôlica. El Santo Pa­ dre se ha expresado también muy claro .sobre este punto.: “Para las multiplicadas atenciones dei ministerio pastoral, y para el nùèvo de la Acciôn Catôlica no basta la tèologia pastoral de otro,s tiempos". (Discurso a los asistentes de la U. F. C. I., julio 19 de 1928 ).—Y en la carta del Secretario de Estado citada arriba se encüentran estas palabrâs: “Cuanto mâs conozcan y perfeccjonen los asistentes las normas y criterios que deben seguir en su delicado cargo para coq las asociaciones, tanto .mâs seguro y fecundo sera el fruto de su trabajo”. Por esto el Colegio de asistentes generales de la A. C. I. fundô en 19 30 una revista que como se lee en la carta pontificia de aprobaciôn, “esta destinada a guiar al sacer­ dote en el campo de la A. C- que, por las crecientes necesidades de los tiempos, cada dia estâ mâs intimamnte ligada al ministerio pastoral. Esa revista se llama L’Asistente Ecclesiastico —Direction— Roma, via Aurelia. 106. ria hacerse todo para todos a fin de ganarlos a todos ( I Cor. IX, 22). Su actividad no deberia limitarse a cierta clase de personas, sino extenderse a todos por igual, por­ que todos tienen el mismo derecho, las mismas necesidades. Pero iqué sucede? Que dedicândose a formar y cultivar asociaciones particulares, funda castas priuilegiadas, para las cuales guarda cuidados y favores especiales, con detrimento del aureo principio de la impar cialidad apostôlica. Y si admite excepciones que, a ejemplo de Cristo, sean para los pecadores y no para los justos”. 2.—También esta argumentaciôn prueba demasiado, y por lo mismo nada prueba, segùn el antiguo principio. Si fuera fundada, habria que acabar no solb con las asociaciones de Acciôn Catôlica, sino con todas las aso­ ciaciones, aun las religiosas, como cofradias, pias unio­ nes, congregacionès, etc., que datari de los primeros siglos de la Iglesia. Conclusion, por cierto, absurda. La imparcialidad apostôlica es excelente y el sacer­ dote debe régir por ella su conducta, pues, a semejanza de Dios, no debe hacer acepciôn de personas (Hech. X, 34). Pero, por favor, no se exagere su aplicaciôn prâctica; pues no exige que el sacerdote distribuya su activi­ dad en porciones rigurosamente iguales para cada indi viduo, mâs o menos como el padre de familia al testar y sefialar la berencia a los hijos. Pues, a mâs de que muchos rechazan su parte, no todos tienen la misma vocaciôn,' las mismas disposiciones, ni todos necesitan igualmente la asisténcia espiritual. La imparcialidad solo exige que el sacerdote se ponga al servicio de todos y cada uno, pero segun las necesidades 3.—Es de notar ademâs que el sacerdote no cierra las puertas de las asociaciones a nadie, sino a quien carece de los requisitos necesarios; las abre a todos y a to­ dos invita a entrar. Las asociaciones no son circulos ce207 los pârrocos; y es natural, pues para eltos es deber no de caridad sino de justicia. por el oficio que les ha conferido el Obispo. Otro testimonio bien claro: "Todos ven cuanto aprovecha para los fines de la Acciôn Catôliça, cuân necesaria y obligatoria es la cooperaciôn de los sacerdotes y particularmente de los pârrocos. Elios, como pastores de aimas, en su ardiente celo y laboriosa actividad comprueban a cada paso cuân importante parte de’ su mi­ nisterio es'la asistencia y ayuda que prestan a la Acciôn Catôlica’ ( Γ). No podriamos encontrar testimonios mâs autorizados y expresivos. La Acciôn Catôlica forma parte del ministerio sacerdotal; es officium pastoris, un deber pas­ toral, y por cierto. de los principales, ( 2). Parcialidad. 1,—Algunos so capa de ardiente celo presentan esta objeciôn; “El sacerdote que se dedica a la Acciôn Catôlica es reo de parcialidad. Como el Apôstol debe(1) . Carta al Secretario de Estado al Asistente general de Unidn Femenina Catôlica Italiana, enero 19 de 1924. (2) . De esta doctrina se deduce logicam ente el corolario: el sacerdote debe estudiar la Acciôn Catôlica. El Santo Pa­ dre se ha expresado también muy claro .sobre este punto.: “Para làs multiplicadas atenciones dei ministerio pastoral, y para el nùëvo de la Acciôn Catôlica no basta la tëologia pastoral de otro,s tiempos”. (Discurso a los asistentes de la U. F. C. I., julio 19 de 1928).·—Y en la carta dei Secretario de Estado -citada arriba se enc'uentran estas palabrâs: “Cuanto mâs conozcan y perfeccionen los asistentes las normas y criterios que deben seguir en su delicado cargo para cop las asociaciones, tanto mâs seguro y fecundo sera el fruto de su trabajo”. Por esto el Colegio de asistentes generales de la A. G. I. fundô en 1930 una revista que como se lee en la carta pontificia de aprobaciôn, “esta destinada a guiar al sacer­ dote en el campo de la A. C- que, por las crecientes necesidades de los tiempos, cada dia estâ mâs intimamnte ligada al ministerio pastoral. Esa revista se llama' L’Asistente Ecclesiastico —Direcciôn— Roma, via Aurelia. 1'06. 206 ria hacerse todo para todos a fin de ganarlos a todos ( I Cor. IX, 22). Su actividad no deberia limitarse a cierta clase de personas, sino extenderse a todos por igual. por­ que todos tienen el mismo derecho, las mismas necesidades. Pero iqué sucede? Que dedicândose a formar y cultivar asociaciones particulares, funda castas priuilegiadas, para las cuales guarda cuidados y favores especiales, con detrimento dei aureo principio de la impar cialidad apostôlica. Y si admite excepciones que, a ejemplo de Cristo, sean para los pecadores y no para los justos”. 