POESÎAS P P P P P P P P P P P P P P P P P P P P P P P P P P P P P P P P P P P P 1 EL ROCIO DIVINO O LA LECHE VIRGINAL 2 SANTA CECILIA 3 CÂNTICO PARA LA CANONIZACIÔN DE JUANA DE ARCO 4 Ml CANTO DE HOY 5 CANTO DE GRATITUD A LA VIRGEN DEL CARMEN 6 PLEGARIA DE LA HUA DE UN SANTO 7 HISTORIA DE UNA PASTORA CONVERTIDA EN REINA 8 LA REINA DEL CIELO A MARIA DE LA SANTA FAZ 9 A SAN JOSÉ 10 VIVIR DEAMOR 11 EL CÂNTICO DE CELINA 12 Ml CIELO EN LA TIERRA 13 CÂNTICO DE UN ALMA 14 AL SAGRADO CORAZÔN DE JESÛS 15 JESÛS, AMADO MÎO, ACUÉRDATE 16 MIS DESEOS JUNTO A JESÛS ESCONDIDO 17 RESPONSORIO DE SANTA INÈS 18 EL CÂNTICO ETERNO CANTADO EN EL DESTIERRO 19 GLOSA A LO DIVINO 20 CÂNTICO DE SOR MARIA DE LA TRINIDAD 21 Ml CIELO 22 LO QUE PRONTO VERÉ POR VEZ PRIMERA 23 ARROJAR FLORES 24 SOLO JESÛS 25 LAS SACRISTANAS DEL CARMELO 26 AL NINO JESÛS 27 LA PAJARERA DEL NINO JESÛS 28 A MIS HERMANITOS DEL CIELO 29 Ml ALEGRIA 30 A Ml ANGEL DE LA GUARDA 31 A TEÔFANO VÉNARD 32 MIS ARMAS 33 UNA ROSA DESHOJADA 34 EL ABANDONO ES EL FRUTO DELICIOSO DEL AMOR 35 A SOR MARIA DE LA TRINIDAD 36 POR QUE TE AMO, MARIA P 1 J.M.J.T. 2 de febrero de 1893 EL ROCIO (1) DIVINO O LA LECHE (2) VIRGINAL 1 Envuelto en luz de amor, en el blando regazo de tu Madre, joh, mi dulce Jesûs!, te muestras a mis ojos, radiante de amor (3). El amor: misteriosa razôn que te alejô (4) de tu mansion celeste y te trajo al destierro. Deja que yo me esconda bajo el velo (5) que a la humana mirada te disfraza. Solamente a tu lado, joh Estrella matutina!, mi corazôn pregusta un avance del cielo. 2 Cuando al nacer de cada nueva aurora aparecen del sol los rayos de oro, la tierna flor que empieza a abrir su caliz espera de lo alto un balsamo precioso: la rutilante perla matutina, misteriosa y henchida de frescura, es la que, produciendo rica savia, hace abrirse a la flor muy lentamente. 3 Tù eres, Jesûs, la flor que acaba de entreabrirse, contemplando aqui estoy tu despertar primero. Tù eres, Jesûs, la encantadora rosa, el capullito fresco, gracioso y encarnado. Los purisimos brazos de tu Madre querida son para ti tu cuna y trono real. Es tu sol dulce el seno de Maria, tu rocio, la leche virginal. 4 Divino Amado y hermanito mio, columbro en tu mirada tu futuro: jpronto a tu Madre dejaras por mi, pues ya el amor te empuja al sufrimiento! Pero sobre la cruz, joh flor abierta!, reconozco tu aroma matinal, reconozco las perlas de Maria: jes tu sangre la leche virginal! 5 Este rocio se esconde en el santuario, hasta el ângel quisiera poder beber de él: al ofrecer a Dios su plegaria sublime, como san Juan repite: «jHele aqui!». jOh si!, miradle aqui a este Verbo hecho Hostia, eterno Sacerdote, sacerdotal Cordero. El que es Hijo de Dios es hijo de Maria... jSe ha hecho pan de los ângeles la leche virginal! 6 El serafin se nutre de la gloria, del puro amor y del perfecto gozo; yo, pobre y débil nina, solo veo en el copôn sagrado de la leche el color y la figura. Mas le leche es un bien para la infancia. Del corazôn divino el amor no halla igual... jOh tierno amor, potencia incalculable! jMi hostia blanca es la leche virginal! NOTAS P 1 - EL ROCIO DIVINO Fecha: 2 de febrero de 1893. - Compuesta para: sor Teresa de San Agustin. - Publication: HA 98 (once versos corregidos) - Melodia: Minuit, chrétiens. Un capullo de rosa que se abre con los primeros rayos del sol, bajo el efecto del rocio de la maüana: a nadie puede sorprender el encontrarse en el umbral de las Poesias con un simbolo tan teresiano. Con la audacia serena de un nino, y como quien se siente a gusto en el misterio, Teresa va siguiendo el itinerario de ese «rocio celestial». Reconoce su «aroma matinal» en la Flor sangrante del Calvario; vuelve a encontrar su sabor en el Pan de los ângeles», el Cuerpo eucaristico del Serior, el «Verbo hecho Hostia» después de haberse hecho carne por la mediation de Maria. En definitiva, Teresa canta, en su propio tono, y aunque sea balbutiendo, el mismo Ave verum que santo Tomâs de Aquino. Para quien nunca habia compuesto un solo verso era una empresa temeraria hacer sus primeros pinitos abordando un tema tan dificil. Detrâs de la inexperiencia, especialmente en la continuidad y la apropiaciôn de las imâgenes, se revela la capacidad de la autora para hacernos entrar, a través de la modalidad poética, en «misterios mas ocultos y de un orden superior» (Cta 134). Sor Teresa de San Agustin ha contado como pidiô a Teresa esta poesia (Souvenirs d'une sainte amitié, publicados en VT n° 100, pp. 241-255), antes de hacerla practicar Ia caridad de manera heroica al final de su vida (cf Ms C 14r°)... La lactation dei Hijo de Dios por una Madré Virgen es un aspecto de Ia Encarnacion que ha sido cantado por la Iglesia a través de Io siglos. Teresa recibiô esa tradiciôn de la liturgia y de diversos autores espirituales (entre otros, a través de EI Ano Litûrgico de Dom Guéranger). Es también innegable el influjo de la Vida de sor Maria de San Pedro, de la que Teresa de San Agustin era una ferviente lectora. (1) Esta palabra aparece cincuenta veces en los escritos. Como buena normanda, Teresa toma en un principio sus imâgenes de las riquezas de la naturaleza (cf Cta 141). El rocio sera una metâfora de la Sangre de Jesûs (P 15; RP 2, 8r°), del Bautismo (P 28; RP 2, 6v°), o de la Eucaristia (Cta 240). (2) Uso mas bien escaso: catorce veces (de las cuales siete aqui); Teresa nunca digiriô la leche... (3) «Jesûs, . Tù reinas ya en el cielo..., su tarea a tu lado estâ cumplida, y ahora (11) a Jesûs consagra ella gozosa su servicio, su amor, toda su vida. Protege a tu hija, que con frecuencia dice: jacuérdate! 6 Acuérdate también de tu Reinecita, de la que fue «la Huérfana de la Bérézina» (12). Recuerda que tu mano en su camino incierto le fue guia. Recuerda que en las horas de su infancia para Dios conservaba su aima limpia. De sus bucles de oro que encantaban tus ojos, jacuérdate! 7 Recuerda que en la paz del mirador(13) gustabas de sentarla en tus rodillas, y en ellas, murmurando una plegaria, con tus dulces canciones la mecias. En tu rostro un reflejo del cielo ella veia cuando, al mirar tus ojos en el lejano espacio se perdian... y de la eternidad cantabas la belleza. jAcuérdate! 8 Recuerda aquel domingo luminoso: unida a ti tu Reina, en apretado y paternal abrazo, le diste aquella florecilla blanca, y con ella, el permise de volar al Carmelo. Recuerda, joh padre!, que en sus grandes pruebas, del mâs sincero amor pruebas le diste. En Bayeux, luego en Roma, le mostraste los cielos. i Acuérdate! 9 Recuerda que la mano del Santo Padre, en Roma, sobre tu noble frente se posé; mas no pudiste comprender entonces el oscuro misterio doloroso que aquel sello divino en ti imprimia... Ahora tus hijas te alzan su plegaria, y bendices tu cruz y tu dolor amargo. En tu trente gloriosa nueve rayos de cielo se iluminan, jnueve lirios (14) en flor! NOTAS P 6 - PLEGARIA DE LA HUA DE UN SANTO Fecha: agosto de 1894. - Compuesta para: ella misma, en recuerdo de su padre (fallecido el 29 de julio). - Publication: HA 98 (veinticinco versos corregidos). - Melodia: Rappelle-toi. Primera poesia de Teresa para su uso personal y exclusivo. Durante las semanas que siguen a la muerte de su padre, hay un largo fluir de recuerdos, en medio de una gran paz (cf Cta 170). Teresa se encuentra con él en la oration y va hojeando con él el album familiar. »Recuerda», «Acuérdate» es un término importante en su vocabulario, expresiôn de un temperamento apto para grabarlo todo de manera indeleble. En esta poesia histôrico-biogrâfica, pequeno exvoto en el santuario familiar, Teresa dedica una estrofa a los papas Martin, otra a cada una de las cuatro hijas, otra a si misma, y termina con la pasiôn y la glorification del senor Martin. No se trata de una simple evocation, el recuerdo se desdobla ya en una interpretation, como volverâ a hacerlo pronto en su primer Manuscrito. La desafortunada falta de sintaxis (se rappeller de), que ira repitiendo hasta el final, desfigura algunos versos [en el original francés, naturalmente]. En cambio, apenas hay «escoria» en esta meditation lirica, que fluye con soltura. Un ano mas tarde, Teresa retomarâ Ia misma melodia y Ia misma métrica para un gran poema contemplativo en el que recuerda a Jesûs todo Io que él ha hecho por ella (P 15). (1) La senora de Martin habia fallecido diez y siete anos antes, el 28 de agosto de 1877. (2) Sobre Ia certeza que tiene Teresa de que su padre esta en el cielo, cf Ms A 82v°. (3) Que Maria, la hermana mayor, sea la preferida de su padre no es un secreto para ninguna de sus hermanas. (4) Sobrenombre que el senor Martin daba a Maria y que Teresa usa con frecuencia en las cartas que escribe a su padre. (5) Sobrenombre que el senor Martin daba a Paulina. (6) Inès habia sido elegida priora el 20 de febrero de 1893. (7) Leonia, entonces en la Visitation de Caen. (8) Cf Cta 142, 161, 165 y Ms A 82r°. (9) Para Teresa, el sufrimiento nace de una «election gloriosa», de una mirada de la Santa Faz a una persona, una «mirada velada» (Cta 120, 127, 134, 140; Or 12), que imprime en ella la imagen del Siervo sufriente. (10) [En el original francés, «glorieux»] que en el Ms A se aplica cuatro veces a la enfermedad dei serior Martin (20v°, 21 r°, 49v°, 73r°; cf Cta 83 y CA 27.5.6). (11) Asi pues, la decision esta tomada: Celina entrarâ en el Carmelo un mes mâs tarde: el 14 de septiembre. (12) Dos sobrenombres que el serïor Martin daba a Teresa. (13) El mirador de los Buissonnets; cf Ms A 18r° y P 11, estr. 12 y 13. (14) Dado que el cabeza de familia esta ya en la gloria, todos los miembros de la misma estân también potencialmente alli (cf Cta 173). P 7 HISTORIA DE UNA PASTORA CONVERTIDA EN REINA A sor Maria Magdalena en el dia de su profesiôn en manos de la madré Inès de Jesûs. 1 En este dia feliz, job Magdalena!, a tu lado venimos a celebrar el maravilloso enlace, el dulce enlace que une con tu celestial Esposo. Escucha con embeleso esta encantadora historia de una pastorcita humilde a la que un gran Rey llamô para colmarla de honores, y ella respondiô a su voz. Estrib. Cantemos a la pastora, pobrecita de la tierra, a quien el gran Rey del cielo en el Carmelo hoy escoge por esposa. 2 Erase una pastorcita que guardaba sus corderos mientras hilaba la rueca. Admiraba a cada flor y escuchaba a cada pâjaro, y comprendia muy el dulcisimo lenguaje del bosque y del cielo azul. en todo hallaba la imagen que le revelaba a Dios. 3 Ella a Jesûs y a Maria amaba con gran ardor, y ellos, amando a Melania, le hablaron al corazôn. La dulce Reina divina le dijo amorosamente: «^Quieres, Melania, venir conmigo al Monte Carmelo, y llamarte Magdalena y no ganar mas que el cielo? 4 «jOh, nina, deja tus campos, tu rebano deja, nena! Alla arriba en mi montana mi Jesûs y tu Jesûs sera tu ùnico Cordero» (1). Jesûs, a su vez, le dijo: «jOh, ven pronto, que tu alma ha cautivado a la mia! Por prometida te tomo, seras mia para siempre». 5 Dichosa, la pastorcita oyô la dulce llamada, y tras la Virgen, su Madre, llegô a la cumbre del Monte jOh pequena Magdalena!, en este dichoso dia es a ti a quien festejamos. Hoy la pastora es ya reina, y reina junto a Jesûs, que es su Rey y que es su amor. 6 Tù lo sabes, hermanita: servir a Dios es reinar (2). Jesûs, durante, su vida, nos lo ensenô claramente: «Si en la celeste patria quieres ser el primero, procura ser el ùltimo en el destierro». 7 Magdalena, estas contenta con el lugar que te toca en este Monte Carmelo. ôComo no habias de estarlo, si estas tan cerca del cielo? A Marta y Maria imitas (3): orar y servir a Cristo. Esta es toda nuestra vida, nuestra dicha verdadera. 8 Si, tal vez, el sufrimiento, el amargo sufrimiento, visita tu corazôn, haz de él tu dicha y tu gozo: iqué dulce es sufrir por Dios! Y las ternuras divinas te haran muy pronto olvidar que caminas sobre espinas, te parecera volar... 9 Hoy hasta el angel te envidia (4), iquisiera gustar la dicha que tù posees, Maria, siendo esposa del Senor! Muy pronto podras cantar, en el concierto glorioso de los Tronos y Virtudes, del Rey Jesûs los loores, del Rey Jesûs, que es tu Esposo. Estr. final Muy pronto la pastorcita, pobrecita de la tierra, volando, al cielo se ira a reinar con el Eterno. A nuestras Reverendas Madres 10 A vosotras, nuestras Madres, a vuestro orar y desvelos, nuestra hermana Magdalena debe su dicha y su paz. Ella sabra agradeceros vuestro tierno amor materno, pidiéndole a su Maestro que os dé sus dones del cielo. Estribillo Y en vuestras coronas, Madres tan buenas, brillara la flor que hoy a él ofrecéis. NOTAS P 7 - HISTORIA DE UNA PASTORA CONVERTIDA EN REINA Fecha: 20 de noviembre de 1894. - Compuesta para: sor Maria Magdalena del Ssmo. Sacramento, para su profesiôn. La ùltima estrofa esta dedicada a Ia madre Inès y a Ia madre Maria de Gonzaga. - Publication: HA 98 (doce versos corregidos); la ùltima estrofa y ùltimo estribillo, en Poésies, 1979. - Melodia: Tombé du nid. Teresa habia evocado ya, siendo novicia, la historia de «una joven aldeana a quien un rey poderoso viniera a pedir en matrimonio» (Cta 109). «La pastora convertida en reina» es uno de los ternas mâs clâsicos del folclore universal en el campo de las novelas del corazôn. La imagen es de lo mâs apropiada para seducir a Teresa, sensible como es a la alianza del mâs pequeno con el mâs grande, del menos-que-nada con el eterno. Y en este caso, esa imagen se impone por si misma, ya que Maria Magdalena (antes Melania) fue efectivamente pastora (cf RP 7, escena 1). Habia que ser Teresa para escribir un poema tan libre y lleno de chispa dedicado a una novicia de temperamento tan tenso, que se encierra en si misma ante la perspicacia de la Santa. Y sin embargo, Maria Magdalena la quiere: su déposition en el Proceso Ordinario es uno de los mâs bellos retratos de Teresa. Esta, por su parte, nunca perdiô la patientia. En este poema no hay ni una sombra de reticentia, nada que deje adivinar la menor irritation o el menor esfuerzo. El poema es un misterio de amor: el del gran Rey hacia una pobre pastora, el de Teresa hacia su préjimo a quien ama «como la amô Jesûs». Pero es también ella misma que canta sus propias bodas: asume ya el tono de quien va a cantar «eternamente las misericordias del Senor» en el manuscrite A. (1) Cf P 11, estr. 35-36; RP 5, 26; Cta 183. Teresa se acuerda de san Juan de la Cruz: «Ya no guardo ganado» (Cântico Espiritual, cancién 28), pero la consagraciôn exclusive al «ùnico cordero» es una explicitation propia de Teresa que nos recuerda a Apocalipsis 14, 3,4. (2) Cita de san Agustin. (3) A Marta y a Maria: Teresa no se para en las distinciones de «clases», tan marcadas en su época. «Orary servir» es el patrimonio de toda carmelita. (cf RP 4). (4) Idea que gustaba mucho a Teresa. P 8 LA REINA DEL CIELO A SU HUA QUERIDA MARIA DE LA SANTA FAZ 1 Yo buscando estoy a un nino que a mi Jesûs se parezca, a mi ùnico Cordero (1), para esconder a los dos en una misma cunita. 2 Los angeles de la patria envidiarian tal suerte (2); mas yo te la doy a ti: Maria, este nino Dios tu Dios y esposo sera. 3 Te escojo para que seas de mi Jesûs hermanita. ^Deseas acompanarle? jPosaras en mi regazo! 4 Te escondera bajo el manto que cubre al Rey de los cielos. Para tus ojos, mi Hijo sera ya brillante estrella. 5 Para que mi manto pueda cubrirte junto a Jesûs, tienes que ser pequenita, con virtudes infantiles (4). 6 Quiero que en tu frente brillen la dulzura y la pureza. Mas sobre todo te doy por virtud la sencillez. 7 El Dios Uno en Tres personas, que el angel temblando adora, quiere que solo le des por nombre «Flor de los campos». 8 Como blanca margarita que vive mirando al cielo, tù has de ser la flor sencilla del Nino de navidad. 9 El mundo desconocia (5) los encantos de este Rey que se desterrô del cielo (6). Muchas veces tù veras cômo en sus dulces ojitos las lagrimas brillan ya. 10 Tendras que olvidar tus penas para alegrar a mi Nino, bendecir con alegria los nobles lazos que te atan y cantar muy suavemente... 11 El Dios todopoderoso que calma a al mar rugiente, tornando rasgos de nino se ha hecho débil y pequeno. 12 El Verbo, que es la palabra, Palabra eterna del Padre, que por ti aqui se destierra, mi dulce Cordero, que es también tu pequeno hermano, joh, nina, no te hablarâ! 13 El silencio es la primera prenda del amor callado. Comprendiendo su lenguaje, deberâs siempre imitarle. 14 Y si alguna vez se duerme, cerca de él descansarâs. Su corazôn vela siempre y te servira de apoyo para poder descansar. 15 No te inquiete la labor que has de cumplir cada dia; tu solo quehacer, Maria, en la vida es el amor. 16 Puedes decir a quien diga que tus obras no se ven: «amo mucho, y en la vida el amor es mi quehacer». 17 Jesûs harâ tu corona (7) si solo buscas su amor. Un dia te harâ reinar si le das tu corazôn. 18 Tras la noche de esta vida verâs su dulce mirada, y a aquella cumbre de arriba volarâ tu aima veloz... Noche de Navidad de 1894 (Melodia: Sur le grand mât d'une corvette) NOTAS P 8 - LA REINA DEL CIELO A SU HUA QUERIDA MARIA DE LA SANTA FAZ Fecha: 25 de diciembre de 1894. - Compuesta para: Celina, postulante con el nombre de Maria de la Santa Faz; composition espontânea. - Publication: HA 98 (diecisiete versos retocados). - Melodia: Le petit mousse noir. La frescura de una canciôn de Navidad, pero también una poesia estructurada, meticulosa, de palabras escogidas, un pequeno tratado sobre la infancia y la omnipotencia. Teresa compone esta poesia para consolar a su hermana, cuyas cualidades no parecian reconocerse demasiado en el Carmelo; el éxito sera completo (cf los seis relatos de Celina, especialmente CSG, pp. 50 y 151). En realidad, Teresa apunta mucho mâs alto: después de Maria de la Trinidad, quiere arrastrar a «Maria de la Santa Faz» por el camino de la infancia. Este canto de Navidad es también un canto de Nazaret, de la vida escondida. La presencia de Maria es un elemento primordial para la initiation en la sencillez, en el silencio del amor, en el parecido (1,1) con «el ùnico cordero», con el Verbo hecho nino. (1) Cf P 7,4+. (2) Cf P 2+. (3) El vélo -o el manto- de la Santisima Virgen, bajo el que podemos cubrirnos (4,2; 51), o escondernos (P 1,1; aqui estr. 4; Cta 161; RP 8, 6r°), o descansar (PN 5,11,3 = P 4,11,3), o dormirse (P 27,8; 35,12) es el simbolo de la completa seguridad para el nino, el lugar dei perfecto abandono. Pero después de una gracia como la que Teresa recibiô en el verano de 1889 (cf CA 11.7.2), este velo pasa a tener un sentido mistico. Al igual que el manto, también el vélo «virginiza» (Cta 105), sitûa a la persona en un «silencio profundo de todos los cuidados de la tierra» (Cta 122). Bajo este vélo, el aima encuentra solo a Jesûs, lo mira, se une a él. Teresa esté en perfecta armonia con la tradition de la Orden: la vida escondida del Carmelo es algo asi como un desierto mariano. (4) La estrofa 6 hablarâ de grandes virtudes, pero de unas virtudes que son las de la infancia. El vocabulario no debe llamarnos a engano: estas «virtudes infantiles» exigen un abandono total de si mismo. Cf Or 14, nota 4+. (5) Las estrofas 9-14 presentan un entramado de temas bastante sutil y una prosecution de ideas polifônicas que, tras las imâgenes de la infancia, anuncian ya el futuro trâgico de Jesûs. Desconocer: cf RP 2,3r° y 7v°; 4,1v°; 5,2r°; Cta 108 (Is 53,2). (6) Excepto en P 15,5 (huida a Egipto), destierro en Teresa designa la Encarnacion (P 1,1; 15,1; 19,1 ; Cta 141 ; Ms B 5v°; RP 2,1 r°; RP 5,1 r°; RP 6,2v°). Teresa, al parecer, nunca tiene en cuenta que Jesûs, al encarnarse, vino a su casa. (7) Cf Cta 143, nota 5. P 9 A SAN JOSÉ 1 Vuestra admirable vida en la sombra, José, se deslizô humilde y escondida, ipero fue augusto privilegio vuestro contemplar muy de cerca la belleza de Jesûs y Maria! Estribillo José, tierno Padre, protege al Carmelo. Que en la tierra tus hijos } gocen ya la paz del cielo } bis 2 jMâs de una vez, el que es Hijo de Dios, y entonces era niûo y sometido en todo a la obediencia vuestra, sobre el dulce refugio de vuestro pecho amante descansé con placer! 3 Y como vos, nosotros, en la tranquila soledad, servimos a Maria y Jesûs, nuestro mayor cuidado es contentarles, no deseamos mâs. 4 A vos, Teresa, nuestra santa Madré, acudia amorosa y confiada en la necesidad, y asegura que nunca su plegaria dejasteis de escuchar. 