PIO XII A LOS ESPOSOS Discursos del Padre Santo a los nuevos Esposos, con breves comentarios del P. FRANCISCO PELLEGRINO, S. J Novena cdiciôii EDITORIAL LIBRERÎA RELIGIOSA AVîfiÔ, 20 : : BARCELONA 1958 Los Discursos del Sumo Pontifice se repro­ ducer! euioios y por su orden. Solo se han omitido aquellos parrafos que se referian a otros grupoe de fioles présentes a las mismas Audiencias. jNoveles espososl Otro ramo de flores hermosas ofrece a los nuevos esposos, con sus discursos, el Romano Pontifice, y enlazadas con sedenos lazos les transmite su comentador insigne. Un ramo de flores que deberia entregarse a toda novel pareja que se acerca al altar, para recibir con el nupcial anillo la bendicion del cielo. Un ramo de flores que esparcen suavisima fragancia, mas que el azahar tembloroso en la grâcil mono de la candida esposa. Esas son flores de un dia: cortadas de su raiz, el aire mismo las agosta y marchita. Aquellas nacieron en el corazon del Papa, que es como decir en el Corazon de Cristo, donde tienen sus raices y se nutren de savia divina, que es la Verdad Eterna. El espiritu de Dios volé sobre ellas, y al roce de sus alas y a su blando sopio vistiéronse de hermosura y delicadeza, que refulge en sus ccrolas multicolores mas que las estrellas en noche obscura. Flores inmarcesibles y luminosas, que los noveles esposos deben guardar en su nueva casa, como se guarda en las iglesias inextinguible la làmpara del Sagrario. Làmpara santa, que debe order siempre en el sagrario del hogar, de todo hogar cristiano, para que en las horas de lucha, de cerrazôn y de duda a tcdos ilumine, conforte y guie. EL EDITOR ▼ "ML PROLOGO Esta nueva serie de Discursos de Su Santidad Pio XII a los Esposos, ajustada al mismo criterio de la anterior, enriquece con nuevos argumentas el tema importantisimo dei Matrimonio Catôlico. Pecaria de muy superficial quien creyera que un tratado sobre el Matrimonio y la familia puede agotarse en pocos capitulas. Uno y otra abarcan, on la mente catôlica, tales horizontes, que prâcticamente no tienen limites. Desde hace cuatro anos el genio augusto del Padre Santo estudia esta materia en todas sus facetas, siempre nuevas e importantisimas, que con paterna solicitud ofrece a la consideraciôn y practice de las nuevas familias que se van formando. Sabe bien S. S. que el parvenir mismo de la Santa Iglesia depende de la formacion y vida cristiana de la familia. Lejos de mudar de dictamen o de atenuar su justo convencimiento, el Padre Santo muestra corroborarse en él y lo inculca mas y mas, como claramente se desprende de la mayor extension y profundidad que va dando a sus discursos. PIO XII A LOS ESPOSOS Extension y profundidad que nos dispensem de largos comentarios y de explicaciones propiamente dichas, las cuales por otra parte, en vez de iluminar, no harian sino diluir los conceptos. Por esta razon nuestro trabajo, en esta nueva serie, se limita a bre­ ves presentaciones y jugosos epilogos o resûmenes destinados a senator la importanda de cada una de las ensenanzas pontificias. FECUNDIDAD Y SACRIFICIO 8 de enoro de 1941. Grandes manchas de nieve estantia, arremolinada en los àngulos del tejado y de las galerias vat’.canas que miran al septentrion, reverberan con vivos reflejos en el oro viejo del artesonado del aula del Consistorio. Afuera, el sol invemal da una transparencia insolita al vasto panorama de la Ciudad Eterna con sus casas de campo rodeadas de eterno verdor. Mas lejos, hasta donde se extiende la vista, brilla con niveo candor la cordillera de los Abruzos... También el Papa parece fascinado por la nieve natalicia, con que Roma aparece embozada. Con su habitual sensibilidad y maestria Pio XII saca hoy el tema de su augusto discurso precisamente del cândido espectâculo que la naturaleza ofrece a sus ojos y han contemplado los de aquellos queridos Esposos durante su viaje a Roma. Al presentaros a Nos habéis querido, amados noveles esposos, demostrar vuestro doble ardor: el ar­ dor de la juventud que sin temor afronta y vence los rigores de la estaciôn invemal, y el ardor de vuestra fe y devociôn que os ha conducido a buscar la bendiciôn del Padre comûn de los fieles para las fami- * 10 PIO XU A 1.0 * -___ ■ hSlOSOs KKC’LNDIUAI) lias que habéis fundado con irrevocable contrato. Absortos como estais en la felicidad de vuestro reciente y concorde enlace y en el sueno de una auro­ ra rosada de alegres esperanzas par el sendero de la vida que acabâis de iniciar, ni el camino de Roma ha enfriado vuestros ardientes corazones, ni os han atraido y arrancado muchas miradas durante el viaje los campos fugaces, las heladas y nevadas 11anuras, los cândidos montes, los tristes drboles que distendian a través de un cielo gris los desnudos brazos de sus ramas. POR EL SACRIFICIO LA VIDA Sin embargo, bajo aquella colcha de frio y de nieve vive la naturaleza durmiendo un sueno que pa­ rece de muerte, pero que en su silencio tranquilo habla un lenguaje que es para vosotros, como para todos los que han sido llamados por Dios a transmitir la vida, una gran ensenanza dada a las aimas por la divina Providenda y recordada a los Apôstoles por Nuestro Senor, antes de su Pasiôn: «En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo, después de echado en la tierra no muere, queda infecundo; pero si muere, produce mucho fruto»1; ensenanza que el buen Maestro completaba poco después: «Os contristareis, pero vuestra tristeza se convertira en gozo. X SACRIFICIO 11 La mujer en los dolores del parto esté triste, porque le vino su hora; mas una vez que ha dado a luz a un nino, y a no se acuerda de su angustia, llena de alegria, porque ha dado al mundo un hombre » ’. Profunda verdad, al mismo tiempo humana y cristiana, es que la vida no se transmite sin sacrificio, y que, sin embargo, transmitir la vida es un gozo inefable que disipa todo recuerdo del dolor. DEL DOLOR NACE EL AMOR Mirad los campos y la maravillosa obra de la naturaleza. El grano, confiado al cuidado de la tierra, yace como en un sepulcro, parece que muere y se disuelve, para que el germen que tiene en si pueda desenvolverse, abrir los ojos, asomarse a la luz, verdear y crecer en vigoroso talio. Pero pasara y gravitarà sobre el el inviemo antes de que, con la tibieza primaveral y el ardiente raya del verano, el germen se convierta en flor y la flor en fruto. En el orden mas olevado de la naturaleza viviente, sensi­ ble al dolor, todo nacimiento es mas o menos dolo­ roso; y porque del dolor nace el amor, vois vosotros que solo entregandose a sus pequenos, custodiandolos con su vigilanda, alimentcmdolos con su propia leche o calentdndolos bajo sus alas, puede la madré conservar v vigorizar la vida que les ha comunicado. 7 PÎO XII A LOS ESPOSOS FECUNDWAl) CONFIANZA EN EL SACRIFICIO Y como el inviemo precede a la primavera, también en este misterioso don de la vida las penas preceden a las alegrias prometidas a toda fecundidad. En la espera y en el deseo de la futura cosecha, ve­ rnos al agricultor sacrificar sin pesar, antes bien con alegria y esperanza, su mejor simiente. Todavfa esta lejana la mies; él no sabe que tiempo le mandarà la Providenda, ni cual sera la cosecha, si facil o dificil; pero no dudara en esparcir, con su amplio gesto de sembrador, sobre los removidos terrones del campo, aquellos punados de grano escogido, destinados a sentir los frios de la escarcha y de la nieve sobre el dorso, y a disolverse en los surcos hûmedos, antes de erguir los verdes tallos que, vencedores del pasado inviemo, inclinen la cabeza, cargados de pesadas espigas, como dando gracias al delo y al suelo feraz que los han sustentado. LECCIONES DE LA NATURALEZA La vision de la naturaleza que el Padre Santo muestra a les esposos es de por si elocuente. Ni puede ser de otra manera el estilo de Dios, que provee patemalmente al gobiemo dei mun­ do, de los hombres y de las cosas y que tedo lo ha dispuesto en perfecta armonia para el ûltimo fin de la creacion, que es su gloria. Pero, en general, hablando de analogies entre la natu­ raleza y el hombre, conviene establecer cierta prioridad de orden. Es mucha verdad que las enseüanzas dadas por la naturaleza l 1 Y SACRIFICIO 13 a la criatura racional reflejan clarisimamente la voluntad y el orden divino, de forma que muchas veces, y no sin razôn, aprendemos de ella y a ella nos ajustâmes; sin embargo, seria falso creer que esta dependenda casi «ejemplar * o de dechado menoscaba la nobleza del hombre, sobre todo si tenemos en cuenta que él es el rey de la creacion. Porque nos esta permitido suponer que Dios no ha creado al hombre adaptândolo al resto de la na­ turaleza, sino al contrario, que esta ha sido preordenada conforme a las exigencias, al fin y al servicio del hombre, y dotada al mismo tiempo de la funciôn de un obvio magisterio. Ni la prio­ ridad de tiempo de la naturaleza respecto del hombre, como nos enseüan los sagrados Libros, es motivo para negar la prioridad del hombre en la intenciôn del supremo Autor de todo lo creado. Asi resplandece con mayor esplendor la sabiduria divina que oportunamente prépara la maravillosa casa dei mundo antes de créai e introducir en ella al que habia de ser su rey. Para vosotros, queridos noveles esposos, la hora present© es como la hora alegre de la siembra hecha en un campo preparado con amor; pero, por mucho que en vosotros brille ingenua la juventud, habéis aprendido tanto en la escuela de la experienda y de la vision dei mundo, que y a sabéis que el parve­ nir abierto ante vosotros, y que os auguramos colmado de cristiana felicidad, no os proporcionara solamente placeres y alegrias, y que, sobre todo en estos tiempos agitados, no se cumplirà para vosotros sin dolor la sublime misiôn que se os ha confiado de dar la vida a candidos pequenos, regalo del cielo, que hay que educar e instruir en la piedad religio­ sa con la palabra y con el ejemplo, y que estân A· •.w h Ρίο XII A LOS Ε8ΡΟΘΟ8 14 destinados a ser ©1 sostén vuestro y d© la patria, y a acompanaros un dia ©n la gloria y ©n la felicidad etema. LA PATERNAL ASISTENCIA DE DIOS El labrador no vacila en afrontar animosament© la vaiia probabilidad d© los dias d© tormenta, d© sequia y de hielo, no ignorando qu© Dios ©n su misericordiosa providenda los tendra contados ni les dejara abatir a quien le sirve y ©spera en El, como no dejarà morir de hambr© a los pajaros que descienden a revolotear en tomo a su arado. También vosotros sabéis que el Senor no permitirà que seeds tentados sobre vuestras fuerzas3 y cru© la paciencia hace la obra perlecta *. No dudais, por lo tanto, que El, infinitamente bueno, enviarà las pruebas con­ forme a vuestras fuerzas, o mejor, las fuerzas y los auxilios que El mismo os dard con su gracia; y que esta fe en El, qu© hoy es fuente d© confianza para vuestros corazones, serà también sostén de vuestro trabajo ©1 dia de manana. LAS ALEGRIAS DEL INVIERNO Pero esto no debe haceros olvidar que hasta en los momentos mas duros, que pudiera reservaros el parvenir, no os faltarén consuelos y dulzuras. En el « 1 Cor., 10. 13. « Jac., 1, 2. rECüNDTDAn y sacrificio campo, como bien sabeis, tampoco el inviemo pasa sin sus alegrias. ^No es enfonces acaso cuando la familia, que en otras ocasiones se dispersa para el trabajo, vuelve màs a menudo a encontrarse reunida en tomo al hogar? ^No es enfonces el tiempo de las largas, paternas y fraternales veladas, en las que los corazones se sienten y palpitan mas cerca los unos de los otros, y a través de conversaciones y de silencios mas elocuentes que las palabras, mas las aimas se penetran mutuamente y se encuentran mas intimamente en los afectos y en los pensamientos? («No es enfonces cuando el pasado, el présente y el futuro animan los recuerdos y las conversaciones de la alegria familiar? También para vosotros, amados hijos e hijas, en los momentos màs dificiles que hayon de esperaros, sera el cielo no menos generoso en alientos y consuelos. No temais. Si vosotros, como cristianos confiados y fuertes, tomâis hasta las aflicciones como de las manos de Dios, que las dispone para mejoramos en la virtud, las pruebas, en lugar de ser, como ocurre con demasiada frecuencia, estimulos de recriminaciones y de lamentas, de desarmonias y de disgustos, acercaran todavia mas vuestros corazones y en la pena se estrecharan los afectos; porque en el amor no se vive sin dolor. Enfonces os conoceréis, os hablaréis, os comprenderéis mejor, os apoyareis mas firmemente el uno sobre la otra en los pasos del - 4/ fr* L « I irt PIO XII A LOS ESVOSOR camino de la vida. Entonces el amor que os une, templado al fuego de la tribulaciôn, se consolidarà defini tivamente; nada podrà ya séparai dos aimas que tan valerosamente han sufrido y llevado juntas la cruz en union con Cristo. FECUNBIDAD Y SACRIFICIO 17 Este es el espiritu que pedimos a Dios para vosotros, amadas recién casados, y para todos los os son queridos, mientras, como prenda de las cias y de los dones celestiales, os impartîmes de corazôn Nuestra patemal Bendicion Apostolica. INVITANDO A LA REFLEXION NO Terminada su admirable exposiciôn, el Perdre Santo terne haber ensombrecido con pensamientos serios la alegria de los jôvenes esposos. Por esto se apresura delicadamente a desvanecer toda especie de sombra, recordândoles las grandes ideas cristianas sobre la felicidad, la felicidad verdadera. Tales pensamientos, que el corazôn nos pone en los labios como patemo recuerdo para vosotros, podràn por ventura pareceros austeros en estos dias de vuestra alegria; sin embargo, a la luz de la fe que os ha traido ante Nos, ellos son la unica fuente de la verdadera felicidad; de aquella felicidad que no puede brotar, existir y durar, sino alli donde se ha comprendido profundamente, se ha aceptado, se ha amado el alto sentido de la vida présente; felicidad menos puéril, menos desconsiderada, menos frivola, pero màs intima y màs sôlida y mas segura, porque esta fundada sobre la plenitud del espiritu cristiano, que no se desmorona al viento de las adversidades, y hace los gozos y los dolores de aqui abajo ùtiles para una vida mejor. OLVIDES — La vida no se transmite sin sacrificio... — Sin embargo, transmitir la vida es un gozo inefable que disipa todo recuerdo del dolor. ;···· .or nace del dolor γ del sacrificio; cuanto mas los padre s se sacrifican por los hijos, tanto màs se estrechan les lazos del amor. — La sublime mision e inefable dicha de transmitir la vida no se realiza sin dolores; pero Dios esta siempre dispuesto a sostener y a consolar. — Las penas pasadas en comun sueldan los corazones: nada podrà separar dos aimas que han sufrido valerosamente y han llevado juntas la cruz en union con Cristo. EL DOBLE MINISTERIO 15 de enero de 1941. Si se nos permite un juicio comparativo, diremos que el pré­ sente discurso del Papa es el mas sugestivc de todos los de este ano. Mientras exalta el Matrimonio cristiano, aureolândolo con el nimbo de luz pura y sagrada con que lo adorno el mismo Redentor, descubre con eficaces rasgos a los padres cristianos la doble misiôn sublime que les senalô el Padre Celestial. La razon de sacramento, la participaciôn en la misma Paternidad divina, el ministerio de préparer nuevas piedras para el Templo vivo de Dïos en la tierra, la obligation que les incumbe de pulir esas mismas piedras hasta hacerlas puras y vivas: he aqui la subs­ tanda del présente discurso, que no dejarà de hacer profunda mella en los esposos hatiéndolos mas y mas conscientes de su alla misiôn de ccoperadores de Dios y de la Iglesia. AUDIENCIAS CONSOL ADORA S Entre los innumerables cuidados y responsabilidades que pesan sobre Nuestra frente desde que la divina Providenda Nos llamo al gobiemo de la Igle- •I i 20 Ρίο XII A LOS ESPOSOS sia en tiempos tan difidles, uno de los grandes consuelos que el Senor Nos concede para aliviar el * peso de Nuestro animo son estas audiencias en las que Nos es dado transportâmes como a un aire mas sereno y sentimos mas intimamente el Padre que recibe a sus hijos y en medio de ellos, rodeado por ellos, abre y desahoga libremente su corazôn. Pero en el nûmero de los audiencias que resul­ tan particularmente dulces y gratas a Nuestro espiritu, ponemos gustosamente aquellas en que vemos reunidas estas filas de recién casados que, animados por su viva fe, al iniciar un nuevo camino de la vida, vienen junto a Nos para ofrecer a Nuestra bendicién patema sus aimas, recién rociadas por el rocio divino de la gracia dei sacramento, que les ha colocado definitivamente en las gradas de la sociedad y fijado en su puesto en el cuerpo mistico de la Iglesia. EL SACERDOCIO Y EL MATRIMONIO (j,No habéis considerado nunca, queridos esposos, cômo entre los diversos estados, entre las diversas formas de vida de los cristianos, solamente hay dos de ellas para las cuales ha instituido Nuestro Senor un sacramento? Son el sacerdocio y el matrimonio. Vosotros admirais sin duda las grandes legiones de las Ordenes y Congregaciones religiosas de hombres EL | “ί DOBLE MINISTERIO y mujeres, que resplandecen con tanto bien y con tan­ ta gloria en la Iglesia; pero la profesion religiosa — ceremonia tan conmovedora y rica de profundo simbolismo, también sublimemente nupcial, aunque goza de todas las amplfsimas alabanzas con que nuestro Senor y la Iglesia han exaltado la virginidad y la castidad perfecta, y por muy eminente que sea el puesto ocupado por los religiosos y las religiosas que se consagran a Dios en la vida y en el apostolado catélico —, la misma profesion religiosa, decimos, no es un sacramento. En cambio, hasta el mas modesto matrimonio, celebrado tai vez en una pobre y remota iglesuela de aldea o en una humilde y desnuda capilla de un barrio obrero, de dos desposados que tendrân que vol ver inmediatamente al trabajo, ante un simple sa­ cerdote, en presencia de pocos parientes y amigos: este rito sin esplendor ni pompa extema se coloca, en su dignidad de sacramento, al lado de la magnifi­ centia de una solemne ordenaciôn sacerdotal o consagraciôn episcopal, celebrada en una catedral majestuosa con gran asistencia de sagrados ministros y de fieles, hecha por el mismo Obispo de la diôcesis, refulgente con todo el esplendor de sus ornamentos pontificales. El Orden y el Matrimonio, como bien sabéis, coronan y cierran el nûmero septenario de los sacramentos. ! 1 1 LOBLE PÎO XII A LOS EHPOSOS Dos cosas, pues, afirma el Papa, saoândolas del sagrado de­ posito de la fe; que el Matrimonio, como sacramento, es una de las instituciones mas sagradas de la divina herencia de nuestro Senor Jesucristo, y, en segundo lugar, que su carâcter sagrado es por su naturaleza màs noble que la consagracion personal hecha a Dios, mediante la profesiôn religiosa, por las aimas escogidas. Sabido es de todos lo que significa la palabra sacramento. Para no repetir las del Catecismo — que lo Hama signo eficaz de la gracia — diremos que todo sacramento es un rito sensible, expresivo de un trato real y sobrenatural entre Dios y el aima. En aigu nos de ellos (los que se llaman sacramentos de muertes, por ejemplo, el Bautismo) Dios transforma el aima de muerta en viva para la gracia, de enemiga en amiga, de culpable en digna de mérito, de esclava del demonio en hija suya. Tal transformaciôn verificase por la infusion de la Gracia Santificante, que, para expresario con otras palabras, es una cualidad nueva, per­ manente y sobrenatural, esîo es, que esta por encima de la capacidad y las exigencies de la naturaleza creada y nos hace participes de la naturaleza divina. Otros sacramentos (los llamados de vivos) presuponen ya la vida de la gracia y fueron ins'ituidos por Jesucristo, sea para acrecentar la sobredicha gracia, sea para concéder auxilios especiales y convenientes para la consecuciôn del fin dei sacramento que se recibe; fin que manifiesta claramente el rito propio de cada sacramento. Asi, el Matrimo­ nio, sacramento de vivos, que supone el estado de gracia, no >111 solo aumenta la misma Gracia Santificante, sino que hace dignos a los esposos para recibir multiples grac.as actuales, que les ayuden a conseguir los fines dei matrimonio: tales, por ejemplo, la nrocreaciôn de la proie, su educacion cristiana, la paz del hogar, la santificaciôn de todos, etc. Lo mismo digase, aunque por razones totalmente distintas, dei sacramento del Orden sagrado, el cual por estar menas sujeto ···· MINISTERIO a circunstancias materiales y terrenas, y dirigirse en cambio enteramente a la santificaciôn de las aimas, es sin ningun género de duda mas noble y sagrado. Pero en uno y otro el elemento permanente es el divino trato entre el aima y Jesucristo, del cual es como moneda inestimable la Gracia Santificante, que, supuestas las debidas disposiciones, se concede inialiblemente a quien recibe un sacramento. No ocurre lo mismo — dicenos una vez mas Pio XII — con la Profesiôn religiosa, a lo mènes directamente y por su propia eficacia. Porque, cuanto a valor de rito, la Profesiôn religiosa dista muchisimo de cualquier sacramento. Bien es verdad que por ella el alma consagrada a Dios se dispone comûnmente a reebir mas altas y abundantes gracias que no se reciben por medio de los sacramentos, y por consiguiente, en igualdad de circunstancias, a lograr mayores avances en el camino de la santidad personal; pero no cabe decir que en virtud del solo rito, por muy significativo que sea, se dé o acreciente la Gracia Santificante. ANALOGIA ENTRE EL SACERDOCIO Y EL MATRIMONIO Pero ipor que ha dado Dios en su Iglesia un puesto tan especial al sacerdocio y al matrimonio? Seria ciertamente temeridad por parte nuestra pedîr al Creador las razones de su obra y de sus preferencias, y decirle: «Quare hoc fecisti?». Sin embargo, siguiendo las huellas de los grandes Doctores, y en particu­ lar de Santo Tomas, nos es permitido buscar y gustar las conveniencias y las armonias reconditas en el pensamiento y en las elecciones divinas, para co- 24 tH L, ρίο XII A LOS ESPOSOS brades una confianza màs amorosa y elevamos a un idea màs alta de la gracia recibida. La primera analogia consiste en que el Sacerdocio encierra el concepto de patemidad espiritual, que regenera las aimas en nombre y por ■virtud de la Iglesia. El Matrimonio en cambio consagra la patemidad natural en la generaciôn de la carne. De entrambas paternidades es autor mas o menas inmediato el mismo Dios. Cuando el Hijo de Dios se dignô hacerse hombre, la palabra del Salvador del linaje humano restituyo al primer esplendor el vinculo conyugal del hom­ bre y de la mujer, que las pasiones humanas habian hecho degenerar de su noble instituciôn, y lo elevô a gran sacramento, con respecto a la union de si mismo con su esposa la Iglesia, Madre nuestra, fecun­ da por su sangre divina, que nos regenera con la pa­ labra de la fe y con el agua de la salud, y da poder para Hegar a ser hijos de Dios a los que creen en su nombre; «los cuales no nacen de la sangre, ni de la concupiscencia de la came, ni de querer de varôn, sino que nacen de Dios» x. En estas solemnes palabras del Evangelio de San Juan reconocemos una doble patemidad: la patemidad de la came, por voluntad del hombre, y la patemidad de Dios, por el poder del espiritu y de la gracia divina; dos paternidades que entre el pueblo cristiano crean y DOBLE MINISTERIO 25 sellan con el sacerdocio y con el matrimonio los pa­ dres del espiritu y de la vida sobrenatural, y los padres de la came y de la vida natural, con dos sacramentos instituidos por Cristo para su Iglesia, con el fin de asegurar y perpetuor en los siglos la gene­ raciôn y la regeneracion de los hijos de Dios. Dos sacramentos, dos paternidades, dos padres que se hermanan y se completan mutuamente en la education de la proie, hija de Dios, esperanza de la familia y de la Iglesia, de la tierra y del cielo. He aqui la altisima idea que del sacerdocio y dei ma­ trimonio nos inspira la Iglesia, la Iglesia vista por San Juan como la tiudad santa, la nueva Jerusalén que descendra del cielo, adomada como una esposa ataviada para su esposo2. COLABORACION DE LAS DOS PATERNIDADES La regeneracion de las almas en el seno de la Iglesia es ciertamente la meta de toda criatura humana. Pero èquién ofrecera a la Iglesia almas para regeneror sino el Matrimonio? Alzase la Iglesia, construida a lo largo de los siglos con piedras vivas que son las almas bautizadas y santificadas, como conta la sagrada liturgia, hasta el dia en que al cerrarse de los tiempos subira a unirse con Cristo en el gozo de las bodas etemas del ’ Apoc., 21, 2. Ι*ί() 2ü X1T A LOS KSPOSOS cieio. Y ^cudles son los obreros que concurren a su lenta construcciôn? Ante todo, los sucescres de los Apôstoles, el Papa y los Obispos con sus sacerdotes, que disponen, pulen y juntan las piedras segùn el diseno dei arquitecto, puestos como estân por el Es­ piritu Santo para régir la Iglesia de Dies3. Pero (i,que podrian ellos hacer, si no tuviesen a su lado a otros obreros que extrajesen las piedras, las cortasen y alisasen, como requiere el edificio? Y ^quiénes son estos obreros? Son los esposos, que dan a la Iglesia sus piedras vivas y las modelan con arte, sois vosotros, amados hijos e hijas. E! mero reconocimientc de esta labor esencial ccniiada a los padres, a quienes incumbe préparer los sillares toscos de la santa y divina Iglesia, bastarà para levan'ar su espiritu muy por encima de cualquiera otia mezquina concepcion dei Matrimonio. Mas con la sola procreaciôn de la proie, nos dice el Papa, no acaba la mision de los padres. Ccn esta entrâmes en la segunda analogia entre el Sacerdocio y el Ma‘rimonio: ambos son educadores de aimas. SEGUNDA MI S ION: EDUCAR Por eso, notad bien, que en la patemidad y matemidad que tenéis delante, no debéis contentaros con extraer y juntar con vuestras fatigas los bloques de piedra en bruto; debéis también desbastarlos, » Act.. 20 28 EL DOBLE MINISTERIO 27 prepararlos, darles la forma que mejor permita hacerlos entrer en la construcciôn: para este doble oficio ha sido instituido por Dios el gran sacramento del matrimonio. Es doctrina clara del angelico Doc­ tor Santo Tomas, que este sacramento que ha consagrado vuestra union hace de vosotros «los propagadores y los conservadores de la vida espiritual, segun un ministerio a la vez corporal y espiritual », que consiste en «engendrar la proie y educarla para el culto divino» ‘. PRECURSORES DE LOS SACERDOTES Vosotros sois asi, siempre bajo la guia dei sacer­ dote, los primeros y mas proximos educadores y maestros de los hijos de Dios confiados y dados a vosotros. En la edification dei templo de la Iglesia, hecho no de piedras muertas, sino de aimas que viven vida nueva y celestial, vosotros sois como los precursores espirituales, sacerdotes vosotros mismos de la cuna, de la infanda y de la adolescenda, a quienes debéis encaminar hacia el Cieio. Vuestro puesto en la Iglesia como esposos cristianos no es, pues, simplemente engendrar los hijos y ofrecer las piedras vivas para la obra de los sacerdotes, mas altos ministros de Dios. Las gracias tan abundantes que os ha dispensado el sacramento del matrimonio,4 4 Contra Gent., iv, 58. no se os han concedido ùnicamente para permanecer plena y constantemente fieles a la ley de Dios tiano las penas, los padecimientos, las preocupaciones que no rara vez lo acompaûan y lo siguen. Taies gracias os han sido dadas ademas como santificaciôn, luz y ayuda en vuestro ministerio corporal y espiritual; porque con la vida corporal es sagrado deber vuestro, como instrumentas de Dios, propagar también, conservor y contribuir a hacer crecer en los hiios, regalo suyo, la vida espiritual infundida en ellos con el agua del santo Bautismo. Alimentad a los ninos recién nacidos a la vida con la leche espi­ ritual sincera5; haced de ellos piedras vivas del templo de Dios, vosotros que con la gracia dei ma­ trimonio habéis sido edificados como casa espiritual, sacerdocio santo, segun la palabra de San Pedro e por aquella participaciôn sacerdotal a la que el ani Ho nupcial os ha elevado ante el altar. DEBER INALIENABLE DE EDUCAR El punto que acaba de tocar el Padre Santo es de tanta im­ portanda para el parvenir de la Iglesia y para la feliddad de las aimas, que merece una ulterior explicadôn. Con razon el Papa insiste en ello. Su pensamiento se reduce a esto: la Iglesia • 1 Petr.. 2. 2. 4 1b-, 2. 5. EL DOBLE MINISTERIO 2t) no sustituye a la familia en la education, sino que perfecciona la obra indispensable de esta. En la formaciôn cristiana de las pequenas aimas, que nuestro Senor os confiard al crearlas para vivi­ ficor los cuerpos plasmados por vosotros, os està reservada una parte, un magisterio, del cual no os es licito desinteresaros, en el cual nadie podra plenamente sustituiros. En esta formaciôn santa vosotros buscaréis sin duda ayuda en celosos sacerdotes y cotequistas, en esos optimos educadores que son los religiosos y las religiosas; pero por muy grandes, preciosos y amplios que puedan ser estos auxilios, no os eximen de vuestros deberes y de vuestras responsabilidades. jCuantas veces los maestros Cristia­ nos se duelen y lamentan de la dificultad, a veces hasta de la imposibilidad, que encuentran para re­ mediar y suplir con sus cuidados, en la educacion de los ninos confiados a ellos, lo que era en realidad un deber que hiciese la familia, y que esta no hizo, o hizo mail DOS PADRES, DOS MAESTROS Guardad para el Senor, para su celestial Jerusalén y para la Madré Iglesia los angelitos que el cielo os concédera; y no olvidéis jamas que al lado de una cuna tienen que estar dos padres y maestros, el uno natural y el otro espiritual; y que asi como las aimas no pueden, segùn la ordinaria Providenda 30 ΓΙΟ XII a LOS ESPOSOS de Dies, vivii cristianamente y salvarse fuera de la Iglesia y sin el ministerio de los sacerdotes destinados para eso con el sacramento del Orden, asi tampoco pueden, de ordinario, crecer cristianamente fue­ ra de un hogar doméstico y sin el ministerio de los padres bendecidos y unidos con el sacramento del Matrimonio. iQueridos recién casados! Dignese Cristo, nuestro buen Senor y Maestro, y Restaurador de la union conyugal tai como era cuando al principio la formô Dios, infundir en vuestros corazones la inteligencia y el amor de la incomparable misiôn confiada a vosotros en la Iglesia con este sacramento, y daros la alteza de animo, el valor y la confianza necesaria para manteneros siempre fieles a ella. NO OLVIDES — El Matrimonio es un sacramento, como el Orden Sagrado, mientras que ni siquiera la heroica y excelsa Profesion Religio­ sa lo es. — El Matrimonio puede parangonarse con el Sacerdotio, por­ que aquél engendra en la carne y este en el aima. — La ncbleza y ol carâcter sagrado dei Matrimonio consisten en préparer nuevos fioles para la Iglesia de Dios. — La misiôn de los padres no termina en la sola procrea­ tion de los hijos, sino an su education en colaboracién con le Iglesia. — La fanciôn educativa es un deber personal cshicto de les padros cristianos. SUBLIMACION DEL AMOR 29 de enero de 1941. No hace falta decir que el tema del amor goza de gran popularidad. Aparece como algo misterioso al apuntar de la vida, pasa luego por innumerables escuelas y por la boca de mil maestros, para salir de alli casi siempre desviado, deformado, envilecido. ^Quién no se las echa de maestro en esta delicadisima materia, que es de tanto peso en. la vida de los hombres? Con razon o sin ella, todcs un poco, filôsofos, literatos, poe­ tas y gente del pueblo, todos quieren dor su definition, sospesar su consistentia y su destino; en una palabra, hacerse maestros de los demas. Al amor le conta la poesia, lo pinta la novela y el drama, y otros lo discuten. Hay quien lo exalta y quien lo abomina; para unes es sinônimo de la felicidad, para otros es «suefio e ilusiôn». Rechacemos por abyectos a aquellos espiritus viles que lo identifican con el egoismo y la sensualidad. Pero mientras queda el misterio, la duda y el tormento se acrecen a medida que las experientias de la vida descubren la inconsistencia de sus suerios eufôricos, los cuales a voces acaban en tristisima tragedia. La esfinge esta ahi: iqué es el amor? ipor que omar? ^podemos o debemos >111 omar? Y comunmente la fuerza del amor nos impele y arrastra hasta donde, con sabia Providentia, Dios queri a. 32 pfo XII A LOS ESPOSOS LA IGLESIA ES SIEMPRE LA MAESTRA No s© pued© ocultar que los maestros mas petulantes ©n esta materia, aun en paises proiundamente religiosos, son las novelas, *.Ml los films, los dramas y las canciones. También es verdad, en [•jin·. cambio, que ni ©llos encuentran dociles discipulos, contra lo que pudiera parecer a primera vista, ni faltan por otra parte, especialmente entre los literates, espiritus nobles que se esfuerzan por dar serias y provechosas lecciones. Pero mientras no se con­ sidere ©1 amor como un don de Dios y como un medio de ©1©varse hacia El, unos y otros estarcm lejos de la verdad y sus ensenanzas no conseguirân otra cosa que producir en los corazones el pavoroso vacio de la ilusion. Los autores catôlicos tratan también del amor. Pero, por nuestra part©, no conocemos paginas mas bellas ni mas veridicas que las que ofrece el Padre Santo a les nuevos esoosos en ©1 présen­ te discurso. Aqui las présentâmes, sin comentario alguno, en toda su integridad. Cualquiera otra enseâanza palidec© y deçà©. UN GRAN MAESTRO: SAN FRANCISCO DE SALES En est© dia, dedicado en la sagrada liturgia a honrar al bueno y grande Obispo de Ginebra San Francisco de Sales, el culto que la Iglesia le presta no exalta ùnicamente sus excelsas virtudes y su ardiente celo pastoral, sino que venera juntamente en él la ciencia y la sabiduria de maestro de la vida cristiana; por donde ha sido propuesto también a los escritores pùblicos catôlicos como su patrono y mo­ dela. Parécenos, amados noveles esposos, como que el gran Doctor vuelva hoy desde el cielo su dulce 8UBL1MAC1ÔN DEL AMOR 33 mirada sobre vosotros, reunidos en tomo a Nos, y traiga a Nuestra mente y a Nuestros labios, para vosotros, aquellas advertendas que él mismo daba a las personas casadas, en su incomparable obra titulada «Introduccién a la vida devota». En aquellas paginas vive él, habla él, ensena él, guia él, amonesta él, como padre, como maestro, como amigo vuestro; porque la Filotea a la que primeramente fué destinado el libro, era una madré de familia, ma­ dame de Charmoisy, y también en las sucesivas re­ visiones permanecié invariado el fin: instruir a las personas que viven en el mundo, para hacerles amar y practicar aquella cordial devocién que no es otra cosa sino la plenitud de la ley y de la vida cristiana. Este libro del dulce Obispo de Ginebra, estimado por los contempordneos del santo como el mds perfecto en su género, fué tenido en tanto aprecio por Nuestro gran Predecesor Pio XI, que escribié que deberia andar también hoy en manos de todos1. Nos, pues, os exhortâmes, queridos esposos, a leer y releer aquellas pdginas tan deliciosas como soli­ das: deberian ser una de vuestras lecturas favorites, como lo fueron para aquel coronel, excelente padre de familia, que enviado al Oriente durante la guerra mundial, llevaba aquel pequeno volumen en su car­ iera de oficial, como un companero confortador en los duros trabajos y en los peligros que le esperaban. 1 Cfr. Acta A post. Sedis, xv, 56. pfo ni A LOS E8P0S0S SUHIJMACIÔN DEL AMOR EL AMOR ES SANTO, SAGRADO Y DIVINC Pero de las ensenanzas de tan grande Obispo, nos limitaremos ahora a recordaros los consejos especiales para los casados’, y especialmente el primero, que es el principal de todos: «Yo exhorto, dice el santo, sobre toda otra cosa, a los esposos al mutuo amor que el Espiritu Santo les recomienda tanto en la Sagrada Escrituia». Pero «jeudi es este amor que os inculca el piadoso maestro de la vida cristiana? 35 cubris con tanta satisfacciôn el uno en la otra; un afecto asi, por muy bello y profundo que se revele y repercuta en los intimos y fieles coloquios de es­ posos noveles, no basta nunca; ni bastaria para constituir plenamente aquella union de vuestras aimas, tal cual la ha entendido y anhelado la amorosa Pro­ videnda de Dios al conduciros el uno hacia la otra. Unicamente la caridad sobrenatural, vinculo de amistad entre Dios y el hombre, puede apretar nudos que resistan a todos los golpes, a todas las vicisitudes, a todas las pruebas inevitables durante una larga vida comûn; ùnicamente la grada divina puede haceros superiores a todas las pequenas miserias cotidianas, a todos los nacientes contrastes y disparidades de gustos o de ideas, que brotan, como malas hierbas, de la raiz de la pobre naturaleza humana. Y esta caridad y gracia, ^no es aquella fuerza y virtud que habéis ido a buscar en el gran sacramento que acabâis de recibir? jDe caridad divina, mayor que la fe y que la esperanza, tienen necesidad el mundo la sociedad y la familial EL AMOR CRISTIANO NO DESFALLECE Un afecto mutuo nacido de la sola inclinacion que os lleva el uno hacia la otra, o también de la mera complacenda por los dones humanos que des» p. m, c. 3«, Amor santo y sagrado y divino: ^no es — diréis acaso — cosa demasiado alta para nosotros? Un amor tan sobre la naturaleza — preguntaréis asimismo—, jseguirà siendo aquel amor verdaderamente • •t 3G PÎO XII A IX1S ESPOSOS humano que ha hecho palpitar nuestros corazones, que nuestros corazones buscan, y en el que se aquietan, del que tienen necesidad y que se sienten tan felices de haber encontrado? Estad tranquilos: Dios, con su amor, no destruye ni cambia la naturaleza, sino que la perfecciona; y San Frandsco de Sales, que conocia bien el corazôn humano, concluia su hermosa pagina sobre el cardcter sagrado del amor conyugal, con este doble consejo: «Conserved, oh esposos, un tiemo, constante y cordial amor hacia vuestras esposas... Y vosotras, esposas, amad tiernamente, cordialmente, mas con un amor respetuoso y lleno de deferenda, a los maridos que Dios os ha dado ». eintLIMAClÔN DEL AMOR conyugal», a aquellos «pequenos testimonies de pura y franca amistad», que tanto acercan los corazones y hacen dulce la mutua convivenda. £Quién, mas y mejor que la verdadera caridad cristiana, devota, humilde, paciente, que vence y doma la naturaleza, que es olvidadiza de si misma y solidta en todo mo­ mento del bien y de la alegria de los demas, sabra sugerir y dirigir aquellas pequenas y prontas atenciones, aquellas delicadas muestras de afecto, y mantenerlas a un tiempo espontâneas, sinceras, discre­ tas, de modo que nunca resulten importunas, antes sean siempre acogidas con gusto y reconodmiento? iQuién mejor que la gracia, que es fuente y aima de esta caridad, os sera maestra y guia para dar como por instinto en el punto conveniente de tan hu­ mana y divina temura? LOS DERECHOS DEL CORAZON Cordialidad y temura, pues, por una parte y por la otra. «El amor y la fidelidad, observaba él, engendran siempre familiaridad y confianza; por eso los santos y las santas han solido hacer muchas demostraciones de afecto en su matrimonio, demostradones verdaderamente amorosas, pero castas; tiemas, pero sinceras»; y traia el ejemplo del gran rey San Luis, no menos riguroso consigo mismo que tiemo en el amor hacia su esposa, el cual sabia doblegar su espiritu mardal y valeroso «a aquellos menudos ofidos necesarios para la conservation del amor LOS DEBERES DEL CORAZON Pero el pensamiento del Santo penetraba mas hondamente en los secretos del corazôn humano. A la cordialidad y a la temura reciprocas anadia el, hablando a los maridos, la constancia; hablando a las mujeres, el respeto y la deferencia. ^Acaso porque temia principalmente la inconstancia de una parte, y de otra la falta de sumision? no habra mas bien intentado hacemos notar que en el hombre la energia de quien es cabeza de su mujer, no ha de ω. PIO ΧΠ A L08 ESPOSOS 8ÜBL1MAC10N DEL AMOR andar sepaiada de la temura hacia aquélla que, mas débil, se apoya sobre él? He aqui por que recomienda a los maridos que sean generosos en la condes­ cendenda, en la «dulce y amorosa compasion» ha­ cia sus mujeres; y a estas les recuerda cômo su amor debe estar revestido de respeto hacia aquel que Dios les ha dado por cabeza. REFINAMIENTOS DEL AMOR Sin embargo, vosctros comprendéis bien que, si la cordialidad y la temura deben corresponderse mutuamente entre los esposos y adomarles a entrambos, son en cambio dos flores de diversa hermosura, como que brotan de raiz un tanto diferente en el hombre y en la mujer. En el hombre, su raiz debe ser una fidelidad integra, inviolable, que no se permita el menor lunar, que no séria tolerado en la propia consorte, y dé, como corresponde a quien es ca­ beza, claro ejemplo de dignidad moral y de animosa sinceridad, no desvidndose o apartândose jamas del pleno cumplimiento del deber; en la mujer, la raiz es una sabla, prudente y vigilante reserva, que aparta y evita hasta la sombra de lo que podria ofuscar el esplendor de una reputation sin mancha, o que le crearia de cualquier modo un peligro. 