2.—También esta argumentation prueba dernasiado, y por lo mismo nada prueba, segùn el antiguo principio. Si fuera fundada, habria que acabar no solo con las asociaciones de Acciôn Catôlica, sino con todas las aso­ ciaciones, aun las religiosas, como cofradias, pias unio­ nes, congregaciones, etc., que datari de los primeros siglos de la Iglesia. Conclusion, por cierto, absurda. La imparcialidad apostôlica es excelente y el sacer­ dote debe régir por 'ella su conducta, pues, a semejanza de Dios, no debe hacer acepciôn de personas (Hech. X, 34). Pero, por favor, no se exagere su aplicaciôn practi­ cal pues no exige que el sacerdote distribuya su activi­ dad en porciones rigurosamente iguales para cada indi viduo, mâs o menos como el padre de familia al testât y sefialar la herencia a los hijos. Pues, a mâs de que muchos rechazan su parte, no todos tienen la misma vo­ cation, las mismas disposiciones, ni todos necesitan igualmente la asisténcia éspiritual. La imparcialidad solo exige que el saeerdote se ponga al servicio de todos y cada uno, pero segùn las necesidades ?>.■—Es de notar ademâs que el sacerdote no cierra las puertas de las asociaciones a nadie, sino a quien carece de los requisitos necesarios; las abre a todos y a to­ dos invita a entrar. Las asociaciones no son circulos ce207 rrados, cenaculos de csotéricos; no impera en ellas nin· gun espiniu de exclusivisme; si algunos sc quedan fuera es porque ellos mismos se excluyen. Por otra parte, las organizaciones catôlicas benefician at n a los que no pertenecen a ellas. La buena con­ ducta, por ejemplo, de los socios de un grupo de Juventud es un apostolado eficaz para tantos jôvenes disipados, sordos a cualquiera otro llamamiento. Quien educa un apôstol beenficia a toda una ge­ neration. Esta frase podrâ parecer ingenua y aun exagerada, pero la historia la confirma. 4.—Es muy cierto que el sacerdote, a ejemplo de Cristo, debe ir en pos de las ovejas descarriadas; pero si algo se signe de aqui, es que debe haber tiempo para la Acciôn'Catôlica y para esa amorosa cuanto solicita btisqüeda. Y en efecto, los buenos sacerdotes saben unum facere et aliud, non omittere. Y ya que se ha traido a colaciôn el ejemplo de Cristo, bueno es recordar que él, y no otro, fue quien, en cierto Sentido, fundô la primera asociaciôn en el seno de la Iglesia naciente. Pues . (3) . Carta Celcbérrima al Episcopado Portngnés. diciembre 18 de 1919. (4) . Carta del Card. Gasparri. Secretario de Estado a los Ordinarios de Italia, octobre 2 de 1922. 21 9 bar o condenar un parlido, cuando se oponga a los prin­ cipias de la religion y de la moral cristiana" (1 ), Es claro que en estos casos la condenaciôn de la Iglesia no recae sobre el programa puramente politico, sino sobre los puntos politico-morales, sobre los cuales, como ya vimos, tiene plena jurisdicciôn. (2). 3. —La Iglesia nunca condena un partido cuyo programa y acttoidades "no se oponen a los principios de la religion y de la moral crisliana" (3). Puede suceder que en un mismo pais haya varios partidos que estén en régla con la religion y la moral: como en el caso de que se distingua ümcamente por cierlos puntos de programa que son de carâcter puramente politico. (4). 4. —La religion no puede servir de distintiuo po­ litico: por consiguiente. ningün partido puede llamarse propiamente "catôlico". aunque esté formado por catô­ licos y aceptc los principios catôlicos. En efecto, como ya dijimos, hay en politica mu chas cuestiones que no estân enlazadas con la religion: y por lo mismo los catôlicos pueden tener sobre ellas (Ί ». Idem, ibidem. (2) . Como es bien sabido, Leon XIII condenô de heclio el libéralisme y el socialisme varias veces. Lo mismo ha liecho Pio ΧΓ con L’Action Française, y no —as! lo ha declarado él mismo— “por prejuicios o preferencias politicas”... sino porque este partido o escuela “antepone la politica ai la religion y quiere que esta sirva a aquélla”; porque ex­ pone, partieularmente a los jôvenes “a dirccciôn e influen­ tias peligrosas para la fe y la moral, para la educaciôn y formaciôn catôlicas" -— Alocuciôn Consistorial, diciembre 20 de 1926. (3) . Carta citada en la nota n. 4, de la pâg. anterior. il). De dos partidos que acepten los principios Cristianos, uno puede pugnar por la monarquia y otro por la repûbliea: uno por el sistema electoral proporcional, por el sufragio femenino, y otro por el sistema de las mayorias sin voto para las mujeres: uno por el centralisme ,y otro por el régionalisme administrativo; este por el.proteccionismo y aquél por el libre cambio, etc. Pero ambos deberân acepI; la doctrina cristiana aun en su aspecto social, en los Pci.