5 Tenemos la esperanza de que un dia, cuando haya terminado la prueba de esta vida, al lado de Maria iremos, Padre, a veros. Estribillo Bendecid, tierno Padre, nuestro Carmelo, y iras el destierro de esta vida} jreunidnos en el cielo! }bis NOTAS P 9 - A SAN JOSÉ Fecha: 1894. - Compuesta para: sor Maria de la Encarnacion (Josefina Lecouturier), a peticién de ésta. - Publicacién: HA 98 (cinco versos corregidos). - Melodia: Nous voulons Dieu. No sabemos nada acerca de las circunstancias de esta composicién, pero data con seguridad de 1894. La vida escondida de san José, hecha de contemplacién y de servicio a Jesûs y a Maria, en pobreza y en soledad, es un buen ejemplo para las carmelitas (cf TERESA DE JESUS, Vida, cap. 6)· P 10 VIVIR DE AMOR 1 En la ùltima noche, la noche del amor, hablando claramente y sin parabolas, Jesûs decia asi: «Si alguno quiere amarme, que guarde mi palabra (1), que la guarde fielmente. Mi Padre le amarâ, y vendremos a él, moraremos en él, sera para nosotros una morada viva, sera nuestro palacio. Pero también queremos que more él en nosotros, lleno de paz, que more en nuestro amor.» 2 jVivir de amor quiere decir guardarte a ti, Verbo increado, Palabra de mi Dios! Lo sabes, Jesûs mio, yo te amo, me abrasa con su fuego (2) tu Espiritu de Amor. Amândote yo a ti, atraigo al Padre, mi débil corazôn se entrega a él sin reserva. i Oh augusta Trinidad, eres la prisionera, la santa prisionera (3) de mi amor! 3 Vivir de amor vivir es de tu vida, glorioso Rey, delicia de los cielos. Por mi vives oculto en una hostia, por ti también, Jesûs, vivir quiero escondida. Soledad necesitan los amantes (4), que hablen sus corazones noche y dia. Me hace feliz tan solo tu mirada, jvivo de amor! 4 Vivir de amor no es en la cima del Tabor su tienda plantar el peregrino de la vida. Es subir al Calvario a zaga de las huellas de Jesûs, y valorar la cruz como un tesoro (5)... En el cielo, mi vida sera el gozo, y el dolor sera ido para siempre. Mas aqui desterrada, quiero, en el sufrimiento, jvivir de amor! 5 Vivir de amor es darse sin medida (6), sin reclamar salario aqui en la tierra. jAh, yo me doy sin cuento, bien segura de que en amor el calculo no entre! Lo he dado todo al corazôn divino, que rebosa ternura. Nada me queda ya... Corro ligera (7). Ya mi ùnica riqueza es, y sera por siempre jvivir de amor! 6 Vivir de amor es disipar el miedo, aventar el recuerdo de pasadas caidas. De aquellos mis pecados no veo ya la huella, junto al fuego divino se han quemado (8)... jOh dulcisima hoguera, sacratisima llama, en tu centro yo fijo mi mansion. Y alli, Jesûs, yo canto confiada y alegre: jvivo de amor! 7 Vivir de amor guardar es, en si misma, en un vaso mortal, un inmenso tesoro. Mi flaqueza es extrema, Amado mio, disto mucho de ser un angel de los cielos. Mas si es verdad que caigo a cada paso, lo es también que tù vienes en mi ayuda (9) y me levantas y tu gracia me das. jVivo de amor! 8 Vivir de amor es navegar (10) sin tregua en las almas sembrado paz y gozo. jOh mi Piloto amado!, la caridad me urge, Pues te veo en las almas, mis hermanos (11). La caridad me guia, ella es mi estrella, bogo siempre a su luz. en mi vela yo llevo grabada mi divisa: jVivir de amor! 9 Vivir de amor es mientras Jesûs duerme permanecer en calma en medio de la mar aborrascada. No temas, joh Senor!, que te despierte, espero en paz (12) la orilla de los cielos... Pronto la fe desgarrara su velo y habra sido mi espera solo un dia. La caridad me empuja, ella hinche mi vela, jvivo de amor! 10 Vivir de amor, Maestro amado mio, es pedir que derrames tu luz y tu calor del sacerdote (13) en el alma santa, en su alma elegida. jPueda ser él mas puro que un serafin del cielo! Y protege también a tu Iglesia inmortal(14), no cierres tus oidos, Jesûs, a mi clamor. Hija suya soy yo, por mi Madre me inmolo, jvivo de amor! 11 Vivir de amor es enjugar tu rostro (15), es a los pecadores (16) alcanzar el perdon. jOh Dios de amor!, que vuelvan a tu gracia, que bendigan tu nombre eternamente. Hasta el alma me llega la blasfemia (17), para borrarla yo canto cada dia: jOh nombre de mi Dios, te adoro y amo, vivo de amor! 12 Vivir de amor es imitar, Jesûs, la hazana de Maria cuando banô de lâgrimas y perfumes preciosos tus fatigados y divinos pies y los besô arrobada, enjugândolos luego con sus largos cabellos... Y alzândose del suelo, rompiô el frasco y tu cabeza Maria perfumô. jOh Jesûs, el perfume (18) que yo doy a tu rostro es y sera mi amor! 13 «jVivir de amor, oh qué locura extraria -me dice el mundo-, cese ya tu canto! jNo pierdas tus perfumes, no derroches tu vida, aprende a utilizarlos con ganancia!» jJesûs, amarte es pérdida fecunda! Tuyos son mis perfumes para siempre. Al salir de este mundo cantar quiero: jmuero de amor! 14 jMorir de amor(19), dulcisimo martirio, y es el martirio que sufrir quisiera! Acordad, querubines, vuestras liras, siento que mi destierro va a acabar... Llama de amor(20), consûmeme sin tregua. jOh vida de un momento, muy pesada tu carga se me hace! jOh divino Jesûs!, haz realidad mi sueno: i morir de amor! 15 Morir de amor, es ésta mi esperanza, cuando vea romperse mis cadenas. Mi Dios sera mi recompensa grande(21), otros bienes no quiero poseer. Quiero ser abrasada por su amor, quiero verle (22) y unirme a él para siempre. Este sera mi cielo y mi destino: ijjVivir de amor...!!! NOTAS P 10 - VIVIR DE AMOR Fecha: 26 de febrero de 1895. Composition espontânea. - Publication: HA 98 (veintiùn versos corregidos). - Melodia: Il est à moi. Uno no puede por menos de sentirse impresionado por los acentos de gravedad dentro del tono de fervor de este poema de amor, rico, profundo, extenso. Una verdadera «déclaration» que contempla toda la envergadura de ese amor, como se contemplan todas las consecuencias de un acto antes de tomar una grave resolution. «Vivir de amor - morir de amor» (cf un billete de la madré Maria de Gonzaga a Teresa de 1890, LC 144): ése es el nùcleo de esta gran méditation, hecha en un momento en que Teresa adquiere la certeza de que morirà pronto y en que comienza su autobiografia, un punto de vista privilegiado sobre el présente, el pasado y el futuro. El hecho de que escriba espontâneamente un poema asi es significativo. Teresa habla «sin parabolas» al menos en diez estrofas (de quince). No es que no haya aqui imàgenes simbôlicas; pero son mas raras que en los demàs poemas. Las ideas y las intuiciones prevalecen a veces sobre la poesia, o al menos el pensamiento teolôgico es en ocasiones tan fuerte que encuentra mayor dificultad en encarnarse en una forma poética; la «violenta» o incluso la supera. Vivir de amor brotô de un solo tirén durante los largos ratos de oration ante el Santisimo Sacramento, expuesto los tres dias de las Cuarenta Horas (domingo, lunes y martes que preceden al miércoles de ceniza) para reparar los excesos del carnaval antes de entrar en la Cuaresma. Las monjas se turnan cada hora de dos en dos ante la custodia. Solo esta iluminado el altar de la capilla, mientras el coro de las carmelitas permanece en penumbra. Prâcticamente no pueden leer. Y en este clima de ferviente intimidad es donde el canto Vivir de amor fluye del aima de Teresa: un rio de paz, inmenso, tranquilo, que cada estrofa va engrosando como un afluente sin perturbar su curso. Las copias B y C de este poema tienen como epigrafe: «Si alguien me ama guardarâ mi palabra, y mi Padre lo amara, y vendremos a él y haremos en él nuestra morada... Mi paz os doy... Permaneced en mi amor... San Juan, c. 14, v. 23 y 27; 15, v. 9. (1) Cf Cta 142, y sobre todo la larga parâfrasis de Cta 165. (2) Primera de las imageries del fuego, que darân vida al poema (estr. 6, 10, 14, 15). Cf infra, nota 8. La palabra fuego aparece diez y siete veces en las Poesias. (3) Probable reminiscencia de san Juan de la Cruz (Cântico Espiritual, declaraciôn a la canciôn 32). Cf P 20,5,2. (4) Posible alusiôn al Cântico Espiritual, declaraciôn a la canciôn 36. (5) Cf P 30,5 y PN 50,5. (6) El amor gratuito, generoso, es un tema que encontramos con frecuencia en Teresa; cf, por ejemplo, Cta 142; Or 6; CSG, p. 62; CA 9.5.3; 6.8.4; 6.8.7; etc. (7) Cf el comentario de san Juan de la Cruz en el Cântico Espiritual, canciôn 25: «Las jôvenes discurren al camino», que Teresa retomarâ (poco mâs tarde) en el Ms A 47v°/48r°. Piénsese también en el salmo 118,32 (cf Ms C 16r°). Recordemos finalmente Imitation III, 5: «El que ama corre, vuela, es alegre, es libre..., todo lo entrega», etc., que preanuncia directamente al Ms A 80v°. (8) La estrofa del fuego; cf Ms A 84v°. Otros textos completan e ilustran mâs esta estrofa dei «purgatorio»: Ms A 84r°/v°; P 14,8; Cta 226; CA 8.7.15 y 30.7.3; Ultimas Conversationes (Burgos, Monte Carmelo, 1973) p. 615; VT n° 99, pp. 185, 187. (9) Cf P 29,4. (10) Sobre el vocabulario de la navegaciôn en Teresa puede verse un repertorio en VT n°. 61, enero 1976, p. 80. (11’Cf Ms C 30r°. (12) Sobre la espera serena del cielo en 1895, cf también P 13,3; 15,32; PN 22,11. (13) Cf Cta 94+. (14) Cf Acto de Ofrenda, Or 6. (15) La imagen de la Veronica «enjugando el rostro de Jesûs»: simbolo del amor que «borra» las blasfemias, y que da un bello ritmo a la estrofa; cf RP 2,4r°; Ms A 66v°; Or 12. (16) Cf P 13,1. Primera mention de los pecadores en las Poesias. (17) Cf RP 2,8r°; Ms A 52r°; P 15,29. En 1885, siendo todavia una nina, Teresa fue inscrita en la Archicofradia reparadora de las blasfemias y de la profanation del domingo. Ya de carmelita, pudo volver a encontrar en la Vie de soeur Marie de Saint-Pièrre la invitation constante a la reparation de las blasfemias. Pero en sus escritos solo aqui encontramos un eco de ello. (18) Cf P23,E1+. (19) Es ésta la primera vez que en sus escritos se manifiesta este impulso hacia la «muerte de amor». Lo volveremos a encontrar enseguida en P 11,52; Or 6; P 15,26; 20,6; Cta 242; Ms C 7v° y 8r°; Cta 255, y mâs tarde en las Ultimas Conversationes. Maria de la Eucaristia cantarâ esta estrofa en la enfermeria el 16.7.1897 después de la comuniôn de Teresa: cf Cta 255. El martirio de amor aparece evocado de nuevo en Or 6; PN 29,12; P 20,ùltima estr. ; 22,4; Cta 182 y 224. (20) Clara alusiôn a la Llama de amor viva, cuya operaciôn consumante y transformadora canta san Juan de la Cruz. (cf Cta 197). (21) Cf Cta 182+, nota 15. (22) Cf Cta 56+, nota 2. P 11 EL CÂNTICO DE CELINA 1 iHoy me gusta evocar los recuerdos benditos de mi infancia! Para guardar la flor de mi inocencia siempre pura y sin mancha, Dios puso en torno mio una cerca de amor*(1), 2 A pesar de ser yo tan pequena, me hallaba rodeada de ternura, y de mi corazôn en lo mâs hondo naciô la fiel promesa de desposarme un dia con Jesûs, Rey de los cielos, Rey de los elegidos. 3 Desde la primavera de mi vida a la Virgen Maria y a san José yo amaba. Y ya mi aima se abismaba (2) entera, extasiada y feliz, cuando en mis ojos el cielo reflejaba su belleza. 4 Me gustaban los campos, los trigales, la colina lejana y la llanura. Y era tanta mi dicha cuando con mis hermanas cogiamos las flores, que hasta el aliento a veces me faltaba. 5 Me gustaba coger las hierbezuelas, las florecillas todas, los acianos. Me gustaba muchisimo el perfume de las moradas violetas claras, y el de las primaveras, sobre todo. 6 Me gustaban la blanca margarita, los hermosos paseos del domingo, el pâjaro ligero gorjeando en la rama y el radiante color azul del cielo. 7 Me gustaba poner todos los anos junto a la chimenea mis zapatos, y apenas despertaba, iba corriendo y cantando canciones de la fiesta del cielo. jNavidad! 8 De mama me encantaba la sonrisa, su mirada profunda parecia decir: «La eternidad me atrae, me cautiva, al cielo azul iré jpara ver alli a Dios! 9 «Encontraré en la patria a la Virgen Maria y a mis ângeles (3)... jY de las hijas que en la vida dejo, los corazones y también las lagrimas ofreceré a Jesûs. 10 Amaba a Jesûs Hostia, que vino en la manana de mi vida (4) a prometerse a mi alma enajenada. jOh, con cuanta alegria el corazôn le abri! 11 Y mas tarde amé a la criatura que yo veia mas pura, a Dios buscando en su creaciôn. Y en El, solo en él hallé la paz. 12 Y también me gustaba, en aquel mirador inundado de luz y de alegria, recibir de mi padre los besos y caricias, y acariciar yo misa sus cabellos blancos como la nieve. 13 Sentada con Teresa (5) en sus rodillas, durante las veladas, largo rato a las dos nos mecia, lo recuerdo muy bien, y aùn me parece oir de sus tonadas y de su voz el dulce y grave acento. 14 jRecuerdos dulces, que entranais sosiego y me hacéis revivir tantas cosas lejanas..., las cenas, el perfume de las rosas, los Buissonnets, henchidos de una limpia alegria, y los claros veranos! 15 Al llegarse la noche, cuando todo rumor vano se apaga, me sentia feliz expansionando mi alma con mi Teresa en dulce desahogo. Mi corazôn y el suyo formaban, confundidos, uno solo. 16 Entonces se mezclaban nuestras voces, las manos se enlazaban, y cantabamos juntas nuestras futuras y sagradas bodas, sonando en el Carmelo... y sonando en el cielo. 17 En Suiza y en Italia me encantaron (6) los frutos de oro bajo el cielo azul. Me gustô, sobre todo, la mirada, toda llena de vida, que el santo anciano, el papa, el Pontifice Rey, me dirigiô. 18 Con amor te besé, joh tierra bendita del Coliseo augusto! La bôveda sagrada y silenciosa de las santas y oscuras catacumbas repitiô dulcemente el eco de mi canto. 19 Tras mi dicha vinieron el dolor y las lagrimas (7). jMuchas y amargas lagrimas! Me vesti la armadura de mi Esposo, y fue su cruz mi escudo y mi consuelo. 20 Durante largo tiempo estuve desterrada, lejos, jay, si, qué lejos!, de mi familia amada; y sin tener siquiera, cual pobre cierva herida, el refugio de un simple agavanzo en flor. 21 Mas un atardecer, mi alma enternecida percibiô la sonrisa de Maria (8), y una gota bendita de su sangre se tornô (jah, qué dicha!) en leche para mi 22 Gustaba, por entonces, de apartarme del mundo y de sus ruidos, para oir cômo el eco, desde lejos, respondia a mi voz, y en el fecundo, en el umbroso valle (9), en medio de mis lagrimas, yo recogia flores. 23 Me gustaba escuchar de la lejana iglesia la campana tanendo vagamente. Me sentaba en el campo para oir el susurro de la brisa al caer de la tarde. 24 Me embobaba mirando las golondrinas en su raudo vuelo, y escuchando, callada, el planidero canto de las tôrtolas. Me gustaba sentir el ruido de alas y el bronco bordoneo del insecto. 25 Me gustaba la gota de rocio, la cantora cigarra, la virginal abeja preparando la miel desde su mismo despertar. 26 Gustaba yo de recoger el brezo, corriendo sobre el leve y blando musgo; cazar las mariposas, en fragil vuelo sobre los helechos y pintado en sus alas el puro azul del cielo. 27 Amaba a las luciérnagas en la sombra, y amaba las estrellas incontables. Y, sobre todo, el disco plateado de la luna en la noche (10). 28 En su ùltima vejez me gustaba rodear a mi padre de ternura. El lo era para mi todo en la vida: hijo, dicha, riqueza. jAh, cuantas veces y con qué carino le estrechaba en mis brazos! 29 Nos gustaba escuchar el dulce ruido de las olas y el retumbo encendido de la oscura tormenta, y en la quietud profunda de la tarde del ruisenor la voz en el fondo del bosque. 30 Pero su hermoso rostro una manana la imagen, con sus ojos, buscô del crucifijo... Al marchar, me dejô su postrera mirada, la prenda de su amor. jAquella era mi parte! 31 Con su divina mano, con su amorosa mano, a Celina Jesûs le arrebatô el ùnico tesoro que tenia, jy llevandolo lejos, lejos de la colina, lo colocô en el cielo, cerca del Dios eterno! 32 Ahora estoy prisionera (11), muy lejos de la tierra y de sus bosques. vi que todo es en ella efimero y caduco (12), jtoda mi dicha, en ella, vi apagarse y morir! 33 Bajo mis pies se magullô la hierba, y en mis manos la flor se marchitô... Jesûs, por tu pradera (13) correr quiero, no dejaran en ella mis pies huella. 34 Como un ciervo sediento va suspirando por las aguas vivas, asi, desfallecida, joh Jesûs!, a ti corro. Para calmar mi sed y mis ardores hacen falta tus lâgrimas... 35 Solo tu amor me arrastra. En la llanura mi rebano dejé, ya no lo cuido (14). Complacer solo quiero a mi nuevo Cordero, a mi Cordero ùnico. 36 El Cordero a quien amo eres tù, mi Jesûs. Me bastas, jbien supremo!, todo lo tengo en ti(15), tengo la tierra y hasta tengo el cielo. Tù eres la flor, Rey mio, que yo corto (16). 37 Jesûs, Lirio dei valle, me cautivô tu aroma. Ramillete de mirra, corola perfumada, dentro del corazôn quiero guardarte y en él darte mi amor. 38 Junto a mi va tu amor, siempre conmigo. En ti tengo los bosques y campinas, los rios, las montanas, la pradera, la lluvia de los cielos y la nieve. 39 Todo lo tengo en ti: los trigos y las flores entreabiertas, los botones de oro, las miosotis y rosas. El perfume poseo y la frescura de los blancos lirios (17). 40 En ti tengo la lira melodiosa (18), la soledad sonora, los rios y las rocas, la graciosa cascada, el gamo saltador, la gacela, los corzos y la ardilla. 41 En ti tengo también el arco iris y la nieve pura, el inmenso horizonte y la verdura, las insulas extranas y las maduras mieses, las leves mariposas, los campos y la alegre primavera. 42 En tu amor, joh Jesûs!, también encuentro las palmeras esbeltas que el sol dora, la noche en par de los levantes de la aurora (19), las aves y el suave murmullo del arroyo. 43 Tengo en ti los racimos deliciosos, las graciosas libélulas, la selva virgen llena de flores misteriosas. Tengo a todos los ninos, rubios, pequenitos, con sus alegres cantos. 44 Tengo en ti las colinas y las fuentes, Tengo vincapervincas, madreselvas, agavanzos, bejucos, flores blancas de espino y los frescos nenùfares. 45 Tengo la avena, loca y tembladora, la voz grave y potente de los vientos, el hilo de la Virgen, la llama ardiente, el céfiro ligero, los zarzales floridos y los nidos. 46 Tengo el hermoso lago, el valle solitario, oscuro de ârboles, la ola plateada del océano, peces dorados y los raros tesoros de los mares. 47 Yo tengo en ti la nave que navega por alta mar y lejos de la playa, el surco de oro (20) y la tranquila costa. Tengo el fuego del sol cuando se va del cielo festoneando con su luz las nubes. 48 En ti, Jesûs, yo tengo la palmera pura; y bajo el burdo sayal de que me visto, valiosas joyas, ricos aderezos, anillos y diamantes, brillantes y collares. 49 Tengo en ti la brillante y clara estrella. Muchas veces tu amor se me descubre, y enfonces yo percibo, como a través de un vélo, al declinar el dia, la caricia divina de tu mano. 50 Tù sostienes los mundos con tu mano, tù plantas las profundas, las oscuras florestas, y en un volver de ojos las fecundas (21). Con mirada de amor(22) me sigues siempre. 51 Tengo tu corazôn y tu adorado rostro, y esa mirada tuya que me ha herido. De tu sagrada boca el beso tengo. Te amo, Jesûs, y nada mas deseo. 52 Iré a cantar al cielo con los ângeles de tu sagrado amor las alabanzas. Haz que yo vuele pronto a formar en sus filas, jque yo muera de amor(23), Jesûs, un dia. 53 La mariposa se lanza contra el fuego, fuertemente atraida por su encendida y clara transparencia. De ese modo tu amor es mi esperanza, quiero volar a él y en él quemarme 24>... 54 jOigo ya que se acerca, mi Dios, tu eterna fiesta! Tomaré de los sauces mi arpa muda y en tus rodillas (25) a sentarme iré, ipara alii verte...! 