ESCRITOS VARIOS I. EN LOS BUISSONNETS (1880-1884) 1. Notas de retiros 5-7 de mayo de 1884. Notas del retiro 17-20 de mayo de 1885. Notas del retiro Octobre de 1885. Notas del retiro 2. Notas cronolôgicas (1884-1886) Comuniones 3. Dictado y ejercicios de redacciôn Dictado (5 de junio de 1880) Enero de 1885. Ejercicios de redacciôn 15 de octobre de 1885. Ejercicios de redacciôn Diciembre de 1886 - Enero de 1887. Ejercicio de redacciôn Marzo (?) de 1886. Ejercicio de redacciôn 1887. Ejercicio de redacciôn Jonio de 1887. Ejercicio de redacciôn Marzo o abril de 1887. Ejercicio de redacciôn 4. Notas sacadas de Arminjon 30 de mayo de 1887. Copia 4-5 de jonio de 1887. Copia II. EN EL CARMELO (1888-1897) 1. Estampas biblicas Est 1 Cristo en la croz (jolio-agosto de 1896) Est 2 Joana de Arco en prisiôn (juIio? de 1896) Est 3 La adoraciôn de los pastores (segondo semestre de 1898) Est 4 La Sagrada Familia (verano de 1896) Est 5 y 6 «Recoerdo del breve destierro» (agosto-septiembre de 1896) Est 7 La Navidad (agosto de 1896 - marzo de 1897) Est 8 Ecce Homo - Virgen de los Dolores (agosto de 1897?) Est 9 El Nino Jesûs («de Messine» - 1897) 2. Memoria sobre la madré Genoveva de Santa Teresa Confidencias de la madré Genoveva. Relato (despoés del 8 de septiembre de 1890) Memoria sobre la madré Genoveva. Relato (primavera de 1892) 3. Textos diversos 24 de noviembre de 1888. Testamento de san Juan de la Cruz Primavera (?) de 1889. Notas del retiro (P. Pichon). Copia 24 de noviembre de 1891. Testamento de san Juan de la Cruz 19 de marzo de 1892. Testamento de san José. Copia 1892-1893. Consejo espiritual. Nota 1892-1895. Sentencias para estampas. Copia 20 de febrero de 1893. Exhortaciôn del canônigo Delatroëtte 12 de junio de 1896. Deseo del Sagrado Corazôn Comienzos de julio de 1896. «Mil vidas...» Julio de 1896. Para la fotografia del P. Roulland Alrededor del 20 de junio de 1896. Fechas 21 de noviembre de 1896. Cartas de Teôfano Vénard Diciembre de 1896. Boletin del Sagrado Corazôn 1 de mayo de 1897. P. Mazel Junio de 1897. «Me colmas de alegria» 4. Selecciones biblicas Concordancia pascual (1896 ό 1897) Recordatorio del senor Martin (1894) Album de la madré Maria de Gonzaga I. EN LOS BUISSONNETS (1880-1884) 1. Notas de retiros Octubre de 1885. Notas del retira. En el Cuaderno azul, en una hojas sueltas escritas a làpiz, se encuentras unas notas del retira espiritual de octubre de 1885, quizâs del martes 6 por la noche al sâbado 10 por la manana. El abate Dornin solo les dio la primera charla; desconocemos el nombre del predicador que le sucediô. (Texto publicado en VT, n° 74, pp. 134-135). Retira de 1885 La primera charla nos la ha dado el Sefior abate Dornin. De este retira solo pondré las cosas mas importantes. Por la impresiôn, me acordaré bien. Miércoles manana Sobre el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por sus ovejas. Cuando pierde una, va en su busca y no vuelve hasta que la ha encontrado. A las 11 Sobre el Sagrado Corazôn de Jesûs. El deseo de una hija del Sagrado Corazôn debe ser hacer latir el corazôn de su Jesûs. A las 2 Los principales defectos de una joven son la frivolidad y la impresionabilidad. A las 6 Sobre el pecado. El pecado nos vuelve horribles a los ojos de Dios. Pero Dios esta deseando perdonarnos. Jueves Como meditar. A las 11 Sobre las almas dei purgatorio. Nosotros podemos liberar las almas del purgatorio, y no lo hacemos. En un sepulcro habia «Hoy yo, maüana tû». jCuânto me ha hecho pensar esta frase! A las 2 Sobre el juicio. Inmediatamente después de nuestra muerte, compareceremos ante Dios que nos (^enviarâ?) al cielo o al infierno o bien al purgatorio. A las 6 de la tarde Sobre la muerte. Podemos morir dentro de un minuto o dentro de un segundo. Viernes manana Sobre el infierno. A las 2 Somos apéstoles del Corazôn de Jesûs. Todas las mananas ofreceremos todos nuestros actos, éste es el 1 grado; rezar todos los dias una decena con los misterios es el 2° grado. Ademâs, una comuniôn al mes. A las 6 Nuestro Seüor ha querido recibir un bautismo de sangre para redimir nuestros pecados. Sâbado Contriciôn de los pecados. Nuestro Seüor ha querido tomar sobre si todos nuestros pecados en nuestro lugar. 2. Notas cronolôgicas (1884-1886) Textos de Cuaderno gris (1884-1886), publicado en VT, n° 74, pp. 131s. Notas a lâpiz. - Torn es el perrito bianco de Teresa (cf CG, p. 202, nota d). - Glos: una pequena localidad a unos 5 kms. de Lisieux. - El viaje del senor Martin durarâ de seis a siete semanas; cf Cronologia. - Pardillo: cf Ms A 53r°. Al final de este Cuaderno gris, Teresa registre la lista de sus comuniones de 1884-1885. En aquella época no se podia comulgar sin permiso del confesor. Entre paréntesis hemos anadido las fechas necesarias. - El orden de las comuniones 21 y 22 esta invertido. «Marna» recuerda el aniversario de la muerte de su madré. El 26 de junio I lego Tom a nuestra casa. Ano 1884. El 1 de octubre del 84 me dieron un dado de hueso. El 2 de octubre del 84 fuimos en tren a Glos. El 22 de agosto de 1885 papa partiô para Constantinopla. En el mes de julio de 1885 me trajeron un pardillo. El 25 de mayo del 86, martes, estreno unos zapatos blandos. Heredo 20 francos. 18 de septiembre de 1884: nacen mis pececitos. Comuniones 1a comuniôn, 8 de mayo del 84 2a, Ascension (22 de mayo de 1884) 3a, Confirmation (14 de junio de 1884) 4a, aniversario de marna (muerta el 28 de agosto de 1877) 5a, triduo de la Natividad (8 de septiembre de 1884) 6a, el retiro (octubre de 1884) 7a, Todos los Santos 8a, El dia de los Difuntos 9a, Inmaculada Conception 10a, 1° de ano de 1885 11a, Epifania 12a, Purification 13a, Anunciaciôn 14a, Ramos (29 de marzo de 1885) 15a, Pascua (5 de abril) 16a, Ascension (14 de mayo) 17a, 2a comuniôn (21 de mayo) 18a, Trinidad (31 de mayo) 19a, Corpus (domingo 7 de junio) 20a, Asuncion 21a, Natividad V. (8 de septiembre) 22a, Marna (28 de agosto) 3. Dictado y ejerciciosde redacciôn Dictado (5 de junio de 1880) Teresa tiene siete anos y medio. El interés de este «dictado» (inédito), un tanto incohérente, esta en que nos ofrece informaciones acerca de varios miembros de la familia Martin y sobre la propia Teresa, sus gustos, sus temores, sus juegos, sus preocupaciones religiosas. Tal vez se trate incluso de un texto completamente improvisado por ella... - El miedo a las arahas aparecerâ de nuevo en las Ultimas Conversaciones (cf CA 13.7.18 y 18.8.7). - Teresa no sera curada por la Santisima Virgen (ùltimo pârrafo) hasta tres anos mâs tarde. Ayer se confirmo Celina. Hoy he leido la historia de la resurrection de Làzaro y la curation del centurion. Me gustan las grandes margaritas, los acianos y las amapolas. Las arahas grandes me dan mucho miedo. Hoy esta lloviendo mucho, no me gusta el mal tiempo. Cuando haga bueno, nos iremos al campo. Hay un pretioso nido de pardillos en el jardin, son unos pardillos brillantes. Celina y Leonia tendrân vacation el viernes, y yo también si soy buenecita. Hay dos guindas en el jardin. Leonia esta cortando cartulina. El tapiz es verde, la noche es oscura, la tinta es negra. La corbata de Paulina es roja y el cuello es blanco. La Santisima Virgen fue al templo a la edad de très ahos. Destacaba entre sus compaheras por su piedad y su dulzura angelical; todos la querian y la admiraban, pero mucho mâs los ângeles, que la consideraban como su hermanita. Los cielos proclaman la gloria de Dios. Ayer fui al campo con papa y me diverti mucho. Cogi un hermoso manojo de margaritas grandes para hacer una corona y traje en mi cestita mâs flores bonitas para Celina. Pronto llegarân las vacationes de verano. Me gustan las fresas, las frambuesas, las cerezas, las grosellas, las grosellas negras, las peras, las manzanas, las ciruelas, los melocotones, los albaricoques, las uvas, los higos, etc. Tengo una muneca grande y muy bonita, pero me gusta mâs el ninito que me regalô mi tia como aguinaldo. También tengo toda clase de muhequitas con las que me divierto mucho. Quiero ser una buena muchachita. La Santisima Virgen es mi Madré querida y lo normal es que los hijos se parezcan a su madré. Papâ estâ en Trouville y a Io mejor nos trae cangrejos de mar. Me alegro, es tan divertido ver esos animalitos negros volverse rojos cuando se les cuece... Enero de 1885. Ejercicios de redaction Publicado en la revista Carmel, 1975/11, pp. 89-90, con un error de fecha (1886 en vez de 1885). Misa de Gallo Querida amiga: Me dices en tu carta que no han querido dejarte asistir a la Misa de Gallo. Para compensarte, te voy a hacer participe de mis impresiones con ocasiôn de esa hermosa fiesta. Por la tarde no estaba contenta, hablaba continuamente dei dia siguiente y queria que hubiera llegado ya. Maria queria que me acostase hasta que llegase la hora, aunque yo le aseguraba que no iba a poderme dormir; y de hecho, me costô mucho dormirme. Pero cuando Maria vino a despertarme a las once y medio, no me hice de rogar para levantarme; me levanté enseguida, y nos fuimos. Por el camino, yo pensaba en los pastores, que hace mil ochocientos ochenta y ocho anos se habian puesto también en camino a esta hora para adorar al divino Nino Jesûs, que acababa de nacer. Pero, al igual que ellos, yo no iba para verlo con los ojos del cuerpo, sino con los ojos del aima y para oirle hablar a mi corazôn. jY qué cosas tan dulces me dijo después de la comuniôn! Desde el dia de mi primera comuniôn, nunca le habia oido hablar tan bien a mi corazôn. Creo realmente que hacia falta que fuese Navidad y que él viniese como un ninito a mi corazôn para decirme palabras tan dulces. Asi que ya ves, querida Genoveva, qué hermoso es recibir al Nino Jesûs el dia de navidad, y sobre todo en la Misa de Gallo. Por eso, espero que este ano seas muy sensata y cuides tu salud para que el ano que viene te permitan ir a la Misa de Gallo Adiôs, querida amiga. Te dejo, esperando una prôxima carta. Tu amiga que te quiere mucho, Teresa, hija de los Santos Angeles 15 de octubre de 1885. Ejercicios de redaction Carta ficticia al serior Martin, publicada en CG, pp. 200s, con el nûmero LTS 18a, donde podrà encontrarse un extenso comentario. Se trata del viaje dei senor Martin a Constantinopla. En esta composition es dificil distinguir la fiction de la realidad. - Sobre el episodio bfblico al que Teresa se refiere, cf Tb 5,20-21 y 11,9. - Otro ejercicio de estilo (LTS 18b), del 11 de febrero de 1886, podrâ encontrarse en CG, p. 202s. Querido papaito: Hace ya très semanas que nos dejaste. Tres resulta muy largo para tu hijita desde que se séparé de ti. Si supieras cômo deseo que vuelvas. Me imagino muchas veces tu llegada: todos estamos contentos, nos apresuramos por llegar a la estaciôn, tenemos miedo de no llegar a tiempo, y al fin llegamos un cuarto de hora antes. Por fin, llega el tren y de damos un abrazo. Tù estas bien y nosotras estamos encantadas. Pero con mucha mas frecuencia el cuadro es negro. Me imagino que has retrasado la vuelta y que, en vez de quince dias, sera un aüo o aùn mas Ιο que tendremos que esperar. O que estas enfermo porque no te cuidas lo suficiente. Papaito querido, me vas a decir que no soy juiciosa, que me invento quimeras. Quizâs eso sea un poco verdad, jpero qué se le va a hacerl, yo soy asi; y ademâs, creo que no me falta razôn, porque, en realidad, ^no puedes retrasar el viaje?, y ademâs tienes que reconocer, papaito, que nunca tomas suficientes precauciones para no caer enfermo, siempre dices que no hay peligro, pero hay un proverbio que dice: A Dios rogando y con el mazo dando. Pero me doy cuenta de que, a este paso, te voy a poner la moral por los suelos. Perdôname, querido padre, es el miedo que tiene tu hijita a que te pongas malo Io que la hace hablar asi. Todos en casa desean también que vuelvas. Te tenemos acribillado a oraciones, invocamos a no sé cuântos santos, entre otros a san Rafael para que guia tu viaje como el de Tobias y te devuelva sano a nosotras. Estamos deseando que vuelvas Io mas pronto posible, y estoy (segura) de que también Torn es de mi opinion, pues se aburre en tu ausencia y estoy segura de que se prépara para mover la cola a tu regreso como el perro de Tobias y a celebrarlo con saltos de alegria. Hasta pronto, queridisimo papa. Un abrazo de todo corazôn. Tu hija que te quiere tanto como se puede querer a un papa como tù Teresa, hija de los Stos. Angeles Finales de diciembre de 1886 - Comienzos de enero de 1887. Ejercicio de redacciôn Ejercicio de redacciôn escrita después de la gracia de Navidad de 1886 (cf Ms A 44v°/45v°) José Jesûs j jjMariaü! j j j Navidad! ! ! La hermosa fiesta de Navidad es el aniversario del nacimiento de Jesûs, nuestro Redentor, que vino al mundo en la noche del 25 de diciembre de 4004. Jesûs, para salvar a los hombres, quiso nacer mas pobre que los pobres. Aunque para salvar al género humano le habria bastado con derramar una sola gota de su sangre, quiso hacerse nino pequenito y nacer en un establo, sin que hubiera