39 V1GILAR EL CORAZON De estas dos raices nace también aquella mutua confianza que es el olivo de la paz perpetua en la vida conyugal y en el florecer de su amor; porque sin confianza ^no es verdad que el amor descaece, se enfria, se hiela, se extingue, fermenta, rompe, desgarra y mata los corazones? Por eso, observaba el santo Obispo, «mientras os exhorto a que crezcàis cada vez mas en aquel reciproco amor que os debéis el uno a la otra, cuidad bien que no se cambie en una especie de celos; porque ocurre a menudo que, como el gusano se engendra dentro de la manzana mas exquisita y madura, los celos nacen en el amor mas ardiente y solicite, del cual, sin embargo, danan y corrompen la substancia, produciendo poco a poco las rinas, las discordias y los divorcios». No; los ce­ los, humo y debilidad del corazon, no nacen donde arde un amor que madura y conserva sano el jugo de la verdadera virtud; porque, anadia el Santo, «la perfection de la amistad presupone la seguridad de lo que se ama, mientras los celos presuponen su incertidumbre». ^No es esta la razôn de que los celos, lejos de ser un signo de la profundidad y de la ver­ dadera fuerza de un amor, revelen, en cambio, sus lados imperfectos y bajos, que descienden hasta la sospecha, que hieren la inocencia y le arrancan làgrimas de sangre? ;No son acaso los celos las mas 40 SUBLIMACIÔN DEL AMOR PIO XII A IOS ESPOSOS de las veces un egoismo pcdiado que desnaturaliza el afecto; egoismo falto de aquel don verdadero, de aquel olvido de si, de aquella fidelidad que no tiene malignos pensamientos, sino que es confiada y bene­ vola, que San Pablo alababa en la caridad cristiana3, y que hace de esta, incluso aqui abajo, la mas profunda e inagotable fuente, asi como la mas segura tutora y conservadora dei perfecto amor conyugal, tan bien deserito por el santo Obispo de Ginebra? DIOS ENTRE DOS CORAZONES A él pedimos, queridos recién casados, que inter­ céda ante Dios, autor de toda gracia y principio de todo verdadero amor, para que esta union de vuestros corazones, a un tiempo sobrenatural y tiema, divina en su origen e intensa y cordialmente huma­ na en sus elevadas manifestaciones, no solo se con­ serve alegre y tranquila y se guarde perenne entre vosotros, sino que crezca cada vez mas, segùn vo­ yais avanzando en la vida, os conozccds mas intimamente, y vuestro mutuo amor se refuerce y con­ solide, extendiéndose a vuestros hijos, que serein su corona, el sostén de vuestros trabajos, la bendiciôn de Dios. 41 Que ascienda a Dios esta plegaria Nuestra; y para que sea mas seguramente bendecida y aida par El, como prenda de las gracias que implorâmes para vosotros, os impartimos del fondo de Nuestro corazôn patemo la Bendiciôn Apostôlica. N O —El amor puramente natural, exclusivement© humano, no basta para hacer felices a dos corazones. —Al amor humano, al afecto sensible debe sobreponerse la caridad sobrenatural para con Dios y por Dios. —Semejante amor puede ser patrimonio de todos, ni quita las dulzuras del amor sensible y humano. —La gracia de Dios afina e intensifica la cordialidad y termira, împidiendo todo exceso o defecto. —El esposo debe reponer todo el precio de su amor en la constancia, y la esposa .en la 12 mur a sumisa. —La cordialidad y la ternura, comunes a los esposos, vayan acompanadas de dignidad moral y de animosa franqueza en el marido; y en la mujer, de sabia, prudente y vigilante reserva. —Los celos son la peste del amor, son humo y debilidad del corazôn. L w » nr ORAR EN COMUN 12 de febrero de 1941. Ya en varias otras cordiales audiencias explico el Padre Santo a los esposos los inagotables provechos de la oracion. Pero en la presente la considera desde un nuevo punto de vista: la ora­ cion fomenta y afianza la union conyugal. No se vaya a creer que es esto un topico. Porque en realidad es asi: la cotidiana y reiterada elevaciôn de la mente a Dios, hecha por mutuo acuerdo en comun, en la intimidad de la casa o en la iglesia pùblica, es el medio mas eficaz para consolidar el >iit amor y la vida de union que al pie del altar emprendieron los esposos. La augusta pedagogia del Papa, siguiendo las àureas enseüanzas del santo doctor San Francisco de Sales, muestra hasta la evidencia la verdad e inexcusabilidad de esta comunion do sentimientos religiosos entre los esposos. Hemos repetido adrede la expreslôn del Papa «sentimientos religiosos» o devociôn, porque la virtud de afianzar la vida de union de ambos esposos no corresponde a la simple e intermitente oraciôn vocal, sino a cuanto se expresa con este termino mas amplio, a saber, los actos que todo buen cristiano debe cumplir Ί su tiempo y en lugar conveniente para prestar a Dios el culto debido. PÎO XII A LOS ESPOSO3 ORÆR EN COM UN Un cspecto esencial de esta devocon que el Papa «en nombre de Dios» recondenda es que, en cuanto sea posible, se tengan en oomûn los actos del culto. No es lo mismo para los esposos que coda cual ore o tome la comuniôn separadamente, en tiempo y lugar distintos, o que oren y comulguen el uno junto a la otra en un mismo lugar y tiempo. El Papa declara que no se trata de una mera formalidad externa, sino al contrario, de algo de mucho mas valor y de significacion mas elevada. Escuchad su autorizada exposiciôn. CONTINUARÉIS ORANDO JUNTOS Grande consuelo y esperanza da a Nuestro corazôn, queridos recién casados, el veros reunidos en tomo a Nos; porque a Nuestro parecer, no es esta sino una reunion de nacientes familias cristianas sobre las cuales se complace el Senor en derramar la abun­ danda de los favores que habéis solidtado al pie del altar ante el sacerdote que bendecia vuestra union. Vuestra invocation, que se unia asi a la del ministro de Dios, era oradôn, y con la oracion habéis inidado la nueva vida comun. Continuar éi s orando, invocando al Padre que està en los delos, fuente de toda patemidad en el orden de la naturaleza y en el orden de la gracia? Si; serial de esa promesa es vuestra presenda para ir sobre vuestro nuevo hogar Nuestra patema Bendiciôn, que confirme la suplica dei sacerdote y la vuestra y las avalore para todo el curso de vuestra vida. EN LA ESCUELA DE SAN FRANCISCO DE SALES San Francisco de Sales — de quien, en nuestro ùltimo discurso a los recién casados, venidos como vosotros, amados hijos e hijas, a pedimos que les bendijésemos, comentamos brevemente las «Ad vertencias a las personas casadas» —, anade sobre la oracion de los esposos un rasgo de pluma encantador, que queremos hoy presentar a vuestra consideraciôn. «La mas grande y fructuosa union del esposo y de la esposa — escribe él — es la que se hace en la santa devocion, en la que deben el uno y la otra aventajarse a porfia. Existen algunas frutas — obser­ va—, como los membrillos, que por lo agrio de su jugo no son agradables, sino en confitura; hay otras que, por ser tiemas y delicadas, no se pueden con­ servor sino cocidas en almibar, como las cerezas y los albaricoques. Por eso las mujeres deben desear que sus maridos estén almibarados con el azucar de la devocion, porque el hombre sin devocion es un animal severo, aspero y rudo; y los maridos han de desear que sus mujeres sean devotas, porque sin de­ vocion la mujer es muy fragii e inclinada a decaer u ofuscarse en la virtud» L ’ Introducoi6n a la vtda devota, p. m, c, 38, PÎO XIl A ΙΌ8 ESPOSOS 46 GEAR EN COMÛN a la otra, para pedirle que conserve, aumente y bendiga la fusion de vuestras vidas. Si todos los Cris­ tianos que oran también a sus solas, en su propio retira, deben dar ademas en su vida un puesto a la oracion en comûn, que les recuerda que son hermanos en Cristo y que estân obligados a salvor sus ai­ mas, no aisladamente, sino ayudandose mutuamente jcon cuànta mayor razon no debera separaros vuestra oracion, como si fuerais eremitas, ni sorprenderos en una meditacion solitaria, que no os permita encontraros frecuentemente juntos ante Dios y su al­ tar! Y idonde mas profunda, mas fuerte y mas solidamente se apretaran y fundiran en uno vuestros corazones, vuestras inteligencias, vuestras voluntades, sino en aquellas oraciones comunes, en las que la misma gracia divina descendera para armonizar todos vuestros pensamientos y todos vuestros afectos y anhelos? jQué dulce espectaculo a la vista de los àngeles es la oracion de dos esposos que elevan sus ojos al cielo e invocan sobre si y sobre sus esperanzas la mirada y la mano protectora de Dios! UNIDOS EN EL NOMBRE DE JESUS jGran virtud es la devociôn, salvaguardia de toda otral Pero el acto màs bello y ordinario de ella es la oracion, que para el hombre, que es espiritu y cuerpo, es el alimento cotidiano del espiritu, como el pan material es el manjar cotidiano del cuerpo. Y del mismo modo que la union hace la fuerza, la oracion en comun tiene mayor eficacia sobre el corazén de Dios. Por lo cual nuestro Senor bendijo particularmente toda oracion hecha en comun, proclamando a sus discipulos: «En verdad también os digo que si dos de entre vosotios se pusieren de acuerdo, sobre la tierra, acerca de cualquier cosa que pidan, se les concederà de parte de mi Padre que està en los cielos. Porque donde quiera que estén dos o très reunidos en mi nombre, alli estoy yo en medio de ellos» ’. Pero è,qué aimas podrân encontrarse mas verdadera y plenamente reunidas en el nombre de Jesûs para orar, que aquellas en las que el santo matrimonio ha impreso la imagen viviente y permanente de la sublime union de Cristo mismo con la Iglesia, su amada esposa, nacida en el Calvario de su costado abierto? Union grande y fructuosa, queridos noveles esposos, es, por lo tanto, la que os pone a los dos juntos de rodillas ante Dios, que os ha dado el uno EL EJEMPLO DE TOBIAS Y SARA ■ ’ Mt. 1S, 19. 4? Recordemos orimero brevemente la historia de este sento patrlarca, tai como la cuenta la Saarada Escritura. El joven Tobias, hijo del viejo y piadosisimo Tobias, emprendiô un viaje desde Ninive hasta el pais de los Medes, para reçobrar cierta cantidad de dinero prestada por su padre, haciendo BS 4b PÎO XII A LOS ESPOSOS ORAR EN COMÛN el camino en compaüia del angel Rafael, que se le junto en forma de gallardo joven. Junto al rio Tigris el Angel salvô a su joven companero de un pez disforme que lo embistiô, y al cual mandô que desentraûçira, guardândose el corazôn, la hiel y el higado. Con la hiel, en efecto, ungïô los ojos degos de Tobias padre, a la vuelta del viaje, devolviéndole milagrosamente la vista. Durante el viaje el joven Tobias, aconsejado por el Angel, pidiô la mono de Sara, hija de Ragüel, en cuya casa se habian hospedado. Mas como quiera que a les siete maridos que se habian casado con ella los matô el demonio, Tobias temia le acaedese la * mismo. Pero el Angel desvanedô todos sus temores, y le enseno cuâles son aquellos sobre quienes tiene potestad el demonio: «Son los que abrazan con tal disposiciôn el matrimonio, que apartan de si y de su mente a Dios, entregândose exclusivamente a su pasiôn. Mas tu, aüadiô, cuando la hubieres tornado por esposa, entrando en el aposento, no llegarâs a ella en très dias, y no te ocuparâs en otra cosa sino en hacer oraciôn en compania de ella. Ordenôle después dertos ritos y obras de peni'enda, y le asegurô que Dios bendedria su matrimonio hecho con arreglo a su santa ley. Tobias se propuso observai fielmente los preceptos del angel. Pidiô y obtuvo la mono de Sara. Pero la familia de Ragüel, temerosa de su muerte, hizo abrirle aquella misma ncche una sepultura. Entrambos esposos, empero, después de cumplir el rito ordenado por el Angel para ahuyentar e! demonio, se postraron en tierra para orar, hablando asi Tobias: «Levântate, Sara, y hagamos oradén a Dios hoy y manana y pasado manana...; pues nosotros somos hijos de santos, y no pedemos juntarnos a la manera de los gentiles, que no conocen a Dios». En efecto, alzândose embes, suplicaban a una con mucho fervor a Dios, que se dignase conservarlos sanos y salvos. Y dijo Tobias: «|Oh Seûor Dios de nuesros padres! Bendiqcnte los 49 cielos y la tierra, y el mar y las fuentes, y los rios, y todas las criaturas que hay en ellos. Tu formaste a Adàn del lodo de la tierra, y le diste a Eva por ayuda suya y comparera. Ahora, pues, Senor, tù sabes que no movido de concupiscenda tomo a esta mi hermana por esposa, sino por el solo deseo de tener hijos que bendigan tu santo nombre por los siglos de los siglos». Asimismo Sara dijo: «Ten misericordia de nosotros, oh Se­ nor, ten misericordia de nosotros, y haz que ambos a dos 11eguemos sanos a la vejez». La Sagrada Escritura concluye la historia de Tobias, recor­ dando como Dios bendijo a su familia, y asegurando que < ellos vieron a los hijos de sus hijos hasta la quinta generacion». En la Sagrada Escritura pocas escenas igualan la conmovedora oraciôn de Tobias con su joven esposa Sara: no ignorando el peligro que amenazaba a su felicidad, ponen tcda su confianza en elevarse ante Dios por encima de las bajas miras de la came, y se animan con el recuerdo de que, hijos de santos, no les estaba bien unirse «a la manera de los gentiles, que no conocen a Dios» También vosotros, como Tobias y Sara, conocéis a Dios que siempre hace surgir el sol, aunque nublado, sobre vuestra aurora. Por muy llenas y cargadas de ocupaciones que puedan estar vuestras jomadas, sabed encontrar al menos un instante para arrodillaros juntos e iniciar el dia elevando vuestros corazones hacia el Padre celestial e invocando su ayuda y bendiciôn. Por la manana, en el momen» Tob., 8, 4. 50 Pto XII A LOS E8P0S0R to en que el trabajo cotidiano os llama imperiosamente y os separa hasta el mediodia, y quizà hasta la tarde, cuando después de una ligera colaciôn cam­ bieris una mirada y una palabra antes de separaros, no dejéis nunca de recitar juntos, aunque no sea sino un simple «Padre nuestro» o una «Ave Maria», y dar las gracias al cielo por aquel pan que os ha concedido. La jornada, larga, tal vez penosa, os tendra alejados el uno de la otra; pero, cercanos o lejanos, estaréis siempre bajo la mirada de Dios: y vuestros corazones ^no se alzarân acaso con devotos y cornunes anhelos hacia El, en el cual quedaréis unidos y que velarà sobre vosotros y sobre vuestra felicidad? Y cuando al caer de la tarde y, terminado el duro trabajo dei dia, os reunis al fin dentro de las paredes domesticas con la alegria de gozar un poco el uno con la otra y comunicaros los azares de la jomada, en aquellos momentos de intimidad y de reposo, tan dulces y preciosos, dad a Dios el puesto debido. No temais: Dies no vendra importuno a turbar vuestro confiado y delicioso coloquio; al contrario, El, que ya os escucha y que en su corazôn os ha preparado y procurado aquellos instantes, os los hard, bajo su mirada de Padre, mas suaves y confortantes. OB A R EN CO MUN var intacta esa bella tradiciôn de las familias cristianas, la oraciôn de la noche en comûn, que reûne al fin de cada dia, para implorar la bendiciôn de Dios y honrar a la Virgen Inmaculada con el rosario de sus alabanzas, a todos los que van a dormir bajo el mismo techo: vosotros dos, y después, cuando ha­ yon aprendido de vosotros a juntar sus manecitas, los pequenos que la Providenda os confiare, y también, si para ayudaros en vuestros quehaceres do­ mesticos os los ha puesto el Senor a vuestro lado, los criados y colaboradores vuestros, que también son vuestros hermanos en Cristo y tienen necesidad de Dios. Que si las duras e inexorables exigendas de la vida modema no os permiten alargar tan piadoso in­ termedio de bendiciôn y acdôn de gracias al Senor, y anadirle, como gustaban de hacer nuestros pa­ dres, la ledura de una breve Vida de santo, del santo que la Iglesia nos propone todos los dias como modelo y protector particular, no sacrifiquéis del todo, por rapido que tenga que ser, este momento que de­ diceris juntos a Dios para alabarle y representarle vuestros deseos, vuestras necesidades, vuestras penas y vuestras preocmpaciones por el presente y per el futuro. NECESIDAD DE LA ORACION EN COMUN LAS BELLAS TRADICIONES DE FAMILIA En el nombre de nuestro Senor os lo suplicamos, amados noveles esposos: poned empeno en conser- Semejante ejercicio de devociôn cristiana no equi­ vale a transformor la casa en una iglesia o en un Λ- ' -it àî •S •i 2 52 PÎO XH A LOS E8PO8O8 OB A R EN COMUN oratorio: es un impulso sagrado de aimas que sienten en si la fuerza y la vida de la fe. También en la antigua Roma pagana, la morada familiar tenia el larario, o lugar y ara dedicados a los dioses Lares, que especialmente en los dias festivos eran adomados con guimaldas de flores y en los cuales se ofrecian suplicas y sacrificios *. Era un culto manchado por el error politeista; pero con cuyo recuerdo jcuântos y cuàntos cristianos deberian sonrojarse, ellos que con el Bautismo en la frente no encuentran ni sitio en sus estancias para colocar la imagen del verdadero Dios, ni tiempo en las veinticuatro horas del dia para reunir alli el homenaje de la familia’ Para vosotros, amados hijos e hijas, que gozeris en vuestro animo el ardor cristiano encendido por la gra­ cia dei santo matrimonio, el centro de donde irradie todo el curso de vuestro vivir debe ser el Crucifijo, o la efigie del Sagrado Corazon de Jesûs, que reine sobre vuestro hogar y os llame todas las noches ante El, y os hard encontrar en El el sostén de vuestras esperanzas, el aliento de vuestros afanes; porque has­ ta la mas larga jomada de la vida humana, no se desliza nunca enteramente serena y sin nubes. Ya en ofra ocasiôn el Pcpa desarrollô el tema de la casa convertida en templo, es decir, en morada de Dios. Pero esta dignidad solamento corresponde a aquellas casas en donde 4 plauti Aulularia, prol. v. 23-26; C. 113, ______ catonis de agri cultura, 53 Dios es honrado y servido de verdad, y donde todos viven en paz y en gracia suya. >011 Pero ademâs dei templo intimo de la familia existe el Templo oficial y publico, adonde la familia reunida va a beber el agua fecundante de los Sacramentos. JUNTOS HASTA EN LA IGLESIA Mas para uniras a porfia en la devociôn, os ensenaremos un camino màs alto, que os conduce fuera de vuestra casa a aquélla que es por excelencia la casa del Padre, vuestra querida iglesia parroquial. Alli esta la fuente de las bendiciones del Cieio; alli os espera aquel Dios que ha santificado vuestra union, que ya os ha concedido tantas y tantas gra­ cias; alli esta el altar en tomo al cucd la Misa fes­ tiva reûne al pueblo cristiano, y la Iglesia, esposa de Cristo, os llama con solemne invitaciôn. Alli debéis asistir juntos siempre que poderis; y sera cada vez un espectâculo edificante — jojala sea con frecuencia, con mucha frecuencia! —, que en la union devo­ ta mas profunda de todas, en la santa Mesa, os acerquéis para recibir el Cuerpo de nuestro Serior: este sacratisimo Cuerpo, el mas poderoso vinculo de union entre todos los cristianos que se alimentan de él y viven, como miembros de Cristo, de su vida, que efectuara divinamente la plena fusion de vuestras ai­ mas en la cumbre del espiritu. Y |cémo os alegrareis con incomparable gozo, cuando poderis dejar sitio en- .<· · r ' OK AR EN C0MÜN PÎO XII A LOS ESPOSOS tre vosotros dos a una cabecita de àngel de ojos can­ didos, que junto a las vuestras se alzara para retibir sobre sus labics inocentes la blanca Hostia, en la que le habréis ensenado a creer que esta présente su querido Jesùsl Vuestro gozo aumentard y se multiplicard cada vez que junto a vosotros el Bautismo régénéré a uno de vuestros pequenos, y sus cora­ zones crezcan muy dispuestos a participar con vos­ otros en esta Mesa divina. UNION INSEPARABLE No siempre, es verdad, las vicisitudes y las necesidades de la vida os permitirân arrodillaros juntos ante el sagrado altar: màs de una vez os veréis obligados a cumplir tales actos de piedad cristiana cada uno por su lado; otras veces vuestros deberes os impondrdn quizds largas separationes, como ocurre en la hora presente con las exigendas de la guerra. Pero £Que mejor reunion podran entonces tener vues­ tros corazones apenados por la ausencia, que la sagrada Comuniôn, en que Jesûs mismo os unira en el suyo a través de todas las distandas? SANTA COSTUMBRE Esposos jôvenes como sois, desde el altar y desde la bendicion de vuestro santo matrimonio mireds hada el parvenir y soncds fùlgidas y rosadas auroras 1)0 de muchos anos. San Francisco de Sales concluye sus advertendas a los cdnyuges, invitdndoles a cele­ bror con una fervorosa comuniôn recibida juntos, el dia aniversario de sus bodas; y es también un buen consejo que no podemos abstenernos de repetiros y dirigiros también a vosotros. Volviendo a los pies del altar donde os hicisteis vuestras mutuas promesas, volveréis a encontraros a vosotros mismos, volveréis a entrar en vuestras aimas: y con la grada de esta union en Cristo, ^no es verdad que aseguraréis dura­ tion y fuerza, exenta de desmayo, a aquellos sentimientos y propositos de mutua confianza, de intimo e indestructible afecto, de don reciproco sin reserva, por los que nace y brilla en vuestros pensamientos y en vuestros corazones la fidelidad de los primeros dias de vuestra vida comûn, y que segùn la inten­ tion de nuestro Senor deben continuar informando y sosteniendo la de toda vuestra peregrination por aqui abajo? Que la Bendicion Apostôlica que os impartimos con toda la efusiôn de Nuestro corazén paterno, os impetre, am ados noveles esposos, la abundanda de aquella tiema y fuerte, franca y perseverante devo­ tion, que en las vicisitudes de la vida es fuente fe­ cunda y perenne de verdadero aliento, de verdadera , de verdadera alegria, de verdadera felicidad. 1-2 υ M LA * · a .if *, 56 PÎO XII A LOS ESPOSOS N O "T ’1 — La oraciôn hecha en comûn por los esposos y en compa­ nia de los hijos afkmza en nion man era la union de los corazonée y atrae las bendiciones de Dios. — La oraciôn en comûn distingue a let familia cristiana de la mundana y paganizante. — El Papa desea que los esposos: — oren todos los dias por la man an a y por la noche; — antes y después de comer; — rocen el sank) Rosario y tengan un poco de lectura ©spi­ ritual; — tengan alguna devota imagen ante la cual recen en comûn; — frecuenten Lo mâs posible en comûn la sauta Misa y la sagrada Comuniôn. MINISTROS INSUSTITUIBLES DEL SACRAMENTO 5 de marzo de 1941. Prosiguiendo la exposiciôn de la doctrina catolica acerca del Matrimonio, el Papa ahonda mâs y mâs en la naturaleza del mismo. En el discurso del 15 de enero de 1941 expuso con su habituai maestria el significado de sacramento. Hoy expone la doctrina y el sentido de un elemento esencial, a saber, quien es el ministro. Sabido es que en todo sacramento se dan très elementos: materia, forma y ministro. Asi, por ejemplo, en el Bautismo, la materia es el agua que se derrama sobre el bautizando; la forma son las palabras: Yo te bautizo, etc.; el ministro es el que bautiza, esto es, el que ejecuta el rito. Es évidente, por lo demas, que la palabra «ministro» significa el que hace las veces de otro, crue es el autor verdadero y principal del sacramento, es a saber, nuestro Sefior Jesucristo. Solo el puede infundir o acrecentar la Gracia Santificante y concéder las gracias sacramentales. Ahora bien, en e! sacramento del Matrimonio, la palabra «mi­ nistro» tiene algo verdaderamente exceptional entre todos los sacr • Ht entos: 1. Son dos: los mismos esposos. 2. Son absolutamente insustituiblee. pio XII A LOS ESPOSOs MINISTROS LN S UST IT U1B LES 3. Si en les demâs sacramentos la disposition del ministro ejerce poca o ninguna influentia respecto de las gracias sacramentales, en el Matrimonio tiens al contrario grandisima influen­ tia, especialmente por lo que hace a la propia alma. Porque las gracias son proportionales a las dispositiones de cada uno DIOS ANTE TODO El santificador principal de las bodas, el unico autor de la Gracia y de las mas escogidas bendiciones es Dios. De ellas se derivan las bendiciones del Papa. de los ministros. A estos rasgos felices, que realzan todavia mas α los esposos cristianos, el Papa anade los altisimos significados de este sagrado ministerio. Considered, pues, con atenciôn sus admi­ Pero en vuestro corazôn guardabais ademâs un delicado sentimiento, inspirado por el pensamiento de la fe, que os hace devotos hijos de la Iglesia y ha despertado en vosotros aquella tiema piedad que os ha traido para pedir al Vicario de Cristo, Padre comùn de los fieles, una particular Bendicion Apostôlica que asegure vuestra union y alegria, confirme y como selle de nuevo vuestros propositos, y con la autoridad concedida a Pedro de atar y desatar en la tierra, haga todavia mas firme el sagrado vinculo que os une. Sin embargo, por fecundas que en favores divi­ nos sean estas bendiciones, no constituyen ellas la fuente esencial de las gracias y de los dones de Dios, que os guiarân y sostendran en el camino de la vida. Sobre todas las bendiciones impartidas en nombre dei Senor, se eleva el sacramento que habéis recibido, en el cual Dios mismo ha obrado directamente en vuestras aimas para santificarlas y fortalecerlas en el severo cumplimiento de vuestros nuevçs de­ beres. rables palabras. SALUDO CORDIAL A las santas promesas que coronando vuestro intimo gozo os habéis hecho mutuamente a los pies del altar ante el sacerdote, uniendo vuestros corazones y vuestra vida, el ministro de Dios ha respondido invocando sobre vosotros, queridos recién casados, sobre el vinculo indisoluble, sobre vuestro nuevo hogar que un dia alegraran los hijos «como renuevos de olivo en temo a vuestra mesa», la abun­ danda de las bendidones celestes. En aquel mo­ mento habéis sentido que vuestros latidos se aunaban, vuestras almas y vuestras voluntaries se fun­ dian, se realizaban vuestros suenos de felicidad, se aclaraba el horizonte de vuestro porvenir a la luz de la santa Iglesia, ante los parientes y ante el pue­ blo cristiano que ve para siempre unidos vuestros nombres. A-w* : d Iili f A L PIO ΧΠ A LOS E8POSO8 EL MINISTRO, INSTRUMENTO DE DIOS ^Ignorais acaso que en todo sacramento el que lo administra no es sino simple instrumento en la mano de Dios? También el hombre obra, ciertamen­ te: ejecuta una ceremonia simbôlica, pronuncia pala­ bras que significem la gracia propia del sacramento; mas quien produce tal gracia es solo Dios, que se sirve del hombre, el cual como ministro suyo opera en su nombre, a semejanza del pincel, de que se vale el pintor para ejecutar y pintar sobre el lienzo la imagen de su mente y de su arte. De donde se deduce que Dios es la causa principal, que obra por virtud propia, mientras el siervo o ministro es solo causa instrumental que obra movido por virtud de Dios, de modo que la gracia que el sacramento confiere y cau­ sa, y que nos hace consortes de la naturaleza divi­ na, se asemeja como efecto a la causa divina y no al ministrol. Por eso tampoco puede ser contaminada por el ministro la virtud espiritual dei sacra­ mento: es como la luz del sol, que se recibe pura por las cosas que ilumina *. Hasta aqui ha expuesto el Papa el significado dei ministro >111 de los sacramentos en general. Ahora va a tratar de las diferencias ©specificas que distinguer! el ministerio de los esposos del >··· ministerio propio de los demâs sacramentos, empezando per 1 summà theol., p. in, q. 62, a 1. ’ s. aug. In Joannia Evang., tr. v, n. 15 - mignb, t. 35, col. 1422. MINISTROS INSUSTITU1RLE8 βι declarer la funciôn propia del sacerdote que bendice la boda, pero que no es su ministro. |j „ illl i •3 * .S .J LOS ESPOSOS, MINISTROS DEL SACRAMENTO Ahora bien, en el gran sacramento del matrimo­ nio ^quién ha sido el instrumento de Dios, que ha producido en vuestras aimas la gracia? jHa sido acaso el sacerdote que os ha bendecido y unido en matri­ monio? No. La Iglesia prescribe ciertamente a los esposos — salvo en determinados casos excepciona* — para que su vinculo y sus mutuos compro­ les mises sean validos y les procuren las gracias sacramentales, que los afirmen y pacten ante el sacerdote, el cual la représenta como testigo calificado y es mi­ nistro de las sagradas ceremonias que acompanan el contrato matrimonial; pero en su presencia, vos­ otros mismos habéis sido constituidos por Dios mi­ nistros del sacramento; vosotros, de quienes El se ha servido para estrechar vuestra union indisoluble y derramar en vuestras aimas las gracias que os hagan constantes y fieles a vuestras nuevas obligaciones. |A que grande honor y dignidad os ha ensalzado! iNo parece que el Senor ha querido que vos­ otros, desde el primer paso que habéis dado partiendo del sagrado altar con la bendicion del sacerdote, iniciarcris y prosiguierais el oficio de cooperadores y de ’ Cfr. Can., 1009. - fl 1 MINISTROS INSUSTITUIBLEB instrumentes de sus obras, a las que os ha abierto y santificado el camino? LAS FUNCIONES DEL MINISTRO Ministro de un sacramento es aquel o aquellos que cumplen el rlto instiluido por Jesucristo, con cuyo cumplimiento Dios con­ flere la gracia. En el Matrimonio el rlto consiste en el mutuo consentimiento expresado en presenda del représentante de la Iglesia. Pero no termina aqui el ministerio de los esposos. En el sacramento del matrimonio la reciproca aceptaciôn de las personas, vuestro consentimiento, manifestado con la palabra, ha sido un acto exte­ rior que ha atraido sobre vosotros las gracias divi­ nas; en vuestra vida conyugal seréis instrumentes dei arte divino al plasmar el cuerpo material de vues­ tros hijos. Vosotros llamaréis a informor la came de vuestra carne al alma espiritual e inmortal que Dios creard a vuestra llamada, aquel Dios que ha producido fielmente la gracia a la llamada dei sacramen­ to. Y cuando nazea vuestro primogenito, la nueva Eva repetira con la madré dei género humano: «Posse­ di hominem per Deum» *; he adquirido un hombre por don de Dios. Solo Dios puede crear las almas; solo Dios puede producir la gracia; pero El se dig­ nare servirse de vuestro ministerio al sacar de la 63 nada las almas, ya que se ha servido igualmente de él para concéderas la gracia. El decisive consentimiento expresado durante la celebraciôn del Matrimonio no debe reducirse a un mero recuerdo de la palabra por la que os obligasteis a vivir juntamente, sino que debe resonar siempre en vuestros oidcs como un despertador de nuevas vidas. Tanto en la una como en la otra de estas colaboraciones Dios esperara, para usar de su omnipotencia creadora, que vosotros digeds vuestro SI. El, que dominando su fuerza, juzga con blandura y nos goe* biema con gran clemencia6, no quiete trataros co­ mo instrumentes inertes o sin razôn, como el pincel en la mono del pintor, sino que quiere que vosotros libremente pongais el acto que El espera, para llevar a cabo su obra creadora y santificadora. LIBRES, PERO RESPONSABLES En la procreation de conforme a la operation animales irrationales, de mination consiste ïambien posos. nuevos seres, la action del hombre, divina, depende, a diferencia de los la voluntad libre. En esta libre deter­ el ofitio de ministro, propio de los es­ Asi, pues, amados hijos e hijas, vosotros sois ante el Creador como preparadores escogidos de sus ca* Sap., 12, 18. 64 PIO XII A LOS ESPOSOS minos, pero libres, intimamente responsables; por­ que también de vosotros dependerà que vengan al umbral de la vida aquellas «aimas simplecillas, que nada saben» e, a las que el abrazo dei Amor infi­ nito tanto desea sacar de la nada para hacer de elles un dia sus elegidos poseedores en la felicidad etema del cielo; o bien, desdichadamente, quedarân en potencia magnificas imâgenes divinas, que habrian podido ser rayos del sol que ilumina a todo hombre que viene a este mundo, pero que no serein nunca sino luces extin guidas por la pereza y por el egois­ mo de los hombres. Acaso no os habéis unido libremente en el sacramento ante Dios, como ministros suyos, para pedirle santa y libremente, segùn el mandamiento dado por El a nuestros progenitores, estas aimas que El ansia confiaros? MINISTROS INSUSTITUIBLES Ante el altar, solo vuestra libre voluntad ha bastado para uniros con ei vinculo del sacramento del matrimonio, y ningùn otro consentimiento podria sustituir al vuestro. Otrcs sacramentos — los que son mas necesarios —, cuando falta el ministro, pueden II ser suplidos por el poder de la misericordia divina, que incluso prescinde de los signes externos para llevar la gracia a los corazones: al catecûmeno que no • Cfr. Purg., 16, v. 87. MINISTROS 1NSUSTITLIBLE8 tiene quien le derrame el agua sobre su cabeza, al pecador que no encuentra quien le absuelva, Dios, benigno, concédera por su acto de deseo y de amor aquella gracia que les hace amigos e hijos suyos, aun sin el Bautismo y la Confesién actuales. Pero en el sacramento del matrimonio no se pue­ den suplir los ministros, como no hay sustitucion de personas: alii triunfa la incomparable grandeza del mayor don, que es la libertad del querer y la responsabilidad terrible dada al hombre inteligente pa­ ra ser dueno de si y de la vida suya y de los demds, de la vida que salta hacia la etemidad, y de poder paralizar su curso en otros, rebelcmdose contra Dios. Porque si un ciego instinto asegura la continuaciôn de la vida en las especies irracionales, tratdndose de la estirpe humana, de esta estirpe caida de Adcm, redimida y santificada por el Verbo encamado, Hijo de Dios, cuando los frios y maliciosos calculos del egoismo vividor y desnaturalizado discurrieren como tronchar la flor de una vida corporal que anhela abrirse y expandirse, este delito frenara el brazo del Omnipotente para que no llame a la existencia la sonrisa de las aimas inocentes que habrian vivificado aquellos cuerpos y elevado aquellos miembros a instrumentas del espiritu y de la gracia, hasta participar un dia del premio de sus virtudes y del etemo gozo en la gloria de los santos. ’* ·. · > ·%■ PIO XII A LOS ESPOSOS MINISTROS INSUSTITUIBLES Esta responsabilidad que el Papa Hama «tremenda» deben considerarla atentamente los esposos. Colaborar con Dios, ser ins­ trumento suyo para alumbrar nuevas vidas, determinat el acto •a· no es cosa de juego. creativo de nuevas aimas A la luz de estes principles cristianos, [eu an abyectas, cuàn viles, cuàn impias aparecen las horribles doctrinas que hombres misérables propalan desvergonzadamente sobre el control de nacimientosl Tales doctrinas, aun cuando no tuviesen los inconvenientes que tienen respecto de la salud fisica de los padres que las siguen, ni en orden a la constitution de las familias y a las consecuencias sociales de un pueblo, son un insulto implicito a la sabiduria de Dios, a su Providentia y a la Redenciôn de nuestro Senor Jesucristo. Son, ademâs, una flagrante injustitia contra las aimas que Dios esta pronto a créai y que un egoismo cobarde, abusando del don divino de la libertad, extiuye del supremo bien de la vida. Los esposos que dan oidos a tales ‘eorias falsas y criminales no se juzguen exentcs de culpa, si de esa forma abusan del matrimonio y frustran positivamente su fin primario. Y todavia cometen implititamente otro pecado, creyendo a los hombres, que, fundândose en câlculos equivocados, les predican: «reprimid la vida», antes que a Dios que ordenô: «creced y multiplicaos». vuestras plegarias, y vacia la cuna dispuesta con tanto amor, y veréis, sin duda, mas de una vez que la gracia inspira a ciertas almas generosas la renuncia a las alegrias de la familia, para hacerlas madrés de un corazôn mas amplio y de una mas alta fecundidad sobrenatural; pero vosotros, en la bella y San­ ta union dei matrimonio cristiano, tendis en vues­ tras manos el poder de comunicar la vida, no solo en el orden natural, sino también en el espiritual y sobrenatural, junto con la formidable facultad de detener su curso. MEIORES HORIZONTES Vosotros, amados esposos, que conocéis la invio­ lable meta dei sacramento que habéis realizado, pre· pararéis una cuna a los dones de la omnipotencia de Dios, aunque acaso la divina Providenda permitira que queden desoidos vuestros fervientes deseos y EL TEMOR DE DIOS Este poder de transmitir la vida, a la vez que os exalta en vosotros mismos, os somete en su uso a la ley divina, cuya severidad contra los que con detes­ table culpa lo desvian de su alto y verdadero fin, no debe sorprenderos. Teman ellos7; vosotros, Cris­ tianos sinceros y obedientes a Dios como sois, no temàis; vosotros, que habéis comprendido ya la estrecha colaboracién entre el hombre y Dios en la transmisiôn de la vida. Para vuestro entendimiento iluminado por la fe, seria en realidad inconcebible el que Dios pudiera permitir al hombre violar impunemente las disposiciones de su Providenda y de su gobiemo en el vinculo marital, altamente sanciona1 Gen., 38, 10. XII A LOS ESPOSOS das desde el primer dia de la apariciôn del hombre y de la mujer sobre la tierra, vinculo elevado por Cristo a gran sacramento para llamar a la vida de aqui abajo a las aimas destinadas por Dios a santificarse en la lucha y en la victoria sobre el mal, a fin de contemplarle, amarle y alabarle en la etemidad feliz. EN DIOS Y EN LA PROVIDENCIA Oh amados noveles esposos, elevad al Cielo vuestra mirada: en el sacramento de vuestro matrimo­ nio, del que habéis sido ministros, nuestro Serior ha sencdado y puesto para vosotros el camino para su­ bir alla. El os haga comprender cada vez mejor y respetar aquel poder que solo de El procede, y os convierta en instrumentes fieles de su Provïdencia para el excelso oficio confiado a vosotros en la obra de la potencia creadora de la misma Santisima Tri­ nidad. Esta es la gracia que implorâmes sobre vos­ otros, mientras desde el fondo de Nuestro corazôn os impartîmes, como prenda de los mas abundantes do­ nes celestes, Nuestra patema Bendicion Apostolica. NO OLVIDES __ Lo3 ministros del sacramento del Matrimonio son los op­ posas: esto es, son instrumentes de Dios que confiera Ισ Gracia. MINISTROS INSUSTITUIULES — Son asimismo instrumentas de Dios al producir la Gracia dei sacramento y también al plasmar el cuerpo material de los hijos. — Ademâs, son colaboradores de Dios, que créa las aimas de aquellos cuyo cuerpo prepararon los esposos. — Comunicar la vida es obra de la voluntad libre de los es­ posos; libertad de la cual tendrân que responder delante de Dios. — Dios no tolera que por viles calculos humanos sea contrariada su voluntad creadora y su Providencia. GRANDEZAS Y DEBERES DE LA PATERNIDAD 19 de mcnzo de 1941. La festividad de San José y la presencia particularmente nu­ merosa de amados hijos ante el Papa, Padre comun de les fieles, ofrecen a Pio XII la materia del présente admirable discurso, que versa sobre la paternidad. En la alocuciôn anterior, el Papa hablô a los esposos de la tremenda responsabilidad que les alcanza en la transmisiôn de la vida. En ella les présenté la paternidad mas bien como un deber sobre el cual vela vigilante la Justicia divina. Pero la paternidad no es solo un rigido deber; sino antes que todo un titulo nobilisimo de semejanza con Dios, de quien toda patemidad desciende y se difunde por el universo. Participer de esta perfection divina y hacerse lo mas posible dignos de ella, no es pequeno consuelo por los sacrificios que se exigen a los padres cristianos. Este magnifico discurso de Pio XII es digno de la mas pro­ funda meditation. EL SALUDO DE COSTUMBRE La fe en Cristo y en su esposa la Iglesia os ha guiado y conducido a Nos, amados noveles esposos, I PIO XII A LOS ESPOSOS como a vuestro Padre comûn, Padre de los creyentes, para pedimos que bendigamos en nombre de Cristo, y como que ratifiquemos y ccnfirmemos con Nuestra invocacïôn, ante Dios y el pueblo cristiano, vuestro santo vinculo y vuestras esperanzas de verlo florecer y ensancharse en aquellos hijos, sin los cuales faltaria la corona de la alegria a la felicidad, y a tan grande, que el Senor os hace encontrar en la union de vuestras aimas. LA EXCELSA PATERNIDAD DE DIOS No yerra vuestra le al ver en el Papa, ante todo, al Padre; pero por grande que sea esta patemidad espiritual y universal, no es sino un lejano reilejo de aquella patemidad suprema, trascendente e infi­ nita, que el Doctor de las gentes, San Pablo, adoraba doblando sus rodillas ante el Padre de nuestro Senor Jesucristo: «Huius rei gratia flecto genua mea ad Patrem Domini nostri Jesu Christi, ex quo omnis paternitas in coelis et in terra nominatur» \ Es el sublime misierio de la patemidad que dei cielo, desde el fondo de la etemidad, brilla en la inaccesible luz divina, donde, en el secreto impenetrable e incomprensible de la Trinidad Santisima, etemamente, todo el ser, toda la vida, todas las infinitas perfecciones » Eph.. 3. 14-15. GRANDEZAS y DEBERE.S DE LA PATERNIDAD 109. 3 A * 73 del Padre se comunican al Hi jo, para volcarse en su comûn infinito Amor, que es el Espiritu Santo, Paternidad etema que engendra la eterna Sabiduria, y con ella se derrama en el etemo Amor. Patemidad perfecta, infinita, inefable, cuyo término, el Hijo, es no solo semejante, sino igual al Padre y uno con El en la identidad de la naturaleza indivisa, no distinguiéndose sino como Persona que le conoce y ama infinitamente. Patemidad de siglos etemos, no paternidad transitoria del tiempo, que separa de si el fruto para que este vïva una vida propia; sino patemidad que es generacion, la cual, en el infinito présente de la etemidad, no cesa jamas, siempre actual y viva, de dominar y sobrepasar todos los tiempos, que inician su curso con el mundo por una efusiôn de inmensa bondad creadora, cuando el Espiritu, cuyo di­ vino sopio animador se extiende sobre las aguas de la infancia dei universo, hace irradior este amor pa­ terno sobre las obras de su mano omnipotente. Honor y gloria de Dios es el misterio de la pater· nidad: como lo proclamaba el Senor mismo por boca de Isolas: «Yo que concedo a los demas la genera­ cion, ^seré estéril?» ’. Por lo que dijo a su Hijo, igual a El en la divinidad y en la etemidad: «Te en­ gendré de mi seno antes de existir el lucero de la manana»3. 1 Is.. 66. 9 _ « I ■ ’ ID L • 'IlT Pto XII A LOS E8P0S0S GBANDEZAS Y DEBEKFjS DE LA PATERNIDAD Hasta aqui se ha deserito y exaltado la etema e impenetrable generaciôn divina que nos descubre el misterio de la Santisima Dios, dirigida, sostenida, envuelta en su crocer y des orrollarse por su palemal Providencia. Trinidad. Asi que la Paternidad tiene por fundamento el amor — Dios es caridad — que quiere difundirse y comunicarse. Esta efusiôn se efectua por la comunicacién de bienes. En Dios, por la comunicaciôn de su propia substancia; por eso las Personas divi­ nas del Hijo (engendrado) y del Espiritu Santo (procedente del Padre y del Hijo) son consubstanciales con el Padre. Fuera de Dios, la divina Paternidad comunica diversamente no solo el ser y la vida, sino también la fauultad de comunicar a otros estes bienes. LAS CRIATURAS ^Qué es, pues, la paternidad, sino comunicar el ser; mas aùn, poner en este ser el misterioso rayo de la vida? Dios es Padre del universo: «Nobis unus est Deus, Pater, ex quo omnia» *. Dios es el Padre que crea el cielo, el sol, las estrellas, que brillan a su mirada y narran su gloria; Dios es el Padre que ha construido y modelado esta tierra, donde sernbro flores y selvas, fecundo y multiplico los nidos aereos de los pajarillos, los inaccesibles escondrijos de los peces y las grutas marinas de los corales, los rediles de los corderas y las manadas de vacunos, las guaridas de las fieras y las cuevas de rugientes leones, prontos a lanzarse impetuosamente sobre su presa; toda esta varia e inmensa vida es hija del amor de ♦ 1 Cor., 8. 6. 1 PATERNIDAD ESPECIAL Pero la paternidad se eleva mucho mas: es coiriunicar juntamente con el ser, con la vida vegetal o animal, la vida superior de la inteligencia y del amor. También los angeles son hijos de Dios. Espi­ ritus puros, libres del peso de la came, sublimes imagenes de la Trinidad, a la que contemplan y aman, participan de un modo que les es propio en la pater­ nidad divina, puesto que, como ensefia Santo To­ mas’, el uno, iluminando y perfeccionando al otro con la luz del entendimiento, se hace padre suyo, a semejanza del maestro que es padre del discipulo y le comunica cada vez nuevos impulsos para la vida de la mente. Hijo de Dios es también el hombre, imagen de la Trinidad, a quien conoce y ama. Espiritu unido a la materia, si bien es verdad que ha sido hecho un poco menor que los cmgeles, es como padre, en cierto sentido, mas que el àngel, el cual no comunica sino la luminosa actividad de la propia inteligencia, mientras el hombre aporta a Dios su concurso en la creaciôn e infusion misma de esta inteligencia en sus hijos, engendrando el cuerpo que ha de recibirla. 