—Azpiazu, pâg. 227, (42-43 1. (2i. Como ya se entiende. esta obligaciôn puede césar en fiertas çircunstancias, euando tropieza con otra obligaciôn mayor o se puede perjudiear una causa superior. Tal ocurria en Italia desde .1870, euando la S. Sede intimé a los catôlicos el non expedit, que, segun la interpre­ tation auténtica. contenta verdadera prohibiciôn de parti­ cipat en la vida politica. "Non expedire prohibitionem im­ portat’'. Aeta Apostolicae Sedis, vol. XIT, pâg. 94. Por eso decia beôn Xtll en la Immortale Dei: Puede auceder que por causas gravisimas y justisimas no I’onven upiuincnte (2). Carta del 30 de marzo de 1930,—El texto en Azpiazu, pâg. 414. (3) . Enciclica Vbi arcano,—Azpiazu, pâg. 312, (25); ademâs la carta dé Pio XJ al Secretario de Estado, enero 24 de 1927; véase el cap, III. Él apostolado es obligatorio. (4) . Càrta al Card. Segurà.—Azpiazu, pâg. 346. (5) . Cartas a los cardenales Bertram, Segura (Azpiazu, pâgs.342 y 34f>), al Episcopado Argentine, pâg. 355.— Çonsùltese ademâs el cap. V. Necesidad de la A. C. (6) . Alodpciôn en el Consistorio del 23 de mayo de 1923. (7).—Enciclica Vbi arcano; discurso a los Asistentes eclesiâsticos de la U. F. Ç. L y en otro» machos documentas. (8) .—La Non abbiaxno bisogno, Junio 29 de 1931. 250 el sacerdotio, no querer lo que llama deber de la vida cristiana? Inteligencia cordial, colaboraciôn 1. —La benevolencia mutua facilita la inteligencia cordial, ya que esta no es sino manifestation de aquella. Tal inteligencia es necesaria y obligatoria. No basta, en efecto, que la Acciôn Catôlica y las asociaciones religiosas se amen y estimen, si viven aisladas. No basta que no choquen, no se estôrben. La teoria del paralelismo podrâ ser buena en otros casos, mâs no en el de obras que van hacia el mismo término; que precisamente por eso deben acercarse y estar en contac­ to, es decir, deben conocerse y entenderse cordialmente. para que en viniendo el caso, aunen sus fuerzas. Ademâs, esta cordial inteligencia es condition pre­ via para la colaboraciôn ; colaboraciôn que es obligato­ ria tanto por el bien de las mismas instituciones como por el fin comûn, pues de ese modo el camino resulta mâs llano y provechoso para ambas partes. 2. ·—La cârta pontificia que venimos citando expresa cômo debe realizarse esa colaboraciôn. Dice textualmente: “Asi como la Acciôn Catôlica ha de tener cuidado de favorecer por el . mejor modo posible taies instituciones (las obras auxiliares), asi continuarân es­ tas prestando a la Acciôn Catôlica su providencial auxi­ lio, ya sea con el eficadsimo y nunca bastantemente deseado e invocado tributo de la oraciôn, ya mediante la difusiôn de palabra o por escrito de la belleza, necesi­ dad, y ventajas de la Acciôn Catôlica. Lo cual debe entenderse particularmente de aquellos institutos y congregaciones que agrupan a la juventud con el fin de mantener en ella los frutos de una cristiana educa­ tion” (1). Aqui tenemos determinada en concreto la manera de prestar esa colaboraciôn. cuyas distintas formas vamos a estudiar por separado. (1). Azpiazu, pâg. 414. 251 Manera concreta de colaborar. 1.—La Acciôn Catôlica debe "tener ct.tidado de favorecer por el mejor modo posible" a las asociaciones religiosas, procurando que sus socios las estimen como es debido, dirigiéndolos hacia aquellas que mejor correspondan a sus necesidades espirituales. Son sus mejores auxiliares, porque formando buenos cristianos, forman apostoles. es decir, buenos socios de Acciôn Catôlica. Claro que no debe renunciar a su papel de educadora ni confiar esa formaciôn a manos ajenas; y mucho menos, cuando, segùn ya demostramos, sus socios necesitan formaciôn especial ( 1 ). Nunca sera redundan­ te la formaciôn espiritual; y por eso los socios de Ac­ ciôn Catôlica encontrarân en esta o aquella asociaciôn religiosa el complemento de educaciôn ascética que me­ jor se conforme con sus disposiciones psicolôgicas y su vocaciôn personal. (2). Segùn la carta pontificia, las asociaciones religio­ sas deben tres tributos o auxilios a la Acciôn Catôlica: a) 'Orar por ella, atrayendo sobre los vastos cam­ pos del apostolado abundante lluvia celestial. Es el tri­ buto mâs fâcil de dar, pero también el de mayor precio, y por lo mismo. de mayor obligaciôn. b) Dar a conocer la belleza. necesidad y ventajas de la Acciôn Catôlica. Es impcsible querer, amar y estimar lo que no se conoce. Por desgracia es muy densa aun la niebla de ignorancia, incomprensiôn y prejuicios (l'i. Vêasé el cap. II. Fin inmediato. (2). No hay que olvidar que en la vida religiosa y ascética hay muchos caminos, muchas vocaciones. Cada quien debe seguir el que Dios le indique para conseguir su santificaciôn. Por eso hay en la Iglesia tanta variedad de ôrdenes y congregaciones religiosas, y para los seglares una multitud de asociaciones religiosas. 252 contra la Acciôn Catôlica; y lo que es peor, muchas veces aun entre personas piadosas. (1), c) Exhortar, encaminar a sus socies, particularmente a los jôvenes, a que se insert ban en la Acciôn Catôlica. Para comprender lo razonable y obligatorio de es­ te tributo, basta pensar que las asociaciones religiosas educan a los socios en todos los deberes de la vida cristiana, y uno de ellos, segùn las declaraciones pontificias, es precisamente la Acciôn Catôlica. Y puesto que el apostolado requiere una forma­ ciôn espiritual que se aparta de lo vulgar, es muy razo­ nable que las asociaciones conduzcan a la Acciôn Catô­ lica sus socios mejor formados. (2). En el discurso dirigido a las Congregaciones Ma­ rianas que tantas veces hemos citado, decia el Papa: "Todas estas initiatives (las obras auxiliares) pueden y deben ayudar a la initiative central de la Action Ca­ tôlica. El Papa espera ver que de estos buenos hijos tan bien preparados broten los mëjores retonos, los mejores auxilios". Normas prâcticas. Y viniendo a lo practice y concreto, juzgamos que para esa cordial inteligencia, para esa colaboraciôn pue­ den ser ùtiles las siguientes normas. 