para cubrirlo mas que unos pafiales prestados y para calentar sus delicados miembrecitos un buey y una mula. ^Quién lograrâ nunca entender este misterio de amor? Todo un Dios baja del cielo, donde es adorado y alabado, para salvar a un criatura ingrata y culpable. ^Cômo podremos alabar y agradecer lo suficiente a este Ninito que viene a nosotros y que, en recompensa por todo lo que hace por nosotros, no nos pide mas que nos entreguemos a él sin reservas? csQuién, Jesûs, se atreverâ a negarte este corazôn que tan merecidamente has conquistado y al que has amado hasta hacerte semejante a él y dejarte luego crucificar por unos verdugos despiadados? Ademâs, eso no te pareciô todavia suficiente: tuviste que quedarte para siempre cerca de tu criatura, y desde hace diez y ocho centenares de anos estas prisionero de amor en la santa y adorable Eucaristia. Marzo (?) de 1886. Ejercicio de redaction Publicado en la revista Carmel, 1957/11, p. 99 San José jSan José! ^Quién se atreverà a pregonar sus alabanzas? ^Quién podrâ contar su vida y sus méritos? El Evangelio, al hablar de san José, no dice mas que una cosa: que era un hombre justo y temeroso de Dios. Jesûs quiso correr un vélo misterioso sobre la vida de aquel a quien llamaba padre, con el fin de que las actiones de José fuesen solo para él. Pero, con todo, a través de ese vélo, Jesûs nos permite distinguir algunos rasgos de la grandeza de aima de san José. San José siempre correspondié a las gracias divinas y nunca le pareciô demasiado dura hacer la voluntad de Dios. jQué ejemplo de fe nos da san José! Apenas el ângel le dijo que huyese con Jesûs y Maria, se levanta y se pone en camino. Su vida esta llena de acciones semejantes a ésta, obedeciendo siempre a los deseos de Dios. jY qué poder no tendra san José ante el que él alimento durante su vida mortal...! Si, vayamos con confianza a José. Jesûs mismo nos lo recomienda, pues no puede negar nada al que durante su existencia buscé siempre agradarle. jGran santo!, tû que todo lo puedes ante Jesûs, ablanda su corazén en favor de la pobre Francia y pidele que no aleje de ella su gracia, recuérdale que Francia es la hija primogénita de la Iglesia. 1887. Ejercicio de redaction Un texto muy significativo de Teresa, escrito a lapiz. Apareciô en la revista Carmel, 1957/11, p. 106. (En ese mismo nûmero se pueden encontrar otros dos ejercicios de 1887, de cierto interés, aunque bastante conventionales, sobre El mary sobre Pascua). Si mis sueüos se hacen realidad, un dia iré a vivir en el campo. Cuando pienso en ese proyecto, me siento transportada en el espiritu a una casita encantadora o a un chalet muy soleado. Todas las habitationes miran al mar, pues mi casita estaria en un pueblecito a la orilla del mar. Escogeria uno aislado, sin mas habitantes que algunos viejos marineros y algunas pobres gentes por el estilo. Podria satisfacer mis gustos y a la vez hacer mucho bien en el pueblecito. Me gustaria que mi casa fuese Io mas pequena posible. Tendria simplemente, 1°, en la planta baja una cocina y un comedor; en el primer piso un dormitorio, un pequeno cuarto de bano y una sala, todo para una sola persona; y finalmente, en el tercer piso, un granero y una buhardilia. Olvidé decir que debajo de la casa me gustaria tener un bodega bien provista, para socorrer a los pobres y fortalecerlos con vino generoso; y detrâs de la casa, un pequeno lenero. El jardin séria bastante grande, con un pequeno invernadero y un cobertizo al fondo. Detrâs del jardin, una pradera con un establo en la que habria una vaquita bretona y un asno. Tendria también algunos corderitos, polios y una gran pajarera. El invernadero estaria siempre lleno de hermosas flores. Tendria un barquito para poder darme de cuando en cuando un paseo por el mar. Mi casa no estaria lejos de la iglesia, para poder irtodas las mananas a Misa; e inmediatamente después, montada en el asno, iria a visitar a los pobres del pueblo y les llevaria provisiones y medicinas. Junio de 1887. Ejercicio de redaction Este «sueüo de Juana de Arco» es una tarea escolar, probablemente de junio de 1887, siguiendo el borrador detallados de un Tratado de narraciones; cf Récréations, p. 320, donde aparecié este texto por primera vez. Juana de Arco esta en Rouen. Esta alli, en su prisiôn, y pide perdôn para sus verdugos, para los ingleses que la han condenado tan injustamente. Pide perdôn también para el rey, para aquel rey que, en vez de la gratitud que debe a la generosa heroina, solo tiene para ella olvido e indiferencia. jCômo debe de sangrar su corazén cuando, sola y abandonada en su prisiôn, se acuerda de sus victorias y de sus triunfos! Enfonces todo el mundo la aclamaba, veia como las multitudes se apretujaban emocionadas a su paso. Pero hoy todos la abandonan, y no ve mas que olvido e indiferencia. Sin embargo, Juana no pierde el valor. Su espiritu esta sereno, su confianza en Dios no tiene limites, posee la paz del corazén, da muestras de una concientia pura. Sus enemigos podrân quitarle la vida, pero aunque todos se unan contra ella no lograrân quitarle lo que tiene de mas pretioso en la tierra. Se duerme con la concientia tranquila. Es la vispera de su muerte, pero ^qué le importa a Dios la muerte?, manana estarâ con él. En sus suenos, Juana no ve sus victorias, no consigue nuevos triunfos; se ve transportada a los lugares queridos de su juventud, esta en Domrémy, y alli vuelve a ver su rebano ya sus queridas companeras, vuelve a jugar los juegos de su ninez, pasa momentos felices con sus familiares, saluda el paisaje que tantas veces contemplaron sus ojos: el vallecito, el rio plateado, las verdes praderas, la iglesita donde tantas veces escuché las voces de sus santos preferidos. En el pueblo la reciben entre transportes de alegria; sus ancianos padres yerguen orgullosos sus blancas cabezas. Juana se encuentra en el coImo de la felicidad. Pero de pronto resuenan fuertes pasos bajo las bôvedas sonoras: son los del carcelero que viene a buscar a la prisionera. Juana se levanta valerosa, fortalecida por su sueno bendito, y se va a coronar en los cielos el sueno que habia comenzado en la tierra, y que ya no conocerâ interrupciones. Su sueno se convertira en realidad, durante toda la eternidad gozarâ de la vision de Dios y volverâ a encontrar a su padres a los que tanto habia amado en la tierra, y ya nunca se separarâ de ellos. Marzo o abril de 1887. Ejercicio de redaction Esta evocation de la naturaleza fue publicada en Carmel, 1957/11, pp. 103s, y en Mss II, p. 9, a proposito del paseo al castillo de Grogny (Sarthe), en el Ms A 8v° Un parque Cuando llega abril, el hermoso mes en que las flores brotan de sus capullos color rosa y en que las violetas despliegan a porfia sus pequenas corolas perfumadas, también los ninos, al igual que las flores, sienten necesidad de aire y de movimiento. Conozco, a la orilla del mar, un pretioso castillo, rodeado de un gran parque. En ese parque retozan siete u ocho hermosos pelirrojos, semejantes a una nidada de reyezuelos. jQué alegre que es ver en primavera cômo se despierta este viejo castillo! Se ve, al poco, la encantadora cabecita de un nino, mirando, inclinada, los pececitos rojos del acuario. Alli, a través de la enramada, se ven flotar al aire las tintas multicolores de las nineras, que tienen en brazos un rorrô que sonne al sol y a la llegada de la primavera que sus ojos ven por primera vez desde que llegô al mundo. Un poco mâs lejos, bajo los grandes castanos seculares, otros ninos que se vuelven semejantes a los pâjaros y parecen volar por el aire: una hermana mayor empuja un silloncito en forma de columpio, y la niôa hace resonar el aire con su risa argentina al ver que sube tan alto que sus hermanas quedan muy por debajo de ella. En este gran parque no hay solamente ninos. Hay también gacelas, gamos y corzos domesticados. Se ven pasar velozmente ante los ojos a estos preciosos animales. Al principio, uno créé estar en un bosque y contiene el aliento por miedo a asustarlos. Pero no tengâis miedo, mirad a esa gacela seguida de su cervatillo: va a corner de la mano de un nino que le ofrece un trozo de pan blanco. A la vista de esto, uno creeria estar realmente en el paraiso terrenal. Pero en este gran parque hay todavia otro entretenimiento mâs. Mirad, aqui mâs cerca, en medio de ese césped esmaltado de flores, otros ninos montados en un caballo de madera que da vueltas y mâs vueltas alrededor de un circulo reducido; pero no por eso se les ve menos contentos, y querrian seguir cabalgando sin cesar alrededor de esa linea sin fin, si los brazos del viejo criado no se sintieran cansados por un momento. En ese gran parque hay también muchas otras maravillas que me llevaria mucho tiempo enumerar. Las personas que deseen adquirir un mayor conocimiento de mi parque solo tienen que dirigirse al puertecito de mar de L... La encantadora familia X... recibe todos los ahos muchos visitantes. 4. Notas sacadas de Arminjon En 1887, Teresa quedô fuertemente impresionada por la lectura de un libro del abate Carlos Arminjon: «Copié varios pasajes sobre el amor perfecto», etc. (Ms A 47 r°/v°). Se trataba del Fin dei mundo présente y misterios de la vida futura, una serie de conferendas predicadas en la catedral de Chambéry (1a ed., Palmé-Albanel, Paris/Bruxelles, 1881; Teresa conocié también, ya en el Carmelo, la 2a ed., Imprimerie Saint-Paul, 1882; cf VT, n° 79, p. 219). La reedicién de 1970, en la OCL, ofrece una concordanda entre la paginacién de 1882 y la de 1970. 30 de mayo de 1887. Copia El primer texto copiado (reproducido en Mss II, p. 32) aparece en la 165 de la edicién de 1881, en la p. 149 de la edicién de 1882, y en la p. 205 de la edicién de 1970 (conferenda «Sobre el Purgatorio»); Teresa Io conservaba en su Manual del cristiano. El hombre abrasado en la llama del amor divino es tan indiferente a la gloria o a la ignominia como si estuviese solo y sin testigos en la tierra. Desprecia todas las tentaciones. Los sufrimientos le preocupan tan poco como si fuese otro el que los padece. Lo que esta Ueno de suavidad para el mundo no tiene ningùn atractivo para él. Es menos susceptible de coger el mas minimo apego a las criaturas, que el oro refinado siete veces de coger herrumbre. Estos son, ya en esta tierra, los efectos del amor divino cuando se apodera con fuerza de un alma. 30 de mayo del 87. Extracto de «Fin del mundo presente y misterios de la vida futura», del abate Arminjon (Conferendas) 4-5 de junio de 1887. Copia Estas copias, hechas en un cuaderno escolar de tapas negras, provienen de las pp. 290s y 315s de la edicién de 1882 (7a conferencia: «De la eterna Bienaventuranza y la vision sobrenatural de Dios»), Reproducidas en Mss II, pp. 32s. 4 de junio de 1887. Extracto de Fin dei mundo présente y misterio de la vida futura. Conferencia sobre el cielo, del abate Arminjon. - ...Y Dios, agradecido, exclamarâ: jAhora me toca a mi! A la entrega que los santos me hicieron de si mimos ^podré yo responder de otra manera que entregândome a mi mismo sin restricciôn alguna y sin medida? Si pongo entre las manos de quienes me han servido con fidelidad el cetro de la creaciôn, si los rodeo con los torrentes de mi luz, séria ya mucho, séria ir mucho mas alla de cuanto se hayan encumbrado sus sentimientos y sus esperanzas; pero no es ése el ùltimo esfuerzo de mi corazôn: yo les debo mucho mas que el paraiso, mucho mas que todos los tesoros de mi sabiduria, les debo mi vida, mi sustancia eterna e infinita. Si yo hago entrar en mi casa a mis servidores y a mis amigos, si los consuelo, si les hago estremecerse con los encantos de mi ternura, si los estrecho en un abrazo de mi amor, es para saciar sobreabundantemente su sed y sus deseos, muy por encima incluso de lo que séria necesario para el descanso total de su corazôn. Pero ni aun esto es suficiente para que mi corazôn se sienta conforme y mi corazôn plenamente satisfecho. Es necesario que yo sea el aima de su aima, que los pénétré y los imprégné de mi divinidad como el fuego hace con el hierro; que, mostrândome a su espiritu sin nubes y sin vélos y sin la mediaciôn de los sentidos, me una a ellos en un cara a cara eterno; que mi gloria los ilumine, que transpire e irradie por todos los poros de su ser, para que, «conociéndome como yo los conozco, se vuelvan también ellos dioses». - Padre, exclamo Jesûs: «te pido que donde estoy yo estén también conmigo los que yo he amado». Que se abismen y se pierdan en las profundidades del océano de mis claridades; que deseen, que posean, que gocen, que sigan poseyendo y deseando; que desaparezcan en el seno de tu eterna felicidad, y que de alguna manera solo quede de su personalidad el conocimiento y el sentimiento de su dicha. 