5 Expo *. Super Eptet. ad Eph., c. 3. 1. 4. 'll! Il 76 PIO KII Λ. LOS ESPOSOS Esta paternidad especial a que alude el Papa es de cardrier enteramente espiritual. Aunque no consista en la comunicaciôn de vida material ni del ser propiamenle dicho, no es ajena sin embargo al concepto de paternidad, puesto que comunica bienes superiores e «imprime la semejanca» del que en esa comunica­ ciôn es causa agente. De aqui va a sacar el Papa una lecciôn provechcsa: los padres no deben contentarse con ser autcres de la vida corporal, sino que deben concurrir ademâs a iormar la vida del espiritu por medio de una educaciôn cristiana. DIOS, PADRE DE LOS HOMBRES Recorded, queridos esposos, el gran dia de la créa­ tion del hombre y de su companera. Ante la grandiosa obra de unir el espiritu con la materia, la Tri­ nidad divina parece recogerse en si misma y dice: «'Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza». Pero si Dios tomé un poco de barro para plasmar el primer hombre, la primera vida humana, veis en cambio que, cuando auiso e intentô que aquella primera vida se propagara y multiplicara, saeô la segunda vida, no del fango inerte, sino del costado vivo del hombre, y asi sera la mujer su companera, nuevo rayo de inteligencia y de amer, cooperadora de Adcm en la transmisiôn de la vida, formada de él y semejante a él en toda su descendenda y posteridad. Y cuando, al conducir y entregar Eva a Adan, Dios pronuntia el altisimo mandamiento, fuente de vida: «Creced y multiplicaos», pio XI' A IOS ESPOSOS — No hay patemidad alguna, en el cielo y on la tiorra, quo w . a Dios mismo. — Petra ser un padre excelent© no basta comunicar la vida del cuerpo; es precis© comunicar también la vida del espiritu. — La generation importa semejemza de naturaleza. Si esto vale en el orden natural, debe procurarse también que, en la vida cristiana, los hijos se asemejen a sus padres. • a· — Para lograr la semejemza de aima entre hijos y padres, y entre éstos y Dios, es necesario que los padres eduquen cristîanamente a su proie. — La escuela del ejemplo es la mejor que los padres pueden dar a sus hijos. I II' CONFIANZA EN DIOS il H 7 de mayo de 1941. 1 TRILOGIA DE PRIMAVERA Una vez màs la naturaleza nos sirve de quia, que por las maravillas dei mundo terreno nos enseüa las dei mundo sobrenatural. ^Recordetis la voz dei cândido y escualido inviemo tan admirablemente interpretada por el Papa al principio de este aûo? Ahora, en Mayo, es la primavera quien canta. El aima sensible de Pio XII recoge siempre nuevos motivos de las sinfonias primaverales: el ano pasado — el 3 de abril — S. S. tradujo la voz de la naturaleza en flor en una altisima trilogia: Fe, Esperanza y Caridad; este afio, de una mistica trilogia de prima­ vera brotarà la flor delicadisima de la Confianza en Dios. Entre esta y aquella existe una relaciôn intima: la relaciôn del efecto con su causa. Porque realmente la Confianza en Dios es a la vez todo esto, Fe, Esperanza y Caridad; mas aim, es el fruto maduro de aquellas tres divinas flores que el Espiritu Santo planté con la Gracia en los corazorieg. ** CONFIANZA EN DIOS PÎO XII A LOS ESPOSOS EL HIMNO DE LA PRIMAVERA Perenne es la vida, amados noveles esposos, en la sucesiôn altemada de las estaciones que varian el curso del ano y renue van la primavera. También el dia tiene sus estaciones, émulas de las del ano, y en la manana nos hace sentir la primavera, al mediodia el verano, por la tarde el otono, y puesto el sol el invierno. Espectâculo de renaciente vida es la primavera, esta alegre estaciôn en que la naturaleza vuelve a la sonrisa, a los verdes esmaltes, a las fron­ das de la selva, a los prados y a los jardines flori­ dos, a las corolas voladoras de los ramos fructiferos, a las armonias de los pajarillos, al calorcillo del sol que avanza en el fulgor de su majestad por la béveda del cieio, como esposo de la naturaleza a quien saluda, embellece, colora y fecunda con sus vivifi­ cantes rayes. La primavera cubre enteramente la tierra con su bello manto, y suscita en nuestros animos un himno de alabanza al Creador, que en el libro de la naturaleza nos despliega su bondad y liberalidad, para que aprendamos a rénovâmes a nosctros mismes en la vida del espiritu y de la fe en El. La Primavera significa el renacimiento de la vida. Con sabia providenda ha escogido Dios esta estacion del ano para celebrar un hecho grandioso de renacimiento o renovadôn de vida: su santa Resurrecdôn. La primavera de la tierra coindde, pues, con la inmortal primavera de la Humanidad de Jesucristo y con ]a visible de su Iglesia, LA SEGUNDA PRIMAVERA: LA PASCUA También la Santa Madré Iglesia tiene su prima­ vera, primavera de multiplicados «Alleluyas» en su liturgia dei tiempc pascual, como repetidas invita­ tiones a la alegria: alegria por la resurrecciôn triunfal de Cristo, la flor purisima de la Virgen Madré, el lirio divino del rojeante valle de la pasion 1; alegria de aquella primavera de las primitivas comunidades cristianas, de las que hemos leido muchas veces en los Hechos de los Apôstoles los conmovedores episodios, augurio y primicia de la futura renovaciôn espiritual de las gentes, flor y fruto de las conquistas del apostolado catolico. LA TERCERA PRIMAVERA: LA VUESTRA También vosotros estas en la primavera de la vi­ da y vivis la primavera de las familias que acabcris de fundar, en la alegria de aquellos primeras pasos deliciosamente intimos para vosotros dos, impregnados del perfume de la esperanza de una vida llena de brotes, como renuevos al pie dei olivo, en tomo a vosotros, y que Dios os Hama a multiplicor con vuestra union; de la vida mas bella que se da aqui abajo, la vida de las aimas cristianas. 1 Cfr. Cant., 2, Pfo XII A T.Ob ESPOSOS Asi, pues, un triple motive de gozo, aunque ofuscado hoy por los trâgicos acontecimientos actuales. èQué hacer? iRenunciar a la alegria? iAfectar desinterés en estos gravisimos memen­ tos? èDesesperar? He aqui lo que tortura el corazôn de tantos hombres. Mas, para disipar o aliviar ese tormento, acude el Papa con sus patemales ensenanzas. EL CORAZON HACIA LO ALTO Primavera de la hermosa naturaleza, primavera del gozo pascual, primavera de las bodas: ahora gozeds vosotros de estas tres primaveras, y os alegrdis, como si el mundo que os rodea se circunscribiera enteramente para vosotros a vuestra vida. Pero si, interrumpiendo un momento vuestros dulces coloquios de recién casados, os ponéis a leer un diario, os encontraréis en sus columnas con otra vida y con otro mundo: hechos de guerra, furiosos combates en tierra, cielo y mar; pero también magnificos ejemplos de generosidad para con los que padecen, de abne­ gation, de heroismo y de sacrificio. Vosotros mismos, amados hijos e hijas, en medio dei desarrollo formidable de la guerra, con un grande y hermoso acto de fe cristiana, no habéis temido constituer vuestras nuevas familias, sabiendo y creyendo bien que el imperturbable renovarse de las primaveras en el tumulto de los acontecimientos hu­ manos, no es escamio o burla ni fria indiferentia de la naturaleza tiega, ni fatua imagen de sefiadores in­ CONFIANZA EN DIOS 87 genuos, sino que atestigua y manifiesta a nuestros sentidos, en la realidad y belleza de la vida que renace, aquel supremo y paterno «Amor que mueve el sol y las demâs estrellas», cuya constante solicitud jamâs se retrasa un momento en el gobiemo dei uni­ verso, y cuya misericordia domina y gobiema las agitationes de los hombres. Vuestra fe ^no es acaso confianza en la dulzura y en la fuerza de la soberana mano de Dios, vigilante, atenta y perenne directora de los acontecimientos grandes y pequenos, alegres y dolorosos de este mundo? Aprended la bella y alta leccién que Dios os da en la triple primavera que vi­ vis en estos dias, y que refuerza vuestra confianza. CONFIANZA NO ES INGENUIDAD PUERIL Confianza, que no es ingenuidad puéril que se imagina que la primavera durατά para siempre, que su encantadora belleza no pasarà, que sus flores no se marchitarân jamâs, que no volveran ya ni los ca­ lores torridos, ni los frios, ni las nieves; ingenuidad ebria del presente, sin un pensamiento para el par­ venir, sin un esfuerzo para fortalecer el alma y prepararla y prevenirla para los disgustos y las pruebas futuras. NO ES LIGEREZA INDOLENTE Confianza, que no es ligereza indolente que vive al dia, que se engana sonando que siempre habrd 88 PIO XII A LOS ESPOSOS CONFIANZA EN DIOS tiempo de despertarse al estampido de los truenos, para protegerse, como se pueda, contra la tempestad: que lo mejor por ahora es gozar, sin preocupacion alguna, la tranquilidad présente, el rayo de sol présente, por fugaz que tenga que ser. piton al acaso, sino que, por desconcertantes y obs­ curos que puedan ser sus vôrtices y sus impetus, la omnipotencia de un amor y de una sabiduria infi­ nitos lo conduce todo, vela sobre todo, lo lleva todo a una meta, en cuya luz brilla la misericordia sobre la justicia. 89 NO ES TRISTE RESIGNACION Confianza, que no es la triste resignaciôn del fatalismo, perezoso en su conviction de que contra el ciego desencadenamiento de las cosas no queda sino curvar las espaldas para recibir el golpe lo menos mal posible, buscando, cuando mas, atenuar su rudeza con la flexibilidad de quien, como una pelota, se déjà rodar y golpear por todas partes sin resis­ tenda y sin una inûtil rigidez. CONFIANZA ES ESPERANZA Vosotros sabéis que Dios no olvida jamas el fin de su obrar, y que su sabiduria nos aparecera fùlgida en el cielo cuando alli se nos concéda volver a recorrer, en la vision de El, los senderos de esta vida, senalados con las huellas sangrientas de nuestros pies y sembrados de las flores de su gracia. CONFIANZA ES CARIDAD i Que es, pues, esta confianza? Es la fe en el amor de Dios: «Nos cognovimus et credidimus caritati, quam habet Deus in nobis» Levantad vuestro espiritu sobre los huracanes y las tormentas de aqui abajo. Creed con toda el alma que el curso dei mun­ do que nos transporta en sus torbellinos, y nos per­ turba y nos aturde, no es el inconsiderado desbordamiento y choque de fuerzas degas que se preci* I Jo.. 4. 1β. Vosotros sabeis que no hay en el mundo ni amor de madré joven ni mutua temura de recién casados que se acerquen, ni de lejos, al amor y a la temura infinita, con que Dios rodea y abraza todas y cada una de nuestras aimas. DIOS NOS GOBIERNA Vosotros sabéis que este amor divino, en su eterna, grandiosa y magnifica providencia sobre los des­ tinas de la humanidad y dei mundo, a la vez que !.ΙίίΙ 90 ρίο XII A LOS ESPOSOS desciende con su cuidado providente hasta los lirios dei campo y los pàjaros del aire, tiene sus designios particulares sobre cada una de vuestras aimas, aunque fuese la màs ignorada y mezquina a los ojos de los hombres; designios caracterizados y tenidos de una solicitud tan afectuosa y sabla, como no la emplearéis nunca vosotros mismos para recibir, alegrar y embellecer la venida de aquellos niüos queridos que aguardâis con tan gozosa esperanza. El curso de vuestra vida y todos sus pasos e instantes, por humildes y secretos que sean, no los déjà Dios al azar del acaso o de la fortuna; todo es querido o permitido por los designios de una bondad sabia y poderosa, que vuelve en bien hasta el mal; en ningun momento de vuestras jomadas, en las horas de vuestro intenso trabajo, durante el reposo, en la inconsciencia del sueno, el amor vigilante del ojo y de la mono de Dios cesarà de régir, guiar y conducir vuestras vidas y las de vuestros hijos. DE LA CONFIANZA HUMANA A LA DIVINA Uno y otra tenéis confianza en vuestro reciproco amor y os habéis prometido mutuamente vida y fe­ licidad: poned y mantened en este amor de Dios hacia vosotros una fe todavia màs viva e indestruc­ tible, fe que se eleve a la alteza inconmensurable por la que él vence y sobrepasa toda palpitacion, hasta 'ah \ -- " CONFIANZA EN DIOS 91 la mas profunda y total, de cualquier amor humano. Os habéis dado el uno a la otra: daos juntos a Dios. ^Podreis acaso de ahora en adelante salvaguardar vuestra feliddad, viviendo cada uno para si, a su propio talante, sin preocuparos y cuidaros de lo que piensa o desea la otra aima conglutinada con la vuestra? No, ciertamente. Todavia menos llegaréis a asegurar la verdadera felicidad de esta vuestra vida comûn, viviéndola a vuestro capricho fuera de los designios del amor de Dios sobre vosotros, despreciando o no teniendo en cuenta lo que El desea y espera de vosotros. EL CAMINO DE LA CONFIANZA El corazôn se esponja con alientos inmortales, respirando la nueva, purisima atmôsfera que Jesucristo ha instaurado en medio de nosotros. Pero no basta ccnocer la salubridad de un ambien­ te puro, ni es suficiente gozarlo por algunos instantes o por pocos dias: es necesario vivir en él por largo tiempo, siempre. Un sentimiento momentaneo de confianza puede animar durante algunos dias, pero no basta para establecer un régimen de paz y de alegria constantes. Hay que Uegar al estado de confianza perenne. Lo cual se obtiene con el ejercicio constante de los deberes de la vida cristiana. Dejaos guiar por Dios: los mandamientos de la ley cristiancr, la direccion y consejos de la Iglesia, las disposiciones de la Providenda iluminaran vuestros pasos, dia iras dia, en el camino de la vida. Con- 92 PÎO ΧΠ A LOS ESPOSOS fiad en Dios; confiad en el Redentor: El venciô al mundo. No esperéis revelaciones extraordinarias de los designios divinos sobre vosotros: se os revelarem poco a poco, en la sucesiôn de los hechos y en las incidendas de cada dia y de la vida. Creed en el amor divino que os ha mostrado el camino que te­ ndis que recorrer; andad con rectitud y virtud, no a vuestro modo y capricho: de lo contrario serian in­ evitables los choques y las disonandas de las di­ vinas armonias: vuestra voz desentonaria en el dulce canto que Dios quiere hacer resonar en vuestra familia. ^No es con frecuencia esta la triste y secre­ ta causa y origen de tantas vidas que comenzaron radiantes de felicidad y acabaron en las mas obs­ curas miserias? No sedis chiquillos caprichosos, testarudos, que se retuercen hasta en los brazos amorosos de la madré; no imitéis a aquéllos, no tan pocos, que, como Faraôn, se endurecen y revuelven en las manos de Dios; y en lugar de dejarse régir filialmente, rechazan su ley, son sordos a las inspiradones de su gradcc que les impulsa hacia una vida mds enteramente cristiana; de donde luego vienen desacuerdos, choques, caidas, enfermedades y ruinas. CONFIANZA EN DIOS I Jaros guiar por B, en obedecer sus mandamientos, en aceptar con filial sumisidn las disposidones de su Providenda sobre vosotros, entran, no lo dudamos, en los propositos de la vida comûn que con la bendidôn dei sacerdote habéis inidado. Pero ^dônde adquiriréis tan bellas y necesarias virtudes? Las adquiriréis, las conservaréis, las aumentaréis solamente en los manantiales profundos y limpidos del agua viva que salta hasta la vida etema, en la asiduidad para escuchar la palabra de Dios, para instruiras ca­ da vez mejor en las ensefianzas de la Iglesia, en la oracion que os réunira manana y tarde, en la asistencia a la Santa Misa, en la frecuencia de los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristia, en una palabra, en la activa y virtuose vida cristiana. Entonces, si, la primavera de hoy durara, florecera, se cubrira de follaje en vuestras aimas, y no cesarà sino para cambiarse en la corona de refulgentes frutos y de doradas mieses de aquel verano sin otono y sin inviemo que etemamente alegra a los bienaventurados del Cielo. NO MEDIOS INDISPENSABLES Amados noveles esposos, esta fe confiada en el amor de Dios, esta docil y animosa fideiidad en de- 93 OLVIDES — La confianza en Dios vuelve perennes las alegnas de primavftra que en los primeros tiempos hizo ielices a los $ POSOA. Μ Pto XII A IAjS ESIOSOS — Por confianza no debe entenderse la puéril ingenuidad que falsamente imagina eîernas las bellezas de este mundo. — Confianza no es tampoco la inconsideradôn o irréflexion in­ dolente que no sabe p rever las penas y contratiempos luturos, — Confianza es fe en el amor de Dios, es certeza de que Dios premi ατά los propios merecimientos, es estimulo de la caridad para con Dios. __ Confianza dice ademâs segundad de que Dios rige y go- b’ema el mundo amorosa y sabiamente. — iDej aise régir por Dios! Esto se verifica obedeciendo a su santa ley· CONFIANZA EN LA ORACION 2 de Julio de 1941. El ejercicio de los actos conducentes a nuestra salvaciôn, la cdquisiciôn de cualesquiera bienes, la liberaciôn de todo mal, la consecuciôn del fin ultimo o de aquellos fines mas inmediatos que Dios nos ha senalado, se basan en un postulado comûn indispensable: la Oraciôn. Por la fe y la razôn sabemos todo esto. El aima que ora se hace como omnipotente. Lo cual, aunque parezca absurdo, es consecuencia lôgiaa de la incesante promesa de Jesûs: «Pedid y se os darà; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirà». Asi tiene que ser, porque Dios no engana. Mas, por otra parte, el fracaso de nuestras oraciones es cosa de casi todos los dias. Y asi a la divina y categorica promesa de Jesûs responde en nosotros muchas voces un sordo descorazonamiento: |he rcgado tanto y no he sido oidol Con esta o parecidas expresiones dirigimos a Dios nuestras quejas, en el fonda de las cuales hay siempre una misma mal disimulada desilusicn: |Dios no me escucha! Aqui empieza el drama intimo de muchas aimas piadosas. Pues bien, el Vicario de Jesucristo, con el celo y la autoridad que le distinguée, se propone hoy investigar y revelar el PIO XII A LOS ESPOSOS misterio de muchos sllencios de Dios respecto de nuestras oraciones. Entiende S. S. que el tratar de este asunto es especial deber suyo para con los esposos, a quienes tantas veces, directa o indirectamente, ha declarado la necesidad absoluta de la oraciôn, asi en privado como en comun, en casa y en el templo, para si y para los hijcs, en demanda de bienes temporales y de los etemos. LA ORACION ROMANA DE LOS ESPOSOS jCuantas cosas, queridos recién casados, teneis que pedir a Dios en estos dias en vuestras piadosas visitas a los grandes santuarios de Roma! Estas vi­ sitas son otras tantas sagradas peregrinationes, de la misma manera que también la vida de aqui abajo es una peregrination hacia Dios, entre las vicisitudes de la alegria y del dolor. Ahora camineris en la aurora de la alegria. Ante los sagrados altares ha­ béis orado por vosotros mismos, por vuestro hogar recién fundado, por los pequenuelos que vendran a alegrarlo y a alegraros. La tierra sobre la que habéis puesto el pie, es una tierra famosa, pisada ya duran­ te siglos y siglos, por miles de pueblos, por millones de peregrinos, por aquellos mismos martires que ha­ béis venerado en las catacumbas, en las basilicas y en las iglesias, y a los que el apéstol San Juan oyé ya gritar en alta voz: «^Hasta cuando, Senor santo y veraz, difieres hacer justitia, y vengar nuestra sangre contra los que habitan en la tierra?... Fuéles respondido que descansasen en paz un poco de tiempo, CONFIANZA EN LA ORACIÔN <)7 en tanto que se completaba el nûmero de sus consiervos y hermanos» \ También ellos oran; pero ante el Senor no ha llegado todavia el tiempo de oirles. Tienen confianza indestructible en la promesa divina: serân ciertamente oidos, como lo fueron al triunfar su fe ante los tiranos. También vosotros habéis orado; habéis tenido confianza en Dios; y ahora veis r que han sido ofdas las plegarias que tal vez desde largo tiempo dirigiais al cielo, para obtener la gracia de efectuar aquella santa union deseada por vos­ otros, y en que ponéis al présente vuestra felicidad. CUANDO DIOS PARECE SORDO Nada, en efecto, ayuda tanto a orar con confianza, como la experienda personal de la eficada de la oration, a la que la amorosa Providenda ha respondido concediendo generosamente, plenamente, lo que se le pedia. Pero muchas veces, también a nosotros, como a los martires de los altares, se nos dice por la Providenda que esperemos durante el tiempo que ella désigné. Al ver retardado el cumplimiento de sus plegarias, no pocos experimentan una grave sacudida en su confianza, ni saben estar tranquilos, cuando Dios parece sordo a todas sus sùplicas. No, no per­ dais nunca vuestra confianza en aquel Dios que os ha creado, que os ha amado antes que vosotros pu1 Cfr. Apoc.. 6 10. 98 PÎO XII A IOS ESPOSOS CONFIANZA EN LA ORAOIÔN dierais amarlo y que es ha hecho sus amigos. ^No es acaso propio de la amistad, que el amante ansie que sea oido el deseo dei amado, porque quiere precisamente su bien y su perfection? j No ama Dios a su criatura? ^No es el amor un querer bien? Y el bien de la criatura ^nc se deriva todo de la bondad di­ vina? ’. LA CONFIANZA A PRUEBA Confiad en Dios: «de Dios las gracias, nunca 11egan tarde» ’. Pero para algunos, para muchos de los que oran, las divinas gracias parecen tardai demasiado. Lo que piden les parece bueno, ùtil, necesario, y bueno no solo para el cuerpo, sino para su misma aima, para las almas de los seres queridos: oran con fervor durante semanas y meses, y todavia no han cbtenido nada. A aquella madré no se le ha concedido todavia la salud necesaria para ocuparse de la familia. Aquel hijo, aquella hija, cuya conducta pone en peligro su salvation etema, no ha hecho todavia mudanza de vida. Aquellas estrecheces materiales, en medio de las cuales se agitan y afanan los padres para asegurar un mendrugo de pan a los hijos, lejos de disminuir, no hacen sino crecer mas duras y amenazadoras. La Iglesia entera, con todos los pueblos, multiplica sus plegarias para ’ STO. tomAs, Contra Gent., 1. 3. c. 95. dfll’tf ternit à. 1,3. ’ petrarca. 99 obtener el fin de las calamidades que afligen a la grem familia humana; y sin embargo tarda todavia en acercarse aquella paz con j usticia, augurada, invocada, suspirada con tan vivas instandas, y que parece tan necesaria para el bien de todos y para el bien mismo de las aimas. Con exquisita delicadeza el Papa, el mismo Vicario de Jesucristo, el représentante visible de Dios en la tierra, el que tiene la potestad de atar y desatar, se asocia por un instante a las ansias de las aimas que esperan angustiosamente una gra­ cia: la gracia de la Paz, que el Papa, en nombre de toda la Humanidad, pide desde hace anos, sin que por el momento nos sea concedida por el amoroso Dios. En comparaciôn de ella jeu an pequenas son las gracias que de ordinario pedimos para nosotros! Bajo el peso de taies pensamientos, muchos miran sorprendidos los sagrados altares ante los cuales se ora, y tal vez quedan escandalizados y perplejos al oir que la sagrada liturgia recuerda y proclama incesantemente las promesas del Salvador divino: «todo lo que pidiereis en la oraciôn, como tengeris fe, lo obtendréis» L «Pedid y recibiréis... Todo el que pide, recibe» r>. «Todo lo que piddis al Padre en mi nombre, yo lo haré... En verdad, en verdad os digo, que todo lo que piddis en mi nombre os lo concédera» °. ^Podrian ser mds explicitas, mds cla­ ras, mds solemnes, las promesas del Salvador? ^No Trionfo ‘ Mt., 21, 22. » Mt., 7, 7. 8 Jo., 14, 13; 15, 16; 16, 23. k ,.Γ CONFIANZA EN JA ORAÇ10N 100 101 PÎO XII A LOS ESPOSOS se verân algunos tentados por ventura a considérai como una amarga burla el silencio de Dios respecto a sus demandas? POR QUE DIOS PARECE SORDO Pero Dios no miente, ni puede mentir; lo que ha prometido, lo mantendrd; lo que ha dicho, lo harâ. Levantad la mente, amados hijos e hijas, y escuchad lo que ensena el gran Doctor Santo Tomas de Aquino7, cuando explica por que las oraciones no son siempre acogidas por Dios: «Dios oye los deseos de la criatura racional, en cuanto desea el bien. Pero ocurre a veces que lo que se pide no es un bien verdadero, sino aparente, y hasta un verdadero mal. De ahi que una tal oraciôn no pueda ser oida por Dios. Porque esta escrito: «Pedis y no recibis, porque pedis mal»8. Vosotros desectis, vosotros busccris un bien, como os parece a vosotros eso que pedis; pero Dios ve mucho mas lejos que vosotros en aquello que desectis. Ocurre a veces — anade el mismo santo Doctor — que uno rehusa por amistad lo que le pide un amigo, porque sabe que le sera nocivo, o porque le serà mas ventajoso lo contrario; asi, el médico niega algunas veces al enfermo todo lo que este pide, pensando que no le ayudard a recobrar la salud dei cuerpo. Por lo tanto, asi como Dios cum- ple los deseos que se le exponen en la oracion, por el amor que tiene a la criatura racional, no hay que maravillarse si en algunas ocasiones no oye la pe­ tition de aquellos que ama de modo particular, para hacer en cambio lo que en realidad les ayuda màs. Por eso no quitô a San Pablo la «espina clavada en su came»9 — se muy probablemente· de . · trataba · una molesta enfermedad fisica—, aunque se lo habia • pedido ·très veces, t · a * fin de que esta le ayudase a conservor la humildad. De este modo, el gran *Apôs· toi no fué ciertamente oido segùn su voluntad, «ad voluntatem», porque no fue curado de la calamidad que le afligia; pero fué oido segûn su salud, «ad salutem», porque Dios, prometiéndole confirmarlo con su gracia para conseguir con mayor mérito el fin deseado, le oyé de un modo todavia mas perfecto10. % UNA CONDICION POR PARTE NUESTRA Vigila por lo tanto, hombre de fe — advierte San Agustin — y escucha con vigilanda lo que ensena el Maestro divino: «Cuando pedis, pedid no de una manera cualquiera, sino en mi nombre, «in nomine meo». Y jeudi es su nombre? Cristo Jesûs: Cristo significa Rey; Jesûs significa Salvador. Ciertamente no nos salvarû un rey cualquiera, sino el Rey Salvador; por eso, cualquier cosa que pidamos, contraria al bien de • 2 Cor., 12, 7. 1 Contra Gent.. I. 3. c. 96. 8 Jac., 4, 3. M s. aüO. in Ep. Jo. ad Parthos, tr. C, n. 6-7. Π PÎO XII A IOS ESPOSOS 102 nuestra salvation, no la pedimos en nombre del Sal­ vador. Ademôs, El es Salvador, no solo cuando hace lo que pedimos, sino cuando no lo hace; porque en el no hacer lo que ve que se pide contra la salud se muestra mejor Salvador. , aquel pan de los dones sobrenaturales necesarios o ùtiles para nuestras ai­ mas; aquel pez preparado por El que, como futuro simbolo suyo, dio Cristo resucitado como manjar a los Apôstoles en las orillas del lago de Tibenades; aquel huevo, alimento para los pequenos en la pie­ dad y en la devociôn, que los hombres no distinguen * Cfr Tx?., Il, 11-13. pio XII A IOS ESPOSOn 108 1RES REQUISITOS DE IA ORACIÔN con frecuencia de las piedras danosisimas a la salud ©spiritual, que les ofrece el tentador Satanas. El gran Apôstol Pablo confesaba a los Romanos: «Que hemos de orar, segùn conviene, no lo sabemos; mas el mismo Espiritu interviene a favor nuestro con gete i · midos inefables. Y el que sondea los corazones sabe cual es la aspiraciôn del Espiritu, por cuanto segun Dios interviene a favor de los santos» Los hombres son muchas veces como ninos que ignoran lo que les es bueno y les conviene pedir; son disparatadas las plegarias que muchas veces dirigen al Padre celestial. Pero el Espiritu Santo, que con su gracia obra en nuestras aimas y nos inspira nuestros gemi­ dos, sabe darles bien el verdadero sentido y el ver­ dadero valor; y el Padre, que lee en el fondo de los corazones, ve clarisimamente lo que, a través de nuestras plegarias y de nuestros deseos, pide su di­ vino Espiritu para nosotros y en nosotros, y taies peticiones del Espiritu, profundamente intimas en nos­ otros, las oye El sin duda alguna. DIOS, FIEL CUMPLIDOR DE SUS PROMESAS · ·- 3 ^9 ^No veis, pues, en este Espiritu que obra en vos­ otros, el apoyo indestructible de vuestra confianza en la oraciôn? ^No veis el fuerte vinculo que liga la oraciôn a su cumplimiento? Vosotros sabéis y creéis » Rom., 8, 2··· amor pagano, su suerte esta echada: cadutidad, desilusiôn y muerte. Si amor cristiano: felicidad y vida eterna. Una eterna primavera es su patrimonio, como fué y sera para la Roma coronada con la Cruz de Cristo, que ha cas! triplicado ya los siglos de existentia de la antigua ciudad pagana, y a quien esta reservado bajo divina promesa un futuro cada vez mas esplendoroso. Esta es la lection que dan a los nuevos esposos las ruinas de la Roma antigua, y que Pio XII expone admirablemente en el présente discurso. DECADENC1A DE LA ROMA PAGANA En vuestros paseos romanos, amados noveles es­ posos, no ha podido menos de admiraros la manera como se mezclan, se compenetran y se sobreponen, en esta ciudad ùnica en el mundo, los recuerdos de su pasado pagano y las realidades de su pasado y su présente cristiano. Mas particularmente, en razôn de vuestro mutuo amor de esposos Cristianos y de vues­ tras nacientes familias cristianas, las rainas de los AM O R 1AGAN0 Y AMOR CRISTIANO 117 palacios magnificos y de los templos vetustos han debido llevar do nuevo vuestro pensamiento a las costumbres de la Roma imperial, cuando, aun en me­ dio del esplendor de las letras y de las artes, al decaer la antigua superioridad e integridad de la vida, la corrupciôn habia llegado a tal punto que hacia exclamar al poeta Horacio: «Generaciones fecundas en vicias contaminaron primera las bodas y la pureza de la estirpe y la disciplina de las casas; el dano derivado de esta fuente se esparciô por la patria y por el pueblo. La doncella se complace en ser amaestrada en las Gicenciosas) danzas jonicas... y desde la niüez médita ilicitos amores»1. DESPUES DE LA REPUBLICA Sin duda, apartando la mente de semejantes ima­ geries, vuestra a] ma se ha vuelto con preferencia hacia el recuerdo de aquellas antiguas, fuertes y aus­ teras familias remanas que hicieron el poder y la grandeza de la Urbe dominadora dei mundo: «per quos viros... et partum et auctum imperium» *. Ha­ béis rememorado, taies cuales viven en las narraciones de Tito Livio, aquellos ru dos padres de familia, de autoridad absoluta e indiscutida, custodies fieles de las tradiciones de su «gens», totalmente dedicados 1 horat. Carm, m, 6, 17. Praefatio. ’ tit. livii, Ab Urbe condita libri. 118 PÎO XII A LOS ESPOSOS al servicio de la cosa pùblica; y a su lado, noblemente sometidas, aquellas matronas irreprensibles, del todo dedicadas al cuidado de la casa, que como Corne­ lia, madré de los Gracoss, mosiraban en sus hijos su mas bello ornamento, sus mas preciosas joyas: «Haec ornamenta sunt mea». No faltaron del todo, en la misma época imperial, ejemplos de familias en las que los cônyuges vivian en feliz concordia y mutuamente se daban el uno al otro la preferencia; en las crue el mérito de la buena mujer era tanto mas digno de alabcmza, cuanto era mas grave la culpa en la mujer mala \ Mujeres que, aun en aquellos tiempos de terror en que eran acusadas y muertas solo por haber derramado lagrimas per la muerte de sus hi­ jos 6, eran sin embargo para sus maridos modelo de ànimo y de sacrificio. Madrés que acompanaban a sus hijos profugos, mujeres que seguian a sus ma­ ridos en el destierro *. Esposas castas, como aquella Ostoria, cuyo elogio «incomparabilis castitatis femina» esta esculpido en un sarcôfago recientemente descubierto en las profundidades de las criptas Vati­ canas. I I h PARANGON CON EL CRISTIANISMO Λ ■ 1A Ahora bien, cuando volvéis la mirada desde estas familias paganas a aquellas familias plenamente, VALEB. MAXIM-, 1. 4, C. 4. tacit. Anii., 1. G. n. 10. 4 TACIT. • TACIT, Aqricol.. c. 6. nittor., 1. 1. H' % ' r AMOR PAGANO Y AMOR CRISTIANO 119 grandemente, espléndidamente cristianas que todos conocéis, sentis instïntivamente que a las primeras les falta algo, algo mas fuerte que la vieja fuerza de los Quirites, mas intimamente fuerte y al mismo tiempo mas ardiente, mas penetrante y bueno, mas pro iundamente humano. AMOR Y ENERGIA «· -V • r o* 1 . del cual son dones preciosos la fe, la esperanza, la confianza especial que os es dado poner en la divina bendiciôn que Nuestro patemo afecto se alegra de Si la divina piedad para con la humana miseria, da fuerza y eficacia a Nuestra invocacion, es omnipo­ tente la bendiciôn que desciende de Dios, porque, rra; ae las tinieoias, el sol; ae la tierra y ae las aguas, toda la naturaleza viviente. Entonces, formado por el Creador, el hombre se yergue del fango, para recibir, como aliento de la boca divina, un espiritu inmortal y para escuchar juntamente con su companera seme jante a él, sacada de su costado, aquella beny de llenar la tierra*. Mas vosotros, noveles espo- Salvador y Redentor, habéis sido bendecidos en este nombre ante el altar, para que por vosotros se aumenliumwiu us lus eiegiaos. A este altisimo îin, querido por Dios al instituir el matrimonio como un deber uniendoos con el santo vinculo indisoluble que enlaza vuestros corazones y vuestras vidas. ESPOSOS HEROICOS 135 HEROISMOS DE LOS ESPOSOS No es, pues, de maravillar — como ya indicamos en Nuestro ùltimo discurso — que un estado tan no­ ble exija también sus heroismos: heroismos extra­ ordinarios en situacicnes excepcionales, y heroismos impuestos por la vida cotidiana; heroismos muchas veces ocultos, mas no por ello menos admirables, sobre los cuales pensamos hoy llamar vuestra atenciôn de un modo mas particular. MARTIRIO Y HEROISMO Como en los primeras siglos del cristianismo, asi en los tiempos modemos, en aquellos paises dei mun­ do donde las persecuciones religiosas se recrudecen aqui o alla, declaradas o solapadas, pero no menos duras, los mas humildes fieles pueden encontrarse en cualquier momento frente a la dramâtica necesidad de escoger entre su fe, que tienen el deber de conser­ ver intacta, y la propia libertad, los medios para sus­ tenter su vida, y hasta la vida misma. Pero aun en las épocas normales, en las vicisitudes y condiciones ordinarias de las familias cristianas, ocurre a veces que las aimas se ven puestas bruscamente en la al­ ternative de violai un deber ineludible o de exponerse a sacrificios y riesgos dolorosos y agobiantes en la salud, en los bienes, en la posicion familiar y 136 PÎO XII A LOS ESPOSOS social: es decir, puestas en la necesidad de ser y de mostrarse heroicas, si quieren mantenerse fieles a sus obligaciones y permanecer en la gracia de Dios. I EL MATRIMONIO, PALESTRA DE HEROES Lo que ahora indica el Padre Santo respecto de los eventua­ tes heroismos a que puede dar ocasiôn la vida conyugal, esta dicho con la maxima ponderacién y atenciôn. Las ocasiones dependen o de circunstantias de fuerza mayor — por ejemplo, una grave enfermedad, una separation accidental —, o de la mala voluntad de uno de los esposos. En el primer caso, no queda ctro camino que el del heroismo; en el segundo, sirva el espiritu cristiano para hacer entrar en vereda a la voluntad perversa, de modo que cumpla sus deberes, santionados por la ley de Dios. Quien, olvidandose de las leyes dei matrimonio, quisiere per­ vertir sus fines, tenga bien présente que se hace responsable ante la justitia de Dios, no solamente de su mal procéder, sino también del mal a que arrastra a la ctro parte. Que aun cuando esta realice los actos heroicos a que se ve obligada, no por esto cesa la responsabilidad y la culpa de quien la ha constrenido a sacrifitios duros e innecesarios. H mérite del uno no atenua la culpa del otro. Por desgracia puede darse el caso en la vida ma­ trimonial, que un alma heroica viva junto con otra alma vil y monstruosa. ■ 1 I » Cuando Nuestros Predecesores, de santa memoria, y particularmente el Sumo Pontifice Pio XI en la caria enciclica «Casti Connubii», proclamaban y recordaban las santas e inviolables leyes de la vida matrimonial, ponderaban y se daban perfectamente cuenta de que en no pocos casos se exige a los espo- ESPOSOS HEROICOS 137 scs cristianos un verdadero heroismo para cumplirlas inviolablemente. Sea que se trate de respetar los fines dei matrimonio queridos por Dios; o de resistir a los incentivos ardientes y lisonjeros de pasiones y solicitaciones, que insinûan a un corazôn inquieto que busqué en otro lugar lo que no ha encontrado o créé no haber encontrado en su légitima union de un modo que le satisfaga plenamente como habia esperado; sea que para no romper o no aflojar el vinculo de las aimas y dei amor mutuo, llegue la hora de saber perdonar, de olvidar una desavenencia, una ofensa, un choque quiza grave: jcudntos dramas intimos nacen y desarrollan sus amarguras y sus lances detrds dei velo de la vida diaria! jcudntos heroicos sacrificios ocultos! jcudntas angustias de espiritu para convivir y para mantenerse cristianamente constantes en su puesto y en su deber! SACRIFICES QUE LLEGAN AL HEROISMO Y esta misma vida cotidiana, jcuanta fortaleza de ànimo no demanda muchas veces: cuando todas las mananas se ha de vol ver a los mismos trabajos, tai vez duros y fastidiosos en su monotonia; cuando hay que soportar, en bien de la paz, con la sonrisa en los labios, amablemente, alegremente, los mutuos defectos, los contrastes nunca vencidos, las pequenas divergencias de gustos, de habitos, de ideas, a las HI 13S I ■ ■ J !J l < ( ' PIO XII A LOS ESPOSOS que da lugar no raras veces la vida en comûn; cuan­ do en medio de pequenas dificultades e incidentes, muchas veces inevitables, no se debe turbar ni menguar la calma y el buen humor; cuando en un frio choque, hay que ayudarse del saber collar, de contener a tiempo la queja, de cambiar y dulcificor la palabra que, de ser pronunciada, desahogaria los nervios irritados, pero difundiria una nube obscura en la atmôsfera de las paredes domesticas! Son mil detalles insignificantes, mil fugaces momentos de la vida cotidiana, cada uno de los cuales es muy poca cosa, casi nada; pero que, al continuarse y acumularse, acaban por hacerse muy gravosos, y con ellos, sin embargo, està entretejida y entrelazada en muy gran parte, gracias a la reciproca toleranda, la paz y la alegria del hogar. LA HEROIN A DE LA FAMILIA Sin embargo, la fuente, el alimento y el sostén de la alegria y de la paz de la familia, debe ser particularmente la mujer, la esposa, la madré. ^No es ella la que cria y mantiene unidos y atados en el amor al padre con los hijos? ^la que con su afecto viene a compendior en si la familia, vela sobre ella, la guarda, la protege y la defiende? Ella es el canto de la cuna, la sonrisa de los ninos rosados y vivarachos, o llorosos y enfermas; la primera maestra que les hace levantor la vista al cielo, que lleva a ESPOSOS HEROICOS 139 sus hijos e hijas a postrarse ante los altares sagrados, que les inspira a veces los pensamientos y deseos mas sublimes. Dadnos una madré que sienta profundamente en su corazôn la matemidad espiritual, no menos que la natural, y veremos en ella la heroina de la familia, la mujer fuerte, a la cual podéis ensalzar con el canto del rey Lamuel en el libro de los Proverbios, y decir de ella: «La fortaleza y el decoro son su atavio, y mira con confianza el porvenir. Abre su boca con sabios discursos, y la ley de la bondad gobiema su lengua. Vigila ella misma el procéder de su casa, y no come ociosa el pan. Levantaronse sus hijos para llamarla bienaventurada, y su marido para elogiarla» Y permitid que Nos demos a la madré y a la mu­ jer fuerte otra alabanza, la alabanza del heroismo en el dolor, como que muchas veces, en la escuela de la desventura, de la afliccion y de la pena, ella es mas imperterrita, intrepida y resignada que el hom­ bre, porque sabe aprender del amor el dolor. Contemplad a las piadosas mujeres del Evangelio, que siguen a Cristo y le asisten con sus medios, y en el camino del Calvario le acompanan llorando hasta la cruz4. El corazôn de Cristo es todo misericordia para con las lagrimas de la mujer: lo supiercn las llorosas hermanas de Lazaro, la doliente viuda de Nairn, la 1 Prov.. 31. 