1.—La Acciôn Catôlica no ha de invadir el cam­ po de las asociaciones religiosas ni pretender sustituirlas. Por esto ni siquiera conviene que dentro de sus asocia- (1) . Véase cuanto dijimos en la Introduction sobre la necesidad de estudiar y dar a con.ocer la Acciôn Catôlica. (2) . “Las asociaciones religiosas deben alegrarse y andar orgullosas de dar a la Acciôn Catôlica la flor y nota de sus socios; en ella cumplirân la voluntad de la Santa Sede, en ese gran ejército pelearân por Cristo y la Iglesia. a las ôrdenes del Papa y los Obispos”.—Relaciôn del P. Agustin Garagnani S. I. sobre el tema “Acciôn Gatôliça”, en la Semana Social de Nâpoles.-—-Véanse Actas, pâg. 223.- Ed. Vita e Pensiero. 2 53 ciones se formen pectiones de tal o cual asociaciôn reli­ giosa, como dependientes de los propios directores. Por su parte, las asociaciones religiosas tampoco hari de invadir el campo de la Acciôn Catôlica, poniéndose en vez de ella, desarrollando el programa que ella tiene. (1). 2. —Supuesto que en los programas de una y otras hay puntos comunes, los dirigentes deben ponerse de acuerdo para evitar choques y süperposiciones. Para be­ neficio mutuo evitarân repeticiones y aun sumaran sus energias, promoviendo de comun acuerdo las funciones y manifestaciones religiosas convenientes para ambas partes. (2). 3. —Como muchas veces, sobre todo en parroquias pequenas, los socios de Acciôn Catôlica y los de asociaciones religiosas son las mismas personas, debe fijarse el horario de comûn acuerdo, para no impedir o mermar la asistencia a juntas u otras manifestaciones. 4. —Las asociaciones religiosas no usarân las ban­ deras y distintivos de la Acciôn Catôlica, ni ésfa se servira tampoco de las insignias propias de las asociacio­ nes religiosas, tales como estandartes, medallas, etc. (1). Creemos sera ûtil recordar lo que decia Pio X' a los tres Ministros generales de las Ordenes minoritas, en la carta Testium, el S de septiembre de 1912: “Los terciarios merecerân bien de la religion, si después le dar su nombre a las asociaciones catôlicas, procurai! individualmentç con-' seguir el fin particular que cada uno se propone. No les esta prohibido dedicarse'a la acciôn social, tal cual ha sido aprobada por la Sede Apostôlica: pero es n-cesario que la Terrera Orden, conio tal, no in vada el campo de las aso­ ciaciones catôlicas y convierta en fin propio el que ellas tienen”. Estas palabras pueden aplicarse a todas las aso­ ciaciones religiosas. (2) . Un ejemplo. Ua Aeciôn Catôlica esta consagrada al Sagrado Corazôn de Jesûs, a quien algunas asociaciones re­ ligiosas. como el Apostolado de la Oraciôn, tributan cul­ tos especiales. Es muy conveniente, sobre todo en Ittgares pequeflos, que algunas de es.as funciones sean promovidas de comûn acuerdo. En donde la Acciôn Catôlica no dispone de casa propia para los Ejercicios espirituales podrâ aprovechar la que tiene la benemérita Obra de los Retiros. 254 Dos errores que evitar. 1 .—Para concluir seûalaremos dos errores en que fâcilmente puede incurrir. quien no conoce bien el pro­ grama de nuestras instituciones. El priniero es de aquellos que apenas fundada la Acciôn Catôlica se dan cuenta de que algunas de sus actividades son comunes a las asociaciones religiosas y senfencian que estas son ya ïflûtiles y aun anticuadas. Tal opinion tiene en su contra la realidad y la voluntad expresa de la Iglesia, segqn hemos visto. 2.—-El otro es de los que piensan que . basta te­ ner asociaciones leligiosas activas y florecientes para acudir a las necesidades actuales; y por eso califican a la Acciôn Catôlica de' superestructura superflua: También esta opinion pugna con la realidad y la voluntad de la Iglesia. Por eso Pio XI quiere que “al noble y necesario trabajo de las asociaciones religiosas se agregue el no menas noble, necesario y por desgracia, en los actuales tiempos. urgentisimo del apostolado religioso-social’’ (I)· Y en el discurso a las Congregaciones Marianas dijo que mediante la Acciôn Catôlica “el apostolado y la coopération que le prestan los seglares, se reviste de for­ mas y asume actitudes propias y caracteristicas que es­ tân en consonantia con las necesidades actuales, con las cuales las actividades consiguen la eficacia que piden nuestros dias" (2). (1». Carta dei Secretario de Estado al Arzobispo las propiedades de la Ac ­ ciôn Catôlica ya es fâcil notar la diferencia que hay en­ tre ella y otras obras de apostolado. (2). Basta recordar que el apostolado de la Acciôn Ca­ tôlica es universal; el de esas obras es particular, limitàdô a determinadas actividades: la cultura cristiana, la caridad, la buena piènsa, cl arte cristiano, cl teatto mo­ ral, el' cinematôgrafo, la lucha contra la blasfemia, con­ tra las malas costumbres. la educaciôn moral y religiosa de la juventud, de los obreros, etc. 2. —Otra diferencia sustancial consiste en que la Acciôn Catôlica es