55 Y muy cerca de ti veré a Maria, a los santos veré y a mi familia amada. Después de este destierro de la vida, yo volveré a encontrar alla en el cielo el hogar(26) paternal... NOTAS P 11 - CANTICO DE CELINA Fecha: 28 de abril de 1895. - Compuesta para: sor Genoveva, a petition de ésta, para su cumpleanos (veintiséis). - Publication: HA 98, cincuenta y una estrofas, dos de las cuales fueron modificadas, y treinta y cuatro versos corregidos. - Melodia: Combien j'ai douce souvenance. Es el «Cântico de las criaturas» de Celina, pero mas aùn de Teresa. Tras la cùspide de su Vivir de amor, Teresa va recorriendo con verdadero jùbilo las riquezas de la création, que luego volverâ a descubrir, trascendidas, en su Amado. Esta sinfonia de flores, de perfumes, de verdor, de pâjaros es toda una orquestaciôn a dos versos de Celina. Un domingo de 1895, cuando sor Genoveva esta a punto de cortar el primer narciso, su hermana la detiene: «jHace falta permise!» Al volver a su celda, la novicia intenta consolarse recordando a Jesûs, en una poesia, lo que ha dejado por él. Solo una pocas palabras consiguen traspasar la capa de tristeza: La Flor que yo corto, Rey mio, jeres Tû ! Teresa viene en ayuda de Celina y, con certero instinto de maestra espiritual, se esmera por que no quede en la sombra ninguna de las alegrias del pasado, aun cuando esto la lleve a desleir demasiado la poesia, que es la mas larga de todo su repertorio en cuanto al nûmero de estrofas (cincuenta y cinco). Y serân sus recuerdos comunes de la infantia y de la juventud (el Ms A esta en vias de redaction) lo que Teresa rememorarâ en este poema de amor, de familia y sobre todo de la naturaleza. Un poema que se divide en dos grandes partes: antes de la entrada en el Carmelo (estr. 1 a la 31), y el «ahora» (estr. 32 hasta el final). El influjo de san Juan de la Cruz es innegable (Cântico Espiritual, cane. 1415), y la propia Teresa lo indica asi en una carta de 1892 (Cta 135). La gran similitud entre los dos santos reside en una intuition fundamental comûn: en Cristo se récapitula la profusion de todas las riquezas creadas. Estrofas 1 a 9: Alençon (1)Cf MsA4v°. (2) Se plonger o être plongé (abismarse), usado de forma incorrecta, sin complemento (lo mismo que en Cta 54; Ms A 31 v°; ο PN 54,18,3 = P 36,18,3) es una expresiôn de la familia Martin que indica asombro, recogimiento admirativo. (3) Sus cuatro hijos, muertos muy pequeüitos. Estrofas 10 a 18: Los Buissonnets (4) Primera comuniôn de Celina, el 13 de mayo de 1880. (5) Teresa se pone a si misma en escena en el mirador; cf P 6,7. (6) El viaje a Roma en noviembre de 1887. Estrofas 11 a 31 : Celina y su padre (7) Una secuencia propia de la vida de Celina: la enfermedad dei serior Martin (19-20) y su muerte (30-31), con los recuerdos felices de las vacaciones en La Musse en el intervalo (22-27), y sobre todo con su padre (28-29). (8) Dos gracias de Maria a la desterrada: cf Poésies, II, pp 126s. (9) Lugar privilegiado en la topografia teresiana; cf P 36,3; RP 3,14v°; RP 5,7; Cta 142, 146, 165; aqui se percibe una reminiscencia dei Cântico Espiritual de san Juan de la Cruz, cane. 14. (10) Teresa, hija del sol, y que concede tanto espacio a las estrellas, muy pocas veces habla de la luna (Ms A 48r°; Ms C 26r°; P 15,6 y 17,4). Estrofas 32 a 36: Celina en el Carmelo (11) El Carmelo es una «prisiôn bendita» (Ms A 67r°); cf Cta 106. Celina, al igual que Teresa, se constituye voluntariamente prisionera en él (Ms A 58r°, 81 v°); pero no prisionera de las rejas, sino prisionera del amor a Jesûs (P 20,E5; Cta 201), como Jesûs lo esta del nuestro; cf Or 17. (12) Cf Ms A 69v°; Cta 245 y 260; P 11,32; 29,1; 31,2; PN 50,2. (13) Cf las praderas del cielo de 24.9.4. Como hija que es de la Normandia, es logico que Teresa concéda mucho espacio a la pradera (veintitrés veces en sus escritos), que pertenece también a su imagineria celestial. También san Juan de la Cruz compara el cielo a un «prado de verduras, de flores esmaltado» (Cântico Espiritual, cane. 4). (14) Cf P 7,4+. (15) Cf Oracién del aima enamorada, de san Juan de la Cruz: «Mios son los cielos y mia es la tierra (...) y todas las cosas son mias. Y el mismo Dios es mio y para mi, porque Cristo es mio y todo para mi». Cf infra, el titulo de PN 18 bis [«Quien tiene a Jesûs lo tiene todo»]. (16) Los dos versos de Celina que dieron origen a la poesia; cf supra, introduction a la misma. Estrofas 38 a 51 : Quien tiene a Jesûs lo tiene todo (17) Esta es la ûnica vez que Teresa menciona el «muguet», el lirio de los valles, con esa palabra, al que Celina atribuye el sentido de «amor escondido». (18) Simbolo que le gustaba mucho a Celina; cf Cta 149+. (19) Cf Cântico Espiritual, cane. 15. (20) Cf P 2,2+. (21) Cf LAMARTINE: «Tù, que con una mirada vuelves fecunda la inmensidad» (La Prière). (22) La mirada de Dios, que se posa con amor sobre la criatura y le da vida y belleza, es uno de los grandes temas sanjuanistas; cf Or 6, nota 11. jQué lejos esta esto de un «vigilante» airado por el pecado! Esa mirada de amor reciproca e incesante esta en el corazôn mismo de la vida contemplativa de Teresa. Estrofas 52 a 55: Pronto... el cielo (23) Cf P 10,14+. (24) Cf Ms A 38v°; estrofa que sintetiza en pocas palabras todo este largo poema. (25) Cf Cta211+. (26) El hogar [toit en el original] es una palabra rara en los escritos de Teresa (Ms A 59v°, 65 r°, 75r°, 82r°). Pero la idea del cielo como casa y como hogar [foyer] paterno les es familiar a los dos hermanas: cf Ms A 41°, muy cercano a esta estrofa, y Ms A 75r°. P 12 Ml CIELO EN LA TIERRA 1 Es tu imagen inefable (1) astro que guia mis pasos. Tu dulce rostro, Jesûs, bien lo sabes, es en la tierra mi cielo. Mi amor descubre el encanto (2) *1 de tu rostro embellecido de llanto. Y a través de mis lâgrimas yo sonrio contemplando tus dolores. 2 Quiero, para consolarte (3), vivir ignorada (4) y sola aqui en la tierra. Tu hermosura, que tan bien sabes velar, me descubre todo su inmenso misterio, y a ti quisiera volar. 3 Tu faz es mi sola patria, ella es mi reino (5) de amor, es mi riente pradera y mi sol de cada dia. Ella es el lirio dei valle, cuyo aroma misterioso (6) a mi alma desterrada en su destierro consuela, dândole a gustar la paz de los cielos. 4 Es mi descanso y dulzura y mi lira melodiosa... Es tu rostro, joh mi dulce Salvador!, el ramillete divino de mirra, que guardar quiero prendido sobre mi pecho (7). 5 Es tu faz mi ùnica y sola riqueza, ninguna otra cosa pido. En ella, escondida siempre (8), a ti me pareceré (9). Déjà en mi, Jesûs, la huella de tus dulcisimos rasgos, y muy pronto seré santa, y hacia ti los corazones atraeré. 6 A fin de poder juntar abundante mies dorada, con tu fuego quémame. No tardes, Amado mio, en darme tu eterno beso. jCon tus labios bésame! 12 de agosto de 1895 NOTAS P 12 - Ml CIELO EN LA TIERRA Fecha: 12 de agosto de 1895. - Compuesta para: sor Maria de la Trinidad (enfonces Maria Inès de la Santa Faz), para sus veintiùn anos. Publicaciôn: HA 98, cinco versos corregidos. - Melodia: Les regrets de Mignon. Al dia siguiente de la Transfiguraciôn, en ese clima de resplandor del Tabor, Teresa siente que todo su ser se dilata, seducido por el Rostro divino. Y al igual que en la santa montana, sus versos evocan los «dolores» de la pasiôn, pero para embellecerlos enseguida y banarlos de dulzura. En pleno corazôn del verano de 1895, este poema es como un anticipo del Cara a cara del que hablara algunas semanas antes en el Acto de ofrenda. Sin embargo, no tenemos que buscar en esta composiciôn toda la riqueza que este tema tiene en Teresa. También otros escritos suyos aportan o aportarân elementos complementarios, por ejemplo las Or 11, 12, 14, 16, ό RP 2, centrada toda ella en el carâcter gozoso, doloroso y glorioso de la Faz de Jesûs. También las Ultimas Conversaciones ofrecen datos del mayor interés (por ejemplo, CA 5.8.9). Cf Poésies, II, p. 135. (1) La representacién de la Santa Faz segùn el modelo de Tours. (2) Cf 15,24. (3) Consolar es la forma teresiana de la reparation ( PN 19,2,3; 41,1,6; P 15,31; 29,5). Y se manifiesta sobre todo con la «semejanza». (4) Cf Im l,2,3: «querer ser ignorada y tenida en nada», citado en Ms A 71 r° (escrito unas semanas después de P 12), en Cta 145 y 176. Segùn Maria de la Trinidad, esa era la constante aspiration de Teresa: «Muchas veces, en la recreation o en otras partes, cuando yo le decia: ^En qué piensas?, dime algo: -<,Que qué pienso?, respondia con un profundo suspiro, Que quisiera ser ignorada y tenida en nada...» (PO 466). (5) Cf Ms A 77v°. (6) Ese aroma designa la patria con la que suena Teresa (Ms C 6v°). (7) Cf en Or 11 la reproduction de la Santa Faz (segùn el modelo de Tours) aue pronto Teresa «llevarâ sobre su pecho» permanentemente. (é) Cf PN 11,3 y 12,8, compuestas para esta misma novicia. (9) Sobre el deseo y la necesidad de parecerse a Jesûs, sobre todo en su humildad y en su anonadamiento, cf Cta 87, 145 y 201 ; P 8,1 y 20,E2. P 13 CÂNTICO DE UN ALMA QUE HA ENCONTRADO EL LUGAR DE SU REPOSO 1 jHoy rompes, Jesûs mis lazos <1>! En la Orden de Maria podré hallar todos los bienes de verdad. Si abandono a mi familia entranable, de tus celestes favores tû la sabras colmar. Y a mi el perdén me darâs de los pobres pecadores... 2 En el Carmelo, Jesûs, debo vivir, pues tu amor a este oasis me ha llamado. Aqui te quiero seguir, amarte, y pronto morir<2>. jAqui, mi Jesûs, aquf! 3 En este dia, Serior, colmas todos mis deseos. En adelante podré, cerca de Ia Eucaristia <3>, inmolarme noche y dia, inmolarme silenciosa, y esperar en paz y en calma tu llegada para el cielo. Exponiéndome a los rayos de Ia hostia inmaculada, en esta hoguera de amor pronto me iré consumiendo, y te amaré, Jesûs mio, como un serafin del cielo. 4 Cuando terminen, Serior, mis dias aqui en la tierra, que sera pronto, a la playa eterna <4> te seguiré. jEn el cielo vivir siempre! jAmarte y nunca morir! jPara siempre! jPara siempre...!<5> NOTAS P 13 - CÂNTICO DE UN ALMA QUE HA ENCONTRADO EL LUGAR DE SU REPOSO Fecha: 15 de agosto de 1895. - Compuesta para: Maria Guérin, a su entrada en el Carmelo (sor Maria de la Eucaristia). - Publication: HA 98, un verso corregido. - Melodia: «Connais-tu le pays» de Mignon. Era costumbre que la postulante cantase «algo» a la comunidad la noche de su entrada. Maria Guérin esta dotada de una hermosa voz de soprano; y Teresa quiere que se luzca eligiendo para ello una romanza apropiada. Y, cosa muy extraria, la poesia plagia muy de cerca a su modelo, al menos en el estribillo. Teresa realiza con destreza la transposition del amor humano al amor mistico. A pesar dei titulo [segûn el original, Cântico de un aima que ha encontrado el lugar de su reposo], un impulso profundo atraviesa este poema, que presuntamente iba a ser de «reposo». Esta palabra aparece cinco veces en las Poesias entre 1895 y 1896 (P 10,9; 12,4; aqui; 15,20 y 32; PN 27,4), y describe acertadamente el clima espiritual de Teresa en esta época; pero a comienzos de 1896 ella misma escribirâ extranada: «No puedo vivir siempre asi, en el sosiego» (Ms C 31 r°). Teresa dedicarâ dos poesias mas a su prima: Solo Jesûs (P 24, el 15 de agosto de 1896) y Mis armas (P 32, para su profesién, el 25 de marzo de 1897). <1> Partiendo de un versiculo que le ofrece el salmista, Teresa juega con una anfibologia: tristeza por la separation de la familia, pero liberation del mundo y libertad para Jesûs (cf Ms A 67v°). <2> Acerca de esta profunda aspiration de Maria Guérin, cf LC 114 (CG, p. 491), Cta 92 y 190. <3> Esta estrofa -breve compendio teolôgico sobre la adoraciôn ante la hostia- demuestra la fuerte atracciôn de Maria por la Eucaristia; cf LC 113 y 130 (CG, pp. 485 y 546), Cta 109 y 234. <4> La rivera eterna, expresiôn tan frecuente en Teresa (cf Ms A 41 r+), es importante en esta poesia, que habla de travesia mas que de reposo. <5> Cf Ms A 69v°, de redaction casi contemporanea. P 14 AL SAGRADO CORAZÔN DE JESÛS 1 Junto al sepulcro santo, Maria Magdalena, en lâgrimas deshecha, se arrodillô en el suelo, buscando a su Jesûs. Los ângeles vinieron a suavizar su pena, pero no consiguieron suavizar su dolor. Luminosos arcàngeles, Mas no era vuestro brillo, luminosos arcàngeles lo que esta alma ardiente venia aqui a buscar. Ella queria ver al Senor de los ângeles, tornade en sus brazos y llevarle muy lejos. 2 Junto al sepulcro santo ella quedô la ùltima, y al sepulcro volviô antes de amanecer. Su Dios se hizo también présente, aunque velando su presencia, no pudo ella vencerle en la lid del amor... Cuando llegô el momento, desvelândole él su faz bendita envuelta en propia luz, brotôle de los labios una sola palabra, fruto del corazôn. Jesûs el dulce nombre murmuré de: «jMaria!» y devolviô a Maria la alegria y la paz. 3 Un dia, mi Sehor, como la Magdalena, quise verte de cerca, y me llegué hasta ti. Se abismô mi mirada por la inmensa llanura a cuyo Dueno y Rey yo iba buscando. Al ver la flor y el pâjaro, el estrellado cielo y la onda pura, exclamé arrebatada: «Bella naturaleza, si en ti no veo a Dios, no seras para mi mas que un sepulcro inmenso. 4 «Necesito encontrar un corazôn que arda en Hamas de ternura, que me preste su apoyo sin reserva, que me ame como soy, pequena y débil, que todo lo ame en mi, y que no me abandone de noche ni de dia». No he podido encontrar ninguna criatura capaz de amarme siempre y de nunca morir. Yo necesito a un Dios que, como yo, se vista de mi misma y mi pobre naturaleza humana, que se haga hermano mio <2> y que pueda sufrir. 5 Tù me escuchaste, amado Esposo mio. Por cautivar mi corazôn, te hiciste igual que yo, mortal, derramaste tu sangre, joh supremo misterio!, y, por si tuera poco, sigues viviendo en el altar por mi. Y si el brillo no puedo contemplar de tu rostro ni tu voz escuchar, toda dulzura, puedo, jfeliz de mil, de tu gracia vivir, y descansar yo puedo en tu sagrado corazôn, Dios mio. 6 jCorazôn de Jesûs, tesoro de ternura, tù eres mi dicha, mi ùnica esperanza! Tù que supiste hechizar mi tierna juventud, quédate junto a mi hasta que llegue la ùltima tarde de mi dia aqui. Te entrego, mi Senor, mi vida entera, y tù ya conoces todos mis deseos. En tu tierna bondad, siempre infinita, quiero perderme toda, Corazôn de Jesûs. 7 Sé que nuestras justicias y todos nuestros méritos carecen de valor a tus divinos ojos. Para darles un precio, todos mis sacrificios echar quiero en tu inefable corazôn de Dios. No encontraste a tus ângeles sin mancha. En medio de relàmpagos tû dictaste tu ley jOh corazôn sagrado, yo me escondo en tu seno y ya no tengo miedo, mi virtud eres tû <3>! 8 Para poder un dia contemplarte en tu gloria, antes hay que pasar por el fuego, lo sé. En cuanto a mi me toca, por purgatorio escojo tu amor consumidor<4>, corazôn de mi Dios. Mi desterrada aima, al dejar esta vida, quisiera hace un acto de purisimo amor, y luego, dirigiendo su vuelo hacia la patria, jentrarya para siempre en tu corazôn...! NOTAS P 14 - AL SAGRADO CORAZÔN DE JESÛS Fecha: 21 de junio o de octubre de 1895. - Compuesta para: sor Maria del Sagrado Corazôn, a peticiôn de ésta. - Publicaciôn: HA 98, nueve versos corregidos. - Melodia: Le petit soulier de Noël. Para no alterar la nueva numeration de las Poésies de 1975, se ha conservado en la Edition dei Centenario la fecha que se conjeturaba como mâs probable -octubre de 1895- y que desde 1907 atribufa generalmente a este texto (HA 07, p. 388). Sin embargo, la fecha del 21 de junio parece mâs probable, (cf Poésies, II, p. 147), lo cual nos llevarïa a colocar Al Sagrado Corazôn después dei Cântico de Celina. La cuestiôn de este pequeho problema cronolôgico estriba en que la contemplation del Sagrado Corazôn -tal como la «ve» Teresa- habria preparado y acompanado la iluminaciôn del domingo de la Trinidad. Sea como fuere, es innegable la similitud entre el Acto de Ofrenda (Or 6), P 14 y Ms A 84r°/v°. Teresa no se queda en el simbolo, enfonces tan en boga, del Corazôn herido por la lanza. Ella ve directamente a la realidad: al amor personal de Jesûs, a sus sentimientos profundos, al amor que llena su Corazôn. Y la manifestation suprema de este amor, Teresa la encuentra, no en la escena de Getsemani o en el Corazôn traspasado por la lanza en el Calvario, sino en la respuesta del Resucitado a la bùsqueda apasionada de Maria Magdalena: en el murmullo de su nombre. Fortalecida con esa respuesta, que le garantizaba que «el corazôn de su Esposo era solo para ella, como el suyo era solo para él», la confianza de la esposa ya no conocerâ barreras. Ira cada vez mâs lejos en su audacia, hasta entrar ya «sin reserva» alguna en el Corazôn de su Dios. Este extraordinario dinamismo es lo que da unida al poema. Un cuadro de gran fuerza expresiva en el que se ve plasmado un amor a Ia vez humano y sobrenatural de enorme intensidad. <1>Cf P 15,15 y 30,3. <2> Aqui Jesûs es el Hermano-Amigo, es decir, el Esposo del Cantar de los Cantares (Ct4,9 ό 5,2); cf, por ejemplo, Cta 158, 164; RP 3,23r° bis; P 20,5; Or 12. Pero el sentido de nuestra fraternidad con Jesûs reviste muchos matices. <3> Cf Ms A 32r° y Cta 197. <4> (sAlusiôn (que solo ella entiende) a Ia herida de amor que ha sufrido poco tiempo antes (14/6/1895, cf CA 7.7.2)? Es conocida Ia insistentia con que san Juan de Ia Cruz recuerda Ia fuerza purificadora de la Llama de amor viva, semejante a la del purgatorio (canciôn 2, explicaciôn del verso 5). Cf P 10,6+. P 15 JESÛS, AMADO MIO, ACUÉRDATE «Hija mia, busca entre mis palabras las que respiren mas amor; escribelas, y luego, guardândolas como preciosas reliquias, procura leerlas con frecuencia. Cuando un amigo quiere reavivar en el corazôn de su amigo el fuego de su primer afecto, le dice: Acuerdate de lo que sentiste al decirme un dia tai o cual palabra. O bien: ^Te acuerdas de tus sentimientos en tai época, en tai dia, en tai lugar...? Créeme, hija: las reliquias mas preciosas que de mi quedan en la tierra son las palabras de mi amor, las palabras salidas de mi dulcisimo Corazôn». (Nuestro Senor a santa Gertrudis <1>) 1 Acuérdate, Jesûs, de la gloria del Padre, del esplendor divino que dejaste en el cielo al bajar a esta tierra, al desterrarte de aquella eterna patria por rescatar a todos los pobres pecadores. Bajando a las entraînas de la Virgen Maria, velaste tu grandeza y tu gloria infinita. Del seno maternal de tu segundo cielo 1 acuérdate! 2 Acuérdate que el dia en que naciste los ângeles bajaron a la tierra y cantaron a coro: « jGloria, honor y potencia a nuestro Dios, y la paz a los hombres de buena voluntad!» Tras diecinueve siglos, sigues cumpliendo siempre tu promesa. La paz es la riqueza de tus hijos. Para gustar por siempre la inefable paz tuya, jyo vengo a ti! 3 Yo vengo a ti, en tu cuna quiero, Nino, quedarme para siempre, entre esos tus panales <2> escôndeme contigo. Ahi podré cantar a coro con los ângeles, recordarte las fiestas de estos dias. Acuérdate, Jesûs, de los pastores, y de los Reyes Magos, que con gozo sus dones te ofrecieron, corazôn y homenaje. Del cortejo inocente que por ti dio su sangre jacuérdate! 4 Acuérdate de que los dulces brazos de Maria, tu Madre, preferiste a tu trono de rey. Para sostener tu vida, pequeno Nino mio, solo tenias la leche virginal. A ese festin de amor que tu madre te da, invitame, Jesûs, tù que eres mi hermanito. De tu pequena hermana, que te hizo palpitar, jacuérdate! 5 Acuérdate de que llamaste padre al humilde José, quien por orden del cielo supo, sin despertarte del materno regazo, arrancarte a las iras de un mortal. Verbo de Dios, acuérdate de aquel misterio extrano: jTù guardaste silencio e hiciste hablar a un angel! Del lejano destierro a la orilla del Nilo jacuérdate! 6 Acuérdate, Jesûs, de que en otras riberas los mismos astros de oro y la luna de plata que yo contemplo en el azul sin nubes tus ojitos de nino encendieron de gozo y maravilla. Con la misma manita con que a tu dulce Madre acariciabas sostenias el mundo y le dabas la vida. Y pensabas en mi <3>, joh mi pequeno Rey!, jacuérdate! 7 Acuérdate, Senor, de que en la soledad con tus divinas manos trabajaste. Vivir en el olvido fue tu mayor cuidado, despreciaste la ciencia de los hombres. Tù que con sola una palabra dicha por tu divina boca sumir podias en asombro al mundo, te complaciste en esconder a todos tu profundo saber, ciencia infinita. Pareciste ignorante, siendo el Omnipotente, jacuérdate! 8 Acuérdate de haber vivido errante, extranjero en la tierra, joh Verbo eterno! Ni una piedra tuviste ni un abrigo, ni tan siquiera el nido que los pâjaros tienen... Ven, joh Jesûs!, a mi, reclina tu cabeza, ven..., para recibirte tengo dispuesta el aima. Sobre mi corazén descansa, Amado mio, i mi corazén es tuyo! 9 Acuérdate de qué ternura inmensa tû colmaste a los ninos pequenitos. jYo deseo también recibir tus caricias, dame tus deliciosos, suaves besos! Para gozar un dia de tu dulce presencia alla en el cielo, practicaré en la tierra las pequenas virtudes de la infancia. Muchas veces dijiste: «El cielo es de los ninos...», jacuérdate! 10 Acuérdate, Jesûs: junto al brocal de un pozo, un viajero, cansado dei camino, hizo que rebosaran <4> sobre cierta mujer samaritana los raudales de amor que encerraba su pecho. jYo sé quién es aquel que pidié de beber<5>: él es el Don de Dios, la fuente de la gloria! Es él,agua que brota, Es él, que nos ha dicho: «jVenid a mi! 11 Venid a mi vosotras, pobres aimas cargadas, vuestras pesadas cargas pronto se harân ligeras, y, saciada la sed ya para siempre, de vuestro seno fuentes manarân». YO tengo sed, Jesûs, esa agua pido, que me inunden el aima sus divinos torrentes. Por fijar mi morada en el mar del amor jyo vengo a ti! 12 Acuérdate, Jesûs, de que, a pesar de ser hija yo de la luz <6>, iay!, de servir a mi Rey me olvido con frecuencia. De mi miseria inmensa ten piedad y en tu infinito amor perdôname. En las cosas del cielo, Senor, hazme una experta, muéstrame los secretos que tu Evangelio esconde. Haz que este libro de oro sea mi gran riqueza, jacuérdate! 