25. I 1 . :: l'fo Xll A LOS ESPOSOS Magdalena que lloraba ante el sepulcro. Y también hoy, en esta hora tan cruenta, ^quién sabria decir a cuàntas viudas de Naim, a cuàntas madrés, aunque no les resucite el hijo muerto, la benignidad del Redentor derrama en el seno el bâlsamo de su palabra consoladora: «Noli flere», No llores? B. PREPARARSE PARA EL HEROISMO La Hamada que Pio XII dirige al alma heroica do les osposcs no es inutil. Puede muy bien darse el caso que las voluntades, los afectos y las inclinaciones de entrambes esposos sean tan concordes, que no provoquen nunca el mener sinsabor y mènes aun alguna dificuVad seria; pero es imposible que para ambos a la vez no se presente el caso de tener que librar algun combate en comun. Pensar lo contrario seria ilusion. Por ello es necesario fomentar en si el espiritu de heroismo para lo que pueda su··· < · coder. No dudéis, amados noveles esposos: mirad esperanzados a la alta meta del heroismo en el camino de la vida que emprendéis. Siempre ha sido verdad que, empezando por las cosas mas pequenas se llega a las mas grandes, y que la virtud es una flor que co­ rona el crecido tallo, regado por la fatiga asidua de cada dia. Este es el heroismo cotidiano de la fidelidad a los deberes acostumbrados y comunes de la vida ordinaria; heroismo que forma y prépara las al- ESl'OHOS HEROICOS 141 mas, que las eleva y las templa para las jomadas en que Dios les pida tal vez un heroismo extraordinario. LA FAMILIA, CAMPO DE HEROISMO No busquéis en otra parte la fuente de taies heroismos. En las vicisitudes de la vida familiar, como en todas las circunstancias dei vivir humano, el he­ roismo tiene su raiz esencial en el sentimiento pro­ fundo y dominador del deber, de aquel deber con el cual no es posible transigir ni pactar, que tiene que prevalecer en todo y sobre todo; sentimiento del de­ ber que, para los cristianos, es el reconocimiento cons­ ciente dei dominio soberano de Dios sobre nosotros, de su soberana autoridad y de su bondad soberana; sentimiento que nos ensena que la voluntad de Dios claramente manifestada no admite discusiones, sino que impone un sometimiento total; sentimiento que, por encima de todas las cosas, nos hace comprender que esta voluntad divina es la voz de un infinito amor para nosotros; sentimiento, en una palabra, no de un deber abstracto o de una ley prepotente e inexorable, hostil y destructora de la libertad humana en el querer y en el obrar, sino que responde y se inclina a las exigencies de un amor, de una amistad infinitamente generosa, que trasciende y gobiema las multiformes vicisitudes de nuestra vida de aqui abajo. pio xii a los esposos PERFECCION DE VIDA CRIST1ANA I Este tcm fuerte sentimiento cristiano dei deber crecerà y se reforzarà en vosotros, amados hijos e hijas, con la fidelidad perseverante a vuestros deberes y obligationes cotidianas mas humildes: los mas pequenos sacrificios, las pequenas victorias sobre vos­ otros mismos iràn de dia en dia enraizando y vigorizando mas el habito virtuoso de no preocuparcs de impresiones, impulsos o repugnantias que broten en el sendero de vuestra vida, siempre que se traie de un deber, de una voluntad de Dios que cumplir. El heroismo no es fruto de un dia, ni madura en una manana. Las almas grandes se forman y se elevan a través de lentas ascensiones, para encontrarse prontas, cuando llegue la ocasiôn, a las gestas magnificas y a los supremos triunfos que nos llenan de admi­ ration. A fin de que en vuestras almas crezcan estos sentimientos Cristianos dei deber y esta alegre y animosa confianza, os damos de todo corazôn, como prendo de los mas grandes favores celestes, Nuestra paternal Bendicion Apostolica. NO — La vida conyugal y el cuidado solicite de la familia dan ocasiôn a sacrificios heroicos. ΕΑΓ08Ο8 HKROICOH — Obllgan a verdaderos heroismos el respeto a los lines esenciales del matrimonio, la fidelidad que requiere el sacramenlo y la educacion cristiana de los hijos. — Oiro heroismo nocesario puede exigirlo el mantenimiento de la paz y la armonia de los corazones. — La esposa y la madré estân Hamadas las mas de las veces a llevar una vida heroica, pero oculta. — Con el heroismo que exige la misma vida ordinaria se loguea y dispone el animo para otros heroismos extraordinarios, quo Dios dispone a veces, en circunstancias especiales. LA JERARQUIA EN LA FAMILIA 10 de septiembre de 1941. Marido y mujer La familia, célula primaria de la sociedad, tiene con esta estrecha analogia, si bien no puede llamarse «sociedad perfecta», por cuanto no se basta a si misma para conseguir todcs sus fines naturales. Es esencial a toda sociedad, y por consiguiente • tll bien a la familiar, la pluralidad de miembros, un fin comûn y una autoridad que dirija los miembros hacia el fin. Como es obvio, la autoridad, elemento dinâmico y ejecutivo, es el aima de toda sociedad, pues regula las relaciones de los individuos entre si en orden al fin comûn. Es, pues, de suma impcrtancia para la f>111 amilia la existencia y el funcionamiento de la autoridad. Por esto S. S. Pio XII dedica a esta materia dos magistrales dis­ cursos, este y el siguiente. En el de hoy expone con su acostumbrada claridad y bondad las funciones de la autoridad entre ma­ rido y mujer, y en el siguiente, entre padres e hijos. La substanda del présente discurso puede reducirse a estos principles fundamentales. Despues de exponer la necesidad de que π - 10 141·» relaciones mutuas que en orden a la misma exigen los dictâmenes de la razôn y de la fe. La norma es: huir los extremos. • ktl Sin ninguna autoridad, la familia caeria en la anarquia; si la balanza de la autoridad se inclina demasiado del lado o en favor del marido, tendremos la esclavitud de la mujer; si por el contrario se inclina a los antojos de la mujer, seguiranse los horrores que conocié el paganismo. Es necesario, por consiguiente, buscar el equilibria; el cual, si es posible de hallar en un ambiente de frio câlculo de derechos y deberes, se consigne en cambio y se actua cuando el amor confiado anima las rela­ ciones entre ambas partes. Si el que manda ama, nunca ejercerà un dominio despotic©; si el que obedece ama, nunca s© som©terà con espiritu d© esclavo. [Cucm preciosas ensenanzas s© sacan de estas ideas capitales! Quiera Dios que todas las familias cristianas del mundo se ajusten a est© cédigo d© orden y de paz, que nadie, fuera del Vicario de Jesucristo, pcdria damos jamâs. EN CADA FAMILIA UNA CABEZA Cuando hace unos dias, queridos recién casados, ba jo la mirada de Dios y en presencia del sacerdote, haciéndoos ministros del gran Sacramento que recibiais, os disteis mutuamente vuestro solemne y libre consentimiento en la obligaciôn de indisoluble comu· nidad de vida, sentisteis en ese sagrado acto, dentro de vuestra aima, que estabais y obrabais en condi­ ciones de perfecta igualdad, de manera que el contrato matrimonial ha sido concluido entre vosotros çon Il MARI DO Y MXTJEB 147 plena independencia, como entre personas que tienen derechos estrictamente iguales. Alii se manifesto vues­ tra dignidad humana en toda la grandeza de su libre voluntad. Pero en aquel mismo momento fundasteis una familia. Ahora bien, toda familia es una sociedad de vida; toda sociedad bien ordenada requiere un jefe; toda potestad de cabeza o jefe proviene de Dios. Por eso también la familia fundada por vosotros tiene un jefe investido por Dios de autoridad sobre aquella que se le ha dado por companera para constituir su primer nùcleo, y sobre aquellos que con la bendiciôn del Senor vendrctn a acrecentarlo y alegrarlo, como vigorosos retonos alrededor del tronco dei olivo. USURPANDO EL CETRO El orden establecido por Dios no se subvierte nunca impunemente. Un ejemplo elocuentisimo de ello lo trcre a colacion el Padre Santo. Si; la autoridad del cabeza de familia viene de Dios, como vino de Dios a Addn la dignidad de pri­ mer cabeza del género humano, dotado de todos los dones que habia de transmitir a su progenie; por lo cual él fué formado primera, y Eva después; y, como dice S. Pablo, Adan no fué enganado, sino que fué la mujer quien se dejo seducir y prevarico h La curiosidad de Eva al mirar el hermoso fruto del Paraiso 1 1. Tim.. 2, 13. I J 148 pio XII A LOS ESPOSOS I Et· terrestre, y su conversacïon con la serpiente jcuânto dano causaron al primer hombre, a ella misma, a todos sus hijos y a nosotrosl A ella, ademâs de multipliacrle los afanes y dolores, Dios le dijo que quedaria sometida al marido *. jOh esposas y madrés cristianas! Nunca os coja de sorpresa la sed de usur­ por el cetro de la familia. Vuestro cetro — cetro de amor — sea el que os pone en las manos el Apostol de las gentes; el sal varos por la matemidad, con tal que perseveréis en la fe y en la caridad y en la santidad unidas a la moderaciôn ’. IGUALDAD EN CRISTO, JERARQUIA EN LA FAMILIA El Papa refuta dos clases de objeciones que podrian hacerse contra la necesidad de la jerarquia en el seno familiar. Una, sofistica, se fundaria en un falso supuesto cristiano, a saber, que en Cristo todos somos iguales, como afirma la Escritura. Otra, •If en el espiritu pagano, antiguo o moderno, segun cuyos dlctamenes, la mujer no es inferior al hombre. La base para la soluciôn de entrambos sofismas es esta: la familia no es una sociedad de aimas (sociedad invisible), sino de seres humanes completos, esto es, compuestos de alma y cuerpo, de sexo distinto y con funciones peculiares a cada uno de ellos, ordenadas a la consecuciôn de unos fines comunes por medio también de actos ex­ ternos (sociedad visible). En la santidad, por medio de la gracia, los cônyuges estan unidos con Cristo de un modo igual e inmeGen., 3, ’ 1. Tim-. 2. kl ARIDO Y MUJKR 149 dicrto. En verdad, aquellas que han sida bautizados en Cristo y se han revestido de El — escribia San Pa­ blo —, son todos hijos de Dios, y no existe diferencia entre hombre y mujer, porque todos son uno solo en Cristo JesûsL Otra es, en cambio, su condiciôn en la Iglesia y en la familia, en cuanto son sociedades visibles. Por eso el mismo Apôstol amonestaba: «Quie­ ro que sepais que la cabeza de todo varôn es Cristo, y que el varôn es cabeza de la mujer, y Dios cabeza de Cristo» 5. Del mismo modo que Cristo, en cuanto hcmbre, esta sometido a Dios, y todo cristiano esta sometido a Cristo, del cual es miembro, asi la mujer esta sometida al hombre, el cual, en virtud dei matri­ monio, se ha convertido con ella en «una sola car­ ne» El gran Apôstol sentia la necesidad de recor­ dar esta verdad y este hecho fundamental a los convertidos de Corinto, porque muchas ideas y costumbres dei mundo pagano se los podrian hctber hecho olvidar facilmente, o no comprenderlos o desfigurarlos. (iNo sentiria quiza la misma necesidad de sus amonestaciones, si hablara con no pocos cristianos de hoy dia? ^No sopla en nuestros tiempos un aire malsano de renacido paganismo? i ALERTA AL «FEMINISMO»! Las condiciones de vida que se derivan al présen­ te del estado econômico y social, por lo que se refiere « Gai., 3, 26. · 1. Cor., 11, 3. ’ Mt., 19. 6. 150 > t rio XU A LOS ESPOSOS a la orientaciôn hacia las profesiones, las artes y los oficios, y par la entrada de hombres y mujeres en las fàbricas, en las oficinas y en los diversos empleos, tienden a engendrar e introducir prdcticamente una amplia paridad de las actividades de la mujer con las del hombre, de tai manera que los esposos se encuentran no pocas veces en una situacion que casi raya en la igualdad. Marido y mujer ejercen a menudo profesiones de la misma categoria, aportan con su trabajo personal una contribuciôn casi idéntica al presupuesto familiar, al tiempo que, por su mismo trabajo, se ven obligados a llevar una vida muy independiente el uno de la otra. Mientras tanto, los hi­ jos que Dios les envia, ^qué vigilancia y custodia, qaé educaciôn e instrucciôn reciben? Se les ve, no digamos abandonados, pero si muy a menudo entregados desde el principio a manos extranas, formados y guiados por otros mas que por su madré, apartada de ellos por el ejercicio de su profesion. i Que de extraüo tiene que se débilité y disminuya, hasta perderse, el sentido de la jerarquia familiar, si el gobiemo del padre y la vigilancia de la madré no consiguen hacer grata y amada la convivencia do­ mestica? El peligro apuntado per el Papa no es puramente abstracto, sino que lo viene fomentando cierta mentalidad laica y pagana, que se personifica en la expresiôn «feminismo» y que defiende la igualdad absoluta de entrances sexos. No lo faltan a tan M2 B TIM) Y MUJER morbosa teoria heraldos defensores en algunas naciones. Baste recordar, para horrorizarse, en que estado de degradation sumiô a la familia el bolchevismo, cuyo programa de acciôn se basa en gran parte en el «féminisme». Pero si es falsa en si misma semejante teoria, todavia es mas terrible por las consecuencias que de ella se derivan en perjuicio de los hijos. A todas luces es completamente contraria a la doctrina catôlica. Sin embargo, el concepto cristiano dei matrimo­ nio, que San Pablo ensenaba a sus discipulos de Eieso, lo mismo que a los de Corinto, no puede ser mas manifiesto ni mas claro: «Las mujeres sométanse a sus propios maridos, como al Senor; pues el varôn es cabeza de la mujer, como también Cristo es cabeza de la Iglesia... Asi oomo la Iglesia se sujeta a Cristo, asi también las mujeres a sus maridos en todo. Vosotros, varones, amad a vuestras esposas, como también Cristo amé a la Iglesia y se entregé a si mismo por ella... Cada uno de vosotros asi ame a su esposa como a si mismo; la mujer a su vez reveren­ de al marido> T. Esta doctrina y esta ensenanza de Pablo ^qué otra cosa son sino la ensenanza y la doctrina de Cristo? LUCES Y SOMBRAS DEL PAGANISMO El divino Redentor vino a restaurai de esta marie­ ra lo que el paganismo habia trastomado. Atenas y ·; * π 152 rio XH A LOS Roma, faros de civilizaciôn, aunque derramaron tan­ ta luz de naturaleza sobre los vinculos familiares, no consiguieron, ni con las altas especulaciones de la filosofia, ni con la sabiduria de la legislaciôn, ni con la severidad de la censura, colocar a la mujer en su verdadero puesto en la familia. En el mundo romano, a pesar del respeto y la dignidad de que estaba rodeada la madre de familia: «Uxor dignitatis nomen est, non voluptatis»9, la mujer estaba juridicamente sometida, segun el antiguo derecho quiritario, a la ilimitada y total potestad del marido o del «paterfamilias», que tenia el domi­ nio de la casa «qui in domo dominium habet»’, porque también ella estaba «in mariti manu manci­ pioque, aut in eius in cuius maritus manu mancipio­ que esset»10. Por lo cual el austero Censor Caton proclamaba delante del pueblo: «Maiores nostri nul­ lam ne privatam quidem rem agere feminas sine tutore auctore voluerunt; in manu esse parentum, fratrum, virorum»u. Pero en los siglos posteriores, caido en desuso todo el derecho gentilicio de los antiguos “, aquella ferrea disciplina desaparecio, y las mujeres quedaron practicamente independientes de toda autoridad marital. Sin duda, continuaron dândose nobles ejemplos de mujeres y madrés excelentes, imitadoras de las • III « spartiani Aelius Verus, 5, 12. 9 tjlp., L. 195, 2 D. - De r. s., 50, 16. 10 OELLii Noctium Attic., 18, G. 9. « tit. liv Ab Urbe cond., 1. 34. c. 2. 11 gaii Institut., ni, 17. M A 11 IDO Y MUJlffR 153 ontiguas matronas, como aquella Ostoria, de ilustre familia, de la cual un sarcôfago recientemente descubierto en las criptas vaticanas — ya mencionado por Nos en otra ocasion — ha conservado en su inscripcion (probablemente del siglo III después de Cristo) este elogio: «Incomparabilis (sic) castitatis et amoris erga maritum exempli feminae»; documento sobreviviente que demuestra ademas que semejantes virtudes de castidad y de fidelidad conyugal, aun siendo enfonces demasiado raras, no cesaban de merecer la estimation de los romanos. Pero a ton irreprensibles caractères se oponia y contrastaba el nûmero siempre credente de mujeres, especialmente de la alta sociedad, reacias y esquivas a los deberes de la maternidad, ansicsas de ocupaciones y de actitudes propias hasta enfonces solamente de los hombres, al mismo tiempo que, con la multiplication de los divorcios, la familia se iba disolviendo, los vestidos y los afectos femeninos se desviaban dei camino recto de la vida virtuosa, hasta el extremo de arrancar a Seneca la conocida amarga lamentation: «^Por ven­ tura queda alguna mujer que se ruborice de romper el matrimonio, despues que tantas ilustres y nobles damas cuentan sus anos, no por el nûmero de los Consules, sino por el de los maridos, y se divorcian para casarse, y se casan para divorciarse? » u. La mujer tiene un gran poder sobre las costumbres ρύ” SEX EC., .· De beneficii». 1. ni, TG. 2. i 154 PÎO XIÎ A LOS ESPOSOS blicas y privadas, porque tiene un gran poder sobre el hombre: recordad que Eva, seducida por la serpiente, did el fruto prohibido a Adan, y éste también lo comiô. JERARQUIA, BASE DE UNION Y DE FELICIDAD Restablecer en la familia la jerarquia indispensa­ ble a su unidad y a su felicidad, y restituir al mismo tiempo el amor conyugal a su primitiva y verdadera grandeza, fué una de las mayores obras del Cristianismo desde el dia en que Cristo afirmô a la faz de los fariseos y del mundo: «Quod ergo Deus coniunxit, homo non separet» «Lo que Dios ha unido, no in­ tente separarlo el hombre». INTEGRACION RECIPROCA Apelando a la naturaleza, esto es, al orden de las cosas establecido por el mismo Dios, el Papa explica iodavia como las relaciones de autoridad entre marido y mujer se derivan de ser necesariamente complementarias las funciones fisicas, propias y peculiares de uno y otra. Esta es la jerarquia esencial de naturaleza, inserta en la unidad dei matrimonio, que la divina Providencia creadora ha senalado con las cualidades distintas, reciprocamente complementarias, de que quiso dotar M Mt., 1«. β. MARIDO Y MUJER al hombre y a la mujer: «Ni el hombre sin la mujer, ni la mujer sin el hombre, segùn el Senor» “ exclamaba San Pablo. Al hombre la primacia en la unidad, el vigor del cuerpo, los dones necesarios para el trabajo con que ha de proveer y asegurar el sus­ tento de la familia; a él fué dicho, en efecto: «con el sudor de tu trente te ganaras el pan» A la mujer le ha reservado Dios los dolores del pario, los trabajos de la lactancia y de la primera educaciôn de los hijos, para los cuales los mejores cuidados de perso­ nas extranas nunca equivaldrdn a las afectuosas solicitudes del amor matemo. PODER TRANSFIGURANTE DEL AMOR Pero sin de jar de mantener firme la dependenda de la mujer respecto al marido, sandonada en las primeras pâginas de la Revelaciôn” el Apostol de las Gentes recuerda que Cristo, todo misericordia pa­ ra nosotros y para la mujer, ha endulzado ese poco de amargura que aun queda en el fondo de la Ley antigua, y ha mostrado, en su divina union con la Iglesia, con quien se desposô É1 «en la sangre bendita», como la autoridad del jefe y la sujecion de la esposa, sin que se mermen en nada, pueden ser transfiguradas por la fuerza del amor, de un amor que imite a aquel con que É1 se une a la Iglesia; y de que Gen.. 3. 19. « Gen.. 3. 1β. 15G PÎO XU A LOS ESPOSOS manera la constanda del mando y la docilidad respetuosa de la obediencia pueden y deben encontrar, en un amor activo y mutuo, el olvido de si mismos y el generoso don reciproco; de tal modo que también de aqui nazca y se consolide la paz domestica que, como una flor del orden y dei carino, fué definida por San Agustin como la ordenada concordia de mandar y de obedecer entre aquellos que viven juntos: «Or­ dinata imperandi obediendique concordia cohabitan­ tium» Este ha de ser el modelo de vuestras fami­ lias cristianas. I I EL OFICIO DE CABEZA : I I Vosotros, maridos, habéis sido investidos de la autoridad. En vuestro hogar, coda uno de vosotros es el jefe, con todos los deberes y las responsabilidades que ese titulo significa. No dudéis ni vaciléis, pues, en ejercer dicha autoridad; no os sustraigcds a esos deberes, no huycds de esas responsabilidades. La indolencia, el descuido, el egoismo y la distracciôn no os deben hacer abandonar el timon de la navecilla de vuestra casa, confiado a vuestras manos; pero I que delicadeza, que respeto, cuanto carino deberà demostrar y practicar vuestra autoridad, en cualquier circunstancia alegre o triste, respecto a aquella que habéis escogido para companera de vuestra vida! *· De oivit. Doi, 1. 19. c. 14. * M ARIDO Y MUJER 157 Vuestros mandatos, anade el gran Obispo de Hipona ya citado, deben tener la dulzura del consejo, y del consejo sacard animos y consuelo la obediencia. En la casa del cristiano, que vive por la fe y es todavia peregrino hacia la ciudad celeste, los mismos que mandan sirven a aquellos sobre los que parecen man­ dar; porque no mandan por an sia de dominar, sino por oficio de aconsejar; no por soberbia de prevalecer, sino por misericordia de proveer19. Tomad ejemplo de San José. Él contemplaba frente a si a la Santisima Virgen, mejor, mas alta y mas excelsa que él mismo; un respeto soberano le hacia venerar en ella a la Reina de los àngeles y de los hombres, a la Madré de Dios: sin embargo, él permanecia en su puesto y obraba como cabeza de la Sagrada Familia, sin faltar a ninguna de las altas obligaciones que le imponia semejante titulo. ESPIRITU DE SUMISION Vosotras, esposas, levantad vuestros animos. No os contentéis con aceptar y casi soportar esta auto­ ridad del marido, a que Dios os ha sometido en las ordenaciones de la naturaleza y de la gracia; debéis amarla en vuestra sincera sumision, y amarla con el mismo amor respetuoso que tributais a la misma auto­ ridad de nuestro Senor, de la cual proviene toda ” S, AUG.; 1. C. 158 pfo XII A LOS ESPOSOS potestad de jefe. Nos sabemos bien que del mismo modo que la paridad en los estudios, las ciencias, los deportes y las competiciones llena de orgullo a no pocos corazones femeninos, asi también vuestra recelosa sensibilidad de mujeres modernas, jôvenes e independientes, se plegara, no sin dificultad quiza, a la sujecién casera. A vuestro alrededor muchas voces os la representarân como una cosa injusta, os sugeriran un dominio mas altivo de vosotras mismas, os repetirân que sois iguales en todo a vuestros maridos, incluso superiores a ellos en muchos aspectos. Al oir esas voces serpentinas, tentadoras, enganadoras, no seeds como otras tantas Evas, que se dejan desviar del unico camino que, incluso aqui abajo, puede con­ ducing a la verdadera felicidad. No es de creer que después de tan décisives argumentas piense todavia la esposa haber mermado su personalidad, sujetândose a quien Dios le diô por représentante suyo en la familia. Pero puede darse un caso en que ella, no solo puede, sino debe mostrarse ir.dependien‘e... La mayor independencia, a la cual tenéis un de­ recho sagrado, es la independencia de un aima solidamente cristiana delante de las imposiciones del mal. Cuando la obligaciôn surge y os da voces y advierte a vuestra mente y vuestro corazén, cuando os hallâis trente a un mandato cualquiera que vaya contra los preceptos inviolables de la ley divina, con- I* M/BIDO Y MUJKB I 159 tra los deberes imprescriptibles de cristianas, de esposas y de madrés; entonces conservad y defended respetuosamente, tranquilamente, afectuosamente, pe­ ro firmemente e irrevocablemente toda la inalienable y sagrada independencia de vuestra conciencia. A veces hay en la vida dias en que relampaguea la hora de un heroismo o de una victoria, de la que Dios y los dngeles son, en secreto, los ùnicos e invisibles testigos. SABER GANARSE EL CORAZON Por lo demâs, cuando se os pida el sacrificio de un capricho o de una preferencia personal, aun muy legitimas, alegraos de que estas leves renuncias encuentren su compensaciôn ganando cada dia mas el corazon que se os ha entregado, acrecentando y reforzando continuamente aquella intima union de pensamientos, de sentimientos y de voluntades que es el ùnico medio que podra haceros factible y dulce la alta misiôn que se os ha confiado respecto a vuestros hijos, misiôn que se perturbaria gravemente por cualçruier falta de concordia entre vosotros. Y puesto que en la familia, como en cualquier asociacion de dos o màs personas que pretenden un mismo fin, es indis­ pensable una autoridad que la encamine y dirija hacia él, salvaguardando eficazmente la union, vosotras debéis amor ese vinculo que hace de ambos un solo querer, aunque en el çarpino de la vida el uuq vayq IIi ··, 160 Ρίο XII A LOS ESPOSOS delcmte y la otra le siga; debeis amarlo con todo el amor que sentis por vuestro hogar domestico. LA BENDICION APOSTOLICA La Bendiciôn Apostôlica, que Nos desde el fonda de Nuestro corazôn patemo os damos, sea para vosotros, amados noveles esposos, prenda de gracias cada vez màs abundantes, cuanto mas avancéis en el sendero de la vida, gracias que os ayudarân a perseveror en esta union de vuestras aimas y en la fidelidad absoluta a vuestros reciprocos deberes. NO OLVIDES un jefe; eu autoridad viene de Dios. — En Ioda ί — Si bien es cierto que de! te de Dios valen las aimas lo que valen sus méritos. en el seno de la f ••Il ilia, sociedad visible, el esposo precede siempre a la esposa en autoridad. — La igualdad absoluta de derechos entre los esposos y la total independencia, son errores muy perjudiciales asï para los esposos como para los hijos. — La jerarquia es indispensable para la union y la felicidad de la familia. La misma naturcleza la exige por razôn de la fun ciôn distinta de uno y otro sexo. — El mutuo amor disipa teda pesadilla de dominio y toda apariencia de vil sumision. VaV· /// LA JERARQUIA EN LA FAMILIA 24 de septiembre de 1941. II. Padres e hijos Con el intervalo de dos semanas, en la misma Aula de las Bendiciones, atestada de noveles esposos y de toda clase de fieles, que en el templado Septiembre romano habian subido al monte Vaticano, prosiguiô el Padre Santo su importantisima disertacion sobre la Autoridad en la familia. Troto esta vez de las relaciones entre padres e hijos. Si las ensenanzas del Papa son siempre dignas de atentisima consideraciôn, estas que da sobre la autoridad familiar merecen ser leidas y releidas hasta grabarlas indeleblemente en la memoria. El discurso de hoy, en especial, que es un epitome sapientisimo de pedagogia sumamente practica e indispensable, debe ser meditado incesantemente. Incesantemente, decimos, porque su actualidad, sobre todo en los primeros tiempos dei matrimonio, se hace cada vez mas patente, a medida que la familia, mero nucleo al principio, se va extendiendo con nuevos retoûos, que son los hijos. 162 Ρίο XII A LOS ESPOSOS PRIMER DEBER DE LA AUTORIDAD: EL BAUTISMO *’ J Con doble y fuerte lazo, amados noveles esposos, se desarrolla y suele crecer la familia que vosotios habéis inaugurado a los pies del altar y del sacerdote con tanto gozo y tanta esperanza. Es el lazo que une y estrecha bajo un techo comûn a los cényuges entre si y a los padres con los hijos. Al primer vagido que sale de una cuna, regocijase la madré, regocijase el padre, regocijanse los parientes y amigos; y en aque11a aurora de una vida primeriza, he aqui que aparece también por vez primera la autoridad del padre y, después de él, la de la madré, los cuales sienten en si el deber de procurar con solicito cuidado que el bautismo haga de aquel nino un hijo de Dios, borre su culpa original, le comunique la vida de la gracia y le abra las puertas del paraiso; porque de los nines es el reino de los cielos \ fCuanto debe ennoblecer este pensamiento a un padre que se gloria de su fe en Cristo, y cuanto debe consolar a una madré que ama la salvacién de sus hijos! Asi todo niüo que recibe el sello de la adopcién divina y bebe de la fuente del agua sobrenatural, inicia en la Iglesia, como un viand an te, el camino de la vida a través de los senderos inciertos y peligrosos dei mundo. Supone con razôn el Padre Santo que los padres crlstiano3 conocen y aprecian el valor inmenso del Bautismo. Ellos saben ’ Mt.. 19, 14. PADliES E HIJOS que este sacramento, puerta de todos los demâs, al comunicar a la nueva aima la vida del Cuerpo Mistico de Jesucristo, la limpia del pecado original, que es obstaculo insuperable para esa vida, la sustrae a la potestad del demonio, la reviste de la Gracia santificante, consagrândola con la sangre divina de sus, le confrere el derecho de hijo de Dios y la hace objeto de su predilecciôn. Asi que por el acto del Bautismo prodâcese un profundo, aunque invisible, cambio en el aima. Dios mismo en su Trinidad augusta fija en ella su morada, de suerte que cuerpecito del pequeno nino puede considerarse como sagrario o templo de Dios. Desde aquel momento, por una nueva genera­ tion mistica, comienza en el alma del bautizado una vida nueva y sobrenatural, que, de no suprimirla el pecado mortal, producirà multiplicados frutos de bien, de felicidad y de santidad aun sobre la tierra. Todo bien mundano que pueda desearse a la criaturita que llora en la cuna, no es nada, absolutamente nada, en comparaciôn de los bienes inmensos que las aguas del Bautismo derramaron sobre su aima. iCuân grave responsabilidad, pues, contraen los padres que privan a sus hijos de recibir el santo Bautismo, o lo retardan, poniéndoles en grave peligrol AUTORIDAD CONSCIENTE ôQué sera de este nino? «Quis putas puer iste erit?»3. Los ninos son canas agitadas por el viento; son flores de cuya corola aun los céfiros arrebatan algùn pétalo; son tierra virgen en cuyo fondo ha puesto Dios las semillas de la bondad, a la que acechan los sontidos y los pensamientos del corazon humano inclinados al mal desde la adolescenda por la sober1, 06. · Gen.. 8. 21. 164 Ρίο XII A LOS ESPOSOS bia de la vida y por el incentïvo de los ojos y del pla­ cer *. iQuién asegurarà aquellas canas? ^Quién defenderà aquellas flores? ^Quién cultivarà aquellas tierras y hard germinor en ellas las semillas de la bondad contra las asechanzas del mal? En primer lugar, la autoridad que rige la familia y los hijos: vuestra autoridad, oh padres. ESPECTACULO DOLOROSO Los padres y las madrés se quejan con frecuencia, en nuestros dias, de que no logran hacerse obedecer de sus hijos. Ninos caprichosos que a nadie hacen caso. Adolescentes que rehuyen toda guia. Jovenes y muchachas que no toleran ningùn consejo, sordos a todo aviso, afanosos de ser los primeros en los juegos y en las carreras, deseosos de guiarse en todo por su juicio, creyendo que solo ellos comprenden las necesidades de la vida modema. En fin — se dice —, la nueva generacion no està de ordinario dispuesta (salvo muchas y hermosas y apreciables excepciones) a inclinarse ante la autoridad del padre y de la madré. iY cuàl es la razôn de esta actitud indôcil? La que generalmente se da es que hoy dia los hijos no poseen muchas veces el sentido de la sumision y del respeto debido a los padres y a su voz; en la atmôsfera de ardiente altivez juvenil en que viven, todo tiende a hacer que se desprendan de toda deferencia hacia « Cfr. 1 Jo.. 2. IG. PADTIES Ε HIJOS 1βΓ· sus padros y la pierdan; todo lo que ven y oyen a su alrededor acaba por aumentar, inflamar y exasperar su natural y no domada inclinaciôn a la independencia, su desprecio del pasado, su avidez del porvenir. Para los esposos que no han hecho todavia tan triste expe­ rienda en sus hogares, el aviso del Papa es realmente un favor de la divina Providenda. Pero a los padres que tal vez choquen algun dia personalmente con la dolorosa realidad que el Sumo Pontifice lamenta, les dlremos que no desesperen, que tengan confianza: con la ayuda de Dios hallaran remedio, con tal que escuchen y practiquen escrupulosamente los autorizados conse­ ns del Vicario de Jesucristo. H Si Nos hablaramos ahora a ninos o jôvenes, seria nuestro proyecto o intento examinar y consideror es­ tas causas de su escasa y reacia obediencia. Pero dirigiéndoos la palabra a vosotros, noveles esposos, que pronto tendréis que ejercitar la autoridad patema y materna, queremos encauzar vuestra atenciôn hacia otro aspecto de tan importante materia. EL SECRETO: LA PREEMINENCE MORAL El ejercicio normal de la autoridad depende, no solo de los que deben obedecer, sino también, y en gran escala, de los que tienen que mandar. En términos mas claros: una cosa es el derecho a la posesion de la autoridad, el derecho de dar ordenes, y otra cosa es aquella preeminencia moral que constituye y adoma T 166 Ρίο XII A UJS ESPOSOS la autoridad efectiva, operativa, eficaz, que logra imponerse a los otros y obtener de hecho la obediencia. El primer derecho os lo confiere Dios con el hecho mis­ mo de haceros padres y madrés. La segunda prerrogativa hay que adquirirla y conservarla; puede perderse como puede aumentarse. Ahora bien, el dere­ cho a mandar a vuestros hijos alcanzara muy poco de ellos, si no fuere acompaûado de aquel otro poder y de aquella autoridad personal sobre ellos que os asegure el ser realmente obedecidos. ^De que mo­ do, con que arte sabia podréis adquirir, conservor y aumentar ese poder moral? NO ABUSAR DEL MANDO Dios concede a algunos el don natural del mando, el don de saber imponer a otros la propia voluntad. Es un don precioso; es dificil muchas veces decir si reside en el alma o, en gran parte, en la persona, en el porte, en la palabra, en la mirada, en el rostro; pero es al mismo tiempo un don temible. No abuséis de él, si lo tenéis, al tratar con vuestros hijos; correriais peligro de encoger y cerrar en el temor sus aimas, de hacerles esclavos y no hijos amorosos. Templad esta fuerza con la expansion del amor que corresponda a su afecto, con la bondad suave, paciente, solicita, alentadora. Oid al gran Apéstol San Pablo, que os exhorta: «Padres, no exacerbeis a vuestros hijos, para ■ PAPKES E HIJOS 167 que no se tomen pusilanimes»: «Patres, nolite ad indi­ gnationem provocare filios vestros, ut non pusillo ani­ mo fiant»5. Recordad, oh padres, que el rigor es un mérito solo cuando hay dulzura de corazon. AUTORIDAD CLARIVIDENTE Juntar la dulzura con la autoridad, es veneer y triunfar en la lucha que os plantea vuestro oficio de padres. Por lo demas, para todos los que mandan, la condition fundamental de un dominio benéfico sobre la voluntad de los otros, es el dominio de si mismos, de las propias pasiones e impresiones. Una autoridad cualquiera no es fuerte ni es respetada, sino cuando los sùbditos sienten en su ànimo que se rige en sus movimientos por la razon, por la fe y por el sentimiento del deber; porque enfonces los sùbditos sienten asimismo que al deber de ella ha de responder su pro­ pio deber. Si las ôrdenes que diereis a vuestros hi­ jos, si las reprensiones que les hiciereis proceden de impulsos del momento, de impetus de impaciencia, de imaginationes o de sentimientos ciegos o mal ponderados, no podra menos de suceder que las mas de las veces sean arbitrarias, incohérentes, quiza aun in­ justas e inoportunas. Hoy seréis para aquellos pobres pequenos de una exigencia irrational, de una severidad inexorable. Manana pasareis por todo. Empeza» CO) OR i ! ■1 ·■< IBS ΓΙΟ XII A LOS ESPOSOS réis por negarles una cosilla, que un momento mas tarde, hartos de su lloriqueo o de su enojo, se la concederéis con demostraciones de temura, ansiosos de acabar de una vez con una escena que os irrita los nervios. ^.Por que, pues, no sabéis dominar los movimientos de vuestro humor, refrenor vuestra fantasia y regiros a vosotros mismos, mientras queréis y procu­ reris régir a vuestros hijos? Si en algunos momentos no os parece sentiros del todo duenos de vosotros mismos, dejad para mas tarde, para un tiempo mejor, la reprensicn que queréis dar, el castigo que os creéis en el deber de imponer. En la reposada y tranquila firmeza de vuestro espiritu, vuestra palabra y vues­ tro castigo tendrân una eficacia muy diversa, un po­ der mas educador y mas autorizado que los prontos provocados por una pasiôn mal dominada. ENTENDER A LOS NINOS No olvidéis que los ninos, aun los pequenines, son todo ojos para observer y advertir, y en un momento se darân cuenta de los cambios de vuestro humor. Desde la cuna, apenas lleguen a distinguir a su ma­ dré de toda otra mujer, pronto se percatarân del po­ der que tienen sobre los padres débiles un antojo o un pucherito, y no vacilardn, en su inocente picardia, en abusar de ellos. Guardaos, por lo mismo, de todo lo que pudiera disminuir vuestra autoridad ante PADRES E HI JOS 169 ellos. Guardaos de mermar esta autoridad con el prurito de continuas e insistentes recomendaciones y observaciones, que, acaban por aburrirles; harem como si os oyesen, pero no les darem ninguna im­ portanda. Guardaos de burlar o llamar a engano a vuestros hijos con razones o explicaciones vanas o falaces, dadas sin ton ni son, para salir del apuro y libraros de preguntas importunas. Si no os parece bien exponerles las verdaderas razones de una orden vuestra o de un hecho, os sera mas provechoso invocar su confianza en vosotros y vuestro amor para con ellos. No falseéis la verdad; si acaso calladla: tai vez no sospechais siquiera que turba­ tiones y que crisis pueden ocasionarse en aquellas almitas el dia en que vengan a conocer que se ha abusado de su natural credulidad. Guardaos también de dejar transparentar cualquier senal de désunion entre vosotros, cualquiera diferencia en el modo de tratar a vuestros hijos: muy pronto se percatarian ellos de que pueden valerse de la autoridad de la madré contra la del padre, o de la del padre contra la de la madré, y dificilmente resistirian a la tentation de ayudarse de esta disparidad para la satisfaction de todos sus caprichos. Guardaos, finalmente, de esperar que vuestros hijos hayan crecido en edad para ejercer sobre ellos vuestra autoridad bondadosa y serena, pero al mismo tiempo firme y franca, no plegable a escena ninguna de lloriqueos o cmtojos; desde las 11ο λό a lAJS EM'ÜSU.S principles, desde la cuna, desde los albores de su sencilia razon, haced que prueben y sientan sobre si manos acariciadoras y delicadas, pero también sabias y prudentes, vigilantes y enérgicas. AUTORITARIOS, PERO AMOROSOS ΜI I Autoridad sin debilidad ha de ser la vuestra, pero autoridad que nace del amor, que esta toda impregnada y sostenida por el amor. Sed vosotros los prime­ ras educadores y los primeros amigos de vuestros hijos. Si realmente inspira vuestras ordenes el amor patemo y matemo — un amor cristiano bajo todos los aspectos, y no una complacencia egoista, mas o me­ nas inconsciente—, ellas causarân efecto en vues­ tros hijos, que las acogeran en lo profundo de sus almas sin necesidad de muchas palabras; porque el lenguaje del amor es mas elocuente en el silencio de la obra que en los acentos de los labios. Un relampago de mil pequenas senales, una inflexion de voz, un gesto imperceptible, una ligera expresiôn del rostro, una serial de aprobacion, les revelarem, mejor que todas las protestas, cudnto afecto anima a una prohibiciôn que les aflige, cuanta benevolencia se esconde en una amonestacién que les resulta molesta; y enfon­ ces la palabra de la autoridad aparecera a sus corazones, no como peso grave o yugo odioso que hay que PADRES K HIJCW 171 sacudir cuanto antes, sino como la suprema manifes­ tation de vuestro amor. SIN EL BUEN EJEMPLO TODO SE ECHA A PERDER Y con el amor, £no correra parejas el ejemplo? iComo podrian los ninos, prontos por naturaleza a la imitation, aprender a obedecer, si ven en todas las ocasiones, que la madré no hace ningùn caso de las ôrdenes del padre, sino que se queja de él; si entre las paredes domesticas oyen continuas e irreverentes criticas en contra de toda autoridad; si notan que sus padres son los primeras en no cumplir lo que mandan Dios y la Iglesia? Haced, en cambio, que tengan ante los ojos un padre y una madré que, en su manera de hablar y de obrar, den ejemplo de respeto a la légitima autoridad, de fidelidad constante a sus propios deberes; ante un espectaculo tan edificante aprenderan, rnejor que de la exhortation mas estudiada, cual es la verdadera obedientia cristiana y como la deben observar respecto a sus padres. Estad convencidos, queridos retién casados, de que el buen ejemplo es el patrimonio mas pretioso que podéis dar y dejar a vuestros hijos. LA HERENCIA DEL EJEMPLO Es la vision imborrable de un tesoro de obras y de hechos, de palabras y de consejos, de actos piadosos 172 ! i . PÎO XTI A LOS ESPOSOS y de pasos virtuosos, que se imprimira y vivira siemore A en su memoria y en su corazôn como uno de los recuerdos mas conmovedores y queridos que les evocarà y resucitara vuestras personas en las horas de duda y de incertidumbre entre el bien y el mal, entre el peligro y la victoria. En los momentos obscuros, cuando el cielo se ennegrece, volveréis a apareceros a ellos en un horizonte que iluminara y dirigirà su camino con el camino que vosotros seguisteis a costa de aquel trabajo y de aquella fatiga, que es el precio de la felicidad aqui y en el cielo. ^Un sueno tal vez? NO: la vida que habéis comenzado con vuestra fami­ lia no es un sueno: es un sendero por donde caminôis, investidos de una dignidad y de una autoridad que ha de ser escuela y aprendizaje para los que heredaren vuestra sangre. El Padre celestial que, al llamaros a participor de la grandeza de su patemidad, os ha comunicado también su autoridad, se digne concederos el ejercitarla a imitation suya, con sabiduria y con amor. Implo­ rando de El esta gracia para vosotros y para todos los padres cristianos, os damos, queridos no veles espo­ sos, con toda la efusiôn de Nuestro corazôn patemo la Bendiciôn Apostôlica. — PAU I< Efl K HUOâ 173 NO — Primera obligaciôn de los padres: procurar cuanto ante»? el Bautismo a los recién nacidos. — ^Que sera de los hijos? Todo depende de como les eduquen sus padres. — Muchos padres se lament de que sus hijos ya no les •Μ respetan. iPero saben ellos usar debid:···· iente de su autoridad? — Una cosa es poseer el derecho a la autoridad sobre los hi­ jos, y otra es saberlo ejercitar. — El primero lo da Dios, el segundo es fruto del propio esfuerzo. BREVIARIO DE PEDAGOGIA ·■· 1. — No abuses de la autoridad, aun cuando tengas cualidades innatas de mando. 2. — El abuso de la autoridad hace a los hijos esclavos, no amoroso». 3. — La fuerza natural de la autoridad tempérese con la bondad suave, paciente, solicita y alentadora. 4. — La primera condiciôn de una autoridad prudente es tener dominio sobre si mismo. 5. — La inconstancia, la versatilidad y la excesiva energia o excesiva temura comprometen para siempre la autoridad. 6. — No arrebatos de rigor, sino tranquila y razonada firmeza. 7. — Empenar ligeramente la autoridad, sin justo motive y a coda instante, fastidia y desautoriza. 8. — Nunca se debe enganar con falsas razones a los niûos ni a los muchachos. 9. — Falsear la verdad a los pequeûos ea causa de graves dai ûos futuros. Mejor es collar. 174 pfo ΣΪ1 A 1/1S KsPOSOg 10. — Nunca veau los hijos ni sombra de désunion entre ·1 pa­ dre y la madré. 11 modo de hacer voler la autoridad cmte los hijos debe estar proper ci on ado a su edad. 12. — Sea bondadoso y sereno el mando, pero firme y franco. 13. — Sean los padres los primeras educadores y los primer os amigos de los hijos. 14. — Nada corrobora tanto la autoridad como el buen ejomplo. 15. — Las buenas palabras son palabras al viento, si estera en contradicclôn con los actos. 