5 de junio En el cielo la felicidad es estable. Los elegidos, confirmados en gloria, son inasequibles al temor. Los siglos se sucederân unos a otros sin que disminuya su felicidad y sin que se extienda por su frente una sola nube de tristeza. La certeza de poseer eternamente los bienes que tanto aman centuplica su dulzura. jQué gran motivo de jùbilo cuando, después que hayan transcurrido miliares y miliares de siglos, contemplando en la lejania del pasado el dia en que hicieron su ascension triunfante, digan: Nada de todo esto ha pasado, hoy reino, hoy estoy en posesiôn de mi dicha, y la poseeré mientras Dios se Dios, es decir, Siempre, siempre...! Inicio II. EN EL CARMELO (1888-1897) 1. Estampas bibi icas Teresa compuso nueve estampas para el breviario, las mâs de ellas partiendo de fotografias sacadas por su hermana Genoveva (Celina). Ateniéndonos a la escritura, podemos pensar que ninguna de ellas es anterior al verano de 1896. Teresa rodea estas estampas ce texto bâsicamente bfblicos, de acuerdo a unos temas bien definidos. Remitimos al lector a la presentation exhaustive que de ellas se hace en VT, n° 77, enero 1980, pp. 68-80. Las citas se encuentran, en su punto y lugar, en La Bible avec Thérèse de Lisieux (BT). Est 1 Cristo en la cruz (julio-agosto de 1896) Un citrato représenta a Maria Magdalena postrada a los pies del Crucificado (cuadro de Kehren o de Müller). Es la reproduction de la estampa que Teresa tenia en su misai, en el verano de 1887, y que le inspiré «la sed de aimas» (cf Ms A 45v°/46v°). La mujer alli postrada es al mismo tiempo la Samaritana, Maria Magdalena la pecadora y la propia Teresa que aspira a «pasar su vida recogiéndola para las aimas» (CA 1.8.1). Esta estampa puede verse en DLTH, p. 77. Las très estrofas al dorso estân sacadas de la poesia de Teresa Jesûs, amado mio, acuérdate (P 15, estr. 10, 25 y 26, con algunas variantes.) Anverso Tengo sed... Dame de beber... Juan XIX,28 - IV,7 Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: «Dame de beber», tal vez tû se lo pedirias a él y él te daria agua viva... El que beba del agua que yo le daré nunca mas tendra sed, y el agua que yo le daré se convertira dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna... Senor, dame de esa agua, y asi no tendré mas sed. (Juan IV) Senor, tû sabes que te quiero... pero ten compasién de mi, que no soy mas que un pecador. Juan XXI.15-LC XVIII,13 Acuérdate, Jesûs: junto al brocal de un pozo, un viajero, cansado dei camino, hizo que rebosaran sobre cierta mujer samaritana los raudales de amor que encerraba su pecho. jYo sé quién es aquel que pidié de beber él es el don de Dios, la fuente de la gloria! Eres tû, el agua que brota, eres tû, Jesûs, que nos has dicho: »Venid a mi». Acuérdate de la amorosa queja que, clavado en la cruz, se te escape del pecho. jEn el mio quedô, Jesûs, grabada, y por eso comparte el ardor de tu sed! Y cuanto mâs herido se siente por tu fuego, mas sed tiene, Jesûs, de darte aimas. De que una sed de amor me quema noche y dia i acuérdate! jAcuérdate, Jesûs, Verbo de vida, de que tanto me amaste, que moriste por mi! También yo quiero amarte con locura, también por ti vivir y morir quiero yo. Bien sabes, joh Dios mio!, que lo que yo deseo es hacer que te amen y ser màrtir un dia. Quiero morir de amor. Senor, de mi deseo i acuérdate! Est 2 Juana de Arco en prisién (julio? de 1896) Esta estampa doble se compone de un soporte de carton en el que estàn pegadas, al dorso y en el reverso, dos fotografias de Teresa en «Juana de Arco en su prisién» (VTL, n° 13 y 14; DLTH, pp. 220-221, 285). La foto de VTL 13 lleva como leyenda: «La Ven. Juana de Arco en su prisién», y la de VTL 14: «La Ven. Juana de Arco consolada en su prisién por Sta. Catalina, v.m.» (virgen y mârtir). Los versiculos biblicos elegidos traducen a la vez las Pasién de Juana de Arco y la «prueba de la fe» de Teresa. De esta estampa ha habido al menos cinco ejemplares (con très borradores). Ultima cita del anverso: Sal 41,6.5; la segunda del anverso: Mt 5,10; y luego, Mt 5,5 y 2 Tim 4,7-8. Anverso: El que quiera venirse conmigo, que se niegue a si mismo, que cargue con su cruz y me siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderâ; pero el que la pierda por mi, la encontrarâ. Mt XV, 24-25 Ten piedad de mi, Senor, que soy la burla de mis enemigos, el espanto de mis conocidos... Me han olvidado como a un muerto. Pero yo confio en ti, Senor..., te digo: jTû eres mi Dios...! Sal XXX, 12.13.15 Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. Juan XII,24-25 Alma mia, <,por qué estas triste...?, <,por qué te me turbas...? Si, marcharé entre la multitud de los justos y entraré con ellos en la casa de Dios, entre gritos de jùbilo y cànticos de alabanza, entre la multitud de las virgenes transportada de alegria... Anverso: Te doy gracias, Padre, Senor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos y se las has revelado a los pequenos. Lucas X,21. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos los limpios de corazôn, porque ellos verân a Dios... Mateo, c. V. Dichosos los que lloran, porque ellos serân consolados... He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta. Ahora solo me queda recibir la corona de justicia... San Pablo Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa... Estad contentos y saltad de alegria, porque vuestra recompensa sera grande en el cielo. Mateo V,11-12. Est 3 La adoraciôn de los pastores (segundo semestre de 1898) Sobre un soporte de carton, reproduction en medallôn de la «Navidad» de Müller. Las citas son las siguientes: Le 2,14; Mt 12,46-50; Jn 17,2526.3.10.23. Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad... El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madré. Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo he dado a conocer tu nombre a los que me has dado, y ellos han conocido que tü me has enviado... Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, a ti y a Jesucristo tu enviado... En ellos he sido glorificado... Yo en ellos y tü en mi, porque tü los has amado como me has amado a mi... San Juan XVII,25-3-23 Est 4 La Sagrada Familia (verano de 1896) La misma presentation que la de la estampa anterior. En el centra, «La Sagrada Familia» de Müller. A Teresa le gustaba esta estampa (cf CA 10.9.2). La dimension misionera del grupo esta bien caracterizada. Cf Cta 264 y CG, p. 1281. La segunda cita del anverso: P 15, estr. 15 y 17 con variantes; luego, Mt 9,37-38; Jn 4,35-37; Le 12,49. Anverso: Levantad los ojos y contemplad los campos, que estân ya dorados para la siega... San Juan IV,35 Para que tu cosecha recoger pronto puedas, mi Dios, todos los dias me inmolo y te suplico. Son mi dolor y gozo para tu segadores... Yo quisiera, Dios mio, llevar lejos tu fuego... La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al dueüo de la mies que mande trabajadores a su mies... Uno siembra y otro siega, y se alegran lo mismo sembrador y segador... He venido a prender fuego en el mundo, jy ojalâ estuviera ya ardiendo...! Mt 9 - Juan IV - Le ,49 Reverso: (Formulas conclusivas de las oraciones dei Oficio divino, en latin.) Est 5 y 6 «Recuerdo del breve destierro» (agosto-septiembre de 1896) Soporte de carton con tres citratos ovalados, en el anverso, que representan a los hermanitos y hermanitas de Teresa muertos en temprana edad. Debajo, simbolizando a la primera «Teresita», de la que no existe ninguna foto, una delicada miniatura: una paloma que levanta el vuelo desde la tierra y se eleva hacia unos rayos dorados (cf DLTH, p. 227). La estampa 6 es muy parecida a la estampa 7, con muy pocas variantes; Teresa la guardô para si, y la madré Inès se quedô con ella tras la muerte de su hermana. Las citas biblicas, al dorso, son las siguientes: Mc 10,14; Mt 18,10; Mt 18,4; Mc 10,16; Rom 4,6.4 y 3,24; Is 40,11; Ap 14,2-5. Anverso: Recuerdo del breve destierro de nuestros angelitos y de su nacimiento para el cielo: Maria Elena, 13 oct. 1896 - 22 febr. 1897 Maria José Luis, 20 sept. 1866 - 14 febr. 1867 Maria José Juan Bautista, 19 dic. 1867 - 25 agosto 1868 Maria Melania Teresa, 16 agosto 1870 - 8 oct. 1870. Reverso: Dejad que los ninos se acerquen a mi, de ellos es el reino de los cielos... Sus ângeles estân viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial... El que se haga pequeno como un nino, ése es el mas grande en el reino de los cielos. ... Jesûs abrazaba a los ninos después de bendecirlos. Evangelio. Dichoso aquel a quien Dios otorga la justificaciôn prescindiendo de sus obras, pues al que hace un trabajo el jornal no se le cuenta como un favor sino como algo debido... Y los que no hacen un trabajo son justificados gratuitamente por Su gracia, en virtud de la redenciôn cuyo autor es Cristo Jesûs. Cta. de san Pablo a los Romanos. El Senor apacentara a su rebano. Su brazo lo reûne, toma en brazos los corderas. Isaias, c. LX Oi una voz que bajaba del cielo; era como el son de arpistas que tanian sus arpas. Y cantaban un cantico nuevo ante el trono de Dios, y nadie podia cantar este cantico excepto las virgenes. Estos son los que siguen al Cordero adondequiera que vaya... Han sido rescatados como primicias de la humanidad para Dios y el Cordera. En sus labios no hubo mentira y han sido encontrados sin mancha ante el trono de Dios. Apoc. c. XIV Est 7 La Navidad (agosto de 1896 - marzo de 1897) En un soporte de carton, citrato pegado da «La Navidad» o «Adoraciôn de los pastores», pintada por Celina en 1882; ésta escribiô a làpiz al margen: «Estampa que perteneciô a sor Maria de la Eucaristia: los textos son de Sta. Teresa del Nino Jesûs». Referencias de las citas: Le 2,14; san Bernardo, cf Cta 162; Pr 9,4; Mt 18,4; Is 40,11; Is 66,13.12; Sal 102,13.12.8; Mt 12,50; Jn 17,24.23. Varios textos se encuentran en el Ms B 1r°/v°. El reverso esta reproducido en facsimil en CSG, p. 38, y en DLTH, p. 226. Anverso: Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad... Jesûs, ôquién te ha hecho tan pequeno? El amor. Reverso: El que sea pequenito, que venga a mi... (Prov.) El que se haga pequeno como un niüo, ése es el mas grande en el reino de los cielos... (Ev.) El Senor réunira a los corderitos y los tomarâ en brazos. Como una madré acaricia a su hijo, asi os consolaré yo. Os llevaré en mis brazos y sobre mis rodillas os acariciaré. (Isaias) Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Senor compasiôn por nosotros. Como dista el oriente del ocaso, asi aleja de nosotros los delitos de que somos culpables. El Senor es compasivo y misericordioso, lento para castigary rico en misericordia. (Sal CII) El que cumple la voluntad de mi Padre, ése es mi hermano y mi hermana y mi madré. (Ev.) Padre, a los que me diste tù los has amado como me has amado a mi. (Ev.) Est 8 Ecce Homo - Virgen de los Dolores (agosto de 1897?) En el anverso, litografia del Ecce Homo de Guido Reni, ovalada. A Teresa el gustaba esta reproduction; la pegarâ, muy reducida, en la parte inferior de la estampa de Teôfano Vénard que tenia prendida en las cortinas de su lecho en la enfermeria (UC, pp. 447s). En el reverso, reproduction de una Mater Dolorosa de Carlo Dolci, ovalada (cf DLTH, p. 226). Teresa pegarâ también una réduction de esta imagen en la estampa de Teôfano. Este montaje estaba destinada a sor Genoveva. La ùltima cita esta sacada de Lm 1,12. Anverso: Y pronto veréis que el Hijo del Hombre esta sentado a la derecha del Todopoderoso y que viene entre las nubes del cielo... San Marcos, cXIV. v. 61.62 Reverso: Ecce Mater tua San Juan, c. XIX, v. 27 Mirad y ved si hay dolor como mi dolor... Est 9 El Nino Jesûs («de Messine» - 1897) En un carton esta pegado un citrato que représenta al Nino Jesûs de Ittenbach, que sor Maria de la Trinidad habia traido del Carmelo de la avenida de Messine (cf UC, p. 414). En el reverso, imagen de «Totô y Lili» (Teresa y Celina: dos nihos protegidos por un ângel), de los que habia sor Genoveva (UC, p. 526 y 546). Teresa sera fotografiada con este Nino Jesûs el 7 de junio de 1897 (VTL, n°41,42, 43; DLTH, pp. 289 y 291). La conservarâ a su lado en la enfermeria (UC, p. 251 y 395). La primera frase esta sacada de la leyenda âurea de santa Teresa de Avila, que estaba escrita en una estampa que Teresa tenia en su breviario. Un nino viene hacia la Madré y le pregunta: «- ^Cômo te Hamas? - Yo soy Teresa de Jesûs. - Pues yo soy Jesûs de Teresa, replico el nino» (cf Or 13 a 16). La segunda cita es de Pr 9,4; cf Est 7 y Ms C 3r°. Yo soy Jesûs de Teresa... El que sea pequenito, que venga a mi. Prov. 2. Memoria sobre la madré Genoveva de Santa Teresa Estas paginas, inéditas, fueron escritas en base a recuerdos de la ninez que la madré Genoveva de santa Teresa confiô a la joven carmelita. Ya sabemos la amistad que las unia (cf Ms A 78r°/v°). La fundadora del Carmelo de Lisieux estaba considerada como un «santa» (Ms A 69v°). Es probable que Teresa haya escrito estos recuerdos a petition de sor Inès de Jesûs, con miras a la circular necrolôgica de la antigua priora; pero no parece que hayan sido utilizados (cf La Fondation du Carmel de Lisieux et sa Fondatrice, la R. Mère Geneviève de Sainte-Thérèse, OCL, 1912). Antes de entrar en el