13 Acuérdate, Jesûs, del poder asombroso que tu divina Madré tuvo y tiene sobre tu corazôn. Acuérdate de haber cambiado un dia el agua clara en delicioso vino <7>, obedeciendo a su sencilla sûplica. Dignate transformar mis mortecinas obras y a la voz de tu Madré, dales vida. De que yo soy tu hija, mi Jesûs, con frecuencia jacuérdate! 14 Acuérdate, Senor: muchas veces subias a las altas colinas al caer de la tarde. Recuerda tu oraciôn, tus divinas plegarias y tus himnos de amor mientras todos dormian. Y yo en mis oraciones, en mi oficio divino, ofrezco con delicia mi oraciôn, joh Dios mio! Junto a tu corazôn canto enfonces gozosa, jacuérdate! 15 Acuérdate de que al mirar los campos, tu corazôn divino presagiaba la siega, con los ojos alzados <8> a la santa Montana, murmurabas los nombres de tus predestinados... Para que tu cosecha recoger pronto puedas, mi Dios, todos los dias me inmolo y te suplico. Son mi llanto y mi gozo para tus segadores, jacuérdate! 16 Acuérdate, Jesûs, del gozo de los ângeles, del jûbilo que habrâ en tu reino del cielo entre sus elegidos moradores, al ver que un pecador alza hacia ti sus ojos. Yo quiero acrecentar esa gran alegria, y por los pecadores rogaré sin césar. Porque al Carmelo vino para poblar tu cielo, jacuérdate! 17 Acuérdate de aquella dulce llama que hacer arder querias en nuestros corazones. En mi aima has encendido ese fuego del cielo <9>, y yo quiero, también, derramar sus ardores. Una débil centella, joh misterio de vidal, levantar puede sola un grandisimo incendio <10>. Muy lejos quiero llevar joh Dios miol, tu fuego <11>, jacuérdate! 18 Acuérdate de la grandiosa fiesta que te dignaste <12> da al hijo arrepentido. Acuérdate igualmente de que al aima que es pura tù mismo la alimentas dia a dia. Recibes con amor al hijo prôdigo, mas las olas de amor que de tu corazôn al mio vienen, ésas no tienen nûmero ni dique. Tus bienes mios son, mi Rey, Amado mio, jacuérdate. 19 Acuérdate de que al, obrar milagros, despreciaste la gloria y exclamaste: «ôCômo podéis creer los que buscâis la estima de los hombres? Hallâis maravillosas las obras que yo hago, mayores las harân los que son mis amigos». jQué humilde y dulce fuiste, Jesûs, mi tierno Esposol, jacuérd'te! 20 Acuérdate de que, en un trance santo de divina embriaguez, tu apôstol virgen descansô su cabeza sobre tu corazôn. jSeüor, en su descansô conociô tu ternura, comprendiô sus secretos! No me siento celosa dei discipulo amado, también yo tus secretos conozco, soy tu esposa. Duermo sobre tu pecho, divino Salvador, jél es mio!<13>, jacuérdate! 21 Acuérdate de aquella triste noche, noche de tu agonia, en la que con tu sangre se mezclaron tus lâgrimas. jPerlas de amor, cuyo infinito precio hizo que germinaran en esta tierra virginales flores! Un ângel, al mostrarte esta mies escogida, renacer hizo el gozo de tu bendita aima. Mas tû, Jesûs, me viste en medio de tus lirios, jacuérdate! 22 Acuérdate, Senor, que tu rocio fecundo, virginizando el câliz de las flores, capaces las volviô, ya en esta vida, de engendrar multitud de corazones. Soy virgen, joh Jesûs! No obstante, jqué misterio!, al unirme yo a ti, soy madré de aimas <14>. De las virgenes flores que salvan pecadores, jacuérdate! 23 Acuérdate: un Condenado a muerte, abrevado de amargo sufrimiento, alzé al cielo los ojos y exclamé: «jUn dia me veréis aparecer con gloria nimbado de poder sobre las nubes!» Nadie creer queria que el Hijo de Dios fuese, pues su gloria inefable permanecia oscura. Principe de la paz, yo si te reconozco, jyo creo en ti...! 24 Acuérdate de que hasta entre los tuyos siempre desconocido fue tu divino rostro. Pero a mi me dejaste tu dulce y pura imagen, y bien sabes, Senor, que siempre yo te reconoci... Te reconozco, si, joh rostro eterno!, aun a través dei velo de tus làgrimas descubro tus encantos. De todos los corazones que recogen tus làgrimas, Jesûs, jacuérdate! 25 Acuérdate de la amorosa queja que, clavado en la cruz, se te escape del pecho. jEn el mio quedé, Senor, grabada, y por eso comparte el ardor de tu sed <15>! Y cuanto mâs herido se siente por tu fuego, mâs sed tiene, Jesûs, de darte aimas. De que una sed de amor me quema noche y dia jacuérdate! 26 jAcuérdate, Jesûs, Verbo de vida, de que tanto me amaste, que moriste por mi! También yo quiero <16> amarte con locura, también por ti vivir y morir quiero yo. Bien sabes, joh Dios mio!, que lo que yo deseo es hacer que te amen y ser mârtir un dia. Quiero morir de amor. Senor, de mi deseo jacuérdate! 27 Acuérdate de aquello que dijiste el dia de tu triunfo: «jDichoso el que sin ver en plenitud de gloria al Hijo del Altisimo, sin embargo creyé!» Desde la oscura noche de mi fe yo te amo ya y te adoro. Para verte, Jesûs, espero en paz la aurora. De que no es mi deseo aqui en la tierra verte <17> jacuérdate! 28 Acuérdate de que, subiendo al Padre, no podias dejarnos aqui huérfanos, y haciéndote en la tierra prisionero supiste velar bien tu resplandor divino. Pero es pura y radiante la sombra de tu vélo, Pan vivo de la fe, alimento celeste. jOh misterio de amor! jMi pan de cada dia Jesûs, eso eres tû ! 29 No obstante las sacrilegas blasfemias con que insultarte intentan los enemigos que en el mundo tiene el dulce Sacramento de tu amor, tû me muestras, Jesûs, cuânto me amas, pues en mi corazén a morar vienes. jOh Pan dei desterrado! jHostia santa y divina! Ya no soy yo quien vive, sino que vivo de tu propia vida. jTu dorado copén <18> preferido entre todos, Jesûs, soy yo! 30 Soy para ti un santuario vivo, que los malvados profanar no pueden. Quédate siempre en mi, <,no es, acaso, un parterre mi corazén donde todas las flores se vuelven hacia ti? Mas si tù te alejaras, blanco Lirio dei valle, tù lo sabes muy bien, mis flores serian prestamente deshojadas. jSiempre, Jesûs, mi Amado y perfumado Lirio, florece en mi! 31 Acuérdate de que en la tierra quiero consolarte, Senor, del negro olvido al que los pecadores te condenan. jAmor ûnico mio, escucha mi plegaria, para amarte, Jesûs, dame mil corazones! Pero no basta aûn, joh Belleza suprema! jPara amarte dame tu propio corazén divino!<19> De mi deseo ardiente, Senor, a cada instante jacuérdate! 32 Acuérdate, Senor, de que es tu santa voluntad mi dicha • ' · <10> y mi umco repose . Sin temor en tus brazos me duermo y abandono, divino Salvador. Si mientras ruge el huraeân tû duermes, yo seguiré sumida en una paz profunda. Mas, Jesûs, mientras duermes, para tu despertar jprepàrame! 33 Acuérdate, Senor, de que vivo en la espera del gran dia. Que, por fin, aparezea el àngel y nos convoque a todos: «îEl tiempo se acabé, despertad ya!» Yo hendiré enfonces ràpida el espacio y muy cerca de ti ocuparé un lugar. En la morada eterna mi cielo seras tû, jacuérdate! NOTAS P 15 - JESÛS, AMADO MIO, ACUÉRDATE Fecha: 21 de octubre de 1895. - Compuesta para: sor Genoveva, con ocasiôn de su santo (Celina), a peticiôn de ésta. - Publication: HA 98, cuarenta y tres versos corregidos. - Melodia: Rapelle-toi. El noviciado de Celina sigue su curso desde el 5 de febrero de 1895. Suficientemente generoso para que Teresa proponga a su hermana, el 9 de junio, que se entregue totalmente al Amor. Y suficientemente laborioso para que Celina sienta la necesidad de animarse haciendo un recuento de sus mérites pasados. Y acude al genio poético de Teresa para «recordar a Jesûs (...) los inmensos sacrificios que ha hecho por él». Pero Teresa invierte Ia perspectiva, enumerando «los sacrificios de Jesûs» por Celina... No porespiritu de contradiction, sino sencillamente para dar una «pequena leccién» a su novicia (CSG, p. 73). Pero, sobre todo, porque su inspiration la lleva en una direction completamente distinta. El nervio vital de su existencia se encuentra ahora en una conviction extremadamente fuerte del amor preveniente y gratuite de Jesûs hacia su criatura. En treinta y très estrofas (^nûmero intencionado para recordar los treinta y tres anos de Cristo?) va desarrollando una vida de Jesûs a partir del Evangelio, en el que «cada dia descubre luces nuevas, sentidos ocultos y misteriosos» (Ms A 83v°). Junto con P 35, este poema es un lugar privilegiado para un estudio escrituristico en Teresa. En esa época Teresa vive en un baho de luz. Su fe es viva y transparente. Y sus versos son una clara expresién de su inteligencia de la fe, por la forma tan personal de leer y releer los textes evangélicos. <1> Este epigrafe (anadido por Teresa en julio de 1896) proviene de LAnnée de Sainte Gertrude del P. Cros (Toulouse, 1871). <2> Cf RP 1,12r°; RP 2,2r° y 7v°; RP 5,3r°; RP 6,2v°; Or 8, de octubre de 1895; P 36,10. <3> Teresa no habia de Jesûs en tercera persona, sino en segunda persona del singular, como lo hace habitualmente en su oration (CSG, p. 82). En todas las estrofas, salvo alguna rara exception, el Tû y el yo se van conjugando en una exquisita reciprocidad de ternura. Tai vez pueda parecer extrano que «acapare» de esa manera a su Senor; pero lo ûnico que hace es apropiarse las palabras de san Pablo: «Me amo hasta entregarse por mi» (Gai 2,20). <4> Cf estr. 18 y Or 6. <5> En 1889-1890, la sed de Jesûs que Teresa deseaba apagar era sobre todo la del Crucificado (Jn 19,28; cf LC 145 en CG, p. 631). En 1893, pensaba mas en el episodio de la Samaritana (Cta 141). En 1895, combina los dos temas en el Ms A (45v° y 46v°) y aqui (estr. 10 y 25). Finalmente, en 1896 los escribirâ, junto con otros textes evangélicos, en una estampa de Cristo en la cruz, con referencias explicitas (Est 1). Cf también Cta 196 (= Ms B 1v°). <6> Expresién que solo se encuentra aqui y en Ms B 4r°. <7> Junto con una furtiva alusiôn a la tempestad calmada, es éste el ùnico milagro que se menciona en la poesia. Teresa usa siempre una gran discretion al referirse a los milagros. <8> Teresa recoge aqui de nuevo, aplicàndola a Jesûs, su exégesis tan personal, de 1892, de la invitation a «levantar los ojos»: «Levantad los ojos y ved. Ved como en mi cielo hay sitios vacios, a vosotros os toca llenarlos...» (Cta 135). <9> Posible alusiôn a la herida de amor de junio de 1895 (CA 7.7.2). <10> Unica vez que emplea en este sentido esa expresién en sus escritos, no obstante la importantia del fuego en el vocabulario de Teresa. <11> La madre Inès escogiô en un primer momento estos dos versos para adornar la cruz de la tumba de Teresa y définir asi su misiôn pôstuma, netamente apostôlica; cf CSG, p. 200. Cf también RP 4,4v° y P 31,6. <12> El padre del hijo prodigo, para Teresa, es el propio Jesûs en seis de los ocho pasajes en que ella menciona (RP 2,3r°; Cta 142; aqui; Ms C 34v° y 36v°; Cta 261). <13> Cf Cta 122: «El corazôn de mi Esposo es solo para mi, como el mio es solo para él». <14> Los escritos de Teresa evocan con frecuencia este «misterio» de la maternidad espiritual de la virgen consagrada que se une a Jesûs; cf, por ejemplo, Cta 124 (la flor Celina); Cta 129, 135, 182, 183, 185; Ms A 81 r° y Ms B 2v°; P 29,6; etc. <15> De las siete palabras de Cristo en la cruz, la que mas veces cita Teresa es la queja «Tengo sed» (Ms A 45v°, 46v°, 85v°; P 20, estr. 5 y 6. Cf supra, nota 5. <16> «También» sugiere que la muerte de Jesûs es ya una locura de amor, que justifica el deseo de Teresa: «amarte con locura». Y esta aspiration no es nueva: cf Cta 85, 93, 96, 169; Ms A 39r°, 82r° (finales de 1895). Y se hace mâs acuciante en 1896: cf Ms B (en el que la palabra «locura» recurre hasta diez veces) y Cta 25. <17> A pesar de la fuerza de su amor, Teresa prefiere amar a Jesûs de acuerdo al estilo que ha elegido para si (cf RP 7,1v°). Muy poco antes de morir, reafirmarâ su deseo de «no ver» a Dios o a los santos aqui abajo (cf CA 4.6.1; 5.8.4; 11.8.5; 11.9.7). <18> La misma idea en Ms A 48v° y en P 16,6. <19> Amar a Dios no solo con «mil corazones», sino con su propio Amor, con su «propio Corazôn divino», es una aspiration que va creciendo en Teresa hasta el final (cf Ms B 3v° y Ms C 35r°; PN 41,2,7-8). <20> El «reposo» saboreado ûnicamente en la «voluntad» de Jesûs, el deseo de cumplir siempre su voluntad, es un tema teresiano del que encontramos huellas en todos sus escritos, y muy temprano (cf Poésies, II, p. 169). En la enfermeria, Teresa repetirâ esta estrofa 32 «con semblante y acento celestiales»: cf CA 14.7.3. En ese mismo sentido, véase también CA 10.6; 10.7.13; 14.7.9; 30.8.2. P 16 MIS DESEOS JUNTO A JESÛS ESCONDIDO EN SU PRISIÔN <1> DE AMOR Compuesta a petition de sor San Vicente de Paul. La misma melodia que la anterior, o bien la de la glosa de santa Teresa. 1 Llavecita, yo te envidio, porque puedes cada dia abrir y cerrar la puerta de la cârcel donde mora el Dios hecho Eucaristia. Mas joh dichoso milagro!, por la virtud de mi fe y de mi amor también puedo el tabernaculo abrir y en él esconderme yo <2> cerca de mi amado Rey. 2 Quisiera en el santuario junto a mi Dios consumirme, y, como tû, lamparilla, brillar siempre en el misterio. jOh qué dicha!, yo también unas Hamas tengo en mi, y con ellas ganar puedo para Jesûs muchas aimas y abrasarlas en su amor... 3 En cada aurora te envidio, piedra santa del altar. Como un dia en el establo, veo en ti nacer a Dios. Atiende mi humilde ruego, ven a mi alma, mi Serior. Lejos de hallar piedra tria, en ella hallaràs el eco de tu propio corazôn. 4 Corporales, rodeados de ângeles, también yo envidia os tengo a vosotros. Como los limpios panales, envolvéis a mi Jesûs, mi ûnico y solo tesoro. Mi corazôn cambia, joh Virgen!, en corporal puro y bello, para poder recibir la hostia blanca do se esconde tu amado y dulce Cordero. 5 Patena santa, te envidio. En ti viene a reposar Jesûs, el Verbo hecho carne. jQue su infinita grandeza se digne abajarse a mi...! Jesûs colma mi esperanza sin esperar a que llegue la tarde de mi destierro. jViene a mi! Con su presencia me hace su custodia viva... 6 Yo quisiera ser el caliz en el que adoro la sangre de mi Dios y Salvador. Mas puedo en la santa Misa recogerla cada dia. A Jesûs le gusta mi alma mas que los vasos de oro. El altar es un Calvario donde por mi y para mi se derrama gota a gota toda su sangre divina. 7 jOh Jesûs, vina sagrada!, lo sabes, mi Rey divino: soy un racimo dorado <3> que han de arrancar para ti. Exprimida en el lagar del oscuro sufrimiento, yo te probaré mi amor. Mi ùnico gozo sera inmolarme cada dia. 8 jOh qué suerte para mi! Fui contada entre los granos de maduro y puro trigo destinados a perder por Jesûs su ser y vida. jOh exquisito arrobamiento! Tu esposa querida soy, ven, mi Amado, vive en mi. jVen, tu belleza me encanta, ven a transformarme en ti! NOTAS P 16 - MIS DESEOS JUNTO A JESÛS ESCONDIDO EN SU PRISIÔN DEAMOR Fecha: otono (?) 1895. - Compuesta para: sor San Vicente de Paùl, a petition suya. - Publication: HA 98 con el titulo «Mis deseos al pie del tabernaculo»), siete versos corregidos. - Melodia: Par les chants les plus magnifiques, o bien la Glosa de santa Teresa «Je meurs de ne point mourir». En este poema eucaristico-litûrgico, Teresa no déjà volar la inspiration. Es una méditation en un tono sumamente sobrio, centrada en los objetos de culto, de los que habla como si fueran palabras o imâgenes de la Sagrada Escritura. Tan solo en la ùltima estrofa da rienda suelta al amor y al entusiasmo. La fe de Teresa la lleva a descubrir la forma de hacer realidad sus «deseos»: «Mas yo puedo...» No tiene ningùn motivo para «envidiar» a la Have del sagrario, a la lâmpara, a la piedra del altar, o a los vasos sagrados. Ella tiene mas valor, ella es incomparablemente mas valiosa que esos objetos inanimados. La «esposa» se asocia al sacrificio como victima, aun cuando esta palabra no se pronuntia, y con «arrobamiento». <1> Cf Ms A 31v°; PN 19,1; P 15,28; Cta 189 y 201; Or 7. <2> Jesûs escondido en la hostia, en el sagrario, es uno de los temas favorites de la santa del Dios escondido: cf Cta 140; numerosas referentia en las Poesias y en RP. <3> Primero de los très anuncios de la «pasiôn» de Teresa bajo el simbolo del «racimo», junto con RP 5,2r° y Ms A 85v° (escudo de armas). P 17 RESPONSORIO DE SANTA INÈS 1 Cristo es mi amor, él es toda mi vida, él es el prometido que enamora mis ojos. Oigo vibrar la nota melodiosa de su armonia suave. 2 Engalanô mi mano con perlas nunca vistas y colgô de mi cuello collares de gran precio. Los diamantes pretiosos que veis en mis orejas regalo son de Cristo. 3 Estoy toda adornada de rica pedreria y fulgura en mi dedo el anillo nupcial. El quiso recubrir de perlas luminosas mi manto virginal. 4 Yo soy la prometida de aquel a quien los angeles, temblando, serviran eternamente, cuya alabanza cantan sol y luna y su belleza admiran 5 Es el cielo su imperio y su ser es divino. Una virgen por madre escogiô aqui en la tierra. Su padre es el Dios vivo que no tiene principio y es espiritu puro. 6 Cuando amo a Cristo y cuando yo le toco, se hace mi corazôn mas puro y limpio y me vuelvo mas casta. El beso de su boca me da el dulce tesoro de la virginidad. 7 Sobre mi trente ha impreso ya su sello, a fin de que otro amante no se acerque ya a mi. Mi amable Rey sostiene con su divina gracia mi débil corazôn. 8 De su sangre preciosa me siento empurpurada, y gusto ya en mi alma las delicias del cielo. De sus labios sagrados recojo leche y miel. 9 A nada tengo miedo, ni al hierro ni a las llamas, nada turbar ya puede mi inexpresable paz. Y este amor, cuyo fuego el alma me consume, nunca se apagara... NOTAS P 17 - RESPONSORIO DE SANTA INÉS Fecha: 21 de enero de 1896. - Compuesto para: madré Inès de Jesûs, priora, para su santo. Publication: HA 98 («Cântico de santa Inès»), once versos corregidos. - Melodia: Le Lac, o bien Himne à l'Eucharistie. Resplandeciente como una novia que se adorna para su Esposo: asi se nos muestra Teresa a través de este poema. Con él termina un afio de paz, de amor y de luz. Ese mismo 21 de enero, entrega a la madré Inès su primer cuaderno autobiogrâfico. Aunque en estilos diferentes, el Manuscrite y el este poema no cantan sino un mismo Magnificat Poema de esponsales. Al leerlo, uno piensa de inmediato en la pagina maravillada del Ms A en que Teresa reproduce la profecia de Ezequiel (que ella toma del Cântico Espiritual de san Juan de la Cruz, canciôn 23): «Cuando llegô para mi el tiempo de ser amada -era en 1887-, hizo alianza conmigo y fui suya... Extendiô su manto sobre mi... Me vistiô con bordados, dândome collares y aderezos inestimables... Si, todo eso hizo Jesûs conmigo» (Ms A 47r°). En 1887, no era mas que el comienzo de los esponsales. Hoy, en 1896, después de un afio de plenitud que toca a su fin, los esponsales se realizan en secreto. Pronto se va a escuchar la «primera llamada», trâgica, <,qué duda cabe?, pues se trata de una hemoptisis, pero gozosa «como un dulce y lejano murmullo que me anunciaba la llegada del Esposo» (Ms C 5r°). Teresa Io indica expresamente en el titulo: quiere traducir los Responsorios del Oficio de santa Inès [El titulo original dei poema reza asi: «Responsorios de santa Inès». N. del T.]. La liturgia de la joven mârtir (muerta hacia el 305) se remonta a una gran antigüedad: siglos VII-VIII. Teresa asimilô el texto hasta el punto de revitalizar su simbolismo desde el interior, como puede comprobarse haciendo una sinopsis lineal del poema con sus diversos modelos (cf Poésies, II, p. 180ss). La transcription de Teresa es de especial calidad. Habria que observar como se transforman las palabras al pasar del modelo al poema; como, gracias a una admirable organization poética, Teresa va elaborando su miel sirviéndose de todas las imâgenes dispersas en el texto latino, para desplegar esa gran vision de un movimiento armônico. P 18 EL CÂNTICO ETERNO CANTADO EN EL DESTIERRO 1 Tu esposa, joh Senor mio!, en tierra extradera puede cantar el cântico eterno del amor, porque en el seno mismo de su oscuro destierro la abrasas con el fuego de tu amor, como lo harâs un dia allâ en el cielo. 2 jOh belleza suprema y dulce Amado mio!, tû te entregas a mi, y yo pago tu entrega amàndote, Jesûs. Haz que toda mi vida sea un acto de amor. 3 Olvidândote tù de mi inmensa miseria, vienes a hacer morada aqui en mi corazôn. jAh qué misterio grande, mi débil amor basta para tenerte mio y encadenarte a mi! 4 Amor que me inflamas, penetra mi aima. Ven, yo te reclamo, ven, consûmeme. 