apostolado oficial, subordinado y aun çoordtnado al de la Jerarquia; propiedades que no se encuentran en esas obras. Es verdad que al ejercer el apostolado no pueden hacerlo sin la aprobaciôn de (1). Reléase en el cap. I Significaeiôn del nombre. (2-). Muy larga seria la lista de esas buenas obras tuudadas por el celo de sacerdotes y seglares. Reeordemos unas cuantas: las Conferendas de S. Vicente, las sociedades de la Buena Prensa, las bibliotecas circulantes, que formait gi’upos especiales;. Circulos, Escuelas de cultura, Universidades Populares, sociedades récréatives, cinematôgrafos morales, ligas antiblasfemas, en pro de la moralidad, ora­ torios y patronatos para ninos. para obreras, etc. 256 la Iglesia, y por eso, en cierto sentido dependen de ella. pero como no proceden por mandato suyo. su apostola­ do no es oficial. Aurtque a veces se extienden y estân confederadas en toda una diôcesis o naciôn, su organization no es tome la de la Acciôn Catôlica, unitaria y jerârquica. Auxiliares de la Acciôn Catôlica. 1,—-Mas si por la diferencia no son Acciôn Catô­ lica en sentido estricto, por realizar parcialmente el· mis­ mo programa, pueden contarse entre sus auxiliares. Y en efecto,. la carta del Papa habla de instituciones e iniciativas que se dedican “al ejerdcio de la cari­ dad en todas sus difusiones y aplicaciones, ejercitando. asi. de hecho, un amplio y eficacisimo apostolado indi­ vidual y social” (1). 2;—£n la II fermo proposito habla Pio X expresamente de estas obras de apostolado; y después de tratat de las asociaciones de Acciôn Catôlica. prosigue:. ‘‘Esto no quita que se favorezean y àdelanten otras empresas de diverso lina je, de diferente constitution, igualmente encaminadas todas a esté o esotro bien' particular de l'a soeiedad y del pueblo, par# auge y prez de la civilizaciôn cristiana en sus. varias fases. Nacen comûnrrtente en cada diôcesis/foméntadas por elcelo de per­ sonas particulares, y en las diôcesis se acrecientan y tal yeZ Se adhieten a mâs extensas confederaciones. Y; pues, como quiera que consten de laudable fin, que sigan con firmeza principios cristianos, que enipleeh riledios jus tos, dignas son de foa, conviene alentarlas de todas ma­ nieras,. dejândolas empero cierta libertad de organiza­ tion, y a: que no es posible que cuando muchas personas concurrent, se amolden a un designio y se ajusten a una direcciôn’ ' ( 2) C-l): AZvlaz.u, pâg. 414. f2).. luidem, pâfe. Js87, (15), 257 / Coordiiiaciôn 1. —-Su caracier de auxiliares determina tas relaÇionesque tfenén con la Acciôn Catôlica y se compendian en la formula que yâ conocemos: .benevolencia rtfytuà,, cordial iâtéligencià, çolaboraciotï reciproca.: También se les pueden· aplic'ar aquellas palabras del Papa “pueden y deben ayudar a lainiciativia· central de la Acciôn Catôlica' y puesto que se trata de una iniciativa central·, es îôgico que orient,en bacia ella las acçividadgs apostôlicas de los seglares. Tal es la voluntad de la Santa Sede, como lo ma .nïfèstô al aprobar los nuevos estatutos de la Acciôn Ca­ tôlica Italiana : “asi como todo cafolico, ha de sentir ta necesidad de éntrçgqrse ocuando menas de contribuit a esta obra de apostolado (la Acciôn Catôlica) asi tam­ bién ha de senfir la necesidad y1 el deber de coordinarse, en cuanto sea posible.· a dos ôrganos de açcion ya recoriacid&s, si- noqpiere expbherçenil peligro de que su tràbafô résulte estéril y aùh quiza perturbador y danoso’ Π). ' 2. —No' repetirejnps ahora lo dicho acerca de la, coordinaciôn detodaslasfuerzascatôlicas para procurât el âdvènimiënto.deLreino de Çristo (2) pero si indicamos que es?, coordinaciôn puede ser en forma de verdadefa àdhésioh, cuarido'l^yjes.preçisàmeftte elicaso que vamps, estùdiàndo-— se; trata de pbras que se proponen algûn apostolado y que pueden contribuir realmentc a la 'Àcciôri Catôlica. TéciBiêndo' de* ella apoyo e 'incremento En la carta al Episcopado Argentino se habla expresamente de esta adhesion. Despuçs de hablar de las obras auxiliares, prosigue i;l Papa: “Nos congratulâ­ mes vtvamente con vosotros, porque os. servis de esas beneméritas instituciones ^para dyizdar a la Acciôn Ca­ tôlica. Lo cual.'serâ mucho mâs fâcil, si, ComO lb espe<1). Carta' del-Secretarib de- Estado al présidente geiiéraLde la A. ,C. I'., qctubre 2 de Î923. ( 2 ). Véase el cap; IV.· Organizariôn de là À. ■ 25 8 ramos, las enlazats a la misma Acciôn. determinando oportunamente la forma en que a ella deben adherirse, de manera que conservando su fin y organizaciôn propios, cooperen eficazmente a beneficio de la Acciôn Ca­ tôlica” (1). · —Otro modo de estàblecer la coordinaciôn es 3. que los directores de estas obr^s formen parte de los ôr­ ganos coordinadores de Acciôn Catôlica, o cuando mè­ nes que asistan a sus sesiones, siempre que havan de tratarse cuestiones que les son comunes. (2). Lo mâs frecuente es que esa coordinaciôn se establezça mediante los ôrganos coordinadores de Acciôn Catôliça. (3). La Autoridad éclesiastic?. competente sera quièii décida sobre la mejor maner; de efectuarla. (/oordinar, no centralisai·. 