Carmelo de Poitiers, la madré Genoveva se llamaba Clara Bertrand. Muriô el 5 de diciembre de 1891, y Teresa sono que le legaba su corazèn (Ms A 79r°). Confidencias de la madré Genoveva. Relato (después del 8 de septiembre de 1890) J.M.J.T. «Pues bien, hija mia, voy a confiarte un pequeno secreto. Un dfa, estando yo en mi celdita, habia hecho una novena a nuestro bienaventurado Padre san Juan de la Cruz. Y oî una voz que, entre grandes consuelos, me dijo estas palabras: 'Ser la esposa de todo un Dios', y la voz se detuvo como para hacerme saborear mejor la dulzura de esas palabras... Y luego la voz prosiguiô: 'jQué titulo...!', y la voz se detuvo de nuevo, y continuo: 'jQué privilegio!' Yo no sé, hijita, dônde estaba, pero ciertamente saboreé las alegria del éxtasis, y cuando todo hubo pasado me encontré toda banada en lâgrimas, pero eran làgrimas muy dulces... «De esto hace ya mucho tiempo; yo tenia enfonces tu edad, diecisiete o dieciocho anos. Pero me quedô tan fuertemente grabado este recuerdo, que cuando en las tomas de vélo oia cantar el Amo Christum, creia, hijita, que el corazèn se me iba a salir del pecho... jComprendia la gracia de nuestra vocation...! «Cuando yo era pequena -ténia enfonces unos très anos-, el Sr. de Beauregard venia a menudo a la comunidad donde yo estaba con très o cuatro ninas de mi edad, pero siempre se dirigia a mi: 'Bertrand, pecadorzuela, sube a mi habitation...' Y mas tarde, en el momento de partir, me dijo que le parecia que desde ese mismo momento Dios habia posado su mano sobre mi cabeza... Y no se equivocè... Reza por mi cuando me encuentre ante el que juzgarâ toda justicia... «Hijita, tû puedes decir que Dios ha hecho milagros contigo al conducirte como de la mano... jY tu padre que estaba alli, en tu toma de hâbito...! Pero si ahora Dios lo prueba con el sufrimiento, es porque le tiene reservado un lugar muy hermoso en el cielo». Memoria sobre la madré Genoveva. Relato (primavera de 1892) J.M.J.T. Siendo todavia muy nina, en esa edad en que los nifios aùn no pueden sostenerse entre los brazos de sus padres, la madré Genoveva ya se mantenia erguida: a su padre le gustaba sentarla en su mano, y ella, en vez de tener miedo a caerse, aguantaba asi sin menearse y miraba altivamente a las personas que habia a su alrededor. Y cuando el Sr. Bertrand la dejaba en el suelo, no dejaba de repetir: «jOtra vez, otra vez!» En la casa en que vivia habia muchos inquilinos, entre otros la Sra. de Messemay y otras senoras nobles; habia también un joven llamado Amable. Los modales encantadores de la nina y su talento precoz hacian que todos en la casa la buscasen. Amable habia pegado detrâs de un puerta un gran alfabeto para ensenar a leer a la pequena Clara, a la que gustaba mucho este ejercicio; pero en cuanto el bueno de Amable, al terminar la lecciôn, la posaba en el suelo, la nina se escapaba corriendo. Le preguntaban por qué, y ella respondia: «Yo no quiero a Amable, porque me hace muecas». En efecto, Amable, para hacerla reir, se divertia haciéndole muecas que no le gustaban lo mas minimo a la nina. Sin embargo, gracias a ese alfabeto, a los dieciocho meses sabia todas las letras, y poco después, cuando un senor le preguntô si sabia leer, respondiô: «Si, senor, sé leer muy bien; solo el latin no sé leerlo todavia de corrido « (No estoy segura si era el latin o escribir cartas.) «Habia en la casa un senor que sabia varias lenguas. Imaginate Io bonito e interesante que me parecia eso. Asi que iba a menudo a su encuentro y le decia: 'Serior, ^tendria la bondad de decirme en inglés cômo tengo que pedir la merienda a marna?' Y en cuanto me lo decia, bajaba las escaleras de cuatro en cuatro y me iba adonde mi marna para chapurrearle lo que habia aprendido. '<,Pero qué es lo que me estas diciendo?, me decia ella extranada. ^Quieres dejarme en paz?' 'Marna, te estoy pidiendo la merienda en inglés...' Luego volvia a subir corriendo la escalera. 'Serior, (squerria decirme lo mismo en espanol?' Y volvia a bajar mas ràpidamente, recitando mi lecciôn, y cuando llegaba junto a mi marna se la decia toda orgullosa; y como no me entendia, me apresuraba a decide: 'Pero, marna, te estoy hablando en espaüol'. Y hacia lo mismo con otras lenguas, pidiendo a aquel senor que me dijese tal o cual cosa en la lengua en que lo queria saber. «Un dia que mi marna estaba enferma, vino a visitarla el Sr. de Beauregard. Yo estaba sola abajo para recibirle. 'Pequena, me dijo, i,puedo ver a tu madré?' Yo, muy orgullosa de recibirlo, le respondi que si y que yo lo acompanaria si ténia la amabilidad de subir. Pero, hijita, yo no sabia que mi madré estuviese tan enferma, pues el médico habia prescrite que le pusiesen sanguijuelas, y precisamente se las estaban poniendo mientras yo subia la escalera de châchara con el Sr. B. Cuando llegué a la puerta, la abri toda decidida; entonces mi padre se volviô para ver quien habia allî. jCuâl no seria su sorpresa al ver al Sr. de B.! Yo, por mi parte, me quedé muy asustada al ver a mi madré acostada con todo aquel collar de sanguijuelas que le ponian alrededor del cuello. El Sr. de B. dijo a mi madré: 'Senora Bertrand, ya veo que hoy no esta para visitas, volveré otro dia'. Entonces mi padre se deshizo en excusas, pidiendo perdôn por su hija. (Esta tendria en aquellas fechas a Io sumo unos tres anos). Luego acompané al Senor Cura a la puerta, pero ahora toda avergonzada y sin saber qué decide. Entonces lo senti mucho, pero ahora, cuando pienso en esta escena, no puedo por menos de reirme, pues la verdad es que fue cômico. Estando un dia en casa de su maestra, quiso mirar por una ventana alta. Como era muy pequena para llegar, se izô como pudo subiéndose a algo. Pero no sabia que la gata de la maestra esta en la parte de afuera de la ventana, durmiendo sobre una almohada. Asi que, al subirse, la tiré y la gata cayô alla lejos con su cama. No se hizo ningùn dano, pero algunas companeras malintencionadas, felices de tener algo que contar a la maestra, corrieron a buscar la gata y le dijeron a la maestra que Clarita le habia roto una pata tirândola adrede por la ventana. Entonces la maestra le impuso a la pobre nina el castigo mas severo que se estilaba en el internado y que consistia en cubrirse la cabeza con un sombrero penitencial. La actuation de las companeras de la madré Genoveva fue tanto mas ruin cuanto que, al ser mucho mayores que ella, estaban seguras de que la castigarian mas fâcilmente. La madré Genoveva soportô este castigo con una patientia de ângel; no dijo nada para excusarse; ùnicamente, me dijo, «ténia mi corazoncito muy apenado, pero no dije nada en absoluto». La vispera del nacimiento de su hermano pequeno, la madré Genoveva, que entonces ténia nueve anos, estaba con su hermano Julio en una habitation que se hallaba en un edificio separado de aquel en el que estaba la habitation de sus padres. La madré Genoveva, que iba a ser la madrina, no paraba de hablar con su hermano de sus proyectos de futuro para su ahijada, pues estaba segura de que séria una hermanita.»Julio, la llamaré Joé...» Y anadia a este nombre muchos otros que eran sus preferidos. Pero en mitad de la noche, impatiente por ver si ténia ya una hermanita, se levanto, se puso tan solo su faldita y se puso en camino hacia la habitation de su madré. Iba muy despacito caminando de puntillas, pero al llegar al final de su viaje tuvo una gran deception, pues su padre, al oir un ligero ruido, saliô de su habitation y, al ver a su hijita a esas horas de la noche viajando tan ligeramente vestida por la enorme casa, y con riesgo de coger una enfermedad, la rinô por ser curiosa y le dijo que, como penitencia, no sabria hasta el dia siguiente si Dios le habia regalado o no una hermanita. «AI dia siguiente por la mahana, dice Ia madre Genoveva, mientras yo desayunaba con mi hermano, vi entrar a mi padre que, poniéndose junto a Julio, se quito majestuosamente el sombrero y le dijo saludândolo: «Julio, te anuncio que tienes un hermanito». Puedes imaginarte mi decepciôn... Julio estaba radiante y me decia con ironia: «Lo llamaré Joé, lo llamarâ asi, lo llamaré asâ...». Y decia todos los preciosos nombres que la madrinita habia decidido poner a su ahijada. Sin embargo, el dia del bautizo estuvo contenta, pues tuvo un companero, que se llamaba Armando, que le régalé un hermoso par de guantes y unas deliciosas almendras garrapinadas. «Cuando llegamos a la iglesia, el sacerdote que celebraba el bautismo, tras las ceremonias de costumbre, pregunté: '-^Qué nombre queréis dar la niho? -Armando, me apresuré yo a responder. -No existe ningùn san Armando, respondié el sacerdote, escoged otro nombre. -Se llamarâ Augusto, dijo mi padre. -<,Por qué, me dijo por lo bajo mi companerito, por qué no dijiste Bonifacio? Yo me llamo también asi. -Bueno, no podia adivinar que te llamases Bonifacio, ténias que habérmelo dicho antes'. Ya habia sufrido muchas decepciones, pero todavia no habia llegado al final: cuando llegamos a la sacristia, no dijeron que firmâsemos. Armando firmé, pero cuando me llegé el turno a mi, como no sabia hacerlo, dije sin desconcertarme lo mas minimo: 'Armando, firma por mi'. Pero el sacerdote se dio cuenta y me dijo: '<,Cémo? jUna madrina que no sabe firmar...?' Imaginate mi confusion... «Perdi de vista a mi companero, pero dos anos después me mandaron a hacer un recado a casa de sus padres; nos saludamos muy educadamente respeto, pero cuando terminé la visita, estando ya en la puerta del jardin, su madre, que era de una cortesia exagerada, Ιο riné muy fuerte diciéndole: 'jMaleducadol, ^cémo dejas como permites que esta senorita vuelva sola, sin acompanarla hasta la puerta?' Armando corrié enseguida detrâs de mi lagrimeando: '-Perdôn, senorita, discùlpeme. -Pero, Seôor, no hay de qué, usted no me ha ofendido'» Tras muchas ceremonias, reverencias y cortesias, la ilustre senorita de once anos se séparé, riéndose con todas las ganas, de su antiguo companero convertido ahora en un senor tan cortés y bien educado. Detrâs de la casa habia un espacio cubierto donde se podia caminar. El techo daba a la casa de un vecino que ténia unas magnificas acacias cuando estaban en flor. La madre Genoveva, con su primita y sus hermanos se divertian mucho pasando a través de una bu hard ilia para ir a cortar hermosos ramos de flores y luego hacer una solemne procesién por el tejado. Pero la cosa no le gustaba al Sr. Bertrand, que decia que los ninos le rompian las pizarras; y asi, en cuanto oian el menor ruido, se apresuraban a volver a entrar a toda prisa por la ventana. El Sr. Bertrand tenia un certificado que Io autorizaba a llevar una condecoraciôn. La madré Genoveva pensé que también ella deberia llevar una; asi que comprô una, de plomo y se la llevô a la Sra. de Messemay, que la queria mucho; este seriora le puso una preciosa cinta blanca para que la sujetase a su vestidito. Un senor, al verla asi, le dijo: «Pero, criatura, Rienes autorizaciôn para llevar esa condecoraciôn? No puede llevarse sin permiso». Se Io decia en bromas, pero Ia madre Genoveva contesté con comica gravedad: «Senor, papa Ia tiene». Al lado de la casa habia un muchachito que vendia flores de lis pintadas en pedazos de tela. La madre Genoveva le comprô uno y después de recortar la flor, lo pegô en un banderin blanco y se lo régalé a su hermanito; a los demâs ninos les parecia tan bonito, que querian comprârselo, pero ella no se lo quiso vender. Un dia en que el pequeno Augusto estaba sentado en un mueble de una sala de la planta baja, y se habia quedado la puerta abierta, pasaron unos locos, y, al ver a aquel niôo que ténia en la mano su banderita blanca, le dieron con la hoja de su sable en las piernecitas, con peligro de rompérselas, y todo por odio a la flor de lis. El Sr. Bertrand cogiô a su hijo, que por suerte no ténia mas que algunas magulladuras, y se fue al ayuntamiento a ensenar las piernas del nino y pedir justicia. Habiéndose ido la senora de Messemay para otra ciudad, la madre Genoveva y su prima se imaginaron que en el gran armario donde antes guardaba sus hermosos vestidos igual podian encontrar alguna cosa, dejada alli, para sus munecas. Como la madre Genoveva era la mas pequena, se encargô de hacer la exploraciôn; asi que subiô de estante en estante, pero no encontre ni perlas, ni cintas, ni el menor trocito de seda o de bordado. Totalmente decepcionada, bajô del gran armario. Sin duda sin darse cuenta, dio un empujôn al mueble; el caso es que en cuanto la nina puso pie en tierra, apenas hubo dado un paso hacia un lado cuando el gigantesco armario cayô y se rompiô con gran estrépito. La senora de Bertrand llegô toda asustada, pensando encontrar aplastada a una de las ninas, pero su hija no ténia nada, ni siquiera un solo rasguno. La madre Genoveva no podia por menos de decir que, sin una ayuda de tipo extraordinario, el armario tenia que haber caido sobre ella y matarla. La madre Genoveva ténia un cuervo que se llamaba