5 Tu llama me urge, y quiero sin tregua joh divino horno!, abismarme en ti. 6 El sufrir me es gozo cuando en raudo vuelo a ti para siempre se alza el amor. 7 jOh patria celeste, dulzura infinita, tù dia tras dia encantas mi alma! 8 jOh celeste patria, oh gozo infinito, no eres mas que Amor! NOTAS P 18 - EL CANTICO ETERNO CANTADO EN EL DESTIERRO Fecha: 1 de marzo de 1896. - Compuesta para: sor Maria de San José, a petition suya (?) para su santo. - Publication: HA 98, siete versos corregidos. - Melodia: Mignon regrettant sa patrie. Sin fijarse en los problemas psicolôgicos de su companera (igual que Jesûs lo hace con ella, ella olvida también la «inmensa miseria» de esta hermana), Teresa no habla mas que de «amor» a esta discipula de buena voluntad, de la que pronto sera «segunda» en la lavanderia. El poema es pobre, aunque resuite pretioso saber que Teresa vive al pie de la letra lo que canta en nombre de la destinataria del mismo. P 19 GLOSA A LO DIVINO Compuesta por N.P. san Juan de la Cruz y puesta en verso por la mas pequeüa de sus hijas para la profesiôn de su querida hermana sor Maria de la Trinidad y de la Santa Faz. «Sin arrimo y con arrimo, sin luz y a oscuras viviendo, toda me voy consumiendo». 1 Al mundo, joh dicha suprema!, yo le di un eterno adiôs... ... Elevândome sobre él, mi corazôn ya no tiene fuera de Dios otro arrimo. Y voy a decir ahora lo que, cerca de él, estimo: es ver que mi corazôn y mi aima viven ya con arrimo y sin arrimo. 2 Y aunque padezco sin luz en este vivir de un dia, en la tierra, por lo menos, poseo al Astro celeste del Amor. En el camino que sigo los peligros no me faltan. Pero por amor yo quiero vivir sin luz y en destierro. 3 El amor, tengo experiencia, el bien y el mal que halla en mi lo aprovecha, jqué poder!, y mi aima transforma en si. Y este fuego que arde en mi penetra mi aima sin tregua. Por eso, en su llama viva toda me voy consumiendo en el amor y de amor. 30 de abril de 1896. Teresa del N. Jesûs y de la S. Faz rel. carm. ind. NOTAS P 19 - GLOSA A LO DIVINO Fecha: 30 de abril de 1896. - Compuesta para: sor Maria de la Trinidad, para su profesiôn. - Publication: HA 98, seis versos corregidos. - Melodia: ninguna indication. Nadie como Maria de la Trinidad ha hablado del amor de su maestra a su Padre san Juan de la Cruz, del cual Teresa traslada aqui, a veces literalmente, la Glosa a lo divino segùn la traduction de las carmelitas de Paris. »Por amor yo quiero»: he aqui su respuesta heroica ante las pruebas mâs fuertes. Ayer, en aquel gran dolor familiar («Querer todo lo que Jesûs quiere, Cta 87); hoy, al entrar en la noche «sin luz y en las tinieblas»; pronto, enfrentada con la ûltima agonia («Si, Dios mio, todo lo que quieras», CA 30.9). Tai es la fuerza del Amor. Semejante contexto confiere a este breve poema, por lo demâs muy parecido a su modelo, un autenticidad y una intensidad realmente conmovedoras. Pero Teresa es la ûnica que conoce por enfonces su significado, pues vive su prueba «en silencio y esperanza». Al entregârselo a su destinataria, el dia de su profesiôn, ûnicamente le senala «el pensamiento que a ella mâs le gusta (...): que el amor sabe sacar provecho de todo: del bien y del mal que encuentra en nosotros» (estr. 3-4; cf Cta 142 y Ms A 83r°). Esta certeza es el potente motor de su carrera por el «caminito». Las faltas de una joven carmelita todavia débil, la prueba purificadora de una santa que camina hacia su final, todo puede ser asumido y superado por una confianza absoluta en el «Amor consumidor y transformante» (Cta 197, eco del ûltimo verso de san Juan de la Cruz). P 20 CÂNTICO DE SOR MARIA DE LA TRINIDAD Y DE LA SANTA FAZ Compuesta por su hermanita sor T. del N.J. 1 Jesûs, al desterrarte a nuestra tierra, movido por tu amor, por mi tû te inmolaste. Toma mi vida entera, Amado mio, yo sufrir por ti quiero, quiero morir por ti. E. 1 Tû mismo, mi Senor, nos lo dijiste: «Nadie puede hacer mâs por los que ama que por ellos morir». Pues bien: mi amor supremo eres tû, mi Jesûs. 2 Se hace ya tarde, el dia ya declina, ven, Serior, a guiarme en el camino. Con tu cruz voy trepando por la colina arriba. Quédate aqui conmigo, peregrino celeste. E. 2 En mi alma tu voz encuentra un eco, quiero a ti parecerme. reclamo el sufrimiento. Tu palabra encendida me quema el corazôn. 3 Tuya es para siempre la victoria, y extasiados los ângeles la cantan. Antes de entrar en la celeste gloria, el Dios-Hombre tenia que sufrir. E. 3 jCuântos desprecios por mi amor sufriste en tierra extrana! También yo quiero oculta y despreciada vivir y ser en todo la ùltima por ti. 4 Tu ejemplo, Amado mio, a abajarme me invita y a despreciar honores. Para encontrarte, quiero permanecer pequena. Olvidândome a mi tu dulce corazôn cautivaré. E. 4 No ambiciono otra cosa que en soledad vivir, donde encuentro mi paz y mi alegria. En complacerte es solo mi ejercicio y mi felicidad... eres tû, mi Jesûs. 5 Tû, el Dios inmenso, a quien rendido adora el infinito cielo, vives dentro de mi, hecho mi prisionero noche y dia. Tu dulce voz me implora y a cada instante me repite quedo: «jYo tengo sed! jYo tengo sed de amor!» E. 5 Yo también soy, Jesûs, tu prisionera, y a mi vez quiero repetirte siempre tu emocionada imploracién divina: «Amado mio, hermano, jyo tengo sed de amor!» 6 Yo tengo sed de amor, colma mis esperanzas y aumenta en mi, Senor, tu llama viva. Yo tengo sed de amor, mi sufrimiento es grande, a ti volar quisiera... ja ti, Dios mio...! E. 6 Tu amor es mi martirio, mi ûnico martirio. Cuanto mâs él se enciende en mis entranas, tanto mâs mis entranas te desean... i j jJesûs, haz que yo muera de amor por ti...!!! NOTAS P 20 - CÂNTICO DE SOR MARIA DE LA TRINIDAD Y DE LA SANTA FAZ Fecha: 31 de mayo de 1896. - Compuesta para: sor Maria de la Trinidad, en su santo. Publicaciôn: HA 98 (bajo el titulo «Tengo sed de amor»), seis versos corregidos. - Melodiaminguna indicaciôn. Esta poesia, de ritmo vibrante, es una especie de diàlogo mistico, en el que se puede percibir como en una transparencia la voz de Jesûs y la respuesta de Teresa, y que deja una impresiôn bastante dramâtica que expresa muy bien el titulo elegido para su publicaciôn en la Histoire d'une âme: «Tengo sed de amor». Teresa sabe que su muerte esta prôxima, y la noche desciende sobre su alma. Pero Jesûs «esta con ella» en el oscuro camino, en esa subida a «la colina» del Calvario. Y como a los peregrinos de Emaûs, a ella también le dice: «<,No era necesario que el Mesias padeciera para entrar en su gloria?» Y su «palabra encendida quema el corazén» de Teresa. Para ella no habrâ otro camino: el amor y la muerte. Por eso, «réclama» el sufrimiento: primera el «desprecio», en el cual el «caminito» garantiza al aima que se parecerâ a Jesûs; la «sed» del Crucificado, «sed de amor» inextinguible, que implora como en un estertor y que despierta en ella una sed semejante a la de él; y finalmente, el «martirio de amor», que repite incansablemente la ûltima estrofa, patética como un preanuncio de la agonia de Teresa. En ella se pueden leer, a la vez, el amor mâs absoluto y la angustia, una esperanza apasionada rayana en la desesperanza. Esta estrofa apasionada y su estribillo, en su expresiôn llameante y dramâtica, hace pensar en la Llama de amor viva de Juan de la Cruz: «Las profundas cavernas del sentido» (Explication del v. 3 de la 3a canciôn). P 21 Ml CIELO Festividad del Ssmo. Sacramento 7 de junio de 1896. 1 Para poder soportar el destierro de este valle de lâgrimas, de mi amado Salvador necesito la mirada. Esa mirada divina, llena de amor, me revela sus inefables encantos, nuncios de la dicha eterna. Y mi Jesûs me sonrie cuando por él suspiro, y enfonces ya no siento la prueba de la fe. La mirada de mi Dios y su inefable sonrisa json mi cielo para mi! 2 Mi cielo es atraer sobre las aimas, sobre mi Madre la Iglesia <1> y mis hermanos, las gracias de Jesûs y sus divinas Hamas que abrasan y que alegran del hombre el corazôn. Todo puedo obtenerlo cuando, alla en Io secreto, a mi divino Rey le hablo, corazôn a corazôn. Esta intima oraciôn cerquita del santuario jes mi cielo para mi! 3 Mi cielo esta escondido en la pequena hostia en que Jesûs, mi Esposo, se oculta por amor. Y de este divino horno quiero sacar mi vida, mi Salvador esta en él y me escucha noche y dia. jOh dichosisimo instante, cuando en tu inmensa ternura vienes a mi, Amado mio, para transformarme en ti! Esta inefable embriaguez y esta union de corazones json mi cielo para mi! 4 Mi cielo es sentir en mi la semejanza de Dios, que con un sopio potente <2> a su imagen me creô. Mi cielo es permanecer en su presencia divina, y llamarla Padre mio, y ser y sentirme su hija. En sus divinos brazos no temo la tormenta. j Es toda y mi sola ley el abandono completo <3>! Dormitar sobre su pecho, muy cerquita de su cara jes mi cielo para mi! 5 Mi cielo yo Io he encontrado en la santa Trinidad, que, prisionera de amor, habita en mi corazôn. Contemplando alli a mi Dios, yo le repito, sin miedo, que quiero amarle y servirle hasta mi postrer aliento. Es mi cielo sonreir a ese Dios al que adoro cuando él se quiere esconder para probar mi fe. Sonreir mientras espero a que él mi mire otra vez jes mi cielo para mi! (Pensamientos de sor san Vicente de Paul, puestos en verso por su hermanita sor Teresa del Nino Jesûs.) NOTAS P 21 - Ml CIELO Fecha 7 dejunio de 1896. - Compuesta para: sor San vicente de Paul, a petition suya. Publication: HA 98, très versos corregidos. - Melodia: Himne à l'Eucharistie. Poesia algo melancôlica, pero iluminada por una sonrisa y llena de confianza, sin duda para responder a los «pensamientos» de la destinataria. La «mirada llena de amor» de Jesûs, el «corazôn a corazôn» con él en una oraciôn que se hace intercesiôn por la Iglesia, La «union de corazones» en la Eucaristia transformante, la «semejanza» filial, el «abandono completo» en el Corazôn del Padre, la inhabitation de la «santa Trinidad» en el corazôn amante van siendo cantados uno tras otro en versos alejandrinos que a veces alcanzas una hermosa solidez. Sin embargo, Teresa desliza en ellos discretamente (y con su propio nombre), al principio y al final, una évocation de su propia «prueba de la fe» (ùnica mention en los escritos). Seguir, a pesar de todo, sonriendo al Dios que se esconde («redoblar las ternuras», P 29,4; hacerle toda suerte de cumplidos», CA 6.7.3): ésta sera su respuesta hasta el ùltimo atardecer. <1> Primera vez que aparece esta expresiôn que harâ famosa el Ms B 3v° y 4v°. <2> Solo aqui se encuentra esta bella expresiôn -soplo-, que para Teresa es siempre sinônimo de suavidad y frescor primaveral. <3> Esta palabra no habia vuelto a aparecer en las Poesias desde P 2 (de abril de 1894); la encontraremos luego en siete ocasiones (PN 38; P 26, 28, 34). P 22 LO QUE PRONTO VERÉ POR VEZ PRIMERA Fiesta del Sagrado Corazôn de Jesûs 12 de junio de 1896. 1 Me encuentro en tierra extranjera todavia, mas presiento la futura, eterna dicha. Quisiera dejar la tierra para contemplar de cerca las maravillas del cielo. Sonando en aquella vida, no siento de mi destierro ni el peso ni la medida. Pronto volaré, Dios mio, hacia mi ûnica patria, ivolaré por vez primera! 2 Dame, Jesûs, blancas alas para emprender hacia ti, rauda y alegre, mi vuelo. Quiero verte, mi tesoro, quiero volar a las playas eternas de tu azul reino. Quiero volar a los brazos maternales de Maria, y descansar en su trono, que para mi es su regazo, y de mi Madré querida el dulce beso de amor jrecibir por vez primera! 3 No tardes en descubrirme, joh, mi Amado!, la dulzura de tu primera sonrisa. Cumple mi ardiente delirio <1>, déjame estar escondida en tu corazôn divino. i Oh dichosisimo instante, oh felicidad cumplida, cuando escuche el dulce acento de tu voz, y cuando pueda de tu rostro el claro brillo contemplar por vez primera! 4 Lo sabes bien, mi martirio, mi ùnico y solo martirio, joh Corazôn de Jesûs!, es tu amor, y si suspiro por verte pronto en el cielo, es para amarte, que amarte mas y mas cada vez quiero. En el cielo, emborrachada dulcemente de ternura, yo te amaré sin medida, Jesûs, te amaré sin ley. Y esta mi felicidad constante y eternamente me parecerâ tan nueva jcomo la primera vez! La hermanita del Nino Jesûs. NOTAS P 22 - Ml ESPERANZA Fecha: 12 de junio de 1896. - Compuesta para: sor Maria del Sagrado Corazôn, a peticiôn suya para su cumpleanos. - Publication: HA 98 (bajo el titulo «Mi esperanza»), seis versos corregidos. - Melodia: ninguna indication. »Pronto, volar, ver, amar»: éste es el deseo apasionado de Teresa en junio de 1896, lo que exige su amor, lo que ella «quiere». Hace un mes, la Venerable madre Ana de Jesûs, que la visité en suenos, le dijo: «Si, pronto, pronto, te lo prometo». Este sueno -«rayo de gracia en medio de la mâs oscura tormenta»encuentra un eco en esta poesia, llena de fervor, movida, orientada hacia el mâs alla, y con un cierto grado de angustia o de melancolia subyacente. El «pronto, pronto» que Teresa repite con verdadera alegria aviva el deseo de rasgar los vélos. «Pronto» no son alas de paloma lo que ella pide, como el salmista, para «volar y descansar», sino «las propias alas del Aguila divina» (Ms B 5v°). Y «pronto» podrâ ver. La «sonrisa», el «corazôn» el «rostro» del Amado: es un amor a la vez humano y sobrenatural el que aqui se expresa. Un amor que es fuente de «martirio», y hay que darle toda su fuerza a esta palabra que brota de manera espontânea (estr. 4). Teresa, cual esposa impaciente, sufre un verdadero martirio por causa de su amor a Jesûs que aûn no puede abrirse en plenitud en su presencia. Y ya solo suspira ardientemente por ese cielo en donde podrâ «amar sin medida y sin ley» (nétese la fuerza de la expresiôn). <1> Palabra rara en Teresa, que confirma el tono apasionado de esta estrofa. <2> Reproche afectuoso a Jesûs por dejarla tanto tiempo «en tierra extrajera», su «ûnico martirio», pues, en su comparaciôn, los sufrimientos de aqui abajo nada cuentan para Teresa: no es el deseo de verse liberada de ellos lo que la hace «suspirar» por el cielo. P 23 ARROJAR FLORES 1 Jesûs, Amado mio, al pie de tu calvario quiero, todas las tardes, arrojarte mis flores, deshojarte mi rosa -mi rosa primavera <1>y enjugar con sus pétalos tu llanto <2>, mi Senor. E. 1 jArrojarte mis flores, ofrecerte en primicia sacrificios pequeüos, mis suspiros mas leves, mis dolores mas hondos, y mi dicha y mis penas..., arrojarte mis flores <3> y mi rosa, Senor! 2 De tu inmensa belleza se ha prendado mi aima <4> Yo quiero prodigarte mis flores y perfumes, por tu amor arrojarlos sobre el ala del viento e inflamar corazones para ti, mi Serior. E. 2 Y cuando sufro y lucho <5> por salvar pecadores, arrojarte mis flores. Mis flores son el arma que me da Ia victoria. Te desarmo y te venzo con mis flores, Serior. 3 Mis flores con sus pétalos acarician tu rostro y te dicen que es tuyo todo mi corazôn. De mi rosa en deshoje tù entiendes el lenguaje, miras y le sonries a mi amor tû, Serior. E. 3 jArrojarte mis flores, repetir mi alabanza es mi ùnica alegria, es todo mi placer en este oscuro valle de sombras y de lâgrimas! Al cielo pronto iré, con los pequenos ângeles iré a arrojarte flores jmis flores, oh Senior! NOTAS P 23 - ARROJAR FLORES Fecha: 28 de junio de 1896. - Compuesta para: la madré Inès de Jesûs para su santo (Paulina). - Publication: HA 98, très versos corregidos. Melodia: Oui, je le crois, elle est immaculée. Todas las noches del mes de junio de 1896, Teresa y las cinco jévenes novicias se reûnen alrededor de la cruz de granito del patio. Recogen los pétalos que han caido de una veintena de rosales y los arrojan al Crucifijo. Este rito simbôlico acaba gustândole a la madré Inès de Jesûs. A pesar de algunos aciertos, el texto no tiene mayores pretensiones poéticas. Su gracia virgiliana, la ternura de la expresiôn, el encanto de las imâgenes pueden llamar un poco a engano acerca de la fuerza real del simbolo, tan rico de por si en el caso présente. Tal vez se sienta también excitada la sensibilidad del lector a causa de los estereotipos asociados a esa imagen de Teresa («arrojar flores», «rosa deshojada» «angelitos»), para la que este poema es uno de los lugares privilegiados. Seria una pena que esto nos llevase a despreciar una poesia que es esencial en el repertorio teresiano, tanto mâs cuanto que ese simbolo de arrojar flores hunde sus raices en Ia infancia de Teresa (Ms A 17r°). La ùltima etapa de toda su vida de amor la cantarâ nuestra carmelita en Una rosa deshojada (P 33). El anuncio floreado de su misiôn pôstuma, «una lluvia de rosas» (CA 9.6.3) desvela -o, mejor, no deberia velar- la ùnica pretension de Teresa para el cielo y en la tierra: amar a Jesûs y hacerlo amar. <1> Teresa cita estos cuatro versos en CA 14.9.1. La «rosa primavera» es entonces ya ella misma, a quince dias de la muerte. <2> Un deseo muy antiguo en Teresa (cf Cta 74, 95, 115, 134), un gesto que se asemeja al de la Veronica (cf Cta 98). <3> Cf Ms B 4r°/v° y CA 6.8.8. <4> Es ésta la primera de las once veces que se menciona la lucha en las Poesias en las Recreaciones Piadosas hasta marzo de 1897; cf Poésies, II, p. 260. Casi todas ellas tienen miras apostôlicas. Este vocabulario guerrero es un débil eco de la obra teatral de indole muy combativa El triunfo de la humildad (RP 7), que habia sido representada unos dias antes (21/6/1896). P 24 SOLO JESÛS 1 Mi corazôn ardiente quiere darse sin tregua, siente necesidad de mostrar su ternura. Mas ^quién comprenderâ mi amor, qué corazôn querrâ corresponderme? En vano espero y pido que nadie pague con amor mi amor. Solo tû, mi Jesûs, eres capaz de contentar mi aima. Nada puede encantarme aqui en la tierra, no se halla aqui la verdadera dicha. iMi ûnica paz, mi amor, mi sola dicha eres tû, mi Senor! 2 Tû supiste crear un corazôn de madré, por eso encuentro en ti al mâs tierno y amable de los padres, jOh, Jesûs, mi ûnico amor, Verbo eterno!, tu corazôn es para mi mâs dulce que el corazôn mâs dulce de una madré. A cada instante y paso me sigues en mis pasos y me guardas. Cuando te Hamo, acudes prontamente. Y si, tal vez, parece que te escondes, tû mismo vienes en mi ayuda luego para poder buscarte. 3 En ti solo, Jesûs, mi aficiôn pongo, corro a tus brazos, a esconderme en ellos. Como un nino pequeno quiero amarte, como un bravo soldado luchar quiero. Como un nino, te colmo de caricias, y de mi apostolado en la palestra como un guerrero a combatir me lanzo... 4 Tu corazôn divino, que guarda y que devuelve Ia inocencia, no es capaz de frustrar mis esperanzas. En ti, Senor, reposan mis deseos: después de este destierro, al cielo a verte iré. Cuando Ia tempestad se alza en mi alma, levanto a ti mis ojos, y en tu tierna mirada compasiva yo leo tu respuesta: «jHija mia, por ti créé los cielos!» 