16. — El mejor patrimonio que los padres pueden legar a sus hijos es el buen ejemplo. EL SANTO ROSARIO 8 de octubre de 1941. ORACION Y ARMA En la audiencia del 16 de octubre de 1940, el Vicario de Jesucristo tomô pie de la festividad del Santisimo Rosario para inculcar esta devociôn en el ànimo de aquellos noveles esposos, que con la bendiciôn de Dios y de la Santisima Virgen fundaban nuevas familias cristianas. Su Santidad vio entonces en la bendita corona el simbolo de la concordia f iliar, el instrumento mas eficaz para la educaciôn de los hijos, las rosas que no se marchitan, la fortaleza en los dolores, y el arma contra los enemigos del aima. Insistiendo en los mismos conceptos, recuerda el Papa este ano a las familias recientemente formadas, en cuanta estima se debe tener el santo Rosario. Todo este discurso es un inspirado canto a esta dàdiva excelsa concedida por la Madré de Dios a sus hijos. Habéis venido a Roma, amados noveles esposos, a pedir la Bendiciôn del Padre comûn de los fioles para vuestros nuevos hogares, y Nos quisiéramos 176 XII A LOS ESPOSOS que llevarais al mismo tiempo una mayor devotion al Santo Rosario de la Virgen Maria, a la cual se consagra este mes de octubre. Devocion a la cual la piedad romana esta ligada por tantos recuerdos, y que se armoniza tan bien con todas las circunstancias de la vida domestica, con todas las necesidades y dis­ positiones de cada miembro de la familia. En vuestras visitas a los Santuarios de esta Ciudad Etema, cuando alguna de sus basilicas y de sus glo­ riosas tumbas de santos os ha conmovido en mayor grado, y no contentos con una râpida pasada, os habéis entretenido alii juntos en fervorosa plegaria por vuestras comunes intentiones, la oration que os ha venido espontâneamente a los labios, jno ha sido con frecuencia la recitation de alguna decena de vuestro Rosario? ROSARIO DE LOS NUEVOS ESPOSOS Rosario d© los nuevos esposos, que vosotros, el uno junto a la otra, reciteris en la aurora de vuestra nueva familia, ante la vida que se abre para vosotros con sus alegres perspectivas, pero también con sus misterios y con sus responsabilidades. {Es tan dulce, en la alegria de vuestros primeras dias de intimidad total, poner de esta manera esperanzas y propositos del parvenir bajo la protection de la Virgen, toda pura y poderosa, de la Madré misericordiosa y amante, cuyas alegrias y dolores y glorias pasan por delante B· i? T I EL SANTO BOSAÎliO de los ojos de vuestra aima, a medida que se deslizan las decenas de Avemarias, recordcmdoos los ejemplos de la mas santa de las familias! ROSARIO DE LOS NINOS Rosario de los ninos: Rosario de los pequenos, los cuales, teniendo entre sus deditos todavia inexpertos las cuentas del Rosario, repiten lentamente, con aplicaciôn y esfuerzo, pero ya con tanto amor, el Padrenuestro y las Avemarias que la madré pacientemente les ha ensenado. Se equivocan, ciertamente, a veces, dudan y se confunden; pero jhay un candor tan confiado en la mirada que dirigen a la imagen de Maria, de aquella que saben ya reconocer como su gran Madré del cielo! Después, sera el Rosario de la Pri­ mera Comunion, que tiene un lugar aparté entre los recuerdos de tan gran dia; hermoso, pero de suerte que no pierda su caracter, es decir, que no debe ser un vano objeto de lujo, sino un instrumento que ayude a rezar y que lleve el pensamiento a la Virgen Santisima. ROSARIO DE LA IOVEN Rosario de la joven: Ya mayor, alegre y serena, pero al mismo tiempo seria y pensativa acerca de su parvenir; que confia a Maria, Virgen Inmaculada, pru- II it 4 ■BMW pfo XII A LOS ESPOSOS dente y benigna, los deseos de entrega y don de si misma, a los cuales siente abrirse su corazôn; que ruega por aquel, todavfa para ella desconocido, pero conocido de Dios, que la Providenda le destina y que ella quisiera que fuese también cristiano ferviente y generoso. Este Rosario, que tanto le gusta recitar el domingo juntamente con sus companeras, deberà durante la semana rezarlo tal vez entre los cuidados de la casa y al lado de su madré, o en las horas de trabajo en la oficina, o en el campo, cuando tenga un momento libre para ir a la humilde iglesuela proxima. ROSARIO DEL JOVEN * Rosario del joven: Aprendiz, estudiante, agricultor, i; que se prépara trabajando animoso para ganar un dia el pan para si y para los suyos. Rosario que con­ serva preciosamente consigo, como un protector de la pureza que desea llevar intacta al altar el dia de sus bodas. Rosario que reza, sin respeto humano, en momentos libres para el recogimiento y la oradon; que le acompana bajo el uniforme militai, en medio de las fatigas y peligros de la guerra; que apretaran sus manos por ùltima ver el dia en que acaso la Patria le pida el supremo sacrificio, y que sus companeros de armas encontrarân conmovidos entre sus dedos frios y ensangrentados. EI. SANTO HOS A RIO 179 ROSARIO DE LA MADRE Rosario de la madré de familia: de la obrera o de la campesina, sencillo, sôlido, usado ya desde mucho tiempo, que acaso no puede coger en la mano sino a la noche, cuando, cansada del trabajo del dia, encontrara todavia en su le y en su amor fuerza para rezarlo, luchando con el sueno, por todos los seres queridos, por aquellos especialmente que ella sabe mas expuestos a peligros del aima y del cuerpo, que terne sean tentados o afligidos, que ve con tanta tristeza alejarse de Dios. Rosario de la mujer de mundo, quiza rica, pero con frecuencia cargada de preocupaciones y de angustias todavia mas pesadas. ROSARIO DEL PADRE Rosario del padre de familia: del hombre trabaja- dor y enérgico, que nunca olvida de llevar consigo su Rosario juntamente con la pluma estilografica y la agenda; o gran profesor, renombrado ingeniero, ce­ lebre clinico, abogado elocuente, artista genial, agro­ nome experto, no se avergüenza de rezarlo con devota sencillez en aquellos momentos arrancados a la tirania del trabajo profesional, para ver de templar su aima de cristiano en la paz de una iglesia a los pies del Tabernaculo. PÎO XII A LO8 E8P08O8 ROSARIO DE LOS VIEJOS Rosario de los viejos: Anciana abuela que desgra- na incansablemen te las cuentas entre sus dedos encogidos, en el fondo de la iglesia, mientras puede arrastrarse hasta alii con sus piemas entumecidas, y du­ rante las horas de forzada inmovilidad en su silla de brazos al lado del fuego. Anciana tia, que ha consagrado todas sus fuerzas al bien de la familia y ahora, aproximândose al término de una vida empleada en buenas obras, alterna con inagotable abnegaciôn los pequenos servicios que todavia puede prestar con numerosas decenas de Avemarias, que repite sin descanso con su Rosario. ROSARIO DEL MORIBUNDO Rosario del moribundo, que en sus ùltimos momen­ ts lo estrecha, como un ùltimo apoyo, entre sus ma­ nos temblorosas, mientras en tomo a él sus seres queridos lo rezan en voz baja; rosario que quedara sobre su pecho juntamente con el Crucifijo y demostrara su confianza en la divina misericordia y en la intercesiôn de la Virgen, de que estaba lleno aquel corazon que ha cesado de palpitar. ROSARIO DE LA FAMILIA Rosario, en fin, de la familia entera, rezado en co­ mûn por todos, pequenos y grandes; que junta por la J rL--.* ** 1 <*· : - · r EL SANTO ROSARIO 181 noche a los pies de Maria a los que el trabajo dei dia habia separado y dispersado; que los reûne con los ausentes y con los desaparecidos, cuyo recuerdo se aviva en una oration fervorosa; que consagra de esta manera el lazo que los une a todos, bajo la protection materna de la Virgen Inmaculada, Reina del santisimo Rosario. EL AGRADO DE LA SANTISIMA VIRGEN En Lourdes, como en Pompey a, la Virgen Maria ha querido demostrar con innumerables gratias euan gra­ ta le es esta oration, a la cual ella incitaba a su con­ fidente, Santa Bernardita, acompanando las Avemarias de la nina con el lento desgranar de su hermoso rosario, reludente como las rosas de oro que brillaban a sus pies. Responded, amados noveles esposos, a estas in­ vitationes de vuestra Madré celestial, conservando a su Rosario un puesto de honor en las orationes de vuestras nuevas familias; familias que Nos bendecimos gozosa y patemalmente — a la vez que a todos Nuestros hijos e hijas aqui présentes — en el nombre del Senor. NO — El santo Rosario conduco al cristlano desdo la cuna hasta el trono de Dios. I. <| 182 pio xu A LOS ESPOSOS — Rezar devotamente el Rosario todos los dias, y especialmente en las necesidades y peligros, es un medio indicadisimo para asegurarse la maternal protection de Maria Santisima. — No se omita nunca el rezar cada noche en familia el santo Rosario: es prenda de gracia y do felicidad. LA UNION DE LOS CORAZONES 12 de noviembre de 1941. Con este discurso, que puede llamarse de la union intima, se cierra la ccrona de Audiencias de este ano. Gran cosa es el Matrimonio, sagradas y divinas son sus leyes, altisimos sus fines. Pero todas estas grandezas hay que vivirlas; solo viviéndolas, son causa de felicidad. Ahora bien, no se viven por efecto automâtico de la validez del contrato, sino de otro modo muy distinto, .φ La felicidad de la familia depende, ante todo y principalmente, de la Gracia divina, de la que es manantial perenne el Sacramento; por lo demâs, y siempre bajo el influjo de la Gracia, la felicidad descansa en la union constant© y sincera de los corazones. Quizàs los esposos hayon oido o leido con frecuencia esta «recela» de la felicidad, cuyo verdadera significado, sin embargo, se expone a menudo torcida o superficialmente. Con iluminada prudencia el Vicario de Jesucrlsto trata magistralmente de este asunto y propone a los esposos, en terminos claros y précises, la solucion mas feliz de muchos misterios, de cuyo conocimiento se derivan inmensos bienes y se sigu© la ©liminadon de muchas tragédies intimas posibles. 184 PÎO XII A LOS ESPOSOS EL PEQUENO MUNDO DEL CORAZON Gran cosa, amados noveles esposos, es el corazôn del hombre y de la muter, cuando se unen en comunidad de vida para fundar una familia. Del corazôn nacen los primeras anhelos, las primeras miradas, las primeras palabras que a través de los labios van a encontrarse y cambiarse con otras que salen de otro corazon, mientras ambos se abren mutuamente en el sueno de una felicidad domestica. Pero ^qué es el corazon? El corazon es fuente de la vida, porque en él se inicia, avanza, se vigoriza, madura, se extiende, envejece y termina el movimiento de la vida; pero en él repercuten también todas las vicisitudes, todas las alternatives y variationes de la vida, segun los movimientos de las pasiones, que despiertan sus saltos y latidos, sacudiendo sus fibras por encontrados afectos de amor o de odio, de deseo o de miedo, de alegria o de tristeza, de esperanza o de desaliento, de humildad o de orgullo, de temor o de audacia, de suavidad o de ira. CORAZON Y VOLUNTAD El corazon abierto es fuente de felicidad en la vida comûn de dos esposos, mientras un corazon cerrado disminuye su gozo y su paz. Esta afirmaciôn del Papa, que encierra la substanda de todo el discurso, la explicarà luego muy por menudo, después de LA UMÔN DE LOS COHAZONES 185 una breve digresion necesaria. Porque el Padre Santo esta ansioso de que todos entiendan bien su pensamiento. Hablar del corazon es hablar de la voluntad, esto es, de la facultad mas intima y personal del hombre. No os enganéis al hablar del corazon: es el simbolo e imagen de la voluntad. Asi como el corazon fïsico es el principio de todos los movimientos corpo­ rales, la voluntad es el principio de todos los movi­ mientos espirituales, porque ella mueve el entendimiento, mueve las facultades inferiores y las pasiones, mueve las fuerzas exteriores para la ejecuciôn de la obra intentada por el entendimiento y por los sentidos internes y externos \ Teniendo bien présente el significado verdadero de la palabra «corazon», confia el Papa que sus oyentes no la tomarân equivocamente. jPobre corazon humano, inescrutable con frecuen­ cia para el mismo que lo lleva en el pecho! Qui en lo conocerà? Y, sin embargo, muchos se dedican a penetrarlo hasta en los demas y hacerlo conocer en sus afectos y movimientos. FANTASIA Y REALIDAD Mas de una vez, renombrados escritores han representado en sus narraciones, en sus novelas, en sus 1.1 IJ di i ' 1 186 PÎO XII A LOS ESPOSOS dramas, el estado moral, paradôjico, a veces hasta trâgico, de dos excelentes esposos, nacidos para entenderse perfectamente; pero que, por no saber abrirse el uno a la otra, viven en comûn como extra­ nos entre si, dejan nacer y crecer en si mismos incomprensiones y falsas interpretaciones, que poco a poco turban y merman su union y no rara vez la encaminan por una via de tristes catastrofes. Semejante disposiciôn espiritual de dos cônyuges no existe solo en las invenciones novelescas: se verifica y se encuentra en grados diversos en la vida real, aun entre buenos Cris­ tianos. iCuâl es su causa? Unas veces sera cierta timidez natural, que hace que algunos hombres y mujeres sientan una repugnancia instintiva a mani­ festor sus intimos sentimientos, a comunicarlos a nadie; otras veces sera por falta de sencillez, que nace de vanidad o de orgullo oculto, acaso inconsciente; en otros casos, una education defectuosa, evidentemente dura y demasiado exterior, que ha acostumbrado al aima a replegarse sobre si misma, a no abrirse y a no confiarse por temor de ser herida en lo que tiene de mas profundo y delicado. CON EL CORAZON ABIERTO No obstante, amados hijos e hijas, esta confianza mutua, esta apertura reciproca de corazôn, esta simplicidad mutua para comunicaros vuestros pensa- IA UNIÔN DE LOS COKAZONES 187 mientos, vuestras aspiraciones, vuestras preocupaciones, vuestras alegrias y tristezas, es una condiciôn necesaria, un elemento, mas aùn, un alimento esencial de vuestra felicidad. Por lo demas, lo que motiva la exhortaciôn del Papa es sobre todo el carâcter sagrado dei Matrimonio cristiano. Porque la fusion de los corazones no solo la exige la sensibilidad natural e inconsciente, sino que es condiciôn necesaria para que la vida conyugal consiga con mas armenia y eficacia los fines del Matrimonio. >1(1 or natural, iluminado y caldeado por el amor de Dios, Padre comun de todos, adquiere riquezas infinitas. SOSTENERSE MUTUAMENTE Ante vuestros nuevos deberes, vuestras nuevas responsabilidades, una union puramente exterior de vuestras vidas no podrd nunca bastar a dar a vues­ tros corazones aquella viva disposicion que responda a la misiôn que Dios os ha confiado, inspirdndoos que fundéis una familia, de suerte que permanezcàis en la bendiciôn del Senor, persistais en su voluntad y vivais en su amor. Para vosotros, vivir en el amor de Dios es sublimar en su amor vuestro mutuo afecto, que no debe ser solo benevolencia, sino aquella soberana amistad conyugal de dos corazones que mutuamente se abren, queriendo y no queriendo unas mismas cosas, y que se van estrechando y uniendo cada vez mas en el afecto que los anima y mueve. Si debeis ISS Ρίο XII A LOS ESPOSOS sosteneros mutuamente y daros la mono y apoyaros para hacer trente a las necesidades materiales de la vida, el uno dirigiendo la familia y asegurandole con el trabajo los medios necesarios para su sustento, la otra cuidando y vigilando todas las cosas en la mar­ cha interna familiar; mucho mas conviene que os en­ tendais entre vosotros, os soportéis y prestéis mutua ayuda para superar las necesidades morales y espirituales de vuestras dos aimas y de aquellas que Dios està para confiar a vuestra solicitud, las aimas de vuestros queridos angelitos. Ahora bien, este mu­ tuo sostén y ayuda ^de que modo llegariais a dàroslo, si vuestras almas permanecieran extrarias la una a la otra, conservando cada una celosamente sus propios secretos de négocies, de educacion y de cooperaciôn a la vida comûn? ^No sois como dos arro­ yos que manan de las fuentes de dos familias cristianas y corren por el valle de la sociedad humana, para confundir sus limpidas aguas y fecundar el jar­ din de la Iglesia? ^No sois como dos flores que juntan sus corolas, y a la sombra de la paz domestica se abren y se hablan con el lenguaje de sus colores y con la exhalaciôn de su fragancia? B I RAZONABLE CAUTELA No diremos que esta mutua apertura de corazôn haya de ser sin limites; que, sin restriccion de nin- ΙΛ UNIÔN DE LO8 CORAZONES 189 guna clase, tenga que exponer y manifestor el uno ante la otra, en alta voz, cuanto os ha pasado u os posa por la mente, o tiene despierto vuestro pensamiento o vuestra vigilancia. Hay secretos inviolables, pma los que la naturaleza, una promesa, una confi­ denda cierran y hacen enmudecer los labios. Ante todo, vosotros podéis, el uno y la otra, llegar a ser depositarios de secretos que no os pertenecen: un marido médico, abogado, oficial, funcionario del Estado, empleado en una administraciôn, sabra o podra saber muchas cosas que el secreto profesional no le permite comunicar a nadie, ni siquiera a su mujer, la cual, si es sabia y prudente, le demostrara la confian­ za propia, respetando escrupulosamente y admiran­ do su silencio, sin hacer o intentar nada por penetrarlo. Recordad que en el matrimonio no se ha suprimido vuestra responsabilidad e imputabilidad. RESERVA MAS INTIMA Pero aun en lo que personalmente se refiere a vos­ otros y a vosotros mira, puede darse el caso de con­ fidendas que se harian sin utilidad y no sin peligro, que podrian hacer nociva y turbar la union en lugar de hacerla mas estrecha, mas concorde, mas alegre. Un marido y una mujer no son confesores: los confesores los encontraréis en las Iglesias, en los tribunales de la penitencia, donde por su caracter sacerdotal 190 PÎO XII A LOS ESPOSOS estan elevados a una esfera superior a la vida misma de la familia, a la esfera de la realidad sobrenatu­ ral, y dotados del poder de curar las llagas del espiritu; alli pueden recibir cualquier confidencia, inclinarse sobre cualquier miseria. Ellos son los padres, los maestros y los medicos de vuestras aimas. BASE DE UNA PERFECTA ARMONIA Hochas estas dos salvedades a la plena apertura del coraζόη, que todos hallarân razonables y aun necesarias para fortalecer mas y mas la armonia de los corazones y esquivar gra­ ves obstâculos de la paz familiar, queda por hacer una tercera consideration. Esta nace de la siguiente pregunta: êcômo es posible la per­ fecta armonia de los corazones, si las ideas y la conducta religiosa de los esposos no estan perfeatamente de acuerdo? Realmente, la union de los espiritus se verà mermada por ahi, pero también es seguro que el abrirse francamente los oorazones acortarà las distancias; es mas, cabe esperar que asi se obtendrà en mas o menas tiempo, la deseada fusion aun en el aspecto religioso de la vida conyugal. En esta fusion espera el Padre Santo, lo mismo que San Pablo, que el corazôn fervoros •III ente cristiano se impondrà al que por desgracia se halla apartado del recto camino. Pero fuera de estos secretos personales y sagrados, de la vida interior y exterior, vuestras aimas deben comunicarse, hasta formar de las dos un alma sola. iNo es acaso de suma importanda para dos novios el asegurarse que sus vidas son taies, que pueden , c.<__ a * · lei 1 » λ f·· * j LA UNION DE LOS CORAZONES 191 concordarse y ponerse plenamente ©n armonia? Si uno d© los dos es sinceramente, profundamente cristiano, y el otro — como por desgracia puede ocurrir — poco o nada creyente, poco o nada cuidadoso de los deberes y practices religiosas, comprenderéis bien que entre estas dos aimas quedara, pese a todo su mutuo amor, una penosa disonancia, que no se armonizard enteramente, sino en el dia en que se verifique, en su mas pleno sentido, la frase de San Pablo: «Sanctificatus est vir infidelis per mulierem fidelem, et sanctificata est mulier infidelis per virum fidelem» 2. PRECIOSAS CONSECUENCIAS Cuando, en cambio, en una casa, un ideal comun de vida une ya a los dos cônyuges, y ambos son por la gracia santificante hijos de Dios y moradas del Espiritu Santo, entonces es posible y dulce confiarse mutuamente alegrias y tristezas, temores y esperanzas, ideas y proyectos sobre el orden interno de la casa, sobre el parvenir de la familia, sobre la educa­ tion de los hijos: todo esto lo pensarem entre los dos, lo preveran, procurarem y ejecutarcm con confiada concordia. Entonces, cuando sea necesario, el mutuo amor y el comûn espiritu cristiano harem esfumarse toda discordancia y se trocaran en ayuda y fuerza para vencer las dudas y vacilaciones de una timidez 1 1 Cor.. 7. ’(4. 192 î pio XII A LO3 ESPOSOS natural, incierta sobre sus pasos, para dominar aquelias inclinaciones y hâbitos de aislamiento o de repliegue en el propio ànimo, que fdcilmente crean y oil­ men tan un silencioso descontento: no se retrocederà ante el vigor necesario para tal necesidad y victoria, porque se comprendera su importanda. De este mismo amor, de donde brota el deseo de intima fusion de vuestras vidas, tomaréis el ardor y el arrojo para las oportunas modificaciones y convenientes adaptaciones de vuestros gustos, de vuestras costumbres, de vuestras preferencias o predilecdones naturales, no cediendo a las insinuaciones del egoismo y de la indolencia. ’. ·. NECESIDAD DE UN PAN ESPIRITUAL I Si en estas tiempos de vida dificil uno de vuestros primeras pensamientos, al tratar de fundar un nuevo hogar, ha sido conocer y proveer como podréis asegurar a vuestra familia el pan cotidiano, poned una no menor solicitud en procuror también a vuestras aimas un seguro pan espirituai. El màs grave de los castigas can que Dios, par boca del profeta Amas, amenazaba al pueblo de Israel, como castigo de su iniquidad, era que mandaria sobre la tierra el hambre: «Hambre, no de pan, ni sed de agua, sino de oir la palabra de Dios... Discurrirân de una a otra parte deseosos de oir la palabra del Senor, y no lo conseguirân» \ Mas todavia que todas las dificultades y privaciones en el aprovisionamiento material, a que las circunstancias présentes pueden exponeros, temed, amados noveles esposos, el hambre, la falta de la palabra de Dios. Amad, buscad el pan para vuestras aimas, la palabra de la fe, el conocimiento de la verdad, necesario para la salvaciôn humana, para que vuestra inteligencia no se obscurezca por los fabricadores de sofismas y de inmoralidad con di» Cfr. 1 Thess., 13. Amos., 8. 11-12. POR QUE OS ΗΛΙ11.Λ EL 1’ΛΡλ 207 versos errores e ignorandas. Que vuestras aimas, las aimas de vuestros hijos y de vuestras hijas, no desmayen en el camino de la virtud y del deber y del bien, por no haberse saciado dei alimento de la palabra de Dios, alimento sobresubstancial que in­ funde fuerza y vigor para andar el camino de esta vida y llegar asi a la ciudad feliz, donde los elegidos «no tendrân ya hambre ni sed» INTERPRETE DEL SILENCIO DE DIOS No sedis négligentes, ni tardos ni sordos a la palabia de Dios. La hora dolorosa que corremos es la hora en que Dios habla: mas que en los regocijos de la alegria, en los campos ensangrentados por el enorme conflicto y en la désolation de la ciudad. Dios es el dueno de las nubes y de las tempestades, a las cuales impera con su palabra. Entre nubes, relâmpagos y truenos hablo un dia desde el Sinai para promulgar el decalogo de su Ley, tan violada después por los hombres. Hoy lanza su palabra a los vientos y a las borrascas, entre el terror de los mor­ tales, y parece callar, mientras pasea por encima del inestable elemento de los mares y de los océanos, en medio del estruendo de las tormentas que sacuden las navecillas fabricadas por la mono de los hombres 208 PÎO XI1 A LOS ESPOSOS en los arsenales de la tierra. Adoremos su paso y su silencio. Esta hora tempestuosa es la hora del retomo a Dios y del pensamiento de Dios8; es la hora de la oraciôn y de la sùplica al Altisimo, la hora de aquella verdad que dice que el Senor trastoma los proyectos de las gentes y frustra las maquinaciones de los pueblos °; El gobiema y rige el timon de toda nave humana para conducirla entre las olas hacia el bien que Él quiere y pretende. COMO HAY QUE OIR LA PALABRA DE DIOS En estos momentos de tan grande prueba, la pala­ bra de Dios, hurnildemente escuchada, meditada en oraciôn fervorosa, es la unica voz que penetra en el corazôn para tranquilizar sus temores y sus ansias, para animar su seguridad y su confianza; es la unica voz qae se eleva para iluminar la mente sobre los misterios de la inescrutable Providencia divina; es la ùnica voz que conforta, sostiene y calienta, amados recién casados, vuestras aimas, y os mantendra y avivard la fe, la esperanza y la caridad. Escuchadla, pues, y recogedla àvida y dôcilmente de los labios de vuestros pastores. Caiga ella en vosotros, en vuestros corazo­ nes bien dispuestos, a fin de que produzca alli aquellos frutos abundantes del treinta, del sesenta y del » Ps„ 32, 10. POR QUE OS HARLA EL PAPA 200 ciento por uno, de que habla nuestro Senor en su parâbola10. Nos pedimos al Divino Maestro que fecunde Él mismo la buena semilla con copiosa gra­ cia, de la que sea prenda la Bendiciôn Apostolica, que de corazôn os impartimos. Bien llegado sea a los hogares Cristianos el eco de la palabra del Papa, que es la de Cristo. Sirvales de pan sobresubstancial, esto es, de alimento indispensable para la vida sobrenatural del aima, de viâtico necesario para el camino de esta vida. Esto es, dejando a un lado las metâforas: reciban con carino los esposos esta colecciôn de discursos que les ha dirigidc S. S. Pio XII; léanlos con frecuencia, meditenlos y ajusten a ellos su conducta; sean su programa de acciôn y de vida, en la seguridad de que nada mejor pueden hacer para cumplir la voluntad de Dios y merecer sus bendiciones. NO — La predicacion, tanto por boca de un simple sacerdote como, con mayor razon, del sucesor de San Pedro, es siempre palabra de Dios. — Por la predicacion sagrada, que Jesucristo confiô a los Apostoles, y éstos a sus sucesores y colaboradores, nacio y se desarroΠό el Reino de Jesucristo en la tierra, que hoy dia abarca unos cuatrocientos millones de catôlicos. — La palabra sencilla y sin adomos del mas humilde sacer­ dote que predica en la Iglesia, trag a las aima un naensaje de Dios. » Mt., 13, 8, 23 Π - 14 210 Pio XII A LOS ESPOSOS TV — Es precis© que los esposos se nutran del pan de la palabra de Dios, para precaver errores e ignorandas y defenderse sobre Iodo de la in mor alidad y sus sofismas. LA MUJER EN LA FAMILIA 25 de febrero de 1942. I. Es el alma dei hogar doméstico EL SECRETO DE LA FELICIDAD Segûn se desprende de la lectura atenta de sus discursos, Pio XII considera el Matrimonio por todos sus varios lados, proponiéndose un fin determinado: a saber, encaminar a los esposos por la senda de la felicidad, tal cual se puede obtener en esta vida, de forma que sirva de preparation para la perfecta y etema del cielo. Ni se desvia un punto de esta su intention, cuando se para a hablar de los deberes, los sacrifitios y la responsabilidad de los cônyuges; antes bien demuestra por ahi la funtiôn providential que en orden a la felicidad desempena el lado duro de la vida conyugal. Ahora una pregunta: entre tantas lectiones, en su mayoria presuntuosas, que de todas partes se oyen acerca de los medios para vivir felices, «Jcuctl sera la mas eficaz, la mas verdadera, 1er ma? autorizada? La respuesta es obvia. Solamente las ensefian- 212 I I Pio XII A LOS ESPOSOS zas del Papa, que son lag del mismo Dios, pueden indicamos el camino recto y seguro. Las otras lecciones {que pobres son! O prescinden del fin ul­ timo de la vida humana, limitândose al breve tempo de la vida •lia solidos, que son Dios y la conterrena; o carecen de fundamentos ciencia; o pasan por alto aspectos indéclinables de la vida, cuales son los deberes, y no solamente los derechos; los dolores, y no tan solo los placeres; o buscan a sabiendas burlar y engafiar con fantâsticos e inconsistentes espejismos. Solo las aimas frivolas e irreflexivas dan oidos a las lecciones de felic.dad que el «mundo» les ensena desde la câtedra tambaleante del teatro, la novela, el cine, la canciôn y aun los libros aparentemente serios o los salones de moda. êCuâl sera el fin de esas almas demasiado crédulas, que como barcas sin timon se dejan arrastrar complacientemente par la alegre oorriente de malsanas fantasias? El naufragio. No faltan ejemplos a nuestro alrededor. Vayamos, pues, a la escuela de Nuestro Senor Jesucristo, que por medio de su Vicario en la tierra quiere enseüarnos el verdadero camino de la felicidad. Y he aqui, a este proposito, dos lecciones eficacisimas: que debe hacer la mujer y que debe hacer el marido para crear en >na ’ia un ambiente el seno de la fami sereno de vida feliz. Fuera de estas enseüanzas no se hallarà ciertamente mas que engano, ilusion y error. UN POSTULADO: LA VIDA ES LUCHA Si la vida del hombre, amados noveles esposos, es, como sin duda habréis oido repetir muchas veces, una milicia sobre la tierra, la vida de dos cônyugss cristianos es también una milicia de dos aimas que LA MUJER, ALMA DEL HOOAB 213 se hem puesto de acuerdo para préparais© de buena gana a sufrir las pruebas y las luchas, a las que a veces esta expuesto el cerrado campa de la familia, en donde, segùn la expresion de San Pablo, no faltan las aflicciones y las angustias: «Tribulationem tamen camis habebunt huiusmodi» \ Vosotros entrdis con alegria por el sendero de la vida conyugal; el sacer­ dote ha bendecido la union de vuestros corazones; también Nos os bendecimos, augurândoos aquellas gracias y consuelos que la oraciôn de la Iglesia ha invocado sobre vosotros para alegria de vuestro ho­ gar. Pero desde el umbral de vuestra casa echad una mirada alrededor, a las muchas familias que veis, que conocéis, que habéis conocido o de las que habéis oido hablar y contai la historia, familias vecinas o lejanas, humildes o grandes. Los matrimonios que las fundaron, todos fueron y son felices? £todos gozaron de paz y tranquilidad? ^todos vieron satisfechos sus deseos y sus rosados votos de ventura? Seria vano esperarlo. Las molestias, aunque no se busquen, aunque no se les dé ocasion o motivo, vienen a menudo a buscar por si mismas los muros domésticos. «Los males, diremos con el gran novelista cristiano, vienen muchas veces porque se les ha dado ocasion; pero la conducta mas cauta y mas inoceme no basta para tenerlos alejados; y cuando vienen, 214 pfo XII A LOS ESPOSOS con culpa o sin ella, la confianza en Dios los endulza y los hace ùtiles para una vida mejor» PREVER LOS PELIGROS Vuestros malrimonios, amados hijos e hijas — Nos asi lo queremos creer—, son todos felices, a todos sonrie en el Senor la confianza reciproca, el mutuo afecto, la voluntad y el animo concorde frente al par­ venir que el cielo os prépara. Estais en la aurora de una nueva vida comun; una hermosa manana es principio de un dia hermoso, y cada cual os desea que el mediodia de la larga jomada de vuestra vida resplandezca siempre fùlgido y tranquilo, sin que jamas lo perturben las nieblas y vientos, las nubes y tormentas. Pero para asegurar el firme y durable curso de vuestra felicidad présente ^no es acaso oportuno investigor como podria esta disminuir y ofuscarse, y que causas la pondrian en peligro, mas o menos proximo, de perderse completamente? LAS CAUSAS DE UNA VIDA INFELIZ Una cosa es cierta: la violacion de la ley de Dios, mas su ignorancia voluntaria y su desprecio, no darân felicidad a la familia. Y aun muchas veces, a pesar de voluntad de servir a Dies, la paz f ill ar se ve turbada motives, que pasa ahora a examinai el Papa. 1 MANZONi, Ï Promet.ti Spo*i, al fin. y mucho jamâs la la buena per otros F L\ MUJER. ALMA DEL HOGAR 215 11!* Las vidas conyugales mas infelices son aquellas en las que la ley de Dios se viola gravemente por una de las partes o por las dos. Pero aunque estas culpas son Ia mas funesta fuente de las desventuras familiares, no queremos hoy detenemos en ellas. Pensamos *ahora mas bien en aquellos conyuges de conducta ordenada, fieles a los deberes esenciales de su estado, pero que, por otra parte, no son felices en su matrimonio y sienten enojo, malestar, alejamiento, frialdad, choques. ^De quién es la responsabilidad y la culpa de esta turbaciôn y desconsuelo en la vida comûn? LA MAYOR RESPONSABILIDAD DE LA MUJER Es cierto e indudable que, para la felicidad de un hogar domestico, la mujer puede mas que el hom­ bre. Al marido corresponde la parte principal en el asegurar la subsistenda y el parvenir de las perso­ nas y de la casa, en las determinadones que le comprometan a él y a sus hijos para el futuro; a la mujer atanen aquellas mil adividades, pequenas si, pero solicitas, aquellas imponderables atenciones y cuidados diarios, que son los elementos de la atmôsfera interior de una familia, y que, segùn procedan rectamente, o en cambio se alteren o falten, la hacen sana, fresca y confortable, o pesada, viciada e irres­ pirable. Entre las paredes domesticas, el trabajo de -j 216 XII A LOS ESPOSOS la esposa debe ser siempre la labor de la mujer fuerte, tan exaltada por la Sagrada Escritura; de la mu­ jer a la cual el esposo confia su corazôn, y que le devolverà bien y no mal para todos los dias de su vida E1 pensamiento del Papa podria sorprender, si no se le entendiera bien. El atribuir mayor responsae ilidad a la mujer no significa que se relegue a segundo piano al marido en punto a deberes, o que él tenga sclamente derechos. En el terreno comûn de la vida conyugal, derechos y deberes corresponden por un igual a entrambos, si bien en campos distintos. Lo que se afirma es que la mujer tiene en su mano los medios mas eficaces para crear positivamente la felicidad de la familia. El concurso del hombre es ciertamente necesario, sobre todo para procurai cierto estado de bienestar materiel proporcionado a la condiciôn social de la familia y para eliminar todos los obstâculos de orden mo­ ral; pero la felicidad positiva que da sentido y sabor a la vida conyugal deriva de la mujer, de su temperamento y delicadeza. Porque es eila quien funda el verdadero e intimo hogar de las al· FACTOR INSUSTTTUIBLE DE LA FELICIDAD (ΐ,Νο es acaso una verdad antigua y siempre nueva — verdad arraigada hasta en las mismas condi­ ciones fisicas de la mujer, verdad inexorablemente proclamada, no solo por la experiencia de los siglos mas remotos, sino aun por los mas recientes de nues» Prov.. 31. 11. LA MUJER, ALMA PEL HOGAR 217 tra época de industrias devoradoras, de reivindicaciones igualitarias, de concursos «deportivos» — que la mujer hace el hogar y tiene su cuidado, y el hom­ bre jamds podrd suplirla en esto? Es la misiôn que la naturaleza y la union con el hombre le han impuesto para bien de la sociedad misma. Arrastradla, traedla fuera y lejos de su familia, con el aliciente de una de las demasiadas cosas que rivalizan entre si para vencerla y atarla; la veréis abandonar su hogar; sin este fuego, el aire de la casa se enfriarà; el hogar dejarà practicamente de existir, se cambiarà en un precario refugio de algunas horas; el cen­ tra de la vida cotidiana se desplazara para el marido, para ella misma y para los hijos. LLAMA VIVA DE LA CASA Ahora bien, quiérase o no, para el casado, hom­ bre o mujer, y resuelto al mismo tiempo a permanecer fiel a los deberes de su estado, el hermoso edificio de la felicidad no puede levantarse mas que sobre el fundamento estable de la vida de familia. Pero idônde encontrcris verdadera vida de familia sin un hogar, sin un centro visible, real, de reunion, que agrupe esta vida y la recoja y arraigue, la mantenga y profundice, la descrrrolle y haga florecer? No digais que materialmente el hogar existe desde el dia en que las dos manos, después de haberse pues- 2Ί8 pfo XII A LOS ESPOSOS io el anillo nupcial, se juntaron, y los dos noveles esposos viven bajo un mismo techo, en su casa, en su habitation, ancha o estrecha, rica o pobre. No; no basta el hcgar material para el edificio espiritual de la felicidad. Es necesario elevar la materia a un ambiente mas respirable y hacer surgir del fuego te­ rrestre la llama viva y vivificante de la nueva fami­ lia. No serà el trabajo de un dia, especialmente si se vive en un hogar no preparado ya por las generaciones precedentes, sino mas bien — como es hoy lo mas frecuente — en un domicilio de paso, sencillamente alquilado. ^Quién creard enfonces, poco a poco, dia tras dia, el verdadero hcgar espiritual, sino la labor por excelencia de aquella eue ha venido a ser «senora de casa»? ^de aquella a quien se confia el corazôn de su esposo? Si el marido fuere obrero, agricultor, profesional, hombre de lelras o de ciencias, artista, empleado, funcionario, es inevitable que su actividad se ejercite la mayor parte del tiempe fuera de casa, o que en casa permanezea confinado en el silencio continuado de su estudio, que escapa a la vida de familia. Para él el hogar domestico sera el lugar en donde, al final del trabajo diario, restau­ rera sus fuerzas fisicas y morales en el reposa, en la calma, en la alegria intima. Para la mujer, en cam­ bio, ordinariamente este hogar sera siempre el re­ fugio y el nido de su labor principal, de aquella labor que poco a poco hard de este retira, por pobre que 21 ί) Ι.Λ MU-inc. ALMA DEL HOGAR sea, una «casa» de alegre y tranquil a convivenda, que se embellecerd, no con muebles o con objetos de hotel, sin estilo ni sello personal, sin expresion pro­ pia, sino con reçuerdos, que dejan en el decorado o cuelgan de las paredes la memoria de la vida vivida juntos, los gustos, los pensamientos, las alegrias y las penas comunes, huellas y seriales, a veces visi­ bles, algunas casi imperceptibles, pero de las que, con el ala del tiempo, el hogar material sacard su aima. Pero el aima de todo, sera la mono y el arte femenino, con el que la esposa hard atrayente todo rincôn de la casa, si no con otra cosa, por lo menos con el cuidado, con el orden y con la limpieza, con el tener dispuesto o preparar todo lo que haga falta en el momento oportuno: la comida para reponerse de las fatigas, el lecho para el descanso. A la mujer, mas que al hombre, ha concedido Dios el don, con el sentido de la gracia y del agrado, de hacer encantadcras y agradables las cosas mas sencillas, precisamente porque eila, hecha semejante al hombre co­ mo ayuda para formar con él la familia, ha nacido hecha para derramar la gentileza y la dulzura en tomo al hogar de su marido, y hacer que la vida de los dos se armonice y se afirme fecunda, y florezca en su real desarrollo. •X. — PÎO XIT A LOS ESPOSOS SOBRE TODO CUANDO SEA MADRE Y cuando el Senor en su bondad baya concedido a la esposa la dignidad de madré junto a una cuna, el vagido del recién nacido no disminuirà ni destruirà la felicidad del hogar; antes bien la aumentarà y la sublimarà con aquella aureola divina con la que los angeles del cielo resplandecen y de la cual desciende un rayo de vida que vence a la naturaleza y regenera a los hijos de los hombres haciéndolos hijos de Dios. jHe ahi la santidad del talamo conyugal! [He ahi la sublimidad de la matemidad cristiana! [He ahi la salvaciôn de la esposa! Porque la mujer, proclama el gran Apôstol Pablo, se salvara en su mision de madré, con tal que permanezca en la fe y en la caridad y en la santidad con modestia1. Ahora comprenderéis cômo «la piedad es provechosa para todo, porque tiene prometida la vida présente y la venidera» ’, y es, como explica San Ambrosio, el fundamento de todas las virtudes ". Una cuna consagra a la madré de familia, y muchas cunas la santifican y glorifican ante el marido y los hijos, ante la Iglesia y la Patria. [Necias, inconscientes y desgraciadas las madrés que se quejan, si un nuevo pequeüo se abraza a su pecho y pide alimento a la fuente de su seno! Es contrario a la felicidad del ho* Cfr. i Tim.. 2, 15. 4 Ib. 4. 8. β Ετρον. bi Vu. 118, Serm. 18, n -14. - vigne. Π,., 15. roi. 151l. LA MUJRR, ALMA DEL HOGAR I gar domestico el lamentarse de la bendiciôn de Dios, que lo rodea y aumenta. El heroismo de la maternidad es orgullo y gloria de la esposa cristiana; en la desolaciôn de su casa si carece de la alegria de un angelito, su soledad se convierte en oraciôn e invocaciôn al cielo; sus Idgrimas se juntan al liante de Ana, que a la puerta dei templo suplicaba al Se­ nor el don de su Samuel \ Alzad, pues, constantemente, queridos recién casados, vuestro pensamiento a la consideraciôn de vuestra responsabilidad por la serena alegria de la vida conyugal, cuva parte dificil y grave no os es desconocida. Por hoy, Nos contentâmes con confortaros, invocando del Senor los mas exquisites favores de su gracia contra las turbaciones de vuestra ale­ gria, mientras os damos con paternal afecto la Ben­ diciôn Apostôlica. NO — Las vidas conyugales mas infelices son aquellas en que se viola gravement^ la ley de Dios. — La felicidad de los esposos no se legra con la sola observancia de los deberes substanciales, sino practicando aquol conjunto de delicadezas y mutuas atenciones que el Papa enumera. — La mujer puede mas que el hombre en orden a establecer la felicidad del hogar doméstico. 1 I Reg. 1. I •H>> Pio XII A LGS E.SPOÔUS — Correspond® a la mujer hzcer la casa cgradab.’e y beHa. as: mcrerial ccrno œraL-cenîe; eSa debe ser su llama viva. — E· heroisroo de la rnatemidad es crgullo y gloria de la esposa cristiŒia. r œIcc ce □ndanidad o de paganismo en sas re' i-itos, espeâaùnen .© * les ya • rr< 224 14ο XII A LOS ESPOSOS aquella que es el àngel de la casa. Hemos dicho que hay que desterrar la «mundanidad», y conviene précisai un poco. No se niega que el «mundo» tenga una teoria suya sobre el respeto y el hcnor que se debe a la mujer en la familia. Pero |cuànta hipocresia encierran con frecuencia sus manifestacionesl ]Ojalà fuera siempre verdadera y sincera la expresion de muchos maridos que Hainan «Seriora» a su consorte! jOjalà viviera siempre prâcticamente en les hijos el amor a la madré! Donde las costumbres sencillas y tradicionales de las familias cristianas estân en vigor, la Madré y la Esposa recibe todavia el tributo de veneraciôn que merece. Pero ë,y en el seno de la scciedad «mundana»? •«1 ilias a la moda», cada cucl sigue su propio c ino, llevado del propio capricho, en busoa de sus personales aventuras..., que tarde o temprano y de modo infalible acaban en horribles desventuras comunes. Si se examinan las causas de muchos desastres familia­ res, se hallarà a menudo que su origen esta o en que la mujer (esposa o madré) se ha visto impedida de cumplir con sus debe­ res, o en que ella misma no ha sabido o querido es'.rechar los lazos de la familia. Grave es la respensabilidad de la mujer ante la fami'ia, como es igualmente grande la gratitud que todos sus miembros le deben cuando la felicidad resplandece en tomo del hogar. FELIZ COMIENZO DE LA FAMILIA En el curso de vuestra vida, amados noveles es­ posos, el recuerdo que os llevaréis de la casa del Padre Comûn y de su Bendiciôn Apostôlica, os acompanarà como dulce consuelo y augurio en el camino que comenzâis con mil alegres esperanzas, bajo la , 8OL J)E UK CASA protection divina, en un tiempo tan revuelto como el présente, hacia una meta que apenas os déjà adivinar la calina dei futuro. Pero ante esta niebla vues­ tro corazôn no terne; la union de los espiritus y de los deseos, de los pasos y de la vida, el mismo sendero que pisais, no os turban la tranquilidad del espiritu, sino que os la renuevan y dilaton. Sois felices dentro de las paredes domesticas; no veis obscuridad; la familia tiene un sol propio: la esposa. I LA ESPOSA, SOL DE LA FAMILIA Oid como de ella nos habla y razona la Escritura: «La gracia de la mujer hacendosa alegra al marido y el saber de ella lo torna activo y regocijado. Don de Dios es la mujer silenciosa y el animo bien educado no tiene precio. Gracia es sobre gracia la mu­ jer santa y vergonzosa, y no hay cosa de tanto valor que equivalga a esta alma casta. Como el sol que se levanta sobre el mundo hasta lo mas alto de los cielos, asi la hermosura de la mujer virtuosa es el omato de su casa» \ GENEROSIDAD, ENTREGA... H Padre Santo pasa a enumerar los motives y las dotes que hacen de la mujer el sol de la casa, saccmdolos todos de la con- 1 Eccll., 26, 1«. Il - 15 •F 226 PÎO XII A LOS ESPOSOS sideraciôn del sol, fuent© natural de vida para nuestro planelcr. generosidad, ©ntrega d© si, cons’.ancia, providencia, luz y calor. Si, la esposa y la madré es el sol de la familia. Es el sol con su generosidad y sumisiôn, con su cons­ tante prontitud, con su delicadeza atenta y providencial en todo lo que sirve para alegrar la vida al ma· rido y a los hijos. Difunde en tomo suyo la vida y el calor; y, si suele decirse que un matrimonio es dichoso cuando uno y otro de los cônyuges, al contraerlo, pretende hacer feliz, no a si mismo, sino a la otra parte, este noble sentimiento e intento, aunque toca a los dos, es, sin embargo, virtud principal de la mujer, que nace con las palpitaciones de ma­ dré y con la prudencia del corazôn; aquel buen juicio que, si recibe amarguras, quiere solamente dar alegrias; si recibe humillaciones, no desea devolver sino dignidad y respeto, del mismo modo que el sol que alegra la nebulosa maûana con sus albores y dora las nubes con los rayos de su ocaso. RESPLANDOR Y CALOR La esposa es el sol de la familia con la claridad de su mirada y con la llama de su palabra; mirada y palabra que penetran dulcemente en el aima, la vencen y entemecen, y la levan tan lejos del tumulto de las pasiones, y Haman al hombre a la alegria del bien y de la conversaciôn familiar, después de una 4 LA MUJER, SOL DE LA CASA iarga jornada de continuo y a voces penoso trabajo profesional o campestre, o de imperiosos negocios de comercio o de industria. Sus ojos y su boca arrojan una luz y un acento, que en un rayo tienen mil ful­ gores y en un sonido mil afectos. Son rayos y sonidos que brotan del corazôn de madré, crean y vivifican el paraiso de la infancia e irradian siempre bondad y suavidad, aun cuando adviertan o reprendan, por­ que las almas juveniles, que sienten con mas fuerza, recogen con mayor intimidad y profundidad los dictômenes del amor. SIMPLICIDAD Y DECORO La esposa es el sol de la familia con su candida naturaleza, con su decorosa simplicidad y con su cristiano y honesto decoro, asi en el recogimiento y en la rectitud dei espiritu, como en la sutil armonia de su actitud y de su vestido, en su adorno y en su porte, reservado a un tiempo y afectuoso. Sentimientos tenues, encantadoras senales dei rostro, ingenuos silencios y sonrisas, un condescendiente movimiento de cabeza, le dan la gracia de una flor escogida y, sin embargo, sencilla, que abre su corola para recibir y reflejar los colores del sol. jOh, si supieseis que profundos sentimientos de afecto y de gratitud suscita e imprime en el corazôn del padre de familia y de los hijos esta imagen de esposa y de madré! |Oh àn- -.X À J • *' 22S pfo XII A LOS ESPOSOS geles, que custodidis sus casas y escuchais sus oraciones, espaicid celestiales perfumes sobre aquel hogar de felicidad cristianal TRISTE CONTRASTE A fin de que resuite mas eficaz la enseüanza del Papa, he aqui los tristes efectos que se siguen cuando el sel de la familia padece eclipse y no calienta. Pero iqué sucede cuando la familia esta privada de este sol? se deriva la de «cônyuge» y «vida conyugal>. ^De gué yugo se trata? EL YUGO DEL MATRIMONIO Yugo de gracia es también para vosotros, queri­ dos esposos, el gran sacramento del Matrimonio, que en presencia dei sacerdote y al pie del altar de Cristo os ha unido con vinculo indisoluble en una vida de dos, para que caminéis juntos aqui abajo y os ayudéis reciprocamente, colaborando en sostener el peso de la familia, de los hijos y de su education. 