Santiagôn. Lo dejaba en libertad, y cuando queria hacerlo volver, se ponia a la ventana y lo llamaba: «Santiagôn, Santiagôn», y el pâjaro se apresuraba a volver de inmediato. «Me gustan mucho los cuervos, me dijo la madre Genoveva. En la vida de los santos se habia de ellos muchas veces: uno de ellos era el encargado de alimentar a san Pablo, el primer ermitano, y Dios se sirviô a menudo de estos pâjaros para hacer prodigios. Yo queria mucho a mi Santiagôn; a mi madré no le gustaba lo mismo, y, cuando el cuervo venia a su habitation, ella se apresuraba a ahuyentarlo; pero mi amigo veia venir el golpe: con gran elegantia, volaba sobre la cama o sobre la mesa donde mi madré habia dejado la labor de punto y le tiraba todas las agujas, y luego se marchaba graznando con aire burlôn sin haber recibido un solo golpe. «Viviamos por aquel entonces en una casa alejada de la ciudad; por eso, para hacer venir al cristalero, esperâbamos a que hubiese varios cristales rotos, y, en su lugar, pegâbamos papel. Una manana, encontramos en el comedor, en el que todavia no se habia levantado la mesa, todos los vasos volcados. Nuestra sorpresa fue grande, pero no durô mucho, pues no tardamos en comprender que habia sido obra de nuestro Santiagôn. En efecto, por la noche habiamos oido ruido: era mi pâjaro que habia perforado valientemente los cristales de papel para entrar en la sala y luego habia estado volando âgilmente por encima de la mesa; con su patita, habia volcado suavemente un vaso, de manera que el vino que quedaba le cayô en el pico, que él habia tenido cuidado de poner debajo de la mesa; la misma ceremonia habia tenido lugar con todos los demâs vasos, de los que ni uno solo se rompiô. Pero si a Santiagôn le gustaba el vino, no le gustaba menos la carne. Un dia, dos religiosas estaban a punto de sentarse a la mesa en una de las habitationes de la planta baja; pero mi Santiagôn lo divisé y, saltândole encima, se lo llevô, mientras las pobres religiosas se quedaban boquiabiertas. En esta ocasiôn, por mas que lo llamé, no me respondié hasta que no hubo dejado nada de su asado, que comiô cômodamente instalado sobre un tejado vecino. «Era también muy piadoso e iba a la iglesia en compania de las religiosas, se ponia en su reclinatorio y danzaba haciendo exactamente los mismos movimientos que ellas, (cantando): «cua-cua-cua, cua-cua» en el mismo tono en el que las hermanas decian sus rezos. Santiagôn tuvo un final digno de él, pues muriô en la pila de agua bendita de la iglesia. El Sr de B(eauregard), ademâs de reprocharle sus rizos, también la reproché por llevar collares. «Yo llevaba por entonces unos collarcitos, como era la moda. Eran, con todo, muy sencillos, pero, no sé por qué, al Sr. de B. no le gustaron y me dijo que no los volviera a llevar. Esta vez tuve que hacer un sacrificio, (pues), cuando se lo dije a mi madré, ésta me respondié: «Hija, tienes que obedecer a tu confesor». Desde entonces no usé mas los collarcitos, que, sin embargo, eran muy monos. Tenia también un chai rojo que le desagradaba mucho; sin embargo, yo no sentia vanidad al llevarlo, pues no era mas que un chai indio que yo habia dado a la hija de un granjero para que me lo terminara. En la iglesia, mi madré y yo nos colocâbamos cerca del banco de los sacerdotes frente al pùlpito. Habia también trente a nosotras dos personas de mala catadura, a las que yo no les prestaba la mas minima atencién. No ocurria Io mismo con ellas, pues, sin que yo me diera cuenta, se pasaban todo el tiempo de la misa observândome y tratando de hacerme reir haciendo muecas. «En el banco de los sacerdotes habia un joven clérigo que se llamaba Sr. Duchesne. Yo no Io conocia mas que de vista y nunca habia hablado con él. Un dia, Io encontre en la calle donde vivian las dos personas de que te he hablado; yo estaba en una acera y él en la otra. Lo saludé, como tenia por costumbre hacer con todos los sacerdotes, y segui mi camino; pero apenas habia dado unos pasos, cuando unas personas conocidas salieron de su casa pidiéndome que entrase. 'Senorita Bertrand, me dijeron, ^no sabe lo que se dice de usted? Pues mire enfrente'. Yo miré, y vi en la casa que me indicaban a mis dos vecinos de la iglesia que se reian, que hablaban fuerte y que hacian grandes demostraciones de alegria. Yo no entendia nada de todo aquello, pero las personas que me invitaron a en entrar en su casa me lo explicaron: 'Senorita, nos sentimos en la obligation de informarla de la calumnia que le han levantado: esas persona que esta viendo reirse la llaman a usted portodas partes senorita Duchesne, dicen que en misa usted le dirige sonrisitas al joven sacerdote que esta delante de usted, y van a la iglesia solo para espiarla'. «Yo contuve la emotion y les agradeci la advertentia; pero, cuando llegué a casa, me arrojé, deshecha en lâgrimas, en brazos de mi madré. Cuando supo el motivo de mis lâgrimas, se quedé tan aténita como yo ante esa negra calumnia que nada podia justificar, ya que las personas que la habian inventado nunca habian tenido relation alguna con nosotros. Inmediatamente sali con mi madré y nos fuimos directamente a su casa; su sorpresa fue grande al vernos entrar. 'Senoras, les dijo mi madré, he venido a preguntarles qué dano les ha hecho mi hija para que se hayan atrevido a atacar de esa manera su réputation...' Nuestras interlocutoras se quedaron sin decir palabra, y yo prosegui: 'Ustedes, senoras, dicen que yo le dirijo sonrisitas a un joven sacerdote que se encuentra trente a mi en la iglesia; para lograrlo, ustedes no saben ya qué muecas inventar; yo no recuerdo haber sonreido nunca, pero sepan que si me ha sucedido alguna vez, solo han sido sonrisas de compasién'. Después de esta visita, no he vuelto a oir hablar de esas personas, ni siquiera las he vuelto a ver. J.M.J.T. «A mi hermano pequeno le gustaban mucho las alcachofas crudas, pero yo no se las daba todavia, por miedo a que le hiciesen dano. Un dia, escondié una en el bolso y fue a regalarse él solo lejos de la casa. Cuando volvié, le noté, por sus dientecitos negros, que habia comido del fruto prohibido: 'Augusto, jhas vuelto a corner alcachofas!' Su sorpresa fue grande. 'Pero, querida Clarita, quién ha podido decirtelo? jEs increible...! jMe habia escondido tan bien...! <,Es que lo sabes todo...?' Otra vez, al volver del internado, me dijo: jSi tù supieras, querida Clarita, como nos gustan las fiestas del Santisimo Sacramento! Imaginate que todo a Io largo de los caminos del jardin has y unas estupendas plantas de fresas. Cuando suena Ia campanilla, inmediatamente nos prosternamos todos con tal diligencia, que nuestro superior se queda encantado; pero tù, querida Clarita, ya estas pensado, jy piensas bien!, que no perdemos el tiempo: nos comemos fodas las fresas que nos caen al alcance de los dientes'. «Me gustaba mucho oir cantar a las carmelitas. A menudo asistia alii el domingo a visperas con mi hermanito. El era prudente y se mantenia muy recogido, aunque con frecuencia el oficio le parecia un poco largo. Y cuando el coro hacia una pausa -por ejemplo, para decir el Pater noster-, enseguida Augusto me tiraba dei vestido diciéndome por Io bajo: 'Se acabô, vamonos ya, Clarita'. Pero pronto el canto volvia a comenzar, y mi pobre hermanito se veia obligado a volver a la oraciôn, esperando una nueva pausa que le permitiese renovar su deseo de salir. Sin embargo, yo no abandonaba Ia capilla hasta que las visperas habian terminado por completo. «Tras Ia muerte de mi madre, yo iba con frecuencia a visitar a mi prima Teresa; sentia que su piedad y su experiencia podian serme muy provechosas. Pero a mi hermanito sus conversaciones le parecian demasiado serias: se movia, daba vueltas a mi alrededor, me tiraba dei vestido y luego, acercândose, me decia muy bajito: 'Ven enseguida, Clarita, que no estoy a gusto mas que contigo'<1>. Enfonces mi prima me decia: '-<,Pero qué le pasa a tu hermanito? jEstâ muy inquieto! ^Quiere algo? -No, no, prima, no es nada, va a estarse muy tranquilo'. Y luego hacia una serial a Augusto, que, al ver que no tenia nada que esperar, me esperaba pacientemente. jPero qué alegria Ia suya cuando saliamos! 'Venga, Clarita, cuéntame un cuento, me gusta tanto escucharte...' Cuando nombraron obispo al Sr. de Beauregard, tenia que escoger confesor. El capellân del Carmelo, Sr. de Rochemonteux, atrajo inmediatamente sus miradas; pero era joven, y la madre Genoveva, que ya sentia vocaciôn, se decia: «No tengo que elegirlo para confesor, pues mi prima Teresa diria: 'Fijate, todos esos sacerdotes jôvenes no valen mas que para entusiasmar a las chicas y enviarlas a un convento'. Mi prima ténia de confesor a un viejo canônigo de la catedral; sin embargo, fui a verla y le dije: -'Querida prima, quiero pedirte un favor: que me escojas un confesor. -No, no, elige el que tù quieras, ya eres Io bastante mayor, y ademâs libre. -Querida prima, tomaré el que tù me indiques...' Estaba segura de que mi prima me orientaria hacia algùn viejo canônigo de la catedral. Sin embargo, como no hacia nada sin antes aconsejarse, oyô hablar del capellân de las carmelitas como de un joven santo, y cuâl no séria mi sorpresa cuando me anunciô que su elecciôn habia recaido sobre el Sr. de Roche(monteux)... Yo disimulé mi alegria y simplemente le di las gracias. Ahora, pensé, ya no podrâ hacerme ningùn reproche cuando sepa lo de mi vocaciôn». (Creo que a quien fue a pedir consejo la anciana prima fue al Sr. Dulys). La madré Genoveva fue por primera vez al Carmelo a la edad de diecisiete anos. Yo no sé si fue para hablar de su vocation, pero ciertamente no fue para pedir entrar; creo que fue para agradecerle al Sr. Dulys su ayuda. Vio a varias Madrés, creo que fue en el torno y no en el locutorio. Una de ellas le dijo: «-Senorita, jouantes anos tiene? -Soy ya muy vieja, senora, tengo diecisiete anos». La madré Genoveva debia de tener alrededor de veinte anos cuando se decidiô su entrada. Las cosas ocurrieron como se cuenta en su Circular. En el locutorio no dejô ver en lo mâs minimo su emociôn, pero cuando volviô a su habitation derramô un torrente de lâgrimas. «Cuando iba al castanar con mi padre, me gustaba ensenar el catecismo a los ninos de la aldea. Comencé con unos pocos, pero pronto corrieron la voz entre ellos: 'jSabes?, la senorita del castanar enseha el catecismo, i,vamos también nosotros?' Asi que pronto tuve a mi alrededor toda una pequena muchedumbre. Me acuerdo especialmente que, un dîa, vinieron a verme dos ninas y me dijeron: '-Sen'ita, ^quieres ensenarnos el catecismo? -<,Cômo no, hijitas? <,Cômo os Harnais?' La menor, que era la mâs gratiosa, se apresurô a contestar: Ύο me Hamo Margarita, Sen'ita, pero me Haman Gothon; usted llâmeme como quiera, me da lo mismo. Pues bien, chiquilla, te llamaré margarita.. <,Y tù como te Hamas?', le dije a la mayor, que era feûcha pero parecia buena y carinosa. '-Yo, Sen'ita, a mi me Haman Madeluche'. Margarita volviô a tomar enseguida la palabra: '^Sabe, Sen'ita? Vengo de casa del maestro, pero no consigo aprender nada, y me gano buenos coscorrones, pero eso no me hace mejore y no hago absolutamente nada. Es verdad, Sen'ita, que soy mâs holgazana que una rata; pero creo que con usted si que voy a aprender, porque no soy tonta y tengo muchas ganas de hacer la primera comuniôn' «Animé a mis dos nuevas alumnas y pronto comprobé que era muy inteligentes; pero todo lo que Madeluche ténia de carinosa y de dôcil, lo ténia Margarita de vivaz y de ardiente. Durante la catequesis, yo iba a esconderme detrâs de una columna de la iglesia, y cuando volvia, preguntaba a las ninas: 'Vamos a ver, Margarita, dime lo que dijo esta manana el Sehor Cura'. Margarita se levantaba, cogia un ângulo del delantal y lo enrollaba entre los dedos: '-E..., si lo sé, Sen'ita. El Senor Cura ha dicho, e..., ha dicho..., si, lo sé..., lo tengo casi en la punta de la lengua... Ha dicho..., ha dicho...' Y la pobre criatura se quedaba ahi. Enfonces yo decia a Madeluche: '-Vamos a ver, <,podrâs decirnos tù algo? -Creo que si, Sen'ita', y timidamente ante el asombro de sus compareras, iba repitiendo todo lo que habia dicho el Senor Cura... «Un dîa, al volver de un sermon, pude ver a Margarita en todos estos estados de ânimo: 'jSabe, sen'ita, que Senor Cura ha dicho que todas las que vayan a la asamblea que va a haber, y (ella misma?) no haré la primera comuniôn este ano? Estoy muy enfadada, pues me habia hecho tantas ilusiones... -<,Y tù?, le dije a Madeluche, «^siente tù no ir a la asamblea? -No, Sen'ita, a mi da igual. -Si, replicô Margarita, yo te conozco bien, <,qué crees?, hazte la santa todo lo que quieras, yo te digo que estoy enfadada por no poder ir a la asamblea'. Otra vez, margarita me dijo: 'Si supiera, Sen'ita, qué preciosa voy a estar el dia de mi primera comuniôn... Mi marna me ha comprado un hermoso vestido blanco y una hermosa cofia, todo muy bonito'. Pregunté a Madeluche como iria vestida ella: 'No lo sé, Sen'ita, no me preocupo lo mas minimo, mi marna me pondra como ella quiera'. Sin embargo, y a pesar de este sorprendente contraste, Margarita hacia progresos reales. Se acercaba el gran dia, pero, jay!, la pobrecita cayô enferma. Yo me apresuré a ir a verla, y en cuanto su madré me vio a lo lejos, corriô a mi encuentro... 