1. ·—En la carta al Episcopado Argentine se dice que las obras auxiliares hân de enlazarse con la Acciôn Catôlica, pero conservando su fin y organizaciôn proptos. Lo cual quiere decir que coordinar no es concen­ trai Hây que aprovechar la actividad de esas obras pa­ ra los fines generales del apostolado, pero sin absorberlas; su autonomia debe ser respetada, procurando que se sostengan fiel es a sus propositos cristianos y cristianizadores. Este, de régla general; pero, naturalmente, puede haber excepciones. ' 2. —-La ley de la division del trabajo, aconseja que para ciertas clases de apostolado baya obras particulares, especializadas, si vale la expresiôn. En este mundo nadie es capaz de hacer todo y bien, porque las fuerzas (1) . Azpiazu, pàg. 356.. (2) . En la A. C. I. la coordinaciôn se consigne mediante el Conse,jo Parroquial, formado por los présidentes de las asociaeiones de Acciôn Catôlica y “por los dirigentes de las obras e instituciones que ejercén algûn apostolado en la parioquia”. Art. 5. de los estatutos generales. (3) . Véase el cap. IV. Unidati y variedad. 25.9 humanas son limitadas; principio que se aplica lo mi$mo a los individuos que a las colectividades. La experiencia demuestra que un sistema excesivamente centralizador es pernicioso para la vida y fecundidad de las instituciones; extingue ,y amortigua ener­ gias, merma responsabilidades, créa el desierto donde esperaba poner orden. Es régla prudentisima de gobierno el,conciliar las necesidades del orden con las de la fecundidad, la unidad de propositos con la variedad de obras. 3.—Cuando la Acciôn Catôlica lo créa ùtil o ne­ cesario podrâ fundar directamente obras especiales, que, en tal caso, estarân bajo su dependencia, aunque dejândoles una justa y conveniente autonomia en el campo técnico. Y donde ya existen, sera ,mâs conveniente que las utilice con espiritu de solidaridad cristiana. (1). Obras fundadas directamente por la Iglesia. 1.—No debemos terminât este capitulo sin recor­ dar que hay algunas obras que la Iglesia misma ha fundado, que dependen directamente de ella en el desempefio de las funciones particulares del apostolado que les ha encomendado. Taies son las catequesis. las uniones il). La Junta Central de la A. C. I. deeia a las Juntas diocesanas y Consejos parroquiales en una circular: “Ya de tiemp.o atrâs existen en algunas diocesis sociedades de Buena Prensa que han conquistado muy reales mérites. Procuren las Juntas diocesanas célébrai· con ellas alfanzâs oportunas, de manera que conservando fielmente el fin que les es propio, se establezca entre ambas partes una mutua colaboraciôn con ventajas reciprocas, y lo que im­ porta mâs, con beneficio de la causa couiûn. “Las Juntas diocesanas y los Consejos parroquiales incluirân en su programs fundar y protéger a las bibliotecas catôlicas. . . Y como no se han de multiplicar los entes sin necesidad, donde ya hay bibliotecas, entrarân eu relaciones con ellas lo que sera muy ûtil, pues contribuirâ por una parte a su desarrollo y por otra los propios socios recibirân beneficios". — Bollettino Ufficiale dell’A. Ci !.. diciembre 1 de 1928. Creemos que esta, régla oficial puede aplicarse a todas las obras de apostolado de que nos venimos ocupando. 260 mistonales, la obra de la preservation de la fe, las comisiones de Musica sagrada, etc. Ya se.entiende que la Acciôn Catôlica estarâ con ellas en relaciones especiales de inteligencia cordial y co­ laboraciôn mutua. Entra en su programa. Pues siendo colaboradora oficial de la Iglesia, es natural que colabore y contribuya a las obras de la Iglesia misma. Esa colaboraciôn no debe carecer del respeto que hinc inde (de una y otra parte) se ha de tener a la misiôn que la Iglesia ha confiado a cada una de ellas. · —Plâcenos cerrar este capitulo sobre las rela­ 2. ciones de la Acciôn Catôlica con las instituciones hermanas con una amonestaciôn del Apôstol que se aplica perfectamente a los catôlicos que militan en distintas porciones dei campo apostôlico: “Os conjuro. . . que andéis solicitas en conservât la unidad del espiritu en el vinculo de ta paz, siendo un solo cuerpo y un solo espiritu. asi como fuisteis llamados a una misma esperanza de vuestra vocation. Uno es el Senior, una la fe, uno el bautismo, uno el Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, gobierna todas las cosas y habita en to­ dos nosotros’ (Ef. IV, 3-6). CAPITULO X. La Acciôn Catôlica y las Obras econômico-sociales. Otras obras con las cuales la Acciôn Catôlica de­ be mahtener buenas relaciones son las econômico-socia­ les de tendencias cristianas. Llamamos asi a todas aquellas organizaciones, ins­ tituciones y obras que, promovidas o fundadas por ca­ tôlicos, se rigen por los principios cristianos, por las instrucciones pontificias, y cuyo fin es el bienestar tempo­ ral de los socios, aunque subordinado al espiritual. Se proponen, por tanto, ejercer también el apostolado. Algunas son de carâcter profesional, que defienden los intereses peculiares de determinada clase social, como los sindicatos, ligas de trabajadores, etc.; otras son de carâcter econômico principalmente, y por eso los 'medios de que echan mano son en gran parte pecunia261 I rios. y de aqui su denominaciôn; taies con las cooperati­ vas, mutualistas. cajas rurales,, etc. Aqui comprendemos a todas en el nombre de obras econômico-sociales. Ya se ve que por su misma naturaleza y fin se distinguen de la Acciôn