1 Eçcli., 40, 1. ’ Mt„ 11, 28, 24C rfo XII A LOS ESPOSOS En la vida de la familia unos son los deberes prcpios del varôn, y otros los de la mujer y la madre; pero ni la mujer puede permanecer enteramente ex­ traria al trabajo del marido, ni el marido a la preocupaciôn de la mujer. Todo lo que se hace en la fami­ lia debe ser de algun modo fruto de colaboracion, obra comun, en cierto grado, de los dos esposos. COLABORACION ^Que quiere decir colaborar? Significa tai vez la simple suma de dos fuerzas, operante cada una por su cuenta, como cuando a un tien demasiado pesado se le enganchan dos locomotoras que αύηαη su ener­ gia para arrastrarlc? Esta no es una colaboracion verdadera; en cambio, en cada una de las maquinas, el maquinista y el fogonero — o el maquinista y su ayudante en las modernas locomotoras de traccion electrica — colaboran en sentido propio, material y conscientemente, para asegurar la buena marcha. Cada uno de ellos hace su trabajo peculiar; pero no sin preocuparse de su compafiero, antes acompasando su acciôn con la del oiro, segun lo que este necesita y puede esperar de el. DONDE COMIENZA Para que la colaboracion sea perfecta debe extenderse a to­ das lets obras y a cada instante. Mas para que sea alegre y LA COLABORACIÔN MUTUA 241 constante, y no se tome por esclavitud, es necesario que se funde en una base segura. En otras palabras, la colaboracion debe comenzar por la concordia de pensamientos, de aspira­ tiones y, a ser posible, de gustos. La colaboracion humana tiene que hacerse con la mente, con la voluntad y con la acciôn. Con la mente, porque en realidad solo las criaturas inteligentes pueden colaborar entre si, uniendo su libre actividad. El que colabora no anade solamente sus esfuerzos por su cuenta, sino que los adapta a los de los otros para secundarios y fundirlos en un efecto co­ mun. La colaboracion consiste, por lo tanto, en subordinar organicamente la obra de cada uno a un pensamiento comûn, hacia un fin comûn, que todo lo ordena a si y lo proporciona jerdrquicamente, y cuyo comûn deseo aproxima a todas las inteligencias en un mismo interés y estrecha los animos en una afecciôn reciproca, moviéndolos a aceptar la renuncia a la propia independencia para plegarlos a todas las necesidades que demande la consecuciôn de aquel fin. En un pensamiento, en una fe y en una voluntad comûn, està la raiz de cualquier colaboracion verdadera, la cual es tanto mas estrecha y fecunda cuanto mas mtensamente obren el pensamiento, la fe y el amor, y persistan mas vivamente en la acciôn. Por ahi comprenderéis que la colaboracion, empenando la mente, la voluntad y la obra, no es siem­ pre cosa facil de realizar perfectamente. Junto a esta h - 16 MES 242 PÎO XII A LOS ESPOSOS gran idea de la union y de la cooperaciôn de las fuerzas, con esta intima convicciôn del fin que hay que conseguir, con esta ansia ardiente de conseguirlo a toda costa, la colaboraciôn supone también la mutua comprensién, la estima sincera y el sentido dei concurso necesario de lo que los otros hacen y deben hacer para el mismo fin, una amplia y juiciosa condescendenda para consideror y admitir las diversidades inevitables entre colaboradores, no pa­ ra enojarse con elles, sino para aprovecharlas. Y para esto hace falta también aquella abnegacion perso­ nal que sabe vencerse y ceder, en lugar de querer hacer prevalecer en todo el parecer propio y reservarse los trabajos que agradan y complacen mas, no negândose incluso a veces a desaparecer, y ver cômo el fruto del trabajo de uno se pierde, por asi decirlo, en el anônimo, en el incognito indistinto del provecho comun. DIOS LA QUIERE Segun la mente del Papa, la colaboraciôn no es solamente remedio contra las discrepancies o turbcciones que pueden sobrevenir en la vida familiar, sino que es elemento indispensa­ ble para que les espesos consigan los fines subs'.anciales y se­ cundarios del matrimonio. Y pues estas son queridos por Dies, también aquélla cae bajo su mandato. Sin embargo, por dificil que parezca una colaboraciôn tan intima y concorde, ella es indispensable LA COLAÜORACIÔN XÎUTUA para el bien que Dios pretende en la familia. Son dos, el hombre y la mujer, que caminan juntos y se dan la mono y se ligan con el vinculo de un anillo; nudo amoroso, que el mismo paganismo no dudô en 11amar «vinculum iugale» 3. ^Pues que otra cosa es la mujer sino la ayuda del hombre, aquella a la que Dios concediô el don sagrado de hacer nacer al hom­ bre a la vida, aquella cuya hermana mayor «humilde y levantada mas que nadie, de los planes de Dios meta constante», debia darnos al Redentor del género humano y regocijar con el primer milagro de B, el «nudo conyugal» de las bodas de Cand? EN LA PROCREACION Dios ha establecido que al fin esencial y prima­ rio del vinculo conyugal, que es la generacion de los hijos, cooperasen el padre y la madré, con una cola­ boraciôn libremente aceptada y querida, sometiéndose a todo lo que pueda suponer en sacrificios un fin tan magnifico, por el cual el Creador hace a los progenitores casi participes de aquella potencia su­ prema con la que creô dei barro al primer hombre, reservândose para si la infusion dei «spiraculum vi­ tae», el sopio de vida inmortal, como haciéndose Su­ mo Colaborador en la obra del padre y de la madré, ya que El es la causa del obrar, y obra en todos los ’ Aeneid.. 1. jv, v. 16 y 59. 244 pfo XII A LOS ESPOSOS que obran \ Por eso es suya vuestra alegria, oh madrés, cuando, olvidando todas las penas, excla­ mais al nacimiento de un nino: «Natus est homo in mundum»: Ha nacido un hombre al mundo5. Se ha cumplido en vosotros aquella bendiciôn que Dios dio primeramente en el Paraiso terrenal a nuestros pro­ genitores, y repitio despues del Diluvio al segundo padre del genero humano, Noé: «Creced y multiplicaos y llenad la tierra» *. EN LA EDUCACION Pero, ademds de contribuir al nacimiento del nino a la vida fisica, vosotros debéis colaborar a su educaciôn en la vida espiritual, porque en aquella aima tiema dejan huellas poderosas las primeras impresiones, y el lin principal dei matrimonio es no solo prccrear hijos, sino también educarlos7 y hacerlos crecer en el temor de Dios y en la fe, para que en la colaboraciôn, que ha de penetror y animai enteramente la vida conyugal, encontréis y gustéis aquella felicidad, de la que la Divina Providenda tantas semillas ha preparado con su gracia en la familia cris­ tiana. Ahora apunta ©1 Papa el gran media y la condicion indis­ pensable para conseguir esa colaboraciôn perfecta, tan rica en « Contra Gent., ]. ni, c. 66. ’ Can. 1013, 5 l·. 5 Jo., 16, 21. « Gen., 1, 28 ; 8, 17. LA COLABORACIÔN MUTUA beneficos resultados: es el mutuo sacrificio de 245 la propia li bertad. EL SACRIFICIO DE LA LIBERTAD Pero tampoco el pensamiento y el cuidado de un nino, cuyo nacimiento ha coronado y consagrado la union de los dos esposos, bastaria para hacerlos colaborar toda la vida de un modo automâtico y espontâneo, si faltase o disminuyese la voluntad y el cor­ dial deseo de colaborar. El proposito nace de la vo­ luntad; al proposito debe precederle la convicciôn de la necesidad de la colaboraciôn. ^Acaso comprende bien esta necesidad el que entra en la vida conyugal, pretendiendo llevar a ella y conservar celosamente su propia libertad, sin sacrificar en absoluto su independencia personal? ^No es esto mas bien ir a buscar los peores conflictos, sonar y arrogarse una situaciôn imposible y quimérica en la realidad de la vida comûn? Conviene por lo tanto comprender y aceptar a un tiempo sincera y plenamente, con amor y con­ descendenda y no solamente con resignadôn, esta condicion capital de la vida elegida, y después abrazar generosamente, con animo y con alegria, cuanto haga posible, concorde y cortés esta colaboradôn, incluso el sacrificio de gustos y preferencias, de deseos o costumbres personales, y hasta la monotonia cotidiana de trabajos humildes, oscuros y penosos. Ι’ίο XII A LOS ESPOSOS SUGERENCIAS PRACTICAS Voluntad de colaborar. ^Qué es, pues, lo que hay que querer? Hay que querer y buscar esta colaboraciôn: hay que amar el trabajar juntos, sin esperar a que os sea ofrecido, pedido o impuesto; hay que echar adelante, saber dar los primeros pasos, si es necesario, para empezar de hecho; hay que desear vivamente la prosecuciôn de estos primeros pasos, cuando haga falta, y perseveror con atenciôn intensa y vigilante, para encontrar el modo de anudar realmente vuestras dos actividades, sin decaimientos ni impaciencias, si el concurso o la ayuda de la otra parte pudiera parecer insuficiente o no proporcionada ni correspondiente a los esfuerzos propios, animados siempre por la resoluciôn de no consideror nunca demasiado alto cualquier precio que sirva pa­ ra procuraros una concordia tan indispensable, deseable y provechosa para cooperar y tender al bien de la familia. PREMISA: EL MUTUO DES VELO Cordial solicitud en colaborar. Aquella solicitud, decimos, que no se aprende en los libros, sino que la ensena el corazôn, que ama el acuerdo y el concierto activo en el gobiemo y en la marcha del hogar domestico; aquel desvelo que es afecciôn reciproca, mutua atenciôn y solicitud por el nido comûn; aquel Μ LA COI A ΒΟ RAC1ÔN MUTUA 247 desvelo que observa para aprender, que aprende pa­ ra hacer, que hace para echar una mano al otro o a la otra; aquella solicitud, en fin, que es una lenta y mutua educaciôn y formacion conyugal, necesaria para dos almas que se amaestran reciprocamente para llegar a la consecuciôn de una verdadera e in­ tima colaboracion. Si, antes de vivir juntas bajo el mismo techo, cada una de las dos almas ha vivido sus dias y se ha formado por cuenta propia; si una y otra proceden de dos familias que, aunque sean semejantes, no serân nunca idénticas; si cada una lleva por lo tanto a la morada comûn maneras de pensor, de sentir, de obrar y de tratar, que nunca se encontrarcm al principio en plena y total armonia en­ tre si: bien veis vosotros que para obrar de comûn acuerdo sera necesario, antes que nada, conocerse mutuamente mas a fondo de lo que haya sido posible durante el tiempo dei noviazgo, investigor y discemir, de circunstancia en circunstancia, las virtudes y defectos, capacidades y deficiencias, no ya para promover criticas y disputas o preferirse a si mismo, no viendo mas que los lunares en aquel o en aquella con quien se ha ligado vuestra propia vida, sino para darse cuenta de lo que se puede esperar, de lo que habrà tal vez que compensor o suplir. 248 Pio XII A LOS ESPOSOS FRUTO: LA PROSPERIDAD Y FELICIDAD Una vez conocido el paso por el que habrà que regular el propio, vendra la gustosa tarea de modi­ ficar, acomodar y armonizar los pensamientos y las costumbres; tarea que el mutuo afecto hard marchai insensiblemente, y no serà turbada por las transformaciones, cambios y sacrificios, que no deben recaer exclusivamente sobre una de las partes, sino que cada una de ellas tomara su porciôn con mucho amor y confianza, pensando en el prôximo amanecer del dia en que el gozo dei completo acuerdo logrado en­ tre las dos aimas, asi en la mente, como en la voluntad y en la acciôn, alegrarà y aliviard el fruto pleno y suave de la colaboraciôn en la prosperidad y feli­ cidad de la familia. VENCIENDO LMPOSIBLES Con ojos siempre realistas, el Padre Santo extiende la mirada al caso doloroso de los esposos, cuyos temperamentos se muestan tan dispares, que la felicidad y concordia de toda la familia corre évidente peligro de naufragio. iSerà en tal caso la colaboraciôn imposable? En manera cdguna. No se gustaran enfonces las dulzuras propias de la armonia concertada; pero la colaboraciôn que Dios exige puede y debe subsistir todavia, contando con la base del heroismo y del martirio de una de las partes. Martirio y heroismo que no resultarôn esteriles, ni en punto a merito sobrenatural ni en cuanto a los OLABOKACIÛN MUTUA 249 mismos provechos temporales. Y es el caso que son a veces las aimas mas privilegiadas y de consiguiente mas agradables a Dies, las Hamadas a practical esta colaboraciôn heroica, no correspondida por el otro consorte. Todos los hombres son en este mundo peregrinos de Dios8, que se dirigen hacia El por el camino de los vivientes; perc sobre el trillado sendero de la vida conyugal, mas de una vez, la diferencia de caractè­ res de los dos caminantes transforma el viaje de uno de ellos en un ejercicio de virtud tan grande, que se levanta a las luces de la santidad. El que lee la vida de la Beata Ana Maria Taigi se queda asombrado ante la diferencia de origen, temperamento, educa­ tion, inclinaciones y gustos que existia entre ella y su marido, el mozo de servicio Domingo; y sin em­ bargo, ella se habia acomodado y ajustado maravillosamente a un aima tan distinta de la suya. Ojala que esta heroica madré de familia os obtenga a cada uno y a cada una de vosotros, amados noveles espo­ sos, la abundanda de gracias celestes, petra que con­ signs que florezca en todas vuestras familias una colaboraciôn tan debida y cristiana en el servicio de Dios. Asi se lo pedimos a nuestro Senor y lo invocamos sobre vosotros, mientras con el corazôn patemamente afeduoso os damos Nuestra Bendidôn Apostôlica. ’ Cfr. it Cor., 5, 6. 250 PÎO XII A LOS ESPOSOS NO OLVIDES — Si para todoe la vida es un yugo, lo es de un modo espea al para los esposos. Pesado y duro, si se le sacude; pero rico en pro mesas si se acepta voluntariamente, apoyândose en la gracia de Dios. — Colaborar en la vida conyugal significa cumplir las propias obligaciones en inleligencia con el consorte y procediendo en todo de acuerdo con éL — La colaboracion debe comenzar por la mente, y de ahi extenders© a la voluntad y a la acciôn. — La colaboracion con la mente empieza por apropiarse los mismos fines, medios y deseos de la otra parte. — La voluntad de colaboracion exige siempre sacrificar un poco la propia libortad personal. — Estudlarse mutuamente el temperamento y carâcter y los gustos, es prerrequisito indispensable para la colaboracion. — Esta, practicada como Dios manda, alcanza los fines del matrimonio y produce la armo ni a, la paz y la felicidad de la ···· ilia. 3 ’ 1 JH Jr/Zn, LA PARTE DE DIOS 25 de marzo de 1942. EL HONOR DE SER LLAMADO Varias veces el Papa ha hecho delicada menciôn dei caso en que Dios llamara a su servicio en el Sacerdocio o en el claustro a un hijo o hija de los esposos que iban a pedirle su Bendicion. Mas por la urgencia de otros temas, remitiô el tratar exprofeso de este para mas tarde, hasta la Audiencia de hoy. En ella présenta a los esposos el problema de la vooaciôn divina en toda su extension y con sus mùltiples y luminosos reflejos. Verdad es que la Vocation concerne directa e inmediatamente al que la recibe; pero los padres no pueden considerarse del todo ajenos a ella. Porque muchas veces Dios, al mismo tiempo que llama a los hijos, dirige a los padres otro llcmamiento, no menos honroso y rico en mérites, en sacrificios y en deberes. Esta llamada simultanea présenta diversos aspectos, segùn las circunstancias en que se verifica, dado que Dios escoge a sus privilegiados con entera libertad y con designios que la humana prevision no alcanza. Considered por un momento la variedad de estas circuns­ tancias. La vocation florece una * veces en familias de profunda» 252 ρίο XII A LOS ESPOSOS raicGs cristianas, otras veces donde la vida religiosa déjà mucho que desear; ya escoge Dios entre una gran corona de hijos, ya llama precisamente al ùnico vâstago que era la esperanza de la casa. No raras veces seüala como «parte suya> al hijo en quien mas se fundaban las humanas esperanzas, otras lo busca en hogares pobres donde mas se siente la falta de brazos. Por este y por otros motivos no es raro el caso en que la llamada de Dios conturba a los padres, tornando estes mas o menos conscientemente una actitud de resistenda. Por donde lo que en realidad constituye un honor y un bien para la familia se considera como una desgracia, y siguiendo por este camino puede Uegarse a la lucha abierta con la divina voluntad y a la rotunda negativa a su generosa demanda, con las ccnsecuendas que son fàdles de prever. Ahi estân algunos casos tristes de vocaciones ahegadas, traidonadas, desviades. Si se indagan los motivos de tan dolorosas situadones, se echarà de ver que todo depende de la falta de fe sobrenahiral o de que esta es muy débil. El punto de vista humano no coin­ ride con el sobrenatural, los calculos terrenos no pueden conriliarse con los etemes. En toda vocariôn de los hijos es muy grande la responsabilidad de los padres. Ved por que el Padre Santo se muestra tan solirito en presentar desde un principio a los padres el problema de la vocacion, indicândoles el grande honor que Dios les hace, las obligaciones que de ahi se derivan, los sacrificios que deben llevar a cabo y por que. Presen­ tales, en una palabra, la santa vocacion, no segun las maneras de ver terrenas y humanas, sino segùn el verdadero punto de vista del mundo sobrenatural. UNA PIADOSA COSTUMBRE Una palabra, amados noveles esposos, que quemamos que llegase tambien a los no recién casados, iJk PARTE UE DIOS 253 proximos o lejanos, es la que queremos deciros hoy a vosotros, o, mas que deciros, recordaros; porque es una palabra que siempre ha exaltado a la familia y a los cônyuges cristianos. Esta palabra es «la parte de Dios», la parte que le toca en el banqueté fami­ liar, que algunas veces Jesûs quiere reservar para si, como amigo, o como si tuviese necesidad de ayuda. En el hermoso libro de Tobias, inspirado por Dios para ensenar a los hombres las virtudes de la vida doméstica, se cuenta que un dia de fiesta, habiéndose preparado en casa un gran convite, le dijo Tobias a su hijo: « Anda y trae a alguno de nuestra tribu, temeroso de Dios, para que banquetee con nosotros» \ Y en otros tiempos se tuvo la grata y piadosa costumbre en muchas familias cristianas, especialmente en el campo, de reservar en las fiestas solemnes una parte de la comida para el pobre que la Providenda enviara y que asi tendria parte en la alegria comûn. Es lo que en algunos sitios se solia llamar la «parte o pordôn de Dios». ES JESUS QUIEN LLAMA Lo primero de que deben persuadirse los padres es que en toda vocacion verdadera quien llama es Dios. De aqui se de­ duce la conducta que han de observor, asi el que es llamado como los padres. Dios tiene dominio absoluto sobre los hem- 254 PÏO Xll A £OS ESPOSut» bres y sobre las cosas; El es quien las da, El quien dispone de ellas. A los hombres les toca acatar sus des;gnios y seguir sus divinas indicaciones. Un dia, quién sabe? podria el Senor venir a pe­ dir a vuestro hogar una parte semejante, cuando se alegre ya vuestra mesa con las florecientes joyas de vuestros hijos y de vuestras hijas, jdvenes y jovencitas de rostro ardiente y serio, animados por pensamientos y afectos escondidos, que dejan entrever una vida y un camino que les acerca a los dngeles. Jesûs que ha bendecido vuestra union, que hara fecundo vuestro tdlamo, que hard crecer al pie de vuestro olivo los alegres retonos de vuestras esperanzas, pasard acaso en aquella hora que El solo sabe, para llamar a la puerta de alguna de vuestras casas, como un dia, junto a la orilla del lago de Tiberiades, llamaba, para que le siguiesen, a los dos hijos del Zebedeo’; como en Betania dejaba a Marta ocupada en las faenas domesticas y acogia a Maria a sus pies para que oyese y gustase su palabra, que el mundo ignora ’. El es quien dijo a los Apôstoles: «La mies es mucha, pero los obreros son pocos. Rogad, pues, al Senor de la mies que mande obreros a su mies» *. El, el Redentor, cuyas miradas contemplan el inmenso campo de las aimas rescatadas con su sangre, no déjà de pasar a través dei mundo, ante ’ Mt., 4, 2L ’ Le., 10. 38. « Mt., 9, 37. LA FAUTE DE DIOS 255 los umbrcdes de los caserios y de las ciudades, a lo largo de las playas, de los lagos y de los mares, y volverse hacia los que ha elegido, repitiéndoles, con las secretas inspiraciones de su gracia, el «Ven, sigueme»67del Evangelio, llamandole, unas veces a roturar y trabajai tieiras todavia incultas, otras a recoger el grano que ya amarillea. POR QUE LLAMA El 11 ·|Η(·ΙΜ .iento de Dios pretende un fin altisimo: por poco que se considere, basta para sentirse movido, no solo a aceptar los sacrificios que él importa, sino a bendecirlos y agradecerlos a Dios. El campo de Cristo, que es su vina, viva imagen del pueblo de Dios, que los pastores de la Iglesia deben cultivar, esta Iglesia universal en el tiempo y en el espacio, la cual, como dice San Gregorio Mag­ no, «desde el justo Abel hasta el ùltimo elegido que nacerd al fin dei mundo, a manera de vid, produce tantos Sarmientos cuantos santos engendra» esta Iglesia, amados hijos e hijas, sabéis que es también el campo de Nuestra solicitud como Vicario de Cristo; asi que su celo y su oraciôn, su amor y su dolor se convierten en Nuestro amor, Nuestro dolor, Nuestro celo y Nuestra plegaria; y por eso sentimos el impetu de «la caridad de Cristo » que «nos urge» T, mien• ML, 19. 21. 7 π Cor,, 5, 14. 8 Homil. 19 in Evang. - migne, PL. t. 76, c. 1154. pio XII A LOS ESPOSOS 25β tras los admirables progresos del ingenio humano acortando las distancias a troves de las tierras, los mares y los cielos, parecen hacer mas pequeno y estrecho nuestro globo. Al ver abrirse constantemente ante Nos nuevas vias de predicacion del Evangelio entre los lejanos pueblos todavia paganos, o de pro­ ximo apostolado en medio de las almas agitadas, turbadas, hambrientas, quiza inconscientemente, por divino instinto, de la verdad eterna; una de las gran­ des tristezas que invade Nuestro corazôn es el saber cuàn insuficiente es para lo que hace falta el nûmero de los generosos que Nuestro deseo puede enviar para ayudarles. ^Quién sabe si alguno de los elegidos para el cielo, perdidc entre el pueblo cristiano o errante por las regiones infieles, no esté ligado, en los designios divinos, a la palabra o al ministerio de uno de los hijos que el Sehor os querra concéder? ^Quién podra investigor las profundidades del consejo de Dios nuestro Salvador, que «quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad? > EL SACRIFICIO DE LOS PADRES El Papa no oculta que la Vccaciôn impone también sacrificios a los padres: unas veces el sacrificio real de sus bienes o de su carino, otras el de sus prejuicios o temores de que, asintiendo a la vocaciôn de sus hijos, cooperan en su elecciôn de una 8 i Tim., 2. 4. la ρακί κ i>e dws ill f L vida dura, sin alegrias ni consuelos. Por esto es necesario que ellos comprendan bien cuàl es la action del Espiritu Santo en el alma de sus hijos llamados al servitio divino. Considered, amados hijos e hijas, que de la fami­ lia, fundada segun el querer divino por la legitima union del hombre y de la mujer, Cristo y la Iglesia universal sacan sus ministros y los apostoles del Evangelio, sacan los sacerdotes y los heraldos que apacientan al pueblo cristiano y atraviesem los ma­ res para iluminar y salvor las almas. ^Que hariais vosotros, si el Maestro Divino viniese a pediros ··· sobre la «Mujer en la familia». Caracterizanse unos y otros por el espiritu realista, que nada oculta de cuanto por parte del hombre puede malograr la felicidad doméstica, y por la nota psicologica, delicada y profunda, que sabe descubrir en las relaciones entre esposos las sombras y las luces mas tenues, con el fin de eliminar aquéllas y reforzar estas. Trâtase, pues, de un doble côdigo de grandes y peque[••Il nas normas — llâmense, si se quiere, derechos y deberes —, destinado asi al marido como a la esposa. Côdigos que guardan en­ tre si muy estrecha relaciôn, y que solo si se observan con mu­ tua comprensiôn y colaboraciôn pueden dar la pcrz y la felicidad >111 a la familia. LA FAMILIA, CORONA DE LA CREACION Antes de exponer claramente los deberes, el Padre Santo ha [••Il creido oportuno recordar nuevamente la dignidad altisima del ma- -τ^· 268 PÎO XII a LOS KSPOSOS trimonio a los ojcs de Dios. Reconocida su dignidad, mas facil y alegremente se aoeptaran los deberes que de ella se derivan. No os maravilléis, amados noveles esposos, si en estas reuniones semanales con fieles y devotos hijos Nuestros, Nos tenemos gusto en dirigiros la palabra especialmente a vosotros; de tal manera que Nuestro pensamiento, en su vario discurrir, viene de ordinario a encontrar la materia de sus reflexiones dentro de la orbita de la nueva familia que vosotros inaugurais. La familia humana es el ùltimo sublime portento de la mono de Dios entre los seres criados dei Universo, la ùltima maravilla colocada por El como corona del mundo visible, en el ultimo y septimo dia de la creacion; cuando en el Paraiso de delicias, por El plantado y preparado, plasmo y colocô al hombre y a la mujer, poniéndoles alli para que lo cultivaran y custodiaran x, y les diô el dominio sobre los pajaros del aire, los peces del mar y los animales de la tie­ rra’. ^No es esta la regia grandeza, de la cual, aun después de su caida junto a la mujer, el hombre conserva las seriales, y que le levanta sobre el mundo que él contempla en el firmamento y en las estrellas, sobre el mundo por cuyos océanos audaz navega, sobre el mundo que pisa con sus pies, doma con su trabajo y con su sudor, para arrancarle el pan que le restaure y sostenga la vida? ’ Cfr. Gen., 2. 8 « Gen., 1, 28. RESPONSABILIDAD DEL HOMBRE 269 ALENT AN DO A LAS ESPOSAS Tai vez, oh esposas, al leer las palabras por Nos recientemente pronunciadas sobre la responsabilidad de la mujer en el hogar domestico, habréis pensado en vuestro interior que esta responsabilidad no alcanza solamente a las esposas, sino que es reciproca y concieme no menas al marido que a la mujer. Y a vuestro pensamiento habrd vuelto entonces la ima­ gen de mas de una mujer, que conocéis o de la que habéis oido hablar, mujer y esposa ejemplar, consagrada al cuidado de la familia hasta mas alla de sus fuerzas, pero que después de muchos anos de vida comûn, se encuentra todavia ante el egoismo indiferente, grosero, y aun quizà violento del marido, egois­ mo que lejos de disminuir, ha ido creciendo con la edad. Tales heroicas madrés de familia, hijas, si, de Eva, pero mujeres fuertes, imitadoras generosas de la segunda Eva, Maria, que aplasta la cabeza de la serpiente tentadora y sube al doloroso Calvario, has­ ta colocarse al pie de la cruz, Nos las conocemos; de la misma manera que Nos son conocidos los mo­ dales, a veces finos y afectuosos, a veces descuidados y duros de los maridos, sobre cuya responsabi­ lidad en el gobierno de la familia, ya en otras ocasiones por Nos solamente indicada, Nos habiamos reservado hablar con màs tranquilidad. Es el tema 270 PÎO XI1 A LOS ESPOSOS que vamos a tratar brevemente en nuestro discurso de hoy. Hechas estas necesarias observaciones préliminaires, el Papa se dirige en particular a los maridos, y suponiendo conocidos otros derechos y deberes, que antes expuso, pasa ahora a tratar de algunas obligaciones màs concretas. DEBER DE SUSTENTAMIENTO I. La responsabilidad del hombre ante la mujer y los hijos, nace en primer lugar de los deberes para con su vida, en los cuales esta ordinariamente envuelta su profesiôn, su arte o su oficio. El debe pro­ curor, con su trabajo profesional, a los suyos una casa y el alimento cotidiano, los medios necesarios para un sustento seguro y para vestir convenientemente. Su familia tiene que sentirse feliz y tranquila bajo la protection que le ofrece y da, con previsoras medidas, la diligente actividad de la mono del hombre. PRUDENCIA EN LOS NEGOCIOS Muy diversa es la condition del hombre sin fami­ lia de la de aquel que tiene mujer e hijos, a quienes proveer. Este tiene a veces ante si empresas peligrosas que le incitan con la esperanza de grandes ganantias, pero que fadimente conducen a la ruina por senderos insospechados. Los suenos de fortuna RESPONSABILIDAD DET. HOMBRE 271 muchos veces enganan al pensamiento mas de lo que apagan los deseos: la moderation del corazôn y de los suenos es una virtud que nunca perjudica, porque es hija de la prudentia. Por eso el hombre casado, aunque no haya otras dificultades de orden moral, no debe pasar los limites debidos; limites impuestos por la obligation que tiene de no exponer, sin motivos gravisimos, a un peligro la segura, tranquila y necesaria subsistenda de la mujer e hijos, que ya estan en el mundo o se esperan todavia. Otra cosa séria si, sin culpa ni coopération suya, tircunstoncias independientes de su voluntad y de su poder pusiesen en peligro la felicidad de la familia, como suele suceder en épocas de grandes trastomos poli­ ticos o sociales que, derramândose por el mundo, traen a millones de casas las tristes olas del temor, de la miseria y de la muerte. Por eso siempre conviene que él, al hacer o abstenerse, al emprender o al atreverse, se pregunte a si mismo: ^puedo yo cargar con esta responsabilidad ante mi familia? DEBERES SOCIALES Al lado de los deberes familiares existen los deberes socia­ les, o sea, para con la sociedad, de la cual uno es miembro, asi desde el punto de vista personal como del de la familia. Entre unos y otros deberes ha de haber la maxima concor­ dia: ni la familia puede desentenderse de los deberes sociales, ni la sociedad puede descuidar los familiares. Concordia por otra 272 pio Xll A LOS ESPOSOS >··· ayuda al part© muy natural, por cuanto el bien d© la familia bien social y viceversa. Pero el hombre casado esta atado con vinculos morales no solo a su familia, sino también a la so­ ciedad. Son vinculos para él la fidelidad en el ejercicio de la profesion, del arte o del oficio; la lealtad, sobre la que sus superiores puedan inconditionalmente apoyarse; la correction e integridad en la con­ ducta y en la action, que le procuren la confianza de los que le tratan: estes vinculos ^no son acaso eminentes virtudes sociales? Y tan hermosas virtudes ^no constituyen el antemuro de la defensa de la felicidad domestica, de la pacifica existentia de la familia, cuya segundad, segun la ley de Dios, es el primer deber de un padre cristiano? NOBLE EMULACION Como ejemplo o modelo d© la concordia qu© d©be existir en­ tre los deberes sociales y los de la familia, trae el Papa el deseo mismo de la mujer. Podriamos anadir, ya que es honor y honra de la mujer la pùblica virtud y estima del marido, que el hombre, por consideration a ella, debe ingeniarse para sobresalir y senalarse entre sus iguales en la propia profesion. Toda mujer, en general, desea poder estar orgullosa del companero de su vida. 11 EL BUEN EJEMPLO Pero nunca fai tan en la vida familiar ocasiones mas dificiles, horas y momentos en que se mezclan las alegrias y tristezas, las penas y sudores, las in> comodidaes y las lagrimas; horas de nacimientos, de enfermedades, de lutos. Enfonces si que habra mas que hacer. Enfonces la mujer no podra en abso­ luto, o solo con dificultad e insolita fatiga, atender a sus mùltiples deberes, que se han hecho mas gra­ ves y urgentes. Enfonces todos los de casa tendron que hacer cuanto esté en su mono, aun los pequenos con sus pequenas ayudas; pero el primero que se ponga al trabajo £no ha de ser acaso el pa­ dre, el jefe de familia, el cual en todos los momentos dificiles tendra que dor ejemplo de saber prestarse, prévenir y proveer, empleando al punto y sin regateos su propia persona? ■ . .. i i IN PÎO XÏl A LOS ESPOSOS 286 EL AMOR NO SABE DE CALCULOS En estas ocasiones y dificultades se mostrarà la sabia dignidad paterna en el vigor de su acciôn eficaz en el gobiemo de la familia. Para tan importan­ tes e inevitables pruebas preparad, amados esposos, y confirmad vuestro ànimo y vuestra mente, porque el parvenir que os aguarda dificilmente sera diverso del comûn de todos los hogares. Por lo que pasa a los otros, aprended a iluminaros y guiaros a vosotros mismos. Y que os ilumine y guie también el curso ordinario de la vida cotidiana. Dentro del recinto de vuestra casa no os detengdis en calculai, en medir, en comparor quién se cansa y se fatiga mas, quién da mas parte de su tiempo y de sus fuerzas. El verdadero amor no sabe de calculos ni de comparaciones: se da estimando siempre poco cuanto hace por aquel a quien ama. Lo que dice la «Imitation de Cristo» dei amor divino3 se puede aplicar también a un amor tan profundo y tan santo como el conyu­ gal: «El amor no siente peso, no conoce fatiga, desea mas de lo que puede, no se excusa con la imposibilidad... Lo puede todo, y cumple y acaba muchas cosas, en las cuales el que no ama falta y sucumbe>. Por eso no os cause admiration ci el Apéstol de las Gentes, tan lleno también en su mente y en su co­ razôn de la caridad de Cristo hasta exaltarla sobre 1 L. ni, c. 5. If COOPERACI0N ACTIVA DEL MARIDO el don de profecict, sobre los misterios y la fe de los milagros, sobre el don de lenguas y de ciencia, sobre la liberalidad para con los pobres y el entregarse al martirio *, no ternio comparar el amor de los maridos hacia sus esposas con el amor de Cristo para con la IglesiaG. jOh, si, amad a vuestras esposas! Ante ellas sois responsables de este deber del amor, como del mas alto y necesario don, porque en este don esta la tutela de la castidad conyugal y de la paz familiar; porque en este crnior se confirma la fidelidad, se glo­ rifica la proie, se perpetûa el sacramento inviolable que ha unido al hombre y a la mujer en la presencia de Dios. Santificad a vuestras esposas con el ejemplo de vuestra virtud; concededles que hagan gala de imitaros en el bien y en la vida religiosa, en la laboriosidad asidua y en la intrepidez en los mo­ ments duros y en los no leves padecimientos, que nunca faltan en la vida humana. ^Podria acaso el esposo olvidar que pesos y dolores, y a veces, que peligros y que sublimes sacrificios représenta para su esposa la matemidad, que le dard a él el gozo de ser y de llamarse padre? Y alii donde el instinto y el amor maternai le ha hecho a ella aceptarlo todo, sin tener nada en cuenta, ^el amor conyugal y pa­ terno le permitira a él escatimar su propia entrega? ‘ Cfr. i Cor., 13, 1. 4 Cfr. Eph.. 5, 25. b. À'. Hi 288 pfo XII A LOS ESPOSOS I MIRAS ELEVADAS! Echad una mirada a la historia de la Iglesia, esposa de Cristo. jCudntos heroes y cuàntas heroinas en el secreto santuario de la familial jCudntas virtudes conocidas solamente por Dios y por los angeles! En aquella época, a veces dura, de la Edad Me­ dia, entre el pueblo, en los castillos solariegos, en los palacios, para no hablar de los monasteries, jcualquier alma de mujer recibia homenajes de respeto mezclado con temura! Jovencitas, novias, es­ posas, madrés, pare cian circundadas por una aureo­ la celestial, irradiaciôn sobre todas las hijas de Eva del amor inspirado a aquellos corazones creyentes por la nueva Eva, la Madre de Cristo y de los hom­ bres, o por algun otro pensamiento de la fe, que brotando de su profundo espiritu cristiano, hacia florecer en ellos aquel sentido de deferente y afectuosa cortesia, desconocida para el paganismo antiguo y modemo, ufano con su orgullo viril, como con las revueltas del orgullo femenino. Enfonces, ante la mu­ jer, la fe exaltaba al poeta, que prorrumpia en un canto alabando a la «Virgen y Madre, hija de su Hijo», a la «Virgen hermosa, del soi vestida», para que «encomendase a su Hijo, verdadero Dios y verdadero hombre, que acogiese en paz su ùltimo sus­ piro». C00PE&AC10N ACTIVA Î)ÊL MAfilDO COMO EN LA SAGRADA FAMILIA Volved los ojos, oh maridos, a Nazareth; entrad en aquella pequeha y estrecha morada. Mirad a aquel carpintero, custodio santisimo de los secretos divinos, que con sus sudores sustenta a la familia, humilde y elevada mas que la de les Césares de Roma; observad con que veneraciôn y respeto ayu­ da y venera a aquella Madre, su esposa inmaculada y pura; mirad al que es tenido por «Hijo del carpin­ tero», Virtud y Sabiduria omnipotente, que hizo el cielo y la tierra, y sin el cual nada se ha hecho, como ningùn hombre puede sin El hacer nada, y que sin embargo no se desdena de los pequenos servicios de la casa y del taller, y de estar semetido a Maria y a José; contemplad ese modelo tan grande de San­ ta vida familiar, espectaculo que maravilla y mueve a adoration a todas las jerarquias angelicas. jOialà que esta contemplation conserve en vuestros corazones aquellos sentimientos de agradecida y tiema entrega de vosotros mismos, que en sus cotidianas manifestationes constituiran vuestro generoso con­ curso al bienestar y a la tranquilidad de la casa! Si en la vida profesional tenéis a mucha honra el no rehuir ninguna responsabilidad que pueda edeanzaros, en la vida cristiana sea vuestro orgullo y no­ ble libertad de concientia el tomar amplia y amorosamente la parte de colaboraciôn y de cuidado que i ;i I A / J j■Λ /Λ-? · * ■ ·« os toca en la edificaciôn de la felicidad domestica. Por lo cual, mientras pedimos a Dios que os con­ céda a los unos y a las otras, amados hijos e hijas, las gracias necesarias para esta fecunda y santa cooperaciôn, os damos de todo corazôn Nuestra pa­ ternal Bendiciôn Apostôlica. NO OLVIDES — Ademâs de procura· el sustento de su familia, tiene el ma­ ndo otros cometidos que llenar en casa. — îQué triste espectâculo séria pennitir que la esposa cargue con los trabajos mas pesados sin que el marido acuda en su ayuda! — Los pequeüos trabajos domesticos para ayudar a la esposa no empan cm lo mas minimn la dignîdad del cabeza de familia, antes al contrario fomentan el amor y el respeto al marido. — Entregarse a la familia debe tomarse por caso de honra; por osto destiérrese la bajeza de los câlculos egoistas. EL LAZO Di VINO 22 de abrîl de 1942. Uno e indisoluble Este y los cuatro discursos siguientes fonnan un todo completo sobre la unidad e indisolubilidad dei Matrimonio, considerado no solo en abstracto y en relaciôn con el Derecho, sino principalmente desde el punto de vista practico de la vida conyugal entre cristianos. Los dos primeros tratan del significado y dignidad de las Bodas cristianas, los très restantes senalan con diligente cuidado los obstaculos fundamentales que de ordinario amenazan su uni­ dad indisoluble. La precision suma, asi en los conceptos como en la expresiôn, que caracteriza estos discursos, nos dispensa de dar un comen>•11 tario propiamente dicho. DIOS ES QUIEN UNE No os sera dificil, amados noveles esposos, ele­ vor la mente a un alto concepto de la vida conyugal, que habéis iniciado, si, ayudandocs Je vuestro de- i Ρίο XII A LOS ESPOSOS vocionario, volviereis a consideror atentamente las conmovedoras ceremonias de las Bodas, en las que la sagrada liturgia està toda incluida y resumida en la atadura que desde aquel momento viene a unir al esposo con la esposa. jQué dulces pensamientos, que deseos os han llevado hasta el san to altar! jQué esperanzas y que felices visiones han iluminado vuestros pasos! Pero aquel ligamen es uno e indisoluble. «Ego coniungo vos» en el nombre de Dios, ha dicho el sacerdote, testigo calificado de la union que habéis realizado; y la Iglesia ha tornado bajo su protecciôn y su tutela aquel vinculo contraido por vosotros con la consagraciôn y la fuerza de un sa­ cramento, escribiendo vuestros nombres en el gran libro de los matrimonies cristianos, mientras, como conclusion del rito nupcial, habia dirigido a Dios esta invocaciôn: «Ut qui te auctore iunguntur, te auxiliante serventur», que los que con tu autoridad se unen, con tu ayuda se salven x. UNIDAD QUERIDA POR DIOS El vinculo conyugal es uno. Mirad en el paraiso terrenal, primera imagen del paraiso familiar, el pri­ mer vinculo establecido por el Criador entre el hom­ bre y la mujer, del cual el Hijo de Dios encamado dira un dia: «Quod Deus coniunxit, homo non sepa* Rituale Rom. MATRIMONIO, UNO E INDISOLUBLE 293 ret», lo que Dios junto, no se atreva el hombre a separarlo; porque «iam non sunt duo, sed una caro», ya no son dos, sino una sola cameEn aquella union de nuestros progenitores en el jardin de las delicias esta todo el género humano, todo el futuro curso de las generaciones, que llenardn la tierra y luchardn para conquistarla, y con el sudor de su fiente la cultivaran para que dé un pan mojado en la amargura de la primera culpa, causada por violado fruto del Edén. ^Por que Dios ha unido en el Paraiso al hombre y a la mujer? No solo para que custodiasen aquel jardin de felicidad, sino tam­ bién, digdmoslo con las palabras del gran Doctor de Aquino, porque por el matrimonio estaban ordenados al fin de la generacion y de la educacién de la proie y ademds a una vida comûn de familia8. A esta unidad se opone cualquier forma de poligamia y de divorcio verdadero, cual lo practicaron los paganos y aun hoy es castigado por la ley en algunos paises modernos, no catôlicos ciertamente. Büi Es un deber recordar también que la ley divina de la uni­ dad fué suspendida algunas veces por Dios, antes de la venida de Jesucristo, por razones particulares. La unidad no solo esta mandada por Dios, sino que la misma naturaleza la exige, en vista de los fines dei matrimonio y de su propia perfeccién. ’ Mt, 19. 