'jAy!, Sen'ita, ^como se lo voy a agradecer? Mi hija esta irreconocible: ella, que antes no queria hacer nada, ahora busca la ocasiôn de ser servicial; ya no es la misma; yo no sé como lo ha hecho usted'. «Afortunadamente, mi enfermita se puso pronto buena, y el dia de su primera comuniôn llamô la atenciôn de todo el mundo por su piedad y su elegancia. No ocurriô lo mismo con mi pobrecita Madeluche: '^La has visto?, decian. Esta fea y tiene un aire tonto con su boca abierta...' jAy!, me decia yo por dentro al oir hablar asi, si su rostro no es bonito, su aima es muy hermosa y agradable a Dios. Mas tarde, estando ya en el Carmelo, vinieron a decirme que Margarita me esperaba en el locutorio. Seguia siendo buena y atenta y se hacia querer por todos los que la rodeaban. 'Se acuerda de Madeluche, ^no?, me dijo. Pues sigue igual que cuando usted la conociô. Se ha casado, tiene hijos y es un ejemplo para todo el pueblo'. Si hubiese querido, Margarita habria venido a verme muchas veces mas; pero no hice nada por comprometerla a ello, prefiriendo ir lo menos posible al locutorio. «Otra vez, dos ninos vinieron juntos a verme. '-Sen'ita, ^quiere ensenarnos a leer? -Si, chiquitos, <,cuântos anos tenéis? -Yo, dijo el mayor, tengo seis anos y me llamo Pedro; mi hermano tiene cinco y se llama Juan'. Me puse a explicarles la religion y, entre otras cosas, les recomendé que no dijeran nunca blasfemias, diciéndoles que eso era muy feo y que desagradaba mucho a Dios. Al dia siguiente, Pedro entré en mi casa muy enfadado con su hermanito: '^Sabe, Sen'ita?, usted nos dijo que no dijéramos blasfemias, y Juan acaba de decir una. -^Cômo has hecho algo tan feo, Juanito? -Sen'ita, <,no ténia motivos para hacerlo? jPedro cogiô polvo del camino y me lo echo en la boca...! -Pedro, tu qué eres el mayor, has hecho mal en echarlo polvo a tu hermano en la boca; pero tù, Juan, no ténias que haber dicho una blasfemia'». «El dia que se habia fijado para mi entrada en el Carmelo, yo ténia que estar libre a las 6 de la tarde. Como habia arreglado todos mis asuntos, mi confesor me dijo que, si queria, podia esperar al dia siguiente. Pero yo le respondi: 'Padre, ya que esta tarde quedo libre a las 6, entraré a las 6'. Digame, hija mia, si no fue una buena inspiration: al dia siguiente de mi entrada, recibi una carta de la residencia en la que mi hermano pequeno estaba de interno. Me decia que mi hermano estaba enfermo y que, con mis cuidados y el aire del campo, no tardaria en restablecerse. Asi que, si no hubiese entrado la vispera del dia en que quedé libre, quizâs habria perdido la vocation: los obstâculos que se sucedieron uno a otro me habrian hecho aplazar la fecha y tal vez habrian terminado por impedirme entrar en el Carmelo. «En el Carmelo estaba una de mis amigas, a la que yo habia conocido en el mundo (ella era entonces novicia de velo blanco). Antes de mi entrada, hablaban un dia en la recreation de mi y de otra postulante que iba a entrar prôximamente, pero que encontraba obstâculos a su vocation. Mi amiga dijo simplemente: 'jBueno, con tal que entre la seüorita Bertrand...! La otra no me preocupa, puede quedarse muy bien donde esta! Enseguida varias religiosas comentaron entre ellas: 'jVaya!, ya va a comenzar una amistad particular». «Yo no sabia nada de todo esto. Por eso, cuâl no séria mi sorpresa, después de mi entrada, al ver cômo habia cambiado mi amiga respecto a mi. Me acompaüaba a todos los lugares adonde ténia que ir, pero se mostraba reservada, e incluso fria. Yo no le pregunté qué era lo que habia motivado ese cambio, pero mâs tarde, una vez admitida a pronunciar los sagrados votos, me conté durante la licencia el motivo de su conducta, y admiré su prudentia y su virtud. «El dia de mi profesién, por la maüana, me encontraba tan turbada, que pedi permiso para ir a hablar con mi confesor, y solo por orden suya pronuncié los sagrados votos. «En el monasterio habia varias hermanas que usaban vejigatorios. Poco tiempo después de mi entrada, aparecié una mâs, que no queria decirlo. Un dia, durante el lavado, dijo irreflexivamente: 'Seguro que sor Genoveva tiene un vejigatorio; no quiere decirlo, por miedo a que no se la reciba'. Mi maestra, que estaba présente, al oirlo, pensé que era verdad y que se lo habia ocultado, y desde entonces se mostraba muy severa conmigo. Yo, que no sospechaba nada, seguia conduciéndome con ella normalmente, sin poder explicarme su severidad, que me resultaba incomprensible. Un dia, fui a su celda para pedirle permiso para lavarme los pies. '-<,No tiene nada mâs que pedirme?, me dijo severamente. -No, hermana, creo que no tengo nada mâs. -jCémo, hipocritilla, embustera!, <,no tienes nada mâs que eso? <,Y el vejigatorio que tienes en el brazo y que nos estâs ocultando...?' Mi sorpresa fue supina. Le aseguré que yo no ténia ningùn vejigatorio, pero no consegui tranquilizarla, y tuve que acabar ensenandole los brazos para demostrarle que no la estaba enganando. «Poco tiempo antes de mi toma de hàbito, la buena de la hermana ropera me llamô y me dijo: 'Hermana Genoveva, la voy a tratar como a privilegiada: mire qué capa le voy a dar'. Y sacé del armario la capa en cuestién. Era una capa que habia pertenecido a una monja que habia muerto muy anciana. Como esta hermana habia estado sentada continuamente en un sillon durante los ùltimos anos de su vida, nadie se habia dado cuenta de que su capa era extraordinariamente corta (yo creo que habia encogido a fuerza de lavados) y que estaba totalmente amarilla. «Al verla, se me encogiô el corazôn..., jyo que me habia hecho tantas ilusiones con tener una hermosa capa blanca...! Me entraron muchas ganas de llorar; sin embargo, le di las gracias a la ropera, sin decirle nada de mi pena. Varios dias después, una novicia que acababa de tomar el hâbito, al enterarse de que yo no tendria una capa nueva, se echo a llorar, diciendo: 'jY yo, que tanto habia deseado tener una capa vieja! jQué suerte la de sor Genoveva!' jAy, me dije a mi misma, qué imperfecta tengo que ser! Mi companera llora por que no tiene una capa vieja, jy yo llorando porque la tengo! (La madré priora no permitiô que la madré Genoveva llevase aquella capa, que, aunque era pequena de estatura, no le llegaba ni a las rodillas.) «Yo ténia el oficio de ropera, junto con una religiosa joven, y teniamos como primera de oficio a una buena viejecita. Un dia, teniamos una cesta llena de tûnicas para arreglar con urgencia. Mi companera y yo nos dimos tan buena mano, que a la noche toda la cesta estaba vacia. Nos haciamos grandes ilusiones por la sorpresa que le ibarnos a dar a nuestra primera de oficio. Pero cuando llegé la buena anciana, puso manos a la obra como de costumbre, sin decirnos una sola palabra. Las dos nos miramos consternadas, pero mi joven companera no tardé en tomar la palabra: 'Hermana, <,no esta contenta? Fijese lo bien que hemos trabajado... Perdén, hermanitas, no sabia que hubierais hecho por mi toda esa labor; yo creia que habiais trabajado por Dios, y por eso no os di las gracias; pero ahora que lo sé, os estoy muy agradecida... Gracias..., gracias, queridas hermanitas'. Puedes imaginarte, hijita, la impresién que nos produjeron esas palabras; tanta, que también nosotras tuvimos la tentacién de volver a empezar. «En Poitiers era costumbre que la ùltima profesa fuese la tercera enfermera; asi que, enseguida de profesar, me pusieron en esta oficio. Pero era tan torpe, que no podia tocar nada sin dejarlo caer. Un dia, me pusieron en las manos un plato de ciruelas, recomendândome que lo llevara con cuidado; pero apenas hube dado tres pasos, jcataplùn!, el plato a tierra y las ciruelas por el suelo. La madré priora, los dias que yo rompia algo, como castigo, no me dejaba comulgar. Una manana, antes de Misa, rompi un objeto. Estuve muy tentada de no decirlo hasta después de la Misa, pero pensé que no debia hacer eso, pues sabia que nuestra Madré me quitaria la comuniôn si se enteraba. Asi que fui a decirselo: '-Madré, acabo de romper tal cosa. -Quitese la capa, hermana Genoveva'. «En la enfermeria habia una hermana de velo blanco, la hermana Radegunda, que era una verdadera santa. El olor que despedia a su alrededor era tan repelente, que, la vispera de su muerte, el médico que la atendia solo se quedô muy poco tiempo, y, al salir dei monasterio, fue a pedir a las tornera algo de beber, pues le fallaba el corazôn. 'Estas mujeres, dijo, tienen que ser muy santas para soportar semejante olor, jno se puede soportar!' Pues bien, hijita, el dia de su muerte desapareciô todo el mal olor. Fue un verdadero milagro, pues no esperâbamos poder velaria, como nos habia dicho el médico. En vez de eso, alrededor de su lecho se respiraba un auténtico perfume. Era verano y hacia mucho calor. jCon qué alegria y devociôn me entregué a prepararle coronas de rosas y a cambiarlas enseguida cuando se marchitaban...! «Habia en la enfermeria una enferma que, para cerrar las mangas de la tûnica, ténia un gran nûmero de cordoncitos (creo que eran veinticuatro). Un dia, me pidiô que le cambiase los cordones, que estaban ya muy gastados. Me fui enseguida a buscar a la primera enfermera para pedirle cordones; ella me indicé dônde estaban, e hice ese trabajo, que fue un poco largo. Cuando terminé, fui a llevarle mi trabajo a la enferma, que se puso muy contenta. Pero no tardé en venir a buscarme la enfermera: 'Pero, sor Genoveva, ^qué has hecho? Has puesto cordones nuevos a la tûnica. Ténias que haber dado la vuelta a los que ténia. -Gracias, hermana por decirmelo; ya voy a descoser los que he cosido y a poner los viejos'. Y volvi a toda prisa al lado de la enferma, rogândole que me devolviese la tûnica. -Pobrecita, me dijo, cuânto trabajo te doy. -No se preocupe, hermana, pronto se la vuelvo a traer'. Y volvi a comenzar mi trabajo, pues ténia mucho miedo a cometer una falta contra la santa pobreza». 3. Textos diversos En esta secciôn recogemos la mayor parte de los textos que Teresa conservaba en el cajôn de la mesa de su celda o dentro de los libros que ténia a su uso, clasificados por orden cronolôgico. Los demâs textos son de escaso interés o dificilmente comprensibles. 24 de noviembre de 1888. Testamento de san Juan de la Cruz (copia) La primera fiesta de san Juan de la Cruz que Teresa, postulante, vive en el Carmelo. Habria tornado el hàbito por estas fechas si el seüor Martin no hubiese caido enfermo. Se trata, sin duda alguna, de la copia del billete que escribiô Teresa ese dia. Publicado en VT, n° 94, abril 1984, p. 157 Testamento de N. Padre San Juan de la Cruz Hija mia, a ti te dejo mi pureza de intention... Me imitarâs privândote por Dios de todo consuelo e inclinando tu corazôn a elegir siempre preferentemente todo lo que cause menos satisfaction a tu gusto, tanto si viene de parte de Dios como si viene de las criaturas... A esto es a lo que se llama amar a Dios de verdad... Primavera (?) de 1889. Notas del retiro (P. Pichon). Copia Publicadas en VT, n° 30, abril 1968. Teresa copiô en limpio, de su propia mano, varios extractos de dos retiros del P. Pichon: octubre de 1887 (cf VT n° 29, enero 1968, p. 68) y mayo de 1888. En Cta 89 (26/4/1889) y Cta 197 (17/9/1896) citarâ varios de estos textos. Su copia la habia hecho sirviéndose de notas tomadas por otras hermanas. Cf CG, p. 478, notas. «La caridad, dice san Alfonso Maria de Ligorio, consiste en soportar a los que nos resultan insoportables». Cuando los santos estaban a los pies de N.S., era cuando encontraban la cruz. La santidad. Es mas heroica, mas sublime, pero esta también mas a nuestro alcance. Consiste en gémir, en sufrir y en tener patientia en nuestras miserias... «Todos, dice el P. (de) Ravignan, tenemos distractiones en la oration; apenas si podemos, durante un minuto, rezar un Ave Maria, ni guardar la presencia de Dios. Para ello se necesita valor y una santa energia... jLa santidad! Hay que conquistarla a punta de espada. Es necesario sufrir..., es necesario agonizar. Jesûs sufriô con tristeza... ^Podrâ sufrir el aima sin tristeza...? jLos mârtires sufrieron con alegria... y el Rey de los mârtires sufriô con tristeza...! Y la primera palabra de su agonia fue: «jMe muero de tristeza!» jN.S. tiene miedo a su câliz amargo, tiene miedo de su santa vocation...! Esos miedos que me conturban puedo, pues, ofrecérselos... N.S. se conturba, tiene miedo... No conserva la sangre fria... jNo permanece impasible...! Y yo me reprocho mis turbationes..., mientras que Jesûs me enseüa que son meritorias... Jesûs... siente rechazo... Siente rechazo y repugnantia ante su vocation sagrada... y su sangre fluirâ de todos sus miembros como prueba de ese rechazo y de esas repugnantias... ^Y me extrano yo de experimentar repugnantia ante las angustias de la naturaleza...? N.S. Ilega has el tedio, un sentimiento bien bajo en un aima generosa... Suprimamos los tedios y los sentimientos de abandono..., 6y donde quedarân nuestras pruebas? Y yo creia que no habia que sufrir pobremente, miserablemente... «jDios nos libre, decia un santo, de sufrir noblemente, reciamente, generosamente!» Sin esta cruz intima del desaliento, no lo olvidemos, todas las demâs no serian nada... ABANDONO jEnsanchad el corazon...! jDilatad vuestra alma...! «Amad a Jesûs con locura, decia el P. de Ponlevoy, y para escapar de su brazo jarrojaos en su corazôn...! j El camino de la concienda no es el camino del corazôn...!» «Que Dios, dice el bondadoso san Francisco de Sales, que Dios sea en adelante el Dios de vuestro corazôn, y no el Dios de vuestra concienda, de vuestra inteligencia, de vuestra voluntad... jLos homenajes de vuestra concienda y de vuestro respeto...! jDios esta ya harto de ellos...! «Cuando en un corazôn anida el fuego del amor, todos los muebles vuelan por las ventanas». No seâis, pues, esclavos, haceos ninos... Ocupad vuestro lugar en el corazôn de vuestro Esposo... jEn Dios, estais en vuestra casa...! San Francisco de S. decia: «Ponedle buena cara a vuestra aima, dirigidle una sonrisa, una palabra amable». «jCorazôn mio, amigo del alma, caminemos juntos! jEn nombre de Dios, ten anirno...!» Tened paciencia con Dios, pero jtened paciencia con vosotros mismos! Tenemos que animarnos a nosotros mismos, y mientras nos animemos, no cosecharemos mas que valentia... jHay que ser grande con uno mismo...! Una gran pobreza espiritual bien aceptada es un gran tesoro. 