5 Yo sé que mis suspiros y mis lâgrimas ante ti estân y te encantan, mi Senor. Los serafines forman en el cielo tu corte, y sin embargo tû vienes a buscar mi pobre amor... Quieres mi corazôn, aqui lo tienes, te entrego enteros todos mis deseos. Y por ti, joh mi Rey y Esposo miol, a los que amo seguiré yo amando. NOTAS P 24 - SOLO JESÛS Fecha: 15 de agosto de 1896. - Compuesta para: sor Maria de la Eucaristia, a petition suya, para su cumpleanos y para el primer aniversario de su entrada en el Carmelo. - Publication: HA 98, dos versos corregidos. - Melodia: Près d'un berceau. Teresa descuella por su capacidad de ponerse en el lugar de los demâs, sin dejar de ser, cuando habia, plenamente ella misma. En Solo Jesûs es fàcil, ciertamente, reconocer a la gran enamorada de Jesûs en ese verano de 1896; pero se puede leer también ahi, con la misma facilidad, una biografia espiritual de Maria de la Eucaristia. En esa época, Teresa esta viviendo unas semanas de un extraordinaria densidad espiritual. Su «noche», sin ser tan oscura como llegarâ a serlo en 1897, la lanza con mayor fuerza que nunca hacia la persona de Jesûs. El 6 de agosto, se habia consagrado a la Santa Faz (junto con dos novicias) en una plegaria totalmente impregnada de amor (Or 12). Combatiente con el P. Roulland, que acaba de partir para China, descubre en Isaias, con nuevas tonalidades, los hermosos textos de la infancia espiritual (cf Cta 196). Aspira cada vez mâs a «amar como un ninito». En su interior bulle un nûmero incalculable de deseos vehementes y bien probados que logra integrar en la sencillez de una ûnica vocation (cf Ms B). El poema habia el lenguaje del amor humano, al estilo del Cantar de los Cantares. Por uno de esos cambios bruscos de direction, tan propios de Teresa, la ûltima estrofa incita a una actitud completamente distinta a la del punto de partida. Al comienzo, la criatura proponia su amor como para la galeria: «^Quién comprenderâ?», «^Qué corazôn querrâ?». Ahora descubre un corazôn de una ternura mucho mâs desbordante aûn que el suyo: un amor que se hace pobre, pedigüeno, que «mendiga» los suspiros y las lâgrimas de su criatura. A un amor asi no se puede resistir, hay que entregarse por entero. El amor a «Jesûs solo» es el programa que Teresa propone a la generosidad de Maria de la Eucaristia, a medio camino entre el «descanso» del primer cântico que compone para su prima (P 13) y el violento «combate» del de su profesiôn (P 32). La antitesis «ninoguerrero» queda por la grafia cursiva que Teresa reserva para las palabras importantes. El vocabulario es el del Ms B 2v° y el de Cta 194. NOTAS P 25 - LAS SACRISTANAS DEL CARMELO Fecha: principios de noviembre de 1896. - Compuesta para: sor Maria Filoména de Jesûs, a petition suya, y las demâs sacristanas. - Publication: HA 98, cinco versos corregidos. - Melodia: ninguna indication. Evocariamos aqui gustosos algo parecido a la escala de Jacob, para expresar ese intercambio misterioso entre el cielo y la tierra, cuyos agentes incansables son las sacristanas, y que viene expresado en unas estrofas llenas de ternura. Ternura callada de la «mujer de su casa», por asi decirlo: esposa «mâs feliz que una reina», cuyo corazôn estâ siempre atento a su esposo, mientras sus manos trabajan diligentemente por él. Ternura callada también la de la carmelita, asociada al apôstol desde el lugar que a ella le corresponde, el de acompahante escondida. En uno y otro caso, comparera que se ha hecho semejante al hombre a quien ayuda. A estas senas responde perfectamente la primera destinataria de la poesia, sor Maria Filoména, que ha pedido a su antigua companera de noviciado que le componga unas coplillas para cantarlas en la soledad. En un tono sumamente sencillo, la segunda parte (estr. 7-10) ofrece una respuesta al aparente desafio del Manuscrito B. Alli Teresa proclamaba, entre otros ardientes anhelos, su deseo de ser sacerdote, deseo irrealizable debido a las circunstancias. Aqui canta su forma concreta de tomar parte sin demora en la «sublime misiôn dei sacerdote». «Transformada» en Jesûs por la eucaristia, «convertida» en él, <,no acaba siendo «otro Cristo», como enfonces les gustaba définir al sacerdote? Y va describiendo la parte que ella tiene en la misiôn, en la penitencia, en la eucaristia. Por lo tanto, ningûn complejo de inferioridad frente a los «hombres», trente a los sacerdotes. Pero tampoco la mâs minima presunciôn: para Teresa, quien actûa es Jesûs, con la colaboraciôn de los hombres... Y de las mujeres. Una bella imagen para concluir este hermoso poema: el copôn se dilata hasta alcanzar las dimensiones infinitas del cielo, que no solamente esta «poblado» de elegidos (p 15,16, sino incluso «lleno». No hay «sitios vacios» (cta 135). Teresa va a «luchar por ello sin tregua ni descanso» (p 29,6). Ni siquiera en el cielo habrâ reposo hasta que esté «completo el nûmero de los elegidos» (CA 17.7). P 26 AL NINO JESÛS 1. Tû, Jesûs, me conoces, tû mi nombre conoces, y me Hamas con la dulce mirada de tus ojos... Ellos me comunican tu palabra: «Simple abandono, conduciryo quiero, mi amada, tu barquilla». 2. Y con tu voz de nino, joh maravilla!, solo con tu voz débil, calmas el mar rugiente, pones paz en el viento. 3. Si mientras brama la tormenta, joh Nino!, tû te quieres dormir, posa tu linda cabecita blonda sobre mi corazôn. 4. jQué encantador sonnes cuando duermes! Con mi canto mâs dulce yo meceré tu cuna tiernamente, jOh hermoso Nino mio! NOTAS P 26 - AL NINO JESÛS Fecha: diciembre de 1896. - Compuesta para: sor Maria de San José, a peticiôn suya. - Publicaciôn: HA 98 (con el titulo de «AI Nino Jesûs»), tres versos corregidos. - Melodia: Où vas-tu quand tout est noir? Una vez mâs, una poesia hecha por encargo, en la que Teresa juega al equilibrio entre el «nino» y la «tormenta», y luego Jesûs que calma la tempestad... El nino que duerme (o, mejor, que no duerme...) durante la tormenta forma parte de los arquetipos de la infancia. Mientras tanto, Jesûs quiere dormir, como mâs tarde en la barca... Un juego sutil. Este dulce encantamiento es especialmente apropiado para la destinataria, una comparera de carâcter tormentoso que Teresa se ha propuesto domesticar. Pues esta mujer tan dura es a la vez como la manteca, y unas pocas palabras infantiles logran desarmarla mejor que mil razonamientos. Y unas coplillas como éstas podian transformer un mar tempestuoso... en madré mimosa que meza «tiernamente» la «cabecita rubia» del Nino que se entrega a ella para llevarla a entregarse a él. P 27 LA PAJARERA DEL NINO JESÛS 1 Para los desterrados de la tierra Dios créé los graciosos pajarillos. Ellos van gorjeando su plegaria por bosques, valles, montes y laderas. 2 Los traviesos y alegres rapazuelos, tras de escoger algunos preferidos, los cazan y aprisionan en lindas jaulas de doradas rejas. 3 jOh Jesûs, hermanitol, tû abandonaste el cielo por nosotros, pero sabes muy bien que es el Carmelo Nino divino, tu bella pajarera. 4 Amamos nuestra jaula, sin ser ella dorada. Nunca de su prisiôn escaparemos ni a la llanura azul ni al bosque oscuro. 5 Jesûs, los bosques de este mundo no pueden contentarnos. En la profunda soledad queremos cantar para ti solo. 6 Es tu blanca manita la que orienta y atrae nuestro vuelo. jQué bellos son, oh Nino, tus encantos! En tu sonrisa quedan, cautivos de su luz, los pajarillos. 7 Aqui el aima sencilla, pura y cândida halla el motive exacto de su amor. Aqui la blanca y timida paloma no terne ya el ataque del buitre carnicero <1>. 8 En alas de una câlida plegaria el corazén se eleva como alondra ligera, como alondra que sube cantando y sube altisima. 9 Se escucha aqui el gorjeo del reyezuelo y del pinzén alegre. Nino Jesûs, tus pajarillos cantan, en su jaula, tu santo y dulce nombre. 10 Vive siempre cantando el pajarillo, su pan no le preocupa, ni siembra ni recoge, y un granito de mijo le contenta. 11 Y como al pajarillo, en nuestra pajarera todo, Divino Nino, nos viene de tu mano. Solo una cosa es necesaria, una, y esta cosa es amarte. 12 Por eso, con los puros espiritus del cielo contamos noche y dia tus glorias y alabanzas. Y sabemos con cuânto amor los àngeles <2> nos miran a nosotras, tus pobres pajarillos del Carmelo. 13 Para enjugar las lâgrimas que te hacen derramar los pecadores, tus pajarillos cantarân tus gracias, y el dulce canto de tus avecillas te atraerâ corazones. 14 Un dia, lejos de la triste tierra, al escuchar tu voz y tu llamada, desde tu pajarera tus pajarillos volarân al cielo. 15 Y alli, con las falanges de pequenos y alegres querubines, eternamente, Nino, cantaremos tus glorias. NOTAS P 27 - LA PAJARERA DEL NINO JESÛS Fecha: Navidad de 1896. - Compuesta espontàneamente para la comunidad en la noche de Navidad. Publicaciôn: HA 98, cuatro versos corregidos. - Melodia: Au Rossignol. Una hermosa imagen es el punto de partida de esta «Navidad de los pâjaros» que estira un poco demasiado la comparaciôn entre la pajarera y el Carmelo. Pero para la recreaciôn de un fiesta como Navidad, bien puede permitirse algùn exceso... Cada pâjaro canta aqui en su propio registre: la paloma, la alondra, el reyezuelo, el pinzôn. Al igual que los pâjaros del Evangelio, «que no siembran ni siegan», la carmelita Io recibe «todo de la mano» de Jesûs; de ahi su alegria y su abandono y su consagraciôn a «la ùnica cosa necesaria, amar». Al final, todos los pâjaros, ya libres, «volarân al cielo», en donde continuarân su canto de alabanza. Diez anos antes, una pajarera adornaba la «pobre buhardilla» de Teresa (Ms A 42v°); en el Carmelo, los pâjaros seguirân poblando sus suenos (Ms A 79r°); en el verano de 1896, con el Ms B, el valor simbôlico del pâjaro adquiere una nueva dimension: serâ la senal por excelencia de la unidad dinâmica, y aun cuando «no esté en su poder el volar», como el pâjaro es canto tanto como vuelo, ni siquiera en el mismo corazôn de la tormenta las pruebas del cuerpo y del alma- Teresa renunciarâ a cantar (estr. 10; cf 34,15 y Ms B 5v°). <1>CfMsB5v°y P 2,53-54. <2> Cf Ms B 5r°/v°. P 28 A MIS HERMANITOS DEL CIELO «El que sea pequefiito que venga a mi» (Proverbios) 1 Venturosos pequefiines, jcon qué amor, con qué ternura, en otro tiempo Jesûs, el Rey del cielo, os bendijo, y de caricias y besos vuestras frentes jubilosas él colmô! De todos los inocentes erais vosotros figura, y adivino las riquezas y los gozos que en el cielo, sin medida, a manos llenas, os darâ vuestro Jesûs, Rey de reyes. 2 Contemplasteis los encantos y las bellezas del cielo, inmensas e innumerables, antes de haber conocido las tristezas y amarguras del destierro, jlirios blancos pequenitos! jOh capullos perfumados, en la virgen luz del alba <1> cortados por el Seôor... ! El dulce sol del amor que vuestras tiernas corolas un dia hizo estallar<2> jfue, sin duda, su divino corazôn! 3 jOh que inefables cuidados y qué exquisitas ternuras, cuânto amor, oh ninos recién nacidos, os prodiga aqui en la tierra la Iglesia, que es nuestra Madré! En sus brazos maternales fuisteis a Dios ofrecidos como cândidas primicias. Eternamente seréis del hermoso y azul cielo las delicias. 4 Componéis vosotros, ninos, el cortejo virginal que sigue al dulce Cordero, y podéis cantar también -jasombroso privilegio!el cântico de las virgenes canto nuevo. Sin combatir ni luchar como los conquistadores, su misma gloria alcanzasteis: el Salvador os ganô la victoria y la corona, joh graciosos vencedores! 5 No luce en vuestras cabezas luz de brillantes preciosos, solo el reflejo dorado de vuestros sedosos bucles, que a los bienaventurados embelesa... jTodo es vuestro <3>, los tesoros de todos los elegidos, sus palmas y sus coronas! En el cielo, sus rodillas <4> son vuestros mas ricos tronos, ininos santos! 6 Junto a los angelitos jugâis al pie del altar, vuestros cantos infantiles, joh encantadoras ras falanges!, son el encanto del cielo, jdulce encanto! Dios os cuenta como hizo los pâjaros y los vientos <5> y las rosas. Ningùn genio hay en la tierra que sepa lo que vosotros, pequenines. 7 Alzando dei firmamento el velo azul, misterioso, cogéis en vuestras manitas <6> las estrellas de mil luces. Cuando cruzâis el espacio, a vuestro paso dejâis una hermosisima estela argentada. Cuando miro por la noche la brillante Via Lâctea, me parece en ella veros a vosotros. 8 A los brazos de Maria corréis tras de vuestros juegos, y escondiendo vuestras rubias cabecitas infantiles bajo su vélo estrellado, os dormis... Gusta el inmenso Senor, joh pequeüos traviesillos!, de vuestra infantil audacia: jos atrevéis a llenar de besos y caricias <7> su augusta, adorable fazl, iqué favor! 9 El Senor me dio en vosotros, dulces santos inocentes, un acabado modelo. Yo quiero en la tierra ser vuestra imagen, ninos mios pequenitos. Ayudadme a conseguir las virtudes de la infancia: me encanta vuestro candor, vuestro abandono perfecto y vuestra amable inocencia cautivan mi corazôn. 10 jOh, mi Senor, tù conoces estos ardientes deseos de mi aima desterrada! Lirio hermoso de los valles, para ti segar quisiera lirios henchidos de luz... Busco y quiero para ti capullos de primavera, el agua de tu bautismo <8> vierte sobre ellos, Senor, jy luego ven a cortarlos! 11 Quiero aumentar la falange de los santos inocentes, mi alegria y mis dolores cambio por aimas de ninos. iOh Rey de los elegidosl, quiero <9> entre esos inocentes tener también yo mi puesto: como ellos quiero besar tu dulce rostro, Jesûs, en el cielo. NOTAS P 28 - A MIS HERMANITOS DEL CIELO Fecha: 28 de diciembre de 1896. - Compuesta: espontâneamente para ella misma. - Publication: HA 98 (con el titulo de «A mis hermanitos del cielo, los Santos Inocentes»), cuatro versos retocados, - Melodia: La rose mousse, o bien Le fil de la Vierge. Desde el verano de 1896, en que descubre los textos mâs bellos sobre la infancia, Teresa piensa mucho en los Inocentes. Durante sus ejercicios espirituales del mes de septiembre, pinta, en dos ejemplares, una estampa-recuerdo de sus cuatro hermanitos y hermanitas muertos de ninos. Al dorso, escribe unos versiculos de la Sagrada Escritura sumamente significativos (cf Est 5 y 6). A la luz de estos versiculos, las estrofas de esta poesia proclaman la misericordia gratuita, incluso escandalosa, que Dios ha desplegado en favor de unos ninos que nunca llegaron al uso de razôn y para los que «el Salvador», y solo él, «ganô la victoria». Diez anos antes, sus «hermanitos del cielo» habian liberado a Teresa del tormento de los escrûpulos (Ms A 44r°); hoy su ejemplo la salva de la angustia de las «manos vacias» (CA 23.6). En un exceso de amor (Ms A 4v°), Teresa llegarâ incluso a «desear la muerte» a muchos ninos bautizados; pero no, en primer lugar, «para que vayan al cielo», sino para ofrecer a Jesûs esas «frescas flores abiertas» que son las que él prefiere.... Nôtese que Teresa no se déjà enganar por su imagineria,un poco exagerada (cf Ca 21/26.5.9); esas flores, esos ninos y ese mundo estelar pretenden trasladarnos a un mundo espiritual, radiante de frescor, de luz y de alegria. <1> El tema de esta poesia no es el de unos ninos mârtires: es Jesûs, y no el perseguidor, quien corta sus lirios. La referencia de HA 98 a los Santos Inocentes es, pues, inexacta. <2> Cf Cta 124. <3> Cf Cta 182, que remita a la Oracién del aima enamorada de san Juan de la Cruz. <4> Para Teresa y Celina, habrâ algo mucho mejor que las «rodillas» de los elegidos: las del propio Jesûs... Cf Cta 211+, un billete contemporaneo de P 28; y P 11,54. <5> Preciosa imagen poética para expresar la idea de que Dios concede su reino a los pequenos y no a los sabios... <6> Estas imâgenes cosmicas son tanto mas fuertes cuanto que se esta hablando de ninos; cf RP 2,7r°. <7> Cf Ca 5.7.3. <8> Cf RP 2, 6v°. <9> Teresa exige mucho en sus poesias (PN 12,8; P 10,5; 15,11 ; 18,4; PN 29,8; P 20,2; PN 35,4; P 24,1; PN 41,2; y aqui)... P 29 Ml ALEGRIA 1 Hay aimas en la tierra que van, en vano, en busca de la dicha. No es ése el caso mio: yo llevo la alegria dentro del corazôn. No es una flor efimera, la tengo para siempre, cada dia me manda al alma su sonrisa, lo mismo que una rosa de eterna primavera. 2 Soy, en verdad, dichosa en demasia, hago siempre y en todo lo que deseo y quiero, reorno podria yo no estar alegre, cômo ocultar mi jùbilo? Amar el sufrimiento es mi alegria, sonrio cuando lloro. Con gratitud escojo la espina entre mis flores <1>. 3 Cuando el azul del cielo se oscurece y parece que el cielo me abandona <2>, mi alegria es quedarme en medio de la sombra, escondida y pequena. Mi alegria es cumplir siempre la santa voluntad de mi Jesûs, mi ûnico y solo amor. Asi, vivo sin miedo, amo el dia y la noche <3> por igual. 4 Mi alegria es ser pequena, permanecer pequena <4>, asi, si alguna vez en el camino caigo, me levanto enseguida, y mi Jesûs me coge de la mano. Y colmândole enfonces de caricias, le digo que él es todo para mi... Redoblo mis ternuras cuando él se hurta a mi fe. 5 Mi alegria es esconder a mis hermanas, cuando lloro, mis lagrimas, que tiene el sufrimiento sus encantos cuando velar sabemos con flores su aridez. Quiero sufrir, mas sin decir palabra, para que mi Jesûs se sienta consolado, que mi alegria es ver cômo él sonrie mientras en el destierro esta mi corazôn. 6 Mi alegria es luchar siempre, sin tregua ni descanso, por poder engendrar multitud de elegidos. Es decir, con ternura y muchas veces, a mi dulce Jesûs: «Por ti, hermano divino, sufro gozosamente. Mi alegria en la tierra, mi ûnica alegria, es poder alegrarte». 7 Quiero seguir viviendo largo tiempo en la tierra, si ése es tu deseo, mi Senor. Quiero seguirte al cielo, si te complace a ti<5>. El fuego de la patria, que es el amor, sin césar me consume. <,Qué me importa mi vida? <,Qué me importa la muerte? jAmarte, ése es mi gozo! jMi ùnica dicha, amarte...! NOTAS P 29-Ml ALEGRIA Fecha: 21 de enero de 1897. - Compuesta para: la madré Inès de Jesûs por su santo. - Publication: HA 98 («Mi paz y mi alegria»), catorce versos corregidos. - Melodia: Où vas-tu, petit oisseau? »Ahi esta toda mi aima», dice simplemente Teresa al entregar Mi alegria a la madré Inès para su cumpleanos, en unos momentos en los que va a abordar los pasos mas terribles de su prueba de la fe y pronto los de la agonia. Tras una expresiôn y unas imâgenes aparentemente ingenuas, estân en juego una actitud de fe y un combate mistico, que se expresan sin refinamientos artisticos pero si con una intensidad interior y una fuerza vital realmente sorprendentes. Cada palabra lleva una gran carga de experientia y de madurez, y el fluir de las estrofas nos lleva realmente a penetrar en el «aima» de Teresa. Este poema anuncia ya la famosa pagina de junio de 1897: «Tû, Senor, me colmas de alegria con todo lo que haces» (MS C 7r°), aun cuando en enero esta alegria sea aûn un acto de fe dictado por la voluntad. A Teresa no le basta con creer en la alegria, con aceptar el sufrimiento, con esconder las lâgrimas, con sonreir a Jesûs que se empena en ocultarse: su alegria consiste en «lucharsin tregua ni descanso» para engendrar nuevos elegidos. Esta breve indication ayuda a embellecer todo el poema: Teresa se déjà escapar que todas sus paradojas y todas sus antitesis ella ha sabido «velarlas con flores» y que su alegria se cifra en una dura e incesante lucha avivada por el fuego del amor (estr. 6 y 7). <1> En la segunda estrofa continûa el paisaje aparentemente idilico de la primera, pero el interrogante de los versos 3 y 4 muestra ya lo que esta alegria tiene, si no de forzado, si al menos de voluntariamente querido. En los versos 5-7 el vélo se desgarra (cf Ms C 4v° y Ms A 4v°). <2> La prueba de la fe; cf P 21,6-8. <3> Verso de una gran valentia, que Teresa rubricarà con toda su conducta hasta la muerte. Tras la «noche de esta vida (PN 12,9,3; P 8,18,1), se encuentra realmente en la noche mas oscura: «noche de la tierra» (P 32,4,4), «noche de la fe» (P 36,15,12 y también 36,16,2). <4> Cf Cta 141+y PN 11,3,5; P 8,5; 20,4; 36,6; Ms C 3r°. <5> Cf SAN JUAN DE LA CRUZ, Cântico Espiritual, explication de las cantiones 20 y 21 : «En el vivir y en el morir esta conforme y ajustada con la voluntad de Dios» [Cânt Esp B, 21-22, n° 11. N. del T.]; y Llama de amor viva, explicaciôn del verso «Acaba ya si quieres» [Ll A, 1,23. N. del T.]. En las Ultimas Conversaciones hay numerosas observaciones sobre este abandono de Teresa ante la vida o la muerte, porque «me gusta lo que él hace» (CA 27.5.4). P 30 A Ml ANGEL DE LA GUARDA 1 jOh mi glorioso guardian, guardian del cuerpo y del alma, que en el cielo estas brillando hecho dulce y pura llama junto al trono del Eterno! Por mi bajas a la tierra y me alumbras con tu luz, te haces mi hermano, angel bello, mi amigo y consolador. 2 Conociendo que soy débil, jgran debilidad la mia!, tû me coges de la mano <1>, y te veo, conmovida, apartar de mi camino la piedra que lo entorpece <2>. Me invita tu dulce voz a no mirar mâs que al cielo. Y cuanto mas pequenita y mâs humilde me ves <3>, tanto mâs tu clara trente irradia de puro gozo. 3 Tû que los espacios cruzas mâs râpido que el relâmpago, vuela por mi muchas veces al lado de los que amo. Seca el liante de tus ojos con la pluma de tu ala, y cântales al oido cuân bueno es nuestro Jesûs. jOh, diles que el sufrimiento tiene también sus encantos! Y luego, murmûrales quedo, muy quedo, mi nombre. 4 Yo quiero en mi breve vida salvar a los pecadores <4>, mis hermanos. jOh ângel bello de la patria!, dame tus santos ardores, para que en el mismo fuego que tû te abrasas me abrase. Fuera de mis sacrificios y de mi austera pobreza, nada mâs tengo, ângel mio. Unelo todo a tus gracias y ofréceselo al Dios Trino. 5 Para ti la gloria, el reino, las riquezas del que es Rey, Rey de los reyes dei mundo. Para mi el Pan del sagrario y el tesoro de la cruz. Con la cruz y con la hostia, y con tu celeste ayuda, espero en paz la otra vida, la felicidad del cielo, que nunca terminarâ. (A mi querida sor Filoména, en recuerdo de su hijita, Teresa del Nino Jesûs y de la S.F., rel. carm. ind.) NOTAS P 30 - A Ml ÂNGEL DE LA GUARDA Fecha: enero de 1897. - Compuesta espontâneamente, y mâs tarde dedicada a sor Maria Filoména de Jesûs. - Publication: HA 98, très versos corregidos. - Melodia: Par les chants les plus magnifiques. El tono de sereno fervor de este poema es caracteristico de la ûltima época de su vida, menos visionaria y menos rodeada de consuelos sensibles. Son muchos los temas que se esbozan, y el centro de poema lo constituye la estrofa 3, en la que Teresa, a lo que parece, se considera ya a si misma en otro mundo. Tras esas primeras estrofas, marcadas por la humildad, el tono glorioso desemboca en un final casi exultante, al estilo de los salmos con esos «Para ti... Para mi... Con... Con... Con...» al comienzo del verso, y con esas palabras tan ricas: «Reino, Gloria, Riquezas», Rey de los reyes, Sagrario, Cruz», con frecuencia rimando entre ellas [en el original francés, naturalmente. N. del T.]