Catôlica, tanto de la propiamente dicha, como de las obras auxiliares que hemos estudiado en el capitulo precedente; pero, como vamos a ver, puden y deben ser también auxiliares. Por eso la Acciôn Catôlica tiene con ellas relaciones especiales, que han sido determinadas por la Autoridad eclesiâstica. Por estas razones y por la importancia especial de taies instituciones hemos creido conveniente dedicarles este capitulo. Veremos en primer lugar los fundamentos que tie­ nen los catôlicos para ocuparse de la acciôn econômicosocialj luego los motives por que los catôlicos en gene­ ral y la Acciôn Catôlica en particular han de .promo vfer y cuidar de esas obras; indicaremos el fin especial a que se ordenan. En otro pârrafo examinaremos las relaciones prâcticas entre ellas y la Acciôn Catôlica. (1) . 'I Fundamentos. La Iglesia y la'cùestiôn social. 1.—Desde luego, una pregunta: ipor quÇ ha de ocuparse la Acciôn Catôlica de estas obras? La respuesta es obvia: porque se ocupa la Iglesia de quien es colaboradora. J No es esta la razôn funda­ mental de todas sus actividades? Mas conviene averiguar por qué se ocupa de ellas la Iglesia. Tampoco es dificil la respuesta, teniendo en cuenta lo ya dicho acerca dei poder indirecto en asuntos . (1) La Acciôn économico-social catôlica se ejercë me­ diante las obras de Que venimos hablando. Algunos la 11aman acciôn social a secas, para distinguirla de la Acciôn Catôlica; preferimos el nombre dicho, pues creemos sirve para distinguirla con mâs claridad, ya que segun dijimos en el cap. II. la Acciôn Catôlica es también social. 262 temporales : pues los econômicos, por la conexiôn que tienen con la moral, estân comprendidos en ellos. Pero hemos de agregar que la conexiôn de esta materia con la moral es mâs intima y frecuente que con la politica, porque la justicia y la caridad, ejes del mundo_moral, tienen que decidir frecuentemente acerca de ellos. Por consiguiente tanto la Iglesia como la Acciôn Catôlica tienen derecho y deber especial de intervenir en el campo économico-social que, por'desgracia, se ha convertido en arena de aCerbas. luchas, no siempre inçruentas, entre las clases sociales, por las apasionadas cuestiones de lo tuyo y mio.. 2.—Los Papas han defendido muchas veces en do­ cumentes solemnes este derecho y deber. Hablando Leon XIII de la cùestiôn obrera en la Rerum 'novarum, dice: “Animosos y con derecho claramente nuestro. entrâmes a tratar esta materia, porque cùestiôn es esta a la cual no se hallarâ solution ninguna aceptable, si no se acude a la religion y a la Iglesia” ( 1). Y da la rryzôn en la Graves de communis : “La cùestiôn social es en opinion de algunos solamente econômica, siendo por el contrario cieftisimo que es principalmente m’oral y religiosa, y por esto ha de resolverse en confor midad cbn las leyes de la mofal y de la religion” (2). Benedicto XV escribiô: La cùestiôn social espé­ ra aùn seraresuelta; mas debe serlo no sin la Iglesia para que no lo sea en contra suya” (3). ' Son de Pio XI estas palabras: “Mientras la cuestiôn social, y en primer término, el problema del trabajo, no sea cùestiôn puramente material y econômica o, como suele decirse, de estômago y digestion, sino cuestiôn en que entran la concienda y la dignidad huma­ nas, y por lo tanto, cùestiôn moral; la Iglesia, la Santa Sede, la Jerarquia. el apostolado, por el mandato que (1) . 2a. Ed. .A.C.J.M., pâg. 43, n. 21. (2) . Azpiazu. pâg. 72, (11). (3) . Discurso en el 25o. aniversario de la sociedad de S. Joaquin, marzo 1S de 1919. 263 de Dios han recibido, no solo no pueden negarse, pero ni aun siquiera dispensarse de acudir a socorrer a todos, pues deben considérât esto como deber prèciso y pri­ mordial" (1). Y en la carta al Card. Schuster (abril 29 de 1931) decia: “El deber y el derecho que tiene là Iglesia (y en proportion, la Acciôn Catôlica') de descender al campo obrero, al del trabajo y social, no es para usurpar ni macho menbs para impedir las actividades sindicales a otras que no son de su competentia, sino para saluaguardar y promouer en dondequiera la honra de Dios y el bien de las almas'. Palabras que indican claramente que las activida­ des de la Iglesia y de la Acciôn Catôlica en el campo econômico-social tienen miras religiosas y morales. Im­ porta mucho que conozcamos cuâles son esas miras. Fin de la acciôn econômico-social.. 1.—-La action econômico-social fundada en los principios Cristianos se propone realizar la justitia so cial conforme al Euangelio. Es verdàd que êl. Evangelio no prescribe ni enseûa un determinado sistema econômico; pero también es cierto que no todos los sistemas pueden estar conformes con los principios de justicia y caridad que en él se contienen. Y a eso tiende la acciôn de los catôlicos, a que las relaciones econômicas y sociales se regulen de ma'nera que cada uno tènga lo que es suyo —unicuique suum—de manera que los menos afortqnados mejoren. Refiriéndose Lecin XIII.en la Graves de communi a esta acciôn de los catôlicos que entonces llevaba el nombre de '.democracia cristiana esribiô estas claras pa­ labras: “Nadie habrâ que censure la acciôn que solo as­ pira, segùn la ley natural y divina, a ayudar a los que viven del trabajo de sus manos, a hacerles menos penc­ il):. Discurso a los dirigentes de Acciôn Catôlica en Roma-, abril 19 de 1931. 