24 de noviembre de 1891. Testamento espiritual de san Juan de la Cruz 1891 es el ano del tercer centenario de la muerte de san Juan de la Cruz. Teresa hizo muchas estampas, con reliquia y sin ella, para venderlas con ocasiôn de esas fiestas. Texto citado en CG, p. 618. J.M.J.T. Testamento de N. Padre san Juan de la Cruz, 1891 Hija mia, a ti te dejo mis desasimiento interior. El alma que quiere poseer a Dios por entero debe renunciar a todo para darse por entero a este gran Dios... 19 de marzo de 1892. Testamento de san José. Copia Se trata seguramente de la copia del «testamento» extendido por Teresa en la fiesta del Santo. T. de N. P. José Hija mia, a ti te dejo las llamas divinas que el santo Nino encendiô con su hermosura en mi corazôn, que se convirtiô asi en una hoguera y en un homo del mâs tierno y puro amor. Τύ participeras de él en la medida en que no tengas ningûn apego a las cosas creadas. Si tu corazôn esta completamente desnudo y purificado, le servira de lecho al santo Nino Jesûs, que descansarâ santamente en él... 19 de marzo de 1892 1892-1893. Consejo espiritual. Nota. Respuesta, sin duda, que le dio en el confesonario el confesor extraordinario -desde comienzos de 1892, el abate Bâillon-, cuando Teresa sufria aùn de escrûpulos (cf CG, p. 678+e). J.M.J.T. Si usted no actùa contra su conciencia, aun cuando en ello haya pecado, usted no pecarâ. (El Sr. abate Bâillon.) 1892-1895. Sentencias para estampas. Copia. La mayor parte de estos pensamientos tenian que ser utilizadas para estampas de primera comuniôn, una de las fuentes de ingresos de la comunidad. La tercera cita es de Jer 3; para la séptima, cf Cta 197; la octava, cf Ms A 83v°. i Dulce rostro de Jesûs escondido en la Eucaristia, ten compasiôn de nosotros! Jesûs, tu Eucaristia constituye las delicias de mi aima. Con amor eterno te he amado. Busco un aima recogida para comunicarle mis favores. Que la Santisima Virgen Maria os colme de sus beneficios. Busco un corazôn puro para hacer en él el lugar de mi reposo. La fe conduce a la confianza y la confianza al amor. (S. Alfonso de Ligorio). Estamos en continua comunicaciôn con Dios, que no cesa de hablar a nuestros corazones por medio de inspiraciones, inclinaciones e impulsos interiores. (S Francisco de Sales). jMaria, Madré mia del cielo, protege y guarda a mi madré de la tierra! iMaria, que en este dia tan grande todos mis seres queridos se vean colmados de tu beneficios! Maria, tu que enjugaste las primeras lâgrimas de Jesûs, fortalece nuestra debilidad a auxilianos en las pruebas de la vida. (Mons. de la Martinière.) 20 de febrero de 1893. Exhortation del canônigo Delatroëtte. Notas Caligrafia muy apresurada. Parece que se trate de notas que Teresa tomô de memoria, al salir de la ceremonia de la prestation de obediencia en el coro, cuando la election de la madré Inès. El Sr. Delatroëtte habia pronunciado una exhortation en presencia de toda la comunidad. El titulo a lâpiz fue anadido después. Algunas lineas se encuentran citadas en CG, p. 690. J.M.J.T. Nuestro Padre, el dia en que sor Inès fue elegida priora ... Cuando usted oyô pronunciarsu nombre, solo respondiô con lâgrimas. Y yo entiendo sus temores: usted es joven, sin mucha experiencia. Pero tenga anirno, querida hija, Dios se sirve a veces de los instrumentos mas débiles en apariencia para realizar su obrar y trabajar para su gloria. Ademâs, usted tiene un alma recta y sencilla. Su santa Madre Genoveva la ayudarâ, esfuércese en imitar los preciosos ejemplos que ella le ha dejado. Yo puedo decide, sin faltar a la discreciôn, que si la mayoria de sus hermanas han pensado en darie sus votos, es porque han observado que usted trata de imitar las virtudes que le ha visto practicar. Ella sera su sostén; y ademâs, en sus dificultades, usted podrâ recurrir a la Madre a quien tanto ama, y ella la aconsejarâ y la orientarâ; usted encontrarà siempre en ella una ayuda. Ahora, querida hija, usted va a estar al trente de sus hermanas, que le darân el nombre de Madre, y a las que guiarà con dulzura pero también con firmeza. Si entre ellas se encontrase alguna que le resuite poco simpâtica, usted se llenarâ aùn de mâs amor hacia ella. La sencillez que la caracteriza le indicarâ lo ha de hacer. Y ademâs, se lo repito, usted tendra siempre a su lado a la digna Madre que usted séria tan feliz de verla continuar en su cargo de priora. 12 de junio de 1896. Deseo del Sagrado Corazôn Billete escrito por Teresa y que la madre Inès régalé en 1911 al noviciado del Carmelo de Saint-Pair (desterrado en Jersey). Lleva al dorso la certification y la firma de la madre Inès y el sello del Carmelo. El original se encuentra en el Carmelo de Saint-Pair (Manche). J.M.J.T. El deseo del Sagrado Corazôn es que imitéis su Amor a los hombres, y sobre todo a los pecadores. Su voluntad es que améis a vuestras hermanas tiernamente y sin césar. La union de corazones, la ayuda mutua y la amistad son signos de predestination, y también el celo or la conversion de los pecadores. 12 de junio de 1896. Comienzos de julio de 1896. «Mil vidas...» Pensamiento sacado del Camino de perfection, cap. 1 ,de santa Teresa de Jesûs. La frase esta escrita , en letra redonda, en la hoja que Teresa tiene en la mano en la foto de VTL, n° 29 (DLTH, p. 267). Cf Cta 198. Mil vidas pusiera yo para remedio de un alma... Santa Teresa. Julio de 1896. Para la fotografia del P. Roulland Nota escrita por Teresa. El P. Roulland habia enviado una foto suya a la madre Maria de Gonzaga (cf Cta 193). Esta nota aparece citada en CG, p. 878+a. Esta fotografia no me pertenece, nuestra Madre me ha dicho que se la guarde en mi mesa, y ella la cogéra cuando la necesite. T. del N. Jesûs, rel. carm. ind. Alrededor del 20 de junio de 1896. Fechas Teresa dio siempre una gran importancia a las fechas de las gracias que habia recibido. Después de las del escudo de armas, al final del Ms A, las actualize) en junio de 1896, seguramente para enviârselas al P. Roulland el 27 de julio (cf MS/NEC, 86r°, 3+) al dorso de su fotografia (VTL, n° 37): una lista idéntica a ésta. Puede comprobarse que Teresa no se acuerda del dia exacto de su curaciôn (linea 4°); en la ùltima linea, «Union apostôlica» con su hermano espiritual, el P. Roulland (cf Cta 189, del 23/6/1896). Teresa enviarâ también estas fechas al abate Bellière el 25/4/1897 (cf Cta 224, CG, p. 977+h). Dias de las gracias que el Senor concediô a su pequena esposa Teresa del Nino Jesûs y de la Santa Faz Nacimiento 2 de enero de 1873 Bautismo 4 de enero de 1873 Santa muerte de mi madre 28 de agosto de 1877 Curaciôn milagrosa por N. S. da las Vict. mayo de 1883 Primera comuniôn 8 de mayo de 1884 Confirmation 14 de junio de 1884 Dia especialisimo de gracias 25 de diciembre de 1886 Audientia con S. Sant. Leon XIII 20 de noviembre de 1887 Entrada en el Carmelo 9 de abril de 1888 Toma de hâbito 10 de enero de 1889 Profesiôn 8 de septiembre de 1890 Toma de vélo 24 de septiembre de 1890 Santa muerte de mi padre 29 de julio de 1894 Union apostôlica 28 de junio de 1896 21 de noviembre de 1896. Cartas de Teôfano Vénard Copias publicadas en VT, n° 81, enero 1981, pp. 60-62 («Cuaderno de escritura» de Teresa, secciôn III). La fecha del 21 de noviembre de 1896 (67° aniversario del nacimiento de Teôfano Vénard) précisa la época en que Teresa trabô conocimiento con el joven misionero mârtir, uno de sus amigos predilectos hasta el final de su vida. De esta selecciôn de cartas sacarâ ella algunos de los temas de su poema de febrero de 1897 A Teôfano Vénard (P 31) y todas las citas de su carta de despedida a sus hermanas carmelitas (Cta 245). 21 de noviembre de 1896 Extracto de las cartas que escribiô en Tong-King el angélico mârtir Juan Teôfano Vénard ... Espero en paz el dia en que me sera dado ofrecer a Dios el sacrificio de mi sangre. No afioro la vida de este mundo, mi corazôn tiene sed de las aguas de la vida eterna. Mi destierro va a concluir; ya estoy tocando el suelo de patria verdadera, la tierra se aleja, el cielo se entreabre. jAdiôs...! Un dia nos volveremos a encontrar en el paraiso y gozaremos de la verdadera felicidad en compania de Dios, de la Virgen inmaculada, de los ângeles y de los santos... ... Mi pensamiento vuela hacia la eternidad, jel tiempo se esta acabando...! Tengo la espada suspendida sobre mi cabeza, mi corazôn esta sosegado como un lago tranquilo o un cielo sereno. Dios cuida mi debilidad, no tengo miedo, me siento feliz... Nada en la tierra me hace feliz; mi corazôn es demasiado grande, nada de lo que la gente llama felicidad en esta tierra puede saciarlo. Aqui estoy, pues, metido en la arena de los confesores de la fe; es gran verdad que el Senor elige a los pequenos para confundir a los grandes de este mundo... No me apoyo en mis propias fuerzas, sino en la fuerza de Aquel que, por la cruz, ha vencido a los poderes del infierno y dei mundo. Madré inmaculada, cuando caiga mi cabeza bajo el hacha del verdugo, recibe a tu humilde servidor, como el racimo maduro de uvas cae bajo la cuchilla, como una rosa florida cortada en tu honor. jAqui estoy, rendido a esta hora que todos nosotros tanto hemos deseado! î El martirio... ! Este ha sido el sueno de mis anos jôvenes... Cuando era pequenito, me decia a mi mismo: Yo también quiero ir a Tong-King, yo también quiero ser mârtir. jOh curso admirable de la Providencia, que en medio del laberinto de esta vida me ha conducido hasta Tong-King, hasta el martirio! Me habria encantado seguir trabajando, jhe amado tanto a esta misiôn! En vez de mis sudores, le daré mi sangre. Un leve golpe de sable cortarâ mi cabeza, como flor primaveral que el dueno del jardin corta para deleitarse. Todos nosotros somos flores plantadas en esta tierra y que Dios corta a su tiempo, un poco antes o un poco después. Uno es la rosa empurpurada, otro el lirio virginal, otro la humilde violeta. Tratemos de agradar, segùn el perfume y el resplandor que se nos ha dado, al soberano Dueno y Sehor. Yo, humilde efimero, me marcho el primero... Mira, pues, a tu hermano, con la corona de los martires coronando su cabeza, con la palma de los triunfadores levantada en su mano. Un poco mâs, y mi aima dejarâ la tierra, acabarâ su destierro, conduira su combate. Subo al cielo, toco ya la patria, consigo la victoria. Voy a entrar en la morada de los elegidos, voy a ver bellezas que el ojo del hombre nunca ha visto, a escuchar armonias que el oido nunca ha oido, a disfrutar de alegrias que el corazôn del hombre nunca ha saboreado. Pero antes es necesario que el grano de trigo sea molido, que el racimo de uvas sea prensado. <,Seré yo un pan y un vino que agrade al paladar del padre de familia? Asi lo espero de la gracia del Salvador y de la protecciôn de su Madré inmaculada. Y precisamente por eso, aunque esté todavia en la arena, me atrevo a entonar el cântico del triunfo, como si ya estuviese coronado como vencedor. El bienaventurado mârtir naciô el 21 de noviembre de 1829 y fue bautizado ese mismo dîa. Recogiô la palma el 2 de febrero de 1861. Diciembre de 1896. Boletin del Sagrado Corazôn Este texto, que Teresa copié, le sirvié para su carta del 25 de abril de 1897 al abate Bellière (Cta 224, en CG, p. 977+a). J.M.J.T. Extracto del Boletin del Sagrado Corazôn Diciembre de 1896 En una ocasiôn en que yo asistia a la Misa del P. de la Colombière, N.S. le concediô grandes gracias, y a mi también. Pues cuando me acerqué a recibirlo en la sagrada comuniôn, me mostré su Sagrado Corazôn como una hoguera encendida y otros dos corazones que iban a unirse y a abismarse en él, y me dijo: «Asi une mi amor puro a estos très corazones para siempre». - Me dio también a entender que esta union era toda ella para gloria de su Sagrado Corazôn, y que, para ello, queria que fuésemos como hermano y hermana, participes por igual de los bienes espirituales. Alla arriba, al presentar a N.S. mi pobreza y la desigualdad que existia entre un sacerdote tan virtuoso y meritorio y una pobre pecadora como yo, me dijo: «Las riquezas infinitas de mi Corazôn suplirân todo y todo lo igualarân» Vida de la Venerable Marg. Maria escrita por ella misma, p. 347 Vida escrita por los cont., p. 90 1 de mayo de 1897. P. Mazel Texto escrito a lâpiz. Fuertemente impresionada por la muerte de este joven misionero, Teresa hablô de ella al P. Roulland (Cta 226, del 9/5/1897). Cf UC, p. 350-351+c. P. Mazel, nacido en Rodelle (Aveyron) el 22 de sept, de 1871; ingresô en el seminario el 21 de oct. de 1891; ordenado sacerdote el 28 de junio de 1896; partiô el 29 de julio siguiente; acaba de ser martirizado en su capilla de Lo-li. Vicario apostôlico Mons. Chouzy, obispo de Kouang-Si. jBienaventurado mârtir, ruega por mi! (1 de mayo de 1897) Junio de 1897. «Me colmas de alegria» Teresa citô este salmo 91 en el Ms C 7r°, aplicândolo a su prueba de la fe. Lo escribiô con tinta en la ùltima pagina de su Evangelio, al final dei texto de san Juan. Cf CA 13.7.16 y BT, pp. 82-83. Tù, Senor, me colmas de alegria, con todas tus acciones. (Salmo XCI) Junio de 1897. 