6c > Cfr. J ■ S. Th. Suppl., q. 44, a. 1. 294 PÎO XU A LOS ESPOSOS INDISOLUBILIDAD En la unidad del vinculo conyugal ved impreso el sello de la indisolubilidad. Es ciertamente un vinculo al cual inclina la natural eza, pero que no està causado necesariamente por los principios de la naturaleza, sino que se realiza mediante el libre albedrio; pero si la simple voluntad de los contrayentes lo puede estrechar, no lo puede desatar. Esto se dice no solamente de las nupcias cristianas, sino en general de todo matrimonio valido que se haya contraido sobre la tierra con el mutuo consentimiento de los cônyuges. El «si» brotado de vuestros labios por el impulso de vuestro querer, anuda en tomo vuestro el vinculo conyugal y al mismo tiempo liga para siempre vuestras voluntades. Su efecto es irre­ vocable; su sonido, expresiôn sensible de vuestro consentimiento, pasa; pero el consentimiento mismo permanece fîjo, no pasa, es perpetuo, porque es consentimiento en la perpetuidad del vinculo, mien­ tras que un consentimiento de vida solamente para algùn tiempo entre los esposos no valdria para constituir el matrimonio. La union de vuestros «si» es in­ divisible; de donde se inhere que no bay verdadero matrimonio sin inseparabilidad, ni hay inseparabilidad sin verdadero matrimonio *. < Ib., q. 41. a. 1", q. 49, a. 3. ΜΛΤΚ1.ΜΟΧΙΟ, UNO E INDISOLUBLE 295 EN RAZÔN DEL SACRAMENTO Levantad, pues, a lo alto vuestro pensamiento, amados esposos, y recordad que el matrimonio no es solamente un deber de la naturaleza, sino que para las aimas cristianas es un gran sacramento, un gran signo de la gracia y de algo sagrado, como lo son los desposorios de Cristo con la Iglesia, hecha suya y conquistada con su sangre, para regeneror a la nueva vida del espiritu a los hijos de los hombres, que creen en su nombre, nacidos, no de la sangre, ni de la voluntad de la came, ni de la voluntad del hombre, sino de DiosB. El sello y la luz dei sacra­ mento, que, por decirlo asi, desnaturalizan el oficio de la naturaleza, dan al matrimonio una nobleza de sublime honestidad, que comprende y reûne en si no solamente la indisolubilidad, sino también todo lo que se refiere al significado dei sacramento β. ?! I I i I L I I I I I DOMINIO EXCLUSIVO DE DIOS A continuaciôn hace el Papa una observaciôn muy importante, porque no pocas veces algunos cristianos creen e insinuan, en su ignorancia, que el Padre Santo puede disolver el matrimo­ nio. Pues bien, ningun poder humano, ni siquiera la Santa Sede, puede desatar el matrimonio perfecto entre cristianos. Danse al­ gunos casos que parecen contradecir a esta ley absoluta; pero, • S. Th. Suppi, MHB q. 49, a ad 4 et 296 PÎO XII A LOS ESPOSOS si se examinan de cerca, se verà que se trata de una cosa muy distinta. Papa puede declaror nulo un matrimonio que en roalidad no existia per cua'quier defecto substantial. Per ejenrplo: falta de consentimiento, defecto de forma o aigun impedimento dirimente. 2. El Papa puede, por graves motivos, disolver el matrimonio rato o celebrado legitimamente, pero que no ha llegado a con­ sumarse. 3. Igualmente, por graves motivos puede disolver el matrimonio que no presente carâcter sacramental, por no estai bautizada una de las partes. Como se ve, trâtase siempre de matrimonios o no verdaderos, o no perfectos o no ccntraidos sacramentalmente. Por lo que hace a la autoridad civil, no se dice ni una pala­ bra, por cuanto, siendo el matrimonio un sacramento, escapa en lo substantial a su dominio. Pero si la voluntad de los esposos no puede aesatar el vinculo matrimonial, una vez contraido, £podra acaso hacerlo la autoridad, superior a los cônyuges, instituida por Cristo para la vida religiosa de los hombres? El vinculo del matrimonio cristiano es tan fuerte, que, si ha alcanzado su plena estabilidad con el uso de los derechos conyugales, ninguna potestad en el mundo, ni aun la Nuestra, es decir, la del Vicario de Cristo, es capaz de romperlo. Es verdad que Nos podemos reconocer y declaror que un ma­ trimonio contraido como valido, en realidad era nulo, o por razôn de cualquier impedimento dirimente, ο por vicio substantial en el consentimiento, o por de- MATRIMONIO, UNO E INDISOLUBLE 297 fecto de forma substantial. Podemos también, en determinados casos y por graves motivos, disolver los matrimonios que carecen del carâcter sacramen­ tal. Podemos, finalmente, si hay una causa justa y proporcionada, desatar el vinculo de los esposos Cris­ tianos, el «si» por ellos pronunciado ante el altar, cuando conste que no ha llegado a su cumplimiento con la actuation de la conviventia matrimonial. Pero, una vez que esto ha sucedido, aquel vinculo queda sustraido a cualquier ingerencia humana. ^Por ventura Cristo no ha restituido el consorcio matri­ monial a aquella dignidad fundamental que el Crea­ tor le habia dado en la paradisiaca manana del gé­ néra humano, y a la dignidad inviolable dei matri­ monio uno e indisoluble? LO QUE DEBEN A CRISTO LOS ESPOSOS Jesucristo, Redentor de la humanidad caida, no habia venido a abolk, sino a cumplir y a restauror la ley divina; a verificar, como mds legislador que Moisés, como mds sabio que Salomon, como mds profeta que los profetas, cuanto habia sido predicho de él, preanunciado semejante a Moisés, a quien suscito el Serior de en medio del pueblo de Israel, y por cuya boca hablaria, mientras que el que no le escuchase seria exterminado fuera del pueblo de 298 PÎO XII A LOS ESPOSOS Dios \ Por eso Cristo, con su palabra imperecedera, levantô en el matrimonio al hombre y realzô a la mujer, que los siglos anteriores habian rebajado a la condition de sierva, y que el mas austero censor de Roma habia equiparado a una «naturaleza desenfrenaaa e indomito animal» como el mismo Red en­ ter habia en si ensalzado no solo al hombre, sino también a la mujer, tornando de una mujer la hu­ mana naturaleza y sublimando a su madré, bendita entre todas las mujeres, hasta hacerla espejo inmaculado de virtud y de gracia para todas las familias cristianas a través de los siglos, coronada en los cielos Reina de los àngeles y de los santos. Jesûs y Maria, con su presencia, santificaron las bodas de Cana; alii el divino Hijo de la Virgen hïzo el primer milagro, como para demostrar antes de tiempo que iniciaba su misiôn en el mundo y el reino de Dios por la santificaciôn de la familia y de la union conyugal, origen de la vida. Alli comenzô la elevation del matrimonio, que debia levantarse en el mundo sobrenatural de los signos que producen la gracia santificante, como simbolo de la unlor de Cristo con la Iglesia’; union indisoluble e inse­ parable, nutrida de aquel amor absoluto y sin fin, que brota del Corazôn de Cristo. ^Como podria el amor conyugal ser y decirse simbolo de semejante T Cfr. Dent. 18. 15 : Act.. 3, 22. L 34, c. 2. 8 r>ph·. 5· 32. · τ. ltvi. 4b Urbe Condita, MATRIMONIO, UNO E INDISOLUBLE 299 union, cuando fuera deliberadamente limitado, condicionado, desatable, cuando fuese una llama de amor solo temporal? No; elevado a la excelsa y San­ ta dignidad de sacramento, estampado y unido en tan intima conexiôn con el amor del Redentor y con la obra de la redencion, solamente puede ser y afirmarse indisoluble y perpetuo. VÎNCULO PROVIDENCIAL Frente a esta ley de la indisolubilidad, en todos los tiempos, las pasiones humanas, por ella frenadas y reprimidas en la libre satisfacciôn de sus desordenados apetitos, han procurado por todos los medios sacudir su yugo, no queriendo ver en ella mas que una dura tirania que pesa arbitrariamente sobre las conciendas con insoportable carga, con una esclavitud que repugna a los sagrados derechos de la persona humana. Es verdad; un vinculo puede a ve­ ces constituir un gravamen, una servidumbre como las cadenas que atan al prisionero. Pero puede ser también una ayuda poderosa y una garantia segura, como la cuerda que ata al alpinista a sus companeros de ascension, o como los ligamentos que unen las partes del cueipo humano y lo hacen expedito y franco en sus movimientos; y precisamente éste es el caso del vinculo indisoluble del matrimonio. 9* 300 PÎO XTi A LOS ESPOSOS EL AUXILIO DE LA GRACIA Esta ley de la indisolubilidad aparecera y se entenderd como manifestacion de vigilante amor ma­ ternai, especialmente si se la considera a la luz sobrenatural en que Cristo la ha puesto. En medio de las dificultades, de los choques, de las codicias, que la vida acaso sembrara bajo vuestros pies, vuestras dos aimas, tan inseparablemente unidas, no se hallaran solas ni desarmadas: la omnipotente gracia de Dios, fruto propio del sacramento, estarà siempre con ellas, para sostener en todo momento su debilidad, para endulzar todos los sacrificios, para confortarlas y consolarlas al prolongarse las pruebas, aun las mas duras. Si para obedecer a la ley divina fuere necesario rechazar las lisonjas de los goces te­ rrenos, vislumbrados en la hora de la tentaciôn, y renunciar a «hacerse su vida», la gracia estara alli todavia para recordar con toda su fuerza las enseüanzas de la fe: es decir, que la unica vida verdadera, que nunca hay que poner en peligro, es la del cielo, que precisamente con estas renuncias nos aseguramos; renuncias que son, como todos los sucesos de la vida presente, algo provisional, destinado sen cillamente a preparar el estado definitivo de la vida futura, que serà tanto màs feliz y luminosa, cuanto mas animosamente hayamos aceptado las inevita­ bles aflicciones dei camino de acà abajo. MATBIMONIO, UNO E INDISOLUBLE 301 PRECAVER LAS DEBILIDADES Muy austeras consideraciones son estas — se os ocurrird tai vez decir—, cuando todo nos sonrie en el sendero que se abre ante nosotros: ^acaso nues­ tro amor, del cual estamos seguros, no nos garantiza ya la indefectible union de nuestros corazones? jAmados hijos e hijas! Recordad el aviso del Salmista10: «Si el Senor no guarda la ciudad, en vano vigila el centinela». Aun esta ciudad, tan hermosa y fuerte, de vuestra presente felicidad, solo Dios puede mantenerla intacta con su ley y con su gracia. Todo lo que es puramente humano es demasiado fragii y precario, para que a si mismo se baste; pero la fidelidad a los mandamientos divinos asegurarà la inviolable constanda de vuestro amor y de vuestra alegria a través de los azares de la vida. Es lo que para vosotros implorâmes del Senor, mientras de todo corazén os damos Nuestra paternal Bendicion Apostôlica. NO OLVIDES —· La unidad dei matrimonio esta m dada por Dios y es in­ dispensable a su perfection y a sus fines. 10 Ps., 126. 1. 302 PÎO XII A LOS ESPOSOS — El mutuo consentimiento hace la union Irrevocable. El Sa­ cramento la sella. — El vinculo del matrimonio escapa al dominio de la autori·■· dad civil, y, cuando es perfecto, aun al del mismo Vicario de Jesucristo. — La ley de la unidad e indisolubilidad no debe considerarse como una cargo pesada, sino como una providenda sapienti>··· sima en favor de la familia. EL LAZO DIVING 29 de cibril de 1942. II. Electos provechosos El présente discurso, continuacion del anterior, considera la unidad e indisolubilidad dei Matrimonio desde el punto de vista de la naturaleza, que exige de modo decisivo ambas dotes, por cuanto cualquier atentado contra ellas recibe el castigo de sus terribles consecuencias. Son espléndidos en cambio los bienes que dei matrimonio uno e indisoluble se derivan. El Padre Santo demuestra con exqui­ sito tacto como la misma naturaleza quiere que el matrimonio permanezca indisoluble. ESPLENDORES DE LA FAMILIA CRISTIANA Cuando viniendo desde cualquier region os re­ unis, amados noveles esposos, en esta casa del Pa­ dre Comûn, no sois nunca extranjeros a Nuestro co­ razon, al cual la inmensa bondad divina concede PÎO Xll A LOS ESPOSOS 304 tales vibraciones, que no sabe distinguir entre ros· tros y vestidos, linajes altos y humildes, cielos y coniines. Nuestro corazon se ensancha al veros, al contaros, y con su ardor responde a vuestro filial afecto, y Nos pone en los labios vivos acentos de alabanza a Dios, que Nos hacen exclamar: jQué hermosas y brillantes hace la fe las desparramadas tiendas de la familia cristiana ί A Nuestra vista resplandece en vosotros la dignidad de esposos, no so­ lamente condecorados con el mistico crisma, comûn a todos los fieles para ser gente santa, linaje de sacerdotes y reyes, segùn la expresiôn del Apostol Pedro \ sino elevados también en el acto santo de vuestras bodas y con el libre y mutuo consentimiento vuestro a ministros del sacramento del matrimo­ nio; matrimonio que, al representor la union perfectisima de Cristo con la Iglesia, no puede ser sino indisoluble y perpetuo. ' 1 LA NATURALEZA CONCORDE CON LA GRACIA Pero ê,qué dice la naturaleza acerca de esta perpetuidad? Mientras la gracia con su accién no muda la naturaleza; sino que siempre y en toda cosa la perfecciona, ^encontrarà acaso en ella una enemiga que se le oponga? No; el arte de Dios es suave y admirable; jamas déjà de estar de acuerdo con la ’ 1 Ptr. 2, 9. PERP ETUI DA I) DEL MATRIMONIO 305 naturaleza, de la que El es autor. La perpetuidad e indisolubilidad que la voluntad de Cristo y la mistica significacion del matrimonio Cristiano requieren, la quiere también la naturaleza, cuyos anhelos cumple la gracia, ddndole fuerzas para ser aquello, de lo cual su mejor saber y querer la inspira el deseo. Este es un principio importantisimo en la filosofia cristiana. Y es también una prueba brillante de la verdad cristiana, que tiene infinitas aplicaciones, desde los diez mandamientos de la ley de Dios hasta los mas delicados reflejos de la ascética. EL AMOR QUIERE FIDELIDAD Preguntad a vuestro corazon, amados esposos. El es inescrutable para los demas, pero no para vos­ otros. Si recordais el momento en que a vuestro afecto sentisteis que respondia plenamente otro amor, (tno os parece como si ya, desde aquel instante has­ ta el «si» que ibais a pronunciar juntos ante el altar, hubiese sido para vosotros un avanzar de hora en hora con pasos de ansiosa esperanza y de tremula expectacion? Ahora aquella esperanza no tiene ya un «ramito verde» [que la simbolice], sino que es una rosa florida; y la expectacion espera otras alegrias. ^Se ha desvanecido acaso vuestro ensueno? No; se ha hecho realidad. ^Quien lo ha cambiado en realidad de union ante el altar? El amor, que no ha desaparecido, sino que ha permanecido, se ha ■ hecho mas fuerte, màs estable y en su firmeza os ha hecho exclamor: jEste amor debe permanecer inmutado, intacto, inviolado para siemprel Si el afecto conyugal sabe de albores y auroras, no ha de saber de atardeceres o estaciones, ni de dias nublados y tristes, porque el amor quiere ser siempre joven, in· quebrantable al soplo de los vientos. Asi vosotros, estamos por decir que sin daros cuenta, atribufs con santo celo a vuestro amor nupcial aquella serial caracteristica que el Apostol Pa­ blo atribuia a la caridad, cuando exaltandola decia: «Caritas nunquam excidit» 3: la caridad jamas perece. El puro y verdadero amor conyugal es un limpio arroyuelo, que por la fuerza de la naturaleza brota de la roca inquebrantable de la fidelidad, que se des­ li za tranquilo entre las flores y las espinas de la vida, hasta que se pierde en el hueco de la tumba. La indisolubilidad dei matrimonio es, pues, la satisfaccion de un impulso del corazôn puro y sono, del «anima naturaliter christiana», y se disipa solo con la muerte. En la vida futura no habra nupcias, porque los hombres vivirân en el cielo como los (An­ geles de Dios: «In resurrectione neque nubent, neque nubentur, sed erunt sicut angeli Dei in coelo» *. Pero si el amor conyugal, en cuanto a este caracter suyo particular, termina al césar el fin a que se or» i Cor., 13, 8. ’ Mt. 22, 3Q. PERPETUIDAD DEL MATRIMONIO 307 denaba en la tierra; sin embargo, en cuanto ha obrado en las almas de los cônyuges y las ha unido a entrambas con un mayor vinculo de amor, que une a los corazones con Dios y entre si, tai amor permanece en la otra vida, como permanecen las almas mismas en las cuales habia morado aca abajo. LA FIDELIDAD, GUARDA DE LA DIGNIDAD HUMANA Pero la indisolubilidad del matrimonio es exigida por la naturaleza aun por otra razon, porque tai dote es necesaria para protéger la dignidad de la persona humana. La convivencia conyugal es una instituciôn divina, que radica en la naturaleza humana, como union de dos seres formados a imagen y semejanza de Dios, que los llama para proseguir su obra de la conservaciôn y propagaciôn dei genero humano. Hasta en sus mas intimas expresiones esta conviven­ cia aparece como algo extremadamente delicado: hace felices, ennoblece y santifica ias aimas, cuando se eleva sobre las cosas sensibles con las alas de la simultanea entrega espiritual y desinteresada de cada uno de los cônyuges para con el otro, con la conciencia, viva y arraigada en ambos a dos, de querer pertenecer totalmente el uno al otro, fieles en todos los sucesos y acaecimientos de la vida, en los dias buenos y en los tristes, en la salud y en la enfermedad, en los anos juveniles y en la vejez, sin 308 PÎO XII A LOS ESPOSOS limitaciones o condiciones, hasta que quiera Dios 11amarles a la etemidad. Con esta concienda, con estos propositos, se exalta la dignidad humana, se exal­ ta el matrimonio, se exalta la naturaleza, que se ve ella misma y sus leyes respetadas; se alegra la Igle­ sia, que ve, en esta comunidad de vida conyugal, resplandecer la aurora de la primera ordenacion de la familia establecida por el Creador, y el mediodia de su divina restauraciôn en Cristo. Cuando no suceda asi, la vida comûn corre el peligro de resbalar en el fango de anhelos egoistas, que no buscan mas que la propia satisfacciôn, ni piensan en la dignidad personal ni en el honor del consorte. EL ULTRAJE DEL DIVORCIO Brevemente apunta el Papa algunas consecuencias tremendas del divorcio, que desgraciadamente se ha abierto paso en la leqislaciôn moderna de algunos paises que se dicen civihzados y se glorian de su espiritu de libertad. Ello es en realidad muy distinto de la cïvilizaciôn y de la libertad. j Quanta incoherencia y con trad icciôn! Baste recordar cuànto se envilecen aquellas per­ sonas que se divorcian al amparo precisamente de unas leyes que presumen de ser la salvaguardia de la dignidad humana. Y no digamos que ultra) ·!· a la naturaleza, al corazôn y al mis­ mo Dios. Echad una mirada a la sociedad modema en los paises en donde esta vigente el divorcio, y preguntad: ^Tiene el mundo la vision clara y consciente de PERPETUIDAD DEL MATRIMONIO 309 cuontas veces en esos paises la dignidad de la mu­ jer, ultrajada y ofendida, conculcada y corrompida, viene a yacer como sepultada en el envilecimiento y en el abandono? |Cuantas làgrimas secretas han banado ciertos umbrales, ciertas habitaciones! | jCudntos gemidos, cuàntas sùplicas, cuantos votos y acentos de desesperaciôn han resonado en ciertos encuentros, por ciertas calles y callejas, en ciertos rincones y lugares desiertosl No, la dignidad personal del marido, como la de la mujer, pero sobre todo la de esta, no tiene mejor defensa y tutela que la indisolubilidad dei matrimonio. Estân en un error funesto los que creen que se puede mantener, protéger y ele­ vor la cultura de la mujer y su digno decoro femenino, sin ponerle como fundamento el matrimonio uno e indisoluble. Si la Iglesia, cumpliendo la misiôn recibida de su divino Fundador, con gigantesco e im­ pavido uso de una santa e indomable energia, ha afirmado siempre y difundido por el mundo el matri­ monio inseparable, alabadla y glorificadla porque con ello ha contribuido en gran manera a defender el derecho del espiritu frente a los impulsos de los sentidos en la vida matrimonial, salvando, con la digni­ dad de las nupcias, la de la mujer, no menos que la de la persona humana. 310 PÎO XII A LOS ESPOSOS ESCANDALO PARA LOS HIJOS Cuando en el fondo de la voluntad no esta firme el proposito de la custodia perenne e inviolable del vinculo conyugal, llegan a vacilar también y a faltar al padre, a la madré y a los hijos la conciencia del parvenir seguro y tranquilo, el sentimiento que sostiene la incondicional y reciproca confianza, el nudo de estrecha e immutable conexién interior y exterior (suceda lo que suceda), en que se funda y se nutre una de las grandes y esenciales raices de la felici­ dad domestica. 111 amargas catâstrofes familiares. Aun en los primeros tiempos, serenos y casi despreocupados, dei matrimonio es necesario que los jôvenes esposos conozcan el funesto proceso por donde vienen a arruinarse tantas uniones, ciertamente en sus comienzos ardientes y en si confiadas. Es necesario que se prevengan a tiempo, antes que el egoismo, la) bajeza y los prejuidos sobre la fragilidad humana les tomen la delantera y provoquen su irreparable ruina. Asi con palabras patemales Pio XII pone sobre aviso a los esposos para que eviten semejantes ofuscamientos de la mente y quiebras de la voluntad. El primer paso (y por consiguien'e el primer enemigo de la union o indisolubilidad) es la desunion de les corazones. 316 Pio XII A LOS ESPOSOS EXCELENCIA DE LA ESPERANZA CRISTIANA Aunque es grande la tristeza de la hora presente, no penetra, sin embargo, tan hondamente en los corazones enardecidos por la fe, la esperanza y el amor, que retarde sus latidos y congele o extinga ο menoscabe la llama de afecto cristiano que ha unido vuestras vidas en la alegria, queridos recién casados, y en la alegria os ha conducido a esta Roma, corazon de la Iglesia, para invocor sobre vuestra union, como sello de vuestro sagrado e indisoluble lazo, la patema bendicion del Vicario de Cristo. SENTIR LA SEPARACION DE LOS PADRES Alegria santa, que no conoce restrictiones ni re­ servas. Y, sin embargo, estamos persuadidos de que no sin emotion habéis franqueado el umbral de la ca­ sa de vuestros padres para poneros en camino, el uno junto a la otra, inseparables hasta la muerte. Una lagrima, sin duda, ha brillado en vuestras pupilas en el momento de la partida al retibir el beso de adios de vuestro padre y de vuestra madré: en aquel beso, en el que vibraban todos los mas dulces recuerdos de vuestra infantia y de vuestra adolescentia, vues­ tro pecho ha sentido la herida de la separation. ^Quién os lo podria reprochar? ^Qué corazon de esposo o de esposa podria mirarlo con recelo? ^Acaso LA DE8UNTÔN DE C0RAZ0NE8 317 vuestro mutuo amor, aun queriendo ser tan fuerte que no vacila en sacrificar a la vida comûn las dulzuras de la temura filial, debe renunciar a ellas y romper el vinculo que la naturaleza créa en los hijos? ES ALEGRE PRESAGIO Si es mandato de Dios el abandonar la morada patema, es también precepto, no renido con el pri­ mera, amar y honrar a los padres. En su alto y pro­ vido consejo sobre el género humano, el mismo Dios que impone a los hijos el deber del amor y de la adhesion a quienes les han dado la vida, les manda también separarse del padre y de la madré para unirse estrechamente con su esposa y asimismo ordena a la esposa seguir, a través de todas las contingencias de la vida, los pasos de su esposo. Establecidos por Dios, estas dos amores estan tan lejos de oponerse entre si, que mas bien la piedad filial es una de las mas seguras garantias de la concordia y felicidad conyugal. Porque, ^qué confianza podriais poner en la union y felicidad reciproca de aquellos infelices que van al matrimonio solo para desatarse y liberarse del lazo tan dulce y del yugo tan suave de la vida familiar en el hogar patemo? Tal disposi­ tion de ànimo, no desprovista de ejemplos, cede en I * Ctr. Gen., 2, 24, ’4-' <■ ·: T- 318 pfo XII A LOS ESPOSOS desestima y deshonra de un joven y una joven; es un triste presagio de que asi como no se han conducido como hijos respetuosos y carinosos, asi tampoco serân esposos fieles y virtuosos. No ha sido un amor mas potente que el afecto familiar el que los ha acercado uno a otro; sino el egoismo, el malsano y siniestro egoismo, àvido, mucho màs que de unirse, de «vivir su vida» paralelamente, sellando el pac­ to tacito y a veces incluso explicite, de un fementido e indiferente afecto conyugal y de una independencia mutua bajo el vélo de una union aparente, estéril y revocable. ^Son acaso estes los matrimo­ nies consagrados por el legitimo sentimiento Cristia­ no y la bendicion de Dios? EL YUGO SUAVE DEL AMOR Dichosos vosotros, noveles esposos, que, obedientes a la ley divina, habéis comprendido su santidad y gustado su dulzura; y que no habéis dudado en sellar con el sacramento ante Dios y los hombres el pacte de vuestra entrega reciproca para toda la vida; el pacto de la temura que va hasta el sacrificio, has­ ta el olvido de vosotros mismos; el pacto del carino fecundo que aspira a florecer y fructificor en una familia numerosa y bendecida. En la ley de Dios, que proclama la indisolubilidad del matrimonio, habéis iniciado el camino de vuestra nueva vida; en aque- LA DESUNION DE LOS CORAZONES 319 Ila ley habéis jurado seguir y caminar, porque la habéis acogido, no como un yugo pesado, sino como un yugo de amor; no como una coaccién de vuestra voluntad, sino como la sancién celestial de vuestro reciproco e inmutable afecto; no como una imposi­ tion de esclavitud espiritual, sino como la garantia divina, fuente de inquebrantable confianza, contra todo peligro que quisiera acechar o amenazar la so­ lida roca de vuestra union. EL GUSANO ROEDOR DEL TIEMPO Hacéis muy bien en alimentar en vosotros esta confianza; pero a ella deben acompanarla la humildad y la prudencia, bajo la protection de Dios. La historia de las familias présenta ejemplos de jévenes esposos que, aun habiendo entrado en la vida con­ yugal con las mismas buenas dispositiones que a vosotros os animan, han dejado luego, a medida que pasaba el tiempo sobre esta union antes tan intima y tiema, engendrarse un gusano corruptor, que ha devorado y eliminado dia tras dia un poco del primer vigor y lozania unitiva. Asechanza que, como cantaba un gran poeta italiano *, padeces también tu, Belleza dei universo; ya que ’ monti, Rellezza dell’univçrso. ■ If 32(1 PfO XII A LO8 ESPOSOS Enemigo fated, voraz, el Tiempo te signe; con rugosa mano dura te combate, te vence, te tritura. A las mejillas mas risuenas quita del lino el color y de la rosa; doquiera su hoz destruye toda cosa. VERSATILIDAD DEL CORAZÔN De la misma manera, también aquellos esposos han venido poco a poco a tomar su lazo como una esclavitud: han intentado y procurado, finalmente, si no romperlo, cuando menos aflojar su vigor; toda vez que aquel vinculo no era ya para ellos un vincu­ lo de amor. Ejemplos tan dolorosos, ^deberem aca­ so desanimaros o perturbor la alegria de vuestras almas? |Oh, no! el conocimiento que tenéis de vosotros mismos, la experiencia que iréis adquiriendo de la inconstancia y volubilidad dei pobre corazôn hu­ mano, no mermarén vuestra confianza, sino que la harem mas discreta, mas alerta, mas humilde, mas prudente, menos ilusoria, menos presuntuosa, menos falaz; os abrirân el aima perra recibir con espiritu filial los patemos avisos con que Nos quisiéramos preserverros de semejemte miseria moral, serialandoos y explicandoos la raiz y las causas de esa tan lamentable degeneraciôn de la vida comûn y los me­ dios para prevenirla y para preservaros de ella o, si hiçiera falta, para atajarla a tiempo, I LA DESUNIÔN DE LOS CORAZONE8 CAUSAS Y SENALES DE RUPTURA ^De donde puede nacer, amados hijos e hijas, este empeoramiento, esta evoluciôn? ^Ha comenzado acaso de repente, por capricho?, ^por el descubrimiento imprevisto de una incompatibilidad de carac­ tères? iPor algun tragico accidente? De ordinario, los corazones que el dia de las bodas estaban tan firme y amorosamente resueltos a vivir juntos, no emprenden de esa manera el camino hacia aquel desamor, hacia aquella fria indiferencia que, paso a paso, de grado en grado, llevan a la antipatia, a la désunion y separaciôn moral, triste preludio con harta frecuencia de una desgarradura todavia mas real y mas grave. Aquellos caprichos, aquellos descubrimientos, aquellos incidentes tragicos que parecen haber serial ado el principio de semejante mudanza, no han sido en realidad sino la ocasiôn reveladora que ha precipitado la ruptura. Bajo la ceniza se escondfa el rescoldo ardiente. I F AMOR TOTAL Y ABSOLUTO Parer las manifiestas o latentes resquebrajaduras del amor existe un solo remedio, que es la entrega incondicional del cora­ zôn, sin calculos ni reservas, y, como repetidas veces ha dicho el Padre Santo, con incesantes muestras de solicitud en las cosas grandes y peauenas. ·. η - 21 322 pio XII A LOS ESPOSOS Penetrad y sondead las profundidades de aquellos corazones. Las separaciones morales conscien­ tes, mas o menos manifestas ai publico, o tal vez escondidas en el secreto del hogar, salvando exteriormente con cuidado las apariencias, nunca habran dejado de estai precedidas de una disonancia, a los principios tal vez imperceptible para los mismos esposos, semejante a la resquebrajadura oculta de un hermoso vaso de alabastro. Si el amor hubiera sido total, si hubiera sido absoluto, si hubiera sido el amor que consiste en la entrega de si mismo, si no hubiera conocido otros limites que los del amor de Dios, o mejor dicho, si aquel amor hu­ mano se hubiera levantado por encima de los sentidos para apoyarse, fundarse y fundirse en un comùn or de Dios, total y absoluto; enfonces si que ningùn ajeno tumulto hubiera turbado su armo­ nia, ningun choque lo hubiera roto, ninguna nube hubiera obscurecido su cielo. También en el amor hay que contar con el dolor. San Agustin lo dice con su acostumbrado vigor expresivo: «Donde reina el amor, o esta ausente la pena, o se ama la misma pena» ’ De bono viduitatis, c. 21 - migne, PL. t. 40, c. 448. LA DESUNJÔN DE LOS CORAZONES 323 EL MAYOR ENEMIGO: EL AMOR PROPIO iQuien, pues, ha producido en aquel amor, en aquella santa union de aimas, una herida invisible y muchas veces fatal? No es necesario buscarlo lejos. Buscadlo cerca; buscadlo en los corazones. Alli esta el enemigo; alli esta el culpable. Es el amor propio, tan vario como solapado en sus apariciones y manifestaciones, el amor de si mismo, que nace con el hombre, vive con él y que apenas si muere con él. Pero diréis: ^acaso tenemos que odiamos a nosotros mismos? La misma naturaleza, ^no nos inclina a amar y buscar nuestro bien? Si; la naturaleza dis­ pone al hombre a amarse a si mismô, pero para aquel bien que segùn la razôn es propio suyo. Ahora bien, la razôn ensena al hombre y a la mujer, no solo el bien individual, sino también el bien de la familia, que en la union y en la lealtad conyu­ gal se eleva a bien de la prole. Hay, amados nove­ les esposos, un amor de vosotros mismos bueno y otro malo, a saber, el amor propio, que es sinônimo mas decente, pero no menos maligno, de egoismo. El hombre y la mujer han sido hechos por Dios, que es autor de su naturaleza, pero no de su corrupciôn; la corrupciôn de la naturaleza trae su origen de la culpa de Eva y de Adan. Debemos amarnos a nosotros mismos conforme a la naturaleza he- 324 PfO ΣΙΙ A LOS ESPOSOS cha por Dios, no segùn la corrupciôn causada por nuestros primeros padres, y amar nuestra alma y nuestro cuerpo con aquel amor de caridad con qu© amamos las cosas de Dios y a Dios mismo ‘, mientras se difunde y nos une con nuestros allegados y con nuestros prôjimos. , queda suavizado y ordenado por la idea de ccmunidad e igualdad de las personas en lo que tienen de mas valor, que es el aima. POTESTAD E IGUALDAD En el ùltimo discurso a los noveles esposos reunidos en tomo a Nos, procuramos hacer patente la religiosa belleza de que estdn revestidas las relacio­ nes entre amos y criados, cuando los unos y los otros estân animados por aquel espiritu cristiano que hace a los «domesticos», en cierto sentido. miembros de la familia de sus senores o «amos». Tan hermosas relaciones, observabamos, hoy mas raras que en el pasado, no han desaparecido, sin embargo, completamente; y Nos augurabamos que estas tradiciones, tan santas y antiguas, volviesen a florecer en las nuevas familias que los jovenes esposos, iniciando su vida comûn, constituyen y forman. ^No es este acaso también, amados hijos e hijas, vuestro deseo? A J pto xu a los esposos 374 criados ante Dios, no borra en ellos aquellas diferencias sociales de condiciôn, de fortuna y de necesidades, que El dispone y regula, o el libre querer hu­ mano elige y actua. Por lo cual, con el ser servidores de Dios ha de componerse y acordarse el vinculo de las relaciones entre amos y criados en la justicia y en la humanidad. IUSTICTA Y HUMANIDAD No lo dudéis: hasta entre Dios y sus servidores triunfa la justicia y la humanidad: la justicia supre­ ma, que se lo debe todo a si misma y nada a nadie, porque no tiene iguales, y corona la sede de Dios, justo juez de los meritos y demeritos de sus siervos en la observancia de sus mandamientos y de su ley; la humanidad, que en su corazôn toma el nombre de misericordia, que llena la tierra y se eleva sobre todas las obras divinas. Por la sabiduria de Dios, que es fuente de su justicia, reinan los reyes 2; por la misma sabiduria El somete los pueblos a los reyes ’ Asi también la familia ha de reproducir el gobiemo divino de justicia y de humanidad, con el que Dios reduce a su servicio a todo el género humano. Mucho se habla de justicia, y con razôn, porque el dar a cada uno lo suyo interesa a todos y a cada uno; pero con demasiada frecuencia tal justicia queda ’ Prov., 8. 15. · Ps. 1-13. 2. AMOS Y CRlADOfi : TRIRLE 1GÜALDAD 37ο reducida al rigor de una formula, al hecho de que uno dé, estrictamente, el trabajo a que se ha comprometido, y el otro pague, puntualmente, el salario que ha prometido. Mds alto, en cambio, es el concepto de justicia y de equidad para quien considere y mé­ dité como bajo la diferencia de los nombres de amo y de criado està la idéntica realidad del nombre de hombres, los dos criaturas de Dios, los dos elevados sobre la materia y la naturaleza; de modo que estos dos hombres son, el uno y el otro, por el mismo titulo, servidores del mismo ùnico y etemo Amo y Senor, que es Dios. Hombres el uno y el otro, poseen uno y otro — ademas de los bienes, de los derechos y de los intereses materiales — los bienes, los derechos y los intereses mas sagrados de su cueipo y de su mente, de su corazôn y de su aima. No se trata, por lo tanto, de puras relaciones mutuas de simple jus­ ticia, restringida, en el frio sentido de la palabra, al solo dar y tener, y ni siquiera de simple equidad, sino que conviene juntar con la justicia la «humanidad», aquella humanidad que se parece a la misericordia y a la bondad divina y que sublima la justicia hu­ mana por encima de la materia en un aura espiri­ tual. PRACTICA DE LA HUMANIDAD Imaginaos, si podéis, el aislamiento de una pobre criada, que por la noche, al acabar una jomada de 376 PÎO XII A LOS ESPOSOS fatigoso trabajo, se retira a su cuarto, tai vez obscu­ ro, triste y falto de toda comodidad. Ha aguantado la fatiga durante todo el dia y ha padecido por razon de su servicio; no le ha faltado, como puede suceder, alguna reprensi on, quiza con tono duro, aspero, altanero; se le han dado ôrdenes, tai vez con cierto ceno que parece descubrir el placer amargo de no mostrarse jamas contentos. Sin Hegar a tanto, se la ha mirado como a una, de la cual los demas se acuerdan solamente cuando falta o cuando se retrasa, aunque sea breves momentos, algo que se esta esperando; tan natural parece a algunos el quererlo todo perfecto y servido siempre a punto. Nadie piensa en modo alguno cuanta fatiga, cucmta aplicaciôn, cucmta viveza y cucmta molestia le ha costado la di­ ligenda que realmente ha puesto en su trabajo; y jamas viene a animarla una palabra dulce, una sonrisa a consolaria, a sostenerla y a guiarla, una mirada amable a reanimarla. En la soledad de su cuartito iqué recompensa, mas predosa que θΐ dinero, no habna sido durante el dia una palabra, una mirada, una sonrisa verdaderamente humana, que hubiese hecho sentir a su animo aquel vinculo que la naturaleza establece aun entre amos y criados? Entrada la noche, esperando que los senores vuelvan a casa, la pequena criada velara junto a los ninos que duermen, mientras su pensamiento y su corazon volarem a su pueblo, estimando y llamando mas AMOS Y CRIADQS : TRIPLE IO UAL!) Al) 377 ofortunados que ella a los criados que trabajan en la choza de su padre *. |Y si el tiempo y el servicio le hubieren aumentado los anos, pensara tai vez con nostâlgico pesai en el hogar que también ella habria podido fundar, hogar modesto, pero en el que, junto a sus cunas, habria alegrado con sus can­ tos y con sus caricias a sus propios hijosI RESPONSABILIDAD RELIGIOSA Entrad en el alma de esta criada, cuyos recuerdos acompana, juntamente con el cansancio del cuerpo, la angustia del corazon. Los senores de la casa, si son mundanos, raramente lo advertiran; ^pensarem acaso mas en su espiritu? No se atrevercm — es de creer — a prohibirle el cumplimiento de sus deberes religio­ sos; pero sucede que con frecuencia no se le dejan para este fin ni la posibilidad ni el tiempo, y menos todavia se le concede atender y proveer a los im­ pulsos de su intima devocion y a los intereses de su vida moral y espiritual. DEBERES PROPIOS DE LOS AMOS La duena de casa, sin duda, no es siempre de mala y dura indole; antes bien muchas veces es piadosa, visita a los pobres de la ciudad, favorece a los 378 pfo XU A LOS ESPOSOS necesitados y las obras buenas; pero — no pre tende­ ncies ciertamente generalizar — mira la pobreza mas fuera que dentro de casa, pero ignora que una pobre­ za mas triste, la pobreza del corazôn, se alberga bajo su propio techo. Ella ni siquiera se da cuenta; nunca se ha acercado maternalmente a su criada, ccn cora­ zôn de mujer, en las horas de su trabajo o de su re­ tiro. Aquellos quehaceres de casa, ^cômo sabria o podria comprenderlos, si nunca en su vida los ha aprendido? Dônde esta aqui aquella laudable y cortés dignidad de ama, que no terne perder el propio decoro tratando bien a una joven criada? ;Por que no se acerca a aquel pobre corazôn, constante en la humildad de su obra, en el trabajo de la vida y en la obediencia mas que reverente para con quien no es su madré? Duena y criada son dos nombres diferentes, pero la naturaleza humana es la misma en las dos, aun cuando una sea en esta tierra, por lo menos aparentemente, mas feliz y mas afortunada que la otra. Las dos son siervas delante de Dios Criador. ^Por que, pues, se olvida que la mener es sierva de Dios en su espiritu, antes que sierva de los hombres con su trabajo? Gracias a Dios, vuestros sentimientos, amados hijos e hijas, son bien diversos; y el cuadro por Nos esbozado no reproduce — creemos— el que habéis tenido delante de los ojos en vuestras propias familias. AMOS Y CRIADOS : TRIPLE IGUALDAD « DEBERES PROPIOS DE LOS CRIADOS Sin embargo, si debe haber en los amos rectitud y benevolencia con respecto a los criados, £no tienen acaso éstos, por su parte, deberes propios y especiales para con los amos? ^No son virtudes también pa­ ra ellos la j usticia y la humanidad? UNION ESPIRITUAL La imagen es tan transparente que no tiene necesidad de comentario y explication, y se puede ùtilmente aplicar a las relaciones entre amos y criados. Quien se precia de la dignidad y del nombre de amo verdaderamente cristiano, no puede, si su corazôn se mueve por el espiritu de Cristo, dejar de sentir los padecimientos y las necesidades de sus inferiores; no puede dejar de advertir sus necesidades y sus trabajos, no solo temporales y materiales, sino también los de su aima, muchas veces ignorados o incomprendidos por ellos mismos. Elevandose por entima del bajo mundo del interés, procurara promover y favorecer « I Cor., 12, 12. 21. Π - M en sus dependientes y servidores la vida cristiana; procurarà que en las Obras instituidas para provecho de los criados y criadas encuentren un refugio en las horas peligrosas del tiempo libre y una solida instrueciôn y educacion sobrenatural de su mente y de su espiritu. Por su parte, el buen servidor, la fiel criada, sentira redundar sobre si lo que honra a la familia, en la cual vive, habiendo cooperado con su humilde trabajo, con su amor, con su virtud, al decoro, al esplendor, a la santidad de la casa. Semejante espectaculo familiar Nos trae a la me­ moria las alabanzas, con que la reina de Saba, por lo que habia visto en el palacio de Salomon, exclamô en su presencia: «Bienaventurados tus hombres y bienaventurados tus siervos, que estan siempre en tu presencia» u. Y para que estas Nuestras paternales palabras, amados noveles esposos, sean para vosotros, con el favor de la gracia divina, fecundos augurios de feli­ cidad y de buen gobiemo en las familias cristianas que habéis fundado, con toda la efusiôn de Nuestra aima os damos la Bendiciôn Apostôlica. NO OLVIDES — Très son las notas que, sin destrufr las diferencias sociales de fortuna que los distinguen. igualan ante Dios a los aroos Y « 3 Reg . 4. 