. El final del caminito puede quedar escondido; Teresa camina hacia él en la «paz», mientras va repitiendo esta letania gloriosa en la que se concentran en unos pocos versos una gran cantidad de bienes eternos, de alegrias y «felicidad que nunca terminarâ». <1> El ângel de la guarda es el companero de Teresa a lo largo del «caminito». Esta escena familiar nos trae inevitablemente el recuerdo la ninez de Teresa cuando su padre la llevaba de la mano (cf Ms A 18r°; P 6, estr. 6). <2> Comparar con Ms A 38v°/39r°. <3> La humildad adquiere en Teresa una tonalidad y unos nuevos desarrollos a partir del verano de 1896 y sobre todo en 1897 bajo el yugo de la prueba de la fe. <4> Esta es la primera vez que Teresa designa a los «pecadores» como sus «hermanos»; preludio de la «mesa de los pecadores»del Ms C 6r°. Ver también P 36, estr. 4 y 20. P 31 A TEÔFANO VÉNARD Sacerdote de las Misiones Extranjeras, martirizado en Tonkin a los 31 anos de edad. 1 Mârtir angelical, joh Teôfano santol, los elegidos cantan tus loores, y en los coros angélicos el encumbrado serafin se siente honrado de servirte. No pudiendo mezclar en el destierro mi voz con la sublime santa voz de los cielos, quiero, al menos, tomar mi lira en tierra extrana para cantar con ella tus virtudes. 2 Fue tu breve destierro como un canto muy dulce que supo conmover los corazones. Tu aima de poeta <1> hacia, a cada instante, brotar flores, flores para Jesûs. Y al elevarte a la celeste esfera, hasta tu ùltimo canto fue un canto juvenil de primavera. Al morir, murmuraste: «jYo, que soy un efémero, me voy al cielo azul, voy el primero <2>!» 3 jAfortunado mârtir, al borde del suplicio tû gustaste la dicha de sufrir! Sufrir por Dios te pareciô delicia. Tû supiste vivir y supiste morir alegre y sonriente. Cuando el verdugo quiso abreviar tu tormento, replicaste enseguida: «jCuanto mas largos sean mi dolor y mi martirio, mayor valor tend ran, estaré mas contento <3>!» 4 jOh lirio virginal!, en la plena y hermosa primavera de tu vivir escuchô el Rey del cielo tu deseo. Τύ eres «Ia rosa abierta que para su recreo cortô Dios» <4>. Ya no estas desterrado, los bienaventurados admiran tu esplendor. Eres rosa de amor, la inmaculada Virgen de tu aroma respira la frescura. 5 Apréstame tus armas, joh soldado de Cristo!<5> yo quiero aqui en la tierra, por salvar a los pobres pecadores, sufrir y combatir a la sombra de tu palma. Dame tu protection, sostén mi brazo, por ellos luchar quiero en incesante guerra y tomar al asalto el reino de mi Dios. El Seôor a la tierra no vino a traer paz, sino fuego y espada. 6 Yo amo esa playa infiel, la que fue blanco de tu amor ardiente: hacia ella volaria gozosamente yo, si un dia mi Jesûs me lo pidiese. Mas yo sé que a sus ojos se borran las distancias y el universo entero es solo un punto. Mi flaco amor y mis pequenos sufrimientos, bendecidos por El, hacen amar a Dios mas alla de los mares. 7 jAh, si yo fuese flor de primavera que cortar pronto mi Senor quisiera! jOh, mi mârtir glorioso, te conjuro, baja del cielo a mi en mi postrer momento <6>! Que de tu amor las Hamas virginales me abrasen en la vida, y un dia pueda ser yo de las aimas que forman tu cortejo... NOTAS P 31 - A TEÔFANO VÉNARD Fecha: 2 de febrero de 1897. - Composiciôn espontànea. - Publication: HA 98, diez versos corregidos. - Melodia: Les adieux du martyr. «Mi aima se parece a la suya», dira Teresa a sus hermanas (Ultimas Conversationes, Burgos, Monte Carmelo, 1973, p. 355), y, como recuerdo de despedida (Cta 245), les harâ entrega de una antelogia de las cartas de este «santito», misionero mârtir en Tonkin, cuya biografia le habia recomendado el P. Roulland. A partir del 21 de noviembre de 1896, habia ido copiando en su «libreta de apuntes» très paginas de extractos de esas cartas (cf «Otros Escritos»). Para cantar a su santo amigo, Teresa vuelve a encontrar los acentos que poco antes le inspirara su «santa predilecta», santa Cecilia. Cantos y flores, pero también sufrimiento y martirio y el apostolado enérgico y vigoroso, «la espada y el fuego», he ahi los ternas que la inspiran. El 19 de marzo, al enviar el poema al P.Roulland (cf Cta 221), llama su atenciôn sobre la penùltima estrofa, desvelando asi su proyecto misionero: irse para la reciente fundaciôn de Hanoi, si su salud no se lo impide. Esperanza poco razonable, pero el deseo misionero no cesa de crecer en su corazôn y, en estas mismas semanas, se consolida su confianza de «volver a la tierra» para trabajar en ella sin respiro «hasta el fin del mundo» (CA 17.7). En la enfermeria, la imagen de Teôfano Vénard ya no la abandonarâ y le servira de mucha ayuda en la prueba (CA 10.8.1; 10.8.3; 19.8.5; 20.8.13; 6.9). <1> Al igual que Teresa, Teôfano también escribia poesias. <2> Cita de un a carta del 20./1/1861; cf Cta 245+. <3> Respuesta auténtica de Teôfano al verdugo, un cinico jorobado, que preguntô al joven «cuânto le daria por ejecutarlo hâbilmente y con rapidez». Y la cabeza no rodé por el suelo hasta el quinto golpe de sable. <4> Otra cita de Teôfano. <5> El vocabulario guerrero anuncia ya Mis armas, su prôxima poesia. <6> CfCa 16.8.3. P 32 MIS ARMAS (Cântico compuesto para el dia de una profesiôn) «Revestios de las armas de Dios, para poder resistir los estratagemas del enemigo» (San Pablo). «La esposa del rey es terrible, como un ejército en orden de batalla. Se parece a un coro de mùsica en medio de un campamento» (Cant, de los Cant.) 1 Vesti las armas <1> del Omnipotente, y su mano divina me adornô. Nada me hara temer en adelante, ^quién podra separarme de su amor? A su lado, lanzandome al combate, ya ni al fuego ni al hierro temeré <2>. Sabran mis enemigos que soy reina, que esposa soy de un Dios <3>. Guardaré la armadura que me cino, Jesûs, ante tus ojos adorados, y hasta la ùltima tarde del destierro seran mis votos mi mejor adorno. 2 Eres tû, joh Pobreza!, mi primer sacrificio, te llevara conmigo hasta la muerte. Sé que el atleta, puesto en el estadio, para correr de todo se despoja. Gustad, mundanos, vuestra angustia y pena, de vuestra vanidad amargos frutos; yo, jubilosa, alcanzaré en la arena de la pobreza las triunfales palmas. Jesûs dijo que «por la violencia el reino de los cielos se conquista». Me servira de lanza la pobreza, y de glorioso casco. 3 Hermana de los angeles victoriosos y puros la Castidad me hace. Formar espero un dia en sus falanges; mas debo en el destierro como lucharon ellos luchar yo. Luchar continuamente, sin descanso ni tregua, por mi Esposo adorado, el Senor de los senores. Porque es la castidad celeste espada <4> que puede conquistarle corazones. La castidad sera mi arma invencible, con ella venceré a mis enemigos. Por ella llego a ser, joh inefable ventura!, la esposa de Jesûs. 4 En medio de la luz gritô, orgulloso, el angel: «jNunca obedeceré...<5>!» En medio de la noche de la tierra yo grito: «jSiempre obedeceré <6>!» Siento nacer en mi una divina audacia, al furor del infierno desafio. Y es mi fuerte coraza y de mi corazôn escudo fuerte, la Obediencia. jOh mi Dios vencedorl, no ambiciono otra gloria que la de someter mi voluntad en todo, pues sera el obediente quien cantarâ victoria en el descanso de la eternidad. 5 Si tengo del guerrero las poderosas armas y le imito luchando bravamente, quiero también como graciosa virgen cantar mientras combato. Tù haces vibrar las cuerdas de tu lira, jy es tu lira, Jesûs, mi corazôn <7>! Por eso, cantar puedo la fuerza y la dulzura de tus misericordias. Sonriendo, yo afronto la metralla, y en tus brazos, cantando, joh -divino Esposo-, mi divino Esposol, moriré <8> sobre el campo de batalla, jlas armas en la mano! NOTAS P 32-MIS ARMAS Fecha: 25 de marzo de 1897. Compuesta para: sor Maria de la Eucaristia con ocasiôn de su profesiôn. - Publication: HA 98, très versos corregidos. Melodia: Canto de despedida a los misioneros «Partez, hérauts de la bonne nouvelle». Una poesia enérgica, aguerrida, tensa, echada sobre el papel como para entablar batalla. Una Teresa segura de si misma y segura de Dios, que pasa por el crisol de la prueba como Juana de Arco por la hoguera. Ella sabe bien que es reina, una reina que lucha y que brune sus armas para triunfar, y cuya primera preocupaciôn es la eficacia. La cita de san Pablo en el epigrafe (tomada de la Regia del Carmelo) introduce directamente en la ceremonia de «armar caballeros»; la audaz yuxtaposiciôn de dos versiculos independientes del Cantar de los Cantares da la imagen de una reina imponente y de inmenso poderio, «terrible como un ejército en orden de batalla, semejante a un coro de mùsica en medio de un campamento». Hay que tener verdadera mirada de poeta para elaborar de esa manera una cita tan brillante, hermética y antitética, como fuente de inspiraciôn capaz de animar una profesiôn religiosa y de bosquejar una alegoria completa de los votos, terna ingrato donde los haya para hacer una poesia. La destinataria es Maria Guérin, a la vez «angelito» y «mujer fuerte», «ninito» y «valiente guerrero» (P 24); pero también sor Genoveva, que el ano anterior habia quedado defraudada [porque a Teresa no se le habia pedido componer para ella una poesia en nombre de la comunidad y tuvo que conformarse con entregarle casi a escondidas apenas unas migajas] (cf PN 27) y que sigue vibrando con las «imâgenes de la caballeria». Pero para Teresa se trata mucho mas de un romance de caballeria, aunque el lenguaje alegôrico pueda llamarnos a engaûo (cf Cta 224); ella libra su batalla en «la realidad de la vida» (cf Ms A 31 v°), y pronto la librarâ en la de la muerte. «Sonriendo» (como su amigo Teôfano), «cantando» (como una esposa enamorada), Teresa lucha hasta el limite de sus fuerzas, antes de caer «con las armas en la mano» (nôtese la fuerza de este final). <1> Obsérvese el vocabulario tan paulino de esta poesia, inspirada en Ef 6, aun cuando las alegorias sean diferentes: en Pablo, «la verdad como cinturôn, la justicia como coraza, como calzado el celo por anunciar el Evangelio, como escudo la fe, como casco la salvaciôn y como espada la del Espiritu; en Teresa, «la armadura» son los «sagrados votos: la Pobreza, lanza y casco; la espada de la Castidad; la coraza de la Obediencia; el escudo de mi corazôn». <2> Cf P 17,9. <3> Cf RP 7, 1r°. <4> La espada implica en el caso de Teresa un trasfondo biblico en el que se mezclan Mt 10,34 y Ef 6,17; cf P 31,5 y Or 17. <5> Cf RP 7,3r°. <6> Teresa recobra por un momento (en estos versos) el tono de los poetas românticos (Vigni, Lamartine, Hugo), a los que les gustan los diàlogos fantàsticos a través de los espacios infinitos... La antitesis luz-noche hace que la prueba de la fe aparezca en toda su intensidad; este enraizamiento existencial dei poema confiere un carâcter de auténtica bravura a lo hubiera podido parecer pura literatura o una simple bravata. <7> Tras el choque del enfrentamiento, la calma. La ternura de la femineidad recobra sus derechos, a ejemplo de santa Cecilia (la «virgen», con la mention de la lira; cf P 2). <8> Esta muerte en el campo del honor le habria encantado a Teresa de Avila: «Los defensores de la Iglesia (...) pueden morir; ser vencidos, jamàs» (Camino de perfection, cap. 3). [Las palabras originales de la Santa son: «Porque, como no haya traidor, si no es por hambre, no los pueden ganar. Acâ esta hambre no la puede haber que baste a que se rindan; a morir, si, mas no a quedar vencidos», Camino 3,1.] P 33 UNA ROSA DESHOJADA 1 Jesûs, cuando te veo que abandonas los brazos de tu Madré, y tenido por ella, ensayas, vacilante, por nuestra triste tierra tus indecisos y primeros pasos, yo quisiera ir delante deshojando una rosa blanca y fresca, y asi tu piececito posaria muy suave y dulcemente sobre una flor. 2 La rosa deshojada, joh mi Nino divino!, es la mas fiel imagen del corazôn que quiere a cada instante por tu amor inmolarse enteramente. Hay muchas rosas frescas que gustan de brillar en tus altares y se entregan a ti. Mas yo anhelo otra cosa: deshojarme... 3 La rosa en su esplendor puede, mi Nino, embellecertu fiesta. A la rosa en deshoje se la olvida, se la tira y arroja al capricho del viento. La rosa, deshojândose, se entrega a cada instante con ansia de no ser. Como ella, quiero yo buscar mi dicha dândome, mi Jesûs, del todo a ti. 4 Se pasa sobre pétalos de rosa deshojada, y se pisan sin pena. Y esos muertos despojos son un simple ornamento, dispuestos al azar, sin arte y sin estudio, lo comprendo... Yo prodigué mi vida, prodigué mi futuro por tu amor, joh Jesûs! A los ojos profanos de los hombres, como rosa marchita para siempre un dia moriré... 5 Mas moriré porti, joh Nino mio, hermosura <1> suprema! iOh suerte venturosa! Deshojândome quiero demostrarte mi amor, joh, mi tesoro...! A zaga de tus pasos infantiles, escondida vivir quiero aqui abajo. Y aun suavizar quisiera tus ûltimas pisadas camino del Calvario... NOTAS P 33 - UNA ROSA DESHOJADA Fecha: 19 de mayo de 1897. - Compuesta para: Maria Enriqueta, del Carmelo de Paris, a peticién suya. - Publication: HA 98 («La rose effeuillée»), cinco versos corregidos. - Melodia: Le fil de la Vierge, o bien La rosse mousse. La verdad es que pocos misticos han llegado tan lejos como Teresa, minada por la enfermedad, en el limite de sus fuerzas y que ofrece su «nada» arrojândose a los pies de Jesûs en un acto de amor puro y total. Asi la descubrimos aqui: no pide nada, se entrega por entero, esta casi casi al otro lado de la muerte, se diria que al otro lado del amor. En mayo ya no esta en condiciones de participar en la liturgia floral de las novicias (cf P 23). Uno tras otro va renunciando a los actos de comunidad. Ahora le queda una tarea suprema: «Debo morir». Morir disolviéndose al filo de los dias, como una «rosa» que se «deshoja». En la mâs completa oblation: «enteramente, a cada instante, sin pena alguna», sin escenografias («sin arte y sin estudio»). Su generosidad solo puede compararse con su delicadeza: que su vida asi «prodigada» sea solo dulzura bajo el «piececito» del Nino Jesûs y bajo las «ûltimas pisadas» del Varôn de dolores. El simbolo de la rosa deshojada, hoy aparentemente desgastado, surge aqui en toda su patética belleza, con la autenticidad de lo vivido. Teresa ya no sueôa siquiera con entregarse a Jesûs, sino con deshojarse bajo sus pasos, con morir disolviéndose. En las estrofas 3 y 4 desarrolla esta idea hasta unos limites a los que antes aûn no habia llegado: «La rosa en su esplendor puede embellecer tu fiesta, a la rosa en deshoje se la tira y arroja (nôtese la fuerza de esta palabra al final del verso) al capricho del viento» (es decir, a ninguna parte, no importa dônde). La rosa deshojada se entrega para ya no ser mas («con ansias de no ser»), lo cual es ya el coImo del abandono; ni siquiera se le presta atenciôn (4,1-3), no es mâs que unos «muertos despojos». Teresa «lo comprende»: ella «prodigô su vida, prodigô su futuro», esta «marchita para siempre, un dia morirâ...». De esta manera, ofrece la prueba suprema de su amor, sin saber lo que Jesûs harâ de ella. Ella es solo una rosa deshojada, es decir, nada. Teresa responde a una petition de una carmelita de Paris, antigua priora, que habia oido hablar maravillas de sus dotes de poeta y que quiere ponérselas a prueba: «Si es verdad que esa hermanita es una joya (...), que me envie una de sus poesias, y lo comprobaré por mi misma»; y, segûn Maria de la Trinidad, proponia incluso el tema de la rosa deshojada. »La madré Enriqueta quedô muy contenta (...), pensando ûnicamente que le faltaba una ûltima estrofa para explicar que, a la hora de mi muerte, Dios recogeria esos pétalos para volver a formar con ellos una rosa preciosa que brillaria por toda la eternidad». jQué gran error! Para Teresa, «amar es entregarse» sin pedir nada a cambio. Y contesta: «Que esa buena Madré haga la estrofa tai como lo dice, que yo no me encuentro en absoluto inspirada para hacerlo. Mi deseo es ser deshojada para siempre, para alegrar a Dios. Y se acabô». <1> Teresa tiene un sentimiento muy agudo de la Belleza (cincuenta y seis veces emplea esa palabra en sus escritos, y veintiocho veces ser trata de la belleza de Jesûs). Belleza suprema en P 15,31; 18,2; RP 2,1 r° y 8r°; RP 4,3r°. P 34 EL ABANDONO ES EL FRUTO DELICIOSO DEL AMOR 1 Hay en la tierra un ârbol, ârbol maravilloso, cuya raiz se encuentrajoh misterio!, en el cielo <1>. 2 Acogido a su sombra, nada ni nadie te podrâ alcanzar; sin miedo a la tormenta, bajo él puedes descansar. 3 El ârbol inefable lleva por nombre «amor». Su fruto <2> deleitable se llama «el abandono». 4 Ya en esta misma vida este fruto me da felicidad, mi alma se recrea con su divino aroma. 5 Al tocarlo mi mano, me parece un tesoro. Al llevarlo a la boca, me parece mâs dulce todavia. 6 Un mar de paz me da ya en este mundo, un océano de paz, y en esta paz profunda descanso para siempre. 7 El abandono, solo el abandono a tus brazos me entrega, joh Jesûs mio!, y es el que me hace vivir con la vida de tus elegidos. 8 A ti, divino Esposo, me abandono, y no quiero nada mâs en la vida que tu dulce mirada. 9 Quiero sonreir siempre, dormirme en tu regazo y repetirte en él que te amo, mi Seüor<3>. 10 Como la margarita de amarilla corola, yo, florecilla humilde, abro al sol mi capullo. 11 Mi dulce sol de vida, mi amadisimo Rey, es tu divina hostia pequena como yo... 12 El rayo luminoso de tu celeste llama nacer hace en mi alma el perfecto abandono. 13 Todas las criaturas pueden abandonarme, lo aceptaré sin queja y viviré a tu lado. 14 Y si tû me dejases, joh divino tesoro!, aun viéndome privada de tus dulces caricias, seguiré sonriendo. 15 En paz yo esperarâ, Jesûs, tu vuelta, no interrumpiendo nunca mis cânticos de amor. 16 Nada, nada me inquieta, nada puede turbarme, mâs alto que la alondra sabe volar mi aima. 17 Encima de las nubes el cielo es siempre azul, y se tocan las playas del reino de mi Dios. 18 Espero en paz la gloria de la celeste patria, pues hallo en el copôn el suave fruto jel dulcisimo fruto del amor! NOTAS P 34- EL ABANDONO ES EL FRUTO DELICIOSO DEL AMOR Fecha: 31 de mayo de 1897. - Compuesta para: sor Teresa de San Agustin, a petition suya. - Publicada: HA 98 («L'Abbandon»), très versos corregidos. - Melodia: Si j'étais grande dame. Una canciôn, pero una canciôn que va mâs allâ de ella misma, una canciôn para capear «la tormenta» y entregarse de corazôn, pero tranquilos, seguros, «en paz» (palabra que se repite cuatro veces). La confianza de las cuatro ùltimas estrofas no es fingida: es el auténtico «abandono», por encima de los consuelos sensibles. Aunque menos vibrante y mas parco en confidencias que Una rosa deshojada, este poema es también un poema personal. La destinataria, una monja tan virtuosa como severa, habia hecho «voto de abandono a todos los deseos de Dios», no sin descontar del todo un cierto complejo «de superioridad en la perfecciôn». Para Teresa, el abandono no es «obra del que quiere ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia». Al reconocer en si misma ese abandono total ante la muerte, rendirâ homenaje por ello a su ùnico autor: «Ahora ya estoy en él; Dios me ha hecho llegar a él, me ha tornado en sus brazos y me ha puesto en él...» (CA 7.7.3). <1> Bella imagen de un ârbol A LA CHAGALL, «cuya raiz se encuentra en el cielo». El simbolo del ârbol es muy poco frecuente en Teresa (ésta es la ùnica vez que se encuentra en las poesias, y en la Cta 137 el ârbol de Zaqueo). <2> Este fruto es la antitesis del fruto dei libro del Génesis (3,6): se lo puede tocar sin temor (Gen 3,3) y corner de él; y no trae consigo el desorden del pecado y de la muerte, sino «un mar de paz» y la felicidad ya en esta vida. <3> En estas estrofas 7-9 volvemos a encontrar el tono y el colorido de P 2, Santa Cecilia (vv. 29-32), «la santa del abandono». <4> Teresa «espera en paz». Pero es una espera que no tiene nada de ocioso: la fuga repentina de la alondra (est. 16), en una ascension vertical que rompe la «espesa niebla» (Ms C 5v°), lo dice bien claro. Y evoca irresistiblemente los actos anagogicos de san Juan de la Cruz: para el aima que se ve acosada por la tentacién, lo mejor es echarse a volar de un salto hacia Dios...Y Teresa vuela incluso «mâs alto que la alondra»: la mirada puede seguir al pâjaro por el cielo, pero no nos es posible ver volar a la carmelita hasta los confines de esa tierra prometida donde hunde sus raices el Arbol de la vida. P 35 A SOR MARIA DE LA TRINIDAD 1 Senor, me has elegido desde mi tierna infancia <1>; puedo en verdad llamarme la obra de tu amor. jCémo quisiera yo poder, Dios mio, pagarte, agradecida, devolviéndote amor. Jesûs, Amado mio, <,qué privilegio es éste? Yo, pobrecita nada <2>, ^qué habia hecho por ti? jY me veo en el blanco cortejo de las virgenes que componen tu corte, dulce y divino Rey! 2 Sabes que soy, Dios mio, pura debilidad, sabes también, Senor, que no tengo virtud. Pero igualmente sabes que mi ùnico amigo <3>, el ùnico a quien yo amo, el que me ha cautivado, eres tû, mi Jesûs. Cuando en mi joven corazôn la llama se encendiô del amor, tû viniste, Jesûs, a quemarte en tu fuego. jY solo tû pudiste saciarme el aima entera, pues mi urgencia de amar era infinita! 