26’4 J ï so su estado y proporcionarles medios para atender a sus necesidades” (1). 2. '—Los catôlicos cumplen un deber de caridad cristiana, dedicdndose a la acciôn econômico-social. Decia también Leon XIII en la Graves de commu­ nis "Tanto mâs digna de encomio nos parece esta ac­ ciôn benéfica de los catôlicos hacia los obreros, cuanto que se despliega en el mismo campo en que la caridad, bajo la benigna inspiraciôn de la Iglesia, ejercitô siem­ pre su acciôn” (2). Y en efecto, Jesucristo mandé a los Apôstoles no solamerite que predkaran y bautizaran, sino también que curaran enfermos, resucitaran muertos, sanaran le/ prosos, lanzaran demonios, ayudaran a los oprimidos (Mat. XI, 7-8; Luc. XI, 3-9). Asi que; a mâs de la misiôn religiosa les encargô la de beneficencia. qué es la acciôn econômico-social, euando aspiran a levantar la condiciôn del pobre, a promover la paz social por medio de la justicia, sino un aspecto de la caridad corporal que Cristo impuso a los Apôstoles, a los sacerdotes, a los fieles? 3. —Por esto, la acciôn econômico-social de los ca­ tôlicos esta perfectamente de acuerdo con toda la tradiciôn cristiana. Si echamos siquiera una ojeada al Evangelio, encontraremos que Jesucristo no se limitô a prédicat la buena nueva, sino que “pasô hacienda el bien” (Hech. X,38) ; de su boca salieron las hermosas palabras ‘‘mi­ sereor super turbam” (Mat.'XV, 32), y multiplico los panes para saciar a la muchedumbre hambrienta; cumpliô en todo el vaticinio de Isaias: "Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan. los pobres son evangelizados” (Mat. XI, 1). Y los Apôstoles, fieles intérpretes del pensamiento y voluntad del Maestro, desde los primerqs dias de su misiôn, deseando remediar las necesidades materiales de (1) . Azpiazu, pâg. 72, (10). (2) . Ibidem, pâg. 73, (12), 265 ' la primera comunidàd cristiana, crearon una orden sagrada, el diaconado. para que atendiera a la administra­ tion y equitatiya · distribution del patrimonio de las viudas y pupilos. (Hech. XVI ) S. Pablo, aun en sus fatigosas peregrinationes apostôlitas, encontre modo de allegar 'socorros para las iglesias de Judea, afligidas por la carestia. (Hech. XI). Siguiendo estes ejemplos, la Iglesia se ha dedicado siempre^con celo a remediardas necesidades materia­ les del pueblo. Poto a poto su àctividad va concretândose en variadisimas instituciones, segûn la’s cirçunstancias y necesidades dé los tïempos; instituciones que-tuvieron promotores munificos.ep Papas y Obispos, celosos.ejecutores en "sacerdotes y seglares. 4i—-La acciôn econômico-social tiende a la eleva­ tion moral del pueblo, mediante el bienestar econômico. Leon XIII indica en la Graves de communi que el programa dé los catôlicos debe ser que los trabajàdores vivamnenos duramente: “que dentro y fuera de sus ho,gares cumplan libremente los'deberes de las virtudes y de la religion;-que se persuadan de que no son animales ' sino hombres, cristianos no paganos; y de esta manera se dirijan al ûltimo bien, para el que todos nacimos” , El Papa reinant’e exhorta a los organizadores cris­ tianos a aprovecharse de los medios materiales de la organizaciôn “para el perfeccionamiento Cultural; moral y religioso de los socios, para conseguir levantar realmen te la condition del pueblo; elevation que consiste no solo en un mayor bienestar econômico, sino en que se vea libre de la funesta tirania del error y del vicio, en que goce de los inestimables bénéficias de la luz del Evangelio’’ (2). (1) . Azpiazu, pâg·. 7 2. (10). (2) . Carta del Card. Gasparri, Secretario de Estado, a la asocineiôn obrera catôlica alemana. 266' Y por cierto. los beneficios materiales abren el ântmo a- recibir los espirituales; cuidando el cuerpo. curan el aima. La acciôn econômico-social allana el camino a la acciôn religiosa. 5.—La acciôn econômico-social cristiana ampara la fe y la moral de los obreros. Es ciertamente fin negativo, pero de peso para la Iglesia y los catôlicos. Actualmente cl obrero tiene conciencia de sus dere­ chos. ÿ tiende a conseguirlos mediante las organizacio­ nes. Si los catôlicos descuidan esas aspiraciones dejarân abierta la puerta a sistemas econômicos que so pré­ texte del bienestar material arruinan las aimas. “Los obreros—escribia Leôn XIII— a mâs de ser muy dignos de caridad y auxilio por su misma cpndiciôn, estân gravement e expuestos a las fraudulentas seducciones de los agitadores. Por lo mismo debe invitârscles cdn generosidad a las asociaciones buenas para que no se dejen arastrar a las malas" ( 1 ). Segûn Benedicto XV "en el campo econômico corre gran peligro là salvation de las aimas"· (2). Por fin, el Papa actual afirma que “las muchei dumbres obreras, descontentas y seducidas por las mal sa-nas prédicas del-materialismo y las r-evoîuciones que de él se derivan, no podrân verse libres de los errores que las extravian y mucho menos estar. en paz con los patronos, sino por medio de la doctrina social bien entendida a la Iglesia. y divulgada por seglares, informa dos por el espiritude apostolado, propio de la Action Catôlica. (3). (1) . Eneiclica Humanum genus. (2) . Carta al Obispo do Bergamo. (3) . Carta citada a la Asociaciôn obrera catôlica alemaua. Claro