8 AMOS Y CRIADOS : TRIPLE IGUALDAD criados: unos y otros son siervoe de Dios, hermanos entre si y miembros del Cuerpo Mistico de Jesucristo. — Las relaciones entre amos y criados deben regulars© por la iusûcia, no la de frio calculo, sino la humana y cristiana. — Π criado debe experimental en todo momento la bondad y dulzura del amo. Con solo el dinero no se compensa la prestation de aquél. — Toca especialmente al amo de casa o patrono el velar por el espiritu religioso y la moralidad de sus subordinados. — Los deberes y responsabilidades de los amos no disminuyen en nada las obligaciones de los criados, que son: respeto, obediencia y fidelidad. — Entre amo y criado deben reinar la dulzura, la paciencîa y la fratemidad. — El amo esté celoso de su grado, pero no olvide que es grado de hermrxc. — Como miembros de un mismo cuerpo mistico, amos y cria­ dos consideren como propios los padecimientos y necesidades de cualquiera de ellos. AMOS Y CRIADOS 19 de agosto de 1942. III. Sus responsabilîdades Esta tercera parte del precioso tratado sobre las relaclones entre Γ·Ί·ι amos y criados es de caracter sumamente prâctico, y pré­ tende formar, asi en los unos como en los otros, la concienda de la gravisima responsabilidad que les incumbe respecto de tres closes de personas: los hijos, los parientes, la sociedad. El anâlisis que hace el Papa es tan agudo y genial, que, mas que describir, diriase que graba con cincel la parte de responsabilidad que carga sobre los amos en punto a la selecciôn y vigilanda de sus ariados, y la parte que corresponde a estos, para que no perturben con su independencia la santidad y la paz de las familias que los hospedan. Dos virtudes inculca principalmente: la prudencia y la vigi­ landa. Una y otra deben observarse espedalmente en las pa­ labras. AL CALOR DE LA CARIDAD Vuestra presencia en tomo a Nos, amados noveles ©sposos, en la aurora de vuestra vida conyugal, es 39U Pio XJl A LOS ESPOSOS para Nos un testimonio muy grato de vuestio deseo de recibir la Bendiciôn y de escuchar Jas exhortaciones dei Vicario de Cristo, para hacer de ellas la luz y la guia en el camino que habéis emprendido. Nuestro corazôn se complace al contemplar y exaltar la familia cristiana, fundamento de salud y de grandeza moral de la sociedad, y al analizar y explicar sus variados bienes y nobles aspectos, no menos que los lados mas expuestos a insidias y peligros. En nuestros ùltimos discursos, hablando de las relaciones mutuas entre amos y criados y de los deberes que de ellas dimanan, hemos mostrado su religiosa belleza a la clara luz de la fe y a la câlida llama de la caridad. Estas relaciones y deberes no pueden ser estériles, sino que son raices fecundas que engendran reciprocas responsabilidades en el campo familiar. NO SIMPLES OPERARIOS Considered, en efecto, como se desenvuelve dentro del ambito domestico el influjo de los que entran en él a servir. Si se tratara de un simple contrato de trabajo entre dos personas, las responsabilidades que de él emanaran serian limitadas: ciertamente resul­ taria desagradable para el amo ser mal servido o padecer cualquier dano en los bienes propios; pero de ordinario no serian muy grandes el disgusto y la pérdida, y ningùn otro seria periudicado. Aqui, al con­ AMOS Y ClUADOS: RKSPONSABILIDADES 391 trario, se trata de una relation que generalmente no se refiere tan solo a un patrono y un acreedor, sino a toda una casa, y es en realidad mas que un mero pacto de trabajo; es la entrada de un extrano en la convivencia familiar, para formar parte en cierto mo­ do dei hogar domestico, no por una o varias horas al dia, sino de dia y de noche. ADMITIDOS EN LA INTIMIDAD DE LA CASA Aunque los amos sean vigilantes y cuan pruden­ tes querais; aunque tomen las mas atinadas precaucïones; por discreta que pueda ser aquella domes­ tica, aquella camarera, ella vive de continuo con ellos, en las horas cloras y en las obscuras: de dia en dia viene necesariamente a conocer el carâcter, el tem­ peramento, las dispositiones, las costumbres de cada uno y cada una de la familia, hasta las debilidades, las pasiones, los enfados y aquellas predilecciones que frison a veces en manias. ^Como podria suceder de otro modo? ^No penetra ella con pie seguro en to­ dos los rincones de la casa, en las habitationes, en los despachos, en el salon, para arreglarlos y ponerlo todo en orden? Su mirada distingue toda sombra, atraviesa todo vidrio, lo ve todo o lo adivina todo bajo los vélos. Por servir a la mesa esta présente en las comidas, coge al vuelo fragmentas de la conversa­ tion, los cambios y los saltos de los temas, oye y nota 392 PÎO XII A LOS ESPOSOS aquellas reflexiones, aquellos piques, aquellas bromas familiares y aquellos altercados, aquellas dispu­ tas y disensiones, aquellos intercambios de recuerdos y de anécdotas màs o menos intimas, y aquellas mil insignificancias, con frecuencia mucho mas reveladoras que las confidendas voluntarias. Veisla a la puerta para abrir e introdudr a los visitantes, ellos y ellas, a los parientes, a los amigos y a los conocidos: ella termina por conocer a todos los que van y vienen por casa, y con que rostro y de que modo se baya de recibir y tratar a cada uno: nada, ni siquiera la cara de un acreedor inoportuno e insistente se le escapa. RESPONSABILIDAD DE ELECCION Por todo esto se comprende bien de que importan­ da puede résulter para la vida y para la suerte de la familia el hecho de acoger en el hogar domestico a tal o cual persona, que hasta ayer le era extrana. Admitiéndola en casa, el padre de familia, guardada la debida propordon «mo viene a ser acaso responsa­ ble del sirviente y de la criada como de sus hijos? Y su primera responsabilidad κν<.ίλ 431 venes mujeres desaconsejadas, lanzadas asi a la ventura, quizd no imaginan siquiera a que peligros se exponen a si mismas y a los demds. No busqueis en otra parte el origen de no pocos escandalos que asombran a muchos: a muchos, pero |no a los que reflexionan sobre los caminos del mal, no a los ami­ gos cuerdos que a tiempo hicieron notar el sendero peligroso y no fueron oidosl Las amonostaciones del Papa, rigurosamente veridicas, y por desgracia corroboradas por casi cotidianos dramas de familia, podrian tal vez angustior y desalentar a algunos, como si Ια vida ccnyugal debiera vivirse en *re las paredes invisibles de una dura piisiôn. Esta séria peoar por exceso: no solo no lo quiere Dios, sino que séria destruir la natural felicidad de Ια familia, y llevaria por opuesto camino al mismo peligro de Ια infelicidad. Este exceso senala el Padre Santo con el termino «excesiva severidad», de la que es preciso precaverse igualmente. SEVERIDAD EXASPERANTE II. La virtud esta en el medio; contra el exceso de condescendencia se puede caer también en el ex­ ceso opuesto del rigor. El caso es sin duda raro, pero se da en la realidad. El rigor exagerado, que transformase el hogar doméstico en una morada triste, sin luz ni alegria, sin sanas y santas distracciones, sin amplios horizontes de accién, podria terminor en los mismos desérdenes de la ligereza. (jQuién no prevé que cuanto la opresién sea mas rigurosa, tanto mas g Η 432 pfo XII A LOS ESPOSOS violenta amenaza ser la reaccion? La victima de esta tirania — el hombre o la mujer, y aun tal vez el mis­ mo opresor — una u otra vez sentira la tentadon de romper la vida conyugal. Pero si las ruinas y efectos de la ligereza muchas veces no tardan en hacer abrir los ojos y en hacer volver a mejor consejo y a mayor seriedad, los extravios ocasionados por una austeridad exasperante se suelen atribuir en cambio a falta de suficiente rigor; y enfonces este se hard todavia mas dspero y seguird creciendo el mal que ha causado y la reaccion que provoca. PRACTICAR LA MODERACION Lejos de estos dos extremos — la demasiada con­ descendenda y la demasiada severidad — reine en­ tre vosotros la moderacidn, que no es otra cosa sino el virtuoso sentido de la medida y de lo que conviene. Que el marido desee y guste de ver a su mujer ves· tirse y andar con decente eleganda, conforme a sus medios y a su condiddn social, animdndola y alegrdndola para el caso con algun don delicado, con una amable complacenda y alabanza de su encanto y grada. Que la mujer, por su parte, destierre de la casa todo inconveniente que ofenda a la mirada cristiana o al sentimiento de la belleza, asi como toda severidad que séria de pesadumbre para el corazôn. Que ambos gusten de leer, aun juntos, libros LA fidelidad: triple impkudencia hermosos, buenos y ùtiles, que los instruyan, que amplien sus conocimientos de las cosas y de las obras y criterios de su arte y de su trabajo, que los informen sobre el curso de los sucesos y los conser­ ver! firmes y màs ilustrados en la fe y en la virtud. Que se concedan de buena gana, con discreciôn, los sanos y honestos esparcimientos que dan reposa y mantienen la alegria; lecturas y esparcimientos que serdn fuente de perenne y sabroso alimento para sus conversaciones y debates intimos. Que cada uno de ellos se complazca en ver al otro descollar en la actividad profesional o social, en el hacerse amable con su sonriente amabilidad entre los amigos comunes; que ninguno piense que el otro le hace sombra. LOS CELOS Ya o‘ras veces el Papa tratô de pasada sobre este asunto, que hoy reanuda considerândolo bajo un nuevo aspecto, a saber, en cuanto una conducta demasiado cautelosa e imprudente, aun sin verdadera malicia, podria abrir la puerta a esa livida serpiente que envenena el amor y mata la alegria de la casa. III. Finalmente, un gran escollo que hay que sor­ tear son los celos, que pueden surgir de la ligereza o ser provocados por el rigor: peligrosisimo escollo pa­ ra la fidelidad. Aquel incomparable psicologo que fué San Juan Crisôstomo los describiô con magistral elocuencia: «Todo lo que diga de este mal no bastard 434 PÎO XII A LOS ESPOSOS para expresar nunca su gravedad. Una vez que un hombre comienza a sospechar de aquella a quien ama sobre todas las cosas de la tierra y por la que daria gustoso aun su vida, ^en que cosas podrà en­ can trap consuelo?... Pero si el hombre se turba angustiosamente en medio de estos males, aun cuando no tienen fundamento ni razôn, la pobre e infeliz mu­ jer se ve todavia mas gravemente atormentada. El que deberia ser el consuelo de todas sus penas y su apoyo, se muestra cruel con ella y no le demuestra màs que hostilidad... Un espiritu, asi prevenido y atacado por esta enfermedad, esta dispuesto a creerlo todo, a aceptarlo todo, a aceptar todas las denuncias, sin distinguir lo verdadero de lo falso, mas inclinado a escuchar al que confirma sus sospechas, que a quien querria disiparlas... Todo es espiado, las salidas, las entradas, las palabras, las miradas, los minimos suspires; la pobre mujer debe soportarlo todo en silencio; encadenada, por decirlo asi, al lecho conyugal, no puede permitirse un paso, una pala­ bra, un suspiro, sin tener que dar cuenta de ello a los mismos siervos» \ Una vida asi ^no puede aca­ so hacerse casi intolerable? £ Y es de maravillar en­ fonces que, en faltando la luz y el sostén de una verdadera virtud cristiana, se busqué la evasion y la fuga con el naufragio de la fidelidad? 1 fie Virpinitate - mignb, PG. t. 48, c. 574. LA FIDELIDAD: TRIPLE IMPRUTJENCJA 435 ALEGRIA, SERENIDAD, CONFIANZA El espiritu cristiano, oh jôvenes esposos, gozoso sin frivolidad, serio sin excesivo rigor, ajeno a las sospechas temerarias, confiado en un afectc mutuo fundado en el amor de Dios, asegurara vuestra fide­ lidad reciproca, sincera y perennemente sagrada. Este es el voto que formulamos para vosotros y que rogamos a Dios acoja y realice, mientras de todo co­ razôn os damos Nuestra Bendicion Apostôlica. NO OLVIDES — Es un principio peligroso el creer que el matrimonio todo lo hace licito, espectâculos, lecturas, amistades, etc. — Los espectâculos y diversiones demasiado libres, aun cuando esté présente el marido, pueden traer graves dafios a la vida conyugal. — La libertad demasiada en leer novelas casi siempre ofusca la mente y, alimentândola con suenos fantâsticos, en contraste con la realidad de la vida ordinaria, le hacen perder la idea de la realidad y del deber. — El vestir de modo conveniente y aun elegante puede trans­ form ar se en mania peligrosa. — La excesiva severidad en no permitirse alguna diversion exaspera frecuentemente a uno u otro de los conyuges, hasta el punto de hacerle deseable la liberccién del yugo comûn — Los celos, veneno del amor conyugal, nacen también de la ligereza o de la exasperante severidad. — El espiritu cristiano hace la vida de los esposos alegre sin frivolidades, seria sin demasiado rigor, libre de temerarias sospéchas, y mutuamente confiada. LA FIDELIDAD CONYUGAL 9 de diciembre de 1942. IV. Las pruebas Corona de la admirable disertacion del Papa sobre la virtud bàsica dei matrimonio catôlico es el présente discurso, que versa sobre las pruebas, duras a veces, de la fidelidad. No merece el nombre de virtud la que no es capaz de vencer en la prueba, ni puede estar uno seguro de poseer alguna en particular, si esta no ha sido contrastada por dificultades y peligros. Por lo que hace a la fidelidad conyugal, las pruebas ni son raras ni faciles, antes al contrario exigen a veces tal fuerza de ànimo que linda con el heroismo, pero con el auxilio de la gracia divina siempre es posible alcanzar victoria. Mas, antes que vengan las pruebas, conviene estar preparado. Cede y sucumbe quien no se previene, quien no procura por el ejercicio cotidiano de las pequeûas virtudes templar su aima para las grandes pruebas. Las cuales vendrân, aun sin mala voluntad de ninguno de los cônyuges, en fuerza de circunstcmcias anormales de la vida o per efecto de cambios que a veces la voluntad mîsma experimenta. 4 438 PÎO XII A LOS ESPOSOS CONTAR CON LA GRACIA Hablando ùltimamente de los escollos en los que ted vez podia venir a chocar la fidelidad de los jévenes esposos, Nos les poniamos en guardia contra las imprudencias en que podrian caer facilmente. Pero los escollos no son otra cosa que una ocasiôn de prueba; y de las pruebas o de los riesgos de la fide­ lidad queremos hoy hablaros, amados noveles espo­ sos, mientras pensamos al mismo tiempo en los do­ lores que sobre la misma fidelidad se derraman, y en las tentaciones, a que estos dolores pueden llegar a dar origen. Estas pruebas, sin falta alguna de aquel o de aquella a quien afectan, pueden provenir de deficienda o de imprudencia de la otra parte; pueden ocasionarse también sin que ni una ni otra parte tengan la mas pequena culpa. Como quiera que sea, de estas pruebas, como de todas las que la Provi­ denda permite en sus arcanos designios, es posible siempre, con la grada y con la virtud, salir mas gran­ des y mas fuertes. MENSAJEROS DE LAS PALABRAS DEL PAPA No os maravilléis si ante vosotros Nos ocupamos también de aquellas pruebas, de las que uno de los esposos es responsable. No es que dudemos de vos­ otros; antes bien, confiâmes en que vuestra vida : LA FIDELIDAD: sus PRUEBAiS 439 cristiana y vuestra humilde prudencia, unida a la oracion, os obtendran de Dios la gracia de conservaros y de perseverar y crecer en las disposiciones en que hoy os hallais. Pero Nos nos dirigimos a vos­ otros también como a Nuestros caritativos mensajeros, para haceros heraldos de consuelo y de paz ante los demas, puesto que esperamos que llevaréis lejos el eco de Nuestra palabra. jOjala sirva de con­ suelo y de sostén a los que viven en la pruebal jOjala vosotros mismos, cuando en el curso de la vida halléis a otros en pruebas semejantes, podais ser angeles que les socorran y conforten, para curar y endulzar sus corazones heridos, para levantar sus animos desalentados por la profundidad de la an­ gustia y la violencia de la tentacién! jQué obra tan hermosa de caridad haréis con ayudarles! i i jHermoso y necesario apostolado est© que el Padre Santo sugiere a los noveles esposos! Pero, £cômo ejercitarlo, si no forman ellos el decidido proposito de permanocer firmes ante cualesquiera pruebas? êQué influjo de persuasion podrân tener en las pobres victimas de la infidelidad, quienes no sienten ni comprenden las razones que bay para defender a cualquier precio la propia fidelidad? Sin embargo, el consuelo y el aliento d© un amigo valen a menudo mas qu© cualquier otro medio para que el amor, la concordia y la felicidad ©ntren de nuevo en una ccsa. Vi 440 1‘ίθ XII A LOS ESPOSOS LA TRAICION I. La primera de estas pruebas, y la mas sensi­ ble, es la traicion. [Ay, que ella no es rara! Es verdad que entre un simple galanteo superficial y tran­ sitorio y el abandono dei hogar domestico hay mu­ chos y diversos pasos; pero aun el mas leve hiere profundamente un corazôn leal, que se habia dado plenamente y sin reserva. Y ademas es siempre un primer paso en una pendiente resbaladiza; por otra parte, para el esposo (o la esposa) ofendido y enganado es el declive de la tentaciôn, acaso también el pretexto del primer escalén en la bajada. Y si carece de fuerza para soportar la prueba y salir de ella triunfante, cae él mismo mas abajo y toda la trama de la tragedia se concierta y se concluye. EL CAMINO DEL ABISMO Pero si a la infidelidad condujo un primer mo­ mento de extravio; si de ahi se siguiô un vinculo que poco a poco se fué estrechando; si, por fin, lejos de los suyos, el infiel lleva una vida descuidada y ha fundado una familia ilegitima, enfonces la prueba llega al colmo: colmo del sufrimiento, de la tentaciôn en esta viudez mas triste que la muerte, que ni siquiera déjà el consuelo de las lôgrimas sobre una tum­ ba amada, ni concede la posibilidad de rehacer un nuevo nido. La vida esta rota, pero no apa- ta fidelidad: sus pruebas 441 gada, y perdura en una prueba que tiene mucho de terrible. Y, sin embargo, jcuanta grandeza muestran aquel o aquella que saben soportar esto digna y santamentel jAdmirad cuan grande y heroica en su aflicciôn es la mujer, la madré, que por si sola debe sostener y educar la familia! Pero una angus­ tia quiza mas aguda y màs amarga es la del padre, que no puede dar una segunda madré a sus hijos, todavia pequenos y necesitados de una caricia, para sustituir a aquella que los ha abandonado. |Oh, y como sangra el corazôn al pensar que estes ninos, andando los anos, acabarân por comprender su des­ gracia, si ya antes no se hace imprescindible revelarles el desorden moral de un padre o de una madré que viven lejos de ellos! jQué horrible tentaciôn de acabar con la vida o de rehacerse una vida diversa y un diverso hogar! Sin embargo, si hay tempestad en el corazôn, el faro del deber esta inmôvil en la ploya de la vida; deber riguroso, que con los resplandores de su claridad escruta la conciencia y le impone la obligaciôn de ser por su parte fiel al juramento reciproco que la otra parte ha violado y pisoteado. NO DESESPERAR JAMAS Algunas veces el esposo culpable no rompe la convivenda conyugal; pero su infidelidad, especial- 442 Ρίο XII A LOS ESPOSOS mente si va unida a modales duros y asperos, hace la vida comûn cada vez mas dificil y casi intolera­ ble. Sin duda, permaneciendo firme el vinculo conyugal, el derecho permite en determinados cases al cônyuge inocente la separaciôn. Pero, excepto cuan­ do el peligro de escândalo o el interés superior de los hijos u otra causa grave se oponga a ello, la caridad, que se acomoda a todo invita a inclinar a la paciencia y al silencio, para reconquistar un cora­ zon extraviado. jCuantas veces habria sido posible de este modo la reconciliaciôn’ La enmienda habria podido suceder al extravio pasajero, y con ella la reparacion, el rescate del pasado con una vida ejem­ ploi, que habria sepultado todo en el olvido. Si, por el contrario, la caridad cristiana no vence, si la parte inocente se encabrita, aquella aima, que acaso estaba para arrepentirse, o estaba ya arrepentida. se encuentra empujada a un abismo todavia mas pro­ fundo que aquel del que habria buscado la salida. |Se dan casos de estos sublimes perdones! HEROES DE LA CARIDAD Y DE LA FIDELIDAD Sucede a veces — bien lo sabéis vosotros — que el hombre, fiel a su esposa siempre amada, al volver, después de una larga ausencia, acaso de un cautiverio de guerra, al hogar querido, ve sonreir o sien1 I Cor., 13, 7. LA fidelidad: sus pbuebas te dar vagidos a una de aquellas cunas, que se han llamado justa y dolorosamente «cunas tragicas». Se siente movido a piedad: después de un momento de vacilacién y de lucha interna se acerca y se inclina sobre aquella cuna: besa la trente del pequeno, tam­ bién él victima inocente. Ciertamente el deber no obliga a tanto; puede ser también que en algunos casos la razén desaconseje un acto semejante: pero ante taies héroes de la ca­ ridad y de la fidelidad no puede uno no admirarles. EL EGOISMO CULPABLE II. Otra prueba, por desgracia mas frecuente, a la que esta expuesta la fidelidad, dériva del desconocimiento, por parte de uno de los conyuges, de la santidad del deber conyugal. Por temor de ver multiplicadas las cargas de la familia; por temor al tra­ bajo, al padecimiento, a un riesgo que a veces se exagéra; por el temor, incomparablemente mâs fûtil, de sacrificar alguna linea de la propia elegancia, algun jiron de la propia vida de placer y de libertad, alguna vez aun por frialdad de corazon y mezquindad de aima, por mal humor o por la ilusiôn de una virtud mal entendida, uno de los esposos se rehusa al otro y no se presta, si no es dejando entender su descontento o sus aprensiones. No, no hablamos aqui evidentemente del acuerdo culpable de dos esposos, ÎU 2’ ■ 444 Pfo XJI A LOS ESPOSOS para tener lejos de su hogar la bendiciôn de los hijos. Tal prueba es bien dura para un esposo o una esposa que procura cumplir su propio deber; y cuan­ do se repite, cuando se prolonga, cuando se convierte en permanente y como decretada definitivamente, nace facilmente con ella la tentaciôn de buscar en otra parte alguna ilicita compensaciôn. El Apôstol San Pablo lo dice expresamente: «No os dsfraudéis el uno al otro, a no ser de comûn acuerdo y por αΐgùn tiempo, con el fin de dedicaros a la oraciôn, y luego volved a juntaros, no sea que os tiente Sata­ nas a causa de vuestra incontinencia» 2. CUANDO LA ORACION ES INDISPENSABLE Sin embargo, aunque la prueba abrume el espi­ ritu, hay que salir victorioso. jDesgraciado del que perece en ella! ^No debia luchar y orar? «Orad para no caer en la tentaciôn» 3. Esto no obstante, su vo­ luntad ha sido vencida. Pero, junto con la lucha y con la oraciôn, ^ha hecho todo lo que debia, todo lo que podia? Le quedaba todavia algo grande, algo hermoso por realizar. Aquel marido, aquella mujer a quien se ama, a quien se ha ligado la propia vida, es un aima queridisima, y esta aima esta en peligro; es mas, esta môs que en peligro, porque vive habl> T Cor.. 7. 5. ’ Mt. 26. 41. EA FIDEI.J DAD : SUS PEUEBAS [. tualmente en estado de pecado mortal, del cual no puede salir sino con el anepentimiento y con la vo­ luntad de cumplir con su deber en el parvenir. ^Y no se pondria todo el interes posible, absolutamente todo y cueste lo que cueste, por sal varia? ^No es este uno de los primeros deberes de la fidelidad y el mas urgente de todos los apostolados? Apostclado dificil, pero que un amor poderoso y puro horia fructuoso. Sin duda ninguna hace falta constancia, energia dulce y patiente, es necesaria la persuasion, es necesaria la oration, mucha oraciôn suplicante y confiada; pero es menester también el amor, el amor de todos los momentos, amor delicado, tierno. dispuesto a todos los sacrificios, a todas las concesiones que no vayan contra la concientia, amor solicito para satisfacer, para prévenir cualquier deseo, y aun cualquier capricho inocuo, para reccnquistar el corazôn extravïado y volverlo a traer al camino del deber. Pero, a pesar de todo, diran tal vez algunos, semejante esfuerzo no siempre tendra éxito. Aunque solamente lo obtuviera una vez, bien valdria la pena de intentarlo resueltamente. Hasta que no se ha hecho este esfuerzo a fondo, de todas las maneras, con perseveranda, no se puede decir que se ha he­ cho todo; y hasta que no se ha hecho todo, no hay derecho a desesperar del éxito. {Es un aima, un ai­ ma tan pretiosa! Y aunque no se llegase a triunfar : 446 PÎO XII A LOS' ESPOSOS sobre la obstination o la pusilanimidad del culpable, la lucha haria a la propia aima màs fuerte para mantenerse, a pesar de la prueba, en una irreprensible fidelidad. LA PRUEBA DEL SAMARITANO III. Nos hemos contado recientemente entre los enemigos de la union indisoluble las separaciones forzadas de los cônyuges; debemos ahora computarlas también entre las pmebas de la fidelidad. Ninguno de los dos esposos es culpable: pero hay aqui también una prueba dura y peligrosa. Nos no volvemos hoy sobre el tema, sino para indicar brevemente una forma especial de esta separaciôn; separacién parcial y de la que ningùn extrano cae en la cuenta, pero que no es por eso menos grave y penosa. Nos referimos a las enfermedades, a las dolencias, que imponen a veces durante un largo periodo de tiempo una continencia perfecta, mientras se si­ gne juntos, amândose como el primer dia y deseando vivir cristianamente. Entonces, para conservât la fidelidad en su indefectible perfection, en su exqui­ sita delicadeza, es menester que el amor sea fuerte, que la fe sea viva. Entonces hay que vigilar, luchar, orar, fortificor el aima, el corazon y los sentidos con el alimento divino de la santa Comunién. Entonces conviene elevar el espiritu al ideal del amor verdadero y noble, que supera incompçrrablemente ql LA fidelidad: sus pbuebas 447 pobre amor puramente humano, siempre mas o me­ nas egoista. ^Qué prueba, que hora es esta? Es la hora y la prueba en que el amor conyugal se con­ funde, sublimandose, con el amor del prôjimo hacia el caido, herido junto al camino de Jericô, para socorrerle, para curarle, para consolarie, para amarle como a si mismo. que prôjimo mas prôjimo que el marido para la mujer, y la mujer para el marido? Entonces el uno viene a ser para con el otro el piadoso samaritano o la piadosa samaritana, y la asistencia mutua y afectuosa, los cuidados y oraciones son un nuevo sello de la fidelidad jurada ante Dios y en su amor. A quien asi se eleva y lucha y ora y vive de Dios, no se le puede nunca negar la gracia. Nos rogamos al Senor que aleje de vosotros semejantes pruebas; pero si su amorosa Providencia dispusiese otra cosa, le suplicamos que no permita que seeds tentados o probados por encima de vues­ tras fuerzas, sino que os procure con la tentaciôn el modo de salir de ella y el triunfo, para que podeds sostenerla4. Con este voto os damos de todo corazon Nuestra paternal Bendiciôn Apostôlica. Termina esta nueva serie de admirables discursos de Pio XII sobre el Matrimonio con este precioso estudio sobre la fidelidad conyugal. Ahora una consideraciôn se ofrece a la mente. Solo el espiritu cristiano, llevado a la practica, garantiza a los es­ posos los bienes y la serenidad que sonaron en los albores de H !fl II * } Cor., 10, lÿ J *< Λ* * * rV* 9 •148 l’fo XII A LOS ESPOSOS su enlace. Enfonces un halo de pri tel· vera y de sonrisas rodeaba al matrimonio, que muy pronto se manifesto, aun en medio de su nobleza, como una misiôn llena de deberes y como una prueba de vida moral. Peligros, desviacïones, atentados, todo se conjura para destruir el amor y la alegria. iQue medio ofrece el mundo, con sus ensenanzas y ejemplos, para salvor la felicidad dei hogar doméstico? Fuera de algunos articulos del Codigo civil, demasiado someros para que lleguen al corazôn, raiz de todo bien, y de todo mal; fuera de cierta sensibilidad para el honor y la buena reputacién (y aun esta fâcilmente se deja arrastrar por el torbellino de las pasiones desordenadas), el mun­ do no ofrece ningun apoyo seguro. Las tragedias f••it iliares, las victimas, el odio, que ha suplantado al amor, siguen atormentando a muchos hogares. Eso, si el mundo no exaspera los corazones hasta preclpitarlos en el abismo, cuando aun habia esperanzas de remedio. Solo el espiritu cristiano, llevado a la prâctica de la vida, con todo su realismo, con sus responsabilidades ante Dios, con las delicadezas que inspira, les medios que ofrece, los idéales que propone, los motives y fines que présenta, puede dames la solucion de todo y allanamos todas las dificultades. Aun en los casos mas desesperados, previstos o imprevistos, queridos o no, el recurso a la fe restablece la paz. Y en el caso de que ya no sea posible, por falta de buena voluntad en une de los cényuges, llegar a alcatrizar las heridas, a hacer florecer de nuevo la alegria, a impedir las tragedias y a salvor las victimas, dara a lo mènes una paz intima, sobrenatural y divina, que supera todo sentido. Esto demuestr • It los paternos y maravillcsos discursos de S. S. Pio ΧΠ a los Esposos. LA FWHLIDAD : SUS PKUEBAS 44Ü NO OLVIDES — Una de las grandes pruebas de la fidelidad es la de verse traicionada. Quien carezca enfonces de fuerza moral esta abocado al abismo. — La viudez injusta y pesada de la separacién exige gran fuerza de animo, indispensable para salvar el aima. — Muy a menudo la paciencia y la sublimidad de un perdén produce de nuevo la concordia. — La caridad heroica es necesaria a veces para volver a juntar los corazones. — A veces sirve también de prueba a la fidelidad el egoismo de uno de los conyuges que desposee al otro de sus derechos. EI gran remedio esta en acudir a Dios por la oracién. — Una tercera prueba la constituyen las separaclones forzosas. Entonces solo el temor de Dios puede salvor la virtud de la fidelidad. INDICE Pâgs. Prologo............................................................................................... FECUNDIDAD Y SACRIFICIO.—8 enero 1941 ...................... Por el sacrificio la vida. — Del dolor nace el amor. — Confianza en el sacrificio. — Lecciones de la naturale­ za. — La paternal asistencia de Dios. — Las alegrias del invierno. — Invitando a la reflexion. EL DOBLE MINISTERIO.—15 enero 1941 .................................. Audiencias consoladoras. — El sacerdocio y el matri­ monio. — Analogia entre el sacerdocio y el matrimo­ nio. — Colaboraciôn de las dos patemidades. — Segunda misiôn: educar. — Precursores de los sacerdotes. — Deber inalienable de educar. — Dos padres, dos maes­ tros. SUBLIMACION DEL AMOR.—29 enero 1941 ........................... La Iglesia es siempre la maestra. — Un gran maestro: San Francisco de Sales. — El amor es santo, sagrado y divino. — Por encima del amor, la caridad sobrenatu­ ral. — El amor cristiano no desfallece. — Los derechos del corazôn. — Los deberes del corazôn. — Refinamientos del amor. — Vigilar el corazôn. — Dios entre dos corazones. ORAR EN COMUN.—12 febrero 1941 ....................................... Continuaréis orando juntos. — En la escuela de San Fran­ cisco de Sales. — Unidos en el nombre de Jesûs. — El ejemplo de Tobias y Sara. — Las bellas tradiciones de familia. — Necesidad de la oradôn en comun. — Juntos hasta en la iglesia. — Union inseparable. Santa costumbre. 7 9 19 31 43 Indice PdgS. MINISTROS INSUSTTTUIBLES DEL SACRAMENTO.—5 marzo 1941 ................................................................................... Saludo cordial. — Dios ante todo. — El ministro, instru­ mento de Dios. — Los esposos, ministros del sacramen­ to. — Las funciones del ministro. — Libres, pero respon­ sables. — Ministros insustituibles. — Mejores horizon­ tes. — El temor de Dios. — Fe en Dies y en la Providenda. GRANDEZAS Y DEBERES DE LA PATERNIDAD.—19 marzo 1941 ......................................................................................... El saludo de costumbre. — La excelsa patemidad de Dios. — Las criaturas. — Patemidad especial. — Dios, padre de los hombres. — Filiadôn quiere decir semejanza. — Semejantes a Dios Padre. — Semejanza en la vida sobrenatural. — Espejo de los hijos. — Los bienes del aima antes que los bienes del cuerpo. CONFIANZA EN DIOS.—7 mayo 1941 ....................................... Trilogia de primavera. — H himno de la primavera. — La segunda primavera: la Pascua. — La tercera prima­ vera, la vuestra. — El corazôn hada lo alto. — Confi za no es ingenuidad puéril. — No es ligereza indolente.— No es triste resignadôn. — Confianza es fe. — Confianza es esperanza. — Confianza es caridad. — Dios nos gobiema. — De la confianza humana a la divina. — El camino de la confianza. — Medios indispensables. CONFIANZA EN LA OR ACTON.—2 julio 1941 .......................... La oradon romana de los esposos. — Cuando Dios parece sordo. — La confianza a prueba. — Por que Dios parece sordo. — Una condidôn por parte nuestra. — Pedir en nombre de Jesus. — Pedir el saber orar. TRES REQUISITOS DE LA ORACION.—9 julio 1941 ............... Ideal de una casa cristiana. — Su fundamento es la oradon. — Pedir bienes sobrenaturales. — Dios, fiel cumplidor de sus promesas. — Oradon perseverante. — Ora­ don devota. — Orar por los deudos. — Sosîen de los esposos. AMOR PAGANO Y AMOR CRISTIANO.—30 julio 1941 ... Paseo entre ruinas. — Decadenda de la Roma pagana. 57 71 83 95 105 115 INDICE 4Ô3 Pâgs. Despues de la Republica. — Parangon con el cristianismo. — Amor y energia. — La Beata Ana Maria Taigi. Amor cristiano. — Peligro de un paganismo renaciente. — Secundar a la Santa Iglesia. CRISTIANOS HEROICOS.—13 agosto 1941 ............................... La paterna verdad. — La vida es una milicia. — Heroismas patentes. — Heroismos ocultos. — Heroismos obligados. — Heroismos cotidianos. — Cristo fuente de hé­ roïsme. ESPOSOS HEROICOS.—20 agosto 1941 ................................ Elevaciones cristianas. — Heroismos de los esposos. — Martirio y heroismo. — El matrimonio, palestra de he­ roes. — Sacrlficios que Began al heroismo. — La he­ roine de la familia. — Prepararse para el heroismo. — La >111 Ilia, campo de heroismo. — Perfection de vida cristiana. LA JERARQUIA EN LA FAMILIA.—10 septembre 1941 ... I. Marido y mujer. — En cada familia una cabeza. — Usurpando el cetro. — Igualdad en Cristo, jerarquia en la familia. — j Alerta al «Feminismo>! — Luces y som­ bras del paganismo. — Jerarquia, base de union y felicidad. — Integracion reciproca. — Poder transfigurante del amor. — El oficio de cabeza. — Espiritu de sumision. — Saber ganarse el corazôn. — La Bendicion Apostôlica. LA JERARQUIA EN LA FAMILIA.—24 septiembre 1941 ... II. Padres e hijos. — Primer deber de la autoridad: el Bautismo. — Autoridad consciente. — Espectaculo dolo­ roso. — El secreto: la preeminencia moral. — No abusar del mando. — Autoridad clarividente. — Entender a los •III ninos. — Autoritarios, pero amorosos. — Sin el buen ejemplo todo se echa a perder. — La herencia del ejemplo. EL SANTO ROSARIO.—8 octubre 1941 ................................... Oraciôn y arma. — Rosario de los nuevos esposos. — Rosario de los ninos. — Rosario de la joven. — Rosario del joven. — Rosario de la madre. — Rosario del padre. 125 133 145 161 175 in 454 INDICE Pigs. Rcsario de los ancianos. — Rosario del moribundo. — Rosario de la familia. — H agrado de la Stma. Virgen. LA UNION DE LOS CORAZONES.—12 noviembre 1941 ... El pequeno mundo del corazôn. — Corazôn y volun­ tad. — Fantasia y realidad. — Con el corazôn abierto. Sostenerse mutuamente. — Razonable cautela. — Re­ serva mas intima. — Base de una perfecta armonia. — Preciosas consecuencias. — La prâctica. — La exten­ sion. — Felicidad reciproca. POR QUÉ OS HABLA EL PAPA.—21 enero 1942 ................ El apostolado directo de Pio XII. — Predilection por los Esposos. — Padre de la universal familia cristiana. — El oficio de enseüar. — La palabra, semilla del Reino. — Principal deber del apôstol. — Padre y sacerdote. — Solititud por los esposos. — Necesidad de un pan ©spiri­ tual. — Interpret© del silencio de Dios. — Como hay que oir la palabra de Dios. LA MUJER EN LA FAMILIA—25 febrero 1942 ...................... I. Es el alma dei hegar domestico. — El secreto de la felicidad. — Un postulado: la vida es lucha. — Prever los peligros. — Las causas d© una vida infeliz. — La mayor responsabilidad d© la mujer. — Factor insustituibl© d© la felicidad. — Llama viva de la casa. — Sobre todo cuando sea madré. LA MUJER EN LA FAMILIA.—11 marzo 1942 .......................... Π. Sol y alegria de la casa. — Ensenanzas eficaces. — Feliz comienzo de la familia. — Generosidad, entrega... La esposa, sol de la familia. — Resplandor y calor. — Simplicidad y decoro. — Triste contraste. — Lo que toca a la mujer. — Sacrificarse en aras de la felicidad. — Un sacrificio mayor. — La cooperation del esposo. — El ejemplo de Jesucristo. LA COLABORACION MUTUA.—18 marzo 1942 ..................... Realism© patemo. — El yugo dei matrimonio. — Colabo­ ration. — Dônde oomienza. — Dios la quiere. — En la procreation, — En la Education. — El sacrificio de la libertad. — Sugerencias practices. — Premisa: el mutuo 183 197 211 223 237 INDICE 455 Pâgs. desvelo. — Fruto: la prosperidad y felicidad. — Ven cien­ do imposibles. LA PARTE DE DIOS.—25 marzo 1942 ....................................... El honor de ser llamado. — Una piadosa costumbre. — Es Jesûs quien llama. — Por que llama. — El sacrificio de los padres. — EU derecho a investigor. — Dones y flores del cielo. — Don deseable. — Cautela en los deseos. — Orgullo cristiano. — Prontitud generosa. EL HOMBRE EN LA FAMILIA.—9 abril 1942 .......................... »ί| I. Responsabilidades y deberes. — La familia, corona de la creaciôn. — Alentando a las esposas. — Deber de sustentamiento. — Prudencia en los négocies. — Deberes sociales. — Noble emulaciôn. — El trato exterior con Ια esposa. — Delicadeza de sentimientos. — Manifestor el amor. — Exhortation paternal. EL HOMBRE EN LA FAMILIA.—15 abril 1942 ................ II. Coopération activa. — Variedad y armonia de Ια création. — Dignidad de los pequenos cuidados domes­ ticos. — Necesidad de las pequenas atentiones. — El buen ejemplo. — El amor no sabe de calcules. — {Mi­ ras elevadas! — Como en la sagrada Familia. EL LAZO DIVINO,—22 abril 1942 .............................................. I. Uno e indisoluble. — Dios es quien une. — Unidad querida por Dios. — Indisolubilidad. — En razon del >111 Sacramento. — Dominio exclusive de Dios. — Lo que deben a Cristo los esposos. — Vinculo providential. — El auxilio de la gracia. — Precaver las debilidades. EL LAZO DIVINO.—29 abril 1942 .............................................. IL Efectos provechosos. — Esplendores de la familia cristiana. — La naturaleza concorde con la gracia. — El amor quiere fidelidad. — La fidelidad, guarda de la dignidad humana. — El ultraje dei divortio. — Escandalo para los hijos. — Un desastre para la sotiedad. — Exhortation. ASECHANZAS AL LAZO DIVINO,—17 Junio 1942 ............... I. La désunion de los corazones. — Estar sobre aviso. Excelentia de la esperanza cristiana. — Sentir la sépara- 251 267 281 h 291 303 315 INDICE Pàgs. cion de los padres. — Es alegre presagio. — El yugo suave del >111 ar. — El gusano roedor del tiompo. — Versatilidad del corazôn. — Causas y senales de ruptura. — Amor total y absoluto. — H mayor enemigo: el amor propio — precise sacrificorlo... — Ante el deber. — La victoria por el sacrificio. ASECHANZAS AL LAZO DIVINO.—8 julio 1942 ..................... 329 I·· IL El desordenado amor de si mismo. — A ejemplo del Sagrado Corazôn. — Exigendas del egoismo. — Sus tiranias. — Y crueldades. — Ccnsecuencias. — De la resquebrajadura al contraste. — Renundarse a si mismos. — Salvar lo substandal. — Amor consdente. ASECHANZAS AL LAZO DIVINO.—15 julio 1942 341 III. La separaciôn forzosa. — Lecdôn oportuna Confianza en el parvenir. — Viudez temporal oor la guerra. — ... o por el trabajo. — No ccultarse el peligro. — Las tentadones. — El primer paso: La perturbadôn. — Sutilezas del enemigo. — Amor firme y generoso. — Pré­ dominé la ταζόη. — Superar las distandas. — Fundar el amor en Dios. AMOS Y CRIADOS.—22 julio 1942 ............................................. 355 I. Reladones cristianas. — Extension de la familia. — Llamada al espiritu de fe. — Evoludôn de la sodedad. — Siervos de Dios y familiares suyos. — Espiritu liberador del cristianismo. — Jerarquia y adopdôn. — Responsabiildad fundamental. — Ejemplo evangélico. — Ejemplos cristiancs. — Hasta el heroismo. 371 AMOS Y CRIADOS.—5 agosto 1942 ......................................... Π. Triple igualdad. — De claridad en claridad. — Potestad e igualdad. — Servidores de Dios igualmente. — Justida y humanidad. — Pràdica de la humanidad. — Responsabilidad religiosa. — Deberes propios de los amos. — Deberes propios de los criados. — Dios, justo Union de hermandad. — Humildad y mansejuez. dumbre. — Union en el Cueipo Mistico de Cristo. — Union espiritual. 1 INDICE pégs. AMOS Y CRIADOS.—19 agosto 1942 ....................................... ΙΠ. Sus responsabilidades. — A la luz de la fe, al calor de la caridad. — No simples operarios. — Admitidos en la intimidad de la casa. — Responsabilidad de elecdon. — Respecto a los hijos. Vigilar, advertir. — Especialmente en la adolescencia. — Respecto a los criados. — Circunspeccion al hablar. — Las murmuraciones. — Da­ nos para la sociedad. — Concienda social. LA FIDELIDAD CONYUGAL.—21 octubre 1942 ..................... I. Triple don de si. — Para siempre. — Sentido juridico de la fidelidad. — Sentido cristiano de la fidelidad. — Ilusiôn y realidad. — Fidelidad en el don del cuerpo. — Dlspuestos a las pruebas. — Fidelidad en el don de la mente. — Peligros y remedies. — Fidelidad en el don • III del corazôn. — El verdadero amor. — Tradidones cristia­ nas. LA FIDELIDAD CONYUGAL.—4 noviembre 1942 ................ Π. Husiones y peligros. — La ley cristiana comienza por el interior. — Languidez de la conciencia moral. — Insi­ dias de ciertas simpatias. — j Hasta donde se llega! — i Ciegos caen on el abismol — Heroismos culpables. — Guardarse de las ilusiones. LA FIDELIDAD CONYUGAL.—18 noviembre 1942 ............... III. Triple imprudencia. — Deber patemo. — Ligereza en las diversiones. — ... y en las lecturas. — Contraste con la realidad. — Ligereza en la moda. — Severidad exasperante. — Practicar la moderacion. — Los celos. — Alegria, serenidad, confianza. LA FIDELIDAD CONYUGAL.—9 diciembre 1942 ................ IV. Las pruebas. — Contar con la gracia. — Mensajeros de las palabras del Papa. — La tradidon. — El ca­ mino del abismo. — No desesperar jamas. — Heroes de la caridad y de la fidelidad. — El egoismo culpable. — Cuândo la oracicn es indispensable. — La prueba del samaritano. 389 403 { J 415 425 437 I Imprimi potest: Cândido Mazon, Prep. Prov. Arag. Nihil obstat: Dr. Gabriel Solâ, 15-VIII-44. Imprimatur: Gregorio, Obispo de Barcelona. DEPOSITO LEGAL. B. 16.626^- 1958