3 Cual tierno corderillo lejos de la majada, jugueteaba alegre ignorando el peligro. Mas joh Reina del cielo, mis pastora querida!, tu blanca, tu invisible, dulce mano sabia protegerme. Y asi, aunque yo jugaba al borde de los hondos precipicios, ya tû me senalabas la cumbre del Carmelo, y ya yo comprendia las austeras delicias que habria de abrazar para volar al cielo. 4 Si amas, mi Senor, la pureza del ângel -de ese brillante espiritu que nada en el azul-, ... NOTAS P 35 - A SOR MARIA DE LA TRINIDAD Fecha: mayo de 1897. - Compuesta para: sor Maria de la Trinidad, a petition suya. - Publication: HA 98 («Un lis au milieu des épines»), trece versos corregidos. - Melodia: L'envers du ciel. A pesar de su tonalidad lamartiniana, este poema -de una firmeza que se ve confirmada por la grafia, y de una energia sorprendente en una enferma de esa indole- es sobrio, con una impronta clâsica y una notable reduccién de adjetivos, Teresa ofrece a Maria de la Trinidad un verdadero «canto de las misericordias». Esta, «débil y sin virtudes», gracias al humillamiento constante a que se somete, es una candidata de primera calidad para la obra del «amor consumidor y transformante» (Cta 197). Y sobre todo para Teresa, ahora mâs que nunca, ya solo cuenta el amor (Cf Cta 242, final). Un toque de travesura ilumina la estrofa 3 al evocar las escapadas de la adolescencia al torbellino de las atracciones de Paris: estampa simpâtica y pintoresca, con «el cordero lejos de la majada», que «retoza alegre ignorando el peligro»..., y la Virgen Santisima como «pastora»..., una antitesis alpestre de los «precipicios» y de la «cumbre del Carmelo»..., y todo ello endulzando de antemano las «austeras delicias» de los dos ùltimos versos. <1> La election divina; cf prôlogo del Ms A, 2r°; PN 16,6; P 16,8; 25,6. <2> La misma tonalidad de la Rosa deshojada. La prueba de la fe y el debilitamiento producido por la enfermedad producen en Teresa una toma de concientia mâs aguda de su «nada». Cf Ms B (cuatro veces) y Cta 197; y sobre todo, en la primavera de 1897: Cta 226, 243, 261 y Ms C 2r°. Lo mismo en la enfermeria: CA 6.8.8; 7.8.4; 8.8.1; 13.8.1. <3> Cf P 14,5. La amistad con Jesûs, que implica igualdad en la confianza y en la ternura, florecié muy pronto en el alma de Teresa; cf Ms A 40v°; Cta 57 (dos veces), 74, 92, 109, 141, 157, 158, 169; Ms B 4v°; y en este mes de mayo, el «tierno amigo» de Cta 226. En las poesias: PN 15,5 y 9; P 14,5; 25,6. <4> Unas brillantes imâgenes (estr. 4, vv. 2, 5, 7, 9, 12-13) concurren a exaltar la «virginidad», ùltima palabra y coronation del poema. P 36 POR QUE TE AMO, MARIA 1 Cantar, Madre, quisiera por qué te amo . Por qué tu dulce nombre me hace saltar de gozo <1> el corazén, y por qué el pensamiento de tu suma grandeza a mi aima no puede inspirarle temor. Si yo te contemplase en tu sublime gloria, muy mâs brillante sola que la gloria de todos los elegidos juntos, no podria creer que soy tu hija, Maria, en tu presencia bajaria los ojos... 2 Para que una hija pueda a su madré querer, es necesario que ésta sepa llorar con ella, que con ella comparta sus penas y dolores. jOh dulce Reina mia, cuàntas y amargas lâgrimas lloraste en el destierro para ganar mi corazôn, joh Reina! Meditando tu vida tal como la describe el Evangelio, yo me atrevo a mirarte y hasta a acercarme a ti. No me cuesta creer que soy tu hija, cuando veo que mueres, cuando veo que sufres como yo <2>. 3 Cuando un ângel del cielo te ofrece ser la Madré de un Dios que ha de reinar eternamente, veo que tû prefieres, joh asombroso misterio!, el tesoro inefable de la virginidad. Comprendo que tu alma, inmaculada Virgen, le sea a Dios mas grata que su propia morada de los cielos. Comprendo que tu aima, humilde y dulce valle, contenga a mi Jesûs, océano de amor<3>. 4 Te amo cuando proclamas que eres la siervecilla dei Sefior, del Sefior a quien tû con tu humildad cautivas. Esta es la gran virtud que te hace omnipotente y a tu corazôn lleva la Santa Trinidad. Entonces el Espiritu, Espiritu de amor, te cubre con su sombra, y el Hijo, igual al Padre, se encarna en ti... jMuchos habrân de ser sus hermanos pecadores para que se le llame: Jesûs, tu primogénito! 5 Maria, tû lo sabes: como tû <4>, no obstante ser pequefia, poseo y tengo en mi al todopoderoso. Mas no me asuste mi gran debilidad, pues todo los tesoros de la madré son también de la hija, y yo soy hija tuya, Madré mia querida. jAcaso no son mias tus virtudes y tu amor también mio? Asi, cuando la pura y blanca Hostia baja a mi corazôn, tu Cordero, Jesûs, suena estar reposando en ti misma, Maria. 6 Τύ me haces comprender, joh Reina de los santosl, que no me es imposible caminar tras tus huellas. Nos hiciste visible el estrecho camino que va al cielo con la constante prâctica de virtudes humildes. Imitândote a ti, permanecer pequefia es mi deseo, veo cuân vanas son las riquezas terrenas. Al verte ir presurosa a tu prima Isabel, de ti aprendo, Maria, a practicar la caridad ardiente. 7 En casa de Isabel escucho, de rodillas, el cântico sagrado, joh Reina de los ângeles!, que de tu corazôn brota exaltado <5>. Me ensenas a cantar los loores divinos, a gloriarme en Jesûs, mi Salvador. Tus palabras de amor son las misticas rosas que envolverân en su perfume vivo <6> a los siglos futuros. En ti el Omnipotente obrô sus maravillas, yo quiero meditarlas y bendecir a Dios. 8 A san José, que ignora el milagro asombroso que en tu humildad <7> quisieras ocultar, tû le dejas llorar cerca del tabernâculo donde se oculta y vela la divina beldad del Salvador. jOh, cuânto amo, Maria, tu elocuente silencio! Es para mi un concierto muy dulce y melodioso, que canta a mis oidos la grandeza, y hasta la omnipotencia, de un aima que su auxilio solo del cielo espera... 9 Luego, en Belén, os veo, joh Maria y José!, rechazados por todos. Nadie quiere acoger en su posada a dos pobres y humildes forasteros. jSolo para los grandes tienen sitio...! Y en un establo misero, rudo y destartalado, tiene que dar a luz la Reina de los cielos a su Hijo Dios. jMadre del Salvador, qué amable me pareces, qué grande me pareces en tan pobre lugar! 10 Cuando veo al Eterno en vuelto en los panales y oigo el tierno vagido del Verbo entre las pajas, ^podria yo, Maria, en ese instante, envidiar a los ângeles? jSu Senor adorable es mi hermano querido! jCémo te amo, Maria, cuando en nuestra ribera abres para nosotros esa divina Flor! jCémo te amo, Virgen, cuando escuchas a los simples pastores, y a los magos, y guardas y méditas todo eso dentro del corazôn! 11 Te amo cuando te mezclas con las dernas mujeres que dirigen sus pasos al templo del Senor. Te amo cuando présentas al Nino que nos salva al venerable anciano que le toma en sus brazos. Al principio yo escucho sonriendo su cântico, mas pronto sus acentos hacen correr mis lâgrimas. Hundiendo en el futuro su mirada profética, Simeon te présenta la espada del dolor. 12 jOh Reina de los mârtires, la espada dolorosa traspasarâ tu pecho hasta la tarde misma de tu vida! Ya te ves obligada a abandonar el suelo de tu patria por escapar, huyendo, del furor sanguinario de un envidioso rey. Jesûs duerme tranquilo bajo los suaves pliegues de tu vélo cuando José te advierte que hay que partir aprisa. Y es pronto tu obediencia: tù partes sin demora y sin razonamientos. 13 En la tierra de Egipto, me parece, joh Maria!, que, a pesar de vivir en la suma pobreza, lleno de gozo y paz vive tu corazôn. <,Qué te importa el destierro? <,No es, acaso, Jesûs la patria de las patrias, la mas bella? Poseyéndole a él, tû posées el cielo. Mas en Jerusalén, una amarga tristeza te envuelve y, como un mar, tu corazôn inunda. Por tres dias Jesûs se esconde a <8> tu ternura, y entonces si, sobre tu vida cae un oscuro, implacable, riguroso destierro. 14 Por fin logras hallarle, y al tenerle, rompe tu corazôn en transporte amoroso. Y le dices al Nino, encanto de doctores: « H ijo mio, <,por qué has obrado asi? Tu padre y yo, con lâgrimas, te estâbamos buscando». Y el Nino Dios responde, joh profundo misteriol, a la Madré querida que hacia él tiende los brazos: «ôA qué buscarme, Madré? <,No sabias, acaso, que en las cosas que son del Padre mio he de ocuparme ya?» 15 Me ensena el Evangelio que sumiso a Maria y José permanece Jesûs, mientras crece en sabiduria. jY el corazôn me dice con qué inmensa ternura a sus padre queridos él obedece siempre! Ahora es cuando comprendo el misterio dei templo, las palabras ocultas del amable Rey mio: Tu dulce Nino, Madré, quieres que seas tû el ejemplo vivo del aima que le busca a oscuras, en la noche de la fe. 16 Puesto que el Rey del cielo quiso ver a su Madré sometida a la noche, sometida a la angustia del corazôn <9>, <,serâ, acaso, merced sufrir aqui en la tierra? jOh, si...! jSufrir amando es la dicha mâs pura <10>! Puede tomar de nuevo Jesûs lo que me ha dado, dile que por mi nunca se moleste. Puede, si a bien lo tiene, esconderse de mi, me resigno a esperarle hasta que llegue el dia sin ocaso en el que para siempre se apagarâ mi fe <11>... 17 Yo sé que en Nazaret, Virgen llena de gracia, viviste pobremente sin ambiciôn de mâs. Ni éxtasis ni raptos ni milagros tu vida hermosearon, jReina de los electos! Muchos son en la tierra los pequeûos, y ellos pueden alzar, sin miedo, a ti los ojos. Por el comûn camino, oh Madré incomparable, caminas tû, guiàndonos al cielo! 18 Vivir contigo quiero, Madré amada, a la espera del cielo, seguirte en el destierro dia a dia. En tu contemplation yo me hundo absorta, y de tu inmenso corazôn descubro los abismos de amor. Tu maternai mirada desvanece mis miedos, y m ensena a llorar, y me ensena a reir. Lejos de despreciar las fiestas de la tierra, las fiestas que son santas, tû, Madré, las comparte y bendices. 19 Al ver que los esposos de Canâ no pueden ocultar al gran apuro en que se encuentran por faltarles vino, con maternai solicitud acudes al Salvador, tu Hijo, de su poder divino esperando la ayuda. Jesûs parece rechazartu sûplica en un primer momento: «Mujer, <,qué no importa esto a ti y a mi?» Mas de su corazôn alla en el fondo madré suya te llama, y para ti y por ti Jesûs realiza su milagro primero. 20 Te veo un dia, Madré, en la colina, entre los pecadores <12> que escuchan la palabra de aquel que mas nadie desea recibirles a todos en el cielo. Alguien dice a Jesûs que quieres verle. Enfonces él, Hijo divino tuyo, ante la gente muestra lo inmensamente que nos ama: «, antes bien te alegras de que nos haga comprender enfonces que aqui abajo, en la tierra, nuestra aima se hace familia suya. iOh, si, te alegras, Virgen, de que él nos dé su vida, el tesoro infinito de su divinidad! ^Cômo no amarte y bendecirte, viendo en ti tanto amor, tanta humildad? 22 Tù nos amas, Maria, como Jesûs nos ama, por nosotros aceptas verte alejada de él. Amar es darlo todo, darse incluso a si mismo: quisiste demostrarlo quedando con nosotros como fuerte y visible ayuda nuestra. jConocia Jesûs tus intimos secretos y la inmensa ternura de tu divino corazôn de madre! Te nos dejô a nosotros, como refugio fiel de pecadores, cuando, para esperarnos en el cielo, abandono la cruz. 23 Te me apareces, Virgen, en la sombria cumbre del Calvario, de pie junto a la cruz, igual que un sacerdote en el altar, ofreciendo tu Victima, tu Jesûs amadisimo, nuestro dulce Emmanuel, para desenfadar la justicia del Padre. Un profeta lo dijo, joh Madre desolada!: «jNo hay dolor semejante a tu dolor!» jOh Reina de los mârtires, quedando en el destierro, prodigas por nosotros toda la sangre de tu corazôn! 24 La casa de san Juan se hace tu ûnico asilo, de Zebedeo el hijo reemplaza a tu Jesûs... Y es éste ya el ûltimo detalle que nos da el Evangelio <14, de la Virgen Maria no vuelve ya a hablar mâs. Pero, Madre querida, su silencio profundo ^acaso no revela que el Verbo eterno -él mismo- cantar quiere de tu vida los intimos secretos, para gozosa gloria de tus hijos, los santos moradores de la patria del cielo? 25 Yo escucharé muy pronto esa dulce armonia, iré muy pronto a verte en , el hermoso cielo. Tû que viniste a sonreirme, Madre, en la suave manana de mi vida, ven otra vez a sonreirme ahora..., pues ha llegado ya de mi vida la tarde. No temo el resplandor de tu gloria suprema <16>, he sufrido contigo, y ahora quiero cantar en tus rod illas, Virgen, por qué te amo jy repetir por siempre y para siempre que yo soy hija tuya...! La pequena Teresa... NOTAS P 36 - POR QUE TE AMO, MARIA Fecha: mayo de 1897. - Compuesta espontâneamente (pero también a petition de sor Maria del Sagrado Corazôn). - Publication: HA 98, treinta y nueve versos corregidos. - Melodia: La plainte du mousse. «Todavia tengo que hacer una cosa antes de morir», le decia Teresa a Celina: «Siempre he sonado con exponer en un canto a la Santisima Virgen todo lo que pienso sobre ella» (PA, Roma, p. 268). En este mes de mayo comienza a vislumbrar la posible difusiôn de sus escritos. Y juzga que sus «pensamientos» sobre Maria son parte integrante de la «obra importantisima» que se esta preparando (CA 1.8.2). Ahora mâs que nunca, Teresa «no puede alimentarse mâs que de la verdad» (5.8.4). Necesita «ver las cosas tal como son» (CA 21.7.4). Y respecto a la Virgen Maria, lo ùnico que le interesa es «su vida real, no su vida supuesta» (CA 21.8.3*). E instintivamente vuelve su mirada al Evangelio, su ùnica fuente ya de inspiration.: «Este libro me basta» (CA 15.5.3 y cf Cta 226). Y nos informa incluso sobre el «método» que ella sigue: «Me ensena el Evangelio ... y el corazôn me dice» (estr. 15). Y el corazôn le hace «comprender», por connaturalidad, el sentido escondido de los hechos y el alcance de los mismos para su vida de hoy y muy pronto también para su eternidad. Estos ùltimos meses la mirada del corazôn se ha ido afinando en ella de mil maneras, pero sobre todo en dos campos muy concretos: el misterio del sufrimiento bajo el crisol de la prueba; la amplitud de las exigentias de la caridad, gracias a luces muy intensas que recibiô; y todo ello rodeado de silentio. Este largo poema hay que acogerlo, ante todo, en actitud de oraciôn: es, en efecto, una especie de himno litûrgico, de doscientos versos alejandrinos, que traducen a la perfection «la objetividad» a la que quiere cenirse la autora. Pero, no obstante, una emotion contenida recorre estas estrofas que alcanzan momentos de gran altura (estr. 8, 16, 22...). Bellas imâgenes vienen a enriquecerlo (3,8-9; 7,6-8...); brotan formulas lapidarias (10,5; 16,6, que son como el Credo de Teresa; y el famoso 22,3). Lo corona todo una estrofa realmente magnifica. «La pequena Teresa» firma estas lineas con mano desfalleciente: humilde y conmovedor punto final a toda su obra poética. <1> Expresiôn fuerte que merece tanta mâs atenciôn cuanto que Teresa, acrisolada por la prueba, «ya no sabe lo que son las alegrias vivas» (CA 13.7.17); «El pensamiento de la felicidad eterna apenas si hace estremecerse a mi corazôn» (Cta 254). Ese verbo [«Tressaillir» = saltar de gozo, estremecerse. N. del T.] aparece usado catorce veces en los escritos (Ms A 60v°; Ms B 3r°; Cta 74, 107, 134, 254, 258, 261 ; y cinco veces en las RP), y ademâs en CA 17.7 y 20.8.4. <2> Ese parecido en la debilidad es como una constante que tiene el don de emocionar a Teresa; cf, por ejemplo, P 34,11. Sobre el sufrimiento de Maria, cf 20.8.11. <3> Esta hermosa imagen del «humilde y dulce valle», lecho del «océano de amor» sugiere muy a las claras la plenitud de paz y de sosiego que Dios pide y ofrece a la criatura que acepta recibirlo a él. <4> Misterio de la omnipotencia que se realiza en la pequenez de la criatura: éste es el «tesoro» que tienen en comûn la madré y la hija. Una y otra han recibido «el tesoro inefable de la virginidad» (3,4), «tierra natal de Jesûs» (Cta 122). Las dos tienen en ellas al «Hijo igual al Padre» (4,8), una por el misterio ûnico de la Encarnacion (estr. 4), la otra por la inhabitaciôn trinitaria (5,2-3, que no remite a P 10,2) y especialmente por la comuniôn eucaristica (5,10-11). Madré e hija acogen en ellas a «Jesûs, (el) Cordero» con idénticas disposiciones. <5> Como ya ocurria en P 15, también en este poema el corazôn» ocupa un lugar importante: catorce veces se menciones, y diez de ellas se refiere a Maria. <6> Imagen profundamente teresiana, en la que el Magnificat se compara a una rosaleda que «envuelve en su perfume» (toda la riqueza de la rosa y del perfume, en Teresa...). <7> Tema dificil, que viene tratado con sobriedad. Teresa expresa con bellas imâgenes la dolorosa expectation de José y el «elocuente» silentio de la Virgen. <8> «Esconderse» (13,9; 16,9; y 15,6 en el original francés), «buscar» (14,5 y 7; 15,10): éste es el austero drama que describen todos esos versos consagrados al «misterio dei templo». Y la méditation se va haciendo cada vez mâs profunda, hasta Hegar a esa asombrosa proclama de patientia de la estrofa 16,7-12, cûspide dei poema, en que volvemos a encontrar aquel patético despojo de la Rosa deshojada. <9> Estos cuatro versos (1-4) desarrollan la intuition anunciada en 15,9-12: es el propio Jesûs quien quiere la prueba para los que mâs ama. Esta certeza, que es una constante en Teresa, aparece afirmada muchas veces en las cartas; cf, entre muchas otras, Cta 190. <10> Esta alegria en el sufrimiento estâ ampliamente documentada en esta época de la vida de Teresa: Cf Ms C 7r°; Cta 253; P 31,3; y en las Ultimas conversationes. Podrâ comprobarse el progreso realizado desde enero, releyendo P 29, donde la «alegria» es aùn un acto de fe voluntario, y se diria que no muy alegre... Después de haber alcanzado el punto mâs alto del abandono («Una rosa deshojada), la encontraremos, en la enfermeria, con una naturalidad total y con una alegria sin fisuras ya. <11> No solo sera la fe lo que se «apagarâ» para ella, como para todo el mundo, en ùltimo dia, sino también «la angustia del corazôn»; cf Ms C 5v°. Teresa «se resigna» -mejor, acepta- a tener una paciencia ilimitada. Abandono realmente heroico, admirablemente expresado por la imagen de «la fe» (esa «antorcha de la fe» en el corazôn de la noche, Ms C 6r°) que «se apagarâ» cuando amanezca «el dia sin ocaso» de la vision cara a cara. <12> La «colina» donde se reunirân los «pecadores»: una precision que no encontramos en ninguno de los sinôpticos, pero que estâ acorde con el espiritu del Ms C. <13> Maria no se reserva codiciosamente su condiciôn ùnica de «Madré» de Jesûs. Acepta ser desapropiada de ese titulo, a la espera de la desapropiaciôn efectiva y real cuando Juan «reemplace a Jesûs» (24,2). <14> El vélo vuelve a caer sobre la existencia de Maria. Teresa no menciona el descendimiento de la cruz. «Ve... mira... oye... escucha» lo que relata el evangelista, y no va mâs allâ con la imaginaciôn. Omite, pues, los «misterios gloriosos». El propio Jesûs se reserva para si el ser su canto en el cielo (cf estr. 24). <15> La sonrisa de la Virgen en los Buissonnets, el 13 de mayo de 1883, cf Ms A 30r° El 8 de julio, cuando baje a la enfermeria, encontrarâ alli, para recibirla, a la Virgen de la Sonrisa: «Nunca me pareciô tan hermosa» (Ultimas Conversaciones, Burgos, Monte Carmelo, 1973, pp. 385s). Una hora antes de morir, volverâ a clavar largamente en ella su mirada (Ib., p 335). <16> El poema vuelve sobre si mismo, y el lazo se cierra con el verso 7 que responde a la estrofa 1. FIN DE LAS POESÎAS