4. Selecciones biblicas Concordanda pascual (1896 ό 1897) «Teresa copiaba pasajes del Evangelio para concorder y comprender los hechos segùn el relato de cada uno de los evangelistas» (NPPA/G). Un ejemplo importante de esta preocupaciôn de Teresa nos lo ofrece un folio escrito de su puno y letra en 1896 ό 1897: una «concordanda pascual», reproducida en BT (pp. 183-185) y aqui en toda su integridad. Se detiene principalmente en la apariciôn del Resucitado a las mujeres. No sabemos si eso es intencional o si Teresa se proponia completar su «sinopsis» con un segundo folio. JMJ Pasado el sâbado, Maria la Magdalena, Maria la madré de Santiago y Salomé compraron aromas para ir a embalsamar a Jesûs. Y muy temprano, el primer dia de la semana, al salir el sol, llegaron al sepulcro. Y se decian unas a otras: <,Quién nos correrâ la piedra de la entrada del sepulcro?, pues era una piedra muy grande. Al mirar (Mc 16,1-4), de pronto temblô fuertemente la tierra, pues un àngel del Senor, bajando del cielo y acercândose, corriô la piedra y se sentô encima. Su aspecto era de relâmpago y su vestido blanco como la nieve. Los centinelas temblaron de miedo y quedaron como muertos (Mt 28, 2-4). Maria Magdalena, al ver la losa quitada dei sepulcro, echo a correr y fue donde estaba Simon Pedro y el otro discipulo a quien tanto queria Jesûs, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al Serior y no sabemos dônde lo han puesto (Jn 20,1-2). El angel hablé a las mujeres: Vosotras, no temâis, ya sé que buscâis a Jesûs, el crucificado (Mt 28,5). <,Por qué buscâis entre los muertos al que vive? (Le 24,5) No esta aqui: ha resucitado, como habia dicho. Venid a ver el sitio donde habian puesto al Senor (Mt 28,6). Acordaos de lo que os dijo estando todavia en Galilea: El Hijo del Hombre tiene que ser entregado en manos de pecadores, ser crucificado y al tercer dia resucitar. Ellas recordaron sus palabras (Le). El ângel anadié: Id corriendo (Le 24,6-8) a decir a sus discipulos y a Pedro: El va por delante de vosotros a Galilea. Alli lo veréis, como os dijo. Las mujeres salieron corriendo dei sepulcro (Mc 16,7-8), impresionadas y llenas de alegria (Mt 28,8), y no dijeron nada a nadie, del miedo que tenian (Mc 16,8). Después de oir a Maria Magdalena, Pedro y el otro discipulo, al que Jesûs amaba, salieron camino del sepulcro. Los dos corrian juntos, pero el otro discipulo corna mas que Pedro; se adelanté y llegé primera al sepulcro; y , asomândose, vio las vendas en el suelo, pero no entré. Llegé también Simon Pedro detrâs de él y entré en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habian cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparté, entonces entré también el otro discipulo, el que habia llegado primera al sepulcro; vio y creyé. Pues hasta entonces no habian entendido la Escritura: que El habia de resucitar de entre los muertos (Jn 20,3-9). Y Pedro se volvié, admirândose de lo sucedido (Le 24,12). Jesûs, resucitado al amanecer del primer dia de la semana, se aparecié primera a Maria Magdalena, de la que habia echado siete demonios (Mc 16,9). Los discipulos se volvieron a casa, pero Maria Magdalena se quedé fuera junto al sepulcro. Mientras lloraba, se asomé al sepulcro, y vio dos ângeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies donde habia estado el cuerpo de Jesûs. Ellos le preguntan: Mujer, ^por qué lloras? Ella les contesta: Porque se han llevado a mi Senory no sé dônde lo han puesto... Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesûs de pie, pero no sabia que era Jesûs. Jesûs le dice: Mujer, <,por qué lloras?, <,a quién buscas? Ella, tomândolo por el hortelano, le contesta: Senor, si tû te lo has llevado, dime dônde lo has puesto y yo lo recogeré. Jesûs le dice: j Maria ! Ella se vuelve y le dice: jRabboni! (que significa Maestro). Jesûs le dice: Suéltame, que todavia no he subido a mi Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: Subo al Padre mio y Padre vuestro, al Dios mio y Dios vuestro. Maria Magdalena fue y anunciô a los discipulos (Jn 20,10-18), que estaban de duelo y llorando (Mc 16,19): He visto al Senor y ha dicho esto (Jn 20.28). Ellos, al oirla decir que estaba vivo y que lo habia visto, no la creyeron (Mc 16,11). - Cuando las santas mujeres volvian dei sepulcro, Jesûs les saliô al encuentro y les dijo: Alegraos. Elias se acercaron, se postraron ante él y le abrazaron los pies. Jesûs les dijo: No tengâis miedo, id a decir a mis hermanos que vayan a Galilea; alli me verân (Mt 28,9-10). Volvieron dei sepulcro y anunciaron todo esto a los once y a los demâs. Fueron Maria Magdalena, Juana y Maria la madré de Santiago (Le 24,910). Recordatorio dei serior Martin (1894) Publicado en BT, p. 291s. Los textos del recordatorio de la muerte del senor Martin, realizado a finales de 1894, fueron elegidos por Teresa y sus hermanas. La estampa tiene un fina orla para enmarcar un retrato. Aunque disponian de buenas fotografias de su padre, sus hijas prefirieron poner una reproducciôn de la Santa Faz de Tours, en una identification bien significativa. Transcribimos los textos biblicos en el mismo orden en que aparecen en la imagen. Las referencias han sido anadidas por los editores. Gn 15,1 Ego sum merces tua magna nimis (Gn ,1). Le 24,26 ΐ,Νο era necesario que el Mesias padeciera esto para entrar en su gloria? (N.S. a los discipulos de Emaùs). Sal 30,21 Senor, escôndelo bajo el secreto de tu Faz. Al dorso: Sal 29,12 Cambiaste mi luto en danza me desataste el sayal y me has vestido de fiesta (Sal XXX, 12). Is 53,11 Veo el fruto de lo que he sufrido, y mi aima se ha saciado (Isaias). Tb 12,13 Porque eras grato al Senor, la tribulation ténia que probarte (El àngel a Tobias). Sb 3,5-6 ...El Senor lo recibié como sacrifico de holocausto, lo probô como oro en el crisol y lo hallô dignos de si (Sabiduria). Tb 13,17 Y tù te alegraràs en tus hijos, que serân bendecidos y se unirân al Senor (Tobias XIII,17). Pr 20,7 El justo procede sin tacha, jfelices sus hijos después de él! (Prov.). Sal 17,26 Con el misericordioso, Senor, tù eres misericordioso, con el fiel tù eres fiel (Sal XVII,26). Sal 17, Desde el cielo alargô la mano y me agarrô, me saeô a 17.20.22 un lugar espacioso, me libré porque me amaba...,porque tuve présentes sus mandamientos y no me aparté de sus preceptos (Sal 17). Album de la madré Maria de Gonzaga (21 de junio de 1897) Este album de fotografias fue ofrecido por Teresa a Maria de Gonzaga para su santo. Los textos fueron caligrafiados, muchos de ellos en caractères géticos, por la madré Inès, pero con toda probabilidad fueron elegidos por las dos hermanas. Esta selection (publicada en BT, pp. 292296) ofrece un interesante relectura biblica de la vida carmelitana. En ella encontramos la misma atmésfera que en el Ms C. De los cincuenta y siete pie de fotos, treinta y cuatro son citas explicitas de la Sagrada Escritura, y una mas se inspira en ella. (Enmarcando una foto de la madré Genoveva, la fundadora) Mt 5,4 Dichosos los sufridos... Le 1,48 El Senor ha mirado la humillaciôn de su esclava. Le 1,49 El Senor ha hecho obras grandes por mi y por medio de mi. Gn 28,17 (Presbiterio de la capilla del Carmelo) Esta es la casa de Dios y la puerta del cielo... Ap 14,13 (Madré Genoveva, muerta) Dichosos lo que mueren en el Senor, porque sus obras los acompanan. Apoc. XIV. 1 S 18 (Madré Maria de Gonzaga y madré Inès, priora) Y Jonatân 1-3 se encarinô con David, y los dos hicieron un pacto. I Reyes, c. XVIII. Sal 51,10 (Sor San Estanislao) Y yo, como verde olivo en la casa de Dios. Sal LH,10. Sal 49,5 (Un grupo de la comunidad, VTL 18) Congregad ante mi a todos los que se me han consagrado, a los que sellaron mi pacto con un sacrificio. Sal XLIV,5. Ct 6,1 (Grupo VTL 7) Ha bajado nuestro Amado a su jardin, a los macizos de las balsameras, a apacentarse en el jardin, a cortar azueenas. Cant. VI,1. Sal 83,11 (El monasterio, visto desde la huerta) Vale mas un dia en la casa del Senor que mil en las tiendas de los pecadores. Sal LXXXIII,11. Sal 64,5 (Otra vista del monasterio) Dichoso el que tù eliges, Dios mio, para que viva en tus atrios. Sal LXIV,5. Sal 64,5 (Claustro interior y crucifijo) Nos saciaremos de los bienes de la casa del Senor. Sal LXIV,5. Ct 7,13 (Patio, sala capitular, celda de Teresa) A nuestras puertas tenemos toda clase de flores y de frutos exquisitos, y guardamos para el Amado los frescos y los secos. Cant VI 1,13. Ct 7,12 (Claustro del coro) De madrugada iremos a las vinas y veremos si las flores han producido ya frutos. Ct VII,12. Ez 37,13 (El cementerio de la clausura) Y cuando os saque de vuestros sepulcros y os lleve a vuestra tierra, sabréis que yo soy el Senor. Ez. Sal 30,3 (Grupo VTL 33) Tù eres, Senor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve. Sal XXX,3. Sal 132,1 (Grupo VTL 19) Ved qué dulzura, qué delicia convivir los hermanos unidos. Sal. Sal 54,15 (Grupo VTL 16) Eres tù mi amigo y confidente, juntos vamos a la casa de Dios. Sal LIV,15. Le 10,21 (Teresa novicia, VTL 5) Te bendigo, Padre, porque has escondido las cosas del cielo a los sabios y las has revelados a los mas pequenos... Ev. Pr 18,19 (Teresa ay Celina, VTL 26) Un hermano ayudado por su hermano es fortaleza inaccesible. Prov. Dn 12,3 (Teresa y Maria de la Trinidad, VTL 27) El que ensena a su hermano la justicia brillarâ como un sol por toda la eternidad (Daniel). Le 12,32 (Grupo VTL 32) No ternas, pequeno rebano, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros su reino. Ev. Sal 44,11 (Grupo VTL 20) Escucha, hija, mira, inclina el oido, olvida tu pueblo y Ia casa paterna: prendado esta el rey de tu belleza. Sal XLIV,11. Sal 83,7 (Grupo VTL 25) Dichosos los que, al pasar por âridos valles, los convierten en manantial y en cisterna que Henan las aguas del cielo. Sal LXXXIII.7. Ct 2,11 (Sor Genoveva, de novia) Ha pasado el invierno, las lluvias han cesado. Levântate, amada mia, paloma mia, y ven a mi. Cant. Sal 49,14 (Foto quitada) Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza y cumple tus votos al Altisimo. Sal XLIX,14. Ap 19,7 (Sor Genoveva, profesa) Han llegado las bodas del Cordero, su esposa se ha engalanado. Apoc. Sal 62,6 (Sor Genoveva y sor Maria de la Eucaristia, 17 de marzo de 1896) Me saciaré de manjares exquisitos y mis labios te alabarân jubilosos. Sal LXII,6. Jn 4,6s (Maria de la Eucaristia, postulante) Saco agua de la fuente, recordando que un dia una Samaritana alli encontre al Amor. Sal 26,4 (Sor Genoveva, novicia) Una cosa pido al Senor: habitar en su casa por los dias de mi vida. Sal. Sal 15,6 (Sor Genoveva, novicia, con capa) Me ha tocado un lote hermoso, me encanta mi heredad. Sal. (Haciendo de recuadro al grupo VTL 32, profesiôn de Maria de la Trinidad.) Sal 44,15 La llevan con séquito de virgenes. Sal. Ap 14,3 Cantaréis juntos el cântico nuevo. Sal 88,2 (Sor Genoveva con lirios y Teresa con el rosario, VTL 37) Cantaremos eternamente las misericordias del Senor. Sal. Sal 30,22 (Maria de la Trinidad, profesa) Bendito el Senor que ha hecho por mi prodigies de misericordia, poniéndome a salvo como en ciudad amurallada. Sal XXX,22. FIN DE ESCRITOS VARIOS